«Yo os vengo a hablar hoy en nombre de la izquierda no nacionalista, suponiendo… suponiendo, permitidme la ironía, que haya izquierda nacionalista ¡permitidme la ironía!

Y os vengo a hablar en nombre de la convivencia, del respeto entre todos, del respeto a las ideas y a la lucha ideológico, política y social entre las ideas, pero sin ninguna violencia y sin ninguna agresión a las ideas de los otros, de esto os vengo a hablar, y permitidme que utilice, permitidme que utilice, un poco, el lenguaje del adversario (dirigiéndose al adversario): “Jo sóc un botifler”, soy un traidor… (permitidme que me ponga las gafas, que no me equivoque), soy un traidor a mentiras, a historietas que os inventáis cada día, desde la de 1714 a todas las otras. Yo soy un traidor contra el racismo que estáis creando, el racismo identitario. Yo soy un traidor contra el dogmatismo sectario que preconizáis y aplicáis, o intentáis aplicar en toda la sociedad catalana, y, además, soy un traidor porque nunca justificaré las corrupciones y las corruptelas, ni las de aquí ni las de allá, ninguna, ni las mías ni las suyas, de nadie.

Que puedo decir yo, que puedo decir yo de gente que envía a chiquillos y chiquillas de diecisiete años y menos a manifestarse por Barcelona con una pancarta que dice “contra el franquismo” con las fotos de todo el mundo y de Franco, eso es miserable, ¡es miserable!, es una burla hacia la gente…

Recuperando, recuperando el término traidor, el traidor real sois vosotros ¡vosotros!, porque traicionáis a la gente trabajadora, porque enfrentáis a la gente sin motivo y porque os cargáis la libertad, la democracia y la palabra del que no piensa igual que vosotros.
Una recomendación, permitidme que os haga una recomendación, como amigo, deteneos, detener esto, acabar con esto, recuperar la sensatez, recuperar la sensatez, no hagáis que la gente tenga más angustia, que pase más penas, que se sienta estafada por todo lo que han defendido durante tantos años, deteneos, acabad con esto, acabad con las mentiras y los odios, que finalmente se sabe cómo se empieza pero no se sabe cómo acaba. ¡Ningún tipo de nacionalismo!

Perdonadme que os recomiende, a pesar de que no venga al caso, un libro sobre los inicios de la primera guerra mundial, aquel optimismo, aquel nacionalismo, aquellos pueblos que deberían comerse los unos a los otros, venga, 30 millones de muertos, Europa destruida y así hemos continuado, el nacionalismo nos destroza el mundo, los grandes nacionalismos y los pequeños.
Yo hablo, para acabar, en nombre de personas, de grupos, de organizaciones de la izquierda plural y no nacionalista y además, haciendo un reproche, esta izquierda cómplice que se denomina a sí misma no nacionalista pero marcha detrás de los nacionalistas y les baila el agua, ¿qué hace esta izquierda, que no está aquí? ¡Esta izquierda que no está aquí con la izquierda real que sí que está! ¿Qué hace esta izquierda?

Acabo, decía Salvador Espriu, “diversos son los hombres y diversas son las hablas / y han convenido muchos nombres a un solo amor” y decía Antonio Machado “Un amor…”, refiriéndose a Cataluña y a Barcelona, “un amor que conversa y razona / sabio y antiguo -diálogo y presencia-”…

Y acabo, a los intelectuales, artistas, les pediría que, con los grandes poetas que tenemos creen canciones que no sean repetir y repetir el “Viva España”, que me parece bien, que me gusta, pero que hay otras canciones porque ha habido muchos poetas, muchos poetas que han cantado a España y han cantado a Cataluña y ¡son nuestros! ¡son nuestros poetas!

Compañeros ¡adelante!».

Paco Frutos