Casas hechas con restos de muebles
donde más lluvia dentro que fuera,
pibes llorando su hambre de fiera,
ropa vieja colgando de cables.

Perros ladrando en calles de tierra,
tufo inmundo de pulpas y cuero,
quiosco enrejado, gallinero,
pozos ciegos, cirujas, chatarra.

Tiroteos sin arte ni parte,
agua de bomba vieja y robada,
ríos de lavarropas mezclada
con mierda y despojos de mate.

Minas golpeadas, almas rotas,
cumbia al palo y merenderos,
parásitos, dengue y botelleros,
panchos, caretas y pajarotas.

La pelopincho en la vereda,
colectivos trompudos, navajas,
barrilete cómico en las zanjas,
evangelistas, chapa oxidada,

pendejos ansiando pegamentos,
vendedor ambulante de chipa,
bacteria kumpa, dolor de tripa
y forros y chorros carachentos.

En esa pobreza de alambres
y espinos, en esa Babilonia
de ratas, latas y acrimonia,
aún se distinguen, orfebres,

los hombres vivos de los chacales,
los números pares de los nones,
los laboriosos de los chambones
y los que ayudan de los banales,

porque trabajan lo que les rodea
siendo en la pobreza dignidad
y en lo renegrido claridad
con voluntad de Santa Gadea.

 

del libro de poemas Fulgor en la oscuridad

Casas hechas con restos de muebles
Casas hechas con restos de muebles
Casas hechas con restos de muebles