La oración de todos los días

 

¡Bendita la pobreza de mi casa!
Hoy la comida ha sido más humilde…
Mi madre ha sonreído tristemente,
pero había una paz en su mirada…

Yo gano el pan de una infeliz manera
porque yo no nací para estas cosas:
hago unas sumas y unas reducciones;
y así me consideran y me pagan…

Hoy hace cinco años que mi padre
me dejó este gobierno; cuando era
más amplia la ilusión, y la locura
pasaba por mi mente a enamorarse…

¡Bendita la orfandad, las privaciones,
el amargo dolor, y los caminos
por donde, sin oficio, voy andando,
profeso caballero de la Noche!…

Las seis mujeres de mi casa, dicen
que esta resignación me dará el cielo:
verdad será, porque lo dicen todas,
y ellas en esas cosas saben mucho…

Conformidad de toda pesadumbre:
¡Mañana moriremos!… Los gusanos
todo nos quitarán menos la risa
petrificada en nuestra calavera!…

¡Benditas sean las amargas horas,
la pobre compasión de los mayores
y esta inquietud de no saber mañana
dónde tendré el hogar y los ensueños!..

(…)

Serenamente el mar viene a mi alma
en estas lentas tardes del verano;
sobre la arena de la playa aguarda
mi corazón la sombra que lo envuelva.

(¡Mi corazón de noche!… ¡Es esa dulce
y tenue claridad, que no es del cielo
ni de la tierra, y que en la noche tiembla
como una huella de la tarde ida!)

Y mi alma, tiende sobre el mar dorado
una esperanza de mejores tiempos,
en ese instante en que las cosas todas
por demasiado ciertas nos engañan…

¡Las venideras horas serán buenas,
y buena la verdad de mi reposo!
─digo, y bendigo la infantil creencia
de este mi pobre corazón, tan niño!…

Oración versperal

A Luis Doreste

 

La tarde muere, y tiene
todo el dulce color de mi recuerdo…
Porque cuente la historia de mi vida
que muera así la tarde se ha dispuesto.
El lejano sonido de una esquila
pone en la brisa un pastoril comento
que al perderse al través del cielo malva
hace brotar la rosa de un lucero.
El niño corazón tiembla y solloza:
tiene miedo de amar; pero es un miedo
que le gusta tener cuando la vida
es infantil, como esta tarde el cielo.
El pobre corazón tiembla, y parece
que busca otro rincón dentro del pecho,
otro rincón más hondo en que ocultarse
por temor de saber un cuento nuevo…
La tarde entera tiene
el color de la infancia de mi ensueño:
hay una golondrina misteriosa
que ha detenido en el azul su vuelo…
¡Yo pongo mi ilusión sobre sus alas,
y la quietud del lírico momento
se diluye en el oro más lejano
que no acabó de hilar el sol que ha muerto!…
Mi vida toda tiene
la suavidad divina de un secreto:
¡Parece que me dicen al oído,
con todo el corazón, que estoy viviendo!

Canto primero

 

Yo me dormí in el Trianon Pslace
de cuplés de Raquel. Es aburrido
el arte de esta bella mujer tan-bien vestida.
Antes de la Kaquel había yo visto
siete mujeres más como las vacas flacas
del sueño faraónico. Pero cuando el momento
de salir la Raquel llegó, hube de huir sin pena,
como un patriota renegado y agresivo.
iDama sutil, señora sin gracia,
ingenuidad, Doctora en un cuplé supino.. .!
Mi primer desencanto madrileño
es un recuerdo, apenas sensitivo., ,
Yo no entiendo el amor del tul,
ni el sartorial cariño,
ni el broslado chapín de seda silenciosa
pone remordimientos en mi espíritu.. .
1Fue un honor el sueño,
la huida un prestigio…!
Madrid estaba loco de coches
y de señoritos.. .
La noche era demasiado clara
para mi corazón primitivo.. .
Pero Ramón -Echegaray- judías
en el escaparate cercado de mendigos,
judías como perlas,
montones de collares legítimos,
es, en la noche de Madrid,
el más elemental cobijo.
En un rincón un vate cortesano
deglute un entricó erudito;
pero yo que no sé-cómo se tiende
en la Corte la mano callo y miro.
(iTaberna madrileña! iEconomía
del juglar español desnutrido!
Sobre el mar, mi pensamiento es una nave
llena de ira, con la ruta al Pacífico!)
Dolor. Los ojos en las mesas
buscan un pan que se hace el distraído,
mientras un mozancón perfumado,
un atlético Cupido,
con un monbculo obsceno sobre un ojo
y un alma hecha de encajes de bolillos
impúdicos, se nutre como un pagano
emperador antiguo.
Es una marioneta de frac
que hace libros.
iHuir! La noche es ahora más amplia
y el corazón al fin se hace infinito.
Entre el húmedo amor de la madrugada
vuelve mi encarnación de personaje tímido…
Y en el silencio de Madrid, silencio
que sobre mí siembro yo mismo,
brotan las claridades familiares
del ánimo contrito.

Canto segundo

 

Café de espejos y columnas luminosas…
Camareros ilustres porque sirven
a hombres ilustres. -Olor de Eusebio Blasco.
Un verso para la «Ilustración Americana»
se fragua. solo. en un rincón solitario.
Jacinto Benavente. Diez comedias
debajo del sombrero aperlado.
Lleva el ingenio como un perro preferido
al que se dan bizcochos y se acaricia el rabo.
Truiller con su belleza biselada
tiene postura de beneficiado
perenne. Un hombre lívido.
lívido y sordo. por un prodigio escandinavo.
aparece de negro. Nunca mira
con los ojos, que mira con los labios.
Los labios locos: toda el alma amarilla
como un sueño de opio, vibrando.
Un Doctor Rank que hubiera hecho
Martínez Sierra sin pretensiones de inmortalizarlo.
Un comediógrafo elegante
después. Tolerancia de Miquis. Muy simpático.
El tipo de Español todo armonía
social. Por amistades. literato.
Comedias de buena voluntad. Jacinto
dice que están muy bien. Bicarbonato
químicamente teatral. La sal de frutas
del intelecto ricachón hispano.
Parlan. Lejos el camarero los abraza
con una admiración de estreno fausto.
Suena un reloj. No suena. Se supone
que suena porque marca el horario.
Un reloj no se oye nunca
en un café español. Todo es tan largo,
las horas son eternas y el tumulto verbal
tan exacerbado
que la hora del reloj, es un débil lamento
mendigo, en medio de un pueblo amotinado…
En España no hay horas. Nadie sabe la hora.
Una vez hubo una, hace mil años,
y esta es la hora actual. Un minutero
catedralicio corta el espacio
en dos mitades: sol y sombra:
noche de sueno y noche de trabajo
oratorio. -Me decido
y salgo.
Fuera, la Puerta del Sol tiene
una elocuencia exuberante de bigardos.
Pasa un m,inistro con una piruleta
sobre cl baúl de su sabiduría. Es raro.
Un fósil de Dubois. Pitecantropo.
Cruza, un gitario.
Una mujer espléndida. Belleza
elocuente también. Un párrafo
brillante de,mujer. Saco el reloj.
un reloj suizo, perfectamente organizado.
y mis ojos marineros,
mi corazón atlántico,
reconocen la hora de mi sueño,
inglés: un inglés injertado.
un inglés de paquebot. pero al fin.
un inglés. Y un inglés ya es algo.. .
Camino. La estolidez del Ideal,
me azota el rostro como un viento áspero.
Voy a dormir -Barquillo unofrente a un Banco.
Una voz de pregón. Miro y entro.
No compro el Heraldo.

Canto tercero

 

El territorio nacional
es una piel de toro extendida y curtida.
(Curtida de dolor.)
Estoy en el centro de esa piel, un mediodía,
un mediodía bruñido de sol.
La calle de Sevilla tiene una gracia loca.
Todo el mundo se ríe menos yo.
Un títere andaluz con las nalgas pulidas
cruza sonando el ripio de su tacón.
Es una gloria. Da gloria verlo.
Una culebra que es un lagarto (superstición)
se espiraliza por la cintura
que es el secreto de su ovación.
Ovacionado. Lleva el aplauso
perennemente. Hay un rumor
que lo acaricia constantemente.
-Halo sonoro de la «afición».
Camina. Acaso, camina? Es lindo
como un extravío civilizador.. .
Alguien en la esquina sonríe y lo mira.
La mirada es un traje de luces
que roza las ancas. (La seda es mejor.)
La calle de Sevilla. Un café afeitado.
Hombres afeitados. Voces sin pudor.
Un sombrero redondo
como un eléctrico ventilador,
da el aire y la gracia. El pensamiento nacional
como una coleta, se cobija a la sombra
de este sombrero picador.
Diálogo. Un señor Belmonte
negro, como el hambre, surge de la conversación
y un señor Gallito -una serpentina humanapasión,
arte y ciencia,
álgebra superior,
astronomía, cálculo infinitesimal,
iDios!
aparece en la puerta lleno de luz celeste,
y su aparición,
serena la crisis del hambre,
la crisis de la revolución.
Se estremece la calle de Sevilla
con un profundo temblor
que repercute en México.
¡Triunfo! ¡Aproximaci6n
hispano-americana! ¡Novela
de Ricardo León…!
¡Oratoria de Maura! ¡Real orden de Cierva…!
¡Nuevo Gobernador
en Barcelona…! ¡Apoteosis!
Función de gala en el Español.
¡La niña boba en la Princesa!
iRetrato en A B C de Camprodón!
iExcursión cinegética a los Picos de Europa!
¡Foot-bah!
¡Los reposteros nobles adornan la Bombilla!
¡Hace una crítica don Julio Cejador!
¡Estreno de polainas en la Castellana!
¡Blasco Ibáñez se vuelve a Nueva York.. . !
¡Joselito es la Patria! ¡El día vibra…!
¡En Flandes no se ha puesto el sol!

Canto cuarto

 

Puerta del Sol prestigiosa
como Commelerán…
Puerta del Sol a la hora
crepuscular.
Estudiantes de todas las provincias.
Café universal.
Bola en Gobernación tan consecuente
en subir y bajar. . .
Yo estoy en medio como un americano
que acabara de ser nombrado corresponsal…
La Puerta del Sol es un cuadro de época,
que todo el mundo ve sin admirar,
pero después en provincias decimos;
¡’La Puerta del Sol, ah!,
como: «He visto el cuadro de doña Juana la Loca;
se siente el viento cruzar…
La luz de los cirios se curva
como si hubiera viento en realidad».
La Puerta del Sol es vieja,
tiene el prestigio de una Catedral;
por Catedral, no por Arte es su fama,
¡oh, Puerta del Sol sin seriedad!
-Un político. El señor de Sánchez Guerra
pasa con una distinción funeral.
En la boca lucen dos catafalcos.
amarillos y negros. Descansa en paz
porque tiene una historia cuidador-a
de orden social.
Es un político reciente,
siempre es reciente su antigüedad,
como El Alcalde de Zalimea
o García del Castañar.
Es un político refundido.
Se pone siempre en tiempo de vendaval,
como en noviembre Don Juan Tenorio.
¡Es tan eterno como el Don Juan!
Ahora se marcha. Es la bola de su Ministerio.
Cuando da la hora se le ve bajar,
luego sube incólume. Es la propia bola
para raciocinar.
Otro político. Don Eduardo Dato.
Va en un automóvil nacional.
Los demás políticos. Es la hora imbécil
de patriotismo colonial.
Una mujer me mira. Llevo un sombrero
completamente provincial,
la americana desabrochada
y un aire de paleto sin rival.
Yo quisiera perderme, mas no puedo.
¡Nadie se pierde en esta corte oficial!
Todo es Puerta del Sol… lOh, el isidrismo!
incompleto, perjudicial…!
Sombra. La noche sale
como de un café astral.
Las estrellas son chistes de esa noria
que es el ingenio de Madrid. Igualdad
de gracia, democracia del ánimo,
¡Socialismo mental…!
¡Señor! Mi alma ahora es una losa.
Mi corazón,intolerablemente audaz.
¿Esta ira amarga del pecho desnudo
es mía? ¿Soy un salvaje
azotado de mar,
o un hombre sólo, como un fantasma rencoroso
y amarillo, que cruza la ciudad,
roído, car.comido, hasta la entraña
de su hastío animal…?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡silencio! Pasa con una brasileña
don Ramón del Valle Inclán.
Es manco. Yo le daría ahora mi brazo
iracundo. El lo sabría utilizar.

Canto quinto

 

Olor de can sarnoso. Patria académica.
Impudor. Vejez. Rebotica carcomida.
Jaula nacional.
Una bola de cemento con dos rizos,
adorno de puerta de jardín de mal gusto,
derrite la traidora suavidad de su oratoria.
Orden y orden. Orden y orden.
La meretriz repite: Honor y Honor.
Orden escarlata de sesos machacados,
paz de sepulcro y goda estupidez.
El encargado de mis lares
pide una cosa.
Los estudiantes telegrafían que la consiguió.
Yo que soy el hombre más oscuro de mi tierra,
más oscuro todavía que el obispo,
siento un recóndito rencor
hacia este hombre eminente
que ha pedido una cosa con un éxito enorme…
Yo no he tenido nunca un triunfo,
ni siquiera un triunfo local…
Y este encargado que nació conmigo,
que fue a la rebotica como he ido yo,
es ilustre en la Patria. La Patria es ingrata
conmigo, es próvida con él. iPatria parcial!
Ladran. Un señorito
como una muestra sin valor
se levanta y replica.‘Un viejo cínico,
saca de su vientre de kanguro la razón
y se la da al muchacho. El muchacho la carga
y la arroja al salón.
La razón se levanta fanfarrona,
hace un gesto de caderas sin pudor
y mira, descarada, los escaños berberiscos…
Elocuencia. Sensación..
Cursilería. El panadero mallorquín
surge de sus cenizas como un Fénix menor…
Palabras, con lividez de coronas funerarias,
desesperado olor
de viejos pebetes en una sacristía
donde se orina el monaguillo y el párroco contrata
la viudez solitaria como un negocio de perdón.
Ley antidiluviana. Leyenda de orgullo.
Horteril señorito español.
Flojedad en las ancas masculinas,
debilidad aupada por la reiterada ovación.
Comedieta patriótica,
de Circo sin clown.
Salgo. El alma mía está ya rota.
No hay luz en la ciudad. El corazón
se pierde entre la muchedumbre madrileña.
Periódicos. Gentío coruscante.
¡El discurso de Maura en circulación!
Escaparate de mujeres escogidas.
Hay guerra europea en la nación.
Corro. iUn tranvía! Casa de don Benito,
rincón solitario. Un temblor
de miedo, de remordimiento. El aire
ahuyenta el recuerdo del pasado dolor.
Silencio. Don Benito no sale a la calle.
Ya está ciego. Mejor. Mejor. ¡Mejor!

Canto sexto

 

Función de gamuza. Aristocracia.
Gente maquillada y sin gracia.
Temerosa lubricidad.
Disimulo católico.
Un silencioso mirar erótico.
Vaciedad.
La marquesa. Los duques. La señorita
de Tal. Una comedia bonita.
María y Fernando. Lo mejor.
Rumores de pies emocionados,
cortesías en los palcos iluminados
de pedrería insolente. Nobleza. Honor.
Estúpida hermosura de Emperatriz Eugenia.
Elegancia traducida del francés,
como el drama, que es inglés.
Un «Pollito» presumido
que se inquieta porque no se alza el telón.
Un discretq taconeo distinguido 5
de gente que está pensando en alta voz.
Una corona diamantina sobre la oquedad de una testa,
un alfiler en una corbata intelectual,
un collar de zafiros del siglo diez y siete,
un zapato imperial.
Oraciones de Paquín, jaculatorias de Whort,
gente de frac, gente… de frac.
Un «smoking» rezagado, una camisa brillante
deslumbrante,
como el discurso de un español.
Unos impertinentes de abolengo,
-óptico orgullo- y Puerta del Sol,
otra vez, Puerta del Sol, dentro,
con la misma hueca aglomeración.. .
Un telón de damasco,
corona de grandeza y un cordero suspendido.
(El cordero suspendido es la plebe nacional.)
Simbolismo. (El cordero.) Tono rosa
madurando un Sucrè Coeur. Raza «mal».
Un amante. Cien amantes.. .
¡Sacristía
con mejunjes de boudoir!
Salgo. Llueve.
El camino de la plebe
es enorme. No se puede cruzar.
Los hermanos del cordero suspendido
van al cine dislocados. Un motín
peliculero bajo el agua.
Muchedumbre febril…
¡Corte de la Milagrería,
corazon adorable, gentil,
ciudad de la alegría espeluznante
y la frivolidad importante.. .
¡¡Madrid!!

Oasis

 

Juan Ramh Jiménez
tiene una casa inglesa
en medio de Madrid. El es un indio
bello como Kabindranath, y su barba
de ébano cubre de un silencio sagrado
la timidez de mi alma espectadora…
Es una tarde. El oro llega
de un lejano jardín, un oro dulce y triste
que hace un poema impersonal
dentro de mi corazón aldeano…
Yo no sé por que estoy aqui.
El poeta me extiende su mano elegante,
-mano elegante y pensativa
recien casada- y mi ánima se agita
como una rosa, la cierta rosa del poeta amado.
iMalva sutilidad! Palabras en el aire….
Oloroso rumor de jazmines reales
en mi recuerdo. (Madrid está fuera.
Más allá de Madrid, detrás del mar, el monte
nativo: soledad orgullosa
y una agria paz inquieta.
iOh, Juan Ramón! Es áspera esa tierra,
y el hombre de esa tierra malceñudo y callado…
Solo Europa que cruza las ondas
me toca en la frente el día de posada,
y el árbol me siembra
raíz de otra vida.)
El poeta escucha. Mis ojos se detienen
en un paisaje rojo,
un rojo de niño, de un pintor que tiene
una barba roja, como sus paisajes…
Silencio. Una moza española
trae unas infantiles tazas japonesas
y un té de Ceylán… iQué lejos este aroma
del aroma castizo . . . ! Es día de toros,
de muchedumbre de abalorios. Hombres
con gracia nacional, sin otras luces
que las luces de los trajes vivarachos…
Juan Ramón se ilumina suavemente
por la luz interior. La estancia tiene
la tibia claridad de un hall lejano…
El pintor del paisaje se acerca.
Es más niño en el diálogo. Habla de California
y de senderos de Arte. Juan Ramón
le acaricia el ensueño y yo le pongo
sin que él lo note todo el sueño mío
como una moneda en su alma pobre.
En su alma pobre y nobilísima. (El alma
también es roja como las barbas y el paisaje.)
Más quietud, y alcanzan las palabras
una enguantada entonación. Palabras
de luz. Entre el humo del té,
las palabras se hacen sonidos de humo.
Noche. Un rumor de mujer sensitiva.
Las almas acuden como mariposas.
La plata verde de la noche viene.. .
Juan Ramón se recoge, y en la sombra
del estudio aparece; como un reflejo silencioso
la azul silueta de la Amada…
iOasis en Madrid! En mi memoria
hay esta reconciliación divina…

Siempre

 

Siempre es la palabra última.
La honda palabra de la raíz eterna
A ti se te metió el Siempre en el alma
como un arpón agudo que la fijó en la tierra.
Tu pequeña sonrisa
aquella sombra de sonrisa de niño infantil de niño
que tiene huertos dilatados y una amplia casa gris
en el solar antiguo de la heredad austera −
niño que abre los ojos, a los frutales ebrios
y alza a ellos las manos vivamente
con la novelería de las sorpresas;
tu sonrisa tranquila era /ya/ un hueco terroso
donde el Siempre arañaba /llenaba/ ha llenado su lividez perpetua
Ya tu amor campesino por la humedad nocturna
se hizo humedad nocturna
− ¡la salud de la tierra sobre tu frente yerta!
y va cubriendo de siempre
el camino de tu pensamiento. [Camino claro
como el bienestar de tu vida, recta.
Tu corazón se esparce
ahora, lentamente, bajo la tierra…
Quiene la /fue de/ la graciosa dejadez de tu anima
que hizo del tiempo divino
una alba bolsa sin fondo
donde el oro
vertió tu mano joven y entera. /que tu sientes/
En el arca hermética
donde encerramos tu cuerpo
de marinero rudo y pensativo
penetró, cauteloso, el silencio.
El silencio es: Siempre,
con un velo negro…

¿Y después?
/una enorme losa/
Después, el escenario terrenal
corrió su cortina de colores brillantes
más quedó el vaho retórico de los salmistas vanos
un rumor iriente de economía anímica
entre un saldo turbulento de ambiciosa amistad póstuma
Sobre la cal sobre la tierra, sobre las flores
cayó la enorme losa
de los amigos literarios de la Muerte…
¡oh, quien hubiera podido darte
el secreto de mi gran vulgaridad cristiana
y extender tu sonrisa por el mundo
como un mudo horizonte de hielo.
Pero Dios no puede librarnos de nada.
Dios es una estrella lejana y pequeña
Yo miro la estrella y sonrío
porque acaso pudiera apuñarla en mi mano.
Solo te quedó /solo/ verdadero el Siempre.
Tus ojos cerrados
aprietan el Siempre
como un sollozo de hombre los labios

Y después?
Vanidad. Imposibilidad. Tristeza
Sobre la cal, sobre la tierra y las flores
cayó la enorme losa
de los amigos literarios de la Muerte.

——————————————————————————————-

Siempre

Intermedio elegíaco
(Camposanto. Frente al sepulcro del poeta)

 

Siempre es la palabra última:
La honda palabra de la raíz eterna.
A ti se te metió el Siempre en el alma
como un arpón agudo que la fijó en la tierra.
Tu pequeña sonrisa
tu sonrisa de niño
que tiene huertos dilatados
y una amplia casa gris
en el solar antiguo de la heredad austera
− niño que abre los ojos a los frutales ebrios
y alza hacia ellos las manos vivamente
con la novelería de las sorpresas−
tu sonrisa tranquila es ya un hueco terroso
que ya el Siempre ha llenado su lividez perpetua.
¡oh tu amor campesino por la humedad nocturna
se hizo humedad nocturna,
¡la salud de la tierra sobre tu frente yerta!
y/a va cubriendo/ se cubrió de siempre
el camino de tu pensamiento.
Camino claro
como el bienestar de tu vida, recta.
Tu corazón se esparce
ahora, lentamente, bajo la tierra…!
¿Que fue de la graciosa dejadez de tu alma
que hizo del tiempo divino
una alba bolsa sin fondo
donde el oro
vertió tu mano joven y entera?
En el arca hermética
donde encerramos tu cuerpo
de marinero rudo y pensativo
penetró cauteloso, el silencio.
El silencio es: Siempre
con un velo negro.
¿Y después? Vanidad.
Imposibilidad. Tristeza
Sobre la tierra y las flores
cayó la enorme losa
de los amigos literarios de la Muerte…
Pero Dios no puede librarnos de nada
Dios es una estrella lejana y pequeña
Yo miro la estrella y sonrío
porque acaso pudiera apuñarla en mi mano.
Ya quedó sólo y verdadero el Siempre.
Tus ojos cerrados
apretaban el Siempre
como un sollozo de hombre unos labios.

Conjuro al abanico

En el abanico de una dama llena de gentileza.

 

Conjuro al abanico, que en la mano
más deleitosa y breve fue movido,
por saber de un ensueño muy lejano,
que en vuestro corazón hace su nido.

Y a este conjuro, el abanico vuestro,
con tanta sutileza me decía,
que jamás ví abanico tan maestro
para la relación, señora mía…,

¡Oh cuitas del amor! ¡Oh dulce pena!….
Yo supe de ese ensueño, en la serena
expectación de tu alma… Así lo fío;

mas perdona señora, si en mi empeño,
nada diga mi lengua de tu ensueño.. .
¡porque es más grande que el ensueño mío!

Amigos mercaderes

 

Vosotros, mercaderes, tenedores de libros,
que tenéis en la tarde ya endormidas las almas…
Escuchad un momento una cosa que os digo
sin palabras vibrantes ni actitud oratoria.
Escuchad -¡yo he comprado vuestras telas amadas
y esos juguetes pobres que trajísteis de lejos!-
Mi pensamiento quiere reconciliar sus actos
con vuestra picardía vulgar y lugareña.. .
Sed buenos: que la tierra por vosotros florece
y el mar no está tan solo… y el porvenir lo hacéis…
El hogar laborado tiene un valor seguro,
y las conciencias serias pueden llegar a acuerdos.
Amigos mercaderes, que limitais las almas
hasta esos horizontes blancos de muselina
que en el fondo sombrío de los mercados vuestros
lucen su cercanía lamentable… -¡Oh, amigos,
los de los corazones de cartón y los ojos
hechos únicamente para la flora impresa
del pañuelo de seda catalán!. . . ¡camaradas!
(Ved cómo os hago honores de inteligencia hermana
para amansar la dura condición de esa inercia.)
Camaradas amigos, que sois los muchos siempre.
Mi mano libertada os enseña la ruta:
¡el oro de lo’ inmenso sobre la mar sonora,
y el secreto de tierra, amoroso y sereno
que se siente a la sombra del sagrado pinar!….
¡Tierra, tierra! La vida, y el deber de la sangre,
y la visión suprema, de lo múltiple, amigos!…
¡No ese ensueño de tiendas!…
Desdoblad vuestras mentes
como hacéis con las telas para medir el lino. . .
y no importa al futuro que no seáis poetas,
-aunque las sedas tienen un pasado ilusorio;-
pero la tierra, en busca va de un destino nuevo,
como un pobre muchacho, sin más merced que el sol…
Contemplad la ciudad que es pequena y no tiene
sino un parque dormido…
Sabed que el agua hermana se olvidó de los prados
y las fuentes se tiñen de un ensueño económico.
¡Amigos mercaderes, hombres utilizables,
preteridos por tanta literatura rosa!
Hombres de manos fuertes para la muchedumbre,
y el grito clamoroso del corazón herido:
Venid… ¡yo haré el camino y el mar y la montaña!
Y el día amplio y sonoro que forje vuestra ayuda
os pagaré…
Con esa ternura de mi espíritu,
tan buena, tan de ensueño, y tan de amor. Palabra.

I

(Pascua de Resurrección.
de la clara aldea.)

 

¡Otra vez el amor…! Yo no sabía
que era el amor. El corazón alerta
dejó el recuerdo y despidió los sueños.
Luego cerró para el amor la puerta.

Mas ayer noche yo sentí que abrian
hollando el alma con graciosa huella,
trayendo sueños al recuerdo antiguo
de un nuevo aroma en juvenil esencia.
Hurto piadoso al corazón le hicieron,
quedó en el alma rota la Promesa;
docta en el arco del muchacho ciego
certeramente disparó la flecha.
Y en el silencio yo esperé el pasado;
no era la misma la que hirió certera.
iNo era la misma! El corazón reía:
dos claros ojos infantiles eran. . .

Toda mi vida se juntó a tus sueños.
Domada el alma, ¿qué has de hacer con ella?
¿No será tarde para mi retorno,
temprano aún para tu edad pequeña…?
¡Oh, nueva moza del Amor! Mañana
yo no sabré si mi dolor se aleja,
mas no le lleves esos años niños
ya que han estado junto a mí, tan cerca.
Si es tarde para mí no importa nada.
Tu desamor ni lo veré siquiera:
cuando tu corazón se olvide, el mío
será un oculto corazón de tierra…

 

De ‘Alivio del alma’

II

 

…Y al fin llegaste con amor distinto,
con el único amor de mi trabajo.
Eres dorada y fin& pero tienes
un moreno valor dentro del ánimo.
Hemos hecho el camino
hacia los montes; a pie: camino áspero.
¡Sol y silencio! Un leñador te mira
porque eres viva y tu mirar es claro
y las pupilas leñadoras tienen
lentitud luminosa y mirar más huraño.
¡Yo vi entonces en ti
que se nutría tu espíritu
de mayor claridad…!
Tu corazón es como un árbol,
y tu ensueño
como las pensativas noches de estos campos.

Te vuelves de pronto hacia mí,
-vas como una corza, delante, guiandote vuelves hacia mí
y tu amor maravilloso
de natural maternidad rociado
me lleva cuidadoso
de tu delgada mano.. .
¡Amor eterno, reflexivo y serio
como el silencio del arado en tierra!

Cuando acaba el camino,
sobre la cumbre azul, el viento azota
el rincón aldeano de tu alma
y sobre el amplio llano verdecido
me siembras la verdad de tus palabras.
¡Día primero del Amor! Mujer,
toda mujer para una vida. Sana
comparíera perfecta de una idea
más mía cada vez: escucha y calla.
Escucha el agua del arroyo, escucha
su remoto rumor. De la montaña
viene un eco profundo y sensitivo…
¡La emoci6n de la tierra es el agua…!

Al retorno, el crepúsculo de oro,
de acero y de fuego,
la quietud de tu asombro amoroso decora.
¡Es más que silencio!
El olor del hogar cercano
-leña y aroma de tu alegre limpiezase pone contento.
¡Contento está el olor! Llega a tus labios
y se hace un punto de color en ellos.

– ¡Abre la puerta, igual que tus brazos!
Y la casa tiembla igual que tu pecho.
Y ahora es tu aroma de mujer intacta
que alquitara mi amor imperfecto…

¿Mi corazón será este hogar sencillo?
¿Lo harán tu mano y tu piedad eterno…?

 

De ‘Alivio del alma’

Poema del hijo

 

Los ojos claros
llenos de veinte años azules
preguntan en silencio: ¿Y el hijo?
Ah, el hijo es un muñeco rosado
con la idiotez del bisabuelo.
El hijo es un gorila pálido,
cnfcrmizo y genk!. Es üri socialista
futuro. Un leguleyo atravesado.
Yo he sentido
el aplauso
del hijo en el teatro de la Princesa
g el error de que en un vientre niño
se engendre un Ministro de Trabajo.. . El hijo.. . Mira, ven al balcón.
En paz está el mar. El horizonte es alto.
Pon el hijo en la estrella.
Porque, ves, jves a ese gentil caminante
poiicromado?
Es un hijo.
¿Y aquella sombra embriagada y rota
de la esquina?
Es un hijo.
Y ese barbudo clérigo que canta
es otro hijo.
Y ese boticario
de la ropa
de dril
refregado.. .
otro hijo.
¿Para qué el hijo?
¿Por qué condenarlo
a esa nacionalidad
del hüi -1-, lDre i-neiiguadü?
Tierra, amorosa nodriza :
que tu mano acaricie y perone el fracaso.
El hijo.. . Hagamos un hijo
ideal, qiie no llore…

(Calle silenciosa. Colegio
de Jesús. Camino temeroso)

 

Las doce. Mediodía
para uso de las campanas sordas,
burguesas, de siesta de mar.
Tiene el azul como un abrazo perezoso
para estas campanas. iMedianías sonoras!
Pared misteriosa.
iOh, delante de mí esta pared inmensa.
la pared del colegio de la perfidia santa!
Niños como ciruelos, lívidos niños,
con un brillo débil en el rostro. – Briilo de clérigos misticos y candongcs.
iCilicio masturbado profundamente secreto!
Pero mi ojo, como aquel que taladraba
la entraña de Caín, descubre todo.
iAh, y son hijos, son hijos de mujeres
y las piernas les tiemblan medrosas!
No tendrán nunca caminos de tierra valiente.
NO escalarán los montes puros!
Procurad que los niños se alejen de El.
Las doce. Mediodía.
Igualdad dilatada.
Estirada modorra del sol.

Alonso Quesada, Las Palmas, 1886-1925

Intermedio

 

En este momento de la historia del hombre
oscuro ha de cortarse como una elegía per
sonal del pota coleccionador de este
dietario. Hay otra laguna en la vida.
Mientras las otras hojas dispersas
se anotan y encaminan muere
el afamado poeta insulario
Tomás Morales, El recopi
lador de estos salmos con
el ánimo dolorido.
escribe este canto
doloroso a la
muerte de
un bien
amado
ami
go

Alegría

 

Ramón Gómez de la Serna
está alegre Pombo. Está alegre
porqué tecla la gente más triste le acompaña
con un grotesco sombrero de copa ideal.
Los amigos de Pombo quieren ser ilustres.
Son los que son ilustres sin serlo jamás.
Todos son de España y a veces parecen
de ciudades raras que tienen cierta universalidad.
Ramón es el gran alegre. Tiene la alegría
fastuosa de su originalidad.
El mismo, es un capricho suyo,
un formidable capricho genial.. .
Pombo se ha ocultado para que le dejen
recordar su dulce antigüedad.
Pombo es un chocolate viejo,
un chocolate que no se acaba de probar
y que está en una mesa solitaria
esperando al parroquiano usual.
Pombo tiene una gracia de Campoamor anciano
y una luz honesta de mediocridad.
Ramón lo ha llenado de alegría.
Pombo tolera alegre la travesura de esta amistad,
porque Ramón es el nieto precoz,
el nieto de la gracia, la ‘esperanza familiar.
Ramón habla tan alto
que nadie puede hablar,
pero un ciego escucha la voz de Ramón
y ve la voz y se ilumina su oscuridad.
(Este ciego es una huella en mi vida.
El nunca supo que estuvo al lado de mi simplicidad.
Yo rondé silencioso las pupilas taciturnas
y le traje un silencio de ciego a mi mar…)
¡Alegría! Ramón sostiene la alegría
para los demás:
Ellos son las cosas mudas
que Ramón anima con el hierro de su voluntad…
¡Alegría distinta, de ser fuerte,
de poder, desnudamente”, pensar,
de pensar siempre, y tener pensamiento
para el camino de la eternidad…!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El poema se trunca. Da la una
en un reloj oficial.
Pombo se desvanece como el día
entre las calles de la ciudad.
El poeta recibe un telegrama
como cualquier afamado industrial.
Un telegrama de comerciante
que es este su oficio habitual.
El poeta recibe un telegrama
del hombre que le envía el capital.
El dinero se acaba y no es prudente
dejarlo del todo acabar.
Por tan imperiosa razón crematística
queda el poema sin terminar.

 

Viaje de 1918.

I

(Playa. Lunes gris.
Hora del alba.)

 

Amanecer de Octubre.
La playa tiene
la vanidosa gracia
del arco iris.
Ha caído del cielo
esa lluvia infantil y tímida
que no quiere llegar al invierno
porque aún tiene rayos de sol que la acarician.
Todo el amanecer
es de una extraña pureza antigua.
El arco iris,
con una brillantez de alegoría
curvaba con su seda el vientre enorme
del agrio nubarrón que encadenaba al día.
El mar es como un sueño de mañana
-tal su borrosa paz íntimacomo ese sueño blanco y breve
del hombre de oficina
que quiere dormir siempre
un epflogo de sueño
antes de la ablución sacrílega.
Mi corazón que eSo ya apenas
importante en la línea
sentimental de las cosas,
sin embargo sentía
una discreta emoción marinera
y casi una tentación metafísica.
Pero quedóse al pronto
tan turbado y triste
porque volvieron los pasados días
a recordar las horas solitarias
frente a esta playa perdida…
Y entonces fue como una sombra extraña
entre la turbia claridad dormida.
¿Era el recuerdo?… ¿Mi camino, entonces,
mayor dolor y soledad tenía…?

 

 

de ‘Los caminos dispersos’

II

(Claro día. Hogar.
Vienen las emociones
de ayer.)

 

El viejo mayordomo,
Juan, el de Guayedra,
ha venido a traernos
las doradas uvas de su viña…
Las muchachas pequeñas
lo han sentado a la mesa familiar
y el viejo ha recontado nuestra infancia
de la que apenas hay recuerdo cierto.
Lleva el viejo en la frente,
que es como un campo antiguo y sosegado,
ochenta años de piedad agraria;
y aún sabe, como ayer, nuestros caminos
que su mano leal guió mil horas.
Y dice, pacíficamente,
como una sorda campana
de mediodía caluroso y turbio,
que una tarde lejana,
camino de la ermita
de la Montaña
rugió la tierra como un dios herido
y el hombrecito -yo- todas las mozas
temblamos de pavor, menos la hermana
de los ojos de mar, la más pequeña,
ésta que tiene sobre el hombro mío
las dulces manos de la madre muerta.
Todo lo aviva el viejo
pero lo más perdido
mejor le nace en su memoria y dice:
«Esta es Paulina, la recuerdo ahora
porque está junto a ti. Yo le cuidaba
sus cuatro años de oro… El nieto mío
era moreno como el pan de trigo
que nutrió en casa una salud de árbol.. .
Perdióse el nieto por el valle dilatado
del Silencio.. . Decías cada hora:
Este mozo galán
será mañana el bello novio mío.
¿Te acuerdas? ¡Ocho años! ¡Ocho años de amores
sin saber que no es paz la muerte niña…!»
El viejo cuenta. Y como el día es corto
y la noche se acerca y él es viejo
se duerme en el sillón de antigua leña
lugar de todos los abuelos muertos.
El oro del sol
en las campiñas remotas se extiende.
Luego, busca refugio en los cabellos
de Paulina. El campesino amigo
espía en el sueño nuestra infancia entera.
Y la moza, en los surcos de su frente,
le siembre la semilla de sus besos…

III

(Día blanco y puro.
Segunda emoci6n de ayer.)

 

María acaba de llegar. ¡Maria
es hoy una mujer que ya ha perdido
la luz, el sueño y el perfume!
Nada queda en María.
Solo los negros cabellos
que ahora, como ayer, son de la noche.
María fue la moza
que lavaba la loza doméstica
y regaba el rosal de la huerta.
María es la primera de las mozas
que me llama y me lleva de la mano.
En la casa nuestra
María era el cobijo y el calor de los cuentos.
Vino del Valle Azul y era muy blanca
y rosa y fuerte, como las zagalas.
María, temerosa, no tuvo
valor para mirar a los señores.
Sus manos sobre el halda recogían
toda la timidez de su mirada.
Pero más tarde fue mirando el cielo
de la ciudad y sus ojos se avinieron.
Nosotros no adoramos a ninguna
mujer que nos sirvió, como a María.
Ella arropaba ‘el sueño de la infancia;
ella, mientras rezaban los mayores
junto a mi lecho, los inviernos crudos
protegía mi sueño mentiroso.
Yo cerraba los ojos,
no dormía.
Mas, si ella se marchaba, los abría
súbitamente.
Ella tornaba clara,
como una luz, pacífica, divina…
Hoy vuelve y ya mis años se han nutrido
de ‘mucho sol y mucho mar. Mi frente
lleva la huella de la noche eterna
que cruza tercamente sigilosa.
María llega con sus cuatro hijos,
nos llama niños, besa a las mujeres
y al volver hacia mí, tiende su mano
que es aldeana, áspera y materna.
Viene un recuerdo nebuloso… Todo
se agolpa en mí con un temblor de sombras
y busco triste, pensativo y puro
la lejana actitud inmaculada
del vientre primoroso que han herido.
María pone las palabras nuevas,
de su voz nueva, sobre mi silencio.
La voz descubre la energía ruda
de su maternidad de aldea noble.
La tarde está en los ojos de María
y en los hijos de cobre de María.
La brisa de los valles recónditos
la traen en los labios
como gotas de agua de la noche
sobre las hojas amanecidas.
¡Oh, el dolor del ánima pequeña!
¡Oh, aquella timidez antigua!
Cuando las noches eran tan profundas
como hoy es la memoria del pasado
y en los cristales del balcón, el miedo
del duende
espiaba escondido mi sueño,
el de los ojos abiertos,
María iba a mi lecho y me cuidaba.
¡Y era más niño que mis propios años!
-¡No te vayas, María! ¡Cuando recen
te marcharás…!
María me besaba
y se llevaba el miedo entre sus labios
cual si chupara sangre de una herida…

IV

 

Tu voz soltera ha sonado
en mi lecho esta mañana.
Pero cuando abrí los ojos
de mi alma condenada
no tuvo fuerzas mi mano
porque en tu voz te amparabas.
iCómo, en el camino duro
donde las voces se apagan
pudiste guardar la tuya
tantos momentos intacta?
Quise un instante que fueras
Amor
extraordinario de llamas
donde yo pudiera arderme
sin salvación. Mas callabas.
Quise conjurar el sueño
de tu voz -maleficio del almay temblé, por si salías
de la prueba, aljofarada
de pudores iniciales.. .
Pero callabas.
Si tu corazón se eleva,
tu pensamiento lo ataja…
Al fin resonó tu voz
lejos de ti, como un humo
de voz sagrada:
«Estoy contenta de estar
sin una herida en el alma:
Como el mar y como el prado
de los cielos, libre y amplia».

V

(Camino del mar. Elegía.
Día sereno)

 

¡El Capitán inglés…! (¡Oh!, no penséis
en otro Capitán). Perdió su vida.
El jamás hizo sino cuentas claras,
escribió cartas coloniales, firmas
de cheques, pero a veces
ayudaba al cajero escocés
a contar los dorados discos de las libras.
Mis manos, entonces, trabajaban
entre ingleses rollizos, torpes y moralistas.. .
Rowe era rojo
como una llama en un fanal sumisa;
silencioso y sutil, como un reloj británico,
temeroso del grito español, como una niña.
Una tarde el inglés me dijo: Ahora
yo me marcho a Inglaterra. Sonreía
porque era la primera vez que hablaba
de cosa ajena a libros de oficina.
¡Era un maestro egregio y valeroso
del Diario y del Mayor!
¡Cómo ejercía el oficio!
Amplio libro de rayas
lampiño y blanco, Rowe nos parecía.
¿Y después? Una carta misteriosa
llego de la campaña, sorprendida
de traer amistad. ¿Cómo ha podido
esa mano volverse tan amiga?
«Yo, mister, tengo buen recuerdo suyo,
aunque mi frente
tiene, un tachón de herida;
casco germano que ha labrado un surco
por fuera, como dentro,
el pensamiento lo labró otro día.
¡Yo no puedo olvidar su playa alegre!
Me acuerdo de su mar… retornaría…»
Y el secreto de su alma
pacífica, sin error,
como un balance de sumas limpias
frente al negro temblor de la muerte
descubría…
Mas no podrá volver, aunque se acuerde,
que su memoria ya no es de él que es mía.. .
¡Oh, dear Rowe, mis horas de hombre inútil
chocaron con el gris de tu sonrisa:
yo pensé, entonces, que la niebla inglesa
de tu extrañado corazón fluía…1

Retrato imaginado del hombre

 

¿Cómo era el Hombre de esta historia ardiente?
Acaso tema la barba desnuda;
quizá la palabra,
la palabra cierta, dormía en el fondo del alma
como un tesoro de mar presentido.
No diré claramente cómo fue el Hombre
¿Era solo y lloraba,
o el llanto estaba solemne y callado en la idea?
¿Era solo y amaba,
o el amor era un puro pensamiento de fuego dormido?
¿La muerte vivía en el pecho del hombre
porque el hombre piensa qué cosa es la muerte?
¿Cómo era ese hombre?
Fugaces
pasan sus palabras, rotas, dolientes.
Todo está como en lagunas de tiempo, truncado.
Hay un trozo, al comienzo, que dice:
mis brazos en un espacio…».
(luego un tachón sobre los brazos.)
«dos alas paralíticas…»
(Y otro tachón más enérgico y negro.)
«dos pensamientos torpes…» -Palabras que van sueltas
sin saber a qué fin ni a qué consejo.-
Un verso entero claramente habla:
«En un espacio de inmensidad estéril
extiendo mis brazos, inútiles, viejos.»
Y después, al final, bajo una temblorosa silueta
de mujer manca y gallarda,
una leyenda reflexiva: complemento:
«Como esta estatua antigua
de brazos truncados
que tuviera otros brazos modernos…»
¿Quién era este hombre?

——————————————————————————————–

(Mariana lurista y jovial.
dispersa y agresiva.)

Cielo de ,Londres sobre el Mar Atlántico.
Corazón de abisinio, la ciudad:
un aroma español de rebotica
llena de estupidez y ancianidad.
Pero en el Puerto se cobija Europa
dentro de un barco que es universal.
Un holandés, brillante
la colorada faz,
que estuvo en Java y se nutrió de soles
y de tierra sensual,
mira al cielo apagado y se sonríe
del tino sideral.

 

…………………………………………………………………………………………….

(El paisaje se trunca. Hay una línea de
puntos. Luego continua.)

El sol está encendido.
No te importe. El sol es elocuente,
verbal.
Además el día
tiene que ser diplomático
-forzado caso de neutralidad-.
Este noruego, y el danés anciano
y el francés, y el alemán
y el británico gentleman,
lo hacen adoptar
una postura
internacional…
Una francesa salta.
(En la literà se deja olvidado el lunar.)
Sólo una inglesa de cabellos rojos
tiene luminosidad.. .
Un niño negro y otro niño rubio
-¡oh, infancias de Homeyas y de Freetown!-
miran al mediodía indefinido
con la esperanza de la luz solar.
El niño negro, con la herida blanca
sobre la boca, lo bautizará
en llegando a España,
ese barbado hermano que lo lleva
de la mano: su guardián.
El niño rubio es un pagano -iOh soles
de estos infantes áureos!. . .
¡El mar
es para estos cabellos sin bautismo,
para estos ojos sin idiotizar!…

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

(Hay otra línea de puntos. Evidentemente
esta impresión está sin concluir.)

 

——————————————————————————————————————————

(Medianoche. Profundo
silencio.)

¿Mi dolor es inactual?
¿Por qué siento esta amargura
que no es justa ya
dentro de la vejez planetaria?
¿Es anacrónico el dolor de mi alma?
¿Y esta desesperada negrura
de la noche infinita, incrustada
en mis ojos que miran la sombra
como si la sombra fuera camino de luz?
¡Oh, amigos, no es cierta la palabra terrible!
Aún queda dolor verdadero;
no es vieja la pena, no es viejo
el dolor, acaso es más nuevo.
Yo siento en la noche
una mano que exprime
mi pecho,
una mano
que nunca ha venido, de fuerzas
extrañas, ¡oh mi
pensamiento, cómo muerde en la mano recia
de recio silencio!
Quizás ya
no exista el dolor, y yo vengo
con un rezagado dolor de otros tiempos…
Porque sí,
recuerdo,
que ya mi dolor tenía,
una hermosura tan joven
que hasta el amor era un dolor risueño.
Pero ahora, en esta noche,
todo es absurdo,
diferente,
morboso,
negro.
Mi corazón estalla sus sarmientos de fuego
en la espantosa soledad de las sombras,
en medio de esta isla de metálico ensueño.
Y el espacio infinito me cerca.
Y es cierto, oh amigos, que el alma
tiene de siempre su dolor secreto.

Yo, errante y perdido
con mi sollozo dentro, encarcelado,
furtivamente busco, sin embargo,
el más oscuro sendero
donde poder alzar mi dolor, como un grito,
hasta la última claridad del cielo,
o hundirlo como una vergüenza
en el hoyo más infinitamente pequeño…
Y no puedo.

 

———————————————————————————————————–

(Día de Difuntos. Meditación grotesca y
patriótica de la Señorita Muerte.)

La muerte española es una solterona
vieja de mal gusto.
La muerte española es antigua.
Es como una marquesa engolada
que presidiera un funeral Ropero para las mendigas.
Un Ropero
benéfico y vano: catequial.
La muerte española es una señorita vaga
ninfómana y torcida.
No se puede abrazar. Huele a hueso orinado
y tiene una interpretación mímica.
El que muere en España no sabe lo que es muerte. .
La muerte universal es siempre actual
y de una fortaleza
infinita.
Egregiamente guarda su eternidad de futuro
para la primera mañana divina.. .
Es azul como el mar del Silencio;
no es como la memoria sentimental, lívida…
Es de leña volcánica su aroma
y sabe a tierra serenamente dormida…
La muerte española es tan grotesca
como una bicicleta lírica. ’
Se lleva rodando a los hombres,
les clava en el coxis su anormalidad física
y hace sonar un timbre hiriente, de quina,
como un bufonesco chillido de ventrílocuo.
¡Oh, qué muerte más agria
y de qué impavidez más ridícula!…

iNo se puede morir en Espaiía!. . .
No existe el margen de la mortalidad exquisita…
¡Muerte española, gris y cobijadora
de una cadavérica ramplonería!…
Muerte sin porvenir, bajo una tierra con ecos
de tacón escandaloso y de un artero perfume de polilla.

He aquí el sepulcro interior
tal cual lo vio en el sueño mi aspereza anímica:
Fetos de sombrero de copa
con un reposo gramatical y una gloria honorífica,
unidos por un cordón umbilical católico
dentro de una matriz desoladora y fría.

————————————————————————————————————————–

(Noche. Otro beso.)

Esta mujer dorada
ha querido quitarme la soledad
de pronto.
¿Como se quita la soledad
del alma?
Y ella ha sacado un beso
del diminuto estuche de su boca;
un beso que era como esa borla de los polvos,
blanco y rosado, un poco viejo
y casi sin caricia.
Un beso. ¡Ah
todos los besos que caen en una losa!
Mi soledad está ya repleta de besos.
¿Quién podrá volver la soledad
sobre el silencio ahora?

 

—————————————————————————————————————————

 

(Noche. Ciudad iluminada.)

Ahora, un hombre embalsamado con morfina
cruza de pronto a mi lado.
Lívido y sordo,
es como un extraño fantasma ibseniano.
No mira con los ojos
sino con el temblor de los labios.
Los labios locos. Toda el alma amarilla
como un sueño de opio vibrando.

Se pierde entre los espejos
de un café iluminado…
La terrible sombra
danza en los espejos,
y el café se torna
en un luminoso laberinto trágico.

 

———————————————————————————————————————

(En el tren. Mañana
viva y luminosa.)

Jerez. Un paisaje de futuras atedias. Un inglés
entra en el exprés.
Vuelve a mí, un momento,
el aroma suave ‘del tabaco inglés.
¡Oh qué extrañas perspectivas
sobre la tierra jerezana!
No hay colonia británica.
No puede haber colonia aquí
tal como es y debe ser:
lejana
Y ardiente, con sus cúpulas
de salacots, y el oro
de un sol polvoriento
sobre un arenal…
Jeréz. Una copa. Un convaleciente
en una butaca, detrás de un cristal.

 

——————————————————————————————————————-

(Mediodía. Calle bulliciosa. Policromía
de colores.)

Ciudad de mar. Buen clima.
Lo dice un libro y el diputado de la ciudad.
Buen clima: ingleses tuberculosos,
magistrados que se nutren sin cesar.
Estación de extranjeros,
de extranjeros de tarjeta postal.
Turistas de ida y vuelta. Diez y seis guineas
en barcos fruteros: gentes sin posteridad
con una familia lejana y honesta que aguarda
estúpidamente un telegrama con abrazo final.

Clima sano. Pasan las inglesas flacas.
Un sol tabarrista cae en la plaza comercial;
y los labios ingleses se tiñen de buen clima.
de clima rojo. llameante. sensual.
Los indígenas cruzan. hechos de clima bueno
como una acreditada pasta dentrít’ica mental.
(El hombre inteligente se avergüenza
de esta mediocre brisa del mar).
Buen clima.
Clima oficial.
Cortesía del cielo, discreción de la Rosa
de los Vientos… ¡Cordura zodiacal!
Buen clima. Uniforme clima
como la estupidez. Clima ideal.
económico, sin gabanes sobre los montes
y sobre la eternidad
de las cosas vacías; clima vacío,
de una perenne y templada vaciedad.
Se piensa en calderilla. El pensamiento
-noventa y cinco céntimos lo más- es otro clima cálido y benigno
que eterniza la siesta intelectual.

Buen clima. iOh la atracción del turismo,
bigardonería de presidentes de sociedad!. . .
Fe del patriota terruñero que hace
de su Baedecker, alfalfa espiritual.. .

Yo estoy en medio de este clima localista
con una irremediable temperatura universal…

 

Isla del buen clima. 1920

 

——————————————————————————————————————————–

(Sábado. Noche de comedia española. Teatro
clarucho en la orilla.)

Telón y una lira en el centro.
Timbre. Desaparece la lira sin ruido.
Se obscurece la sala.
Silencio y principio.
Decoración clara,
de color de ojos de Rosario Pino.
Muebles ligeros, como Rosario Pino. Vaporosas
cortinas, como Rosario Pino. No esta derecho el forillo.
Está puesto deprisa, como Rosario Pino y su arte,
que es imperceptible y rapidísimo.
Palabras en la escena:
don Manuel Linares Rivas, diluído.. .
Rosario Pino y la segunda dama,
también Rosario Pino.
Parlan. Risas de acotaciones.
(Egoísmo
de Don Manuel Linares que pone su propia gracia
y luego la manda a reír con un paréntesis rígido.)
Emoción encasillada de antemano.
Molde de un puding lírico.
Un vaciado dramático.
O una sordina literaria. O una sensación de oficio.
Pasa el amor, con un bienestar de magnesia
por un tubo digestivo…
Comedia de vals, de vals que no se oye
sino en el corazón que es donde tiene el nido.
Lágrimas de clase media. Esparcidas, hacen una
enorme, que es cual un lienzo cristalino
ue cubre el escenario.
Es como un telón de cristal sutilísimo.
La emoción al través de esa lágrima…
Tela de araña que teje el artesano espíritu…

Todo es como el agua olvidada
en un vaso aburrido;
como el. día que cae en un parque
que tiene una estatua y sabe a domingo,
como un hombre que guarda sus horas
en un armario y las saca y las usa con tino.. .
Como un sueño entreabierto de siesta,
como un honesto baño tibio.. .
Teatro clarucho. Linares. Rosario.
Provincia. Mongolia y datismo.
Datismo de cielo, datismo de alma.
Programas datistas. Hastío pianísimo.. .
De nada me vale el silencio.. .
Se llena el silencio de voces sin gritos.

Alonso Quesada, Las Palmas, 1886-1925
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Alonso Quesada, Las Palmas, 1886-1925
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