Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938
Claudia Cardinale, Túnez, 1938

Claudia Cardinale, Túnez, 1938

Claudia Cardinale nunca quiso ser actriz. Un encuentro fortuito con un director de cine a la salida del colegio y un concurso de belleza al que ni siquiera se había presentado, cambiaron su destino. Y ahora, a sus 81 años recién cumplidos, se resiste a decir adiós a las tablas.»Yo quería ser exploradora. He viajado tanto alrededor del mundo que en parte he cumplido mi sueño», contó a LOC hace un año. La gran diva del cine italiano soplará las velas rodeada de su familia en París, donde residen desde hace décadas. La actriz tiene dos hijos: Claudia, que nació de su relación con el cineasta Pasquale Squitieri; y Patrick, que llegó al mundo fruto de una violación cuando tenía 17 años. Un trauma que confesaría muchos años después en su biografía Yo Claudia, Tu Claudia.

Musa de Luchino Visconti y Federico Fellini, la vida de la legendaria actriz daría para varias películas. Nació en Túnez en 1938 en una familia de emigrantes sicilianos. Su belleza mediterránea no pasó desaparecida al director Jacques Baratier, que logró convencer a su padre para que permitiera a la actriz, aún adolescente, participar en una película con Omar Sharif. El salto definitivo llegaría poco después cuando fue elegida La más bella italiana de Túnez en un concurso de belleza al que había acudido de público. El premio fue un viaje al Festival de Cine de Venecia y el inicio de una nueva vida.

or entonces Sofía Loren y Gina Lollobrigida ya habían dado el salto a Hollywood y los productores italianos vieron en Claudia Cardinale a la mejor sustituta. No tardó en hacerse un nombre propio. Luchino Visconti la regaló dos papeles memorables en Rocco y sus hermanos y El Gatopardo. Después llegarían Federico Fellini, Franco Zeffirelli, Mario Monicelli, Sergio Leone, Richard Brooks… y títulos como Ocho y medio o Hasta que llegó su hora, que la abrió las puertas de la meca del cine. El elogio que recuerda con más simpatía de aquella época es el que le dedicó David Diven, el protagonista de la célebre película La pantera rosa: «Claudia, después de los espaguetis, tú eres la mejor invención de los italianos». «Querían que me quedara en Hollywood pero yo me sentía europea, por eso regresé», contó en su biografía.La sensualidad y frescura de la actriz la convirtió en la fantasía de varias generaciones y en el objeto de deseo de la mayoría de sus compañeros en la gran pantalla, como Marcello Mastroianni. El protagonista de La Dolce Vita confesó haber estado siempre enamorado de ella en un documental que la última compañera sentimental del actor, Anna Maria Tatò, rodó sobre su vida pocos meses antes de fallecer. «Él estaba enamorado de mí pero yo nunca cedí. Y como le rechacé, no me soportaba», relató en una entrevista con este periódico. Alain Delon o Marlon Brando también se rindieron a sus pies. Sin embargo, el gran amor de su vida fue Pasquale Squitieri, a quien conoció rodando I guappi en 1974, poco después de terminar su primer matrimonio con el productor Franco Cristaldi.Con Pasquale Squitieri, padre de su hija Claudia, estuvo casi 30 años. Cuando el director falleció hace dos años, la pareja ya no estaba junta, pero el recuerdo permanecía vivo. «Con él descubrí la libertad», contó. A modo de homenaje, el año pasado, la actriz estrenó en el teatro un espectáculo basado en un texto adaptado de Squitieri acompañada por la última pareja del director, la actriz Olivia Fusco.

Después de haber trabajado con los más grandes directores y actores de la historia del cine, a sus 81 años Claudia Cardinale ha decidido prestar su talento a jóvenes promesas de la industria y acumula proyectos en Italia y Francia, donde vive desde hace décadas para «escapar de los paparazzi».La gran estrella del cine italiano es mucho más terrenal de lo que pudiera parecer. Orgullosa de sus arrugas y su edad, siempre ha rechazado someterse a operaciones de cirugía estética o quitarse años, como algunas de sus compañeras de profesión. «Nunca he ocultado mi edad, no soy ninguna diva, soy una mujer normal», sentenció.

Fuente | Soraya Melguizo | El Mundo (15/04/2019)