El Don Tancredo, o la suerte de don Tancredo, era un lance taurino con cierta afición en la primera mitad del siglo XX. Consistía en que un individuo que hacía el don Tancredo, esperaba al toro a la salida de chiqueros, subido sobre un pedestal situado en mitad del coso taurino. El ejecutante iba vestido con ropas generalmente de época o cómicas, y pintado íntegramente de blanco. El mérito consistía en quedarse quieto, ya que el saber de la tauromaquia afirmaba que al quedarse inmóvil, el toro creía que la figura blanca era de mármol y no la embestía, convencido de su dureza.

El origen de esta práctica es incierto, si bien hay varias fuentes que afirman que un torero español, natural de Valencia, de poca fortuna y nombre Tancredo López. Fue en Cuba donde Tancredo tuvo la idea del hombre-estatua al presenciar una parodia taurina de Don Juan. Según algunos autores, el que realmente inventó esta forma estatuaria de torear fue un mexicano llamado José María Vázquez, alias “El esqueleto taurino”. Comenzó este espectáculo como un medio desesperado de ganar dinero en las postrimerías del siglo XIX. El público acogió con entusiasmo la actuación, que poco a poco fue extendiéndose. Normalmente el Tancredo era interpretado por personas desesperadas a la búsqueda de ganar dinero fácil y con poco que perder, ya que eran numerosas las cogidas que se producían. Así las cosas, el Tancredo fue prohibiéndose por las autoridades, y ya a mediados del siglo XX se realizaron las últimas representaciones.

Don Tancredo, Tancredo López, con su invención singularísima, actuó por primera vez en Madrid el 1 de enero de 1901. Ataviado con un disfraz blanco esperaba impávido ante el toril, la acometida de un astado. Pronto se convirtió en un héroe, y el tancredismo, como metáfora, pasó a formar parte del lenguaje culto y popular. Murió olvidado de todos en un hospital de Valencia en 1923.

El tal Tancredo López era un albañil valenciano -de ahí su empolvada vestimenta- con la ibérica tendencia a ganarse la vida ociosamente, con el mínimo funcionarial esfuerzo. Optó por quedarse quieto. Por no hacer nada, ni moverse ante la vida ni el peligro. Como un señor de los de antes. Y se hizo la estatua, el muerto, que es la más inmóvil de todas las actitudes.

Una de las apariciones más populares del don Tancredo es el interpretado por Fernando Fernán Gómez en la película El inquilino. También es muy conocida la descripción que hace el novelista Pío Baroja en su novela La busca.

«Don Tancredo» era el seudónimo del periodista y cronista taurino Roque Armando Sosa Ferreyro nacido en Mérida, Yucatán, México. Dueño de las revistas gráficas Taurinas La Lidia y La Fiesta, con las cuales se dio a conocer a nivel mundial el toreo mexicano. Roque Armando Sosa Ferreyro, «Don Tancredo», fue gran amigo de los toreros Rodolfo Gaona, El Cordobés y Lorenzo Garza, entre otros.

Don Tancredo (Tancredo López), actuó por primera vez en Madrid el 1 de enero de 1901
Don Tancredo (Tancredo López), actuó por primera vez en Madrid el 1 de enero de 1901
Don Tancredo (Tancredo López), actuó por primera vez en Madrid el 1 de enero de 1901
Don Tancredo (Tancredo López), actuó por primera vez en Madrid el 1 de enero de 1901
Don Tancredo (Tancredo López), actuó por primera vez en Madrid el 1 de enero de 1901
Don Tancredo (Tancredo López), actuó por primera vez en Madrid el 1 de enero de 1901
«La Tauromaquia. Suerte llamada de Don Tancredo», Pablo Picasso (1959)