Ilia Yefímovich Repin fue uno de los más importantes artistas rusos del XIX, en concreto de ese movimiento que se llamó Peredvízhniki, un estilo realista crítico muy ruso, que contó con el apoyo de las masas (después de todo una de las ideas de Repin y sus colegas de movimiento era la democratización del arte).

Sus obras se enmarcan dentro del realismo, pero al estilo ruso, con esa profundidad psicológica y sin ocultar a veces el descontento social. Salvando las distancias, se podría decir que Ilia Repin fue a la pintura lo que Dostoievskia la literatura, aunque ni de lejos fue tan reconocido universalmente.

Repin comienza su carrera como aprendiz con 13 años. Eran tiempos de iconos pero se empieza a interesar por las posibilidades del retrato, por conseguir plasmar al retratado no sólo de forma física. Gana premios y concusros, por lo que pudo viajar al París impresionista, donde tomó buena nota de lo que podía hacer la luz y el color. Aún así, prefirió seguir siendo fiel a la vieja escuela, y en concreto a Rembrandt, que fue uno de sus preferidos de siempre.

Eso sí, rechaza el formalismo encorsetado de la Academia y decide tirar por el estilo Peredvízhniki, mostrando a trabajadores y clases humildes, pero también cuadros históricos y mostrando los aspectos sociales que se vivía en la convulsa Rusia de esos años. Retrató también a sus coetaneos, las mentes más brillantes del XIX: Tolstói, Mendeléyev, Borodín, Rubinstein.…

Tras la Revolución de Octubre del 17 no participó demasiado en política, aunque todo el realismo social ruso de la época de Stalin usó al pintor como figura de referencia.