La madre comprobó que no hay
más tela escondida
en el dobladillo de la falda
de mi hermana
y que a los dos se nos quedó corto
el abrigo del invierno pasado.

El carbón escasea en el capazo
y hace dos días que no pasa
el carro del basurero
(la última vez el jamelgo cojeaba).

Los niños se caldean en la calle
jugando al churro media manga mangotero
y la picadura que está liando
mi tío abuelo formará
un celaje azul amable
que flotará durante horas
en la penumbra del comedor
y nos picará en la garganta.

Hoy cenamos, hace frío,
con los guantes de lana puestos
otra vez sopa de pan
y un poco de membrillo
y nos repartimos
los gajos de la naranja
con los que ya hemos jugado a barquitos…
tal vez luego
calentaremos castañas
sacaremos la gaseosa
y el comedor será una fiesta.

El mendigo de la esquina
cierra su jornada
en la bodega
reparando el pescuezo
con garnacha
y una esposa, hace mucho
no se tiñe, pela patatas
y ya no recuerda que tuvo un amante
que la maltrataba.

“… media manga, mangotero… adivina lo que tengo
en el puchero…
de mi abuelo Baldomero…”
y el niño que soy se hunde
bajo el peso
de las circunstancias.

 

de Jornalero, ebanista, minero, revisor y camarero

Churro, mediamanga de Jornalero, ebanista, minero, revisor y camarero
Churro Mediamanga Mangotero
Resumen
Churro, mediamanga
Título del artículo
Churro, mediamanga
Descripción
La madre comprobó que no hay más tela escondida en el dobladillo de la falda de mi hermana ...
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Ersilias
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