I
Cuando Noé se dijo “voy a echar el ancla”
la mayoría de sus convidados habían muerto
devorados entre sí o colmados de inanición
o sacados de contexto:
parejas desparejadas, animales neuróticos y violentos…
el hedor de la descomposición hacinándose
en el perplejo mundo de los elegidos:
un mosaico divino sellado por sedimentos
de hambruna y devastación:
la locura del mandamiento hecha verbo, graznido, bufido…
II
Y la paloma volvió porque, acostumbrada a su dieta de trigo
hebreo, le compensaba el comer de la mano.
de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)
