Carl Heinrich Bloch nació en Copenhague, Dinamarca, el 23 de mayo de 1834. Se formo en la Real Academia Danesa de Arte, en la que tuvo como maestro a Wilhelm Marstrand.

Sus primeras obras fueron escenas rurales de la vida cotidiana, para en su etapa más madura practicar fundamentalmente escenas religiosas cristianas. Posteriormente la completaría en Italia, donde residiría de 1859 a 1866, tiempo que marcaría profundamente el desarrollo de su carrera. Antes de volver a Dinamarca, pasó por los Países Bajos, donde conoció la obra de Rembrandt, que fue una fuerte influencia en su pintura.

El primer gran éxito le llegó con una muestra en Copenhague, en 1865. Tras la muerte de su maestro Marstrand, fue el encargado de culminar la decoración de la sala de ceremonias de la Universidad de Copenhague que aquel había iniciado.

En 1868 tras enviudar y quedarse sólo con ocho hijos, atravesó une época muy difícil sumido en una gran depresión; el día de año nuevo de 1866, Hans Cristhian Andersen le escribió una carta para animarle en la que le decía: «Lo que Dios ha fundado sobre la roca no será movido» en otra carta, el mismo escritor le escribió: «A través de tu arte, agrega un nuevo paso a tu escalera de Jacob, en la inmortalidad».

Desde entonces su producción fue casi exclusivamente religiosa; realizó una serie de veintitrés pinturas para la capilla del Palacio Frederiksborg. Todas ellas trataban escenas de la vida de Jesucristo, que en la época moderna se fueron convirtiendo en obras muy populares para ilustrar los evangelios.

Los originales pintados entre 1865 y 1879 están albergados aún en Palacio Frederiksborg; los retablos en Holbaek, Odense, Ugerloese y Copenhague en Dinamarca; y en Loederup, Hoerup y Landskrona en Suecia.

Por mediación de Soren Edsberg, su «Cristo Sanador en la piscina de Betesda», fue adquirido por el Museo de Arte de la Universidad Brigham Young, Provo, Utah, Estados Unidos.

Murió a causa de un cáncer, el 22 de febrero de 1890. Su muerte produjo un gran shock para el mundo del arte nórdico, el escritor y poeta Sophus Michaelis, escribió: «Dinamarca ha perdido el artista que indudablemente era el más grande entre los vivos».

Fuente | Trianarts