De entre otros muchos, cuatro profesores, cuatro maestros de vida. La «Señorita Josefina», «el Cayón», el «señor Valls» y el «señor Camps». A ellos todo mi agradecimiento y admiración…

Jaume Camps Poch
Jaume Camps Poch

Jaume Camps Poch. ¡Qué decir del viejo Camps! ¡Qué decir de aquel curso inolvidable! Me mostró los dones que poseía, que es lo máximo que puede hacer un profesor por nadie. Catalanista inteligente, demócrata hasta la médula, trató por igual a falangistas, a militantes de Bandera Roja y del FRAP, a secretarias apolíticas, a cantautores amateurs y a los artistas anarquistas. Su vocación era desvelar el pensador que todos llevamos dentro y sus clases de historia y de literatura eran un compendio de magnanimidad: Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Machado, Unamuno, Galdós, Baroja, Espronceda, Ortega, El extranjero de Camus… siempre con ese mínimo pitillo liado en los labios, casi una colilla, preguntando, preguntando, huyendo del dato para encontrar el razonamiento. Me enseñó que era posible expresarse libremente, que podíamos organizar concursos literarios y recitar poemas a la luz de las velas. Nos enseñó a ser nuestros propios maestros.

Jaume Camps Poch, Cubells (Noguera), 12 de gener de 1911 – Barcelona, 25 de gener de 1984

Jaume Camps Poch estudió en el Seminario de la Seu de Urgel, pero no hizo los votos. Siendo escolar, descubrió las tablas góticas, obra de Pere Serra, del ahora famoso retablo de San Pedro -hoy repartido entre diversos museos y colecciones-, que servían como cajones de la sacristía de la parroquia de Cubells. Católico y nacionalista, colabora en diversas publicaciones de Lérida (Diari de Lleida, Domingo, El matí) y en las revistas Aules, de la Federación de jóvenes cristianos de Cataluña, a la que pertenecía, y Petrària, de Ribes de Freser. Se licencia en filología clásica en la Universidad de Barcelona, donde estudia entre 1933 y 1936 y entre 1939 y 1941.

Fue profesor en el Colegio de los Jesuitas, en la calle Caspe de Barcelona (1939-1977), en el Colegio de los Dominicos de la Presentación (1942-1972) y en el Colegio de Lestonnac, y en el año 1952 fue cofundador de la escuela Institución Cultural Lumen, de Barcelona. Fue un impulsor del Centre Comarcal Leridano de Barcelona y de su Boletín.

En el campo de la historia del arte, se centra en el estudio del arte de Cubells y de su historia, trabajo que plasma en el volumen ‘Cubells. El castell. El tresor artístic. Costumari antic i modern’ (Tàrrega, F. Camps Calmet, 1972, reeditat per la Diputació de Lleida el 1993), sobre cuyo contenido ya pronunciaba conferencias desde hacia tiempo. Posteriormente, transcribió y tradujo al catalán la mayor parte de los pergaminos medievales del Archivo Municipal de Cubells, con la colaboración de su esposa Magdalena Miró, tarea que no llega a concluir debido a su fallecimiento. Inició los trámites y las subscripciones económicas para la restauración de la importante portada románica de la Iglesia del Castillo de Cubells, que no acabó de consolidarse hasta el restablecimiento de la Generalidad.

En el conflicto entre el obispado y el pueblo por la ubicación de las Madres de Dios de la Esperanza y del Castillo, publica en El matí de Lérida el artículo «Cubells, un poble amb dignitat» (5 de juny de 1980), que contribuyó a  que las dos piezas se quedasen en el pueblo.

Estaba en posesión de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y era miembro del Instituto de Estudios Leridanos desde el año 1978. Su hija es la historiadora del arte Teresa Camps Miró.

Bibliografia sobre Jaume Camps Poch: Teresa Camps Miró, «Notícia biogràfica del llibre i del seu autor, el Sr. Jaume Camps Poch», a Jaume Camps Poch, Cubells. El castell. El tresor artístic. Costumari antic i modern (Lleida, Diputació de Lleida, 1993, p. 134-141).

 

Fuente | Francesc Fontbona

Cuatro profesores

Joan Valls Borí. Enseñaba a pensar. Enseñaba a querer lo que enseñaba. Amable, serio, atento, cercano, afable, dedicado. Se hacía respetar con la palabra en la mano y en la boca. Se hacía respetar respetando. Explicaba repitiendo siempre diferente. Explicaba dialogando. Los niños le querían y las madres le admiraban. Inteligente, muy inteligente. Un avanzado a su época.

Cuatro profesores
Cuatro profesores
Cuatro profesores
Cuatro profesores

Don Emilio Cayón. Su disciplina y su sentido del respeto acompañaron los años de mi infancia. En el patio, a las nueve de la mañana, hiciera el tiempo que hiciese, clase de gimnasia «sueca» (frente a nosotros hacía todos y cada uno de los ejercicios). Luego, de todo, geografía (los ríos, las capitales, las cordilleras), gramática (sus famosos dictados: En La Haya la aya se halla sentada bajo una haya y quizás nos haya visto), historia, ciencias naturales… Maestro a la antigua usanza, de los que usaban la regla para mortificar las manos y capaz de hacer en la pizarra círculos perfectos sin usar el compás. Cazador, nadador, instruido, severo, gallego. Maestro.

Dedicatoria de mi maestra la Señorita Josefina

Señorita Josefina. Acogió mi timidez, mi ignorancia de todo lo que no fueran las cuatro paredes de mi casa. Me enseñó a escribir las cinco vocales, los diez primeros números (me confirmó que el cero también era un número), a disfrutar de los colores, a pedir permiso… Un hilo invisible nos aproximó sin palabras. No soy capaz de recordar su cara, solamente su traje oscuro, la voz de sus palabras suaves, su firmeza, su cariño, su comprensión.

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De entre otros muchos, cuatro profesores, cuatro maestros de vida. La "Señorita Josefina", "el Cayón", el "señor Valls" y el "señor Camps". A ellos todo mi agradecimiento y admiración...
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