Las demandas del EZLN, discurso pronunciado el 1 de marzo de 1994

Las demandas del EZLN

 

«Al pueblo de México: A los pueblos y gobiernos del mundo: A la prensa nacional e internacional: Hermanos:

El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN se dirige con respeto y honor a todos ustedes para darles a conocer el pliego de demandas presentado en la mesa del diálogo de las Jornadas por la paz y la reconciliación en Chiapas.

«No pedimos limosnas ni regalos, pedimos el derecho a vivir con dignidad de seres humanos, con igualdad y justicia como nuestros antiguos padres y abuelos”.

Al pueblo de México:

Los pueblos indígenas del estado de Chiapas, alzados en armas en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional contra la miseria y el mal gobierno, presentan las razones de su lucha y sus demandas principales:

Las razones y las causas de nuestro movimiento armado son que el gobierno nunca ha dado ninguna solución real a los siguientes problemas:

1. El hambre, la miseria y la marginación que hemos venido padeciendo desde siempre.

2. La carencia total de tierra donde trabajar para sobrevivir.

3. La represión, desalojo, encarcelamiento, torturas y asesinatos como respuesta del gobierno a las justas demandas de nuestros pueblos.

4. Las insoportables injusticias y violación de nuestros derechos humanos como indígenas y campesinos empobrecidos.

5. La explotación brutal que sufrimos en la venta de nuestros productos, en la jornada de trabajo y en la compra de mercancías de primera necesidad.

6. La falta de todos los servicios indispensables para la gran mayoría de la población indígena.

7. Las mentiras, engaños, promesas e imposiciones de los gobiernos desde hace más de 60 años. La falta de libertad y democracia para decidir nuestros destinos.

8. Las leyes constitucionales no han sido cumplidas de parte de los que gobiernan el país; en cambio a nosotros los indígenas y campesinos nos hacen pagar hasta el más pequeño error y echan sobre nosotros todo el peso de una ley que nosotros no hicimos y que los que la hicieron son los primeros en violar.

El EZLN vino a dialogar con palabra verdadera. El EZLN vino a decir su palabra sobre las condiciones que dieron origen a su guerra justa y a pedir, al pueblo todo de México, la resolución de esas condiciones políticas, económicas y sociales que nos orillaron a empuñar las armas en defensa de nuestra existencia y de nuestros derechos.

Por lo tanto demandamos…

Primero.‑ Demandamos que se convoque a una elección verdaderamente libre y democrática, con igualdad de derechos y obligaciones para las organizaciones políticas que luchan por el poder, con libertad auténtica para elegir una u otra propuesta y con el respeto a la voluntad mayoritaria. La democracia es el derecho fundamental de todos los pueblos indígenas y no indígenas. Sin democracia no puede haber libertad ni justicia ni dignidad. Y sin dignidad nada hay.

Segundo.‑ Para que haya elecciones libres y democráticas verdaderas, es necesario que renuncie el titular del Ejecutivo federal y los titulares de los ejecutivos estatales que llegaron al poder mediante fraudes electorales. No viene su legitimidad del respeto a la voluntad de las mayorías sino de su usurpación. En consecuencia, es necesario que se forme un gobierno de transición para que haya igualdad y respeto a todas las corrientes políticas. Los poderes legislativos federales y estatales, elegidos libre y democráticamente, deben asumir su verdadera función de dar leyes justas para todos y vigilar su cumplimiento.

Otro camino para garantizar la realización de elecciones libres y democráticas verdaderas es que se haga realidad, en las grandes leyes de la nación y en las locales, la legitimidad de la existencia y trabajo de ciudadanos y grupos de ciudadanos que, sin militancia partidaria, vigilen todo el proceso electoral, sancionen su legalidad y resultados, y den garantía, como autoridad real máxima, de la legitimidad de todo el proceso electoral.

Tercero.‑ Reconocimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional como fuerza beligerante y de sus tropas como auténticos combatientes y aplicación de todos los tratados internacionales para regular conflictos bélicos.

Cuarto.‑ Nuevo pacto entre los integrantes de la federación que acabe con el centralismo y permita a regiones, comunidades indígenas y municipios autogobernarse con autonomía política, económica y cultural.

Quinto.‑ Elecciones generales para todo el estado de Chiapas y reconocimiento legal de todas las fuerzas políticas en el estado.

Sexto.‑ Productor de electricidad y petróleo, el estado de Chiapas rinde tributo a la federación sin recibir nada a cambio. Nuestras comunidades no tienen energía eléctrica, el derrame económico producto de las exportaciones petroleras y las ventas internas no produce ningún beneficio al pueblo chiapaneco. Por tanto, es primordial que todas las comunidades chiapanecas reciban el beneficio de la energía eléctrica y que un porcentaje de los ingresos económicos por la comercialización del petróleo chiapaneco se aplique a obras de infraestructura industrial agrícola, comercial y social en beneficio de todos los chiapanecos.

Séptimo.‑ Revisión del Tratado de Libre Comercio firmado con Canadá y Estados Unidos pues en su estado actual no considera a las poblaciones indígenas y las sentencia a la muerte por no tener calificación laboral alguna.

Octavo.‑ El artículo 27 de la Carta Magna debe respetar el espíritu original de Emiliano Zapata: la tierra es para los indígenas y campesinos que la trabajan. No para los latifundistas. Queremos que las grandes cantidades de tierras que están en manos de finqueros y terratenientes nacionales y extranjeros y de otras personas que ocupan muchas tierras pero no son campesinos, pasen a manos de nuestros pueblos que carecen totalmente de tierras, así como está establecido en nuestra ley agraria revolucionaria. La dotación de tierras debe incluir maquinaria agrícola, fertilizantes, insecticidas, créditos, asesoría técnica, semillas mejoradas, ganado, precios justos a los productos del campo como el café, maíz y frijol. La tierra que se reparta debe ser de buena calidad y debe contar con carreteras, transporte y sistemas de riego. Los campesinos que ya tienen tierras también tienen derecho a todos los apoyos que se mencionan arriba para facilitar el trabajo en el campo y mejorar la producción. Que se formen nuevos ejidos y comunidades. La reforma salinista al 27 constitucional debe ser anulada y el derecho a la tierra debe volver a nuestra Carta Magna.

Noveno.‑ Queremos que se construyan hospitales en las cabeceras municipales y que cuenten con médicos especializados y con suficiente medicamento para atender a los pacientes, y clínicas de campo en los ejidos, comunidades y parajes, así como capacitación y sueldo justo para los agentes de salud. Que donde ya hay hospitales, que se rehabiliten lo más pronto posible y que cuenten con servicio de cirugía completa. Que en las comunidades grandes se construyan clínicas y que tengan también doctores y medicinas para atender más de cerca al pueblo.

Décimo.‑ Que se garantice el derecho de los indígenas a la información veraz de lo que ocurre a nivel local, regional, estatal, nacional e internacional con una radiodifusora indígena independiente del gobierno, dirigida por indígenas y manejada por indígenas.

Décimo primero.‑ Queremos que se construyan viviendas en todas las comunidades rurales de México y que cuenten con los servicios necesarios como: luz, agua potable, caminos, drenaje, teléfono, transporte, etcétera. Y también que tengan las ventajas de la ciudad como televisión, estufa, refrigerador, lavadora, etcétera. Las comunidades deben contar con centros recreativos para el sano esparcimiento de los pobladores: deporte y cultura que dignifiquen la condición humana de los indígenas.

Décimo segundo.‑ Queremos que se acabe con el analfabetismo en los pueblos indígenas. Para esto necesitamos mejores escuelas de primaria y secundaria en nuestras comunidades, que cuenten con material didáctico gratuito, y maestros con preparación universitaria, que estén al servicio del pueblo, no sólo para defender los intereses de los ricos. Que en las cabeceras municipales haya primaria, secundaria y preparatoria gratuitas, que el gobierno les dé a los alumnos uniformes, zapatos, alimentación y todo el material de estudio en forma gratuita. En las comunidades céntricas que se encuentran muy alejadas de las cabeceras municipales debe haber secundarias de internado. La educación debe ser totalmente gratuita, desde el preescolar hasta la universidad, y se debe otorgar a todos los mexicanos sin importar raza, credo, edad, sexo o filiación política.

Décimo tercero.‑ Que las lenguas de todas las etnias sean oficiales y que sea obligatoria su enseñanza en las escuelas primaria, secundaria, preparatoria y universidad.

Décimo cuarto.‑ Que se respeten nuestros derechos y dignidad como pueblos indígenas, tomando en cuenta nuestra cultura y tradición.

Décimo quinto.‑ Ya no queremos seguir siendo objeto de discriminación y desprecio que hemos venido sufriendo desde siempre los indígenas.

Décimo sexto.‑ Como pueblo indígena que somos, que nos dejen organizarnos y gobernarnos con autonomía propia, porque ya no queremos ser sometidos a la voluntad de los poderosos nacionales y extranjeros.

Décimo séptimo.‑ Que la justicia sea administrada por los propios pueblos indígenas, según sus costumbres y tradiciones, sin intervención de gobiernos ilegítimos y corruptos.

Décimo octavo.‑ Queremos tener siempre un trabajo digno con salario justo para todos los trabajadores del campo y de la ciudad de la República Mexicana, para que nuestros hermanos no tengan que dedicarse a cosas malas, como el narcotráfico, la delincuencia y la prostitución, para poder sobrevivir. Que se aplique la Ley Federal del Trabajo para los trabajadores del campo y de la ciudad con aguinaldos, prestaciones, vacaciones y derecho real de huelga.

Décimo noveno.‑ Queremos precio justo para nuestros productos del campo. Para esto necesitamos libremente buscar o tener un mercado donde vender y comprar y no estar sujetos a coyotes explotadores.

Vigésimo.‑ Que se acabe con el saqueo de la riqueza de nuestro México y, sobre todo, de Chiapas, uno de los estados más ricos de la República, pero que es donde el hambre y la miseria cada día abundan más.

Vigésimo primero.‑ Queremos la anulación de todas las deudas por créditos, préstamos e impuestos con altos intereses porque ya no pueden pagarse debido a la gran pobreza del pueblo mexicano.

Vigésimo segundo.‑ Queremos que se acabe con el hambre y la desnutrición porque solamente han causado la muerte de miles de nuestros hermanos del campo y de la ciudad. En cada comunidad rural debe haber tiendas cooperativas, apoyadas económicamente por el gobierno federal, estatal o municipal, y que los precios sean justos. Además debe haber vehículos de transporte, propiedad de las cooperativas, para el transporte de mercancías. Además, el gobierno debe enviar alimentación gratuita para todos los niños menores de 14 años.

Vigésimo tercero.‑ Pedimos la libertad inmediata e incondicional de todos los presos políticos y de los pobres presos injustamente en todas las cárceles de Chiapas y de México.

Vigésimo cuarto.‑ Pedimos que el Ejército Federal y las policías de seguridad pública y judiciales ya no entren en las zonas rurales porque solamente van a intimidar, desalojar, robar, reprimir y bombardear a los campesinos que se organizan para defender sus derechos. Por eso nuestros pueblos están cansados de la presencia de los soldados y seguridad pública y judiciales porque son tan abusivos y represores. Que el gobierno federal regrese al gobierno suizo los aviones Pilatus, usados para bombardear a nuestro pueblo y que el dinero producto de la devolución sea aplicado en programas para mejorar la vida de los trabajadores del campo y de la ciudad. También pedimos que el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica retire sus helicópteros, porque son usados para reprimir al pueblo de México.

Vigésimo quinto.‑ El pueblo campesino indígena se levantó en armas y es que de por sí no tiene más que sus humildes chozas, pero cuando el Ejército federal bombardea poblaciones civiles destruye estas humildes casas y todas sus pocas pertenencias. Por eso pedimos y exigimos al gobierno federal indemnizar a las familias que hayan sufrido daños materiales causados por los bombardeos y la acción de las tropas federales. Y también pedimos indemnización para las viudas y huérfanos por la guerra, tanto civiles como zapatistas.

Vigésimo sexto.‑ Nosotros, como campesinos indígenas, queremos vivir en paz y tranquilidad, y que nos dejen vivir según nuestros derechos a la libertad y a una vida digna.

Vigésimo séptimo.‑ Que se quite el Código Penal del estado de Chiapas porque no nos deja organizarnos más que con las armas, porque toda la lucha legal y pacífica la castigan y reprimen.

Vigésimo octavo.- Pedimos y exigimos el cese de las expulsiones de indígenas de sus comunidades por los caciques apoyados por el Estado. Exigimos que se garantice el retorno libre y voluntario de todos los expulsados a sus tierras de origen y la indemnización por sus bienes perdidos.

Vigésimo noveno.‑ Petición de las mujeres indígenas:

Nosotras, las mujeres campesinas indígenas, pedimos la solución inmediata de nuestras necesidades urgentes, a las que el gobierno nunca ha dado solución:

a).‑ Clínicas de partos con ginecólogos para que las mujeres campesinas reciban la atención médica necesaria.

b).‑ Que se construyan guarderías de niños en las comunidades.

c).‑ Pedimos al gobierno que mande alimentos suficientes para los niños en todas las comunidades rurales como: leche, maicena, arroz, maíz, soya, aceite frijol, queso, huevos, azúcar, sopa, avena, etcétera.

d).‑ Que se construyan cocinas y comedores para los niños en las comunidades, que cuenten con todos los servicios.

e).‑ Que se pongan molinos de nixtamal y tortillerías en las comunidades, dependiendo del número de familias que tengan.

f).‑ Que nos den proyectos de granjas de pollos, conejos, borregos, puercos, etcétera, y que cuenten con asesoría técnica y médicos veterinarios.

g).‑ Pedimos proyectos de panadería que cuenten con hornos y materiales.

h).‑ Queremos que se construyan talleres de artesanías que cuenten con maquinaria y materias primas.

i).‑ Para la artesanía, que haya mercado donde se pueda vender con precio justo.

j).‑ Que se construyan escuelas donde puedan recibir capacitación técnica las mujeres.

k).‑ Que haya escuelas de preescolar y maternal en las comunidades rurales, donde los niños puedan divertirse y crecer sanos moral y físicamente.

l).‑ Que como mujeres tengamos transportes suficientes para trasladarnos y para transportar nuestros productos de los diferentes proyectos que tengamos.

Trigésimo.‑ Exigimos juicio político a los señores Patrocinio González Garrido, Absalón Castellanos Domínguez y Elmer Setzer M.

Trigésimo primero.‑ Exigimos respeto a la vida de todos los miembros del EZLN y que se garantice que no habrá proceso penal alguno o acción represiva en contra de ninguno de los miembros del EZLN, combatientes, simpatizantes o colaboradores.

Trigésimo segundo.‑ Que todas las agrupaciones y comisiones de defensa de los derechos humanos sean independientes, o sea no gubernamentales, porque las que son del gobierno sólo esconden las arbitrariedades del gobierno.

Trigésimo tercero.‑ Que se forme una Comisión Nacional de Paz con Justicia y Dignidad formada mayoritariamente por gentes que no pertenezcan al gobierno ni a ningún partido político. Y que esta Comisión Nacional de Paz con Justicia y Dignidad sea la que vigile el cumplimiento de los acuerdos a los que lleguen entre el EZLN y el gobierno federal.

Trigésimo cuarto.‑ Que la ayuda humanitaria para las víctimas del conflicto sea canalizada a través de representantes auténticos de las comunidades indígenas.

Mientras no tengan solución estas justas demandas de nuestros pueblos estamos dispuestos y decididos a continuar nuestra lucha hasta alcanzar nuestro objetivo.

Para nosotros, los más pequeños de estas tierras, los sin rostro y sin historia, los armados de verdad y fuego, los que venimos de la noche y la montaña, los hombres y mujeres verdaderos, los muertos de ayer, hoy y siempre… para nosotros nada. Para todos todo.

¡Libertad! ¡Justicia! ¡Democracia!

Respetuosamente, desde el Sureste Mexicano».

Discurso pronunciado durante la visita de Cuauhtémoc Cárdenas el 17 de mayo de 1994

«Queremos agradecer a todos los hombres y mujeres, niños y ancianos, que se organizaron para recibir y alimentar al señor Cárdenas Solórzano y personas que lo acompañan. Estos niños, ancianos, mujeres y hombres son el verdadero sustento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, su fuerza y su base de apoyo. Si en ellos se sustentara cualquier gobierno, sería un buen gobierno.

Desde varias y diferentes poblaciones caminaron días y noches no sólo para recibir al señor Cárdenas y personas que lo acompañan, sino para hacerle ver una pequeña parte del motivo del fuego de nuestros fusiles.

Cercados por el enemigo, amenazados con hambre y sin medicinas, nuestros pueblos zapatistas no se rinden, no se venden y no olvidan.

En el nombre del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General, queríamos agradecer a los hombres y mujeres sin rostro, a los que son montaña, a los sin nombre, a los sin más voz que el fuego, a las tropas zapatistas todas y, especialmente, a las heroicas tropas del primer regimiento de nuestro ejército. En la verdad de sus corazones, en la alerta de su pensamiento, y en el poder de sus fusiles que sostuvo el dispositivo de seguridad para recibir al señor Cárdenas Solórzano y personas que lo acompañan.

Queremos, por último, saludar la memoria de nuestros muertos, de nuestros muertos que bajo estas mismas tierras nos cuidan y nos guían. De su sangre que es el único alimento verdadero que nos sostiene. Para nuestros muertos, larga vida en la muerte nuestra.

Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Mensaje a Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Partido de la Revolución Democrática a la Presidencia de la República:

Al pueblo de México:

Hermanos:

El día de hoy, 15 de mayo de 1994, dentro del territorio controlado por las fuerzas insurgentes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hemos recibido la visita del señor Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Partido de la Revolución Democrática a la Presidencia de la República Mexicana.

El Comité Clandestino ya ha saludado, esta mañana, la presencia del señor Cárdenas y personas que lo acompañan. Quisiéramos hacer notar nuestro reconocimiento a su valentía para ingresar a nuestro territorio y a su honestidad por confiar su seguridad a los combatientes zapatistas que escribieron una página gloriosa en la historia militar revolucionaria, al tomar la cabecera municipal de Las Margaritas en la madrugada del día primero de enero de este año.

El señor Cárdenas ha venido a escucharnos y lo ha hecho con atención y respeto. Esperamos que la palabra verdadera de los hombres y mujeres sin rostro sea escuchada y tenga un lugar en su corazón.

Nosotros, hombres y mujeres con el rostro amordazado, no hemos pedido un lugar especial en la historia, no estamos luchando por dinero, por un cargo político o por unas líneas en los libros de historia política. No hemos reclamado en vez alguna la paternidad del parto del mañana mexicano, que será democrático o no será. No hemos ni habremos de escatimar sangre y muerte para ese mañana, aun cuando los que gobiernen ese mañana nos arrojen al rincón de donde salimos con nuestro grito de guerra.

Los que para hacernos escuchar tenemos que morir, los siempre olvidados de las ideas revolucionarias y de los partidos políticos, los ausentes de la historia, los presentes siempre en la miseria, los pequeños, los mudos, los eternos infantes, los sin voz y sin rostro, los abandonados, los receptores del desprecio, los incapacitados, los abandonados, los muertos sin cifras, los instigadores de la ternura, los profesionales de la esperanza, los del digno rostro negado, los pura rabia, los puro fuego, los del ya basta, los de la madrugada, los del para todos todo, para nosotros nada.

Los de la palabra que camina, nosotros, queremos no el deber, no la gloria, no la fama. Nosotros queremos ser simplemente la antesala del mundo nuevo. Un mundo nuevo con una nueva forma de hacer política, un nuevo tipo de política de gente del gobierno, de hombres y mujeres que mandan obedeciendo.

Nuestros muertos nos han hablado y hemos escuchado en la palabra democracia la base de ese mundo nuevo.

El candidato que hoy recibimos es apoyado por un partido político que lleva por apellido la palabra democracia. Por eso queremos decir unas palabras sobre el PRD.

Hemos visto con preocupación que el PRD tiende a repetir en su seno aquellos vicios que envenenaron desde su nacimiento al partido en el poder. Aquellos que luchan por la democracia practican en su interior la intriga palaciega, el acuerdo de cúpula, el eterno traicionarse, la mentira, el peor ajuste de cuentas: la traición.

Y puede decirse que no conocemos bien al PRD y por eso hablamos estas palabras. Se puede decir que no es así, que las diferencias se resuelven apelando al sentimiento de las bases, que no hay zancadillas, arrebatos ni golpes bajos.

Se puede decir que el PRD es en sí mismo democrático, se puede engañarnos y engañarse, pero es seguro que el mañana democrático en México no nacerá de estos métodos políticos.

Hay gente dispuesta a dar la vida por un proyecto partidario, pero qué democracia, libertad y justicia nos ofrece el PRD. ¿La que practica en la selección interna de sus candidatos y lo lleva a descalificar por decreto a todas las fuerzas políticas que no sean el PRD, o que no acepten sujetarse a él, o que lo llevan a practicar el mimetismo político y en nada diferenciarse al proyecto del partido en el poder, lo que lo hace practicar malabarismo político y aparecer ayer en la izquierda, hoy en el centro y mañana en dónde?

Lo que lo lleva a congraciarse con los poderosos, llevando la bandera de un proyecto económico que tanto costara y costará al país. ¿Cuál es la diferencia entre el PRD, el PAN y el PRI? ¿No ofrecen el mismo proyecto económico? ¿No practican la misma democracia interna?

Éstas son las preguntas que deberán contestarse antes del 21 de agosto. No lo pedimos para nosotros. Es a nosotros a quienes nos han pedido hacer llegar, a través de nosotros, estos interrogantes al PRD.

Muchas fuerzas apoyan la candidatura del señor Cárdenas Solórzano para la presidencia de México, pero no serán éstas las definitivas para el tránsito a la democracia, tampoco lo seremos nosotros, los zapatistas, la fuerza en que se llegue al cambio democratizador.

La única fuerza capaz de llevar a cabo el tríptico libertad, democracia y justicia, y de cambiar el mundo entero, es la fuerza del pueblo, la de los sin partido ni organización, la de los sin voz y sin rostro. Quien gane con verdad esta fuerza, será invencible.

Esta fuerza del pueblo no se obtiene con engaño ni imposiciones, no con mentiras, no con traiciones; esta fuerza se gana con ejemplo, verdad y honestidad.

Si un partido político puede reclamar para sí esta autoridad moral entonces puede estar seguro del triunfo, aun cuando un fraude le quite temporalmente la victoria.

El camino de hacer valer la libertad ya está marcado, lo señalaron’ hombres y mujeres sin rostro. No tiene regreso y sus aspiraciones están’ presentes: democracia, libertad y justicia.

El CCRI hace una diferenciación entre Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el PRD. Queremos que se entienda bien este mensaje del EZLN.

No suplicamos, no rogamos, no mendigamos democracia; aconsejamos, advertimos, exigimos democracia.

Si se repite el panorama político de 1988, si no hay vía pacífica en el tránsito a la democracia, hay ya de nuestra parte, de hombres y mujeres sin rostro, otra vía, la guerra.

Un gobierno de transición democrática y un nuevo Constituyente que aseguren en la ley y en los hechos el complemento de las demandas fundamentales del pueblo mexicano, las demandas de democracia; libertad y justicia, demandas de dar voz a los sin voz, rostro a los sita rostro, mañana a los sin mañana y vida a nuestra muerte.

Éste es el camino que seguirá nuestro pueblo en cualquiera de las dos puertas que están abiertas. Éste es el camino que habremos de andar aun a costa de la vida de todos los zapatistas. Éste es el camino: democracia, libertad, justicia.

Desde las montañas del Sureste mexicano

Subcomandante Marcos».

CCRI-CG del EZLN

Discurso pronunciado el 15 de septiembre de 1994

«Compañeros del Comité Clandestino
Revolucionario Indígena –
Comandancia General del EZLN:

Compañeros responsables regionales
y locales del EZLN:

Compañeros y compañeras de
bases de apoyo del EZLN:

Compañeros combatientes zapatistas:

Por mi voz habla la voz del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Hermanos:

El día de hoy estamos aquí reunidos para recordarle al pueblo de México quiénes somos y qué queremos. Hace 184 años un puñado de indígenas y algunos mestizos se alzaron en armas contra la corona española para exigir la libertad que la soberbia oprimía con la esclavitud, para exigir la democracia que la soberbia ahogaba con la dictadura, para exigir la justicia que la soberbia encadenada con la explotación.

Hoy, 184 años después que los primeros insurgentes iniciaran la lucha por la democracia, la libertad y la justicia, por la bandera de la independencia, por el derecho de los pueblos a gobernar y gobernarse según su parecer y razón, la bandera que pasó de la imagen de la virgen de Guadalupe a la del águila devorando una serpiente con los tres colores, la bandera de México, la bandera de los obreros, de lo campesinos, de los indígenas, de los maestros y de los estudiantes, de los pobres todos de estas tierras, nuestra bandera, es levantada con dignidad por las tropas zapatistas.

Hoy en las calles de la ciudad de México desfilan las tropas de la usurpación. Pretenden engañar al pueblo de México presentándose como un ejército popular, como el Ejército Mexicano. Aquí el único ejército mexicano es el Zapatista de Liberación Nacional. El otro es un grupo armado al servicio de los poderosos, falto de honor militar y de vergüenza por servir a la mentira.

Hoy, en San Juan Chamula, el ejército federal entrena y arma a los caciques locales para que se enfrenten con sus hermanos expulsados. Dicen los federales que es labor social armar y entrenar a los caciques expulsadores.

Hoy, la palabra de verdad y justicia que camina en los zapatistas es objeto de dudas y ataques de aquellos que ayer veían con esperanza nuestro grito de rebeldía.

Ponen nuestra sangre como precio para creer nuevamente en nuestra lucha por la democracia, la libertad y la justicia. Quieren que camine nuevamente la muerte nuestra para convencerse de nuestra honestidad.

Ellos, los siempre solidarios con cualquier lucha que no fuera la de su propio pueblo. Ellos, los que no escatimaron ayuda alguna para las luchas de liberación en cualquier país que no fuera México. Ellos, los que regatean ayuda a los más pequeños de la patria. Ellos, los rápidos para cobrar cualquier apoyo.

Ellos pretenden culparnos de la mentira que envenena su corazón. Los que ayer decían que estaban dispuestos a empuñar las armas junto a los zapatistas para oponerse al mal gobierno, hoy llaman a no hacer nada, a la rendición a cambio de la triste ventaja de un puesto en el siguiente gobierno.

Hoy el poderoso nos repite una vieja mentira, dice su rostro doble que es el olvido en el corazón de nuestro pueblo, el pago para la sangre y muerte de los nuestros, que a nuestra rebeldía insurrecta el pueblo responde con el olvido y la desidia. Quiere el poderoso engañarnos con un país que ama la opresión y la humillación.

Hoy, usando como argumento un proceso electoral sucio e ilegítimo, el poderoso se vanagloria de su dominio. Quiere ignorar que la desilusión del cambio pacífico cunde entre los más pobres del país, que la impotencia frente al aparato del sistema de partido de Estado hará que la gran participación ciudadana del proceso electoral pasado se torne en un escepticismo futuro frente al cambio democrático pacífico. Conforme crece el falso orgullo de los poderosos, crece la rebeldía violenta en todo el territorio nacional.

Hoy el usurpador y la mentira que habitan en Palacio Nacional nos amenazan con armas y palabra, nos piden el abandono de nuestra justa causa, la rendición incondicional, la traición a nuestros muertos y a la sangre nuestra.

Hoy, a la palabra verdadera de los insurgentes zapatistas, a su estar dispuestos a buscar un camino de paz con justicia y dignidad, el supremo gobierno ha respondido con amenazas y bravatas.

Hoy hay más soldados y más maquinaria de muerte en manos del mal gobierno bajo los cielos mexicanos que justicia, libertad y democracia en los suelos del sureste mexicano. Vuelven los aviones de guerra a pasear su amenaza de muerte sobre los techos de nuestra gente.

Hoy el supremo gobierno pretende meternos miedo, nos amenaza con decenas de miles de soldados, con sus tanques y sus aviones, con sus bombas, con sus periódicos, televisión y radio.

El supremo gobierno olvida que nosotros somos los muertos de siempre, los que tenemos que morir para vivir, los que hemos dejado el mundo guardado en lo más profundo de nuestra historia, los que hemos recogido de la palabra de nuestros viejos más viejos la dignidad perdida.

Hoy debemos mirar a la montaña, a donde viven nuestros muertos, para oir su palabra. Votán-Zapata, guardián y corazón del pueblo, vuelve a entonar su canto de guerra y muerte para los hijos más pequeños de estas tierras, vuelven a sonar los tambores de la pelea en el corazón y la mente de los hombres y mujeres verdaderos, en la palabra que de noche anda, que en la montaña vive.

La sangre de nuestros muertos, los de ayer, los de enero, los de estos 250 días de cerco, los de los próximos días, la sangre de los nuestros, nuestra sangre nos está hablando. Debemos acallar nuestro dolor un momento para poder escuchar la palabra que camina en la muerte de los muertos nuestros.

Hoy nuestros jefes hablan de los muertos nuestros para escuchar su palabra, para saber el camino que deberán andar nuestros pasos de fuego. Hoy de la boca del mal gobierno sólo ha salido mentira y guerra habló doble su voz cuando dijo paz y diálogo, guerra y amenaza decía la verdad que en su mentira se ocultaba.

Quieren los poderosos que todo siga igual en las tierras de los hombres y mujeres verdaderos, que sigan reinando la mentira y la muerte. Quieren que sea inútil la muerte de los muertos nuestros, que sea estéril la sangre de los sin rostro, que no tenga camino el dolor de los armados de verdad y fuego.

Hoy piensa el poderoso que hay miedo viviendo en el corazón nuestro, que su arma y soldados podrán echar atrás la voluntad de libertad que vive en nuestros pasos. Cree el poderoso que nosotros, los muertos de siempre, tenemos miedo de morir peleando.

Hoy el tirano no escucha el canto guerrero que habla la montaña, el honor y la dignidad que viven en la muerte de los guerreros sin rostro y sin mañana, en nosotros los muertos de siempre, los que tenemos que morir para vivir.

Hoy el mal gobierno prepara sus fuerzas para callar nuestro grito rebelde, para llenar de sangre y muerte estas tierras de rebeldía. Hoy estamos listos. Hoy eso queremos decir: estamos listos.

Hoy estamos aquí para decirles a los grandes comerciantes y ganaderos, a sus guardias blancas, que estamos listos para darles su merecido.

Que sabemos dónde se enternan, quién los entrena, cuáles son las armas que les dan, quiénes son, en dónde viven, en dónde comen, en dónde duermen.

Hoy queremos decirle al mal gobierno que si la resistencia civil y pacífica que lleva adelante el pueblo chiapaneco en contra de la imposición sigue siendo reprimida y amenazada, si continúan los asesinatos contra dirigentes populares, si se desata la represión, no permaneceremos de espectadores mientras caen los mejores hijos de Chiapas.

Hoy nosotros nos hemos reunido aquí para volver nuestro corazón y nuestro dolor a la montaña, para que nuestro corazón sea buena tierra para la semilla de la palabra de los que en la noche andan, de lo que son montaña.

Hoy nosotros, los muertos de siempre, venimos a decirles a nuestros muertos que estamos listos, que la larga noche de mentira que se niega a hacerse amanecer necesita más sangre para abonar la semilla que sea la luz mañana, nosotros venimos aquí para hablarle a nuestros muertos.

No tenemos vida ya, anda la muerte en nuestros pasos desde el amanecer del año, desde la historia. No habrá mañana para los hombres y mujeres sin rostro, los del paso armado, los de la palabra verdadera. Hoy venimos a decirles a nuestros jefes, a los muertos de siempre, que estamos listos, que esperamos la orden, que la cumpliremos.

Hoy nosotros, los soldados zapatitas, los guerreros de las montañas, somos los mismos que peleamos contra la conquista española, lo que luchamos con Hidalgo, Morelos y Guerrero por la Indpendencia de estos suelos. Los mismos que resistimos la invasión del imperio de las barras y las turbias estrellas, los que con Zaragoza peleamos contra el invasor francés.

Los mismos que con Villa y Zapata recorrimos la República entera para hacer una Revolución que murió entre los libros, aplastada por los monumentos de la nueva clase gobernante. Los mismos que con Arturo Gámiz asaltamos el cuartel Madero. Los mismos que caminamos la montaña y la muerte con Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas.

Los mismos que en las cárceles y las torturas resistimos los golpes represivos en los setenta y los ochenta. Los mismos que fertilizamos con nuestra sangre los suelos de San Cristóbal de las Casas, de Rancho Nuevo, de Las Margaritas, de Altamirano, de Ocosingo, los mismos que abonamos con nuestro dolor callado esto 250 días de asfixia y olvido.

Los mismos que hablamos con palabra verdadera a nuestros hermanos en la miseria de toda la República Mexicana por medio de la Convención Nacional Democrática.

Hoy somos los mismos que venimos a decirles a nuestros jefes que estamos listos, que esperamos órdenes, que el dolor y el olvido que viene de afuera, de nuestros hermanos en otros suelos de la patria nuestra, no nos debilita, que suena en nuestro pecho el tambor de la guerra y quiere nuestra sangre encontrarse de nuevo y para siempre con la sangre de los muertos nuestros.

Hoy nosotros, los insurgentes zapatistas, venimos a decirle a nuestros muertos que esperamos, que estamos listos, que esperamos. Nosotros, los insurgentes de ayer, hoy y siempre, venimos a gritar la palabra de nuestro padre Vicente Guerrero: ¡Vivir por la patria o morir por la libertad! Hoy venimos a decir que si la patria no nos quiere vivos, en la muerte ganaremos la libertad.

Hoy venimos a decirle al pueblo de México, a recordarle, que los zapatistas no se rinden, que los zapatistas no se venden, que sigue nuestro pensamiento de «para todos todo, nada para nosotros».

Hoy venimos a decir que si la guerra se reinicia ya no se detendrá. Que pasarán días, meses, años, décadas enteras y seguirá la muerte acechando la mesa del hartazgo, el paso del poderoso, la mansión de la soberbia.

Hoy venimos a decir, otra vez, que la paz que queremos es una paz con justicia y dignidad, que no aceptaremos seguir viviendo y muriendo sin libertad, democracia y justicia, que no veremos diciembre de 1993 repetirse en diciembre de 1994.

Hoy venimos a levantar nuestras armas para recordarle a todos que somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Hoy venimos a repetir que somos el EZLN y que luchamos por democracia, libertad y justicia para los mexicanos todos.

Salud hermanos y soldados zapatistas. La lucha tiene todavía larga la noche de la muerte, amanecerá con sangre, con la muerte de abono habrá luz para los mexicanos todos».

¡Larga vida a los muertos nuestros!
¡Que hable su voz del Votán-Zapata!
¡Que nos hable el canto guerrero del
guardián y corazón del pueblo!
¡Que nuestro corazón escuche!
¡Que hable luego nuestro paso armado!
¡Vivir por la patria o morir por la libertad!

Desde las montañas del sureste mexicano
Comandancia General del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional
México, Septiembre de 1994

 

NOTA: Palabras pronunciadas por el Subcomandante Marcos, el 15 de septiembre de 1994, con motivo de la celebración de la Independencia de México.

Discurso en la UNAM pronunciado el 21 de marzo de 2001

«Hermanos y hermanas estudiantes y estudiantas de los Colegios de Ciencias y Humanidades, de la Escuela Nacional Preparatoria, de las Facultades y Escuelas Nacionales:
Hermanos y hermanas maestros y maestras, investigadores e investigadoras:
Hermanos y hermanas trabajadores y trabajadoras manuales y administrativos:
Universitarios todos:

Es un honor para nosotros los zapatistas estar en la máxima casa de estudios del país, la Universidad Nacional Autónoma de México. Porque por mucha publicidad que paguen las universidades privadas, ninguna de ellas puede ocupar el lugar que la UNAM tiene y que le han sabido ganar quienes la trabajan, la estudian y la viven.

Les agradecemos a todas y a todos el haber abierto este espacio.

Sabemos que no son pocas las dificultades que han tenido que superar para que nuestra visita sea una realidad. Sabemos que todas y todos pusieron su mejor esfuerzo y supieron posponer las diferencias que son naturales y, además, deseables en una universidad.

Porque la Universidad es eso, un universo de pensamientos que aprenden a convivir, que no a sucumbir, unos con otros.

Sabemos también que hay heridas profundas en uno y otro lado. No hemos venido a ahondar las unas o las otras. Tampoco a erigirnos en juez que dicta sentencia según el voluble jurado de los medios que un día absuelven y el otro condenan.

Ojalá y quienes no escatimaron críticas y calificativos despectivos a la UNAM por el movimiento de huelga pasado, hoy reconozcan que se están sentando ya las bases para un gran proyecto, tolerante e incluyente, de defensa de la universidad pública y gratuita.

Allá arriba desean una Universidad atrapada en el falso del dilema del inmovilismo o la acción irreflexiva. Cualquiera de estas dos opciones beneficia a quienes han puesto en la mira privatizadora la educación superior, la energía eléctrica, el petróleo, el patrimonio cultural, los pueblos indios, la nación entera.

Quienes piensan que la UNAM terminará por desgastarse en pugnas internas, pronto verán su error.

Aquí, frente a nosotros, están algunos de los mejores hombres y mujeres de México, estudiantes, maestros y trabajadores, jóvenes en su mayoría, y sus acciones habrán de despertar la admiración y el respeto, no sólo de quiénes ya los queremos y admiramos. También de otros que, como nosotros, luchamos por la dignidad.
Universidad Nacional Autónoma de México: los Zapatistas te saludan.

Universitarios y universitarias:

No vendré yo a decirles lo que cuesta llevar ese nombre sobre el pecho.

Ustedes lo saben bien porque lo llevan con dignidad.

Ese escudo no es sólo la pertenencia a una casa de estudios superiores. Es también una marca que provocará orgullo o vergüenza en quien la porta, dependiendo del lugar que en el mañana se ocupe.

Nosotros, quienes somos el color de la tierra, pensamos que la mejor forma de asomarse al mañana es mirando hacia abajo.

Nuestros más antiguos nos enseñaron que la verdad suele buscar su nido pegado al suelo, y que la mentira busca las alturas para así saberse impune y poderosa.

En la tierra que se crece hacia arriba, arriba está el poder del dinero y abajo está quien sobre su espalda sostiene las torres y, sin embargo, debe conformarse con recoger las sobras y basuras que de lo alto vienen.

Abajo está el que somos color de la tierra, el indígena, el obrero, el campesino, el empleado, el maestro, el estudiante, el ama de casa, el colono, el intelectual, el artista, el religioso, el homosexual, la lesbiana, el desempleado, el joven, el hombre, la mujer, el anciano, el niño.

Abajo está el niño, sí. Sabiéndolo mirar podremos asomarnos al mañana y entonces podremos optar, escoger, elegir nuestro lugar.

Muchas veces hemos oído que todos, sobre todo los jóvenes, deben mirar al futuro para hacerse responsables, maduros, adultos.

Miremos pues.

Ahí está: no hay más que números.

Nos marcan con un número. En la adolescencia somos el número de cuenta en la escuela, en la juventud sumamos, a los 18 años, el número de la credencial de elector y el número del registro federal de causantes.

A partir de ahí, la madurez se alcanza sumando más números: el número de la tarjeta de crédito, el número de la cuenta bancaria, el número de la credencial de manejo, el número de la tarjeta de circulación, el número del teléfono, el número del domicilio, el número de la tarjeta de jubilado y pensionado, el número del INSEN, el número de preso dentro o fuera de la cárcel, el número del predial, de la cuenta de luz, del gas, del agua.

Luego seremos número en la encuesta, en la votación, en el índice de pobreza, en el índice de analfabetismo, en el porcentaje de accidentes, de enfermedades curables, de preferencias comerciales, de radioescuchas, de televidentes, de satisfechos consumidores del detergente marca “la migaja” que todo limpia menos la conciencia.

Sí, si nos asomamos al futuro que allá arriba nos prometen, no somos lo que somos.

Un número somos. No una historia.

Allá arriba nos dicen que lo más importante es el individuo. Que hay que preocuparse de uno mismo, no de los demás. Que el cinismo y el egoísmo son virtudes. Que la bondad y la solidaridad son defectos a corregir. Que todo lo que sea pensamiento en común, en colectivo, es indicio de totalitarismo. Que no hay más libertad que la individual y personal.

Allá arriba nos dicen que sólo importa uno en particular, el uno que es cada uno, es decir, el uno que es… Un número.

Y, sin embargo, en ese futuro no somos uno, no llegamos a ser individuos con una historia propia, con virtudes y defectos, con anhelos y frustraciones, con victorias y derrotas, con sueños y pesadillas.

No, sólo somos un número.

Valemos como personas no porque luchemos. No porque nos hayamos construido una historia personal donde la dignidad sea la columna vertebral y única herencia valorada.

No porque deseemos ser mejores y tratemos de serlo todos y cada uno de los minutos de todas las horas, de todos los días, de todas las semanas, de todo los meses, de todos los años.

Valemos como personas si acumulamos más números que el resto.

Seremos reconocidos si escalamos sobre los demás, no junto con los demás.

Por cada hombre o mujer exitosos hay millones sobre cuyo fracaso se construyó el éxito de uno solo.

Y los argumentos para el éxito son, otra vez, los números: tantos millones acumulados, tantos millones robados, tantas propiedades sumadas, tantas propiedades usurpadas.

¿Qué no hay colectivos exitosos? Sí hay, pero como no acumulan números pues no cuentan.

Porque allá arriba se cuentan números, no vidas ni historias.

Ése es el futuro que nos prometen allá arriba y nos dicen que somos libres para escoger, no nuestro futuro, sino el número que tendremos en ese futuro al que hemos sido condenados.

Pero no veamos tanto arriba y regalemos una mirada a lo que abajo hay.

Hay un niño, decíamos. Un niño, no un chiquillo.

Hay un niño que, por ejemplo, se llama Pedro.

Y, por ejemplo, Pedro es mexicano, hijo de padre y madre mexicanos, nieto de mexicanos, hermano de mexicanos, primo, ahijado y sobrino de mexicanos.

Y, por ejemplo, Pedro es indígena además de ser niño.

Y por ejemplo, Pedro es pobre, además de ser mexicano, niño e indígena.

Y, por ejemplo, Pedro nació en la montaña y en la montaña aprendió a jugar, a hablar, a crecer.

Y Pedro tiene una casa pero no nació ni creció ni jugó en su casa porque en su casa hay unos soldados que, dicen, están ahí para defender la soberanía nacional que, hasta que no se determine otra cosa, es la soberanía de México.

Y los soldados defienden la soberanía de México frente a la amenaza de un niño mexicano, indígena y pobre. El gobierno de México usa a los soldados mexicanos para defenderse de los niños indígenas mexicanos. Y es que, dicen allá arriba, resulta que Pedro es un niño mexicano, indígena y pobre, sí, pero además es zapatista.

Nadie se lo ha preguntado, pero Pedro dice que él es un niño zapatista, hijo de zapatistas, nieto de zapatistas, hermano de zapatistas, primo, ahijado y sobrino de zapatistas.

Por eso Pedro nació y crece en las montañas y no en su casa, porque en lugar de números, ha sumado lo que a los ojos del poderoso son delitos.

Porque en México ser niño es un delito, ser pobre es otro delito, ser indígena es un delito más y ser zapatista es el colmo del delito.

Por eso hay soldados en la casa de Pedro, porque Pedro, que tiene 4 años, es un criminal para quienes allá arriba gobiernan.

Pero allá arriba dicen que ya hay cambio democrático, que el 2 de julio y la madre del muerto, así que han decidido ser generosos y han dado su sentencia: Pedro puede volver a su casa si se humilla, si sigue siendo niño y pobre e indígena pero deja de ser zapatista.

Porque si deja de ser zapatista entonces aprenderá a ser un número que acumula números.

Disculpen si los aburro.

Ustedes son universitarios y universitarias y yo estoy aquí, haciéndoles perder su tiempo con la historia de un niño que, por cierto, se llama Pedro en honor a un insurgente zapatista caído en combate el primero de enero de 1994, cuando el color que somos de la tierra sacudió al mundo.

Yo estoy hablando de un niño indígena, en lugar de hablarles de la revolución mundial, la insurrección, la táctica y la estrategia, la coyuntura, las condiciones objetivas y subjetivas, el parteaguas, el-pueblo-unido-jamás-será-vencido, el si-zapata-viviera-con-nosotros-estuviera.

Yo estoy hablando de un niño indígena, en lugar de hablarles del ponte trucha, del agandalla pa que no te agandallen, del uca, uca el que se lo encuentra se lo emboruca, del presta pa´la orquesta, del cumple la ley carnal, pero la de ley de herodes y como quiera te chingas y te jodes, del rencor estéril, del cinismo hecho carrera con doctorado incluido, del changarro, del vocho, de la tele, del pueblo-unido-invariablemente-será-vencido, del si-zapata-viviera-con-nosotros-se-aburriera.

Pero ustedes son universitarios y universitarias, y los universitarios y las universitarias son pacientes, generosos, inteligentes, así que sabrán entender que sólo estoy tratando de decirles lo que es un zapatista.

Porque nosotros somos zapatistas.

Bien, pues eso somos los zapatistas, los rebeldes que nos negamos a ser números, los que preferimos ser dignos, los que no nos vendemos, los que no nos rendimos, los que, cuando queremos ver al futuro, no miramos hacia arriba buscando un signo monetario; los que, cuando queremos asomarnos al mañana, miramos hacia abajo, y buscamos y vemos ahí a un niño y en él buscamos y encontramos, no lo que fuimos, sino el espejo de lo que seremos.

Por eso, aunque parece que los zapatistas tenemos la mirada baja, en realidad la llevamos bien en alto, mucho más alto que quienes allá arriba creen estar muy alto.

Y llevamos la vista en alto porque, cuando hablamos del mañana, estamos mirando un niño.

Esto es algo que no pueden entender ni los congresistas ni el foxi-equipo, pero estoy seguro que ustedes, que son universitarios y universitarias sí lo pueden entender.

Porque, a diferencia de los que están allá arriba, ustedes sí son inteligentes, que sí no, pues estarían dirigiendo algún organismo empresarial.

Ustedes sí lo pueden entender porque al mirarnos, están mirando hacia abajo y han sabido que no somos un número que busca acumular números, sino apenas un espejo.

Hermanos y hermanas de la UNAM:
Queremos pedirles algo.

A los estudiantes y estudiantas queremos pedirles que estudien y luchen. Que sin dejar de luchar terminen sus estudios. Que se vayan de la universidad. Que no se queden en ella. Que la universidad, con todo y ser universal, es limitada. Que allá afuera hay también otro universo y son necesarios y necesarias ahí para que luchen ahí. Que allá afuera estamos nosotros y muchos otros como nosotros. Que con nosotros tienen un lugar y no un número. Que no hagan de la juventud que tienen el pretexto para intentar hegemonizar y homogeneizar al otro alumno, al otro profesor, al otro trabajador, al otro diferente.

A los profesores y profesoras, a los investigadores e investigadoras:

Les queremos pedir que enseñen a aprender. Que vean y enseñen a ver todo, incluyéndonos a nosotros, con espíritu crítico y científico. Que enseñen y se enseñen a ver al otro, porque verlo es respetarlo, y respetar al otro es respetarse a uno mismo. Que no permitan que su trabajo de docencia e investigación sea tasado según la lógica mercantil, donde importa el volumen de cuartillas y no los conocimientos que se producen, donde sólo vale la firma al pie del desplegado en apoyo al señor rector, donde el criterio para que un proyecto tenga presupuesto es el número de horas invertido en audiencias y cortejos a funcionarios grises y analfabetas. Que no hagan del saber un poder que pretenda hegemonizar y homogeneizar al otro profesor, al otro investigador, al otro alumno, al otro trabajador.

A los trabajadores y trabajadoras:

Queremos pedirles que recuerden que ustedes escribieron antes páginas gloriosas en la lucha por mejores condiciones laborales. Que no olviden que fueron ejemplo de solidaridad con las causas justas en México y en el mundo. Que, ustedes lo saben mejor que nosotros, hagan memoria y vean que el libro de su historia no ha llegado a la página final todavía.

A todos los universitarios y universitarias:

Que nunca dejen de mirar hacia abajo, que no dejen de buscar un niño, que no dejen de buscar ni de encontrar un mañana que, como tal, será colectivo o no será.

Hermanos y hermanas universitarios:

No son pocos los dolores que nos unen. Muchas son las esperanzas que unos en otros reconocemos. Nuestro deseo como zapatistas es que, al mirarlos a ustedes y al ustedes mirarnos a nosotros, siempre encontremos dignidad, que con esa palabra nuestros más antiguos llamaban al mañana.

Universitarios y universitarias:
Aquí estamos, ustedes y nosotros. Y ustedes y nosotros somos la dignidad rebelde.

¡Democracia!
¡Libertad!
¡Justicia!»

 

Desde el “Aguascalientes Espejo de Agua”, Ciudad Universitaria, UNAM.
Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, marzo del 2001.

Somos el color de la tierra, discurso pronunciado en el Zócalo de la Ciudad de México el 11 de marzo de 2001

SOMOS EL COLOR DE LA TIERRA

 

«Ciudad de México: llegamos. Aquí estamos. Somos Congreso Nacional Indígena y zapatistas los que, juntos, te saludamos.

Si el templete donde estamos está donde está, no es accidente. Es porque de por sí, desde el principio, el gobierno está detrás de nosotros. A veces con helicópteros artillados, a veces con paramilitares, a veces con aviones bombarderos, a veces con tanques de guerra, a veces con soldados, a veces con policías, a veces con ofertas de compra-venta de conciencias, a veces con ofrecimientos de rendición, a veces con mentiras, a veces con estridentes declaraciones, a veces con olvidos, a veces con silencios expectantes. A veces, como hoy, con silencios impotentes.

Por eso no nos ve nunca el gobierno, por eso no nos escucha. Si apurara un poco el paso tal vez nos alcanzaría. Podría vernos entonces, y escucharnos. Podría darse cuenta de la larga y firme horizontalidad de quien es perseguido y, sin embargo, no se angustia, porque sabe que es el paso que sigue el que requiere atención y empeño.

Hermano, hermana: indígena, obrero, campesino, maestro, estudiante, colono, ama de casa, chófer, pescador, taxista, estibador, oficinista, empleado, vendedor ambulante, banda, desempleado, trabajador de los medios de comunicación, profesionista, religioso, homosexual, lesbiana, transexual, artista, intelectual, militante, activista, marino, soldado, deportista, legislador, burócrata, hombre, mujer, niño, joven, anciano.

Hermano, hermana del Congreso Nacional Indígena, arcoiris ya de lo mejor de los pueblos indios de México: nosotros no deberíamos estar aquí. (Después de escuchar esto, estoy seguro que, por primera vez, el que despacha detrás de mí está aplaudiendo a rabiar. Así que lo voy a repetir…): Nosotros no deberíamos estar aquí.

Quienes deberían estar aquí son las comunidades indígenas zapatistas, sus siete años de lucha y resistencia, su oído y su mirada. Los pueblos zapatistas. Los hombres, niños, mujeres y ancianos, bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que son los pies que nos andan, la voz que nos habla, la mirada que nos hace visibles, el oído que oído nos hace.

Quienes deberían estar aquí son las insurgentas y los insurgentes, su persistente sombra, su callada fortaleza, su memoria levantada. Las insurgentas e insurgentes. Las mujeres y hombres que forman las tropas regulares del EZLN y que son el guardián y corazón de nuestros pueblos. Son ellas y ellos quienes merecen verlos y escucharlos y hablarles. Nosotros no deberíamos estar aquí. Y sin embargo estamos. Y estamos junto a ellas y ellos, los ellos y ellas que pueblan los pueblos indios de todo México.

Los pueblos indios, nuestros más primeros, los más primeros pobladores, los primeros palabreadores, los primeros oidores. A los que, siendo primeros, últimos parecen y perecen…

Hermano, Hermana indígena.
Tenek. De muy lejos venimos.
Tlahuica. Caminamos tiempo.
Tlapaneco. La tierra andamos.
Tojolabal. Arco y flecha somos.
Totonaco. Viento caminado.
Triqui. El corazón y la sangre somos.
Tzeltal. El guerrero y el guardián.
Tzotzil. El abrazo compañero.
Wixaritari. Derrotados nos suponen.
Yaqui. Mudos.
Zapoteco. Callados.
Zoque. Mucho tiempo tenemos en las manos.
Maya. Aquí venimos a nombrarnos.
Kumiai. Aquí venimos a decir “somos”.
Mayo. Aquí venimos para ser mirados.
Mazahua. Aquí para mirar ser mirados.
Mazateco. Aquí es dicho nuestro nombre por nuestro paso.
Mixe. Esto somos: el que florece entre cerros.

El que canta. El que cuida y crece la palabra antigua. El que se habla. El que es de maíz. El que habita en la montaña. El que anda la tierra. El que comparte la idea. El verdadero nosotros. El hombre verdadero. El ancestro. El señor de la red. El que respeta la historia. El que es gente de costumbre humilde. El que habla flores. El que es lluvia. El que tiene conocimiento para mandar. El cazador de flechas. El que es arena. El que es río. El que es desierto. El que es mar. El diferente. El que es persona. El rápido caminador.

El que es gente. El que es montaña. El que está pintado de color. El que habla palabra legítima. El que tiene tres corazones. El que es padre y hermano mayor. El que camina la noche. El que trabaja. El hombre que es hombre. El que camina desde las nubes. El que tiene palabra. El que comparte la sangre y la idea. El hijo del sol. El que va de uno a otro lado. El que camina la niebla. El que es misterioso. El que trabaja la palabra. El que manda en la montaña.

El que es hermano, hermana.
Amuzgo. Todo esto dice nuestro nombre.
Cora. Y más dice.
Cuicateco. Pero apenas se escuchaba.
Chinanteco. Otro nombre tapaba nuestro nombre.
Chocholteco. Aquí venimos a sernos con los que somos.
Chol. Somos el espejo para vernos y sernos.
Chontal. Nosotros, los que somos el color del color de la tierra.
Guarijio. Aquí ya no más la vergüenza por la piel.
Huasteco. La lengua.
Huave. El vestido.
Kikapu. La danza.
Kukapá. El canto.
Mame. El tamaño.
Matlatzinca. La historia.
Mixteco. Aquí ya no más la pena.
Nahuatl. Aquí el orgullo de sernos el color que somos del color de la tierra.
Ñahñu. Aquí la dignidad que es vernos ser vistos siendo el color que somos del color de la tierra.
O’odham. Aquí la voz que nos nace y alienta.
Pame. Aquí ya no el silencio.
Popoluca. Aquí el grito.
Purepecha. Aquí el lugar que estuvo escondido.
Raramuri. Aquí la morena luz, el tiempo y el sentido.

Hermano, hermana indígena. Hermano, hermana no indígena:
Aquí estamos para decir aquí estamos. Y cuando decimos “aquí estamos”, también al otro nombramos.

Hermano, hermana que eres mexicano y que no lo eres. Contigo decimos “aquí estamos” y contigo estamos.

Hermano, hermana indígena y no indígena: un espejo somos. Aquí estamos para vernos y mostrarnos, para que tú nos mires, para que tú te mires, para que el otro se mire en la mirada de nosotros, aquí estamos y un espejo somos. No la realidad, sino apenas su reflejo. No la luz, sino apenas un destello. No el camino, sino apenas unos pasos. No la guía, sino apenas uno de tantos rumbos que al mañana conducen.

Hermano, hermana Ciudad de México: cuando decimos “somos” también decimos “no somos” y “no seremos”. Por eso es bueno que, quienes allá arriba son el dinero y quien lo vocea, tome nota de la palabra, atento la escuche y atento vea lo que ver no quiere.

No somos quienes aspiran a hacerse del poder y, desde él, imponer el paso y la palabra. No seremos.

No somos quienes ponen precio a la dignidad propia o a la ajena, y convierten a la lucha en mercado donde la política es quehacer de marchantes que disputan no proyectos sino clientes. No seremos.

No somos quienes esperan el perdón y la limosna de quien simula ayuda cuando en
realidad compra y que no perdona sino humilla a quien, siendo, es desafío y reclamo y demanda y exigencia. No seremos.

No somos quienes, ingenuos, esperamos que de arriba venga la justicia que sólo desde abajo se crece, la libertad que sólo con los todos se logra, la democracia que es todos los pisos y todo el tiempo luchada. No seremos.

No somos la moda pasajera que, hecha tonada, se archiva en el calendario de derrotas que este país luce con nostalgia. No seremos.

No somos el taimado cálculo que finge la palabra y en ella esconde un nuevo fingimiento, no somos la paz simulada que anhela guerra eterna, no somos quien dice “tres” y luego “dos” o “cuatro” o “todo” o “nada”. No seremos.

No somos el arrepentido de mañana, el que se convierte en imagen aún más grotesca del poder, el que simula “sensatez” y “prudencia” donde no hubo sino compra-venta. No seremos.

Somos y seremos uno más en la marcha. La de la dignidad indígena. La del color de la tierra. La que develó y desveló los muchos méxicos que bajo México se esconden y duelen.

No somos su portavoz. Somos una voz entre todas esas voces. Un eco que dignidad repite entre las voces todas. A ellas nos sumamos, nos multiplicamos con ellas.
Seguiremos siendo eco, voz somos y seremos. Somos reflexión y grito. Siempre lo seremos. Podemos ser con o sin rostro, armados o no con fuego, pero zapatistas somos, somos y siempre seremos.

Hace 90 años, los poderosos preguntaban al de abajo que zapata se llamaba:
“¿Con qué permiso señores?”. Y los de abajo respondimos y respondemos: “Con el nuestro”. Y con el permiso nuestro, desde hace exactamente 90 años nos hicimos grito, y “rebeldes” nos llamamos. Y hoy lo repetimos: rebeldes somos. Rebeldes seremos.

Pero serlo queremos con los todos que somos. Sin la guerra como casa y camino. Porque así habla el color de la tierra: tiene la lucha muchos caminos, y un solo destino tiene: ser color con todos los colores que visten a la tierra.

Hermano, hermana:

Dicen allá arriba que éste es el final de un temblor. Que todo pasa menos su ser ellos encima de nosotros. Dicen allá arriba que tú estás aquí para con morbo ver, para oír sin escuchar siquiera. Dicen que somos pocos, que débiles nos estamos. Que no somos más que una foto, una anécdota, un espectáculo, un producto perecedero con la fecha de caducidad cercana.

Dicen allá arriba que nos dejarás solos. Que solos y vacíos volveremos a la tierra en la que somos. Dicen allá arriba que el olvido es derrota y se sientan a esperar a que olvides y derrotes y te derrotes. Allá arriba saben pero no quieren decirlo: no habrá ya olvido y no será la derrota la corona para el color de la tierra. Pero no quieren decirlo porque decirlo es reconocerlo y reconocerlo es ver que todo ha cambiado y ya no para que nada cambie sino para que todo cambie cambiando. Este movimiento, el del color de la tierra, es tuyo y porque es tuyo es nuestro.

Ahora, y es lo que ellos temen, no hay ya el “ustedes” y el “nosotros” porque todos somos ya el color que somos de la tierra. Es la hora de que el fox y a quien sirve escuche y nos escuche. Es la hora de que el fox y quien lo manda nos vea. Una sola cosa habla nuestra palabra. Una sola cosa mira nuestra mirada. El reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígenas. Un lugar digno para el color de la tierra. Es la hora de que este país deje de ser una vergüenza vestida sólo del color del dinero. Es la hora de los pueblos indios, del color de la tierra, de todos los colores que abajo somos y que colores somos a pesar del color del dinero. Rebeldes somos porque es rebelde la tierra si hay quien la vende y compra como si la tierra no fuera, y como si no existiera el color que somos de la tierra. Ciudad de México: aquí estamos. Aquí estamos como rebelde color de la tierra que grita: ¡democracia! ¡libertad! ¡justicia!

México: no venimos a decirte qué hacer, ni a guiarte a ningún lado. Venimos a pedirte humildemente, respetuosamente, que nos ayudes. Que no permitas que vuelva a amanecer sin que esa bandera tenga un lugar digno para nosotros los que somos el color de la tierra».

Entre la sombra y la luz, último discurso pronunciado en México el 24 de mayo del 2014

ENTRE LA LUZ Y LA SOMBRA.

En La Realidad, Planeta Tierra.

«Compañera, compañeroa, compañero:

Buenas noches, tardes, días en cualesquiera que sea su geografía, su tiempo y su modo.

Buenas madrugadas.

Quisiera pedirles a las compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta que vienen de otras partes, especialmente a los medios libres compañeros, su paciencia, tolerancia y comprensión para lo que voy a decir, porque éstas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de existir.

Me dirijo a ustedes y a quienes a través de ustedes nos escuchan y miran.

Tal vez al inicio, o en el transcurso de estas palabras vaya creciendo en su corazón la sensación de que algo está fuera de lugar, de que algo no cuadra, como si estuvieran faltando una o varias piezas para darle sentido al rompecabezas que se les va mostrando. Como que de por sí falta lo que falta.

Tal vez después, días, semanas, meses, años, décadas después se entienda lo que ahora decimos.

Mis compañeras y compañeros del EZLN en todos sus niveles no me preocupan, porque de por sí es nuestro modo acá: caminar, luchar, sabiendo siempre que siempre falta lo que falta.

Además de que, que no se ofenda nadie, la inteligencia de l@s compas zapatistas está muy por arriba del promedio.

Por lo demás, nos satisface y enorgullece que sea ante compañeras, compañeros y compañeroas, tanto del EZLN como de la Sexta, que se da a conocer esta decisión colectiva.

Y qué bueno que será por lo medios libres, alternativos, independientes, que este archipiélago de dolores, rabias y digna lucha que nos llamamos “la Sexta” tendrá conocimiento de esto que les diré, donde quiera que se encuentren.

Si a alguien más le interesa saber qué pasó este día tendrá que acudir a los medios libres para enterarse.

Va pues. Bienvenidas y bienvenidos a la realidad zapatista.

I.- Una decisión difícil.

Cuando irrumpimos e interrumpimos en 1994 con sangre y fuego, no iniciaba la guerra para nosotras, nosotros los zapatistas.

La guerra de arriba, con la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación, la explotación y el silencio impuestos al vencido, ya la veníamos padeciendo desde siglos antes.

Lo que para nosotros inicia en 1994 es uno de los muchos momentos de la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su mundo.

Esa guerra de resistencia que día a día se bate en las calles de cualquier rincón de los cinco continentes, en sus campos y en sus montañas.

Era y es la nuestra, como la de muchos y muchas de abajo, una guerra por la humanidad y contra el neoliberalismo.

Contra la muerte, nosotros demandamos vida.
Contra el silencio, exigimos la palabra y el respeto.
Contra el olvido, la memoria.
Contra la humillación y el desprecio, la dignidad.
Contra la opresión, la rebeldía.
Contra la esclavitud, la libertad.
Contra la imposición, la democracia.
Contra el crimen, la justicia.

¿Quién con un poco de humanidad en las venas podría o puede cuestionar esas demandas?

Y en ese entonces muchos escucharon.

La guerra que levantamos nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones atentos y generosos en geografías cercanas y alejadas.

Faltaba lo que faltaba, y falta lo que falta, pero conseguimos entonces la mirada del otro, su oído, su corazón.

Entonces nos vimos en la necesidad de responder a una pregunta decisiva:

“¿Qué sigue?”

En las tétricas cuentas de la víspera no entraba la posibilidad de plantearnos pregunta alguna. Así que esa pregunta nos llevó a otras:

¿Preparar a los que siguen en la ruta de la muerte?

¿Formar más y mejores soldados?

¿Invertir empeños en mejorar nuestra maltrecha maquinaria de guerra?

¿Simular diálogos y disposición para la paz, pero seguir preparando nuevos golpes?

¿Matar o morir como único destino?

¿O debíamos reconstruir el camino de la vida, ése que habían roto y siguen rompiendo desde arriba?

El camino no sólo de los pueblos originarios, también de trabajadores, estudiantes, maestros, jóvenes, campesinos, además de todas las diferencias que se celebran arriba, y abajo se persiguen y se castigan.

¿Debíamos inscribir nuestra sangre en el camino que otros dirigen hacia el Poder o debíamos voltear el corazón y la mirada a los que somos y a los que son lo que somos, es decir los pueblos originarios, guardianes de la tierra y la memoria?

Nadie lo escuchó entonces, pero en los primeros balbuceos que fueron nuestras palabras advertimos que nuestro dilema no estaba entre negociar o combatir, sino entre morir o vivir.

Quien hubiera advertido entonces que ese temprano dilema no era individual, tal vez hubiera entendido mejor lo que ha ocurrido en la realidad zapatista los últimos 20 años.

Pero les decía yo que nos topamos con esa pregunta y ese dilema.

Y elegimos.

Y en lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo.

En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida.

En lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo, elegimos construir la vida.

Esto en medio de una guerra que no por sorda era menos letal.

Porque, compas, una cosa es gritar “no están solos” y otra enfrentar sólo con el cuerpo una columna blindada de tropas federales, como ocurrió en la zona de Los Altos de Chiapas, y a ver si hay suerte y alguien se entera, y a ver si hay un poco más de suerte y el que se entera se indigna, y otro poco más de suerte y el que se indigna hace algo.

En el entretanto, las tanquetas son frenadas por las mujeres zapatistas, y a falta de parque fue con mentadas de madre y piedras que la serpiente de acero tuvo que echarse para atrás.

Y en la zona norte de Chiapas, padecer el nacimiento y desarrollo de las guardias blancas, recicladas entonces como paramilitares; y en la zona Tzotz Choj las agresiones continuas de organizaciones campesinas que de “independientes” a veces ni el nombre tienen; y en la zona de la Selva Tzeltal la combinación de paramilitares y contras.

Y una cosa es gritar “todos somos marcos” o “no todos somos marcos”, según el caso o cosa, y otra la persecución con toda la maquinaria de guerra, la invasión de poblados, el “peinado” de montañas, el uso de perros adiestrados, las aspas de los helicópteros artillados alborotando los copetes de las ceibas, el “vivo o muerto” que nació en los primeros días de enero de 1994 y alcanzó su nivel más histérico en 1995 y el resto del sexenio del ahora empleado de una trasnacional, y que esta zona de Selva Fronteriza padeció desde 1995 y a la que se suma después la misma secuencia de agresiones de organizaciones campesinas, uso de paramilitares, militarización, hostigamiento.

Si hay algún mito en todo esto no es el pasamontañas, sino la mentira que repiten desde esos días, incluso retomada por personas con altos estudios, de que la guerra contra los zapatistas sólo duró 12 días.

No haré un recuento detallado. Alguien con un poco de espíritu crítico y seriedad puede reconstruir la historia, y sumar y restar para sacar la cuenta, y decir si fueron y son más los reporteros que los policías y soldados; si fueron más los halagos que las amenazas e insultos, si el precio que se ponía era para ver el pasamontañas o para capturarlo “vivo o muerto”.

En esas condiciones, algunas veces sólo con nuestras fuerzas y otras con el apoyo generoso e incondicional de gente buena de todo el mundo, se fue avanzando en la construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que somos.

No es entonces una frase, afortunada o desafortunada, según se le vea desde arriba o desde abajo, la de “aquí estamos los muertos de siempre, muriendo de nuevo, pero ahora para vivir”. Es la realidad.

Y casi 20 años después…

El 21 de diciembre del 2012, cuando la política y el esoterismo coincidían, como otras veces, en predicar catástrofes que siempre son para los de siempre, los de abajo, repetimos el golpe de mano del 1 de enero del 94 y, sin disparar ni un solo tiro, sin armas, con nuestro solo silencio, postramos de nuevo la soberbia de las ciudades cuna y nido del racismo y el desprecio.

Si el primero de enero de 1994, miles de hombres y mujeres sin rostro atacaron y rindieron las guarniciones que protegían las ciudades, el 21 de diciembre del 2012 fueron decenas de miles que tomaron sin palabras los edificios desde donde se celebraba nuestra desaparición.

El sólo hecho inapelable de que el EZLN no sólo no se había debilitado, mucho menos desaparecido, sino que había crecido cuantitativa y cualitativamente hubiera bastado para que cualquier mente medianamente inteligente se diera cuenta de que, en esos 20 años, algo había cambiado al interior del EZLN y de las comunidades.

Tal vez más de alguno piense que nos equivocamos al elegir, que un ejército no puede ni debe empeñarse en la paz.

Por muchas razones, cierto, pero la principal era y es porque de esa forma terminaríamos por desaparecer.

Tal vez es cierto. Tal vez nos equivocamos al elegir cultivar la vida en lugar de adorar a la muerte.

Pero nosotros elegimos no escuchando a los de afuera. No a quienes siempre demandan y exigen la lucha a muerte, mientras los muertos los pongan otros.

Elegimos mirándonos y escuchándonos, siendo el Votán colectivo que somos.

Elegimos la rebeldía, es decir, la vida.

Eso no quiere decir que no supiéramos que la guerra de arriba trataría y trata de imponer de nuevo su dominio sobre nosotros.

Supimos y sabemos que una y otra vez habremos de defender lo que somos y como somos.

Supimos y sabemos que seguirá habiendo muerte para que haya vida.

Supimos y sabemos que para vivir, morimos.

II.- ¿Un fracaso?

Dicen por ahí que no hemos logrado nada para nosotros.

No deja de sorprender que se maneje con tanto desparpajo esta posición.

Piensan que los hijos e hijas de los comandantes y comandantas deberían disfrutar de viajes al extranjero, de estudios en escuelas privadas y luego de altos puestos en la empresa o la política. Que en lugar de trabajar la tierra para arrancarle con sudor y empeño el alimento, deberían lucirse en las redes sociales divirtiéndose en los antros, exhibiendo lujos.

Tal vez los subcomandantes deberían procrear y heredar a sus descendientes los cargos, las prebendas, los templetes, como hacen los políticos de todo el espectro.

Tal vez deberíamos, como los dirigentes de la CIOAC-H y de otras organizaciones campesinas, recibir privilegios y paga en proyectos y apoyos, quedarnos con la mayor parte y dejar a las bases sólo unas migajas, a cambio de que cumplan las órdenes criminales que vienen de más arriba.

Pero es cierto, no hemos logrado nada de eso para nosotros.

Difícil de creer que, 20 años después de aquel “nada para nosotros”, resultara que no era una consigna, una frase buena para carteles y canciones, sino una realidad, la realidad.

Si el ser consecuentes es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del éxito, la ruta al Poder.

Pero nosotros no queremos ir para allá.

No nos interesa.

En esos parámetros preferimos fracasar que triunfar.

III.- El relevo.

En estos 20 años ha habido un relevo múltiple y complejo en el EZLN.

Algunos han advertido sólo el evidente: el generacional.

Ahora están haciendo la lucha y dirigiendo la resistencia quienes eran pequeños o no habían nacido al inicio del alzamiento.

Pero algunos estudiosos no se han percatado de otros relevos:

El de clase: del origen clase mediero ilustrado, al indígena campesino.

El de raza: de la dirección mestiza a la dirección netamente indígena.

Y el más importante: el relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al mandar obedeciendo; de la toma del Poder de Arriba a la creación del poder de abajo; de la política profesional a la política cotidiana; de los líderes, a los pueblos; de la marginación de género, a la participación directa de las mujeres; de la burla a lo otro, a la celebración de la diferencia.

No me extenderé más sobre esto, porque ha sido precisamente el curso “La Libertad según l@s zapatistas” la oportunidad de constatar si en territorio organizado vale más el personaje que la comunidad.

En lo personal no entiendo por qué gente pensante que afirma que la historia la hacen los pueblos, se espante tanto ante la existencia de un gobierno del pueblo donde no aparecen los “especialistas” en ser gobierno.

¿Por qué les da terror el que sean los pueblos los que manden, los que dirijan sus pasos propios?

¿Por qué mueven la cabeza con desaprobación frente al mandar obedeciendo?

El culto al individualismo encuentra en el culto al vanguardismo su extremo más fanático.

Y ha sido eso precisamente, el que los indígenas manden y que ahora un indígena sea el vocero y jefe, lo que los aterra, los aleja, y finalmente se van para seguir buscando alguien que precise de vanguardias, caudillos y líderes. Porque también hay racismo en la izquierda, sobre todo en la que se pretende revolucionaria.

El ezetaelene no es de ésos. Por eso no cualquiera puede ser zapatista.

IV.- Un holograma cambiante y a modo. Lo que no será.

Antes del amanecer de 1994, pasé 10 años en estas montañas. Conocí y traté personalmente a algunos en cuya muerte morimos un mucho. Conozco y trato desde entonces con otros y otras más que hoy están aquí como nosotros.

Muchas madrugadas me encontré a mí mismo tratando de digerir las historias que me contaban, los mundos que dibujaban con silencios, manos y miradas, su insistencia en señalar algo más allá.

¿Era un sueño el mundo ése, tan otro, tan lejano, tan ajeno?

A veces pensé que se habían adelantado, que las palabras que nos guiaron y guían venían de tiempos para los que no habían aún calendarios, perdidos como estaban en geografías imprecisas: siempre el sur digno omnipresente en todos los puntos cardinales.

Luego supe que no me hablaban de un mundo inexacto y, por lo tanto, improbable.

Ese mundo ya andaba con su paso.

Ustedes, ¿no lo vieron? ¿No lo ven?

No hemos engañado a nadie de abajo. No escondemos que somos un ejército, con su estructura piramidal, su centro de mando, sus decisiones de arriba hacia abajo. No por congraciarnos con libertarios o por moda negamos lo que somos.

Pero cualquiera puede ver ahora si el nuestro es un ejército que suplante o impone.

Y debo decir esto, que ya he pedido la autorización del compañero Subcomandante Insurgente Moisés para hacerlo:

Nada de lo que hemos hecho, para bien o para mal, hubiera sido posible si un ejército armado, el zapatista de liberación nacional, no se hubiera alzado contra el mal gobierno ejerciendo el derecho a la violencia legítima. La violencia del de abajo frente a la violencia del de arriba.

Somos guerreros y como tales sabemos cuál es nuestro papel y nuestro momento.

En la madrugada del día primero del primer mes del año de 1994, un ejército de gigantes, es decir, de indígenas rebeldes, bajó a las ciudades para con su paso sacudir el mundo.

Apenas unos días después, con la sangre de nuestros caídos aún fresca en las calles citadinas, nos dimos cuenta de que los de afuera no nos veían.

Acostumbrados a mirar desde arriba a los indígenas, no alzaban la mirada para mirarnos.

Acostumbrados a vernos humillados, su corazón no comprendía nuestra digna rebeldía.

Su mirada se había detenido en el único mestizo que vieron con pasamontañas, es decir, que no miraron.

Nuestros jefes y jefas dijeron entonces:

“Sólo lo ven lo pequeño que son, hagamos a alguien tan pequeño como ellos, que a él lo vean y por él nos vean”

Empezó así una compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravillosa, una maliciosa jugada del corazón indígena que somos, la sabiduría indígena desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación.

Empezó entonces la construcción del personaje llamado “Marcos”.

Les pido que me sigan en este razonamiento:

Supongamos que es posible otra forma de neutralizar a un criminal. Por ejemplo, creándole su arma homicida, hacerle creer que es efectiva, conminarlo a construir, en base a esa efectividad, todo su plan, para, en el momento en que se prepara para disparar, el “arma” vuelva a ser lo que siempre fue: una ilusión.

El sistema entero, pero sobre todo sus medios de comunicación, juegan a construir famas para luego destruirlas si no se pliegan a sus designios.

Su poder residía (ya no, han sido desplazados en eso por las redes sociales) en decidir qué y quién existía en el momento en que elegían qué nombraban y qué callaban.

En fin, no me hagan mucho caso, como se ha demostrado en estos 20 años, yo no sé nada de medios masivos de comunicación.

El caso es que el SupMarcos pasó de ser un vocero a ser un distractor.

Si el camino de la guerra, es decir, de la muerte, nos había tomado 10 años; el de la vida tomó más tiempo y requirió más esfuerzo, por no hablar de sangre.

Porque, aunque no lo crean, es más fácil morir que vivir.

Necesitábamos tiempo para ser y para encontrar a quien supiera vernos como lo que somos.

Necesitábamos tiempo para encontrar a quien nos viera no hacia arriba, no hacia abajo, que de frente nos viera, que nos viera con mirada compañera.

Les decía que empezó entonces la construcción del personaje.

Marcos un día tenía los ojos azules, otro día los tenía verdes, o cafés, o miel, o negros, todo dependiendo de quién hiciera la entrevista y tomara la foto. Así fue reserva en equipos de futbol profesional, empleado en tiendas departamentales, chofer, filósofo, cineasta, y los etcéteras que pueden encontrar en los medios de paga de esos calendarios y en diversas geografías. Había un Marcos para cada ocasión, es decir, para cada entrevista. Y no fue fácil, créanme, no había entonces wikipedia y si venían del Estado Español tenía que investigar si el corte inglés, por ejemplo, era un corte de traje típico de Inglaterra, una tienda de abarrotes, o una tienda departamental.

Si me permiten definir a Marcos el personaje entonces diría sin titubear que fue una botarga.

Digamos que, para que me entiendan, Marcos era un Medio No Libre (ojo: que no es lo mismo que ser un medio de paga).

En la construcción y mantenimiento del personaje tuvimos algunos errores.

“Es de humanos el herrar”, dijo el herrero.

Durante el primer año agotamos, como quien dice, el repertorio de “Marcos” posibles. Así que para inicios de 1995 estábamos en apuros y el proceso de los pueblos estaba en sus primeros pasos.

Así que en 1995 ya no sabíamos cómo hacerle. Pero entonces es cuando Zedillo, con el PAN de la mano, “descubre” a Marcos con el mismo método científico con que encuentra osamentas, es decir, por delación esotérica.

La historia del tampiqueño nos dio aire, aunque el fraude posterior de la Paca de Lozano nos hizo temer que la prensa de paga cuestionara también el “desenmascaramiento” de Marcos y descubriera que era un fraude más. Afortunadamente no fue así. Como ésa, los medios siguieron tragando otras ruedas de molino semejantes.

Un tiempo después el tampiqueño llegó a estas tierras. Junto con el Subcomandante Insurgente Moisés, hablamos con él. Le ofrecimos entonces dar una conferencia conjunta, así podría él librarse de la persecución puesto que sería evidente que no eran Marcos y él la misma persona. No quiso. Vino a vivir acá. Salió algunas veces y su rostro puede encontrarse en las fotografías de los velorios de sus padres. Si quieren pueden entrevistarlo. Ahora vive en una comunidad, en…. Ah, no quiere que sepan dónde mero vive. No diremos nada más para que él, si así lo desea algún día, pueda contar la historia que vivió desde el 9 de febrero de 1995. Por nuestra parte sólo nos queda agradecerle que nos haya pasado datos que cada tanto usamos para alimentar la “certeza” de que el SupMarcos no es lo que es en realidad, es decir, una botarga o un holograma, sino un profesor universitario, originario del ahora doloroso Tamaulipas.

En el entretanto seguíamos buscando, buscándolas, buscándolos a ustedes, a quienes ahora están aquí y a quienes no están aquí pero están.

Lanzamos una y otra iniciativas para encontrar al otro, a la otra, a lo otro compañero. Diferentes iniciativas, tratando de encontrar la mirada y el oído que necesitamos y merecemos.

En el entretanto, seguía el avance de los pueblos y el relevo del que se ha hablado mucho o poco, pero que se puede constatar directamente, sin intermediarios.

En la búsqueda de lo otro, una y otra vez fracasamos.

A quien encontrábamos o nos quería dirigir o quería que lo dirigiéramos.

Había quienes se acercaban y lo hacían con el afán de usarnos, o para mirar hacia atrás, sea con la nostalgia antropológica, sea con la nostalgia militante.

Así para unos éramos comunistas, para otros trotskistas, para otros anarquistas, para otros maoístas, para otros milenaristas, y ahí les dejo varios “istas” para que pongan lo que sea de su conocimiento.

Así fue hasta la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la más audaz y la más zapatista de las iniciativas que hemos lanzado hasta ahora.

Con la Sexta al fin hemos encontrado quien nos mira de frente y nos saluda y abraza, y así se saluda y abraza.

Con la Sexta al fin los encontramos a ustedes.

Por fin, alguien que entendía que no buscábamos ni pastores que nos guiaran, ni rebaños a los cuales conducir a la tierra prometida. Ni amos ni esclavos. Ni caudillos ni masas sin cabeza.

Pero faltaba ver si era posible que miraran y escucharan lo que siendo somos.

Al interior, el avance de los pueblos había sido impresionante.

Entonces vino el curso “La Libertad según l@s zapatistas”.

En 3 vueltas, nos dimos cuenta de que ya había una generación que podía mirarnos de frente, que podía escucharnos y hablarnos sin esperar guía o liderazgo, ni pretender sumisión ni seguimiento.

Marcos, el personaje, ya no era necesario.

La nueva etapa en la lucha zapatista estaba lista.

Pasó entonces lo que pasó y muchas y muchos de ustedes, compañeras y compañeros de la Sexta, lo conocen de manera directa.

Podrán decir luego que lo del personaje fue ocioso. Pero una revisión honesta de esos días dirá de cuántas y cuántos voltearon a mirarnos, con agrado o desagrado, por los desfiguros de una botarga.

Así que el relevo de mando no se da por enfermedad o muerte, ni por desplazamiento interno, purga o depuración.

Se da lógicamente de acuerdo a los cambios internos que ha tenido y tiene el EZLN.

Sé que eso no cuadra con los esquemas cuadrados que en los distintos arriba hay, pero eso la verdad nos tiene sin cuidado.

Y si esto arruina la perezosa y pobre elaboración de los rumorólogos y zapatólogos de Jovel, pues ni modos.

Ni estoy ni he estado enfermo, ni estoy ni he estado muerto.

O sí, aunque tantas veces me mataron, tantas veces me morí, y de nuevo estoy aquí.

Si alentamos esos rumores fue porque así convenía.

El último gran truco del holograma fue simular enfermedad terminal, e incluso todas las muertes que ha padecido.

Por cierto, lo de “si su salud lo permite”, que el Subcomandante Insurgente Moisés usó en el comunicado anunciando la compartición con el CNI, era un equivalente a “si el pueblo lo pide” o “si las encuestas me favorecen” o “si dios me da licencia” u otros lugares comunes que han sido la muletilla en la clase política en los últimos tiempos.

Si me permiten un consejo: deberían cultivar un poco el sentido del humor, no sólo por salud mental y física, también porque sin sentido del humor no van a entender al zapatismo. Y el que no entiende, juzga; y el que juzga, condena.

En realidad ésa ha sido la parte más sencilla del personaje. Para alimentar el rumor sólo fue necesario decirle a algunas personas en específico: “te voy a decir un secreto pero prométeme que no se lo vas a contar nadie”.

Por supuesto que lo contaron.

Los principales colaboradores involuntarios del rumor de enfermedad y muerte han sido los “expertos en zapatología” que en la soberbia Jovel y en la caótica Ciudad de México presumen su cercanía con el zapatismo y el profundo conocimiento que de él tienen, además, claro, de los policías que también cobran como periodistas, de los periodistas que cobran como policías, y de l@s periodistas que sólo cobran, y mal, como periodistas.

Gracias a todas y todos ellos y ellas. Gracias por su discreción. Hicieron exactamente como suponíamos que iban a hacer. Lo único malo de todo esto, es que dudo que ahora alguien les confíe ningún secreto.

Es nuestra convicción y nuestra práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar sólo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización.

Lo demás, o sirve al colectivo o no sirve.

Ha sido particularmente cómico lo que el culto al individuo ha provocado en los politólogos y analistas de arriba. Ayer dijeron que el futuro de este pueblo mexicano dependía de la alianza de 2 personalidades. Antier dijeron que Peña Nieto se independizaba de Salinas de Gortari, sin darse cuenta de que, entonces, si criticaban a Peña Nieto, se ponían del lado de Salinas de Gortari; y que si criticaban a éste último, apoyaban a Peña Nieto. Ahora dicen que hay que optar por un bando en la lucha de arriba por el control de las telecomunicaciones, así que o estás con Slim o estás con Azcárraga-Salinas. Y más arriba, o con Obama o con Putin.

Quienes hacia arriba suspiran y miran pueden seguir buscando su líder; pueden seguir pensando que ahora sí se van a respetar los resultados electorales; que ahora sí Slim va a apoyar la opción electoral de izquierda; que ahora sí en Game of Thrones van a aparecer los dragones y las batallas; que ahora sí en la serie televisiva The Walking Dead, Kirkman se va a apegar al comic; que ahora sí las herramientas hechas en china no se van a quebrar a la primera vuelta; que ahora sí el futbol va a ser deporte y no negocio.

Y sí, puede que en algunos de los casos sí le atinen, pero no hay que olvidar que en todos ellos son meros espectadores, es decir, consumidores pasivos.

Quienes amaron y odiaron al SupMarcos ahora saben que han odiado y amado a un holograma. Sus amores y odios han sido, pues, inútiles, estériles, vacíos, huecos.

No habrá entonces casa-museo o placas de metal en donde nací y crecí. Ni habrá quien viva de haber sido el subcomandante Marcos. Ni se heredará su nombre ni su cargo. No habrán viajes todo pagado para dar pláticas en el extranjero. No habrá traslado ni atención en hospitales de lujo. No habrán viudas ni hereder@s. No habrán funerales, ni honores, ni estatuas, ni museos, ni premios, ni nada de lo que el sistema hace para promover el culto al individuo y para menospreciar al colectivo.

El personaje fue creado y ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos.

Si alguien entiende esta lección que dan nuestras compañeras y compañeros, habrá entendido uno de los fundamentos del zapatismo.

Así que en los últimos años ha pasado lo que ha pasado.

Entonces vimos que la botarga, el personaje, el holograma pues, ya no era necesario.

Una y otra vez planeamos, y una y otra vez esperamos el momento indicado: el calendario y la geografía precisas para mostrar lo que en verdad somos a quienes son en verdad.

Entonces llegó Galeano con su muerte a marcarnos la geografía y el calendario: “aquí, en La Realidad; ahora: en el dolor y la rabia”

V.- El dolor y la Rabia. Susurros y gritos.

Cuando llegamos al caracol aquí en La Realidad, sin que nadie nos lo dijera empezamos a hablar en susurros.

Quedo hablaba nuestro dolor, quedito nuestra rabia.

Como si tratáramos de evitar que al Galeano lo ahuyentaran los ruidos, los sonidos que le eran ajenos.

Como si nuestras voces y pasos lo llamaran.

“Espera compa”, decía nuestro silencio.

“No te vayas”, susurraban las palabras.

Pero hay otros dolores y otras rabias.

Ahora mismo, en otros rincones de México y del mundo, un hombre, una mujer, unoa otroa, un niño, una niña, un anciano, una anciana, una memoria, es golpeada a mansalva, rodeada por el sistema hecho crimen voraz, es garroteada, macheteada, baleada, rematada, arrastrada entre burlas, abandonada, recuperado y velado su cuerpo, enterrada su vida.

Sólo algunos nombres:

Alexis Benhumea, asesinado en el Estado de México.
Francisco Javier Cortés, asesinado en el Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, asesinado en Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, asesinado en Chiapas.
El compa Kuy, asesinado en el DF.
Carlo Giuliani, asesinado en Italia.
Aléxis Grigoropoulos, asesinado en Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, asesinado en un Campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Ramala. 14 años, asesinado de un tiro en la espalda desde un puesto de observación del ejército israelí, no había marchas, ni protestas ni nada en la calle.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche asesinado en Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa de la Sexta desaparecido en la Ciudad de México.
Guadalupe Jerónimo y Urbano Macías, comuneros de Cherán, asesinados en Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido en Santa María Ostula
Javier Martínes Robles, desaparecido en Santa María Ostula
Gerardo Vera Orcino, desaparecido en Santa María Ostula
Enrique Domínguez Macías, desaparecido en Santa María Ostula
Martín Santos Luna, desaparecido en Santa María Ostula
Pedro Leyva Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, asesinado en Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, asesinado en Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desparecido en Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido en Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido en Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, asesinado en Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, asesinado en Oaxaca
Jorge Alexis Herrera, asesinado en Guerrero.
Gabriel Echeverría, asesinado en Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido en Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido en Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, asesinado en Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, asesinado en Morelos.
Alejandro Chao Barona, asesinado en Morelos.
Sara Robledo, asesinada en Morelos.
Juventina Villa Mojica, asesinada en Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, asesinado en Guerrero.
Catarino Torres Pereda, asesinado en Oaxaca.
Bety Cariño, asesinada en Oaxaca.
Jyri Jaakkola, asesinado en Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, asesinada en Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, asesinada en Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido en Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, asesinado en Sonora.

Los y las migrantes desparecidas forzosamente y probablemente asesinadas en cualquier rincón del territorio mexicano.

Los presos a quienes se quiere matar en vida: Mumia Abu Jamal, Leonard Peltier, los Mapuche, Mario González, Juan Carlos Flores.

El continuo entierro de voces que vida fueron, silenciadas por el caer de la tierra y el cerrarse de las rejas.

Y la burla mayor es que, en cada paletada de tierra que arroja el esbirro en turno, el sistema va diciendo: “no vales, no importas, nadie te llora, a nadie le da rabia tu muerte, nadie sigue tu paso, nadie levanta tu vida”

Y con la última paletada sentencia: “aunque agarren y castiguen a los que te matamos, siempre encontraré otro, otra, otros, que de nuevo te embosquen y repitan la danza macabra que acabó con tu vida”

Y dice “Tu justicia pequeña, enana, fabricada para que los medios de paga simulen y obtengan un poco de calma para frenar el caos que se les viene encima, no me espanta, no me daña, no me castiga”

¿Qué le decimos a ese cadáver al que, en cualquier rincón del mundo de abajo, se le entierra en el olvido?

¿Que sólo nuestros dolor y rabia cuentan?

¿Que sólo nuestro coraje importa?

¿Que mientras susurramos nuestra historia, no escuchamos su grito, su alarido?

Tiene tantos nombres la injusticia y son tantos los gritos que provoca.

Pero nuestro dolor y nuestra rabia no nos impiden escuchar.

Y nuestros susurros no son sólo para lamentar la caída de nuestros muertos injustamente.

Son para así poder escuchar a otros dolores, hacer nuestras otras rabias y seguir así en el complicado, largo y tortuoso camino de hacer de todo eso un alarido que se transforme en lucha libertadora.

Y no olvidar que, mientras alguien susurra, alguien grita.

Y sólo el oído atento puede escuchar

Mientras hablamos y escuchamos ahora, alguien grita de dolor, de rabia.

Y así como hay que aprender a dirigir la mirada, la escucha debe encontrar el rumbo que la haga fértil.

Porque mientras alguien descansa, hay quien sigue cuesta arriba.

Para mirar ese empeño, basta bajar la mirada y elevar el corazón.

¿Pueden?

¿Podrán?

La justicia pequeña se parece tanto a la venganza. La justicia pequeña es la que reparte impunidad, pues al castigar a uno, absuelve a otros.

La que queremos nosotros, por la que luchamos, no se agota en encontrar a los asesinos del compa Galeano y ver que reciban su castigo (que así será, que nadie se llame a engaño).

La búsqueda paciente y porfiada busca la verdad, no el alivio de la resignación.

La justicia grande tiene qué ver con el compañero Galeano enterrado.

Porque nosotros nos preguntamos no qué hacemos con su muerte, sino qué debemos hacer con su vida.

Disculpen si entro en el pantanoso terreno de los lugares comunes, pero ese compañero no merecía morir, no así.

Todo su empeño, su sacrificio cotidiano, puntual, invisible para quien no fuera nosotros, fue por la vida.

Y sí les puedo decir que fue un ser extraordinario y además, y esto es lo que maravilla, hay miles de compañeras y compañeros como él en las comunidades indígenas zapatistas, con el mismo empeño, idéntico compromiso, igual claridad y un único destino: la libertad.

Y haciendo cuentas macabras: si alguien merece la muerte es quien no existe ni ha existido, como no sea en la fugacidad de los medios de comunicación de paga.

Ya nos ha dicho nuestro compañero jefe y vocero del EZLN, el Subcomandante Insurgente Moisés, que al asesinar a Galeano, o a cualquiera de los zapatistas, los de arriba querían asesinar al EZLN.

No como ejército, sino como rebelde necio que construye y levanta vida donde ellos, los de arriba, desean el páramo de las industrias mineras, petroleras, turísticas, la muerte de la tierra y de quienes la habitan y trabajan.

Y ha dicho que hemos venido, como Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a desenterrar a Galeano.

Pensamos que es necesario que uno de nosotros muera para que Galeano viva.

Y para que esa impertinente que es la muerte quede satisfecha, en su lugar de Galeano ponemos otro nombre para que Galeano viva y la muerte se lleve no una vida, sino un nombre solamente, unas letras vaciadas de todo sentido, sin historia propia, sin vida.

Así que hemos decidido que Marcos deje de existir hoy.

Lo llevarán de la mano sombra el guerrero y lucecita para que no se pierda en el camino, Don Durito se irá con él, lo mismo que el Viejo Antonio.

No lo extrañarán las niñas y niños que antes se juntaban para escuchar sus cuentos, pues ya son grandes, ya tienen juicio, ya luchan como el que más por la libertad, la democracia y la justicia, que son la tarea de cualquier zapatista.

El gato-perro, y no un cisne, entonará ahora el canto de despedida.

Y al final, quienes entiendan, sabrán que no se va quien nunca estuvo, ni muere quien no ha vivido.

Y la muerte se irá engañada por un indígena con el nombre de Galeano en la lucha, y en esas piedras que han colocado en su tumba volverá a andar y a enseñar, a quien se deje, lo básico del zapatismo, es decir, no venderse, no rendirse, no claudicar.

¡Ah la muerte! Como si no fuera evidente que a los de arriba los libera de toda corresponsabilidad, más allá de la oración fúnebre, el homenaje gris, la estatua estéril, el museo controlador.

¿A nosotros? Bueno, pues a nosotros la muerte nos compromete por lo que tiene de vida.

Así que aquí estamos, burlando a la muerte en la realidad.

Compas:

Dicho todo lo anterior, siendo las 0208 del 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del EZLN, declaro que deja de existir el conocido como Subcomandante Insurgente Marcos, el autodenominado “subcomandante de acero inoxidable”.

Eso es.

Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Vale. Salud y hasta nunca… o hasta siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha importado.

Desde la realidad zapatista.

Subcomandante Insurgente Marcos».
México, 24 de mayo del 2014.

Discursos del Subcomandante Marcos