Era un asunto decente
(esa es la expresión que utilizaron, decente)
y querían decir que nada lograría involucrarlos.
Al devolverles las llaves
anoto un desánimo en sus certezas:
había procedido al pie de la letra
según, pues, lo estipulado
y, evasivos, me dieron las gracias y me pagaron.
Me odiaron por haberlo conseguido
¡Ah, viejo y aburrido mundo
de soldados, funcionarios y empleados aduaneros!
de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)
