Quinto Horacio Flaco,  República romana, 65-8 a.C.
Quinto Horacio Flaco,  República romana, 65-8 a.C.

El poeta Quinto Horacio Flaco, a pesar de hallarse en los aledaños del poder imperial, atisbó con lucidez que ni el logro material ni el medro político pueden hacer feliz al hombre (Odas II 16, 9-16):

Pues ni los tesoros ni el poder consular
son capaces de disipar los tristes agobios
de la mente y las cuitas que revolotean en torno a los artesonados.

Vive bien con poco aquel, en cuya humilde
mesa luce el salero heredado de los padres,
y ni el temor ni la cutre ambición le ahuyentan sus plácidos sueños.

Poema de Marcial
Poema de Marcial

Epigrama X 47 de Marco Valerio Marcial

 

Los ingredientes que hacen la vida más feliz,
entrañable Marcial, son éstos:
hacienda no conseguida afanosamente, sino heredada;
un campo agradecido, fuego constante;
ningún pleito, toga rara vez, espíritu tranquilo;
vigor natural, cuerpo sano;
juiciosa sencillez, amigos de igual condición;
alimento frugal, mesa sin lujo;
la noche no ebria, más carente de cuitas;
el lecho alegre, pero a un tiempo casto;
un sueño que acorte el tiempo oscuro;
querer ser lo que eres, y no preferir nada más;
no temer el postrero día, ni desearlo.

 

Marcial dirige su epigrama X 47 a su amigo y patrón Lucio Julio Marcial. Esta composición, que enumera las condiciones de una vida feliz, es uno de los poemas más famosos del autor y ha tenido una importante repercusión literaria.

Poema de Christopher Plantin
Poema de Christopher Plantin
Poema de Christopher Plantin

Tener una casa cómoda, limpia y hermosa,
un jardín tapizado de fragantes espaleras,
frutas, buen vino, poca servidumbre, pocos hijos,
poseer solo, sin algaraza, una fiel esposa.

No tener deudas, amor, pleito ni reclamación,
ni reparto que hacer con los parientes,
contentarse con poco, no esperar nada de los Grandes,
acompasar los propios designios sobre un justo modelo.

Vivir con desahogo y sin ambición,
entregarse sin beatería a la devoción,
domar las pasiones, hacerlas obedientes.

Conservar el espíritu libre y el juicio firme,
rezar el rosario cultivando los injertos,
es esperar, seguro de sí, muy dulcemente la muerte.

 

El famoso impresor renacentista Christophe Plantin (Plantino) (1514-1589), de origen francés, estableció una imprenta en Amberes en 1550. A su muerte, su yerno Mureto siguió con el negocio y la imprenta continuó en el mismo local ininterrumpidamente desde 1576 hasta 1876, fecha en que el último propietario de la casa Plantino-Mureto vendió el edificio al concejo de Amberes, con toda su colección de manuscritos, libros impresos, grabados y obras de arte. Hoy el centro es un Museo de la Imprenta, el Museo Plantin-Muretus, donde los visitantes y turistas pueden comprar un póster que consiste en la reproducción de un soneto de Christophe Plantin, titulado «Le bonheur de ce monde» («La felicidad de este mundo»), e impreso con la tipografía del famoso impresor. Salta a la vista que el soneto de Plantino es una elaboración literaria del epigrama X 47 de Marcial.

Poema de Andrés Fernández de Andrada
Poema de Andrés Fernández de Andrada

El profesor Vicente Cristóbal López ha descubierto la imitación de Marcial X 47 en dos pasajes poéticos del siglo XVII. El primero pertenece a una de las joyas de la literatura española de la Edad de Oro, la «Epístola moral a Fabio» del capitán Andrés Fernández de Andrada (escrita poco antes del 1613), en cuyos versos 127-132 pueden detectarse ecos de Marcial X 47:

Un ángulo me basta entre mis lares,
un libro y un amigo, un sueño breve,
que no perturben deudas ni pesares.

Esto tan solamente es cuanto debe
naturaleza al parco y al discreto,
y algún manjar común, honesto y leve.

Poema de Juan de Jáuregui

De la composición del poeta barroco sevillano Juan de Jáuregui (1583-1641) «De la felicidad de la vida» vemos los versos 28-61:

¡Oh cuán ajenas son, cuán diferentes
de la vida feliz y descansada
estas vulgares horas aparentes! 30

Oye, Licino, pues, y la engañada
multitud, a mi voz, contigo, atienda,
si el bien humano conocer le agrada.

Éste será la moderada hacienda,
habida por herencia, y sin que el dueño 35
Con perpétuos afanes la pretenda;

florido y fértil campo, aunque pequeño,
cuya cosecha, al que lo siembra ufano,
ni le desvele ni perturbe el sueño;

cómoda habitación, que en el verano 40
el fresco admita, y en invierno el fuego,
atizado tal vez con propia mano;

tranquilidad del ánimo y sosiego,
de litigios exento y pretensiones,
nunca pendiente del favor ni el ruego; 45

bien compuesta salud, sin presunciones
de aliento y fuerzas, que a seguir te obliguen
las tropas de guerreros escuadrones;

prudente sencillez, do se mitiguen
los vuelos del ingenio remontados, 50
ni en desvelos ocultos se fatiguen;

iguales los amigos, no encumbrados,
donde obliguen a ser destituidos
o con violenta maña conservados;

fácil, templada mesa, do servidos 55
serán manjares limpios, naturales,
no los adulterados o fingidos.

Y pues nacidos somos y mortales,
ni tiembles de la muerte aborrecida,
ni la procures; que en templanzas tales 60
hallarás el descanso de la vida.

Poema de Jaime Gil de Biedma

Pasamos del siglo XVII al XX y veremos así cómo la recepción del epigrama de Marcial no se ha limitado a la poesía española aurisecular, sino que también ha encontrado (hu)eco en la contemporánea. Para empezar, Jaime Gil de Biedma (1929-1990) compuso este poemita, incluido en el libro Poemas póstumos (1968), y que recuerda a Marcial ya desde su muy latinizante título (igual al de un ensayo de Séneca):

 

DE VITA BEATA

En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.

Poema de Luis Alberto de Cuenca

El poeta contemporáneo (amén de filólogo clásico) Luis Alberto de Cuenca (Madrid 1950) compuso el siguiente poema, incluido en su libro Por fuertes y fronteras (de 1996):

 

SOBRE UNA CARTA DE JOHN KEATS

Un dios por quien jurar. El buen tiempo (supongo).
La salud. Muchos libros. Un paisaje de Friedrich.
La mente en paz. Tu cuerpo desnudo en la terraza.
Un macizo de lilas donde rezar a Flora.
Dos o tres enemigos y dos o tres amigos.
Todo eso junto es la felicidad.

Bonus Track

JUBILACIÓN

 

Compraré unos buenos acres de tierra
donde levantar una casa de madera
con un desván en penumbra donde preservar los recuerdos
y un zaguán luminoso para escanciar con humo de cigarros y de libros,
de vino y silencios, las morosas tardes de los días sin gestos.

Diseñaré un sistema de riego y plantaré árboles frutales
cavaré un pozo y construiré un aljibe.
En la empalizada mantendré secos
los leños de pino y encina para caldear los inviernos.
Del estío alertando las noches murciélagos y búhos
y más acá, en las contraventanas,
albahaca protegiéndome de los mosquitos.

En el cobertizo veneno para topos, ratas y otras calamidades
y, junto con las herramientas engrasadas dispuestas por tamaños,
semillas de ruda, acelgas y berros en el orden alfabético de las bolsas etiquetadas.
En el sótano una despensa llena de conservas, congelados, compotas.

El sol y el viento sustentarán dínamos y baterías
y guardaré las tormentas en el pozo para regar durante las sequías
y esperaré la visita de los nietos limpiando de caracoles el huerto.

En el armario de la entrada, oculto tras los abrigos,
habrá un Kalashnikov y municiones en la repisa
de la alacena que aún perdura de tiempos acabados
y así, sentado en el porche, con los atardeceres palideciendo frente a mí,
sabré consolarme de los efectos de la lluvia ácida
y de la porción de radioactividad que a buen seguro me corresponde.

 

David Pérez Pol