Soneto I – A la expiración de Cristo

 

Viéndose Cristo en una cruz clavado,
y viendo ya de esperanza el día,
se puso a contemplar, si alguno había
por quien a padecer está obligado.

Miró en Adán original pecado,
en la Gentilidad idolatría,
en Israel infamia y tiranía
y en vicios todo el orbe sepultado.

Viendo, pues, que en la tierra, ni el abismo
nadie a la redención tenía derecho,
no acertaba a morir; estaba en calma,

pero acordando de miraras él mismo,
inclinó la cabeza sobre el pecho
y viéndose a sí mismo rindió el alma.

Soneto II – A la presentación de la Virgen

 

Del Rey Profeta (con total cordura)
Hoy el Consejo (Virgen) has tomado,
del ver y oír, que el virginal estado
oye ciencia de Dios, y ve luz pura.

Sacrificada a Dios en la clausura,
presentada en su Templo consagrado
dejas la casa de tu Padre amado,
porque codicie el Rey y tu hermosura.

Mas no te engañas niña; que el rey mismo
bajará de la casa de su padre
porque tu le codicies su belleza.

Y al Templo virginal (de gracia abismo)
se vendrá a presentar, porque seas madre
de aquel que cabe sólo en su grandeza.

Soneto III – Hecho a pedimiento de un caballero de Baeza, el cual pidió fuese en alabanza a la Virgen, y dio estos consonantes del margen

 

BERZE O Virgen de quien tiembla Belcebú
ACAB escondido en los ídolos de Acab,
PAZ tú fuiste de la tierra arco de paz
PIRU por ser de gracia un celestial Pirú.

TU Las almas justas enamoras tú
RAPAZ mejor que el fabuloso y vil rapaz,
FAZ y el infierno se asombra de tu faz
BU cual niño simple de fingido Bú.

CASCA Que si Eva en constancia cascabel
CRISOL dio fruta que de muerte fue el crisol
ATUN con más ahogo que flemoso atún.

MIEL Tú diste fruto dulce más que miel
FAROL luciente más que en gavias el farol
BETUN más bello que Moisés entre el betún.

Soneto IV – De alabanzas de la Virgen

 

Es Dios la original circunferencia
de todas las esféricas figuras,
pues centros, orbes, círculos, y alturas
en el centro se incluyen de su esencia.

De este infinito centro de la ciencia
salen inmensas líneas de criaturas,
centellas vivas de las luces puras
de aquella inaccesible omnipotencia.

Virgen, si es Dios el centro y el abismo
de donde salen líneas tan extrañas,
y vuestro vientre a Dios incluye dentro.

Vos sois centro del centro de Dios mismo,
y tanto que al salir de esas entrañas
se hizo línea Dios de vuestro centro.

Soneto V – De la limpia concepción de la Virgen

 

Forjaron de la culpa los vapores
la nube original, de cuyo seno
reventó el rayo del mortal veneno,
patrimonio cruel de pecadores.

Centellas son de estímulos y ardores
las que en dura vigilia y sordo trueno
rondan en yema, el espacioso y lleno
campo de humanas y abrasadas flores.

Mas no pudo abrasar con fuego tanto
aquella flor cerrada y escogida
para el olfato del divino Esposo.

Porque contra este rayo peligroso,
la reliquia del Agnus de la vida
le concedió ab eterno el Padre santo.

Soneto VI – De la limpia concepción

 

La esclava que de aquel que la ha comprado
tiene generación, la ley dispensa
que quede libre, en justa recompensa
de haberle a su Señor sucesión dado.

Tuvo el eterno Padre un Hijo amado
en una esclava de humildad inmensa,
por quien libre quedó de aquella ofensa
que hizo al mundo el general pecado.

Y tuvo otra ventaja esta doncella,
que como Dios la señaló por madre
en su idea inmortal, y omnipotente.

En virtud infalible de que en ella
Hijo esperaba el sempiterno Padre,
fue libre, temporal y eternamente.

Soneto VII – De la muerte y resurrección de Cristo

 

El Sempiterno Padre no engendrado
engendra al inmortal Verbo divino,
la cual palabra por ningún camino
pudo entender espíritu criado.

Mas para que el mortal y humano estado
la entendiese y amase, el amor vino
a escribirla en papel tan peregrino
que fue en la tierra carne sin pecado.

Pasóse este papel por ser pasible,
con duro paso de pasión y muerte,
que es frágil hoja nuestra carne humana.

Y así se vio la letra inaccesible
en su resurrección terrible y fuerte,
que fue la vuelta de la hoja y plana.

Soneto VIII – En honra del glorioso Santo Ildefonso

 

Introdujo en la tierra una manzana
partos de corrupción, y desventuras,
porque son concebidas las criaturas
por los incendios de la carne humana.

Sólo en la hija de Joaquín y Ana
el Verbo en carne (Dios de las alturas
cuando salió de sus entrañas puras
virgen dejó su carne soberana.

Llegó el canicular (tiempo apretad)
de un can hereje que dañar quería
la carne virginal que Dios preserva.

Mas nunca pudo el nombre ser dañado
de aquella intacta carne de María,
porque Alfonso es la sal que la conserva.

Soneto IX – A LA MUERTE DEL DOCTOR JUAN DE PANDURO, CATEDRÁTICO DE PRIMA DE SANTA TEOLOGÍA EN LA UNIVERSODAD DE BAEZA, A QUIEN LA VOZ DEL PUEBLO LLAMA SANTO

 

En el partir del pan sois conocido
(Gran Dios) pues de este pan tan regalado
habéis la mejor parte al cielo dado,
que siempre dais al mundo el pan partido.

Os comisteis del pan lo más florido,
que es el alma inmortal que habéis llevado,
no veis Señor que el cuerpo es pan helado
y que es pan duro para ser comido.

Mundo no os espantéis, que su grandeza
no cupo toda en vos que sois pequeño,
y con lo menos de él ganaréis palma.

Bastaos comer la corporal corteza,
que pues de tan insigne pan sois dueño
quiero comerme el migajón del alma.

Soneto X – A PETRONILA DE JESÚS, MONJA DESCALZA EN SALAMANCA, HIJA DE ALFONSO PEREZ, MERCADER DE LIBROS EN MADRID

 

Con poderoso ayuno la potencia
del soberbio Olofernes no vencida
venció Judith; que es fuerte y atrevida
la espada celestial de la abstinencia.

Descalzóse Moisés en la presencia
del que en la zarza ardiendo le apellida,
porque los justos con descalza vida
siguen la voz de la divina esencia.

Es Holofernes fuerte y poderoso
el propio amor, mas vuestro ayuno santo
(como invencible espada) lo aniquila.

Y entre llamas de estímulo amoroso
por entre zarzas de aspereza y llanto
os alaba Dios; descalza Petronila.

Soneto XI – A LA MISMA VIRGEN SOBRE EL EVANGELIO DE MARTA Y MARÍA

 

Castillo sois de intrépida pureza,
porque sois mujer fuerte, y no me espanto
pues entra a ser quien por esencia es santo
alcalde de esta insigne fortaleza.

Aniquiláis la herética fiereza
con piezas de oración, y el duro encanto
de la Sirena carne, que es quien tanto
del alma eclipsa la inmortal belleza.

Velar y conquistar es vuestro oficio,
defendiendo la Iglesia soberana,
y siendo de las almas norte y guía.

Dos vidas dais a Dios en sacrificio,
Teresa, porque sois en carne humana
marta en obrar, y en meditar María.

​Soneto XII – A la Santa Virgen Teresa de Jesús

 

Los preceptos de Cristo son caminos
que van a dar a la Ciudad segura,
aunque algún polvo en su cristiana anchura
cobran de imperfección los peregrinos.

Mas los consejos altos y divinos
de estrecha Religión y de clausura,
son sendas por do puede el alma pura
ir como por espejos cristalinos.

Por ellas, pues, Teresa y su grey santa
con pies descalzos van ganando prendas
de que su amor en Dios los eterniza.

Donde caminan con pureza tanta
que no cogen más polvo en estas sendas
que contemplar que son polvo y ceniza.

​Soneto XIII – A las fundaciones que hizo esta Santa Virgen

 

No quiere con un alma Religiosa
que a de velar con lámpara prudente
desposarle el Esposo omnipotente
sin ver primero el dote de la Esposa.

No basta ser por la virtud hermosa
en tal sazón, sino que juntamente
a de ser pobre, casta y obediente,
votos de la observancia rigurosa.

Teresa en dotes lleva tales dones
que no tan sólo adornan su alma pura
tres votos y virtudes más que estrellas.

Mas lleva diez y siete profesiones
de casas de obediencia y de clausura:
que puede Dios aposentarse en ellas.

​Soneto XIV – SOBRE EL NOMBRE DE AHUMADA QUE TUVO ESTA SANTA EN EL SIGLO

 

No sin misterio nombre de Ahumada
os puso la inmortal sabiduría,
que debajo del humo fuego ardía
en ese corazón de Dios morada.

Sin duda era de fuego, pues guardada
os tuvo el sempiterno Autor del día
para el peligro de la edad más fría
con que encendió la caridad helada.

Que si para absolver culpas mortales
de cualquier pecador del alma ciego
Pedro salió del agua a nuevo estado.

Vos para resolver efectos tales
Teresa celestial, salís del fuego,
elemento más noble y levantado.

Soneto XV – SOBRE LA VISIÓN DEL SERAFÍN CON EL DARDO, GLOSANDO ESTE VERSO DE JUSTA, CON LA HERIDA Y CON EL FUEGO SANA

 

Como el Esposo eterno y peregrino
a finezas de amor es inclinado,
quiso de un pecho virginal prendado
asestarle con dardo de oro fino.

Para instrumento tal buscó y previno
alas del serafín más abrasado,
porque con fuego y plumas arrojado
rompa a Teresa el corazón divino.

Mas por estar enferma de un deseo
de verse del amor del bello Esposo
abrasada y herida en carne humana.

Tócala el dardo, y como en tal empleo
la hirió y abrasó el golpe amoroso,
con la herida y con el fuego sana.

Soneto XVI – En Dios se mira que si el mundo ignoras

 

¿Sabio que en ti no cabes de elocuente
dinos cuantos Estadios tiene el viento?
¿Qué tanto pesa el líquido elemento?
¿Cuántas aves el aire en sí consiente?

¿Esta visible máquina presente
donde tiene su estribo y fundamento?
Dirás que no la alcanza tu talento,
y que ignoras el mundo totalmente.

Hoy corona de luz, palma triunfante,
a Teresa su esposa dulce y cara
concede el Verbo que inefable adoras.

Y advierte, que serás más ignorante
si esta verdad no admites (pues tan clara
en Dios se mira) que si el mundo ignoras.

Soneto XVII – AL GLORIOSO SAN IGNACIO SOBRE LA HERIDA DE LA PIERNA

 

Habiendo el Verbo con Jacob luchado
hirió su muslo, y fuele buen partido;
porque le satisfizo en haber sido
vestido de su carne, y adornado.

Arregostose Dios a lo pasado,
y en lucha de amor fuerte divertido
hirió en la pierna a Ignacio, y el herido
generación de espíritu le ha dado.

No sé en qué piensa Dios (por Dios del cielo)
si en caso de comprar generaciones
por los lisiados se le van los ojos.

Sin duda que desprecia acá en el suelo
tiendas de potestades y ambiciones,
pues se viene a las tiendas de los cojos.

Soneto XVIII – De la conversación de la Magdalena

 

De su olor y presencia soberana
despoja el tiempo la encarnada rosa,
porque contra su fuerza poderosa
es toda resistencia corta y vana.

Pero guarda en licor la industria humana;
por fuego y alquitara artificiosa
la sustancia odorífera y preciosa
de su hoja magnífica y lozana.

Fue Magdalena flor cuyos despojos
los marchitaba el tiempo mal seguro
pues desfloró su nombre el siglo ingrato.

Mas por las alquitaras de sus ojos
se destiló con fuego de amor puro,
y fue licor para el divino olfato.

Soneto XIX – A San Laurencio, Mártir

 

El labrador prudente y poderoso
viña costosa y regalada tiene,
de cuya posesión gasta y retiene
esquilmo fértil de licor precioso.

Mas fuera de esta viña (si es curioso)
de una preciosa parra se previene,
porque un racimo de esta le entretiene
el gusto de extrañezas codicioso.

La Iglesia es viña de quien Dios recoge
en racimos de un justo y otro justo,
esquilmo que la infierno causa espanto.

Mas hoy de una parrilla esquilma y coge
en vez de parra por cebar su gusto
esta racimo de Laurencio santo.

Soneto XX – SOBRE ESTAR PINTANDO EL DEMONIO A LOS PIES DE SAN BARTOLOME

 

Deja tal vez el bruto malicioso
de intolerable coz o cruel bocado
algún sujeto humano lastimado,
sin ser para valerse provechoso.

Pero al fin del suceso doloroso
es justo que al paciente y agraviado
del dañador le hayan entregado
satisfacción común del mal forzoso.

Satán perverso, bestia maliciosa,
insistió revestido en un tirano
en que a Bartolomé desuelle vivo.

Y así el herido es ya (por ley forzosa)
dueño del dañador, pues por su mano
hoy le tiene a sus pies preso y cautivo.

Soneto XXI – Del Apóstol San Pedro

 

Dejar Pedro por Dios descalzamente
todas las cosas del caduco estado,
fue tiro con que el cielo apostillado
dejó aquel peregrino combatiente.

Tiró otra pieza el Capitán valiente
tal que en honra del Verbo ya encarnado
confesó en alta voz ser engendrado
del sempiterno Padre omnipotente.

Viose Dios apretado y aún rendido,
dando en sus muros una y otra pieza,
de Fe, y amor, insignes cuanto graves.

Y no queriendo Pedro otro partido
sino rendir de Dios la fortaleza;
Dios le entregó de su Ciudad las llaves.

Soneto XXII – De la penitencia del Bautista

 

Tenían la mortal naturaleza
vicios de carne y sangre acobardada,
tanto que el mundo pudo poco o nada
los golpes tolerar de su fiereza.

Nació el Bautista, cuya fortaleza
forjó con celo la invencible espada
de aquella penitencia nunca usada
con que armó de los flacos la flaqueza.

Con esta espada digna de su nombre
hoy son contra el Infierno todo junto
los militantes justos amparados.

De tal manera, que si empuña el hombre
la de Joanes me hace, son al punto
mundo demonio y carne ahuyentados.

Soneto XXIII – El bautismo en el Jordán

 

Riñendo la omnipotencia
con el siervo pertinaz[3],
entró el Verbo[4] a meter paz
y mojose[5] en la pendencia.

La espuela de la codicia
le hizo en la riña entrar,
y lo que sacó fue dar
de comer a la justicia.

Que aunque Dios a su potencia
es de resistir capaz,
lo que sacó desta paz
fue mojarse en la pendencia.

Apenas tomó el trabajo
de afirmarse entre los dos,
cuando empezó un agua-Dios[6]que se venía el cielo abajo.

Mas puesto que[7] su presencia
fue de tercero sagaz,
Dios escapó de esta paz
bien mojado en la pendencia[8].

 

Notas:
[1] De Alonso de Bonilla (Baeza, c. 1570-Baeza, 1642) han quedado recogidas en el blog la «Chanzoneta a la Virgen sobre los Inocentes» y las «Chanzonetas de la circuncisión de Cristo», composiciones pertenecientes a su Nuevo jardín de flores divinas en que se hallara variedad de pensamientos peregrinos (Baeza, por Pedro de la Cuesta, 1617).
[2] Reflexión publicada por José-Román Flecha Andrés el 3 de enero de 2022 en su blog El cántaro, bajo el título «La pendencia del Jordán».
[3] Riñendo la omnipotencia / con el siervo pertinaz: el siervo pertinaz es el hombre, que, al haber pecado, riñe, está en pendencia con Dios (la omnipotencia).
[4] el Verbo: la segunda persona de la Trinidad, Jesucristo.
[5] mojose: la mojadura es, claro está, la del agua del bautismo en el Jordán, a manos de Juan el Bautista.
[6] un agua-Dios: creación jocosa de Bonilla; no empezó un agua-cero, sino un agua-Dios.
[7] puesto que: con valor concesivo, ʻaunqueʼ, usual en la lengua clásica.
[8] Cito, con algún ligero retoque, por Suma poética. Amplia colección de la poesía religiosa española, por José María Pemán y Miguel Herrero, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1944, p. 274 (hay ed. facsímil, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2008). Añado la cursiva para destacar la copla inicial y el estribillo que, con variantes, se repite en el poema.

Soneto XXIV – DE LO QUE SUELE HACER DIOS CON EL PECADOR CONVERTID

 

Cuando quitarle el pecho es importante
la madre al hijo, que a los suyos tiene,
mil costosas dulzuras le previene
para engañar el gusto del Infante.

Mas cuando le parece que es bastante
el tiempo que en regalos le entretiene,
diferencia el manjar, y le mantiene
con alimento sólido y constante.

Al que de el pecho de su mal estado
pretende Dios quitar, por darle gusto,
mil regalos de espíritu le envía.

Pero después del gusto ya engañado,
le da tribulaciones como a justo,
que es el pan sustancial de cada día.

Soneto XXV – DE EL BOCADO DE EVA APLICADO AL SANTISIMO SACRAMENTO

 

Quedó opilada la mujer primera
de la crudeza del primer bocado,
mandóle al punto el Médico increado
que tomara el acero, y anduviera.

Dióselo un querubín, con la severa
presencia de un aspecto denodado,
no en polvo fino en filo se lo ha dado:
para darle a entender que polvo era.

Hizo ejercicio al fin, sudó y cansóse,
viendo aquella región que no había visto
de espinas de dolor y de amargura.

Trajéronla por muerta, y reparose
dándola de comer por Jesucristo;
que no a comer, quedárase en la cura.

Soneto XXVI – SOBRE QUE REVENTÓ JUDAS CON EL SANTISIMO SACRAMENTO

 

Es el fuego apartado de su esfera
elemento voraz, y tan potente
que contra su potencia vehemente
el bronce es barro, y el diamante cera.

Descubre sus efectos de manera,
que si en clausura militar se siente,
hace que (a su pesar) gima y reviente
la oculta mina para echarle fuera.

Como Judas comió fuego divino,
y era su pecho en claridad helado,
el manjar extrañó su centro luego.

Y por buscar su esfera, le convino
hacer tal fuerza al corazón minado,
que reventó la mina con el fuego.

Soneto XXVII – DEL REPARO DE ADÁN, Y EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

 

Después que tuvo Dios al hombre hecho
por su amor infinito y soberano,
tropezando en su gusto el hombre humano
cayó de boca, y lastimóse el pecho.

No quedó para nada de provecho,
porque al terrestre y mísero gusano
entróle frío con el golpe insano,
y andaba enllanto y en dolor deshecho.

Descendiole a curar en carne humana
el Médico divino de las gentes,
(de el mar el Padre sempiterno río)

Y aplicóle una brizna soberana
de caridad y amor, cosas calientes,
que le resuelven el dolor y el frío.

Soneto XXVIII – DE LAS LÁGRIMAS DEL PECADOR COMULGANDO

 

Es Dios por hacer truecos codicioso,
dejando siempre al hombre mejorado.
Y así en trueco de Isaac sacrificado
le dio a Abraham su hijo poderoso.

Por la palabra de aquel sí dichoso
que dio María al Padre no engendrado,
dio el Padre la del Verbo, en quien cifrado
quedó nuestro rescate venturoso.

Hombre si de sus lágrimas despojos
hoy das a Dios, hará (aunque se desangre)
contigo un trocatinte en tu provecho.

Pues por bañarse en aguas de tus ojos
te trocará la tinta de su sangre,
para que tinte en Dios, Dios que les hecho.

Soneto XXIX – SOBRE COMULGARSE CRISTO A SÍ MISMO

 

El divino pastor que la perdida
oveja desmandada a buscar vino,
tanto llegó a enfermar de amor divino
que no pasaba cosa de esta vida.

Recetósele un pisto por bebida,
sustancia de aquel pecho cristalino
de el ave Virginal que Dios previno
para el vuelo mortal de su venida.

Tomó aquesta bebida soberana,
con cuchara de pan el Pastor justo,
usando en todo (al fin) pastoril modo.

Y abrió de suerte el apetito y gana,
(tomando a la sustancia inmenso gusto)
que se vino a comer cuchara y todo.

Soneto XXX – DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

 

Es un maná este pan, de más arriba
que la Región que le ofreció al Hebreo,
tanto que ni aún las plumas del deseo
le dan alcance, porque en Dios estriba.

Es una pura fuente de agua viva,
en quien la sed inmensa hace empleo
del Serafín, y el singular trofeo
donde se cifra y ve lo que amor priva.

De esta fuente y manjar la fe te dice
que goces (hombre) pero no inquiriendo
el como de un misterio que es Gigante.

Porque serás un Tántalo infelice,
que te estarás de hambre y sed muriendo
teniendo el agua y el manjar delante.

Soneto XXXI – Al alma de la Comunión

 

Hoy da su carne el Verbo omnipotente,
cuyo sabor aquella sal previno
de su saber eterno y peregrino
para los gustos de la humana gente.

Ser carne, y salsa, Dios, fue conveniente,
pues no mostrara su poder divino
si cuando a dar su carne al mundo vino
no diera el apetito juntamente.

Como esta carne, y su presencia dora
alma dichosa, quedará tu pecho
transformado en espíritu gozoso.

Y pues también es sal, tus culpas llora,
se quedará en tus lágrimas deshecho
como sal en el agua, el dulce Esposo.

Soneto XXXII – Del Santísimo Sacramento

 

Es indomable y fugitivo el pece,
pues cuerpo a cuerpo la prudencia hilvana
para vencer su ligereza, es vana;
tanto que no le toca ni le empece.

Mas no se libra, escapa, ni guarece,
porque el más zahareño al fin se allana
en el anzuelo, que le prende y gana
con el propio alimento que apetece.

Era difícil de pescar el hombre,
y conocióle Dios que era inclinado
a amar la sangre y carne en mortal vela.

Y así le dio de sus sustancia y nombre
un Dios de carne y sangre, en quien ceba
con anzuelo de amor le sube al Cielo.

Soneto XXXIII – Del santísimo Sacramento

 

Pasar pretende el Río caudaloso
tal vez el caminante denodado,
y aunque varias honduras tenga el vado
persevera en lo más dificultoso.

Mas cuando llega a ser tan peligroso
que el agua da a la boca, el más osado
se vuelve atrás del curso comenzado,
fatigado, confuso, y temeroso.

Cristo es mar de misterios, y aunque es poca
nuestra capacidad, en algún tanto
Dios nos descubre vado en sus honduras.

Empero cuando el agua da a la boca
comiendo a Dios en paz, vuelve de espanto
atrás, por no anegarle las criaturas.

Soneto XXXIV – DE CÓMO LOS APROVECHADOS EN LA VIRTUD SIENTEN MÁS BAJAMENTE DE SÍ MISMOS

 

Cuando el sol se levanta de su Oriente
o cuando en su Occidente va de vuelo,
causa las sombras largas en el suelo,
por estar muy distante, aunque evidente.

Mas cuando hiere y da derechamente
puesto su globo en la mitad del cielo,
cercena tanto de la sombra el velo
que deja poca entre la humana gente.

Es la virtud un sol, que estando lejos
de aquel que en ella apenas se ha estrenado,
hace en estimación muy larga sombra.

Pero cuando sus rayos y reflejos
cogen de lleno al justo aprovechado,
muy poca hace, pus por vil se nombra.

Soneto XXXV – DE LA OBLIGACIÓN QUE TIENE EL HOMBRE A SU CREADOR

 

Que a la imagen de Dios formado seas
dueño de tres potencias inmortales,
y de las aves, peces, y animales
la tierra, el mar, y el aire desposeas.

Que más que el globo en quien la vista empleas
valgas, y que a los brutos ley señales,
y que todos los Astros celestiales
te rindan parias, y su luz poseas.

Hombre todo eso es mucho, pero advierte
que si tanto te honró el poder inmenso,
no ha sido por tus ojos los bellidos.

Pues Dios te dio esos dones tan subidos
con la precisa carga de aquel censo
de obedecer su ley hasta la muerte

Soneto XXXVI – DEL TÍTULO DEL NOMBRE DE JESÚS: SOBRE SOLICITAR EL DEMONIO QUE LO QUITASEN DE LA CRUZ

 

Cuando la garza ve que a hacer suerte
suben halcones de mediana raza,
no temen que sus fuerzas le den caza,
ni de su vuelo ufano se divierte.

Mas cuando el Sacro peregrino y fuerte
le sigue, solicita, y amenaza,
se inquieta y gime, porque ve en su traza
que es aquel sólo su cuchillo y muerte.

Cruz, lanza, hiel, azotes, mofa, y grita,
al pájaro Satán no dan cuidado,
sólo de Cristo el título le asombra.

Y así a Pilatos, clama y solicita
le borre, porque teme ser domado
del que Jesús, por nuestro bien se nombra.

Soneto XXXVII – De Cristo a los pies de Judas

 

Si no quiere el enfermo ser curado
poco la medicina es de provecho,
ni es posible que el médico de hecho
fuerce la voluntad del que ha enfermado.

Hoy contra el mal de gota de un pecado
el gran médico Dios un baño ha hecho,
y no le sirve, aunque en amor deshecho
baña los tercos pies de un obstinado.

Debajo de estas plantas ha querido
poner sus palmas la deidad perfecta
del Redentor divino de las almas.

Considerad que bien tendrá escondido
Dios para el que le sirve y le respeta,
si al que le vende trae sobre sus palmas.

Soneto XXXVIII – SOBRE ECLIPSARSE EL SOL EN LA MUERTE DE CRISTO

 

No sin misterio a la mortal partida,
la Cristiana prudencia da al doliente
lumbre para aquel tránsito presente,
cuando la apelación no es conseguida.

Porque es la muerte noche de la vida,
y como al tribunal omnipotente
parte para dar cuenta estrechamente;
es forzoso llevar lumbre encendida.

Mas como Cristo León de Judá fuerte
no tuvo que dar cuentas, ni juzgado
pudo ser de otro Dios de más potencia.

Dio un soplo al sol, y lo apagó en su muerte,
pues muriendo sin luz dejó probado
que es Deidad y justicia por esencia.

Soneto XXXIX – De Cristo coronado de espinas

 

Como cayó por la primer torpeza
Adán que fue cabeza de las gentes,
cabeza les faltó a sus descendientes
que fue llegar a la mayor pobreza.

Rehízo a la mortal naturaleza
el Padre universal de los vivientes,
dándole al Redentor de los creyentes,
que el repararle fue darle cabeza.

Si es la cabeza del linaje humano
Cristo, y de esta cabeza los fieles
cuelgan sus esperanzas peregrinas.

Cuelguen las suyas hoy rodó Cristiano,
que bien podrá, pues hay puntas crueles
de dolorosos juncos y de espinas.

Soneto XL – Sobre tomar Dios carne humana

 

Es Dios causa esencial de quien pendiente
la gran máquina está de tierra y cielo,
en cuyo ser y original modelo
se incluye todo espíritu viviente.

Mas la forma del hombre (especialmente)
a su gusto le vino tan a pelo
que le compuso por su amor y celo
a imagen de sus ser omnipotente.

Pues como Dios es molde peregrino
del hombre, y con el golpe del pecado
quedó casi deshecha esta figura.

Hoy para repararle el ser divino
quiso volverlo al molde, y lo ha dejado
unido al Verbo de la esencia pura.

Soneto XLI – De la limosna

 

Cualquier menesteroso representa
la persona de Cristo soberano,
pues lo que da la escasa o larga mano
Dios mismo lo recibe por su cuenta.

Y así su espada mostrará sangrienta
(cuando mande a los Orbes dar de mano)
contra el duro avariento que inhumano
fue con su hambre, desnudez, y afrenta.

Y como Cristo al pobre le concede
ser padre suyo, y en el mimo pobre
hace que su persona y nombre cuadre.

Tan grande culpa es no dar quien puede
pan, vestido, calzado, plata, o cobre,
que es forzoso decir perdone Padre.

Soneto XLII – Del Evangelio de la Vírgenes

 

Si no es de piedra el corazón humano
sin duda temblará de la sentencia
que a las Vírgenes dio la omnipotencia
por la imprudencia de aquel sueño vano.

No os durmáis en la ley, velad Cristiano,
atizando la luz de la conciencia,
por si a la media noche la presencia
viviere del Esposo soberano.

Guardáos de él (no os conozco) de un Dios fuerte,
que excluye de su bodas y dulzuras
dormidas presunciones en voz alta.

Tened luz de obras buenas en la muerte,
que a hijos del Santo Óleo, iréis a oscuras
si de la Caridad el óleo os falta.

Soneto XLIII – De la penitencia del pecador

 

Cuando se cura fresca una herida
el rigor de la cura es moderado,
supuesto que la carne no ha llegado
a ser con largo tiempo corrompida.

Mas cuando de la llaga envejecida
está el cáncer mortal apoderado,
acero y fuego, el peligroso estado
por su remedio a voces apellida.

Una llaga de culpa cancerada
pide una penitencia áspera y dura,
no cura que solape un mal tan fuerte.

La carne ha de quedar mortificada
haciendo en ella extraordinaria cura,
porque es mudar costumbre a par de muerte.

Soneto XLIV – SOBRE QUE EL NO IR EL JUSTO ADELANTE EN LA VIRTUD ES VOLVER ATRAS

 

Cuando por la corriente caudalosa
sube la nao del agua combatida
es fuerza que de remos guarnecida
navegue por su fuerza poderosa.

Mas no se niegue ser treta forzosa
que si cesa el remar en la subida,
agua abajo se vuelva compelida
de la contraria fuerza impetuosa.

Es la virtud navío que remando
(contra el caudal del vicio) diligente,
a mayor perfección sube pujante.

Pero no ha de parase, que en parando
es fuerza arrebatarle la corriente,
porque es volver atrás no ir adelante

Soneto XLV – De la redención del hombre

 

El cartero mayor de tierra y cielo
fabricaba en su Idea peregrina
aquella obra y máquina divina
de la gran redención de todo el suelo.

Dióle el divino amor traza y modelo
donde el compás de su potencia inclina;
su inefable bondad fue la oficina,
la justicia el nivel, la escoda el celo.

Pero como el andamio, en tal gobierno
fue su clemencia blanda y resbalosa,
fuéronsele los pies, y en tierra ha dado.

De esta caída el Arquitecto eterno
quedó mortal, mas fue tan provechosa
que el hombre fue por ella levantado.

Soneto XLVI – Del pecador que dilata la penitencia

 

Cuando el preñado erizo le conviene
el hijuelo expeler que ha concebido,
teme las puntas de que está vestido
y el parto muchas veces entretiene.

Y cuanto más le oculta y le retiene
es más dañoso el hijo entretenido,
porque las puntas crecen, y oprimido
tal vez a reventar, y a morir viene.

Es del erizo un pecador traslado,
que entretiene el parir la penitencia
temiendo ser dolor terrible y fuerte.

Y así crecen las puntas del pecado,
con que estrechado al parto la potencia
revienta culpas para eterna muerte.

Soneto XLVII – Del reparo de Adán

 

Vino a causar al pecador primero
desnudez, hambre, y muerte, su caída;
daños con que la carne fue oprimida
por traspasar de Dios el justo fuero.

Pidió reparo aqueste daño fiero,
y la dificultad fue tan crecida
que para dar sustento, abrigo, y vida
fue forzoso hacerse Dios cordero.

Y así por darle vida fue entregado
el cordero a la muerte en carne humana,
con ser autor de sempiternas luces.

Por dársele en manjar, se entregó asado,
y por vestirle le ofreció su lana,
hasta dejarse trasquilar en cruces.

Soneto XLVIII – SOBRE QUE FUE MAYOR HAZAÑA HACERSE DIOS HOMBRE QUE MORIR

 

Estar Dios hombre de una cruz pendiente
por la culpa de Adán roto y deshecho
al mundo asombra, porque fue este hecho
digno del brazo de su amor valiente.

Pero encarnar el Verbo omnipotente
mayor hazaña fue, pues de derecho
no pudiera morir, si humano hecho
no se entregara por la humana gente.

No niego que el morir fue triunfo raro,
pues fue del mundo universal ganancia,
y muerte del dragón horrible y fuerte.

Mas tengo al fin por evidente y claro
que hay sin comparación mayor distancia
de Dios a hombre, que de hombre a muerte.

Soneto XLIX – A la Inmaculada Concepción de la Virgen

 

Tímida del rigor del nuevo fuero
que prohibió del Rey ver la presencia,
postrada y triste, la vedada audiencia
Ester pidió le concediese Asuero.

Rindióle cetro mano el Rey severo;
y al levantarla dijo, mi potencia
no dictó contra vos ley ni sentencia,
que preservar mi esposa puedo, y quiero.

La ley forzosa del primer pecado
no se dictó por vos Reina dichosa,
porque sois de la gracia un paraíso.

Libre triunfáis del crimen propagado,
que sola os preservo como a su Esposa
el Rey de Reyes, porque pudo y quiso.

Soneto L – De la ingratitud del hombre

 

Siguiendo va su natural porfía
la piedra hasta el centro que apetece.
El aire puro seca y humedece,
el fuego da calor, el agua enfría.

La presencia del Sol engendra el día,
levanta el vuelo el ave, nace el pece,
anda todo animal, la planta crece,
la Piedra imán levanta, el Norte guía.

Bufa el pesado buey, bala el Cordero,
conoce al dueño el can por el olfato,
el Caballo relincha, el León brama.

Todas las cosas con eterno fuero
siguen su natural, y el hombre ingrato
no sigue el suyo, pues a Dios no ama.

Soneto LI – Del amor de Dios y del hombre

 

El mercader que es pobre, y codicioso,
aunque anhelando viva un siglo entero,
suele tan pobre ser como primero,
que es ganar sin caudal, dificultoso.

Pero aquel que en riqueza es poderoso
con modo más suave y más ligero
gana, porque el dinero trae el dinero,
aunque lo más al menos caudaloso.

Dios con rigor, y amenazando al mundo
no ganaba del hombre el ser amado,
porque eran modos de riqueza ajenos.

Mas vino con caudal de amor profundo,
y así él del hombre se llevó ganado,
que el amor gana amor, y el más al menos.

Soneto LII – De la redención del hombre

 

Hizo Dios una muestra de obediencia,
porque sacase Adán con mano ufana
aquella forma y letra soberana
de obedecer, y amar su omnipotencia.

Y en el primer renglón de la conciencia
cayó el mortal borrón de la manzana,
miróle Dios, y al corregir la plana
azotes le escribió por penitencia.

Perdonelo esta vez por Jesucristo
su propio Hijo al Padre le suplica,
y por mi cuenta si él no se enmendare.

Responde Dios, en acotarlo insisto,
y aún (en ley de quien soy) si alguien replica,
que a de llevarlos quien por él rogare.

Soneto LIII – DEL SÍ QUE DIO LA VIRGEN SANTÍSIMA AL ÁNGEL

 

En cuerpo y alma tan Doncella era
María, que de un ángel anunciada
no aceptó ser de Dios templo y morada,
temiendo no quedar Virgen entera.

Mas díjole Gabriel que no temiera
ser de varón al concebir tocada,
ni que Dios la deslustre en tal jornada,
pues a de entrar cual sol por vidriera.

Entró en su corazón la Virgen bella,
y al consultar si el caso convenía,
sopló el divino espíritu en su mente.

Y como tuvo soplo esta doncella
de que a su vientre Dios bajar quería,
dio el sí, para salvar la humana gente.

Soneto LIV – Coloquio entre Dios y el pecador

 

Dios. Sal de tu culpa ya pecador duro
serás de mi clemencia perdonado.
Pecador. Para el año que viene del pecado
saldré, Señor, os lo prometo y juro.

Dios. Ya se ha pasado el año, rompe el muro
de tu rebelde pecho y obstinado.
Pecador. Allá para San Juan tengo pensado
de quedar en el alma limpio y puro.

Dios. Comienza que San Juan es ya venido.
Pecador. Para Pascua pondré a mis culpas riendas
y os haré penitencia de mis daños.

Dios. San Juanes, Pascuas, y años han corrido,
pero mándote yo (si no te enmiendas)
mal San Juan, mala Pascua, y malos años

Soneto LV – En alabanza de la Santísima Virgen

 

Como del padre aleve al justo fuero
cualquier humano ser es derribado,
padre de culpas fue el primer pecado,
de quien todo pecado es heredero.

En la generación de aquel primero
uno solo un sujeto preservado
por Virgen de pecar, que es la que ha dado
misericordias para un mundo entero.

Pues si Virgen de culpa sois María,
y de misericordias para el hombre
por Madre os constituye el sumo Padre.

pariendo Virgen al Autor del día
mirad si es peregrino vuestro nombre,
pues dos veces quedáis Virgen y Madre.

Soneto LVI – De la ventura del buen ladrón

 

El Padre Dios vendió también vendida
para el hombre su gloria soberana,
que el propio hijo le compró la gana
a pura costa de su sangre y vida.

Pero del comprador ya poseída,
tan gran barato hizo en carne humana,
que al alma de un Ladrón fiera y tirana
por un momento muy fue concedida.

Vendió el Padre su gloria, y hizo el trato
allá en su casa eterna, pero el Hijo
bajó a feriarla en mundo de miseria.

Dios compró caro, y el Ladrón barato,
que aseé que dijo bien aquel que dijo
vende en tu propia casa y compra en feria.

Soneto LVII – Del Santísimo Sacramento

 

Si el diestro que a tirar con flecha aspira
con dos ojos abiertos apuntara,
en cualquier ocasión el tiro errara
por ser difícil de coger la mira.

Y así el sagaz flechero cuando tira,
para acertar el tiro se prepara
cerrando el uno, porque ve más clara
la forma de aquel blanco donde mira.

Hoy alma, entendimiento y fe se han dado
que son dos ojos con que el blanco mires
del manjar donde Dios está encubierto.

Si en Dios quieres hacer tiro acertado,
el del entendimiento cuando tires
cierra; que el de la fe te basta abierto.

Soneto LVIII – DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA

 

El soldado leal que de la vida
y el honor de su Rey celoso vive,
no se dirige al ocio, ni se exhibe
de injuria, hambre, sed, golpe, y herida.

Pero cuidando de que el Rey le olvida
le entrega un memorial, donde le escribe
los infortunios que por él recibe,
pidiendo al fin su paga merecida.

Hoy entre Dios y el hombre es al contrario,
pues porque a darle un alma se despierte
el hombre a Dios, por lo que Dios ha hecho.

Dios le da un memorial extraordinario
de sangre, azotes, Cruz, pasión, y muerte,
en hostia blanca, por amor estrecho.

Soneto LIX – Coloquio entre Dios y Adán

 

Pues por un justo padre soberano
a dura muerte condenado he sido,
con el respeto a tal Señor debido
os pone un argumento este gusano.

Si era el vedado fruto dulce y sano,
¿por qué razón fue la hombre prohibido?
y si acerbo, mortal, y desabrido,
¿para qué le produjo vuestra mano?

Hombre, como otros árboles había
del quien el cuerpo fuese alimentado,
al alma quise dar más excelencia.

Que como el sustentarla convenía,
manjar le señalé proporcionado;
porque es manjar del alma la obediencia.

Soneto LX – DE CUANDO CRISTO HUYÓ PORQUE NO LE ALCANZARA POR REY DESPUÉS DEL GRAN CONVITE DEL MONTE

 

Peces y panes en pelada sierra
con superabundancia nunca oída,
el Verbo en carne dio, porque incluida
tiene jurisdicción de mar y tierra.

Causó en la gente tan prolija guerra
de amor, esta hazaña esclarecida,
que a dar cetro de Rey fue conducida
a quien poder tan peregrino encierra.

Habiendo el Verbo sus intentos visto,
como es invicto Rey de eternidades
huyó por no empuñar cetro posible.

Y no pudo hacerlo otro que Cristo,
porque huir de humanas dignidades
sino es con pies de Dios, es imposible.

Soneto LXI – De la honra del justo

 

Aunque en copioso número la gente
al funeral entierro es convidada,
tal vez por impedida o descuidada
se junta poca, y aún difícilmente.

Empero lo preciso y conveniente
que no puede faltar en tal jornada
son los penados; donde amor traslada
luto y dolor por el amado ausente.

Cuando injurias, oprobios, y baldones,
del justo entierran la envidiada honra
suele de pocos ser acompañado.

Mas en tan dolorosas ocasiones
que nadie le acompaña ni le honra,
no puede faltar Dios, que es el penado.

Soneto LXII – Sobre el hacerse Dios Hombre

 

Dio al hombre la inefable omnipotencia
un alma a censo en militante vida;
porque con la justicia poseída
réditos le pagase de obediencia.

Y tuvo tantas trampas de conciencia
tratando en la hacienda recibida,
que a Dios con la palabra mal cumplida
tentaba por momentos de paciencia.

Dios por cobrar la deuda codicioso,
cerró con el tramposo, de manera
que el mismo Dios en él quedó encerrado.

Mas no me espanto que esto sucediera,
que siempre el codicioso y el tramposo
presto (si bien se mira) se han juntado.

Soneto LXIII – DE LA DEGOLLACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA

 

Es animal el can tan halagüeño
con el que le ha criado y mantenido,
que si es con el regalo agradecido,
no muestra castigado ingrato ceño.

Mas no sufre tocarle (ni por sueño)
si está en manjar de carne divertido,
pues por guardar la presa que ha cogido
le arrancará un bocado al mismo dueño.

Era perro doméstico y afable
Herodes, mientras Juan varón celoso
no le tocara a su carnal torpeza.

Pero cuando aquel justo venerable
le retó el adulterio incestuoso,
le arrancó de un bocado la cabeza.

Soneto LXIV – Donde trata del soberbio

 

Es el cohete un hilo manifiesto
de pólvora y papel acompañado,
que con alas de fuego levantado
vuela por verse en las estrellas puesto.

Gira con furia, mas fenece presto
su curso artificial y acelerado,
dejando por señal de que ha pasado
reliquias tristes de un olor molesto.

La vida del soberbio es un cohete,
papel su carne, pólvora su intento,
atado con el hilo de la vida.

No hay quien el fuego del furor sujete
mientras vuela esta máquina y, rompida,
deja el olor de un infernal tormento.

El juego de  ¿Dónde pica la pájara pinta? ¿Dónde pica?

Al Espíritu Santo

 

Mil disfraces de amor toma
Dios, de puro enamorado,
hasta su Espíritu ha dado
en figura de paloma;
en la cabeza de Roma
hace nido celestial,
y viendo su vuelo real,
su dulce esposa replica:
¿Dónde pica la pájara pinta?
¿Dónde pica?

Pica en un corazón sano,
donde Dios, como neblí,
gusta de cebarse allí,
teniéndole de su mano.
¿Y en un corazón profano
y en alma que es viciosa?
—Ox, que no posa.

 

de Juegos de Noches Buenas (1605)

Alonso de Bonilla y Garzón, Jaén, 1570–1642