1886, Calvario de James Ensor
En Las aureolas de Cristo se encuentra ya su primera crucifixión, a la que se superpone el tema de las Tentaciones de San Antonio: Satán y las legiones fantásticas atormentan al crucificado (1885 o 1886), que tiene también versión grabada (Cristo atormentado por los demonios). El mismo año (o tal vez algo más tarde) dibuja El Calvario, obra con la que, sin tapujos, se sitúa a sí mismo sobre la cruz, con aureola, corona de espinas y una cartela con su nombre sobre su cabeza; el crítico Edouard Fétis, que interpreta el papel de Longino, le clava una lanza con su nombre en el costado y, entre los asistentes, un hombre lleva en la espalda las “XX” de Los Veinte. El mismo Fétis y el anteriormente mencionado Sulzberger flanquean, en el papel de verdugos, al melancólico Ecce Homo, coronado de espinas, en el que se transmuta Ensor en 1891, fecha también del terrorífico Varón de dolores, chorreante de sangre, una de las obras más salvajes de Ensor. De entre las varias decenas de Cristos que dibujó, pintó o grabó, otros, frecuentemente datables en la década a la que nos referimos, se han interpretado como autorretratos.
1886, Cristo-agonizante de James Ensor
En Las aureolas de Cristo se encuentra ya su primera crucifixión, a la que se superpone el tema de las Tentaciones de San Antonio: Satán y las legiones fantásticas atormentan al crucificado (1885 o 1886), que tiene también versión grabada (Cristo atormentado por los demonios). El mismo año (o tal vez algo más tarde) dibuja El Calvario, obra con la que, sin tapujos, se sitúa a sí mismo sobre la cruz, con aureola, corona de espinas y una cartela con su nombre sobre su cabeza; el crítico Edouard Fétis, que interpreta el papel de Longino, le clava una lanza con su nombre en el costado y, entre los asistentes, un hombre lleva en la espalda las “XX” de Los Veinte. El mismo Fétis y el anteriormente mencionado Sulzberger flanquean, en el papel de verdugos, al melancólico Ecce Homo, coronado de espinas, en el que se transmuta Ensor en 1891, fecha también del terrorífico Varón de dolores, chorreante de sangre, una de las obras más salvajes de Ensor. De entre las varias decenas de Cristos que dibujó, pintó o grabó, otros, frecuentemente datables en la década a la que nos referimos, se han interpretado como autorretratos.
1885, La intensa (Cristo ascendiendo a los Cielos) de James Ensor
Alentado por estas certezas, amplía sus búsquedas, y otorga a la luz una potencia tan unificadora como espiritual. A la inspiración moderna de sus primeros temas, se añade un espíritu místico. Sus paisajes se distancian de este modo de la realidad, para convertirse en caos primitivo, dominados por un soplo divino. Esta búsqueda culmina en la serie de dibujos Visiones. Las Aureolas del Cristo o las sensibilidades de la luz (1885-1886). Solo la figura de Cristo puede expresar la potencia que Ensor ha descubierto en la luz. Ésta es omnipotente y traduce todos los estados del alma. También es «alegre», o «cruda», o «triste y rota», o «intensa», o también «radiante». Mengua, crece, lucha con la sombra o triunfa hasta la ceguera. Presentados en el Salón de los XX de 1887, estos inmensos dibujos no generan el entusiasmo esperado por Ensor. Su envío no recibe más que una acogida mitigada, mientras se hacen elogios del Domingo en la Grande Jatte de Seurat, también expuesto en el XX.
James Ensor fue de los primeros pintores belgas en participar en los movimientos de vanguardia del siglo XX, sobre todo en el expresionismo, en el que influyó notablemente.
Su obsesión con el carnaval y las máscaras en las que pudo expresar lo grotesco forman una parte fundamental de su obra.
Mal estudiante, se ve que el chaval sólo valía para artista, así que empezó su formación en la Academia Real de Bellas Artes de Bruselas. Muy poco viajero, apenas salió de su ciudad natal Ostende, aunque conoció el fascinante arte que se estaba haciendo a finales del XIX.
Mientras pasan los años, sus obras son rechazadas por escandalosas, aunque precisamente por esto sus pinturas empiezan a ganar aceptación y renombre en el, llamemosle mundo underground de Bruselas. Y al final esa forma de pintar tan expresiva (pre-expresionismo, dirían algunos, como Munch) sería la tendencia de moda en Europa.
Poco a poco y pasando bastante trabajo, Ensor es aceptado por su país bien entrado el siglo XX.
Hasta es nombrado Barón. Ya viejo, fallece en Ostende, de la que no dejó de pasear a diario.
El arte de Ensor es cada vez más extraño en su temática. La madre del artista tenía una tienda de regalos, y le quedaron grabados todos esos disfraces que aparecían en carnavales. Poco a poco va introduciendo máscaras, esqueletos y desfiles de grotescas criaturas, algo inusual desde El Bosco o Bruegel. Evidentemente, esto lo confirma como precursor de expresionismo.
Destaca también en su obra ese agresivo sarcasmo y un toque de escatología que hicieron las delicias de otra gran vanguardia: el surrealismo.
Fuente | Historia Arte