El 24 de agosto de 1788, en la ciudad uruguaya de Montevideo, nació Bartolomé José Hidalgo. Su padre Juan, argentino igual que su madre Catalina, murió en 1800, algo que obligó a Bartolomé a contribuir con el sustento familiar desde temprana edad.

Bartolomé HidalgoA los 15 años trabajaba en la tienda del padre de José Gervasio Artigas, quien era su amigo. En 1806 se incorporó al Ministerio de la Real Hacienda y un año después, se sumó a un batallón para luchar contra los invasores ingleses. Luego seguiría relacionado con los seguidores de Artigas, enfrentando a los portugueses.

Su compromiso político quedó plasmado en sus primeros poemas y composiciones. Hidalgo fue el autor de la “Marcha Nacional Oriental” o “Himno Oriental”, que le valió un importante reconocimiento.

En 1816, estrenó su obra “Sentimiento de un patriota” en la Casa de Comedia, un teatro que dirigió. Con los años se radicó en Buenos Aires y presentó otros trabajos como “El triunfo”, “Nuevo diálogo patriótico”, “Relación de las fiestas mayas” y “Cielito patriótico para cantar la acción de Maipú”, entre otros. En la capital argentina también contrajo matrimonio con Juana Cortina.

Debido a sus problemas pulmonares, Hidalgo se instaló en la zona de Morón, un lugar con amplios espacios verdes. La muerte, sin embargo, lo alcanzó el 28 de noviembre de 1822, cuando apenas tenía 34 años. El autor falleció en la pobreza, después de tener que vender sus composiciones poéticas en la vía pública, según señalan distintos historiadores.

Bartolomé Hidalgo está considerado como un pionero de la poesía gauchesca rioplatense y como uno de los primeros autores patrióticos del Uruguay, creando canciones para las Provincias Unidas del Río de la Plata y los orientales.

En reconocimiento a la importancia de sus composiciones, la Cámara de Senadores de Uruguay estableció, en 1995, que el 24 de agosto (fecha de su nacimiento) sea declarado el Día Nacional del Payador.

Cielito de la Independencia

 

Si de todo lo criado
es el cielo lo mejor,
el «cielo» ha de ser el baile
de los Pueblos de la Unión.

Cielo, cielito y más cielo,
cielito siempre cantad
que la alegría es del cielo,
del cielo es la libertad.

Hoy una Nación
en el mundo se presenta,
pues las Provincias Unidas
proclaman su Independencia.

Cielito, cielo festivo,
cielo de la libertad,
jurando la Independencia
no somos esclavos ya.

Los del Río de la Plata
cantan con aclamación,
su libertad recobrada
a esfuerzos de su valor.

Cielo, cielito, cantemos,
cielo de la amada Patria,
que con sus hijos celebra
su libertad suspirada.

Los constantes argentinos
juran hoy con heroísmo,
eterna guerra al tirano,
guerra eterna al despotismo.

Cielo, cielito, cantemos
se acabarán nuestras penas,
porque ya hemos arrojado
los grillos y las cadenas.

Jurando la Independencia
tenemos obligación,
de ser buenos ciudadanos
y consolidar la Unión.

Cielo, cielito, cantemos,
cielito de la unidad,
unidos seremos libres,
sin unión no hay libertad.

Todo fiel americano
hace a la Patria traición,
si fomenta la discordia
y no propende a la Unión.

Cielo, cielito, cantemos
que en el cielo está la paz,
y el que la busque en discordia
jamás la podrá encontrar.

Oprobio eterno al que tenga
la depravada intención
de que la Patria se vea
esclava de otra nación.

Cielito, cielo festivo,
cielito del entusiasmo,
queremos antes morir
que volver a ser esclavos.

¡Viva la Patria, patriotas!
¡Viva la Patria y la Unión,
viva nuestra independencia,
viva la nueva Nación!

Cielito, cielo dichoso,
cielo del americano,
que el cielo hermoso del Sud
es cielo más estrellado.

El cielito de la Patria
hemos de cantar, paisanos,
porque cantando el cielito
se inflama nuestro entusiasmo.

Cielito, cielo y más cielo,
cielito del corazón,
que el cielo nos da la paz,
y el cielo nos da la Unión.

Cielito patriótico que compuso un gaucho para cantar la acción de Maipú

 

No me neguéis este día
cuerditas vuestro favor,
y contaré en el CIELITO
de Maipú la grande acción.
Cielo, cielito que sí,
cielito de Chacabuco,
si Marcó perdió el envite,
Osorio no ganó el truco.

En el paraje mentado
que llaman Cancha Rayada,
el General SAN MARTÍN
llegó con la grande Armada.
Cielito, cielo que sí,
era la gente lucida,
y todos mozos amargos
para hacer una envestida.

Lo saben los enemigos
y al grito ya se vinieron,
y sin poder evitarlo
nuestro campo sorprendieron.
Cielito, cielo que sí,
cielito del almidón,
no te aflijas godo viejo
que ya te darán jabón.

De noche avanzaron ellos
y allá tuvieron sus tratos;
compraron barato, es cierto,
¡qué malo es comprar barato!
Cielito, cielo que sí,
le dijo el sapo a la rana,
canta esta noche a tu gusto
y nos veremos mañana.

Se reúnen los dispersos
y marchan las divisiones,
y ya andaban los paisanos
con muy malas intenciones.
Allá va cielo, y más cielo,
cielito de la cadena,
para disfrutar placeres
es preciso sentir penas.

Pero ¡bien ayga los indios!
ni por el diablo aflojaron,
mueran todos los gallegos,
VIVA LA PATRIA, gritaron.
Cielito digo que no,
no embrome amigo Fernando,
si la Patria ha de ser libre
para qué anda reculando.

Al fin el cinco de abril
se vieron las dos armadas
en el arroyo Maipú,
que hace como una quebrada.
Cielito, cielo que no,
cielito digo que sí,
párese mi don Osorio
que allá va ya SAN MARTÍN.

Empiezan a menear bala
los godos con los cañones,
y al humo ya se metieron
todos nuestros batallones.
Cielito, cielo que sí,
cielo de la madriguera,
cuanto el godo pestañó
quedó como tapadera.

Peleó con mucho coraje
la soldadesca de España,
habían sido guapos viejos
pero no por la mañana.
Cielo, cielito que sí,
la sangre amigo corría
a juntarse con el agua
que del arroyo salía.

Cargaron nuestros soldados
y pelaron los latones,
y todo lo que cargaron
flaqueron los guapetones.
Cielito, cielo de flores,
los de lanza atropellaron;
pero del caballo, amigo,
limpitos me los sacaron.

Osorio salió matando
al concluirse la contienda,
sin saber hasta el presente
dónde fue a tirar la rienda.
Cielito, cielo que sí,
cielito de los reveses;
nos ganaron el albur
y perdieron los entreses.

Godos como infierno, amigo,
en ese día murieron,
porque el Patriota es temible
en gritando al entrevero.
Cielo, cielito que sí,
hubo tajos que era risa,
a uno el lomo le pusieron
como pliegues de camisa.

Quedó el campo enteramente
por nuestros americanos,
y Chile libre quedó
para siempre de tiranos.
Cielito, cielo que sí,
por ser el godo tan terco,
se ha quedado el infeliz
como avestruz contra el cerco.

Hubo muchos prisioneros
de resultas del combate,
y según todas las señas
no les habían dado mate.
Cielito, cielo que sí,
americanos unión.
Y díganle al rey Fernando
que mande otra expedición.

Ya, españoles, se acabó
el tiempo de un tal Pizarro,
ahora como se descuiden
les ha de apretar el carro.
Cielito, cielo que sí,
cielito del disimulo,
de balde tiran la taba
porque siempre han de echar culo.

Ya puede el virrey de Lima
echar su barba en remojo,
si quiere librar el cuero
vaya largando el abrojo.
Cielito, cielo que sí,
largue el mono, no sea primo,
porque cuanto se resista
ya quedó como racimo.

Viva nuestra libertad
y el general SAN MARTÍN,
y publíquelo la Fama
con su sonoro clarín.
Cielito, cielo que sí,
de Maipú la competencia
consolidó para siempre
nuestra augusta independencia.

Viva el Gobierno presente,
que por su constancia y celo
ha hecho florecer la causa
de nuestro nativo suelo.
Cielito, cielo que sí,
vivan las Autoridades,
y también que viva yo
para cantar las verdades.

Nuevo dialogo patriótico

 

Entre Ramón Contreras, gaucho de la Guardia del Monte, y Chano, capataz de una estancia en las islas del Tordillo

CHANO

¿Qué dice, amigo Ramón,
qué anda haciendo por mi Pago
en el zaino parejero?

CONTRERAS

Amigo, lo ando variando,
porque tiene que correr
con el cebruno de Hilario.

CHANO

¡Qué me cuenta! Si es ansí
voy a poner ocho a cuatro
a favor de esté bagual,
mire amigo que es caballo
que en la rompida no más
ya se recostó al contrario.

CONTRERAS

¿Y cómo jue desde el día
que estuvimos platicando?

CHANO

Con salú; pero sin yerba;
desensille su caballo,
tienda el apero y descanse.

Tomá este pingo, Mariano,
y con el bayo amarillo
caminá y acollarálo.
¡Mire que de aquí a la Guardia
hay un tirón temerario/

CONTRERAS

Y con tantos aguaceros
está el camino pesao,
y malevos que da miedo
anda uno no más topando,
lo güeno que yo afilé
a mi gusto el envenao,
!e hice con las de domar
cuatro preguntas al zaino,
y en cuanto lo vi ganoso
y que se iba alborotando,
le aflojé todo y me vine,
pero siempre maliciando…
Velay yerba, amigo viejo,
iremos cimarroniando.

CHANO

¿Y cómo ya con la Patria
que me tiene con cuidan?
Ayer. unos óficiales
cayeron por lo de Pablo
y mientras tomaban mate,
lo asentaron, y mudaron,
leyeron unas noticias
atento del rey Fernando,
que solicita con ansia
por medio de diputaos
ser aquí reconocido
su constitución jurando.

CONTRERAS

Anda el runrún hace días,
por cierto no lo engañaron:
los diputaos vinieron,
y desde el barco mandaron
toda la papelería
a nombre del rey Fernando-,
¡y venían roncadores…
la pu… los maturrangos!
Pero, amigo, nuestra junta
al grito les largó el guacho
y les mandó una respuesta
más linda que San Bernardo.
¡Ah gauchos escribinistas
en el papel de un cigarro/
Viendo ellos que no embocaban,
y que los habían torniao,
alzaron los contrapesos
y dando güeltas al barco,
se jueron sin despedirse…
Vayan con doscientos diablos.

CHANO

Mire que es hombre muy rudo
el amigo Don Fernando:
lo contemplo tan inútil
asigún lo he figurao,
que creo que ni silbar
sabe, como yo soy Chano.
De balde dimos la baja
a todos sus mandatarios,
y por nuestra libertá
y sus derechos sagraos
nos salimos campo ajuera,
y al enemigo topando,
el poncho a medio envolver
y el alfajor en la mano,
con el corazón en Dios
y en el santo escapulario
de nuestra Virgen del Carmen,
haciendo cuerpo de gato;
sin reparar en las balas
ni en los juertes cañonazos,
nos golpiamos en la boca
y ya nos entreveramos;
y a éste quiero, a éste no quiero,
los juimos arrinconando,
y a un grito: ¡Viva la Patria!
el coraje redoblamos,
y entre tiros y humadera,
entre reveses y tajos,
empezaron a flaquiar,
y tan del todo aflojaron,
que de esta gran competencia
ni memoria nos dejaron.
De balde en otras aiciones
les dimos contra los cardos;
y si no que le pregunten
a Posadas el mentao
cómo le jue allá en las Piedras,
y después allá en los barcos.
Diga Tristán… Mas no quiero
gastar pólvora en chimangos,
porque era Tristán más triste
que hombre pobre enamorao.
Muesas en la del Cerrito;
Marcó flojo y sanguinario
en la afición de Chacabuco,
Osorio es hombre fortacho
allá en los Cerros de Espejo
en la pendencia de Maipo.
Hable Quimper y ese O’Relly
y otros muchos que ahura callo.
Todo es de balde, Contreras,
pues si conoce Fernando
que aunque haga rodar la taba
culos no más sigue echando,
¿no es una barbaridá
el venir ahura roncando?
Mejor es que duerma poco,
porque amigo, a sus vasallos
el nombre de Libertá
creo que les va agradando,
y como él medio se acueste,
cuanto se quede roncando
ya le hicieron trus la vaca,
y ya me lo capotiaron.

CONTRERAS

¡Ah Chano, si de sabido
perdiz se hace entre las manos!
Cuanto me ha dicho es ansina
y yo no puedo negarlo;
pero esté usté en el aquel
que ellos andan cabuliando
a ver si nos desunimos
del todo, y en este caso
arrancarnos lo que es nuestro
y hasta el chiripá limpiarnos.

CHANO

¡No toque, amigo, ese punto
porque me llevan los diablos!
¿Quién nos mojaría la oreja
si uniéramos nuestros brazos?

No digo un Rey tan lulingo;
mas ni todos los tiranos
juntos, con más soldadesca

que hay yeguada en nuestros campos
nos habían de hacer roncha;
pero amigo, es el trabajo
que nuestras desavenencias
nos tienen medio atrasaos.
¡Ah sangre, amigo, preciosa
tanta que se ha derramao!
¿No es un dolor ver, Contreras,
que ya los americanos
vivimos en guerra eterna,
y que al enemigo dando
ratos alegres y güenos
los tengamos bien amargos?
Pero yo espero desta hecha
saludar al Sol de Mayo,
en días más lisonjeros,
unido con mis hermanos.
Y ansi no hay que recular,
que ya San Martín el bravo
está en las puertas de Lima
con puros mozos amargos,
soldadesca corajuda,
y sigún me han informao
en Lima hay tanto patriota
que Pezuela anda orejiando,
y en logrando su redota
ha de cambiar nuestro Estado,
pues renace el patriotismo
en el más infeliz rancho.

CONTRERAS

Sí, señor, dejuramente.
¡Ah momento suspiran!
Y en cuanto esto se concluya
al grito nos descolgamos
con latón y garabina,
a suplicarle a un tapao
que largue no más lo ajeno,
porque es terrible pecao
contra el gusto de su dueño
usar lo que no se ha dao;
y en concencia yo no quiero
(porque soy muy güen cristiano)
que ninguno se condene
por hecho tan temerario.

CHANO

¡Eso sí, Ramón Contreras!
¿Se acuerda del fandangazo
que vimos en lo de Andújar
cuando el general Belgrano
hizo sonar los cueritos
en Salta a los maturrangos?

Por cierto que en esta aición
(sin intención de dañarnos)
hizo un barro el general
que aún hoy lo estamos pagando;
él quiso ser generoso
y presto miró su engaño,
cuando hizo armas en su contra
el juramentao Castro,
que quebrantando su voto
manchó su honor y su grao.
Estas generosidades
muy lejos nos han tirao,
porque el tirano presume
que un proceder tan bizarro
sólo es falta de justicia;
pero esto ya se ha pasao,
y no será malo, amigo,
si por fin escarmentamos.
Por ahura saque el cuchillo,
despachemos este asao
y sestiaremos después,
para ir a lo del Pelao
a ver si entre su manada
está, amigo, mi picazo,
que hace días que este bruto
de las mansas se ha apartao.

Comieron con gran quietú,
y después de haber sestiao
ensillaron medio flojo,
y se salieron al tranco
al rancho de Andrés Bordón,
alias el Indio Pelao,
que en las pendencias de arriba
sirvió de triste soldao,
y en Vilcapugio de un tiro
una pierna le troncharon.
Dieron el grito en el cerco,
los perros se alborotaron;
Bordón dejó la cocina,
!os hizo apiar del caballo;
y lo que entre ellos pasó
lo diremos más despacio
en otra ocasión, que en ésta
ya la pluma se ha cansao.

Bartolomé José Hidalgo, poeta, Montevideo, 1788-1822

Relación de las fiestas mayas

 

Relación que hace el GAUCHO RAMÓN CONTRERAS a JACINTO CHANO, de todo lo que vio en las Fiestas Mayas en Buenos Ayres, en el año 1822

CHANO

Con que mi amigo Contreras,
¿Qué hace en el ruano gordazo?
Pues desde antes de marcar
No lo veo por el Pago.

CONTRERAS

Tiempo hace que le ofrecí
El venir a visitarlo,
Y lo que se ofrece es deuda:
¡Pucha! pero está lejazos.
Mire que ya el mancarrón
Se me venía aplastando.
¿Y V. no fue a la ciudad
A ver las fiestas este año?

CHANO

¡No me lo recuerde amigo!
Si supiera ¡voto al diablo!
Lo que me pasa ¡por Cristo!
Se apareció el veinticuatro
Sayavedra el domador
A comprarme unos caballos:
Le pedí a dieciocho reales,
Le pareció de su agrado,
Y ya no se habló palabra,
Y el ajuste cerramos;
Por señas que el trato se hizo
Con caña y con mate amargo.
Caliéntase Sayavedra,
Y con el aguardientazo
Se echó atrás de su palabra,
Y deshacer quiso el trato.
Me dio tal coraje amigo
Que me aseguré de un palo.
Y en cuanto lo descuidé
Sin que pudiera estorbarlo
Le acudí con cosa fresca:
Sintió el golpe, se hizo gato,
Se enderezó, y ya se vino
El alfajor relumbrando:
Yo quise meterle el poncho,
Pero amigo quiso el diablo
Trompezase en una taba,
Y lueguito mi contrario
Se me durmió en una pierna
Que me dejó coloreando:
En esto llegó la gente
Del puesto, y nos apartaron.
Se fue y me quedé caliente
Sintiendo, no tanto el tajo
Como el haberme impedido
Ver las funciones de Mayo:
De ese día por el cual
Me arrimaron un balazo,
Y pelearé hasta que quede
En el suelo hecho miñangos.
Si V. estuvo Contreras
Cuénteme lo que ha pasado.

CONTRERAS

¡Ah fiestas lindas, amigo!
No he visto en los otros años
Funciones más mandadoras,
Y mire que no lo engaño.
El 24 a la noche
Como es costumbre empezaron.
Yo vi unas grandes columnas
En coronas rematando
Y ramos llenos de flores
Puestos a modo de lazos.
Las luces como aguacero
Colgadas entre los arcos,
El cabildo, la pirami
La recoba y otros lados,
Y luego la versería
¡Ah cosa linda! un paisano
Me los estuvo leyendo
Pero ¡ah poeta cristiano,
Qué décimas y qué trobos!
Y todo siempre tirando
A favor de nuestro aquel:
Luego había en un tablado
Musiquería con fuerza
Y bailando unos muchachos
Con arcos y muy compuestos
Vestidos de azul y blanco,
Y al acabar, el más chico
Una relación echando
Me dejó medio… quien sabe
¡Ah muchachito liviano,
Por Cristo que le habló lindo
AL VEINTICINCO DE MAYO!
Después siguieron los fuegos
Y cierto que me quemaron
Porque me puse cerquita,
Y de golpe me largaron
Unas cuantas escupidas
Que el poncho me lo cribaron.
A las ocho de tropel
Para la Merced tiraron
Las gentes a las comedias,
Yo estaba medio cansado
Y enderecé a lo de Roque:
Dormí, y al cantar los gallos
Ya me vestí; calenté agua,
Estuve cimarroneando;
Y luego para la plaza
Cogí y me vine despacio:
Llegué ¡bien hayga el humor!
Llenitos todos los bancos
De pura mugerería,
Y no amigo cualquier trapo
Sino mozas como azúcar,
Hombres, eso era un milagro;
Y al punto en varias tropillas
Se vinieron acercando
Los escueleros mayores
Cada uno con sus muchachos
Con banderas de la patria
Ocupando un trecho largo,
Llegaron a la pirami
Y al ir el sol coloreando
Y asomando una puntita…
Bracatán, los cañonazos,
La gritería, el tropel,
Música por todos lados,
Banderas, danzas, funciones,
Los escuelistas cantando,
Y después salió uno solo
Que tendría doce años,
Nos echó una relación…
¡Cosa linda amigo Chano!
Mire que a muchos patriotas
Las lágrimas les saltaron.
Más tarde la soldadesca
A la plaza fué dentrando
Y desde el fuerte a la iglesia
Todo ese tiro ocupando.
Salió el gobierno a las once
Con escolta de a caballo,
Con gefes y comendantes
Y otros muchos convidados,
Doctores, escribinistas,

Las justicias a otro lado,
Detrás la oficialería
Los latones culebreando.
La soldadesca hizo cancha
Y todos fueron pasando
Hasta llegar a la iglesia.
Yo estaba medio delgado
Y enderecé a un bodegón,
Comí con Antonio el manco,
Y a la tarde me dijeron
Que había sortija en el bajo:
Me fuy de un hilo al parage,
Y cierto no me engañaron.
En medio de la alameda
Había un arco muy pintado
Con colores de la patria:
Gente, amigo, como pasto,
Y una mozada lucida
En caballos aperados
Con pretales y coscojas,
Pero pingos tan livianos
Que a la más chica pregunta
No los sujetaba el diablo.
Uno por uno rompía
Tendido como lagarto
Y… zás… ya ensartó… ya no…
¡Oiganlé que pegó en falso!
¡Qué risa, y qué boracear!
Hasta que un mocito amargo
Lo aflojó todo al rocín
Y ¡bien haiga el ojo claro!
Se vino al humo, llegó
Y la sortija ensartando
Le dió una sentada al pingo
Y todos VIVA: gritaron.

Vine a la plaza: las danzas
Seguían en el tablado;
Y vi subir a un Inglés
En un palo jabonado
Tan alto como un ombú,
Y allá en la punta colgando
Una chuspa con pesetas,
Una muestra y otros varios
Premios para el que llegase:
El Inglés era baqueano:
Se le prendió al palo viejo,
Y moviendo pies y manos
Al galope llegó arriba,
Y al grito ya le echó mano
A la chuspa y se largó
De un pataplús hasta abajo:
De allí a otro rato volvió
Y se trepó en otro palo
Y también sacó una muestra
¡ Bien haiga el bisteque diablo!
Después se treparon otros
Y algunos también llegaron.
Pero lo que me dio risa
Fueron, amigo, otros palos
Que había con unas guascas
Para montar los muchachos,
Por nombre rompe cabezas:
Y en frente, en el otro lado,
Un premio para el que fuese
Hecho rana hasta toparlo;
Pero era tan belicoso

Aquel potro, amigo Chano,
Que muchacho que montaba
Contra el suelo, y ya trepando
Estaba otro, y zas al suelo;
Hasta que vino un muchacho
Y sin respirar siquiera
Se fué el pobre resvalando
Por la guasca, llegó al fin
Y sacó el premio acordado.
Pusieron luego un pañuelo
Y me tenté ¡mire el diablo!
Con poncho y todo trepé
Y en cuanto me lo largaron
Al infierno me tiró,
Y sin poder remediarlo
(Perdonando el mal estilo)
Me pegué tan gran culazo
Que si allí tengo narices
Quedo para siempre ñato.
Luego encendieron las velas
Y los bailes continuaron,
La cuetería y los fuegos.
Después todos se marcharon
Otra vez a las comedias.
Yo quise verlas un rato
Y me metí en el montón,
Y tanto me rempujaron
Que me encontré en un galpón
Todo muy iluminado,
Con casitas de madera
Y en el medio muchos bancos.
No salían las comedias
Y yo ya estaba sudando,
Cuando amigo, derrepente,
Ardese un maldito vaso
Que tenía luces dentro
Y la llama subió tanto
Que pegó fuego en el techo:
Alborotóse el cotarro
Y yo que estaba cerquita
De la puerta, pegué un salto
Y ya no quise volver.
Después me anduve paseando
Por los cuarteles, que había
También muy bonitos arcos
Y versos que daba miedo…-

Llegó el veintiséis de mayo
Y siguieron las funciones
Como habían empezado.
El veintisiete lo mismo:
Un gentío temerario
Vino a la plaza: las danzas,
Los hombres subiendo al palo,
Y allá en el rompe cabezas
A porfía los muchachos.

Luego con muchas banderas
Otros niños se acercaron
Con una imagen muy linda
Y un tamborcito tocando;
Pregunté qué virgen era,
La Fama, me contestaron:
Al tablado la subieron
Y allí estuvieron un rato,
A donde uno de los niños
Los estuvo proclamando
A todos sus compañeros.

¡Ah, pico de oro! Era un pasmo
Ver al muchacho caliente,
Y más patriota que el diablo.
Después hubo volantines
Y un inglés todo pintado,
En un caballo al galope
Iba dando muchos saltos.
Entretanto la sortija
La jugaban en el Bajo.
Por la plaza de Lorea
Otros también me contaron
Que había habido toros lindos.

Yo estaba ya tan cansado
Que así que dieron las ocho
Corté para lo de Alfaro,
Donde estaban los amigos
En beberage y fandango:
Eché un cielito en batalla,
Y me resbalé hasta un cuarto
Donde encontré a unos calandrias
Calientes jugando al paro.
Yo llevaba unos realitos,
Y así que echaron el cuarto
Se los planté, perdí en boca,
Y sin medio me dejaron.
En esto un catre viché,
Y me lo fui acomodando,
Me tapé con este poncho
Y allí me quedé roncando.
Esto es, amigo del alma,
Lo que he visto y ha pasado.

CHANO

Ni oírlo quisiera, amigo,
Como ha de ser, padezcamos
A bien que el año que viene,
Si vivo iré a acompañarlo,
Y la correremos juntos.

Contreras lió su recado
Y estuvo allí todo un día;
Y al otro ensilló su ruano,
Y se volvió a su querencia
Despidiéndose de Chano.

Un Gaucho de la Guardia del Monte

 

Contesta al Manifiesto de Fernando VII, y saluda al conde de Casa-Flores con el siguiente cielito en su idioma

Ya que encerré la tropilla
y que recogí el rodeo,
voy a templar la guitarra
para esplicar mi deseo.

Cielito, cielo que sí,
mi asunto es un poco largo;
para algunos será alegre,
y para otros será amargo.

El otro día un amigo,
hombre de letras por cierto,
del rey Fernando a nosotros
me leyó un gran Manifiesto.

Cielito, cielo que sí,
este Rey es medio zonzo
y en lugar de D. Fernando
debiera llamarse Alonso.

Ahora que él ha conocido
que tenemos disensiones,
haciendo cuerpo de gato,
se viene por los rincones.

Cielito, cielo que sí,
guarde amigo el papelón,
y por nuestra Independencia
ponga una iluminación.

Dice en él que es nuestro padre
y que lo reconozcamos,
que nos mantendrá en su gracia
siempre que nos sometamos.

Cielito, digo que sí
ya no largamos el mono,
no digo a Fernando el sétimo,
pero ni tampoco al nono.

Después que por todas partes
lo sacamos apagando,
ahora el Rey con mucho modo
de humilde la viene echando.

Cielito, cielo que sí,
ya se le murió el potrillo,
y si no, que se lo digan
Osorio, Marcó y Morillo.

Quien anda en estos maquines
es un conde Casa-Flores,
a quien ya mis compatriotas
le han escrito mil primores.

Cielito, digo que no,
siempre escoge D. Fernando
para esta clase de asuntos
hombres que andan deletreando.

El Conde cree que ya es suyo
nuestro Río de la Plata:
¡cómo se conoce, amigo,
que no sabe con quién trata!

Allá va cielo y más cielo,
cielito de Casa-Flores,
Dios nos librará de plata
pero nunca de pintores.

Los que el yugo sacudieron
y libertad proclamaron,
de un Rey que vive tan lejos
lueguito ya se olvidaron.

Allá va cielo y más cielo,
libertad, muera el tirano,
o reconocernos libres,
o adiosito y sable en mano.

¿Y qué esperanzas tendremos
en un Rey que es tan ingrato
que tiene en el corazón
uñas lo mismo que el gato?

Cielito, cielo que sí,
el muchacho es tan clemente
que a sus mejores vasallos
se los merendó en caliente.

En política es el diablo
vivo sin comparación,
y el reino que le confiaron
se lo largó a Napoleón.

Cielito, digo que sí,
hoy se acostó con corona,
y cuando se recordó
se halló sin ella en Bayona.

Para la guerra es terrible,
balas nunca oyó sonar,
ni sabe qué es entrevero,
ni sangre vio coloriar.

Cielito, cielo que sí,
cielito de la herradura,
para candil semejante
mejor es dormir a oscuras.

Lo lindo es que al fin nos grita
y nos ronca con enojo,
si fuese algún guapo… ¡vaya¡
¡Pero que nos grite un flojo!

Cielito, digo que sí,
venga a poner su contienda,
y verá si se descuida
dónde va a tirar la rienda.

Eso que los reyes son
imagen del Ser divino,
es (con perdón de la gente)
el más grande desatino.

Cielito, cielo que sí,,
el evangelio yo escribo,
y quien tenga desconfianza
venga le daré recibo.

De estas imágenes una
fue Nerón que mandó a Roma,
y mejor que él es un toro
cuando se para en la loma.

Cielito, cielo que sí,
no se necesitan reyes
para gobernar los hombres
sino benéficas leyes.

Libre y muy libre ha de ser
nuestro jefe, y no tirano;
éste es el sagrado voto
de todo buen ciudadano.

Cielito, y otra vez cielo,
bajo de esta inteligencia,
reconozca, amigo Rey,
nuestra augusta Independencia.

Mire que grandes trabajos
no apagan nuestros ardores,
ni hambres, muertes ni miserias,
ni aguas, fríos y calores.

Cielito, cielo que sí,
lo que te digo Fernando,
confiesa que somos libres
y no andés remolineando.

Dos cosas ha de tener
el que viva entre nosotros,
amargo, y mozo de garras
para sentársele a un potro.

Y digo cielo y más cielo,
cielito del espinillo,
es circunstancia que sea
liberal para el cuchillo.
Mejor es andar delgao,
¡dar águila y sin penas,
que no llorar para siempre
entre pesadas cadenas.

Cielito, cielo que sí,
guardensé su chocolate,
aquí somos puros Indios
y sólo tomamos mate.

Y si no le agrada, venga
con lucida expedición,
pero si sale matando
no diga que fue traición.

Cielito, los Españoles
son de laya tan fatal,
que si ganan, es milagro,
y traición, si sale mal.

Lo que el Rey siente es la falta
de minas de plata y oro;
para pasar este trago
cante conmigo este coro.

Cielito, digo que no,
cielito, digo que sí,
reciba, mi D. Fernando,
memorias de Potosí.

Ya se acabaron los tiempos
en que seres racionales,
adentro de aquellas minas
morían como animales.

Cielo, los Reyes de España
¡la p… que eran traviesos)
Nos cristianaban al grito
y nos robaban los pesos.

Y luego nos enseñaban
a rezar con grande esmero,
por la interesante vida
de cualquiera tigre overo.

Y digo cielo y más cielo,
cielito del cascabel,
¿rezaríamos con gusto
por un tal D. Pedro el Cruel?

En fin, cuide amigo Rey
de su vacilante trono,
y de su tierra, si puede,
haga cesar el encono.

Cielito, cielo que sí,
ya los constitucionales
andan por ver si lo meten
en algunos pajonales.

Y veremos si lo saca
la señora Inquisición,
a la que no tardan mucho
en arrimarle latón.

Cielito, cielo que sí,
ya he cantado lo que siento,
supliendo la voluntá
la falta de entendimiento.

Bartolomé José Hidalgo, poeta, Montevideo, 1788-1822

Al triunfo de Lima y El Callao

 

Descolgaré mi changango
para cantar sin reveses,
el triunfo de los patriotas
en la Ciudad de los Reyes.

Cielito, cielo que sí,
están los Sanmartinistas
tan amargos y ganosos ,
que no hay quien se les resista.

Apartando una torada
me encontraba yo en mi hacienda,
pero al decir: Lima es nuestra
le largué al bagual la rienda.

Cielito, cielo que sí,
cielito de Fr. Cirilo,
y ya enderecé hasta el pueblo,
y ya me vine en un hilo.

Estaba medio cobarde
porque ya otros payadores
y versistas muy sabidos
escribieron puras flores.

Allá va cielo y más cielo,
cielito de la mañana…
Después de los ruiseñores
bien puede cantar la rana.

y aun alivió los conventos
no dejando ni ratones
con la juerza del tormento.

Cielito, cielo que sí,
tome bien la deresera,
porque con la pesadumbre
no dé en una vizcachera.

Con puros mozos de garras
San Martín entró triunfante,
con jefes, y escribanistas
y todos los comendantes.

Cielito, cielo que sí,
digo cese la pendencia,
ya reventó la coyunda,
y viva la Independencia.

Y en cuanto gritaron viva,
ya salieron boraciando
los libres con las banderas
que a la patria consagraron.

Cielo, y ya las garabinas
y los cajones roncaron,
y hasta las campanas viejas
allí dejaron el guano,

¡Qué bailes y qué junciones!
y aquel beber tan prolijo,
que en el rico es alegría
y en el pobre pedo fijo.

Cielito, cielo que no,
por el bravo San Martín
no hubo ciego violinista
que no rompiese el violín.

Cayó Lima: unos decían,
ya tronó, gritaban otros
, ¡oiganlé al matucho viejo
qué mal se agarró en el potro!

Cielito, digo que sí,
todo era humor y alegría,
y andaba mandando juerza
toda la mujerería.

¿Y qué me dicen, señores,
de un tal general Cantera
que diz que vino al Callao
a llevarse una zoncera?

Cielito, digo que sí,
cielito de los escesos,
este infeliz sucumbió
como ratón en los quesos.

Como el hambre le apretaba
dejó el castillo al instante,
y sacó la soldadesca
a ver si le daba el aire.

Cielito, cielo que sí,
cielito de tres por ocho,
que se empezó a desgranar
lo mesmo que maíz morocho.

Más de ochocientos soldados
se pasaron de carrera,
y en un tris no más estuvo
que se viniese Cantera.

Cielito, digo que sí,
de hambre morir no quisieron,
y les encuentro razón
porque estarían muy fieros.

Viendosé entonces perdidos
irse pensó por la costa,
y Cockran meniando bala
jue matando esta langosta.

Cielito, digo que sí,
por fin el pobre juyó
y el Callao con sus cangallas
a San Martín se rindió.

Solo el general Ramírez
quedó y también Olañeta,
pero pronto me parece
que entregarán la peseta.

Cielito, cielo que sí,
cielito del bien que quiero,
estos pobres han quedao
dando güeltas al potrero.

La Patria, sigún mi cuenta,
es lo mesmo que el banquero,
que por precisión se lleva
la plata de enero a enero.

Cielito, en este supuesto
sepa el amigo Fernando,
que mientras él tenga apuntes
la Patria sigue tallando.

Que los medios que le quedan
los va a perder, y muy presto,
y él no tiene caracú
para coparnos el resto.

Cielito, cielo que sí,
cielito de los corrales,
o han de agachar sin remedio
o han de ir a los pajonales.

Provincias de Buenos Aires
y de Cuyo, valerosas,
con triunfo tan singular
debéis estar muy gozosas.

Cielito, cielo que sí,
cielito del fiero Marte,
en empresas tan sublimes
os tocó la mejor parte.

Y con esto honor y gloria
a los Sur-Americanos,
que supieron con firmeza
libertarnos del tirano.

Cielito, digo que sí,
cielito de la victoria,
la Patria y sus dinos hijos
vivan siempre en mi memoria.

Bartolomé José Hidalgo, poeta, Montevideo, 1788-1822