Otto Dix fue uno de los representantes de la Nueva Objetividad alemana, una forma vehemente de realismo que distorsiona las apariencias para enfatizar lo feo. Surgido del expresionismo, el arte de Dix es crudo, provocativo y ásperamente satírico. Quizás la suya fue la forma más realista de mostrar la realidad.

El artista fue hijo de obreros, pero su educación fue impecable, sobre todo a nivel artístico. Dix muestra un enorme talento para el dibujo, pero algunos de sus profesores más tradicionales no le auguraron un futuro muy brillante en el mundo del arte. Era su arte muy personal y adelantado. Un arte inusual. Sus influencias van de los pintores renacentistas alemanes hasta el Cubismo, el Futurismo y el Dadaísmo.

Con la Primera Guerra Mundial, Otto Dix combatió durante años. A posteriori queda muy afectado y representaría sus traumas en su obra posterior. Se vuelve muy crítico con la sociedad, sobre todo con la llegada al poder de los nazis. Por ello Otto Dix tuvo el honor de ser uno de los primeros catedráticos de arte en ser destituidos por el régimen.

Tachado de artista degenerado (y su obra un «sabotaje al espíritu militar de las fuerzas armadas») vio arder en la hoguera lo que no fue directamente robado. Detenido por la Gestapo acaba luchando sin quererlo en la Segunda Guerra Mundial y al perder es hecho prisionero por los franceses.

De vuelta a casa tras la guerra (y hasta el mismo día de su muerte), Dix no encuentra lugar entre el nuevo arte que se estaba haciendo en Alemania. Ni el Realismo Socialista del este, ni el Arte Abstracto del oeste son lo suficientemente eficaces para mostrar lo que él entiende como realidad.

El arte de Dix es brutalmente honesto. Está cargado de mensaje, pero vacío de pedantería. Critica a la sociedad, pero no la juzga. Se puede considerar «feo», pero en realidad es de una gran belleza por lo que tiene de verdadero.

Fuente | HA