Críticas
- 1942, Rojo y negro dirigida por Carlos Arévalo
- 1949, El tercer hombre dirigida por Carol Reed
- 1955, La noche del cazador dirigida por Charles Laughton
- 1957, Un marido de ida y vuelta dirigida por Luis Lucía Mingarro
- 1959, Los cuatrocientos golpes dirigida por François Truffaut
- 1959, Cabalgar en solitario dirigida por Budd Boetticher
- 1962, El cabo del terror dirigida por J. Lee Thompson
- 1965, Doctor Zhivago dirigida por David Lean
- 1966, El Dorado dirigida por Howard Hawks
- 1968, Besos robados dirigida por François Truffaut
- 1979, Apocalypse Now dirigida por Francis Ford Coppola
- 1980, El hombre de moda de Fernando Méndez-Leite
- 1981, Mad Max 2, el guerrero de la carretera dirigida por George Miller
- 1982, First blood (Acorralado), dirigida por Ted Kotcheff
- 1992, Teniente corrupto dirigida por Abel Ferrara
- 1993, La lista de Schindler dirigida por Steven Spielberg
- 1994, Wyatt Earp dirigida por Lawrence Kasdan
- 1998, El gran Lebowski dirigida por los hermanos Cohen
- 2001, El planeta de los simios dirigida por Tim Burton
- 2003, Hulk dirigida por Ang Lee
- 2007, Lío embarazoso (Knocked Up) dirigida por Judd Apatow
- 2007, La niebla dirigida por Frank Darabont
- 2007-2009, The Big Bang Theory, CBS
- 2008, La conspiración del pánico dirigida por D.J. Caruso
- 2009, Un tipo serio dirigida por Joel y Ethan Coen
- 2009, Todo incluido dirigida por Peter Billingsley
- 2011, Page Eight dirigida por David Hare
- 2012, To the Wonder dirigida por Terrence Malick
- 2013, El camino de vuelta dirigida por Nat Faxon y Jim Rash
- 2013, Dallas Buyer Club dirigida por Jean-Marc Vallée
- 2014, El año más violento dirigida por J.C. Chandor
- 2015, High-Rise dirigida por Ben Wheatley
- 2015, Perdiendo el Norte dirigida por Nacho García Velilla
- 2017, Oro dirigida por Agustín Díaz Yanes
- 2017, Churchill dirigida por Jonathan Teplitzky
Page Eight dirigida por David Hare, 2011
Acerca de la película Page Eight, estrenada en España como Entre líneas -¡!-, aparte de sus personajes coherentes con sus personalidades ya de por sí coherentes, de sus magistrales interpretaciones (mención especial merecen un sobresaliente Bill Nighy y un imperial Michael Gambon), aparte de sus diálogos inteligentes, de establecer la confianza como valor de supervivencia de la Ética y de la desconfianza como estrategia de la Moral, puedo decir que demuestra que Inglaterra, a pesar de los pesares, sigue asentando su cultura dominante en la conciencia de lo que es o no es «honorable». Así, hasta el personaje más oscurantista, en este caso el Primer Ministro, interpretado por Ralph Fiennes, está preocupado porque no se descubran sus turbias maquinaciones… y esa sola preocupación demuestra que incluso los más ególatras salvadores de la patria inglesa tienen conciencia de su doblez… no me imagino en España esa preocupación por aparentar una cultura democrática que está tan corrompida que ya ni aparentar precisa.
High-Rise dirigida por Ben Wheatley, 2015



Tal vez sea debido a la creencia de que la mejor manera de expresar el caos es mediante la exposición caótica de acontecimientos, que esta película se complace a sí misma enorgulleciéndose de ser un retrato de la decadencia de nuestra civilización, simbolizada por la figura arquitectónica de un rascacielos, de la misma manera que David Cronenberg utilizó una limusina en su particular Cosmópolis (2012). Así no resulta extraño que Ben Wheatley se complazca en flashearnos con escenas oníricas cuyo sentido (el por qué, el cómo de los comportamientos) no le vale la pena rastrear porque, lo dicho, el caos es caos y no puede ser relatado más que mediante la acumulación de sinsentidos. Sin duda resulta impactante, nunca turbador, pero aun más resulta vacío y, sobre todo, cómodo, muy cómodo, para el director, satisfecho de si mismo por conseguir su objetivo, que no dudo sea otro que el de incomodar al espectador.
Lástima, porque el caos no es más que un cosmos por interpretar, y es eso, interpretar la realidad (o la ficción de esa realidad) lo que en esta película en ningún momento se vislumbra posible.
Doctor Zhivago dirigida por David Lean, 1965



Omar Sharif es una Doctor Zhivago «extraordinario», perfecto.
El amor de Yuri Zhivago y Larisa («Lara») Antípova se fundamenta en la mutua admiración. Están hechos de la misma materia.
Yuri Zhivago es capaz de reconocer la belleza en cualquier circunstancia, por muy adversa y extrema que ésta sea.












First blood (Acorralado), dirigida por Ted Kotcheff, 1982



Historia de lo que ocurre cuando dos personas, el sheriff Teasle (Brian Dennehy, impecable, como casi siempre) y el ex-combatiente John Rambo (Sylvester Stallone, átono como siempre), se enfrentan previamente incapacitados, uno por su personalidad y el otro por su experiencia bélica, para dirimir sus diferencias mediante el diálogo.
Buen retrato psicológico del sheriff Teasle, un excombatiente de Corea inadaptado a la sociedad por añoranza de la guerra, por añoranza de poder expresar libremente su violencia y las normas morales implícitas en esa violencia. Paradójicamente (no tanto), el sheriff Teasle es el representante de la ley en un pueblo de la América profunda.
Historia de un egoísta, el sheriff Teasle, fuerte con los débiles y débil con los fuertes, que obviamente se ha rodeado de colaboradores incapaces de hacer razonamientos que no sean violentos o pusilánimes, a los que arrastra en su locura, que no es más que el resultado de medir mal sus fuerzas al creerse capacitado muy por encima de sus posibilidades reales, no disponiendo de más recursos ante la reiteración de sus errores que la obcecación.
Historia de un hombre, el sheriff Teasle, que lleva la violencia a la guerra, y de otro, Rambo, al que la guerra le lleva a la violencia. No es un debate entre las secuelas de la guerra de Corea y la de Vietnam, ni entre dos generaciones, es un enfrentamiento entre dos personajes americanos que habiendo ambos luchado por su país, uno precisa de la violencia para expresarse y superar su miedo, y el otro, a pesar de saber utilizarla (los Estados Unidos le han enseñado muy bien ha hacerlo), quiere dejarla atrás pero no sabe cómo hacerlo porque la guerra (no importa cuál) le ha desprovisto de esa alternativa.
Curiosamente, el público, a diferencia de los actores que descartaron interpretar a Rambo, disfrutó de la violencia de la película, unos por el placer de ver reflejada su propia violencia, otros por el hecho de no amedrentarse y utilizarla en defensa propia, por encima de sus causas y motivaciones y de lo que representaba cada contendiente, lo que da que pensar.
Ted Kotcheff demuestra ser un director sobrio y competente al servicio de un mensaje coherente. Lo mejor, la ausencia de toda pretensión. Buena película.








