Acto reflejo Cuando se oye sonar la propia música En un lugar ajeno y no hay espejos Que confirmen la supuesta presencia En este cuarto de poema y fiebre Cuando una letra cierra la palabra Y sólo sigue un largo espacio en blanco Cuando el tiempo es la secuencia del caos Cuando todo es deuda y sólo resta Conservar el doble punto de apoyo Que este suelo concede indiferente Cuando la noche es un acto reflejo Vuelvo a escribir ¿Para mí? ¿Para un otro? Nadie lo sabe: igual vuelvo a escribir Hasta escarbar Hasta desenterrar.
Barricadas Acaso diga y escriba y repita Y gaste con la tinta y la voz nombres Que no harán otro gesto que extraviar Las llaves de algún reino sordomudo Esto es un simulacro Nada puede Más que parir largas filas de hormigas Letras Señales de humo contra el mundo Esquivo que no puede ser tocado Pero acaso escriba mientras la noche Estrecha el vínculo con esta casa Que alimenta ecos como nodriza De leches oscuras Acaso escriba Describa una fruta en la mesa un grifo Denuncie la distancia entre las cosas /Nada pierde su cerrada unidad/ Acaso insista en poner por escrito Formas figuras círculos viciosos Y un sistema que sigue funcionando Aire & vacío: El paisaje & el cuarto Sostenes de una ficción pulmonar Por la que el lenguaje respira pruebas De estar asido aún a lo posible Por eso acaso vuelva a repetir El acto de calzarme una corona Engarzada con palabras opacas /Hegel: «El hecho primero mediante El que Adán conquistó los animales Fue imponerles un nombre Mejor dicho Los aniquiló en su propia existencia»/ Pero este verso no sabe matar Y menos sabe nacer el poema Acaso entonces sólo gaste tinta Y dibuje un mapa para extraviarme En laberintos negros sobre blancos Use como un manco una mano sola Cómplice en el motín del alfabeto Acaso diga y repita y escriba Y en la saliva del habla se seque El agua de este vaso que pronuncio /La boca tiene sed y tiene lengua Para beberse de un trago el silencio/ Acaso escriba largas despedidas Reciba el último adiós de lo dicho Porque decir es como abandonar Porque escribir es elegir la sombra Que acecha donde no llegan los ojos Porque la red que arrojo de vocablos Y acaso lo que hablo cuando sueño Deba decirse escribirse caerse Acaso porque sí o porque no Porque las células siguen muriendo Y es un hilo de sangre la escritura Que ignora la ley recia de lo útil Acaso porque arrecia el aire frío De este diálogo entre adentro y afuera Acaso escriba de nuevo y de nuevo Diga y repita la primera letra: Es lo que tengo Lo demás se ha ido.
Pero avanzo La diferencia entre lo que no sé Y lo que aúlla detrás de la puerta O se cuela en la entreabierta pregunta Que la luz formula está en la palabra Así el silencio se viste de un cuerpo Que no consigo abrazar Nadie espera Y los papeles raspan su vacío Según las reglas que impone la noche Pero avanzo Quizás para perderme O porque quedan resquicios de blanco Y yo necesito encender un fuego Para el invierno de estas viejas letras Quizá para dejar que todo huya Y un verso destruya lo que he callado.
Los emisarios He atravesado la medialuz violeta Por la que huyen las noches de febrero He dejado sobre una mesa la carta desconocida Que entró por la ventana abierta Montada al mismo viento que endurece Las estatuas recién nacidas He leído el papel Las palabras letra a letra Me he preguntado quién /En esta espera errónea/ Escribirá para otros Las cosas que yo necesito.
Oficio nocturno Emboscado en la noche Acechante y traicionero Desgarro con el filo de la conciencia Las pausadas exhalaciones De quienes en esta misma habitación Se sacian en un sueño igualador y milenario La luz taimada de esta lámpara en cambio Traza desde su nulidad de objeto El telón de sombras de mi cacería infame: Allí donde el paisaje dormita bajo las estrellas Ha de haber un verbo una sentencia virgen Alguna paráfrasis del deseo Para justificar la vigilia autista de cierta lírica Ahora tal vez ahora que el aceite nocturno Ha empezado a volcarse quizás Un verso balbuceante descomprime la angustia Sobre el papel /como un animal Recién sacrificado/ yace el poema: Palabras palabras palabras Los círculos nacidos de la piedra Que se hunde en el agua Del universo.
Fernando G. Toledo, poeta, Mendoza (Argentina), 1974
El ansia El exacto lugar Equivocado Tierra prometida isla falaz Donde quiere hallarse La voz que ha de seguir Enhebrando en sí misma El silencio Piedras Rocas desgajadas Espinos y un río insectos animales Y los íntimos Desconocidos De siempre Para acoplarse a la escenografía Inesperada entre la cual Pondrás a hervir la elegía obvia De tu desolación Áspera arena cerros hostiles: Fuera del cuarto por la ventana Tu pregunta se mezcla Con la maquinaria coral Del planeta obstinado que va a seguir Girando Pero ya has cerrado los ojos Has puesto al sol desechado El armamento del lenguaje Y el deseo Se proyecta delante de ti Como una sombra blanca: presencia vacía Diapasón Herida callada Que en la carne de tus palabras Se infecta.
Hotel alejamiento Es la mañana Y una cuerda Puede estar ahora Quebrándose «Estamos hechos para ser mudos» decís Y mientras termina de tenderse el adiós Llora cada uno en su silencio Como si quisiéramos entender la luna Como si fuéramos a acompañar esta lluvia O como si dejáramos volcarse En la arena de un desierto El vaso de nuestra sed.
Instrumento de trabajo Toda desolación Podía comprenderse al mirar su sexo Tan fláccido como un otoño O tan oscuro y triste Como el beso que ella te da Pero no te brinda.
Nana

a N.

Dormida es un latido Dormida es ella Apagando sus ojos Para que yo apele Al viejo truco Del recuerdo Dormida es un latido Un latido un suspiro Un viento eterno Como una canción Dormida es un latido Apenas Un latido Dormida es un latido Tan sólo un latido Y otro latido Moriré cada noche En ese compás perfecto.
Distracción Lamías mi sexo con avidez El atardecer ahuyentaba muertes y fantasmas De un modo u otro Tu saliva se parecía A la lluvia que mañana iba a caer sobre el pasto.
9. 40 watts de luz 40 watts de luz Y una ventana que da a la noche Música involuntaria de los autos Lámparas que se secan Y el sueño a modo De intervalo Entre el día perdido Y el día que está por perderse.
10. Ventana Frota el viento a la Tierra Como a la lámpara de Aladino Todo es en vano: Arriba está el cielo Abajo no hay un mísero deseo cumplido.
Fernando G. Toledo, poeta, Mendoza (Argentina), 1974
Los cazadores Que despida un silencio cualquier cosa Y nosotros Lo veremos huir en su peregrinaje virgen Para así atraparlo y desangrarlo como a una presa Vampiros los dos Hambrientos de ese líquido callado A través del cual nos decimos de nuevo Dos palabras repetidas.
Profundidad de campo El pronóstico de ayer se cumple hoy Están mis huesos jóvenes probando las miserias Que me dedicarán con el transcurso de los años Hace frío Hace hambre de variadas cosas que la lengua El cuerpo ignoran Hay un deseo que se confunde para mí Y muchos artefactos no funcionan en esta casa Pero sobre la pared cuelga un foto que nos retrata Y que desliza sobre este presente Espectros de lo que yo sería Y no soy.
Flash Último beso en la oscuridad Ya te vas y ni siquiera Pregunté tu nombre Todo encaja Busca su lugar en lo que pronto Será una canción Para mi memoria Todo encaja y lejos Sobre la vereda mojada Te das vuelta para que en tu cara Se refleje la luz de una estrella Que brilla fuera de este planeta.
Herramienta Viaje obstinado de luz a la Tierra: Rota la pausa de los días buscas En tu cuerpo visible una señal Partícula a partícula ese polvo Que flota en la demolición del orbe Llena los huecos de tus muebles fríos De tu TV encendida hacia qué ojos Y de tu propia osamenta arrojada Sobre la superficie de un planeta Que es también un juguete abandonado Sorprendido acomodas las presencias Que te rodean a la maquinaria De la memoria De a poco el paisaje Se recompone y todo se echa a andar Viento sin lugar Tijeras que azotan El lienzo infinito de cada hora Y ese lenguaje En tu boca En las manos Para relatar desde el desaliento La escandalosa aventura del sol Sobre las cabezas Para decir Casi sin cesar como una pregunta Para pronunciar incompletamente La limosna diaria de lo mortal.
Canciones no oídas Está la mesa servida y la música Desfila con su río ya trazado Pero no estás hay silencio en la casa Para velar el goteo indecible De un piano que parece de otro tiempo Ese idioma no te alcanza ni el otro En el que todo pretende abarcarse Y todo tocarse Nada te alcanza El caos de las horas el oculto Relámpago dormido de la noche Y ese vértigo de todo lo quieto Te cobijan Te aceptan Te adormecen Hay luces que cambian tras la ventana Y es un espectáculo con paciencia Trazado por el azar laborioso Del mundo Es un instante de fulgor Perdido una vez más y para siempre En las ruinas de tus ojos cerrados.
Expuesto y escondido Expuesto y escondido como todo el que viaja en la noche
Voy recogiendo partes del mundo tiradas en el camino Piedras que no han merecido el viento Rostros que se repiten y son siempre una máscara Voces que nos llaman pero sólo a una acudimos Nada encuentro /como todo el que busca/ y por eso insisto Con este vicio nómade estancado en la partida Perdiendo a cada paso lo que sigo sin hallar Vuelto de espaldas contra la senda borrosa Que traza una línea rota alrededor del cuarto : La nave incendiada que estoy por abordar : El barco sin bandera y sembrado de pañuelos : El pozo donde la ausencia teje su velo Y lo tiende en la ventana para que la luna no entre Voy lamiendo una llaga con gusto a sal Dibujo las pisadas Que antes no he dado No llego Nunca llego Repito frases sueltas que ni siquiera recuerdo Y las copio en un cuaderno como una bitácora Viajo en la noche para tener los ojos cerrados Porque quien viaja no quiere moverse Porque lo que persigue la mirada es la sombra Viajo de noche y mis pasos suman una cifra infinita A punto de alcanzar el cero Viajo sin saber Porque en la oscuridad las formas se confunden Viajo como quien deja que un fuego se extinga Viajo como nada el agua en un río de peces Tengo prisa Escribo para andar más lento Leo viejos mensajes que dicen «Ya es tarde» Nada encuentro Mi cuerpo /manos ojos piernas boca sangre/ No tiene herramientas para llevarme a sitio alguno Pero sé que mi cuerpo es la única herramienta Es un horizonte rendido que no retrocede Una caja sin fondo llena de cosas inútiles Una ropa empapada la suave caída por una pendiente Una palabra que ha quedado fuera del poema Por eso es de noche y ando Por eso tengo prisa Por eso viajo en mi cuerpo y aquí me quedo.

Entonces prefiero quedarme quieto

«Entonces prefiero quedarme quieto»
Solía decirme a mí mismo Quieto
Como un animal que oye una canción
Quieto como la estrella que de niño
Elegí para mí entre las del cielo
«Hacia dónde voy cuando no me muevo»
Preguntaba como si no pudiera
Saber que el tránsito es a la distancia
Lo mismo que la palabra al silencio
Pasajero del punto de partida
Que despide a los trenes detenidos
Voy a seguir aunque ya nunca avance
Seguir como un reflejo que persiste
Después de que el espejo se ha quebrado.
Fernando G. Toledo, poeta, Mendoza (Argentina), 1974