Al asumir Hitler legalmente como Canciller en 1933, y tras fusionar la cancillería con la presidencia tras la muerte del Presidente Hindenburg, Alemania se centró, desde finales de 1934, en el rearme y en los gastos de defensa, lo cual iba estrictamente en contra de los estipulado en el Tratado de Versalles (1919) que había impuesto duras sanciones a Alemania tras el final de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Otras políticas implementadas fueron el control de industrias estratégicas, controles de precios, fijación de salario, control de los mercados financieros y regulación de las transacciones con el exterior. Hitler no fue ningún agente ni títere de las clases dirigentes, sino que fue Hitler el que subordinó cada aspecto de la sociedad, incluida la economía a su cosmovisión personal. El historiador británico Ian Kershaw* está en lo correcto al criticar la interpretación marxista de la relación entre nazismo y capitalismo en el sentido de que subestima groseramente el factor Hitler y tiende a exagerar la relevancia del bloque del gran capital. Kershaw destaca la intensidad con que el nazismo alentó el crecimiento de la organización económica que poco tenía ue ver con el capitalismo clásico y que, más bien, se movía en una dirección a una economía poscapitalista. El capitalismo dictatorial del régimen nazi fue uno que prescindió de elementos fundamentales que debe tener una economía de libre mercado. Buscaba la autarquía, controló múltiples precios (incluido los salarios), distorsionando con ello el sistema de precios, controló las finanzas y puso límites al emprendimiento empresarial. El historiador británico, Michael Burleigh, escribe al respecto:

Los nazis ofrecían lo que parecían ser recetas audaces para sacar a Alemania de la Depresión,  junto con retórica que celebraba el alemán normal y corriente. Más aún, al mismo tiempo que insistían tanto en el igualitarismo como en el espírtu emprendedor, evitaban hablar de redistribución de la riqueza para no asustar a las clases medias. Mientras los comunistas ofrecían una huelga general y una revolución…los nazis ofrecían una combinación de nacionalismo económico y medidas anticíclicas heterodoxas para estimularla creación de empleos”[ii].

Una de las políticas utilizadas por el dictador alemán fue el control de precios y la expansión de la masa monetaria. El régimen nazi se dedicó a imponercontroles de precios y salarios en época de paz sobre una economía avanzada y altamente industrializada como lo era la alemana. El progresivo y cada vez más abarcador control del Estado de la actividad económica causó una serie de males que tardarían en salir a la luz. Como explican Samuel Brittan y Peter Lilley: “Este experimento nacionalsocialista prueba que los controles de precios y rentas, si son suficientemente intensos, pueden suprimir parcialmentela inflación durante largos períodos”[iii]. La Venezuela de Chávez y Maduro al parecer aprendieron esa lección con bastante rapidez, pero se les olvido que el final de esa historia nunca es bueno.

De acuerdo a Brittan y Lilley la imposición de contingentesde importación en 1934, parte del nacionalismo económico nazi, generó el primer aumento serio de los precios. El Tercer Reich estableció una política de centralización de la producción agrícola lo que se tradujo en la imposición de cuotas de importación que significó un descenso en la producción de alimentos y un aumento de los precios de estos. Es importante destacar la meta de la autarquía del nacionalsocialismo, otra razón más para rechazar el nexo entre nazismo con el capitalismo de libre mercado. De acuerdo a Hermann Göring, Mariscal del Reich, el objetivo del plan cuatrienal era transformar a Alemania en una potencia autárquica en cuatro años para que el bloqueo bélico no pudiese sofocarla. Como explica Burleigh, la economía alemana debía ser reorganizada de manera que estuviese al servicio de los intereses de la nación. La  presión al alza de los precios se extendió  hasta 1936 a medida que se alcanzaba el pleno empleo. Al respecto escriben Brittan y Lilley

“…en noviembre de 1936, fue decretado un «alto a los precios«, que los fijó en forma generalizada al nivel vigente el 17 de octubre de 1936. Este decreto permaneció en vigor durante toda la guerra y fue efectivamente ratificado por las fuerzas de ocupación hasta 1948”[iv].

¿Para qué expandir la masa monetaria y controlar los precios? Hitler, como cualquier político populista, necesitaba de popularidad y para llevar a cabo sus magnos proyectos no podía bombardear con impuestos a los ciudadanos alemanes y podía endeudarse con el extranjero en parte, por un tema ideológico, recordemos que la Alemania nacionalsocialista aspiraba a la autarquía económica. Por lo tanto, imprimir billetes y engañar a las personas creándoles por algunos años la ilusión de que son más ricas, era una medida más fácil y menos costoso para el Estado. Era más cómodo y menos problemático aplicar una forma de impuesto encubierto (inflación) que a la larga tendría consecuencias nefastas para la sociedad, ya que la población vería como el poder adquisitivo de su moneda se deterioraba (pero los controles de precios evitarían por años que la verdad surgiera a la luz). La inflación provocada por los gobiernos para satisfacer sus propias necesidades a costa de la población es uno de los mayores fraudes económicos de nuestra historia. ¿Por qué hizo esto Hitler? Ya dijimos que en parte por popularidad, para llevar a cabo su proyecto expansionista y para mostrar ante los ojos del mundo una Alemania que se recuperaba en tiempo record en relación a los demás países europeos que habían sufrido la consecuencia de la crisis de 1929. Como explica el economista alemán Walter Eucken (1890-1951), la política nazi estaba centrada en alcanzar el pleno empleo de manera que debía estimular la demanda agregada aumentando los gastos gubernamentales, estimular la inversión y el consumo de las familias. Para ello emprendió una serie de proyectos de obras públicas, lo que se tradujo en una política monetaria expansiva que presionó los precios al alza, lo que llevó al régimen a intervenir los precios, estableciendo precios máximos y fijando salarios. Lo anterior llevaría a la escasez de bienes lo que se traduciría en el establecimiento de un sistema de racionamiento y, durante la guerra, se tuvo que priorizar la producción de ciertos bienes en lugar de otros, ya que la economía quedó completamente subordinada a la guerra. Un personaje que se destacó en este proceso fue el Ministro de Economía Hjalmar Schacht. En palabras de William Shirer:

La impresión de billetes fue tan sólo uno de sus trucos. Manejó la circulación fiduciaria haciendo unos juegos de manos tan portentosos, que hubo veces en que economistas extranjeros llegaron a opinar que el marco tenía 237 valores diferentes…Su creación de crédito en un país que tenía poco capital líquido y casi ninguna reserva económica fue obra de un genio o – como dicen algunos –  de un prestidigitador magistral”[v].

Brittan y Lilley escriben sobre esta política

“…los controles de precios y salarios establecidos por Hitler eran simples y poco flexibles. Se congeló la estructura preexistente de precios y salarios, se racionaron los bienes de consumo, se asignaron desde el centro los bienes de producción, y se utilizó mano de obra esclava para conseguir, aproximadamente, las variaciones en la estructura de la producción que las autoridades consideraban deseables”[vi].

Los controles de precios siempre han resultado ser un fracaso y el deseo por parte de un gobierno de frenar la inflación por medio de decretos que impiden la libre fluctuación de estos, sólo lleva a que los comerciantes no sigan produciendo o se vayan al mercado negro, ya que deja de ser rentable vender a esos precios fijos, tal como sucede en la actualidad en países como Argentina y, más notablemente, en Venezuela. El control estatal se va extendiendo cada vez más, acaparando los distintos sectores de la economía ahogando así la actividad económica en su conjunto. Ahora bien, la Alemania nazi era una dictadura totalitaria de manera que pudo permitirse llevar a cabo tales políticas sin temer protestas ciudadanas o huelgas por parte de los trabajadores. Como señalan Brittan y Lilley, para los consumidores, el mercado negro servía para reasignar los recursos en forma más cercana al óptimo.

Como afirmaba el economista francés Bastiat, está lo que se ve y lo que no se ve. Los economistas y otros personajes más escépticos veían desde el exterior con dudas el crecimiento de la economía alemana así como la reducción impresionante del desempleo. Pero una gran mayoría se dejó engañar y consideraron a Hitler una suerte de genio económico. Como escribe Shirer:

Fuente: Erwin Mahe, Real World Economics Review Blog

 Fuente: Erwin Mahe, Real World Economics Review Blog

El fundamento del éxito de Hitler en los primeros años estribaba no sólo en sus triunfos en asuntos exteriores…sino en la recuperación económica de Alemania, que en los círculos del partido e incluso entre algunos economistas de otros países se jaleaba como un milagro.. Y en realidad podía parecerle así a muchísima gente.. El paro, la maldición de los años veinte y del comienzo de los treinta, fue reducido, como hemos visto, de seis millones en 1932 a menos de un millón cuatro años después. La producción nacional subió el 102 por ciento de 1932 a 1937, y la renta nacional fue duplicada”[vii].

¿Qué sucedía con el sector laboral? El nacionalsocialismo  disolvió los sindicatos y se estableció un “libro laboral” (1935) de acuerdo al cual ningún obrero podía ser contratado si no tenía uno, lo cual le daba mayor poder al patrón que podía retener este libro laboral que era otorgado por el Estado.  Los sindicatos fueron reemplazados por el Frete Alemán del Trabajo (FAT), al que estaban forzados a pertenecer y que llegó a contar con aproximadamente doce millones y medio de miembros. Por medio de la Ley Nacional del Trabajo (1934), se prohibieron las huelgas y los lock-outs (paro patronal). Como explican Brittan y Lilley, el FAT tenía como objetivo elevar el status del trabajador, por ejemplo, se obligaba a los directivos de las empresas a comer de vez en cuando junto a los trabajadores, se abogaba para que los estudiantes realizaran seis meses de trabajo manuales en los batallones de trabajadores y se preparaban vacaciones planificadas para los trabajadores, el denominado “Kraft durch Freunde” (Fuerza a través de la alegría). Michael Burleigh escribe:

Se animaba a los trabajadores a superar la mentalidad sindical…y a pensar en función de un «socialismo« que trascendiese los meros problemas de pan y mantequilla. Los nazis, apartándose del economicismo obrerista, reconocieron la necesidad de respeto de los trabajadores, y que se enorgullecía de su trabajo, su destreza, sus herramientas y los productos de su tarea…A un nivel simbólico, los políticos nazis estaban muy dispuestos a hablar con los trabajadores  y a estrecharles la mano sin el menor rastro de desazón”[viii].

Continúa explicando Burleigh que los nazis se apropiaron del lenguaje y los sentimientos del socialismo, es decir, se hicieron con aquellos elementos con los que podían operar sin temer de ser tildados de socialistas. “Entre estos préstamos figuraban la veneración al trabajo y a los trabajadores, el deseo de democratizar la alta cultura y los pasatiempos selectos y la justificación moral de fines mediante la constante innovación de la justicia social”[ix]. De acuerdo a Hitler se hacía necesario edificar un Estado que valorase el trabajo por sí mismo y que tuviese a los trabajadores en una elevada consideración ya que eran los trabajadores quienes cumplían un deber fundamental hacia la nación alemana. En palabras de Hitler: “Queremos educar al Volk de manera que se aparte de la locura de la superioridad de clase, de la arrogancia de rango, y de la falsedad de que sólo el trabajo mental tiene algún valor; queremos que el Volk comprenda que todo trabajo que es necesario ennoblece al que lo hace, y que sólo hay una desgracia, y que es no contribuir nada al mantenimiento  del propio Volk”[x].

Todo lo anterior no era más que una forma encubierta de colectivismo y control de las acciones de los trabajadores por parte del Estado, no sólo dentro del trabajo, sino que incluso en sus tiempos de ocio. El “Kraft durch Freunde”, como señala Burleigh, era una manera de transformar el ocio en algo colectivo y controlado.

 

Propaganda del  Frente Alemán de Trabajo

Propaganda del  Frente Alemán de Trabajo

Tenemos pues que el milagro económico alemán fue más bien un embrujo, similar a ese otro embrujo que fueron las colectivizaciones y planes quinquenales de Stalin, que despertaron admiración en muchos economistas e intelectuales en Occidente. Lo que en realidad hizo Hitler fue aprovechar el aparato estatal para construir su utopía socialista y nacionalista. Los métodos empleados por Hitler no son inéditos y han sido aplicado por varios líderes populistas, claro que, a diferencia del caso de Hitler, no tuvieron una guerra que los “salvara” del desastre económico. La guerra, en este sentido, logra reactivar la economía, claro que no podemos decir que las guerras sean útiles para reactivar la economía de un país por, al menos, dos razones. La primera y más obvia es que la gente muere y sufre. En segundo lugar, la producción queda subordinada a los objetivos de guerra de manera que se privilegia la producción de bienes bélicos que serán destruidos o quedarán inutilizados tras finalizar la guerra, mientras que los bienes básicos, alimentos o bebestibles, se reducen en número, variedad y calidad. En resumen, la sociedad civil es la que se ve más perjudicada por las guerras emprendidas por los Estados. Otro punto importante es que la economía nacionalsocialista fue un híbrido entre capitalismo fuertemente dirigido y controlado por el Estado. En palabras del académico Derek H. Aldcroft:

Aunque el grado de intervención estatal en los asuntos económicos fue con el tiempo más extenso que en cualquier otro país fuera de Rusia, el sistema de producción, distribución y consumo que construyeron los nazis se resiste a ser clasificado en cualquiera de las categorías habituales de sistemas económicos. No era capitalismo, no socialismo, ni comunismo, en el sentido tradicional de estas palabras: el sistema nazi era más bien una combinación de algunas de las características del capitalismo y una economía muy planificada”[xi].

La política económica del nacionalsocialismo sigue vigente en algunos países con gobernantes irresponsables, que recurren al venerado pueblo (el Volk de Hitler) para justificar cada una de sus acciones: la expansión monetaria, gastos excesivos en obras públicas, expropiaciones, etc. Cuando finalmente los problemas surgen, viene el guión ya conocido: culpar al capitalismo, a la burguesía parasitaria, a Estados Unidos o algún enemigo externo lo suficientemente abstracto para que nadie sepa donde está, pero que igualmente está ahí amenazando al “pueblo”. Hitler tuvo el Frente de Trabajadores Alemanes, Castro instauró la Central de Trabajadores de Cuba – Revolucionaria (1961), Hugo Chávez por su parte creó la Unión nacional de Trabajadores (2003), desplazando coactivamente a la Confederación de Trabajadores de Venezuela. Estas son algunas de las muchas similitudes entre el nazismo, el fascismo y el socialismo, de manera que el discurso que se ha instalado desde la década de 1930 de que el fascismo (donde se incluye al nazismo) representaría a la derecha conservadora y capitalista contra los intereses del mundo “popular” o “social” carece completamente de sustento, fruto de una manipulación perversa del lenguaje.

 

Notas:

[i] Michael Burleigh, El Tercer Reich. Una nueva historia (España: Taurus, 2002), 278.
[ii] Ibid., 166.
[iii] Jesús Huerta de Soto, Lecturas de economía política, vol 2 (España: Unión Editorial, 2008), 242.
[iv] Ibid., 239.
[v] William L. Shirer, Auge y caída del Tercer Reich, vol. 1, Triunfo de Adolf Hitler y sueños de conquista (Argentina: Planeta, 20110), 370.
[vi] Lecturas de economía política, 240.
[vii] William L. Shirer, op. cit., 368.
[viii] Michael Burleigh, op. cit., 280.
[ix] Ibid., 275.
[x] Ibid., 272.
[xi] Derek H. Alcroft, La economía europea, 1914-2012 (España: Editorial Planeta, 2013), 131.

*John Lukacs, El Hitler de la historia. Juicios a los biógrafos de Hitler (España: FCE, 2003).
*Ian Kershaw, La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación (Argentina: Siglo XXI Editores, 2004)

Notas (debate):

– En realidad nada nuevo. Ya en el siglo XIX John Austin Stevens y John Maynard Keynes a comienzos del XX habían tildado al oro de una reliquia bárbara ya que restaba la capacidad a los Bancos Centrales de expandir la masa monetaria (y el debate entre los que quieren dinero fiduciario o uno respaldado en algún metal continúa hasta hoy). Obviamente Alemania quedó arruinada tras la guerra y el Tratado de Versalles, así como la hiperinflación producto de la impresión de billetes no respaldada por producción. Por otra parte Hitler estaría muy en armonía con Marx en que el trabajo (humano) sería la única fuente de valor. Ambos sobrevaloran e idealizan el trabajo humano (el del campesino y el obrero que trabajan con sus manos, muy propio también de la izquierda comunista), Por último, el oro sí tiene un valor, claro que subjetivo (asignado por seres humanos) y se transa en el mercado como otros metales y materias primas. Incluso en un mundo donde prevalece el difiero fiduciario o Fiat, todos los países mantienen reservas en oro, porque es un activo seguro en época de crisis (por algo F D Roosevelt, se lo confisco a los ciudadanos estadounidenses)

– Falso. Ni Hitler ni el nacionalsocialismo estarían «muy en armonía» con Marx.

Las teorías que atribuyen el valor económico a un solo elemento o fase del proceso económico son, por definición, falsas. Ni la fuente del valor está en la naturaleza, como quieren los fisiócratas, ni en el trabajo y en el valor de cambio, como sostienen los clásicos y los marxistas. Hay que buscar el valor en toda la fase de producción y consumo, en todo el ciclo económico, que culmina en el rendimiento social útil. Este es el sentido de la interpretación nacional-socialista (Klagges, Reichtum und soziale Gerechtigkeit, 1932)

El valor tampoco está en la apreciación subjetiva de cerebro y circunstancias de cada individuo como quiere sostener la teoría del valor actual. Del valor solo sabemos que existe, porque podemos pesarlo, pero no sabemos más, ciertamente nuestros conocimientos sobre el valor son rudimentarios. De todas formas, no necesitamos una teoría del valor para un sistema económico, esto lo sabrías si hubieras leído los libros que te dejé la semana pasada.

Solo falta que digas que todos los seres humanos son iguales o que la libertad existe.

A ver si te lees buenos libros y dejas de creer las mentiras del mundo académico y político.

– Hitler no hizo nada nuevo en economía, crear falsa sensación de riqueza por medio de una política monetaria expansiva y controles de precios. En realidad no hubo 1 New Deal (el de Roosevelt) sino que 2 mas: el de Hitler y en cierta medida el de Mussolini. Los avances científicos no fueron «gracias» a Hitler, sino que «a pesar de» Hitler….Y sin la Segunda Guerra Mundial, la economía alemana hubiese colapsado, era inviable su paraíso de una economía autárquica. Más allá de arte, pintura…Hitler era un ignorante..de economía sabía absolutamente NADA…y su teoría racial es anticientífica…su mein Kampf es propio de un paranoico retardado intelectual

– Creo que en el espiritu que anima esta nota no hay mejor evidencia de cinismo intelectual. Se asocia la heterodoxia practica y resultadista nacionalsocialista, que permitio revolucionar la calidad de vida de una nacion en solo cuatro -4- años con procesos economicos que… «siempre terminan mal..» No les da cierto pudor, verguenza ajena a los defensores de sistemas que ocultan sus miserias en burbujas ciclicas, que pauperizan la calidad de vida de la gente comun, expresarse en esos terminos???

– En primer lugar no existe un modelo económico «nacionalsocialista». Hitler, que no sabía nada de economía, no inventó absolutamente nada. De «heterodoxia» no tenía nada. Iba en consonancia con el intervencionismo estatal de aquella época que ya había implementado Roosevelt en EEUU con el New Deal. Y ese modelo, que es un keynesianismo distorsionado, va a prevalecer hasta, aproximadamente el año 1973 (crisis del petróleo) y comienza a imponerse la escuela monetarista. Las políticas económicas nacionalsocialista (programas de Obras públicas, déficit público, expansión crediticia, sesgo anti-mercado y controles de precios), al igual que el socialismo nacionalista bolivariano en Venezuela terminan siempre en lo mismo: fracaso…pan para hoy y hambre para mañana. Pero Nicolas Maduro no tuvo una «Guerra mundial» que lo salvará y reactivara la economía…aunque las guerras no son ideales para poner en marcha una economía. Y las burbujas de las cuales hablas es fruto de un sistema en donde un monopolio, llamado Banco Central establece tipos de interés por los suelos para estimular el consumo de la población y las inversiones (algo que Hitler estaba completamente de acuerdo dado los niveles de gasto en el que incurrió su régimen.

– En la nota sostuviste una postura, a mi entender, bastante objetable por lo que ya comenté, pero una postura al fin que es respetable, pero en tu respuesta has demostrado una arbitrariedad y una ignorancia brutal aunque con muchas referencias que lo hacen más verosímil, pero no por eso más verídico. Trataré de ser breve:
Los logros del gobierno de Hitler en materia económica y de producción sí fueron asombrosos y no volvieron a repetirse en la historia ¿te parece que no ha habido ningún político lo suficientemente despreocupado por el futuro de su país y sí por su buena imagen que no haya querido hacer algo similar? ¿Te parece que gobiernos como el actual de Macri está pensando más en el largo plazo del país al poner como garantía de impagables deudas los recursos naturales del territorio argentino? Hubo otros casos de políticos que quisieron oponerse a la gran banca judía, en EEUU estuvieron Kennedy y Lincoln… ambos asesinados. En África y Asia los países que no tienen un banco Rothschild han sido severamente atacados y devastados, como es el caso actual de Siria. Es innegable la existencia y el inconmensurable poder de banqueros judíos que incluso son parte de dinastías (algo muy curioso ¿no?), como es el caso de los Rothschild, Rockefeller, Warburg, buitres como George Soros y Paul Singer, la lista es enorme… Y la relación entre los judíos, el sionismo, el capitalismo de la alta finanza y el comunismo está excelentemente documentado. Se sabe muy bien que la revolución bolchevique fue ideada, financiada e impuesta (con una violencia increíble incluso contra aquellos que decían representar) por judíos, está registrado en los archivos de los servicios de inteligencia de la época y ratificado hasta por el mismísimo Winston Churchill. Marx y Engels eran judíos, Marx discípulo de Moses Hess, considerado uno de los padres del sionismo, los líderes de la Revolución Judeobolchevique fueron judíos como Lenin y Trotsky, sólo por nombrar dos de los más conocidos, éstos fueron financiados por banqueros y grandes empresarios judíos de EEUU y Europa. Al respecto recomiendo leer Derrota Mundial de Salvador Borrego y, sobre todo, Supremacismo Judío de David Duke. Insisto: la cuestión económica puede debatirse, pero la influencia judía en la mal llamada Revolución Rusa y su estrecho vínculo con la judería internacional es lisa y llanamente innegable.
Respecto de tu idea de las bases de carácter más bien psicológico del funcionamiento de la economía, son sumamente arbitrarios, cuestionables y hasta refutables por diversos estudios. Es una noción antropológica que de alguna manera justifica el libre mercado que genera la terrible desigualdad que se sufre en todo el mundo. El pensamiento nacionalsocialista es comunitario y entiende al hombre como perteneciente a un determinado contexto cultural, histórico y racial, ¿realmente te parece que no es una motivación para los hombres contribuir positivamente a los suyos o «a la humanidad»? ¿vos tenés este blog para aportar conocimiento (que es algo deseable por sí mismo) o para demostrar que sos «inteligente»? ¿nunca deseaste hacer el bien porque sí y sin esperar nada a cambio? Justamente, si decís que el hombre ayuda a su círculo más cercano, la ampliación de ese círculo y la interacción de los pequeños círculos genera una voluntad de cooperación entre los individuos de una misma comunidad, la cual da mejores resultados que la competencia, es esto eso lo que ha hecho tan fuertes a los judíos, que se han mantenido eternamente extranjeros en cada tierra que han pisado a lo largo de milenios, y no es casualidad que el Talmud, un libro sagrado para el judaísmo, refleje un enorme odio irreparable contra los goyim. Y si nos basamos en ideas biologicistas (como se basó la economía liberal en el darwinismo social, por ejemplo), podemos decir que la competencia existe entre los individuos de distintas especies, pero nunca en contra de la misma especie, sino a favor, por ejemplo, cuando una hembra decide por el mejor de los machos para aparearse. Los grupos homogéneos siempre colaboran y sobreviven gracias a esa colaboración.
Por otra parte, no dije que el nacionalsocialismo fuera inclasificable, Hitler y otros líderes del nacionalsocialismo jamás negaron sus influencias de ideas que tenían ya un buen tiempo, sí dije que la economía nacionalsocialista como tal era difícil de clasificar porque no respondía específicamente a ninguna teoría económica ya existente, pero es cierto que había algo de keynesianismo y de las teorías de Silvio Gesell (admirado éste por Keynes), lo que comenté fue que en el libro de 1934 que cité se menciona la similitud entre la economía nacionalsocialista y la economía romántica.
Sinceramente, esperaba una respuesta un poco mejor, pero veo que en definitiva estoy discutiendo con una persona extremadamente liberal que defiende a los especuladores financieros y la usura a través de los intereses de la deuda, que analiza al nacionalsocialismo en base a doctrinas materialistas y que ve a la economía como algo que debe seguir sí o sí ciertas normas, como si se tratase de algo natural y no de una invención humana que puede alterarse según las circunstancias, a eso nos referimos cuando decimos que la economía debe servir al hombre, porque, insistimos, se come de lo que sale de la tierra… por supuesto que es mucho más complejo que eso, pero la esencia es la misma, y en ese sentido también nos parece repudiable concebir dicha invención humana despojada de toda ética; se refleja, nuevamente, tu visión de la economía más como una ciencia exacta (como la física) que como una ciencia social.
En fin, creo que no tenemos más nada que debatir y que no vamos a llegar a ningún acuerdo, pero agradezco poder recurrir a las fuentes que citás, así como espero que leas los libros que yo he mencionado. Saludos.

– Hola que tal, bueno claramente en varios aspectos estamos en posiciones antagónicas. Hay algunos puntos sobre los que me gustaría detenerme. Bueno, la suspensión del patrón oro obedece a la necesidad de los gobiernos de expandir la masa monetaria, por lo que la “jaula del oro” resulta un freno a la expansión crediticia. La política nazi de rearme, pago de remuneraciones y obras públicas exigía una expansión crediticia imposible bajo el patrón oro (no como el sistema de dinero “fiat” de hoy) de manera que en Alemania el tipo de interés no podía mantenerse por las nubes. Pero eso resultó ser una bomba de tiempo, era hipotecar el futuro del país tal como lo hizo el nefasto Hugo Chávez en Venezuela. No concuerdo con la visión que presentas del interés (como algo negativo en sí y por sí mismo), similar al que tenía la Iglesia Católica y la tiene aún el actual Papa. (salvo algunos clérigos de la Escuela de Salamanca y otros teólogos que comprendieron que tenía una función específica). Pero bueno, como buen artista, Hitler no sabía de economía. El interés juega un rol en la economía en la coordinación de la actividad empresarial, de los inversionistas y las personas en general y, por lo demás, debe reflejar la cantidad de ahorros disponibles para la inversión (aunque ahora los tipos de interés los manipulan los Bancos Centrales que poseen el monopolio de la emisión de dinero). Las personas postergan su consumo presente cuando se les entrega los suficientes incentivos para hacerlo. Salvo ciertas excepciones me parece perjudicial mezclar la economía con emociones y juicios morales (ej: “el dinero genera avaricia”. O sea quien dice eso no sabe para qué sirve el dinero y que la avaricia es un problema de la persona específica y no del dinero, al igual que un cuchillo no convierte en asesino a una persona). Concuerdo contigo en que el actual sistema económico está dominado por grandes corporaciones y elites políticas y financieras instaladas, entre otros lugares, en Washington y Bruselas, pero hay países que están bastante lejos de ser sólo víctimas del mundo de las finanzas puesto que esos gobiernos mismos han sido los culpables de llevar a sus países casi a la quiebre. Casos como el anterior es el de Grecia o la política económica del gobierno español post crisis subprime. Para los políticos siempre es más fácil culpar al capitalismo y al sistema financiero en lugar de reconocer sus propios errores.

En cuanto a la ideología nacionalsocialista mi intención no es desprestigiarla, puesto que sinceramente me parece trivial y superficial e insostenible desde un punto de vista científico (por ejemplo su cosmovisión racista y, peor aún, hacer separaciones absurdas entre ciencia aria y judía, postura que, por lo demás, sostuvieron más en el discurso que en la práctica. Para qué hablar de la idea de una supuesta “raza pura”, completamente demencial. Los antecedentes de esta ideología ya estaban presentes en el Conde de Gobineau y su idea de decadencia racial, el perjudicial Romanticismo alemán que sepultó la filosofía seria en Alemania (con esa retórica fantasmagórica propia del hegelianismo como el “espíritu del pueblo”), Nietzsche, Oswald Spengler, Richard Wagner, Arthur Moeller van den Bruck y aquella tradición que va desde el nacionalismo de Fichte, que consideraba a la “cultura” alemana como distinta, única y superior a la “civilización” francesa e inglesa y que, por ende tenía su “camino especial” (Sonderweg). Desde este punto de vista Hitler, en mi opinión, no inventó nada nuevo y es por ello que no concuerdo con tu afirmación de aquella ideología no se basa en teorías existentes y que sería casi inclasificable…el nacionalsocialismo no es ningún misterio. Qué decir de esa mezcolanza que se hacía entre bolchevismo, capitalismo y judaísmo, ¿cómo se cuadra ese círculo?. El judío era a la vez homologado con el capitalismo materialista y egoísta, y con el bolchevismo comunista que deseaba suprimir la propiedad privada y la plusvalía.

Desconfío completamente de esos discursos moralizantes por parte de la elite política que se posicionan en pedestales morales y comienzan a predicar lo que es bueno y lo que no es para la comunidad, y tienden a pasar por alto que el Estado no debe inmiscuirse en la sociedad civil (en nombre de un “bien superior”). Nada más perjudicial que los redentores en política, aquellos que han creído haber descubierto hacia donde va la historia humana y cual debe ser el fin último de esta misma.

Si algo distinguía el nazismo del comunismo es que el primero no era universalista, esto es, no apelaba a la humanidad entera (incluso los “Nacis” chilenos de la década de 1930 guardaban importantes diferencias con el “nazismo” alemán). El nazismo era más bien particularista y, a su vez, colectivista, es decir, ponía a la colectividad (la nación) por encima del individuo: “Volk y Gemeinschaft eran lo central”. En cambio, al menos en el discurso, el comunismo apelaba al proletariado como una clase independiente de su nacionalidad, raza o etnia, lo cual la realidad se encargó de demostrar que nunca resultó ser así (durante la Primera Guerra Mundial los proletarios no solidarizaron entre sí y pelearon unos contra otros). En el nazismo, por lo demás, el volk /pueblo o la comunidad no incluía a todos los alemanes. No incluía a los alemanes judíos y a los alemanes opositores al régimen (como los integrantes de la Rosa Blanca y los hermanos Scholl quienes fueron guillotinados). De manera que el discurso moralista nazi de la “comunidad por sobre el individuos” era simplemente un ropaje del que se valió un régimen totalitario que politizó a la sociedad completa e impuso una ideología determinada por medio de la violencia recurrente y sistemática.

Por ende, me parece bastante curiosa las afirmaciones que señalan que intento desprestigiar a Hitler y el nacionalsocialismo. Me pregunto si acaso a estas alturas es necesario hacerlo. ¿Acaso Hitler no se encargó él mismo de mostrarse como un personaje intelectualmente mediocre, un fanático idealista y un asesino en masa tal como lo demostró ser ese otro burócrata mediocre: Adolf Eichmann? Mi artículo no tenía la intención de desprestigiar a Hitler y al nacionalsocialismo puesto que parto de la base que es un movimiento que no tiene nada digno de admirar, ni siquiera desde una óptica económica. Tampoco lo considero como una anomalía en la historia europea y de Alemania, puesto que muchos alemanes conscientemente se dejaron llevar por mesianismo hitleriano imbuidos de un verdadero espíritu dionisíaco que terminó por llevar a Alemania al rechazo de la “civilización” (frente a la “kultur” alemana) y entregarse a la guerra total. Tampoco menosprecio a Hitler y menos lo trato como un demente, pero sí creo que él operaba bajo una lógica irracional, anticientífica, romántica e idealista. En otras palabras la lógica de Hitler operaba al margen de la realidad y cuando eso sucede, la realidad termina por imponerse tarde o temprano. No sin razón Ian Kershaw señala que Hitler no fue una ejemplo de la “banalidad del mal” (en palabras de Hannah Arendt) sino que, más bien, de la “mediocridad del mal”.

2-Con respecto a la segunda respuesta debo decir que no concuerdo en absolutamente nada. El gobierno nacional socialista no logró nada sorprendente en esos 4 años, salvo aplicar políticas pseudo keynesianas basadas en la expansión del gasto público y controles de precios (y la guerra que le vino bastante bien a la economía nazi). Si las demás potencias no realizaron esa suerte de milagro alemán al que te refieres es porque es el camino cortoplacista más fácil, pero que se paga más caro en el largo plazo. Hacer crecer a una nación puede ser muy fácil, lo difícil es que ese crecimiento sea sostenido en el tiempo y no termine en escasez, controles de precios e inflación. La economía tiene sus propias leyes y la política y políticos siempre van a fracasar (siempre) en su intento de someter leyes económicas. Desde Dioclesiano hasta Venezuela los controles de precios («precios justos» que existen en la cabeza de los ignorantes) solo han traído consigo escasez y crecimiento del mercado negro. La escasez y la inflación no distingue ideologías y creencias religiosas. Y en relación al oro, este en aquella época era un simple patrón monetario que, por supuesto, no gustaba a Hitler ya que lo hubiese atado de manos en su política de gastos excesivos. El que le rinda culto al oro…no es culpa del oro, sino que de la persona.

En cuanto al «valor del dinero» este es su poder adquisitivo, esto es, la cantidad de bienes y servicios que se pueden adquirir y ciertamente si el Estado se embarca en una política de expansión monetaria el poder adquisitivo del dinero disminuye (claro que es en esa etapa donde entran en juego los célebres controles de precios que son nefastos para una sociedad).

Me parece que sus referencias a los judíos son frases anacrónicas (ahora utilizadas por algunos fundamentalistas islámicos….que todavía creen en los Protocolos de los sabios Sión) y no se ofrece ninguna prueba de lo que afirma, sólo teorías conspirativas que no tienen mayor sustento salvo el prejuicio. Por lo demás no sé a qué se refiere con la «banca judaica».

Por otro lado, usted separa la economía real de la financiera y concuerdo en que la riqueza de un país reside en la capacidad de bienes y servicios que esos países producen pero no concuerdo en su sentencia de que el sector financiero sea una mera actividad parasitaria. En otras palabras, se pueden criticar ciertos aspectos sobre el funcionamiento de la banca y las finanzas, pero otra cosa es señalar que sólo constituye una actividad parasitaria. Elimine el sector financiero y su país se irá directamente a la quiebra y ahorradores e inversores no podrán coordinarse.

Por último, carece de sentido la frase de que «la economía» deba estar al servicio del ser humano (o al menos no sé que se entiende por economía ene este caso específico). Lamentablemente el altruismo tiene límites y las personas en realidad se preocupan por ellas y luego por sus más cercanos y de a poco se va ampliando el círculo altruista. Pero como bien señaló Adam Smith (y muy mal comprendido), las personas actúan buscando su propio beneficio y el de sus cercanos (no en beneficio de abstracciones como la nación, raza o clase social) y, al hacer esto (y sin quererlo) beneficia al resto de la sociedad. L planificación económica aunque sea en nombre de los mas nobles ideales sociales siempre terminará en un rotundo fracaso ya que ignora que la sociedad es compleja, lo mismo que la economía que obedece a las decisiones de miles de millones de personas y que opera bajo la base de múltiples causas que ningún gobierno puede prever y controlar.

Por lo tanto estamos en posiciones radicalmente diferentes puesto que no concuerdo con la idea de que los individuos deban estar subordinados a cualquier concepto abstracto ya sea el de raza, nación o clase social y menos que los individuos concretos puedan ser sacrificados en nombre de un colectivo cualquiera.

– Considero un dogma mediático y débilmente injustificada la posición antagonista al movimiento económico nazi de este señor. El movimiento nacionalsocialista logró en cuatro años lo que ninguna otra superpotencia como Inglaterra, Francia y Estados unidos habían hecho en ese entonces, ni que decir hoy día. Hitler un hereje e ignorante de las irrefutables teorías económicas desenmascaro con hechos la falsedad de dichas especulaciones teóricas que ponen al oro como único principio y fin de la economía. «La base de la política comercial judía reside en hacer que los negocios lleguen a ser incomprensibles para un cerebro normal… Sólo los profesores no han comprendido que el valor del dinero depende de las mercancías que el dinero tiene detrás…» Este modelo económico que la banca judaica se encargo de hacer desaparecer y que usted tacha de populismo demostró de manera fehaciente por 12 años en periodos de entre-guerra y guerra que la riqueza de una nación es la capacidad que tiene por producir bienes y servicios reales que se ponen a disposición de sus habitantes desde los más ricos a los más pobres, aludiendo a adam smith, desmitificando la banca especulativa parasitaria de Wall Stret que se enriquecen a costa del trabajador. Siempre me había preguntado porque en periodos de dictadura nacionalista, la economía de las naciones es cuando mas crece (con alguna excepcionas obviamente). Pero poco a poco doy con la razón que es fácil de concluir, sobreponer el bienestar de la nación como único fin de la economía, es decir, la economía al servicio del hombre y no al revés como pasa hoy, con este corrupto sistema neo liberal que apela de forma hipócrita a la consigna de libertad y democracia.

– A este artículo le falta mencionar algo fundamental, y que invalida cualquier comparación de fuerte intervención estatal en la economía (como ocurrió durante el último gobierno kirchnerista en Argentina, por ejemplo): la Alemania de Hitler se había desligado por completo del patrón oro que regía la economía mundial. De hecho, en una de las ocasiones en las que Alemania ofreció la paz a Gran Bretaña, el primer requisito de Gran Bretaña para acordar la paz fue que Alemania volviera al patrón oro. Además, se prohibió severamente toda clase de usura y ganancia parasitaria propia del capitalismo de la alta finanza, como se hizo siempre hasta impuesta la Revolución Francesa; es esa usura, o como le llamaban los nacionalsocialistas, «servidumbre del interés», la que hoy tiene en deuda a casi todos los países del mundo con acreedores privados, que han convertido al mundo en una plutocracia cada vez más nefasta.

Creo que hay una fuerte intención del autor de este artículo en desprestigiar a Hitler y al movimiento nacionalsocialista en general, que considera la doctrina del movimiento como mera acción propagandística más que como el auténtico sustento ideológico y espiritual (y no exagero) de todas las acciones que se llevaron a cabo. Es por eso que, como bien se dice acá, la economía del Tercer Reich se resiste a casi cualquier clasificación, porque no se basa en teorías ya existentes, sino que era totalmente práctica y adaptable al contexto siempre y cuando se respetase la idea fundamental del socialismo alemán: «provecho común antes que provecho particular». En el libro La economía en la cosmovisión nacionalsocialista (1934) de Hermann y Ritsch, se dice que la visión de la economía de los nacionalsocialistas era similar a la de los economistas románticos como Müller o Spann.

Por otra parte, me parece desacertado considerar que los nacionalsocialistas tenían mayor desprecio por el capitalismo occidental que por el comunismo, en realidad se oponían por igual tanto al liberalismo* individualista como al comunismo, pues ambas posturas son sumamente materialistas y siempre terminan afectando en gran parte a la sociedad y a los individuos, entre otras cosas.. La visión del nacionalsocialismo es universalista en el sentido de que la comunidad no es una mera suma de las partes (a esto lo explica muy bien Jacques de Mahieu), y por tanto toda acción, incluso la económica, no era 100% libre como entenderíamos hoy, sino que necesariamente debía beneficiar a la comunidad, pero al mismo tiempo se fomentaba el emprendimiento, la propiedad privada, la creatividad personal, el trabajo asignado según la capacidad, la ética laboral, etc.

Más allá de lo mencionado (y de otras cosas menores y alguna que otra que se me escapa), rescato de este artículo en que contiene muchas fuentes y en que cumple su objetivo de desmentir el mito de que el nacionalsocialismo era tan cercano al capitalismo liberal y de la alta finanza, como suelen repetir muchos «zurdos» (probablemente, ignorando que el mismo Marx invirtió en la bolsa de valores). Saludos.

Fuente | LIBERTY AND KNOWLEDGE (13/06/2015)