Un amor indeciso

 

Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta…
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.

Yo le digo al amor: – ¿Qué te trae a mi casa?
Y el amor no responde, no saluda, no pasa…

Es un amor pequeño que perdió su camino:
Venía ya la noche… Y con la noche vino.

¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!…
¿Que palabra no dice, qué nombre no me nombra?… <

¿Qué deja ir o separa? ¿Que paisaje apretado
se le quedó en el fondo de los ojos cerrados?…

Este amor nada dice… Este amor nada sabe:
Es del color del viento, de la huella de un ave.

(…) Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
que huele las naranjas y que las rosas muerde…

Que todo lo confunde, lo deja… ¡Y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja…

Y no sabe morir ni vivir: Y no sabe
que el mañana es tan solo el hoy muerto…
El cadáver futuro de este hoy claro, de esta hora cierta…
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta…

Soneto

 

Quiere el Amor Feliz -el que se posa poco…-
arrancar un verso al alma oscura:
¿Cuándo la miel necesitó dulzura?
¿Quién esencia de pomo echa en la rosa?

Quédese en hojarasca temblorosa
lo que no pudo ser fruta madura:
No se rima la dicha; se asegura
desnuda de palabras, se reposa…

Si el verso es sombra, ¿qué hace con el mío
la luz?… Si es luz… ¿la luz por qué lo extraña?
¡Quien besar puede, bese y deje frío

símbolo, el beso escrito!… ¡En la maraña
del mapa no está el agua azul del río,
ni se apoya en su nombre la montaña!…

Si me quieres, quiéreme toda

 

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!

Deseo

 

Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra.
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne;
que la vida no vaya más allá… ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!…

Amor es

 

Amar la gracia delicada
del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan…
Amar la plenitud del árbol,
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas dulces….
Amar lo amable, no es amor:

Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz,
aprisionada por su tierra,
vencida por su misma tierra…

Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro…

Es entrarse en la entraña de la noche
y adivinarle la estrella en germen…
¡La esperanza de la estrella!…

Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar;
y lo que es más que perdonar,
es comprender…
Amor es apretarse a la cruz,
y clavarse a la cruz,
y morir y resucitar …

¡Amor es resucitar!

He aprendido

 

He aprendido que no puedo hacer que alguien me ame, pero puedo convertirme en alguien a quien se puede amar. El resto depende de los otros.
He aprendido que por mucho que me preocupe por los demás, muchos de ellos no se preocuparán por mí.
He aprendido que se pueden requerir años para construir la confianza y únicamente segundos para destruirla.
He aprendido que lo que verdaderamente cuenta en la vida, no son las cosas que tengo alrededor, sino las personas que tengo alrededor.
He aprendido que puedo encantar a la gente por unos 15 minutos. Después de eso, necesito poder hacer más.
He aprendido que no puedo compararme con lo mejor que hacen los demás, sino con lo mejor que puedo hacer yo.
He aprendido que lo más importante no es lo que me sucede, sino lo que hago al respecto.
He aprendido que hay cosas que puedo hacer en un instante, y que pueden ocasionar dolor durante toda una vida.
He aprendido que es importante practicar para convertirme en la persona que yo quiero ser.
He aprendido que es mucho más fácil reaccionar que pensar, y más satisfactorio pensar que reaccionar.
He aprendido que siempre debo despedirme de las personas que amo con palabras amorosas; podría ser la última vez que las vea.
He aprendido que puedo llegar mucho más lejos de lo que creí posible.
He aprendido que soy responsable de lo que hago, cualquiera que sea el sentimiento que tenga.
He aprendido que si no controlo mis actitudes, ellas me controlan a mí.
He aprendido que por apasionada que sea una relación en un principio, la pasión se desvanece y algo más debe tomar su lugar.
He aprendido que los héroes son las personas que hacen aquello de lo que estén convencidos, a pesar de las consecuencias.
He aprendido que aprender a perdonar requiere de mucha práctica.
He aprendido que el dinero es un pésimo indicador del valor de algo o de alguien.
He aprendido que con los amigos podemos hacer cualquier cosa, o no hacer nada, y tener el mejor de los momentos.
He aprendido que a veces las personas que creo que me van a patear cuando estoy caído, son aquellas que me ayudan a levantar, y aquellas que creo que me van a levantar, son las que me patean.
He aprendido que en muchos momentos tengo el derecho de estar enojado, mas no el derecho de ser cruel.
He aprendido que el verdadero amor y la verdadera amistad, continúan creciendo a pesar de las distancias.
He aprendido que simplemente porque alguien no me ama de la misma manera en que yo quisiera, no significa que no me ame a su manera.
He aprendido que la madurez tiene más que ver con las experiencias que he tenido y aquello que he aprendido de ellas, que con el número de años cumplidos.
He aprendido que nunca debo decirle a un niño que sus sueños son tontos; pocas cosas son tan humillantes y qué tragedia seria si lo creyera.
He aprendido que por bueno que sea el buen amigo, tarde o temprano me voy a sentir lastimado por él y debo saber perdonarlo por ello.
He aprendido que no siempre es suficiente ser perdonado por los otros; a veces tengo que perdonarme a mí mismo.
He aprendido que por más fuerte que sea mi duelo, el mundo no se detiene por mi dolor.
He aprendido que mientras mis antecedentes y circunstancias puedan haber influenciado en lo que soy, yo soy responsable de lo que llego a ser.
He aprendido que porque dos personas discuten, no significa que no se aman; y simplemente porque dos personas no discutan no significa que se aman.
He aprendido que no tengo que cambiar de amigos, si comprendo que los amigos cambian.
He aprendido que dos personas pueden mirar la misma cosa y ver algo totalmente diferente.
He aprendido que hay muchas maneras de enamorarse y permanecer enamorado.
He aprendido que sin importar las circunstancias, cuando soy honesto conmigo, llego más lejos en la vida.
He aprendido que muchas cosas pueden ser generadas por la mente; el truco es el autodominio.
He aprendido que aún cuando pienso que no puedo dar más, cuando un amigo pide ayuda, logro encontrar la fuerza para ayudarlo.
He aprendido que tanto escribir como hablar, alivia los dolores emocionales.
He aprendido que el paradigma en el que vivo, no es la única opción que tengo.
He aprendido que los títulos sobre la pared, no nos convierten en seres humanos decentes.
He aprendido que las personas se mueren demasiado pronto.
He aprendido que aunque la palabra amor pueda tener diferentes significados, pierde su valor cuando se usa con ligereza.
He aprendido que es muy difícil determinar dónde fijar el límite entre no herir los sentimientos de los demás y defender lo que creo.
He aprendido que yo siempre puedo orar por otro cuando no tengo las fuerzas para ayudarlo de alguna otra manera.
He aprendido que deberíamos estar contentos de que Dios no nos dio todo lo que pedimos.
He aprendido que bajo la coraza más dura, hay alguien que quiere ser apreciado y amado.
He aprendido que El Señor no lo hizo todo en un día. ¿Qué me hace pensar que yo puedo?
He aprendido que el amor y no el tiempo, cierran todas las heridas.
He aprendido que debemos mantener nuestras palabras tiernas, porque mañana tal vez debamos tragárnoslas.
He aprendido que… debo seguir aprendiendo.

Agua escondida

 

Tú eres el agua oscura
que mana por dentro de la roca.
Tú eres el agua oscura y entrañable
que va corriendo bajo la tierra,
ignorada del sol,
de la sed de los que rastrean la tierra,
de los que ruedan por la tierra.

Tú eres agua virgen sin destino y sin nombre
geográfico; tú eres la frescura intocada,
el trémulo secreto de frescura, el júbilo secreto
de esta frescura mía que tú eres, de esta agua
honda que tú has sido siempre,
sin alcanzar a ser más nada que eso;
agua negra, sin nombre…
¡Y apretada, apretada contra mí!

Madre

 

Como todos los niños, cuando yo lo era, solía preguntar a mi madre de dónde me habían traído…

Y como todas las madres, fabricaba la mía para contestarme, una tierra de leyenda o escogía entre los países del mundo, el que le parecía más hermoso.

Pero, no sé por qué, recuerdo que, a pesar de su buena voluntad, una vaga decepción seguía siempre a la respuesta; creía yo a mi madre; pero, una vez satisfechas mis turbadoras curiosidades, me quedaba por mucho tiempo triste.

¿Qué era lo que mi pequeño corazón soñaba entonces? ¿De qué flor hubiera querido brotar, de qué nube salir volando como un pájaro?

No lo sé todavía, y ahora pienso que sólo la verdad era digna de mi sueño.

Mi madre no podía ofrecerme nada más hermoso que ella misma… Pero si me la hubiera dicho, era su verdad tan maravillosa, que no la hubiera creído.

 

 

Poemas sin nombre: CXXIII

Para que tú no veas las rosas que haces crecer, cubro mi cuerpo de cenizas… De ceniza parezco toda, yerta y gris a la distancia; pero, aun así, cuando pasas cerca, tiemblo de que me delate el jardín, la sofocada fragancia.

 

 

Poemas sin nombre: XL

El pequeño contrahecho

 

El pequeño contrahecho conoce
todas las piedras del jardín;
las ha sentido en sus rodillas
y entre sus manos ya escamosas
de humano reptil.

En la tierra tirado parece un ángel roto,
el ángel desprendido de un altar:
Juega con los gusanos de la tierra
y con las raíces del framboyán.

El pequeño contrahecho tiene
los pies más suaves y el cielo más lejos…

Cuando en brazos lo alza el hermano mayor,
él sonríe y extiende las manos
embarradas de tierra
para coger el sol…

Poema sin nombre

 

He de amoldarme a ti como el río a su cauce,
como el mar a su playa, como la espada a su vaina.
He de correr en ti,
he de cantar en ti,
he de guardarme en ti ya para siempre.
Fuera de ti ha de sobrarme el mundo

como le sobra al río el aire, al mar la tierra,
a la espada la mesa del convite.
Dentro de ti no ha de faltarme
blandura de limo para mi corriente,
perfil de viento para mis olas,
ceñidura y reposo para mi acero.
Dentro de ti está todo; fuera de ti no hay nada.
Todo lo que eres tú está en su puesto;
todo lo que no seas tú me ha de ser vano.
En ti quepo, estoy hecha a tu medida;
pero si fuera en mí donde algo falta, me crezco…
Si fuera en mí donde algo sobra, lo corto.

Eternidad

 

En mi jardín hay rosas
yo no te quiero dar
las rosas que mañana…
mañana no tendrás.

En mi jardín hay pájaros
con cantos de cristal:
No te los doy, que tienen
alas para volar…

En mi jardín abejas
labran fino panal
¡Dulzura de un minuto…
no te la quiero dar!

Para ti lo infinito
o nada; lo inmortal
o ésta muda tristeza
que no comprenderás…

La tristeza sin nombre
de no tener que dar
o quien lleva en la frente
algo de eternidad…

Deja, deja el jardín…
no toques el rosal:
Las cosas que se mueren
no se deben tocar.

El amor indeciso

 

Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta…
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.

Yo le digo al amor: -¿Que te trae a mi casa?
Y el amor no responde, no saluda, no pasa…

Es un amor pequeño que perdió su camino:
Venía ya la noche… Y con la noche vino.

¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!…
¿Qué palabra no dice, qué nombre no me nombra?…

¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado
se le quedó en el fondo de los ojos cerrado?

Este amor nada dice… Este amor nada sabe:
Es del color del viento, de la huella que un ave

deja en el viento… -Amor semi-despierto, tienes
los ojos neblinosos aun de Lázaro… Vienes

de una sombra a otra sombra con los pasos trocados
de los ebrios, los locos… ¡Y los resucitados!

Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
que huele las naranjas y que las rosas muerde…,

Que todo lo confunde, lo deja… ¡Y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja…

Y no sabe morir ni vivir: Y no sabe
que el mañana es tan sólo el hoy muerto… El cadáver

futuro de este hoy claro, de esta hora cierta…
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta…

El perdedor

 

Has perdido jugando una canción:

Yo te la iré a buscar junto a la fuente
donde el agua es más honda y el sopor
más largo…
Hoy la devolveré a tu pecho ardiente
hecha sombra… ¡O hecha sol!

Has perdido jugando tu mejor
perla, la que era un coágulo de aurora,
la llamada Alba Triste:
No llores por tu perla, Perdedor…
Yo te la buscaré hora tras hora,
guijarro tras guijarro y flor tras flor…

Has perdido-jugando…-el resplandor
de una estrella: ¡Has perdido hasta una estrella!
Y hasta una estrella he de encontrarte yo…

Tanto puedo por ti, tanto… Voy a seguir la huella
sobre el mar de una estrella
que se perdió…

Has perdido jugando un gran amor…

El niño quiere jugar…

 

Para que el niño de los ojos mansos juegue
arranqué del jardín mis rosas blancas.
Y mis rosas rojas…

Para que juegue con sus hojas
el niño de los ojos mansos
-obscuros remansos
donde el alma sueña
que se ve otra vez
diáfana y risueña…-

Para que juegue el niño
de cuello de encaje, de capa de armiño…
Como todos los niños
que se ven en los cuadros:
¡Inocente y cruel como todos los niños !…

En esta mañana de luz y fragancia
corté para el juego del niño que amo
las más frescas rosas, las rosas de Francia.
Para que el niño juegue, las rosas mas blancas…
– ¡Última blancura! -:
la rosa más pura.

Para que juegue el niño
en esta brillante mañana olorosa,
la rosa más roja…

(¡Aun tengo sangre para teñir una rosa!…)

Cárcel de aire

 

Red tejida con hilos invisibles,
cárcel de aire en que me muevo apenas,
trampa de luz que no parece trampa
y en la que el pie se me quedó-entre cuerdas
de luz también…-bien enlazado.

Cárcel sin carcelero y sin cadenas
donde como mi pan y bebo mi agua
día por día… ¡Mientras allá fuera
se me abren en flor, trémulos, míos
aún, todos los caminos de la tierra!….

Tiempo

 

1

EL beso que no te di
se me ha vuelto estrella dentro.
¡Quién lo pudiera tornar
-y en tu boca…-otra vez beso!

2

Quién pudiera como el río
ser fugitivo y eterno:

Partir, llegar, pasar siempre
y ser siempre el río fresco…

 

3

Es tarde para la rosa.
Es pronto para el invierno.
Mi hora no está en el reloj…
¡Me quedé fuera del tiempo!…

4

Tarde, pronto, ayer perdido…
mañana inlogrado, incierto
hoy… ¡Medidas que no pueden
fijar, sujetar un beso!…

5

Un kilómetro de luz,
un gramo de pensamiento…
(De noche el reloj que late
es el corazón del tiempo…)

6

Voy a medirme el amor
con una cinta de acero:
Una punta en la montaña.
La otra…, ¡clávala en el viento!

Dulce María Loynaz, Cuba, 1902-1997

Creación

 

Y primero era el agua:
un agua ronca,
sin respirar de peces, sin orillas
que la apretaran…
Era el agua primero,
sobre un mundo naciendo de la mano de Dios…
Era el agua…
Todavía
la tierra no asomaba entre las olas,
todavía la tierra
sólo era un fango blando y tembloroso…
No había flor de lunas ni racimos
de islas… En el vientre
del agua joven se gestaban continentes…
¡Amanecer del mundo, despertar
del mundo!
¡Qué apagar de fuegos últimos¡
¡Qué mar en llamas bajo el cielo negro¡
Era primero el agua.

Rosas

 

En mi jardín hay rosas:
Yo no te quiero dar las rosas
que mañana…
mañana no tendrás.

En mi jardín hay pájaros
con cantos de cristal:
No te los doy,
que tienen alas para volar …

En mi jardín abejas
labran fino panal:
¡Dulzura de un minuto…
no te la quiero dar!

Para ti lo infinito o nada;
lo inmortal o esta muda tristeza
que no comprenderás …
La tristeza sin nombre de no tener que dar
a quien lleva en la frente algo de eternidad …

Deja, deja el jardín…
No toques el rosal:
las cosas que se mueren
no se deben tocar.

La hormiga

 

La miel guardé y se me agrió la miel:
-Mariposa con sed junto a mis rosas…-

Guardé la luz y se extinguió en lo obscuro:
-Noche la de tu amor… ¡Y sin auroras…! –

Guarde el beso… y el beso se hizo estrella,
dulzura muerta, claridad remota
y fría… -Tú en la tierra; yo en la tierra…
la tierra dura que se pega… -Ahora
guardo la estrella y me pregunto a veces
qué nueva frialdad será en la hora
de mañana, qué sal aun no probada,
¡qué sombra todavía entre mi sombra!…

Selva

 

Selva de mi silencio,
apretada de olor, fría de menta.

Selva de mi silencio, en ti se mellan
todas las hachas; se despuntan
todas las flechas;
se quiebran
todos los vientos.

Selva de mi silencio, ceniza de la voz
sin boca, ya sin eco; crispadura de yemas
que acechan el sol,
tras la espera
maraña verde… ¿qué nieblas
se te revuelven en un remolino?
¿Qué ala pasa cerca
que no se vea
succionada en el negro remolino?

(La selva se cierra
sobre el ala que pasa y que rueda.)

Selva de mi silencio,
verde sin primavera,
tú tienes la tristeza
vegetal y el instinto vertical
del árbol. En ti empiezan
todas las noches de la tierra;
en ti concluyen todos los caminos.

Selva apretada de olor, fría de menta.

Selva con tu casita de azúcar
y su lobo vestido de abuela;
trenzadura de hoja y de piedra,
masa hinchada, sembrada, crecida toda
para aplastar aquella,
tan pequeña,
palabra de amor…

La oración de la rosa

 

Padre nuestro que estás en la tierra; en la fuerce
y hermosa tierra;
en la tierra buena;

Santificado sea el nombre tuyo
que nadie sabe; que en ninguna forma
se atrevió a pronunciar este silencio
pequeño y delicado…, este
silencio que en el mundo
somos nosotras,
las rosas…

Venga también a nos, las pequeñitas
y dulces flores de la tierra,
el tu Reino prometido…,

Hágase en nos tu voluntad, aunque ella
sea que nuestra vida sólo dure
lo que dura una tarde…

El sol nuestro de cada día, dánoslo
para el único día nuestro…

Perdona nuestras deudas
-la de la espina,
la del perfume cada vez mas débil,
la de la miel que no alcanzó
para la sed de dos abejas…-,
así como nosotras perdonamos
a nuestros deudores los hombres,
que nos cortan, nos venden y nos llevan
a sus mentiras fúnebres,
a sus torpes o insulsas fiestas…

No nos dejes caer
nunca en la tentación de desear
la palabra vacía – ¡el cascabel
de las palabras!…-,
ni el moverse de pies
apresurados,
ni el corazón oscuro de
los animales que se pudre…
Mas líbranos de todo mal.
Amen.

Tierra cansada (Romance pequeño)

 

La tierra se va cansando,
la rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
de entibiar semillas rotas,
y el cansando de la tierra
sube en la flor que deshoja
el viento… Y allí, en el viento
se queda…

La mariposa
volará toda una tarde
para reunir una gota
de miel…

Ya no son las frutas
tan dulces como eran otras…
Las canas enjutas hacen
azúcar flojo… Y la poca
uva, vino que no alegra…
La rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
de la raíz a las hojas,
la tierra se va cansando.
(Rosa, rosita de aromas…,
la de la Virgen de Mayo,
la de mi blanca corona…
¿Que viento la deshojo?)
¡Me duele el alma de sola!…

(La Virgen se qued6 arriba
toda cubierta de rosas…)

¡No me esperes si me esperas,
Rosa mas linda que todas!…

La tierra se va cansando…
El corazón quiere sombra…

Tú, paz mía…

 

Tú, paz mía…
Aceite sobre mi mar en remolino,
gusto, sal de mi vida.

Tú, espejo milagroso
que no reflejas mis tinieblas
y reflejas la luz que ya no es mía…

Tú, jazmín dormido…
Estrella descolgada
para mi cielo tan vacío…

Si fuera nada más…

 

Si fuera nada más que una
sombra sin sombras; que una intima
tiniebla de dentro para fuera…

Si fuera-nada más-la misma
tiniebla de hoy… O la de ayer,
o la de todos los días…

Y ninguna cosa más honda
ni más ardiente ni más fría.

Si fuera como el retorno de un viaje
cansado…, un encontrar la antigua
casa, la olvidada almohada
que más blanda parecería…

Si ni siquiera fuera almohada
ni casa ni sombra ni vía
de retorno o de fuga, ni
miel que recoger, ni acíbar…

Si sólo fuera-al fin…-un breve
reintegrarse a la nada tibia…

La balada del amor tardío

 

Amor que llegas tarde,
tráeme al menos la paz:
Amor de atardecer, ¿por qué extraviado
camino llegas a mi soledad?

Amor que me has buscado sin buscarte,
no sé qué vale más:
la palabra que vas a decirme
o la que yo no digo ya…

Amor… ¿No sientes frío? Soy la luna:
Tengo la muerte blanca y la verdad
lejana… -No me des tus rosas frescas;
soy grave para rosas. Dame el mar…

Amor que llegas tarde, no me viste
ayer cuando cantaba en el trigal…
Amor de mi silencio y mi cansancio,
hoy no me hagas llorar.

Desprendimiento

 

Dulzura de sentirse cada vez más lejano.
Más lejano y más vago… Sin saber si es porque
las cosas se van yendo o es uno el que se va.
Dulzura del olvido como un rocío leve
cayendo en la tiniebla… Dulzura de sentirse
limpio de toda cosa. Dulzura de elevarse
y ser cómo la estrella inaccesible y alta,
alumbrando en silencio…

¡En silencio, Dios mío!…

Hoja seca

 

A mis pies la hoja seca viene y va
con el viento;
hace tiempo que la miro,
hecho un hilo, de fino, el pensamiento…

Es una sola hoja pequeñita,
la misma que antes vino
junto a mi pie y se fue y volvió temblando…

¿Me enseñará un camino?…

Dulce María Loynaz, Cuba, 1902-1997

Lourdes

 

Esta muchacha esta pintada
en un papel de arroz que es transparente
a la luz; ella vuela en su papel
al aire… Vuela con las hojas secas
y con los suspires perdidos.
Es la muchacha de papel y fuga;
es la leve, la ingrávida
muchacha de papel iluminado,
la de colores de agua…
La que nadie se atrevería
a besar por el miedo de borrarla…

La sonrisa

 

Viendo allí todavía la sonrisa
de aquel Cristo tan pálido yo estaba:

Y era apenas sonrisa la imprecisa
medialuna que el labio dibujaba,
la albura melancólica y sumisa
de los dientes, que un poco se dejaba
ver la boca entreabierta…

La camisa
de brocado violeta le tiraba
de los frágiles hombros.

(Plata lisa
y oro rizado en el altar…)

Flotaba
en el silencio el eco de una risa,
de un murmullo que el aire no acababa
de llevar, mientras lánguida y remisa
la gente entre los bancos desfilaba.
Hacía ya algún tiempo que la misa
había terminado y aun volaba
leve el incienso; el soplo de la brisa
deshojaba las rosas y apagaba
los cirios…

La gran puerta de cornisa
barroca lentamente se cerraba
como un plegar de alas…

Indecisa,
sobre la faz del Cristo agonizaba
la luz… Despacio, luego más aprisa,
se puso todo obscuro… No quedaba
más que el Cristo sonriendo en la repisa.

Y cuando el Cristo se borró… yo estaba
viendo allí todavía la sonrisa.

El madrigal de la muchacha coja

 

Era coja la niña.

Y aquella
su cojera
era
como un ondulamiento
de viento
en un trigal…

Era coja la doncella,
trazaba eses de plata sobre el viento,
hecha a no sé qué curva sideral…

Cristal quebrado era la niña… Mella
de rosas, por el pie quebrada
(¡y sin cristal que la tuviera alzada!…):
Una rosa cortada
que cae al suelo y que el que pasa huella.

La niña cojeaba
y su cojera en una sonrisa recataba
sin acritud de llanto ni querella:

Como la Noche sella
su honda herida de luz-alba o centella-,
así sellaba
ella
la herida que en su pie se adivinaba…

Nadie la hallara bella;
pero había en ella
como una huella
celeste… Era coja la niña:

Se hincó el pie con la punta de una estrella.

La mujer de humo

 

Hombre que me besas,
hay humo en tus labios.
Hombre que me ciñes,
viento hay en tus brazos.

Cerraste el camino,
yo seguí de largo;
alzaste una torre,
yo seguí cantando…

Cavaste la tierra,
yo pasé despacio…
Levantaste un muro
¡Yo me fui volando!…

Tu tienes la flecha:
yo tengo el espacio;
tu mano es de acero
y mi pie es de raso…

Mano que sujeta,
pie que escapa blando…
¡Flecha que se tira!…
(El espacio es ancho…)

Soy lo que no queda
ni vuelve. Soy algo
que disuelto en todo
no está en ningún lado…

Me pierdo en lo oscuro,
me pierdo en lo claro,
en cada minuto
que pasa… En tus manos.

Humo que se crece,
humo fino y largo,
crecido y ya roto
sobre un cielo pálido…

Hombre que me besas,
tu beso es en vano…
Hombre que me cines:
¡Nada hay en tus brazos!

El miedo

 

No fue nunca.

Lo pensaste quizás
porque la luna roja bañó el cielo de sangre
o por la mariposa
clavada en el muestrario de cristal.
Pero no fue: Los astros se engañaron…
Y se engañó el oído
pegado noche y día al muro del silencio,
y el ojo que horadaba la distancia…
¡El miedo se engañó!… Fue el miedo. El miedo
y la vigilia del amor sin lámpara…
No sucedió jamás:
Jamás. Lo pareció por lo sesgado,
por lo fino y lo húmedo y lo obscuro…
Lo pareció tal vez de tal manera
que un instante la boca se nos llenó de tierra
como a los muertos…
¡Pero no fue!… ¡Ese día no existió
en ningún almanaque del mundo!…

De veras, no existió… La Vida es buena.

Yo soñaba en clasificar…

 

Yo soñaba en clasificar
el Bien y el Mal, como los sabios
clasifican las mariposas:

Yo sonaba en clavar el Bien y el Mal
en el obscuro terciopelo
de una vitrina de cristal…

Debajo de la mariposa
blanca, un letrero que dijera: «EL BIEN».

Debajo de la mariposa
negra, un letrero que dijera: «EL MAL».

Pero la mariposa blanca
no era el bien, ni la mariposa negra
era el mal… ¡Y entre mis dos mariposas,
volaban verdes, áureas, infinitas,
todas las mariposas de la tierra!…

Yo te fui desnudando…

 

Yo te fui desnudando de ti mismo,
de los «tús» superpuestos que la vida
te había ceñido…

Te arranqué la corteza-entera y dura-
que se creía fruta, que tenía
la forma de la fruta.

Y ante el asombro vago de tus ojos
surgiste con tus ojos aun velados
de tinieblas y asombros…

Surgiste de ti mismo; de tu misma
sombra fecunda-intacto y desgarrado
en alma viva…-

Precio

 

Toda la vida estaba
en tus pálidos labios…
Toda la noche estaba
en mi trémulo vaso…

Y yo cerca de ti,
con el vino en la mano,
ni bebí ni bese…

Eso pude: Eso valgo.

Cyrina (poemas gemelos a una niña muerta)

 

I

La muerte la dobló sobre las rosas.
Una lumbre de luna mitigada en la niebla
cayó toda la noche sobre el túmulo
de rosas ahuecado para la niña muerta.

El pelo suelto y húmedo
del último sudor, la cabellera
que nadie peinaba ya más nunca,
caía con las flores y las hojas revuelta…

En los ojos abiertos y asombrados
se le cuajaban dos estrellas negras.

II

Por la ventana abierta entraba el sol
y el olor de los campos sobre la niña muerta.
La caja tapizada parecía
un estuche de esencia.

Allá dentro la masa de cabellos
aplastaba las margaritas frescas.

Murió de madrugada y era dulce
como todas las niñas…

El olor del campo
se mezclaba al de la cera
derretida; sobre el cristal zumbaba
obstinada una abeja…

En los ojos abiertos bajo el vidrio
le cabía la Muerte… ¡Toda entera!…

Ana Belinda

 

Donde tú estás, están la paz y el sueño.

No más noches de lluvia ni alboradas serenas.

Tus fríos pies están fuera del mundo,
se quedaron colgando por el borde
del mundo… Y en tus manos, siempre llenas
de juguetes y besos, ya no hay nada.

Yo distraídamente contaré
un día:

-La ancha sombra
de sus pestañas
oscurecía las azucenas…

La marcha

 

Camino hacia la sombra.
Voy hacia la ceniza mojada-fango de
la muerte…-, hacia la tierra.
Voy caminando y dejo atrás el cielo,
la luz, el amor… Todo lo que nunca fue mío.

Voy caminando en línea recta; llevo
las manos vacías, los labios sellados…
Y no es tarde, ni es pronto,
ni hay hora para mí.

El mundo me fue ancho o me fue estrecho.
La palabra no se me oyó o no la dije.
Ahora voy caminando hacia el polvo,
hacia el fin, por una recta
que es ciertamente la distancia
más corta entre dos puntos negros.

No he cogido una flor, no he tocado una piedra.
Y ahora me parece que lo pierdo
todo, como si todo fuera mío…

¡Y más que el sol que arde el día entero
sobre ella, la flor sentirá el frío
de no tener mi corazón que apenas tuvo!..

El mundo me fue estrecho o me fue ancho.
De un punto negro a otro
-negro también…-voy caminando…

Espejismo

 

Tú eres un espejismo en mi vía.
Tú eres una mentira de agua
y sombra en el desierto. Te miran
mis ojos y no creen en ti.
No estás en mi horizonte, no brillas
aunque brilles con una luz de agua…
¡No amarras aunque amarres la vida!…
No llegas aunque llegues, no besas
aunque beses… Reflejo, mentira
de agua tus ojos. Ciudad
de plata que me miente el prisma,
tus ojos… El verde que no existe,
la frescura de ninguna brisa,
la palabra de fuego que nadie
escribió sobre el muro… ¡Yo misma
proyectada en la noche por mi
ensueño, eso tú eres!… No brillas
aunque brilles… No besa tu beso…
¡Quien te amó sólo amaba cenizas!…

El juego de la muerte

 

Tu mano dura, rígida, apretando…
Apretando, apretando hasta exprimir
la sangre gota a gota…
Tu mano, garra helada, garfio lento
que se hunde… Tu mano.
¿Ya?…

La sangre…
No he gritado. No lloré apenas.
Acabemos pronto ahora: ¿ves?,
estoy quieta y cansada.
De una vez acabemos este juego
horrible de tu mano deslizándose
-¡todavía!…-suave y fría por mi espalda.

Dulce María Loynaz, Cuba, 1902-1997