«Hace unas dos semanas vimos a las gentes de Iowa proclamar que nuestra hora de cambiar ha llegado. Pero hubo quienes dudaron del deseo de este país de conseguir algo nuevo; aquellos que dijeron que Iowa fue sólo un espejismo que no se volvería a repetir.

Pues bien, esta noche, las buenas gentes de Carolina del Sur le han contado una historia muy diferente a los cínicos que creyeron que lo que empezó en la nieves de Iowa era sólo una ilusión.

Después de cuatro grandes contiendas en cada esquina de este país tenemos la mayoría de los votos, la mayoría de delegados y la coalición más diversa de estadounidenses que hemos visto en mucho, mucho tiempo.

Son jóvenes y viejos; ricos y pobres. Son negros y blancos; latinos, asiáticos e indios americanos. Son demócratas de Des Moines e independientes de Concord; republicanos de la Nevada rural y gente joven de todo el país que nunca había tenido una razón para participar hasta ahora. Y en nueve días, cerca de la mitad de la nación tendrá la oportunidad de unirse a nosotros para decir que estamos cansados de la forma de negociar de Washington, que tenemos hambre de cambio y que estamos preparados para volver a creer.

Pero si hay algo que se nos ha recordado desde lo de Iowa, es que el tipo de cambio que queremos no va a ocurrir fácilmente. En parte porque tenemos grandes candidatos en el terreno; fieros competidores que merecen respeto. Y por muy contenciosa que esta campaña se pueda poner, tenemos que acordarnos que esta es un carrera para conseguir la nominación demócrata, y que todos nosotros compartimos un deseo permanente de terminar con las desastrosas políticas de la administración actual.

Pero existen diferencias reales entre los candidatos. Queremos algo más que un cambio de partido en la Casa Blanca. Queremos fundamentalmente cambiar la realidad de Washinton, una realidad que trasciende a cualquier partido en particular. Y ahora esa realidad está contraatacando con todo lo que tiene. Con las mismas viejas tácticas que nos dividen y distraen a la hora de resolver los problemas que las gentes tienen que afrontar, ya sean la cobertura sanitaria que no pueden costearse o la hipoteca que no pueden pagar.

Así que esto no va a ser fácil. No subestimemos aquello a lo que nos estamos enfrentamos.

Nos enfrentamos a la creencia de que es normal que grupos poderosos dominen a los que nos gobiernan, que estos grupos son parte del sistema en Washington. Pero sabemos que la indebida influencia de estos es parte del problema; y estas elecciones son nuestra oportunidad para decir que no vamos a dejar más que se pongan en medio de nuestro camino.

Nos enfrentamos a la idea común de que tu habilidad para liderar como Presidente proviene de la longevidad en Washington o la proximidad a la Casa Blanca. Pero sabemos que el verdadero liderazgo es sinceridad, es buen juicio, y habilidad para convocar a todo tipo de estadounidenses alrededor de un mismo propósito; un propósito superior.

Nos enfrentamos a décadas de amargo partidismo que hacen que los políticos satanicen a sus oponentes en vez de unirse para hacer que las universidades sean mas accesibles económicamente o que la energía sea mas limpia; es el tipo de partidismo en el que ni siquiera se permite decir que un republicano ha tenido una idea, incluso una con la nunca estuviese de acuerdo. Ese tipo de política es mala para nuestro partido, es mala para nuestro país, y ahora llega nuestra oportunidad para para que esto termine de una vez y para siempre.

Nos enfrentamos a la idea de que se puede decir lo que sea o hacer lo que sea para ganar unas elecciones. Sabemos que es precisamente esto lo que no funciona en nuestro sistema político, esta es la razón de que la gente no se crea más lo que dicen sus lideres; es por esto por lo que no sintonizan con el pueblo. Y estas elecciones son nuestra oportunidad para darle a los estadounidenses una razón para creer de nuevo.

Y lo que también hemos visto en estas ultimas semanas es que nos enfrentamos a fuerzas ajenas a la campaña que alimentan los hábitos que nos impiden llegar ser ser lo que queremos como nación. Es el la política que utiliza la religión como muro separador y el patriotismo como maza. Una política que nos dice qué es lo que tenemos que pensar, cómo actuar, e incluso cómo votar en el marco de las categorías que supuestamente nos definen. La asunción de que los republicanos nunca votarían de otra forma. La asunción de que a los ricos no les importan nada los pobres, y que los pobres no votan. La asunción de que los afroamericanos no pueden apoyar a un candidato blanco, que los blancos no pueden apoyar a un afroamericano; que los negros y los latinos no pueden aunar fuerzas.

Pero aquí estamos esta noche para decir que estos no son los Estados Unidos en los que creemos. Yo no he viajado por este estado durante el año pasado para ver una Carolina del Sur blanca o negra. Yo vine a ver Carolina del Sur. Vi escuelas ruinosas que están robándole el futuro a niños negros y blancos. Vi talleres cerrados y casas en venta que una vez pertenecieron a gentes de todo tipo y hombres y mujeres de cualquier color o credo que sirvieron juntos, que combatieron juntos y sangraron juntos bajo la misma bandera. Vi en lo que se ha convertido este país, y creo en lo que esta nación puede llegar a ser.

Ese es el país que veo, ese es el país que veis. Pero ahora depende de nosotros el ayudar a la nación entera para que abrace esta visión. Porque al final, no sólo nos estamos enfrentando con los arraigados y destructivos hábitos de Washington sino también con nuestras propias dudas, nuestros miedos y nuestro cinismo. El cambio que buscamos siempre ha requerido gran lucha y sacrificio. Y así pues es esta una batalla en nuestros corazones y mentes sobre qué tipo de país queremos y cuánto estamos dispuestos a trabajar duro para conseguirlo.

Así que dejad que os recuerde esta noche que el cambio no sera fácil. Ese cambio necesita tiempo. Habrá contratiempos, falsos comienzos y a veces cometeremos errores. Pero tan difícil como pueda verse, no podemos perder la esperanza. Porque hay gentes a lo largo y ancho de esta gran nación que están contando con nosotros, que no se pueden permitir cuatro años mas sin seguro médico, buenas escuelas o salarios decentes porque nuestros lideres no se reunieron para conseguirlo.

Estas son las historias y las voces de Carolina del Sur que nosotros asumimos.

La madre que no puede conseguir asistencia médica para cubrir las necesidades de su niño enfermo; ella nos necesita para que se apruebe un plan sanitario que reduzca los costes y haga que la cobertura médica sea accesible para todos lo estadounidenses.

La maestra que tiene que trabajar de noche en una tienda de «Dunkin Donuts» después de la escuela para llegar a fin de mes; Nos necesita para que reformemos nuestro sistema educativo para que pueda recibir un mejor salario, más apoyo, y para que sus alumnos reciban los recursos que necesitan para hacer realidad sus sueños.

El trabajador de «Maytag» que tiene que competir con su hijo adolescente por un trabajo de $7 dolares a la hora en «Wal-Mart» porque la empresa a la que dedicó su vida tiene ahora que cerrar sus puertas; nos necesita para que paremos de darle beneficios fiscales las compañías que trasladan los empleos fuera del país.

La mujer que me dijo que no ha sido capaz de vivir desde el día en que su sobrino se fue para Irak, o el soldado que no conoce a su hijo porque está allí por tercera o cuarta vez; nos necesitan para que nos pongamos de acuerdo para parar una guerra que nunca se debió  autorizar ni proseguir.

La opción en estas elecciones no es entre regiones, religiones ni entre hombre o mujer. No es sobre ricos contra pobres, jóvenes contra viejos; y no es sobre negros contra blancos.

Es sobre el pasado contra el futuro.

Es sobre si nos conformamos con las mismas divisiones y drama que afectan a la política de hoy en día, o si alcanzamos políticas de sentido común e innovación; un sacrificio y una prosperidad compartida.

Están aquellos que continuaran diciéndonos que no podemos realizar esto. Que no podemos conseguir lo que queremos. Que estamos vendiendo falsas ilusiones.

Pero esto es lo que sé. Sé que cuando la gente dice que no podemos superar todo el capital y las influencias en Washington, yo pienso en la señora mayor que me envió una donación el otro día; un sobre con un cheque de $3,01 junto con un verso de las escrituras plegado dentro. Así que no nos digan que el cambio no es posible. Esa señora sabe que el cambio es posible.

Cuando escucho el cínico hablar de que los negros, blancos y latinos no pueden reunirse y trabajar juntos, me acuerdo de los hermanos y hermanas latinos con los que estuve organizando, resistiendo y luchando mano a mano para conseguir empleos y justicia en las calles de Chicago. Así que no nos digan que el cambio no puede ocurrir.

Cuando escucho que nunca podremos superar la división racial en nuestra política, pienso en la mujer republicana que trabajaba para Strom Thurmond, que se dedica ahora a educar a chicos y chicas de barrios marginales y que se fue a las calles de Carolina del Sur y estuvo llamando puerta a puerta en esta campaña. Que no me digan que no podemos cambiar.

Sí se puede. Sí podemos cambiar. (Yes we can. Yes we can change).

Sí se puede curar a esta nación (Yes we can heal this nation).

Sí podemos apoderarnos de nuestro futuro (Yes we can seize our future).

Y ahora dejamos este gran estado, empujados por un nuevo viento, y retomamos el camino a través de este país al que amamos con el mensaje que hemos llevado desde los llanos de Iowa a las colinas de New Hampshire, del desierto de Nevada a la costa de Carolina del Sur; el mismo mensaje que teníamos en los buenos y en los malos momentos. Que aun siendo muchos, somos uno, que mientras respiremos, tendremos esperanza, y que donde nos encontremos con el cinismo y la duda y con aquellos que nos dicen que no se puede, responderemos con ese símbolo eterno que expresa el espíritu de un pueblo en tres sencillas palabras:

Sí. Se. Puede. (Yes. We. Can.)».

(traducción: Matías M. Trejo De Dios)