James Ensor fue de los primeros pintores belgas en participar en los movimientos de vanguardia del siglo XX, sobre todo en el expresionismo, en el que influyó notablemente.

Su obsesión con el carnaval y las máscaras en las que pudo expresar lo grotesco forman una parte fundamental de su obra.

Mal estudiante, se ve que el chaval sólo valía para artista, así que empezó su formación en la Academia Real de Bellas Artes de Bruselas. Muy poco viajero, apenas salió de su ciudad natal Ostende, aunque conoció el fascinante arte que se estaba haciendo a finales del XIX.

Mientras pasan los años, sus obras son rechazadas por escandalosas, aunque precisamente por esto sus pinturas empiezan a ganar aceptación y renombre en el, llamemosle mundo underground de Bruselas. Y al final esa forma de pintar tan expresiva (pre-expresionismo, dirían algunos, como Munch) sería la tendencia de moda en Europa.

Poco a poco y pasando bastante trabajo, Ensor es aceptado por su país bien entrado el siglo XX.

Hasta es nombrado Barón. Ya viejo, fallece en Ostende, de la que no dejó de pasear a diario.

El arte de Ensor es cada vez más extraño en su temática. La madre del artista tenía una tienda de regalos, y le quedaron grabados todos esos disfraces que aparecían en carnavales. Poco a poco va introduciendo máscaras, esqueletos y desfiles de grotescas criaturas, algo inusual desde El Bosco o Bruegel. Evidentemente, esto lo confirma como precursor de expresionismo.

Destaca también en su obra ese agresivo sarcasmo y un toque de escatología que hicieron las delicias de otra gran vanguardia: el surrealismo.

Fuente | Historia Arte