Arte posmoderno
El posmodernismo ha muerto (¡al fin!)
“El posmodernismo ha muerto” anunciaba el influyente mensual británico Prospect. El justiciero no es otro que una exposición llamada “Posmodernismo. Estilo y subversión”, que da por acabada la época menos fecunda, más acomodada y solipsista del arte. Un arte que ha sustituido la obra por el concepto. Un arte alejado del mundo que lo rodea. Un arte que, como todos los revolucionarios con despacho, terminó convertido en aquello que odiaba: una categoría apoltronada.
Aquel urinario valiente con el que Marcel Duchamp, en 1917, en una galería neoyorquina, mandó al infierno los convencionalismos ha terminado como el meadero de un bar un sábado noche. Casi un siglo después, ya no traga. Él al menos tuvo el mérito de golpear en el acolchado vientre de los bienpensantes. Cien años después, ¿quién se escandaliza por el arte? O incluso, fuera de los circuitos, ¿a quién le importa el arte?
Damián Hirst, sus vacas troceadas, sus calaveras de diamantes, su estudio con 120 asistentes, es el epítome de un arte que no sólo no mira la realidad. Ni siquiera la ve porque no le importa. Como explica Edgard Docx en su artículo en Prospect, “los modernistas como Picasso o Cézanne se concentraron en el diseño, la maestría, la unicidad, lo extraordinario, mientras los posmodernos como Andy Warhol se concentraron en la mezcla, la oportunidad y la repetición”.
De la profundidad a la apariencia, el giro terminó convirtiendo la obra de arte en producto de consumo. “Y en ausencia de criterios estéticos, cada vez se ha impuesto más el estimar el valor de las obras en relación a su precio”, concluye Docx, destripando una ecuación que el propio Hirst ha llevado, esta vez sí, a la categoría de arte.
‘Niños’ colgados de un árbol
Algunos llevan tiempo avisando. Como me explicaba Jean Clair, ex director del Museo Picasso de París, hace unos años en una entrevista: “Se llegó al control de lo humano a través de proporciones, normas y cánones que duran desde hace 2.500 años. Pero hemos perdido la costumbre de comprender el arte, el contenido moral e intelectual de las obras. Esta pérdida de la noción histórica es catastrófica”.
Zoran Music fue un pintor esloveno, detenido por la Gestapo en Venecia en 1944. Pasó 26 días detenido en un cubículo de Trieste donde no podía ponerse de pie ni tumbarse, y con el agua por los tobillos. Una celda que echó de menos pocas semanas más tarde, cuando lo trasladaron al campo de Dachau. Sobrevivió, pintó y no le quedó duda de qué era el arte: «Lo que importa, en la creación, es saber de dónde viene, qué ha atravesado».
¿Qué ha atravesado el arte contemporáneo? Inauguraciones chics, camisetas con el cuello dado de sí y mucha, mucha postura. De ahí a la impostura sólo queda un paso franqueado ya hace tiempo. Algunos posmodernos se encierran en su fútil y aniñado mundo ñoño y neopop, como Jeff Koons. Tan feliz en su levedad. Otros, como Mauricio Cattelan, capaz de colgar la réplica de un niño pequeño, sí, del cuello, en un árbol de Milán, llevan años redoblando sus esfuerzos en un macabro más difícil todavía.
Ahora incluso Cattelan reconoce que al posmodernismo sólo le queda terminar su epitafio: “El posmodernismo era un juego, un intento de divertirse sobre el abismo y sobre las ruinas volviendo a barajar las cartas. El eslogan podría ser: somos todos sobrinitos de Duchamp […] Todo es juego, todo es arte, para el arte no existe el tiempo. Madonna es como Miguel Ángel. Los trazos de un cómic, como 800 páginas de Tolstoi. Hoy, esta ilusión que encarnaba el posmodernismo, va a ser archivada. Se convierte en catálogo”.
‘Merda d’artista’
El posmodernismo, cuyo nacimiento se sitúa en 1979, cuando el filósofo Jean-François Lyotard lo enunció por primera vez, tiene una proclama fundamental, a ser posible enmarcada con neones: “Todo es arte”. Rompamos los criterios, las convenciones. Pero como explica el crítico Daniel Mendelsohn, en un especial sobre el tema publicado en el diario La Repubblica, “un templo griego y un McDonald’s no pueden estar a la misma altura”.
Los comisarios de la muestra londinense, Daniel Mendelsohn, piden a los futuros artistas que se pongan “al servicio de la necesidad y alcancen el reto de la belleza”. Necesidad y belleza, las dos características del arte desde la prehistoria. Utilidad y estética. Se acabó el ensimismamiento. Interesa la realidad.
En La cabeza de plástico (Ed. Anagrama), una magnífica novela sobre arte de 1999, Ignacio Vidal-Folchya pone en boca de uno de sus personajes una declaración premonitoria: “Estamos en un momento en que, no quedando nada por conquistar y profanar, el arte se encuentra triunfador del mundo. Pero, a consecuencia de esa misma victoria, se encuentra también rodeado de tantos cadáveres y absolutamente solo, girando en el vacío, sometido a sus propias jerarquías”.
En esta primera década del siglo XXI, el mundo ha cambiado. Europa se embarra. Estados Unidos pierde la primacía económica. India se dispara, como Brasil. China se recalienta. Y el arte sigue igual. Igual que hace 10 años. Igual que hace 20. Igual que hace 30. Como si en 1961 Piero Manzoni no hubiera empaquetado sus excrementos en 90 latas, etiquetadas y numeradas. Merda d’artistaproducida hace 50 años. Medio siglo regodeándonos en ese arte posmoderno. Buceando en la misma mierda, manzonianamente hablando.
“Por mucho que muestren cuerpos en agonía o sangre por todos los lados, ya no sorprenden a nadie. Han querido imponernos un arte que culpa a la gente de no entender nada. Como si pretendiesen que amásemos a nuestro banco. Ambas cosas son imposibles”, asevera Jean Clair: “El banquero es un usurero y el arte de vanguardia es aburridísimo”. Descanse en paz.
Fuente | Javier Gómez | Jot Down
Fragmentación del discurso y narración débil: el posmodernismo tiene que morir
Posmodernidad y posmodernismo
Una de las complicaciones más comunes al hablar de la Posmodernidad es manejar sus diferencias con el posmodernismo. Se trata de conceptos difíciles de discernir, aunque en muchos casos se comprende la Posmodernidad como un resultado del Posmodernismo, y es ubicada en torno al 1980 y como producto de las reformas institucionales, innovaciones y fenomenologías globales que acontecen en Occidente desde 1950.
Por otra parte, el posmodernismo es un fenómeno cultural e intelectual que persigue una filosofía de mínimos comunes en lo literario, lo estético, lo político y lo social, fundamentada en la ruptura con las revoluciones artísticas occidentales que rondan el 1920. Son fenómenos que se pisan en muchas ocasiones y es prácticamente imposible hablar del uno sin mencionar el otro.
El posmodernismo está en coma
Hay cosas que mueren de una manera tan extensa y agónica, que terminan cayendo en una desidiosa conciencia. ¿Cómo cayó el Imperio romano?, ¿fue en la batalla de Adrianópolis o cuando los campesinos abandonaron las urbes por el auge del sistema de patrocinios?, o ¿fue la vuelta del trueque la que sentenció al complejo entramado mediterráneo?. La respuesta es tan compleja como la propia naturaleza de la Historia. Un argumento simple y conciso no podría explicarnos con veracidad las múltiples causas de un fenómeno tan enrevesado.
Cuando nos referimos al posmodernismo, deberíamos preguntarnos primero si es que acaso sigue vivo. El académico holandés Hans Bertens consideraba ya en los albores del siglo XXI que el posmodernismo estaba agonizando, latiendo en sus últimos impulsos. Nos habla de ese posmodernismo que le dio el sorpasso a la Edad Moderna en movimientos tan diversos como el artístico, el cultural, el literario y el filosófico. De ese modernismo que nació siendo muchas cosas en una sola y que limitó sus libertades con un régimen cultural ecléctico, producto de una tolerancia que a su vez nace de la asimilación de la pluralidad liberal.
Esta apertura incondicional del posmodernismo conlleva un proceso de hibridización cultural que se acogía a la polivalencia del nuevo arte para combinar acerbos indistintamente, en pos del concepto y no de la obra. El posmodernismo le planta cara a la centralización y rigurosidad de las vanguardias artísticas, intelectuales y sociales; careciendo de un sistema u orden que dicte unas mínimas pautas creativas. A pesar de la incoherencia de la que hablamos, el posmodernismo comparte unas características comunes: defendiendo la mezcolanza y al rescate de lo popular y folclórico. También se rechaza la autoridad de los grandes textos occidentales (intelectuales, científicos, históricos) que, según ellos, habían producido dualismos que ofrecían una versión ilusoriamente simplificada de la realidad. El posmodernismo postula, en oposición a esos dualismos, una defensa de la diversidad y la pluralidad, que intentaría sacar a flote a los marginados por todas las superestructuras ideológicas pasadas.
En lo literario, el lenguaje ejerce un papel fundamental en la sociedad al poder moldear el pensamiento y el imaginario colectivos: se descarta cualquier posibilidad de pensamiento sin un lenguaje que lo estructure. Según esta doctrina, el lenguaje es la llave para acceder a la verdad, la cual se descarta como universal. La verdad se comprende como el producto resultado de un camino empedrado de perspectivas y contextos. Se trata de un pensamiento que bebe en gran medida del platonismo que nos garantizaba que el mundo sensible es un reflejo del mundo de las ideas (el único real). La diferencia radica en que en el posmodernismo acceder a la realidad se asemeja como un imposible: solo podemos observar la realidad que nos parece y no la que es.
Algunas de las que podrían ser consideradas como bases del posmodernismo siguen vigentes en la cultura contemporánea. Pero, los impulsos del movimiento original están poco a poco apagándose. Pero, ¿cómo podría morir un movimiento que el filósofo Jean-François Lyotard disparó bajo las premisas del “Todo es arte”?. Bien, este movimiento que pretendía englobar todos los latidos culturales en uno transversal, precisamente, a través del reconocimiento de la pluralidad que lo compone, muere cuando la sociedad le reprocha que no, que no todo es arte.
El crítico Edgard Docx publicó un artículo en la revista británica Prospecttitulado “Postmodernism is dead” (“El posmodernismo ha muerto”), en el que carga contra la maestría modernista que perdieron los posmodernistas.
“In other words, modernism preferred connoisseurship, tended to be European and dealt in universals. Postmodernism preferred commodity and America, and embraced as many circumstances as the world contained.”
Otro magistral artículo de Javier Gómez en Jot Down arranca con un “El posmodernismo ha muerto (¡por fin!)” y nos cita al antiguo director del Museo Picasso de Paris: Jean Clair; en referencia al fracaso del posmodernismo.
“Por mucho que muestren cuerpos en agonía o sangre por todos los lados, ya no sorprenden a nadie. Han querido imponernos un arte que culpa a la gente de no entender nada. Como si pretendiesen que amásemos a nuestro banco. Ambas cosas son imposibles”, asevera Jean Clair: “El banquero es un usurero y el arte de vanguardia es aburridísimo”.
Tal vez, una de las razones de la decadencia del posmodernismo haya sido el peso de sus pretensiones inconclusas. Al abrir la veda del arte de par en par, el protagonismo artístico recae en los conceptos y no en las obras, como decíamos antes. Haciendo que la cultura valga más por su interpretación, su contexto, su reputación y su precio que por su representación, exquisitez y expresión inmediatas. Y, cansado de esa exclusividad cultural, el público ha ido poco a poco apoltronando el posmodernismo en la estantería de las artes.
Hasta que el posmodernismo quede completamente sepultado, o por lo menos eso sea lo que digan los manuales de literatura universal, solo podemos afirmar que el golpe del rechazo del público le ha noqueado hasta dejarle en coma.
Cómo se ha troceado el discurso en la literatura posmoderna
La posmodernidad es una edad de la cultura. Una edad protagonizada por el rechazo de la idea de progreso y por el alza del valor del conocimiento y la información, que destierra los ideales modernos y arraiga en el espíritu de los hombres un abismal desencanto, una apatía que Camus achacaba al amargo descubrimiento del hombre sobre el absurdo de la existencia humana.
La oposición a los valores creativos modernos es uno de los cuños de la posmodernidad; y, dentro de todas las innovaciones en el campo de la literatura que se deducen durante los últimos dos siglos y a raíz de la invención de la imprenta, cabe destacar la fragmentación del discurso propio de la posmodernidad.
Se aparta la tradición literaria heredada del siglo XIX con el fin de atenuar la voz de la autoría, multiplicar las perspectivas y quebrar la unidad temporal y cronológica del discurso. El esquema secuencial que se venía utilizando hasta aquel entonces, con introducción, nudo y desenlace; se sustituye por una lógica circular en la narración, donde la información descarta una jerarquía lineal y se organiza de manera interconectada. La lectura de las obras debería hacer frente a la discontinuidad de la trama, por lo que el catedrático de la Universidad de Zaragoza, Alfredo Saldaña, trata de narrativa hipertextual.
“Trabajar hasta hacer del lenguaje una casa en permanente construcción, amenazada por la ruina pero dispuesta a levantarse de nuevo contra viento y marea, un lugar abierto, sin puertas, paredes o vallas que limiten su extensión –su principio y su final–, un espacio en el que entender los actos comunicativos como flujos marcados por la deriva y el devenir constantes, un horizonte desde el que sea posible tanto hacer frente a la demolición como imaginar inéditas e inexploradas formas de existencia, un territorio al fin y al cabo que no actúe como enlace entre el sujeto y el mundo sino que represente el lugar en el que ambos se proyecten y encuentren, esos habrían de ser, a mi juicio, algunos de los objetivos que la escritura debería afrontar en este tiempo, la posmodernidad, una época que, como otras a lo largo de la historia, no ha dejado de cuestionar nuestros modos de representación lingüística de la realidad al tiempo que, en algunas de sus versiones, ha supuesto un cierto abandono del pensamiento crítico y utópico.”
Algunas obras merecen ser mencionadas por su estilo experimental, y por su magistral ejecución de esa narrativa hipertextual. Véase el caso de “V”, del estadounidense Thomas Pynchon, que alterna dos historias diferentes que convergen al final de la obra, utilizando también el recurso del flashback.También destaca “Perdido en la casa encantada”, del también estadounidense John Barth, obra en la que el autor, influenciado por Beckett, conjuga una serie de obras entrelazadas, que bien podrían ser consideradas independientes por separado. La obra de Barth es reconocida por la reflexión crítica consciente y subjetiva, y es amparada por muchos críticos como “metaficción”.
Aunque la posmodernidad literaria tiene un innegable eje geográfico en los Estados Unidos, también presenta actividad en diferentes puntos del globo. Por ejemplo, el argentino Jorge Luis Borges escribe su antología de cuentos a título de Ficciones dividida en dos partes: El jardín de senderos que se bifurcan y Artificios. Todas son historias aparentemente dispares, que guardan interconexiones y menciones entre ellas.
Sin cambiar de nacionalidad pero sí de continente, en París, Julio Cortázar compone otra joya de la literatura del boom latinoamericano en 1963: Rayuela.Esta “contranovela”, como el propio Cortázar se refería a ella, se colma como uno de los hitos de la posmodernidad. Nos traslada a las calles de París, por las que el protagonista: Horacio Oliveira; vaga en busca de su amada La Maga. Rayuela se escribe como un monólogo interior partido en un total de 155 capítulos que tienen diferentes maneras de ser leídos: la normal; la recomendada por Cortázar, prescindiendo de los últimos 100 capítulos; la voluntaria del lector; y la que está explicada al comienzo de la obra, que consiste en combinar los capítulos según una secuencia marcada. La gamificación en la lectura de Rayuela ofrece una historia alternativa dependiendo de la voluntad del propio lector.
Sin salir de Francia, dos autores galos merecen una mención por sus excelentes y referentes obras en la posmodernidad. El primero de ellos es Georges Perec, quien en la original pieza que publicó en 1978, La vida, instrucciones de uso, nos introduce en las vidas de los vecinos de un condominio parisino a través de un enrevesado conjunto de capítulos que se enlazan entre sí. El segundo, es el poeta Raymond Queneau, quien versaba innovador en sus Cien millones de poemas…
Por otra parte, en Italia, Italo Calvino presentaba algunas de las que hoy son consideradas las mayores joyas literarias italianas del siglo XX: Si una noche de invierno un viajero y El castillo de los destinos cruzados. En esta última obra, Calvino hila con maestría y gracia diferentes historias presentadas y guiadas por las cartas del tarot. Y, mientras Calvino rompía con la unidad temporal en sus novelas, el escritor serbio Milorad Pavic nos trasladaba en su Diccionario Jázaro a las riberas de los mares Caspio y Negro donde nos cuenta, utilizando de manera soberbia la narración hipertextual, una cacería de sueños como metáfora de las persecuciones religiosas.
La narrativa hipertextual o fragmentación del discurso supone un punto de inflexión en la creación literaria: la aparición de libros en los que explícitamente se puede crear una historia afín a la voluntad del lector, todo un esquema para la escritura hipertextual en internet… Comprender la trama como un complejo armazón de perspectivas ha dado y todavía está por dar esmeradas y descollantes joyas literarias.
El discurso débil
Carmelo Martín, en un artículo del país, hablaba en 1989 de Gianni Vattimo como “el filósofo del posmodernismo”. El trazo de la posmodernidad literaria se desplaza paralelo y retroalimentado por el del pensamiento débil. El pensamiento débil es un concepto que Vattimo con estas palabras:
Frente a una lógica férrea y unívoca, [el pensamiento débil es] necesidad de dar libre curso a la interpretación; frente a una política monolítica y vertical del partido, necesidad de apoyar a los movimientos sociales transversales; frente a la soberbia de la vanguardia artística, recuperación de un arte popular y plural; frente a una Europa etnocéntrica, una visión mundial de las culturas.
El pensamiento débil pretende enfrentarse a la ética tradicional del cristianismo y del marxismo, postulando una ética de la tolerancia. Supone una interpretación de la cultura que bebe de la concepción del ser de Heidegger. El pensamiento débil rechaza la violencia y la reducción de las estructuras poderosas. Este pensamiento también reduce la filosofía, para que no guíe la acción política; defiende el respeto de la naturaleza y ofrece una interpretación no tan neurótica de la existencia como la que le precede. El pensamiento débil propone una destrucción de los poderes opresores que permita la emancipación de los sectores sociales más desfavorecidos. Se trata de una postura ascética, pacifista, que propone modificar el sistema contaminandolo para educar a un hombre en un mundo que no se puede sostener en la beligerancia.
El pensamiento débil tiene algunos matices comunes con la deconstrucción de la que hablaba el argelino Jacques Derrida, por la que cualquier concepto podía desmontarse en cuanto a que es una construcción de connotaciones sociales. También se ve vinculado con el eclecticismo de las economías mixtas europeas en la denominada tercera vía, al suponer una conciliación en la hasta entonces radical y conflictiva oposición ideológica que asolaba el continente.
El discurso débil en la literatura posmoderna es el que sobrepasa el paradigma conflictivo histórico occidental, evitando la incitación a la problemática y a los enfrentamientos, en pos del consenso y del diálogo entre diferentes.
Y ahora, ¿qué?
La posmodernidad, como decíamos antes, le dio cabida a todo tipo de iniciativa artística. Así que, si es que muere, y si es que hay algo que la pueda suceder, cabe preguntarse qué vendrá después. Seguramente, y partiendo desde un criterio cultural totalitario, uno se puede imaginar que lo que esté por venir sea un criterio artístico más ceñido y filtrado. El descontento del posmodernismo se bifurca en diversas opiniones sobre lo que sí que es arte. Así que, además de esperar que los criterios o movimientos que vengan sean más concretos, es lógico esperar que venga más de un movimiento. En nuestro mundo varias dimensiones avanzan levantadas, elevadas de un modo que la posmodernidad, en su afán por reconocerlo todo y mezclarlo todo, nos ha hecho ver. Nunca más olvidaremos que todo es arte en potencia, del mismo modo que nunca volveremos a admitir que cualquier cosa es arte per se.
Fuente | FranRoyo94 | Ghost Guild Window (05/06/2016)
Entrevista a Avelina Lesper acerca del arte, 2013
Sonríe, son 20 millones por Avelina Léster
Felices y brillantes como un millón de dólares. En esta versión de Art Basel Miami 2013 es más interesante ver a la gente que a las obras. Es la pasarela para desfilar y ligar algún millonario, si los engañan los galeristas, qué se puede esperar de este personal con el botox y las prótesis en su sitio. Los padres que leen libros de pedagogía traen a sus hijos hiperactivos en carritos que parecen instalaciones de arte povera, estorbando y peleándose por el espacio con la artritis prematura de los aristócratas del dinero que se pasean en andaderas con ayuda de sus guardaespaldas.El próximo año deberían hacer los pasillos más anchos y las galerías más chicas, las obras disminuyen de tamaño y en cambio el público crece. Los zapatos de drag queen y el champaña hacen aun más lento el tráfico. El público viene aquí como a un freak show, se fotografían en frente de la bicicleta cargada de ladrillos de Héctor Zamora “Brasil” que el primer día la vendieron en 18 mil dólares a un comprador compulsivo que en 15 minutos adquirió 11 obras.La galería Tang de Beijing exponía de Wang Yuyang la recreación completa de una oficina en la que todos los objetos, cajas, teléfonos, muebles, estaban hechos de hule y aparentaban que respiraban, un catálogo de efectos especiales que podrán estar en una película serie b para la televisión y que funcionan como arte porque aquí vienen a comprar no ha disentir o por lo menos a usar el criterio.En el club del millón están los que ya se decidieron por ser decoración y no meterse en los conflictos teóricos sobre el proceso de la obra y el significado, las obras más caras podían estar de adorno en un centro comercial: Kusama no evoluciona y sigue con sus flores gigantes de colores y diseño infantiloide en 850 mil dólares.Las mariposas y los insectos de Hirst ahora presos en un espejo, en 3 millones de libras, creo que varios compradores padecen entomofobia porque no se vendió. Raqib Shaw con una pintura circular de orgiástica composición, con la influencia fantástica de la India, 1 millón 500 mil dólares. Anish Kapur que ya es un valor seguro para recuperar la inversión de poner un stand, tenía en varias galerías sus famosas piezas de acero cóncavas, cada una en 1 millón 30 mil dólares.El kitsch de un parque de diversiones está en los juegos, premios y suvenires, si le atinas al tiro al blanco te regalan un oso de peluche, Koons ha tenido éxito vendiendo cara la vulgaridad y convirtiendo el mal gusto en símbolo de estatus, un elefante de metal de colores en 20 millones de dólares. La gente se fotografiaba junto a él y sonreían con el brillo de su precio.
Las impresiones digitales y panfletarias de Barbara Kruger, parece que las compran porque las consignas les dan atmósfera de compromiso y dejan de ser un simple plagio impreso, las grandes en 3 millones 500 mil dólares. También había obras de bajo costo para compradores de menos presupuesto, entre las que más llamaron la atención por sus posibilidades de ser reciclada cuando esta burbuja se rompa, estaba la obra de Martin Creed, ese fabricante de chistes visuales, una pirámide de rollos de papel de baño y una serie de dibujos que demuestran su nulo talento, en 90 mil euros. Si consideramos que esta pieza apareció en casi todos los medios, está más que justificado el sacrificio de la galerista de ir al Wal-Mart a comprar los rollos de papel y montar la “escultura”. Al cuestionarla sobre la posibilidad de que Creed “hiciera” otra pieza y la volviera a vender, dijo que era imposible, que ella misma garantizaba que era pieza única, la estética de los gerentes de supermercados dicta en el arte. La feria aportó pocas novedades, son prácticamente los mismos artistas, ofreciendo sus obras de siempre, la mayoría tiene una sola pieza que hacen en diferentes versiones, como los neones de Tracy Emin o las fotos de Cindy Sherman disfrazada. Es evidente el lugar de confort en el que se encuentran así que no es necesario que traten de aportar algo dentro de sus rangos mínimos de producción, porque tienen la protección servil de la abúlica crítica que se traga lo que sea como arte, esa crítica que se jacta de su erudición y que es lo único barato en esta feria, tanto, que con una propina se conforman.
Fuente | Avelina Lésper | El Semanario (02/01/2014)
Maurizio Cattelan ya ha utilizado en diferentes ocasiones a caballos disecados que ubica, colgados o empotrados, en determinadas exposiciones (performances, instalaciones, etc).
Janse, un artista holandés presentó en el Show de Arte de Ámsterdam en Holanda a su gato convertido en un helicóptero, luego de que su mascota muriera en un accidente de tránsito, el hombre lo embalsamó, le colocó un motor interno y varias hélices en sus patas, de esta manera honró su memoria. Orvillocopter es el primer minino volador del mundo y cuesta 12.000 euros y tiene una autonomía de cinco minutos. Jansen vende su obra por 12.000 euros, sin incluir el frigorífico en el que debe descansar Orville tras sus escapadas.
Obra de Awol Erizku en NADA Miami 2017
Judas Christ,1959, Christian Lemmerz
Una de las principales atracciones de la exposición de la Galería de Arte Zabriskie Point, en Ginebra, Suizaes la obra que se llama “Cheval de Bataille” (Caballo de Batalla) y se trata de un caballo real que ha sido disecado y colgado del cuello y la cintura.
Los artistas responsables, Maya Boesch y Régis Golay, dicen que el arte debe escandalizar y esa fue la intención que tuvo la obra “Caballo de Batalla”. Mientras que Golay niega cualquier relación de dicha obra con la actual crisis europea de la carne de caballo, Boesch por su parte afirma que “El arte no debe tratar de explicar nada, lo que hace es invitar a la gente a que se haga preguntas”.
Damien Hirst llamó por primera vez la atención del público en Londres en 1988 cuando concibió y comisarió «Freeze», una exposición en un almacén en desuso que mostraba su trabajo y el de sus amigos y compañeros de estudios en Goldsmiths College. En el casi cuarto de siglo transcurrido desde ese espectáculo fundamental (que llegaría a definir a los Jóvenes artistas británicos ), Hirst se ha convertido en uno de los artistas más influyentes de su generación. Sus obras pioneras incluyen La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien que vive (1991), un tiburón en formaldehído; Mother and Child Divided (1993), una escultura en cuatro partes de una vaca y ternera dividida en dos; y por el amor de Dios(2007), un cráneo humano tachonado con 8,601 diamantes. Además de sus instalaciones y esculturas, las pinturas de Hirst’s Spot y las pinturas de mariposas se han hecho universalmente reconocidas.
Cuando vivimos rodeados de arte sin darnos cuenta
La Fuente (1917) es una obra de arte atribuida a Marcel Duchamp. En ese año intentó exponer un urinario en una muestra organizada por la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York, lo tituló La Fuente (Fountain) y lo firmó como «R. Mutt». Es una pieza denominada readymade, (también objeto encontrado, del francés objet trouvé), el arte realizado mediante el uso de objetos ya existentes que normalmente no se consideran artísticos. Con esta obra, Duchamp inició una auténtica revolución en el mundo del arte (introduciendo el vanguardismo) al demostrar que cualquier objeto mundano podía considerarse una obra de arte con tal de que el artista lo quitara de su contexto original (en este caso, un baño) y lo situara en un nuevo contexto adecuado -una galería o un museo- y la declarara como tal.
Arte no visible. El museo Non-visible Art, es una organización auspiciada por el actor James Franco que alberga piezas que solamente están en la imaginación del artista, aquellas que no son visibles. El museo asegura que el arte es completamente real “a pesar de que los trabajos artísticos no son visibles, las descripciones pueden abrir tus ojos a un mundo paralelo de imágenes construidas. Este mundo no es visible, pero sí es real, probablemente más que el mundo que nos preocupa”.
George Brecht, Sink (Lavabo), 1963
Merde d’artist, Piero Manzoni
Manzoni buscaba reinterpretar el mundo de consumo del arte. Pues aseguraba que todos los que se encontraban dentro del mercado de éste, consideraban que una pieza era arte sólo porque un artista la había realizado.
Bajo esta premisa, Manzoni decidió enlatar su mierda y venderla a precio de oro. El resultado fue, al mismo, esperado y sorprendente; una lata fue vendida en 124 mil euros en Sotheby’s en 2007, cuando en 1961, año que Manzoni las realizó, cada lata estaba valuada en 37 dólares, lo que equivalía al precio del oro. Sin embargo, el mundo del arte criticó fuertemente a Manzoni, y antes de cumplir 30 años, había bebido todo el alcohol posible. Murió de un infarto en Milán en 1963.
My bed, Tracey Emin
Tracey Emin atrapa al espectador con exploraciones a su vida privada que reflejan las emociones universales. En esta exposición en la galería Tate, Tracey mostró su propia cama, tal y como es, con los objetos que hay a su alrededor, papeles tirados en el suelo, condones y toallas sanitarias, sábanas y cobijas por todos lados, y objetos de uso diario como pantuflas.
Su idea tuvo grandes frutos, puesto que en 1999 fue una de las nominadas al premio Turner. La obra fue vendida en 150 mil libras y se exhibe como parte de la primera exhibición de la galería Saatchi.
Untitled, Cy Twombly
Realizado con cera blanca sobre un fondo gris, la obra de Cy Twombly se subastó en 55 millones de dólares. En 1966 Twombly comenzó una serie que retrataba aquello que ocurría en un salón de clases. Este Cuadro vino exactamente después del final de la serie.
Su obra gira alrededor del amor, el arte, la belleza, y la muerte. El trabajo de Twombly se centra en imágenes de gran formato que representan sus pensamientos de manera abstracta, tal y como la corriente americana de los años de posguerra de la abstracción gestual americana con tradiciones de la pintura europea. Utiliza de manera novedosa el lenguaje a través de alusiones y referencias a través de la pintura, la escritura y la realidad.
«Vaso medio lleno» de Wilfredo Prieto (Sancti-Spiritus, Cuba, 1978)
Sobra la obra, presentada en ARCO 2015, el autor comenta: “No es nada provocadora, la pieza surge de mi cocina”, lo explica desde Cuba para aclarar que su vaso de agua medio lleno es menos provocador que otras cosas, a pesar de que el precio al que lo vende su galería, Nogueras Blanchard, invite a pensar otra cosa. Por 20.000 euros es suyo. “Soy muy poco provocador. Ojalá el arte fuera mucho más provocador”, cuenta. “El vaso no es una pieza espectacular. De hecho, es una obra que busca todo lo contrario”. El trabajo de Wilfredo descubre una posición crítica resultado de la modificación del significado de los objetos cotidianos. En este caso, es un alegato al optimismo, a ver el vaso medio lleno.
«Toilet paper» de Martin Creed
Fotografía «Piss Christ» (Orina-Cristo, 1987) del artista estadounidense Andrés Serrano. La imagen muestra un crucifijo inmerso en un vaso de orina y simboliza la ambigua relación entre «lo sagrado y lo inmundo, la religión y la blasfemia».
Serrano, estadounidense de nacimiento y de raíces hondureñas, representa el drama del hombre contemporáneo que se mueve entre lo sagrado y las tendencias profanas, y lo hace a través de un instrumento tan poderoso como la imagen.
Sus obras han levantado polémica en alguna ocasión por los materiales utilizados y esta en concreto, «Piss Christ», sigue siendo considerada por políticos y religiosos como «blasfema», «irrespetuosa» y «chocante» treinta años después de su realización.
A lo largo de su trayectoria profesional, ha tratado un vasto conjunto de temáticas incluyendo retratos de miembros del Ku Klux Klan, cadáveres y víctimas quemadas, y se ha atrevido con obras realizadas con fluidos corporales como sangre (a veces del ciclo menstrual), semen o leche materna. Su obra «Blood and Semen III» («Sangre y semen») se usó como portada del disco «Load» del grupo de ‘heavy metal’ Metallica, mientras que la obra «Piss and Blood» («Orina y sangre») se usó como portada del álbum «ReLoad», de la misma banda.
Cuando el arte es la «nada»
Caja de zapatos vacía, 1993, Gabriel Orozco
Con la idea de intervenir el espacio, su línea estética y reflexiva, Orozco exhibió una caja de zapatos que atrajo la atención de las personas porque pensaban que se trataba de basura, de algo que no debía estar ahí, algo que no tenía cabida en el recinto. Incluso los guardias del MoMa la levantaron para tirarla a la basura, hasta que les informaron que se trataba de una pieza en exhibición.
Esta pieza es una de las menos comprendidas en el arte y también de las más polémicas. Según Orozco, la caja representa una pregunta, un recipiente vacío que necesita ser llenado. Muchos críticos han detestado la pieza de Orozco, pero otros la alaban y señalan su complejidad como la acción de materializar en belleza estética a un objeto cotidiano, aquella que logró llevar a los ready mades a otro nivel.
Le vide, Yves Klein
Klein se convirtió en uno de los artistas más populares de los años 50. Es recordado por el uso desmedido de un solo color en su obra: el azul ultramarino, o el Azul Internacional Klein. De hecho, Klein tiene una serie de cuadros de monocromías azules. Estaba fascinado por ideas místicas, por el infinito, lo indefinible, el absoluto y la libertad. El uso del azul es un llamado al espectador para que éste pueda liberarse de todas las ideas impuestas. Para Klein, las líneas eran una prisión que sólo el azul podía romper.
Pero este artista del performance llevó más lejos su idea conceptual del arte. En 1958 realizó su obra Le vide, en la galería Iris Clert. Klein dejó la galería sin nada, ni una obra, solamente un gabinete vacío. Además, cada asistente debía ser escoltado al cuarto vacío. Sin embargo, su cuadro debe ser leído como una protesta, un ataque político al arte tradicional que las galerías de esos días apoyaban.
Cuando el arte es el «artista»
Plank Pieza I-II de Charles Ray
Plank Piece I-II consiste en dos grandes fotografías en blanco y negro enmarcadas en formato vertical. Ambas imágenes muestran a un hombre atrapado contra una pared por una larga tabla de madera. Ray creó el trabajo utilizando su propio cuerpo, experimentando con las formas en que podía balancearse contra la pared con una sola tabla de madera. El crítico Michael Fried ha señalado que «ambos arreglos, parece claro, podrían haberse logrado solo con la ayuda de al menos otra persona, que, sin embargo, no aparece en las fotografías». (Fried 2011, p.72.) De hecho, Ray deliberadamente presenta los arreglos de cuerpo y tabla como estructuras completas, sin ofrecer evidencia de cómo el artista llegó a estas posturas.
Milo Moiré es una activista que se define como “artista conceptual, pintora, amazona del arte y psicóloga”. Su última performance ha sido hacerse con un megáfono y una caja forrada con espejos cubriendo sus caderas. La caja tiene un pequeño agujero por el que se pueden introducir las manos y tocar. La gente pasa, se detiene y, casi con timidez, mete los dedos en la caja oscura.
El proyecto se titula Mirror Box y ha llevado a la artista a varias ciudades europeas en lo que ella describe como una reivindicación de la naturaleza consensuada de los actos sexuales.
“Estoy aquí hoy por los derechos de la mujer y la autodeterminación sexual. Las mujeres tienen una sexualidad igual que los hombres tienen una. Sin embargo, las mujeres tienen que decidir por sí mismas cuándo y cómo quieren ser tocadas, y cuando no”, comenta la artista sobre la filosofía que hay detrás de su caja de espejos.
Rhythm es el título de una serie de acciones artísticas ejecutadas por Marina Abramović entre los años 1973 y 1974. Sonido y tiempo, consciencia e inconsciencia, son los dos binomios en que se enmarcan las performance que la configuran. En Rhythm 10, la artista es filmada mientras apuñala la superficie que media entre los dedos de su mano. Cada vez que yerra y se inflige un corte, cambia de cuchillo, así hasta lastimarse una veintena de veces. Es entonces cuando reproduce la grabación y procede a repetir tanto aciertos como errores. En Rhythm 5, Abramović se sitúa en el interior de una estrella de cinco puntas a la que acto seguido prende fuego. Allí mismo recorta su cabello y uñas y los arroja al fuego para, a continuación, tumbarse entre las llamas hasta perder la consciencia a causa de la falta de oxígeno. En Rhythm 2, consume dos psicofármacos prescritos para el tratamiento de la catatonia y la esquizofrenia.
Rhythm 0 es la última de las piezas de la serie Rhythm. Era el año 1974. El Studio Morra de Nápoles (Italia) facilitaría el espacio para su escenificación. El texto plasmado en una de las paredes de la sala explicitaba: «En la mesa hay setenta y dos utensilios que pueden usarse sobre mí como se quiera. Yo soy el objeto». Abramović se posicionó junto a la mesa y adoptó un rol pasivo en el que se mantendría sumergida durante las seis horas siguientes. La performance se prolongaría entre las 20:00 de la tarde y las 2:00 de la madrugada. Bajo ninguna circunstancia debía ser interrumpida una vez en marcha. La artista asumía la plena responsabilidad de cuanto pudiera sucederle en el transcurso de esas seis horas. Las tres primeras horas de la performance transcurrieron sin sobresaltos. El comportamiento del público, elevado al rol de sujeto artístico, fue cordial, afable, amistoso. La artista fue agasajada con un beso o la entrega de una rosa, entre otras acciones bienintencionadas. Pero llegado el ecuador de la obra, el ánimo del público registró un vuelco significativo, y sus acciones se tornaron cada vez más violentas. Un hombre efectuó un corte en su cuello y procedió a beber la sangre que manaba de la herida. Colocaron un sombrero sobre su cabeza mientras le mostraban un espejo con la frase «IO SONO LIBERO», redactada con lápiz de labios; otro escribió «END» en su frente. Dispusieron su cuerpo en la mesa con las piernas abiertas y ubicaron un cuchillo entre ellas. Cargaron el revólver y lo pusieron en su mano con el cañón dirigido hacia su cuello. Esta última acción suscitó el enfrentamiento entre dos facciones del público, la conformada por quienes querían protegerla y la engrosada por aquéllos deseosos de perpetuar sus abusos; a pesar de haber recibido instrucciones de no interferir en la performance, los guardas de la sala arrojaron el arma por una de las ventanas. Abramović fue desnudada por completo, cortada su ropa con tijeras. Entrelazaron el tallo espinoso de la rosa con los eslabones de la cadena que llevaba al cuello. Esparcieron los pétalos de la flor sobre su rostro. Una mujer intervino para secar las lágrimas que humedecían sus mejillas. El galerista Lucio Amelio tomó varias fotografías que colocó en una de las manos de la artista.
Vestido con ropa de estilo colonial, el actor y mimo Laurent Decol, de 62 años, encarna a este hombre occidental que deambula, realiza actividades y descansa. A diferencia de los animales, también saca fotos y consulta sus correos electrónicos.
El actor también optó por reproducir el medio natural de este hombre que vive en una pieza abierta con una cama, un mosquitero, una lámpara, una televisión, una mesa y sillas.
«Cada día hay un tema, y se habla por ejemplo de biodiversidad, de las condiciones de vida de los animales o de la televisión. Se trajo sus objetos personales. Si la gente se le acerca, puede compartir sus experiencias, abordar facetas del ser humano», dijo a la AFP Justine Lemonnier, encargada de la comunicación del barrio Citadelle de Besanzón.
Cuando el arte es indistinguible
En febrero del 2016, una señora de la limpieza del museo de Bari tiró a la basura una obra de arte de la sala Murat. La creación, valorada en 10.000 euros, era una composición de trozos de diario, cartón y galletas que estaban esparcidos por el suelo. Según los responsables del museo, pretendía denunciar la contaminación atmosférica en el planeta. El comisario de la exposición, Antonio Maria Vasile, lamenta los hechos pero comprende la confusión.
TJ Khayatan es un joven que fue con sus amigos de visita al MOMA de San Francisco. Según él mismo ha explicado a algunos medios, les gustaron la mayoría de obras expuestas, pero algunas piezas no las entendieron y les sorprendió, incluso, que fueran calificadas de arte (como un peluche arropado con una manta gris que había en una sala). Desconcertados, decidieron hacer un experimento. Pusieron unas gafas en el suelo, cerca de una pared, y se pusieron a observar la reacción de la gente que visitaba el museo. Al poco observaron que alrededor de las gafas se habían arremolinado varias personas que miraban las gafas cual obra de arte y que, además, les hacían fotos como si fueran la ‘Gioconda’.
Una encargada del aseo de la iglesia evangélica Philippuskirche de Mannheim, tiró a los cubos de basura gran parte de la instalación «Vivienda 6/2016», con la que la artista romana Menze-Kuhn trataba de llamar la atención sobre el drama de refugiados. La obra de arte consistía en varias mantas térmicas de supervivencia, de apariencia muy parecida al papel de aluminio, arrugadas y desperdigadas por el suelo, delante del altar, con las que la artista pretendía simbolizar «los escasos medios con los que se lucha en los rescates en alta mar». El padre Gerd Frey-Seufert pidió disculpas en nombre de la empleada y explicó que «no identificó que se trataba de una obra de arte y se limitó a cumplir con lo que creía que era su trabajo», al tiempo que descartó cualquier trasfondo de xenofobia, informó el portal del diario español ABC.
La artista reconstruyó parte de la instalación aunque en esta oportunidad añadió un contenedor de basura con parte de la obra anterior. «Al principio quedé bloqueada, estaba claro que el destrozo impedía la reconstrucción de la obra, pero después entendí que podía integrarlo en ella», sostuvo.
Recreation of first public demostration of auto-destructive art de Gustav Metger
En este caso, en la exposición de la obra, un operario confundió una bolsa de basura que compone la creación con una bolsa de basura corriente y se deshizo de ella en un contenedor.
La señora de la limpieza del Museo Ostwald de Dortmund se dedicó a limpiar las manchas de cal sobre una superficie de caucho de la obra ‘Wenn es anfängt durch die Decke zu tropen’ (Cuando empieza a gotear el techo) del artista Martin Kippenberger (1953-1997). Los directivos del museo palidecieron al comprobar, la mañana siguiente, que parte de la obra de arte, que data de 1987 y que valoran en 800.000 euros había sido borrada. La cara del portavoz del museo, Dagmar Papajewski, era un verdadero poema mientras reconocía en una rueda de prensa local que «es cierto, ha pasado». La empresa subcontratada para encargarse de la limpieza del museo localizó inmediatamente a la infractora, que declaró que se había limitado a cumplir con su responsabilidad de limpiar las habitaciones. Ha declarado que no podía saber que la estructura de tablones de madera a medio pintar era una obra propiedad del museo. «Pensé que estaban pintando o arreglando una gotera», ha dicho.
La obra consiste en una estructura de torre a base de tablas de madera clavadas unas en otras, a modo de andamios o escaleras, en la que aparecen colgados varios letreros con las inscripciones «abstrusa», «reparaciones» y «satisfacción». En su parte inferior y directamente situada sobre el suelo del museo, aparecía un baño de albañil de caucho antes con estudiados restos de yeso, diseminados también a su alrededor, y ahora impoluto. La obra no es propiedad del museo, sino un préstamo de un coleccionista que no desea ser identificado y que deberá ser resarcido.
Antes
Una señora de la limpieza tiró a la basura por error varias piezas de la exposición Where shall we go dancing tonight? del museo Bozen Bolzano de Milan, según ha confirmado el propio museo, que restituirá la obra con la autorización del artista.
En concreto, la muestra consiste en cajetillas de tabaco, botellas de champán vacías y confeti. La instalación ha sido creada por los artistas milaneses Sara Goldschmied y Eleonora Chiari para representar el hedonismo y la corrupción política de la década de los 80, según informa la BBC.
Después
Apuñalan a una mujer en pleno Art Basel de Miamo Beach, la principal feria de arte contemporáneo en el continente americano, y muchos de los asistentes a la feria que fueron testigos de la insólita reyerta creyeron, en un principio, que se trataba de una actuación incluida en la oferta cultural de la muestra. Otros pensaron que el cordón policial que se instaló en la zona del incidente era uno de los montajes artísticos que se pueden contemplar entre las 267 galerías participantes.
Cuando el artista es un animal
Elefantes pintando
Delfín pintando
Pigcasso, el cerdito pintor
Un perro artista
Cuando el arte es el espectador
La Casa de la Cultura Piedra Del Sol en Colombia convoca a una actividad que consiste en la participación de los ciudadanos en la obras expuestas. Olarte Álvarez, coordinador de Arte y Acción IN SITU explicó que “este es un espacio donde los artistas descubren, cuestionan y entran en contacto directo con el espectador, mediando entre los sentidos y la idea de mundo de cada individuo”.