Hiperrealismo, y a gran escala además… Mueck es un genio de la la representación figurativa.

Con un evidente conocimiento de la anatomía y una extraordinaria habilidad técnica, consigue que sus esculturas parezcan vivas, pese a estar hechas de siliconas, fibra de vidrio y acrílico. Aún así, a Ron Mueck le gusta la teatralidad. Realismo sí, pero con artificio. Se ve en sus proporciones poco convencionales, en sus posturas, en sus escenas surrealistas, en su desbocado sentido del humor.

Ron Mueck nace en Australia. Sus padres eran fabricantes de juguetes, algo que probablemente influiría en su arte. Muy joven consigue entrar en el mundo del espectáculo como marionetista. Trabaja en Barrio Sésamo y Los Teleñecos, donde crea, maneja y pone voz a las marionetas.

De ahí pasa a la publicidad, donde crea sus primeras esculturas hiperrealistas con el objeto de fotografiarlas. Pero pronto siente la necesidad de crear esculturas en su sentido más tradicional (para poder rodearlas y observarlas desde todos los puntos de vista).

El éxito no tarda en llegar. El mundo del arte (que él detesta) no puede evitar rendirse a su pericia técnica. No le gusta el cacareo de los artistas actuales. Le gusta trabajar en su taller y que su obra hable por sí misma.

Las esculturas de Mueck reproducen fielmente el cuerpo humano, con todo tipo de meticulosos detalles (cada pelo, cada cana, cada arruga, cada poro de la piel…) pero juega a menudo con la escala (enormes cabezas, o bien personas pequeñas como hormigas). Pero no es realismo banal. No se trata de habilidad técnica. Mueck es un artista y quiere contar historias. Sus personajes son narrativos, líricos, llenos de vida también en lo psicológico… Casi siempre desnudos, ya sea haciendo labores cotidianas, o trabajos, o simplemente acostados, sus creaciones parecen contar historias que el espectador reconoce.

 

Fuente | Historia Arte