El lebrel del Cielo

 

Huía de Él por la áspera pendiente
de las noches y días;
huía de Él cruzando las arcadas
de los años sombrías;
y por los laberintos de mi mente
huía de Él; y en brumazón de llanto
de su faz me escondía con espanto,
y me aturdía en ondulantes risas.
Corrí tras vislumbradas ilusiones
con alocadas prisas,
hasta rodar por breñas y peñones
al titánico horror del negro abismo,
donde repercutían
esos Pies que implacables me seguían.

Mas en la cacería sosegada
siguen los Pies con majestad serena,
urgentes en su prisa mesurada;
y su batir, que en pos de mí resuena,
cubre una Voz que dominante hostiga;
«No Me abrigas a Mí: ¬—Nadie te abriga.»

No quise ya buscar más extravíos
en rostro alguno de hombre o de doncella.
Mas algo me parece que se esconde
en la mirada bella
de los pequeños… algo que responde…
¡Ellos, ellos al menos serán míos!
Y los miré con ávidos anhelos…
Mas al ponerse hermosos de repente
sus cándidos ojuelos
con respuestas, aurora balbuciente,
su ángel, en vuelo airado,
del cabello los lleva de mi lado…

Venid pues, exclamé, venid los hijos
de la Naturaleza, yo os saludo:
dejadme compartir los regocijos
de vuestra delicada compañía:
démonos, labio a labio, la alegría
de las mutuas caricias, retozando
con tus flotantes trenzas, Madre y Dueña!
banqueteando
todos contigo en tu mansión risueña,
torres de viento con dosel de cielo,
y, a vuestra pulcra usanza encantadora,
en un cáliz libando
las lágrimas lucientes de la aurora!
Vi cumplido mi anhelo,
y entro a gozar la intimidad sin duelo
de la Naturaleza.
Sus enigmas desello, su secreto;
miro la faz del cielo, y con prestreza
sus volubles mudanzas interpreto;
descubro por qué escala al cielo sube
tenue espuma del mar, la airosa nube,
cuando salvaje el huracán resopla;
mi corazón inquieto,
al encumbrarse o decaer, se acopla
con cuanto nace y muere; y hago mías,
para pintar al vivo mis cambiantes,
las formas de los seres,
en mis endiosamientos y agonías,
congojas y placeres:
marchito por la tarde, cuando prende
sus cirios vacilantes,
rito sagrado en torno a los despojos
del día muerto, alegre, cuando enciende
la mañana sus ojos;
y con el tiempo sin cesar varío,
unas veces risueño, otras sombrío.
El cielo y yo mezclamos nuestros llantos,
y el suyo se enturbió con la amargura
del que despiden mis mortales ojos.
Calor y simpatía en mis quebrantos
ciego busqué, y a los latidos rojos
del corazón inmenso del poniente
junté mi propio corazón doliente.
Mas todo en vano! nada de esto es cura
al ascua de dolor que arde en mi pecho.
Mis lágrimas bañaron sin provecho
del mustio cielo las mejillas grises;
porque ¡ay!, aunque las cosas son tan bellas,
no hay comprensión posible que nos trabe,
lo que decimos ni uno ni otro sabe,
y ni las oigo yo ni me oyen ellas:
yo con palabras y sonidos hablo;
hablan ellas por pulso y movimiento,
silencio es su vocablo.
Naturaleza mi anhelas sediento
nunca pudo calmar, pobre madrastra;
mas, si en verdad ansía
que a ella me rinda como a Madre y Guía,
entregue suelto al viento
el velo azul que encubre su hermosura,
y, alivio al amargor de mis resabios,
los pechos deje ver de su ternura,
que nunca ni una gota de su leche
fue bendición de mis enjutos labios…

Mas por momentos más y más me acosa
la caza imperturbable y majestuosa,
apremiante en su prisa mesurada;
y, más veloces que esos Pies que atruenan,
vivos reclamos de una Voz resuenan:
«Tú no me alegras: —No te alegra nada.»

Desnudo el golpe resignado espero
que ya Tu amor me asesta.
Pieza a pieza, a cercén, mi arnés de acero
me arrancaste, y enhiesta
tu mano de rodillas me derriba.
Mírame inerme ya, del todo inerme…
me dormí, mas del sueño que se aviva
salgo, mirando en torno, para verme
despojado y baldío…
Loco en el desbordado señorío
de mis jóvenes fuerzas vencedoras ,
sacudí los pilares de las horas
y volqué sobre mí mi propia vida!
Del montón de mis años en el centro,
desfigurado y sórdido me encuentro,
y de escombros cubierta,
allí yace tendida
mi mutilada adolescencia muerta…
Han crujido mis días, acarreo
de leña seca que se pierde en humo;
se hincharon y rompieron, burbujeo
de sol y luz que sobre el agua estalla.
Ve el soñador su flor de ensueño seca;
siente el cantor que su laúd se calla.
Y aun la guirnalda cede y se desfleca
que trencé de floridas fantasías,
cuando, como pulsera en la muñeca,
mecí la tierra en mis gloriosos días;
cede, sostén menguado, bajo el peso
de una tierra que llora
cargada de dolor con tanto exceso…

¡Ay! Es tu amor acaso la invasora
maleza inmarcesible de amaranto,
que donde sus corolas desparrama,
no tolera el encanto
de otras flores en torno? ¡Ay! Necesitas,
Artista de invenciones infinitas,
reducir a tizón la verde rama
antes de que puedas dibujar con ella?
Desperdiciada, mi frescura sella
con su llovizna el polvo. Y entretanto
es ya mi corazón la rota fuente
donde se estanca el gotear de un llanto
que en ella sin cesar lentos destilan
húmedos pensamientos que titilan
en las quejosas ramas de mi mente.
Si hoy es así, ¿qué espero en lo futuro?…
Si el dejo de la pulpa es tan amargo,
¡qué será la corteza!… Vagamente
Del Tiempo conjeturo
lo que en nieblas esconde. Sin embargo
truena de vez en cuando una trompeta
desde los invisibles almenajes
de Eternidad. La bruma sus ropajes
breve espacio sacude, y vuelve inquieta
a envolver lentamente en sus jirones
los pálidos torreones
a medio divisar, mas no sin que antes
haya entrevisto al menos al que llama,
con su ropón de púrpuras sangrantes
y una corona de ciprés. Su nombre
no ignoro, ni el sentido
de lo que al viento su trompeta clama.
…Si es la vida del hombre,
o si es su corazón aridecido
El que mies Te rinde sazonada,
¿necesita la tierra vil majada,
abono que la muerte ha corrompido?

Mas ya de la carrera desalada
Se echa encima el estruendo,
y me cerca esa Voz con el tremendo
aullido de las olas en jauría:
«Qué destrozos son estos,
arcilla vil, montón de rotos tiestos?
¡Ves, todo huyó de ti, porque Me huías!»

“¡Oh, ser extraño, lastimoso, inútil!”
¿por qué su amor ha de guardarte nadie
-dijo- si soy lo único que irradie
sobre la nada el don de una sonrisa?
El corazón humano amor no ofrece
sino a quien lo merece;
y tú ¿de quién jamás has merecido
que te mire y que te ame,
tú, de la arcilla de hombre que se pisa
el terrón más infame?
¡No sabes cuan indigno siempre has sido
de todo amor!… Y ¿quién será el que quiera,
a ti tan vil, brindarte su cariño?
¿quién sino Yo? ¡ay! ¿quién sino Yo solo?
Cuanto te arrebaté, lo hice sin dolo,
no por dañarte, antes buscando plazos
para que al fin pudiera
hallarlo tu extravío entre Mis brazos.
Cuando tu error de niño
imaginó perdido, aquí te espera,
guardado en casa por Mi amor paciente.
Ponte de pie, dame la mano y vente!”

Detiénense los pasos a mi vera.
—¿Al fin mi oscuridad no es otra cosa
que la sombra amorosa
de Su mano tendida en la caricia?—
“¡Ay loco! ¡ay débil! baste…
¡ciego! ¿por qué te ofuscas?
¡Yo, Yo soy el que buscas!
¡De ti echaste el amor cuando Me echaste!

Cantos hermanos (extracto)

 

Una vez, Silvia mía primorosa,
en tiempo no lejano
-que es pesadilla horrible que me acosa
con turbios sueños que rechazo en vano-,
una vez, una noche solitaria,
abandonado, hambriento y aterido,
había yo sufrido,
en negras horas de cruel desvelo,
el audaz remirar de las estrellas,
expuesto al escrutinio con que al paria
hería cada una de esas bellas
transeúntes del cielo…
Amarrado, indefenso me veía
blanco del tiempo, que en mi pecho hundía
sus flechas -sus minutos-; y aguantando
la coz de cada Hora
de paso me lanzaba, al ir tirando
el lento carro de la noche fría,
sentí que, al fin, la perezosa aurora
de debajo de ruedas me sacaba
exangüe de la tétrica sangría,
mientras en mi agonía
el fin inevitable columbraba.

A la castidad

 

Mas tú que sabes la canción secreta
que de ti mismo aprendí yo a cantar,
enséñale el amor a tu poeta
a emular la virginidad.

Con gesto protector en mí defiende
la llama que tu soplo levantó;
sea el rojo matiz que en mí se enciende
el de la nieve herida por el sol.

Árbol de muchas ramas, una llevas

 

Árbol de muchas ramas, una llevas
que, no brotada en ti, te fue injertada.
Retoños y capullos aunque el rayo
te arrancara, esa rama seguiría
siempre en ti fija, ¡Hermano, Padre, Amigo,
hasta el fin de mi fin, siempre contigo!

Francis Thompson, Inglatera, 1859-1907

El reino de Dios está dentro de ti

 

Oh mundo invisible, te vemos,
oh mundo intangible, te tocamos,
¡oh mundo incognoscible, te conocemos,
inaprensible, te agarramos!

Si el pez no emprende vuelo para hallar su elemento
ni el águila naufraga para el aire encontrar,
¿por qué, entonces, pedimos al móvil firmamento
nos diga si Tu aliento cubre su inmensidad?

No es donde se oscurecen los remotos sistemas
ni donde Te supone nuestra imaginación…
dentro de nuestras almas cerradas y blasfemas
se oye el rumor pausado de Tus alas, Señor.

Los ángeles mantienen sus lugares antiguos
¡Gire una piedra y comience un ala!
Son ustedes, son sus caras extrañas, las
que extrañan la cosa esplendorosa.

Pero (cuando estando tan triste no se puede estar más triste)
llora, y por tu dolorosa pérdida
brillará el tráfico de la escalera de Jacob
inclinada entre el cielo y Charing Cross.

Sí, en la noche, alma mía, hija mía,
clamando al cielo por los dobladillos;
y he aquí, ¡Cristo andando sobre el agua,
no de Genesareth, sino del Támesis!

En Lord’s

 

Es poco lo que reparo en los fósforos de la gente de Southron,
aunque mis propias rosas rojas allí puedan soplar;
es poco lo que reparo en los partidos de la gente de Southron,
aunque las rosas rojas coronan las gorras, lo sé.
Porque el campo está lleno de sombras mientras me acerco a la costa sombría
y un bateador fantasmal juega al boliche de un fantasma,
y miro a través de mis lágrimas a una hueste que aplaude sin sonido
mientras los ladrones de carreras parpadean de un lado a otro,
de aquí para allá.
¡Oh, mi Hornby y mi Barlow hace mucho tiempo!

A un copo de nieve

 

¿Qué corazón pudo haber pensado en ti?
más allá de nuestro diseño
(¡oh pétalo de filigrana!)
modelado tan puramente,
frágilmente, seguramente,
de qué lugar paradisíaco
imaginándolo metal,
¿demasiado costoso para su coste?
¿quién te martilleó, te forjó,
de vapor argentino?
Dios fue mi formador,
pasando de conjeturas,
Él me martilleó, Él me forjó,
desde el plateado vapor rizado
a la lujuria de Su mente.
¡No podrías haberme pensado!
Tan pura, tan pálida,
Tinily, seguramente,
Mightly, fragilmente,
esculpida y grabada,
con su martillo de viento
y su más grave de escarcha.

El temor de la altura

 

No el vino de Circeo
Lo más peligroso es el dolor:
Las uvas de la vid de estrella de los cielos,
donde los
pensamientos elevados de las almas justas alcanzan,
Tentan con un deleite más retributivo,
Y desprecian todo el sobrio gusto de la vida.
‘Tis haber bebido demasiado bien
La bebida que es divina,
Maketh la tierra de la clase de la basura,
y respiración intolerable.

Ah yo
¿Cómo la contendrá mi boca con la mortalidad?
Lo, la música secreta, la música más dulce,
Desde las distancias de la distancia a la deriva de su vuelo solitario,
En el arcano donde la noche perecería en la noche,
Al igual que las cerraduras sueltas de un dios se desliza de manera indolente:
Música que es demasiado penosa de la altura
Para el deleite seguro y bajo,
Demasiado infinito,
Para los corazones acotados que todavía circunferencia el mar!

Así sea,
aunque sea dulce, y aunque mi corazón sea pequeño:
Así sea,
oh música, música, aunque despiertes en mí.
No hay alegría, ni gozo;
Aunque sólo despiertes la
tristeza suprema, la medida de la alegría,
¿Qué otra cosa no podía dar crédito a la altura,
¿No sabía yo,
Que mal está estatura a su contrario;
¿No lo sabía yo,
y aun de tristeza así,
De tristeza
extrema , De extremadamente triste una vara para medir
El increíble exceso de dulzura sin sentido,
Místico y muro de extraña felicidad.
Pues dejalo ser,
Aunque grande sea el dulce, y aunque mi corazón sea pequeño,
Y carne amarga
La comida de los dioses para que los hombres coman;
Sí, Juan se comió más picante, y pisó
menos caminos de calor,
que a los que acamparon en su
alta sala de banquetes,
y en las doradas fiestas de amor, invocan las bellas estrellas.

Sin embargo,
algunos , algunos se mantienen, algunos se quedan,
O difícil Alegría, yo ruego,
Algunos brazos de tuyo,
No sólo, sólo los brazos de la mía!
Para que, como una niña cansada, me caiga
De apretar el amor tan alto,
Y faltando así tus brazos, entonces Podría
Desgraciado. Me vuelvo
totalmente al amor de la tarifa más baja;
Porque bajo cae la caída de los cielos.
Sí,
Que me aseguraré Pero yo de estatura desesperada
Surcease mi ala, y mi destino perdido
Se desvaneció de puro
A retorcidas quebradas en el vergonzoso fango: Más
bajo que el hombre, pues soñé más alto,
Empujado hacia abajo, por lo mucho que aspiro,
Y condenado Con bebida de inmortalidad?
Porque tales cosas son,
sí, y el alcance más bajo del infierno de la reina,
pero es hecho posible
por el soplo forta’en del clima del austerest del cielo.

Estas noticias del vasto para traer
No necesita médico ni divino,
Demasiado bien, demasiado bien
Mi carne conoce la cosa perturbadora del corazón;
Esa temible teología sola
es mía, la
más nativa y la mía propia;
Y siempre con el trabajo victorioso
Cuando he hecho
De los picos deificantes escaleras oscuras,
Mi alma con angustia y recoil
Doth como una ciudad en una roca de terremoto,
Como a mis pies el abismo se cloven entonces,
Con una amenaza más profunda que para otros hombres,
De Mi potencial de primo con mire;
Que todos mis cielos conquistados crecen una burla hueca,
Mis poderes temerosos se retiran,
Ya no fuertes,
Invirtiendo las pancartas temblorosas de su canción.

Ah, para un corazón menos nativo del Cielo alto,
Un ojo encapuchado, para jesses y retención,
O para una voluntad accipitrine perseguir!
El velo de la carne tutelar a los hígados simples dados,
O los fervorosos fervores del Santo,

Francis Thompson, Inglatera, 1859-1907

Mensajes

 

¿Qué voy a contar tu verdadera amada,
doncella que abandona la Tierra?
¿Qué voy a decir tu verdadero amor,
cuando el espectro de la vida está puesto?

‘Dile que, nuestro lado de la tumba, la
Criada no puede concebir La
vida debe ser tan triste tener,
Que es tan triste dejar!’

¿Qué voy a decir tu verdadero amor,
cuando yo venga a él?
¿Qué voy a decir tu verdadero amor?

«Dile esto, cuando te
separes de una doncella pined;
Que lo veo con mi corazón,
Ahora mis ojos están ciegos.

¿Qué voy a contar tu verdadero amor?
Hablar-mientras es escaso.
¿Qué voy a contar tu verdadero amor,
postulante blanco de la muerte?’

Mi Señora La Tyranness

Yo desde que tu ambición justa arquea
Feodary a esas cejas graciosas,
¿No es nada mío no confesará
Tu sovran dulce rapacidad?
A pesar de su uso para el yugo blanco inures,
Medio-petulante es
Su amante rebelde por algo suyo,
No suyo, mi amor, no el tuyo!

He aquí mis cielos, que hacen conmigo
una pasión apasionada!
Envuélvete en ellos como una túnica,
Ella no los comparte; Su sonda de azures,
No hay alas que contrarresten tu vuelo.
No, me robaron
como un aura de su alma.
¡Yo los doy, amor, por el tuyo!

Pero mía estas colinas y campos, que
no ponen sobre la santidad de su pie.
Lejos, querida,
Lejos del dulce pianissimo Grave de tus pies!
Mi tierra, quizás, tu abismo de oscilación? –
Tu ausencia cubre
todo, una presencia más sutil. ¡Bosques,
campos, colinas, todos los suyos, todos los suyos!

No, entonces, dije, tengo mi pensamiento,
que nunca la mujer está alcanzando raught;
Siendo fuerte más allá de la fuerza de una mujer,
Y más allá de la altura de una mujer, En
forma a mi forma en todos los contornos.
– Miré, y
no conocí Pensamiento pero tú fuiste jardín.
Todo tuyo, mi amor, todo tuyo!

Meseemeth todavía, tengo mi vida;
All-clement Her su lucha resuelta
Evades; Contenida, abandonando
Sus ojos atenuantes; Una cosa
que toda la circunferencia de Dios asegura.
Ah, tonto, ¡pausa! ¡pausa!
No tuve vida, hasta que fue
Todo tuyo, mi amor, todo tuyo!

Sin embargo, la posesión severa! Tengo mi muerte, la
única que renuncia a mi sola respiración;
Que todo dentro de mí mismo muere,
Todo en mí mismo debe llorar el grito
que la pared del cuerpo sordos inmaduras .– El
pensamiento forma
mi muerte sin ella. – Ah, incluso la muerte
Todo tuyo, mi amor, todo tuyo!

La muerte, entonces, la suya. Tengo mi cielo,
por lo cual no ha luchado ningún brazo suyo;
Que solitario debo escoger,
Y solitario ganar o perder. – ¡
Ah, pero no el cielo mis propias resistencias!
Debo forzosamente
probarle, mi arroyo, en Dios su fuente, –
Tan empinada mi cielo en el suyo.

Por fin dije: «Tengo a mi Dios,
Quien me desea, aunque sea un terrón,
Y de Su liberal Cielo Él
Barrará en mis brazos Su privacidad.
El mismo por mí mismo asegura.
Ninguno negará a
Dios que sea mío, sino Él y yo.
Todo tuyo, mi amor, todo tuyo.

No tengo ningún temor en absoluto para que yo
sin ella dibuje la felicidad.
Dios por Su Cielo no renunciará a Aquel a
quien encontré tal Cielo abajo,
Y Ella lo entrenará a sus señuelos.
Nada, señora, amo
en ti pero más se ama arriba;
Lo que me hizo, lo hace suyo.

-Yo, tu buscado, ¿me he olvidado?
¿Estás, tú? No te busco.
¿Por qué, pintaste loro, Fama,
¿qué te he enseñado sino su nombre?
Oír,
Esclava de la fama, mientras el tiempo permanece, yo te la doy;
Página su nombre triunfal! – Señora,
Tómala, el esclavo es tuyo.

Margarita

 

Cuando el cardo levanta una corona púrpura
Seis pies fuera del césped,
Y la campanilla sacude en la colina ventosa, ¡
Oh aliento de las olas lejanas! –

Las colinas miran hacia el sur,
Y hacia el sur sueña el mar;
Y con la brisa del mar mano a mano
Vino inocencia y ella.

Donde ‘en medio de la aulaga el
rojo frambuesa para las fuentes del recolector;
Dos niños nos desviamos y hablamos
cosas sabias, ociosas, infantiles.

Ella escuchaba con sorpresa de labios grandes,
Mediados de flor y espina dorsal:
Su piel era como una uva cuyas venas
Corren nieve en lugar de vino.

No sabía esas dulces palabras que pronunciaba,
Tampoco conocía su propia manera dulce;
Pero nunca hay un pájaro, una canción tan dulce
en su garganta durante todo el día.

Oh, había flores en Storrington
en el césped y en el spray;
Pero la flor más dulce en las colinas de Sussex
era la Margarita-flor ese día!

Su belleza alisó el rostro surcado de la tierra.
Ella me dio tres tokens: –
Una mirada, una palabra de su boca winsome,
Y una frambuesa salvaje.

Un rojo de bayas, una mirada sin
culpa , Una palabra inmóvil, -cadeo de arena!
Y sin embargo, hicieron que mi salvaje y salvaje Corazón
volara hacia su pequeña mano.

Por ser ingenuo como el aire,
Y franco como los cielos,
Ella tomó las bayas con su mano,
Y el amor con sus ojos dulces.

Las cosas más hermosas tienen el fin más rápido,
Su aroma sobrevive a su fin:
Pero el olor de la rosa es amargura
Para el que amó la rosa.

Ella parecía un poco melancólica,
Entonces se fue a su manera de sol …
El ojo del mar tenía una niebla en él,
Y las hojas caían del día.

Ella siguió su camino despreocupado,
Se fue y dejó en mí
El dolor de todas las particiones desaparecidas,
Y las separaciones todavía por ser.

Ella me dejó maravillada por qué mi alma
estaba triste que ella estaba contenta;
A pesar de la tristeza en el dulce,
La dulzura en el triste.

Aún así, todavía parecía verla, todavía
Mirar con suaves respuestas,
Y tomar las bayas con su mano,
Y el amor con sus ojos encantadores.

Nada comienza, y nada termina,
Que no se paga con gemidos,
Porque nacemos en el dolor de otros,
Y perecemos en los nuestros.

Antes de su retrato en la juventud

 

Como amantes, desterrados del rostro de su dama
Y desesperados de su gracia,
Forme una dulzura fantasmal en su lugar,
Adorad cariñosamente
Un traje escudriñado que llevaba,
Un pañuelo o un guante:
Y a la espera del amante
En el guante flota el parte,
O al comando impetuosa
hacia arriba desde el pañuelo flota del cuello virgen:
Así que, en muy lowlihead de amor, –
Demasiado tímido reverenciar
Para permitir pisada suave luz de un pensamiento
banda de rodadura cerca de la vida, cosa consagrada, –
atesórenme tu juventud fundido.
Esta vestidura desgastada, inerte de ti,
todavía tiene mi rodilla,
Para eso,
Con la demostración y la apariencia justo Del pasado Ella
que una vez el
traje hermoso, desechado desnudo, él me traiciona.
Como Gale Gale a la deriva el aliento
de la muerte flores,
Así descender los años de hora en hora
aroma de este joven muerto me está flotaba a día:
me siento, y de la fragancia sueño con la flor.
Así pues, ella miró (yo digo);
Y por lo que su parte delantera se hundió
pesada corona de hierro por debajo del poeta:
En la boca museful dulce –
(A pesar de que los labios gemelas se encuentran)
¿Se pensaban y saludar a la tristeza:
Suspiros
En esos ojos tristes
Así que ponga en condiciones de visibilidad;
Como el éter sin vista se convierte, en lo profundo sobre lo profundo, a los tintes.
Así, hace mucho tiempo,
Ella mantuvo sus pasos meditativos lentos
A través de hidromiel de soltera, con la sombra agitada y el destello
De cerraduras a medias levantadas sobre los vientos del sueño,
Hasta que el amor la atrapara hacia el resplandor de su carro.
Sin embargo, Proserpine voluntario, más feliz!
Esta flor caída de la juventud le eches caída
I, faring en el cockshut-luz, el mal camino,
encontrará en mi ‘modo RELAClONADAS,
y agacharte, y se reúnen para memorial,
y lo pondré sobre mi pecho, y hacer que la mía.
A esto, todo el amor que las estrellas me permiten,
me dedico y me prometo. Retorno a
través de los días
Una mano trotada a los muertos la última trompeta no levantará.

La amapola (extracto)

A Mónica

 

Columpia la flor del sueño
en los trigos su cabeza,
ella de ensueños cargada,
ellos de pan. A las eras
van juntas la rubia espiga
y la flor que se asolea.
Y en pos de ellas vendrá el tiempo
a segar a quien las siega.

Inclino yo entre los hombres
mi vana inútil cabeza:
mi fruto, solos ensueños;
el de ellos, pan. A la tierra
baja el Tiempo y, hoz en mano,
tiende muertos, en sus eras,
lo mismo al hombre de gloria
que al que, deslumbrado, ensueña.
Mas sé que, en pos de las hoces,
el mundo, cuando yo muera,
vendrá a espigar los ensueños
del soñador de quimeras.

 

Francis Thompson, Inglatera, 1859-1907

Un himno de la tierra

 

Proemion.

¡Tierra inmensurable!
A través de las ruidosas y vastas poblaciones del Cielo,
Tempested con las escuelas de oro de orbes
pesadas , Que cleav’st con armonías profundamente repugnantes
Pasaje perpetuo, y detrás de ti dibujar
Un surco dulce, una estela cometaria
De la música de arrastre! ¿Qué efluencia grande,
no sólo el suspiro turbio de tus mares,
ni tu aire azul-coifing, te encierra de la curiosidad
de las estrellas, y de los haces anchos
de la empuje de los temperamentos de la luz del sol? Para, cayó cerca
De mi viaje removido-en el sereno
De la contemplación extrema, yo olor vidas.
Este es el flujo de tus rocas y sus campos,
Y el viento forzado, y las almas de los hombres,
Y aura de todos los pisones sobre ti;
Una exhalación sensitiva, en la que cerca
Las vidas olorosas de las flores de muchos-throated,
Y cada cosa se derramaron; Que así tú wear’st,
Incluso como un respiradero en una mañana helada,
Su suspiración apropiada. Porque yo sé,
aunque con percibida adulteración,
Encubierto contra tu pecho, mi sentido no toma
El aliento de tus ventanas de la nariz, no hay árbol,
No hay grano de polvo, ni piedra que parezca fría,
Pero lleva un humo de su circunfluoso yo.
Tu propia vida y las vidas de todos los que viven,
La cuestión de tus lomos,
¿Es esta tu gabardina,
¿En qué caminas a través de tu gran
espacio y sordas placeres,
– Sorprendiendo los ojos desiertos del Cielo,
Y nosotros que todavía un precioso ver han
Detrás de esta gelatina oscura y mortal.
¡Ah!
Si no es demasiado tarde y
estoy helado un día , vengo hacia atrás de las gargantas del canto,
Hasta el sentido sorda del año
agitado Cantando con el castigo sobre mí; ¡Pero presta atención!
Un poeta con piñón enfermo, que todavía se siente
aliento a través de las puertas de Oriente cierre rápido,
rápido cierre t’ward la noche sin luz!

Himno.

En la nescientness, en la nescientness,
Madre, ponemos estos préstamos carnal en
Tú cede a tus hijos pobres; Tomó tu regalo
de vida, que debe, en todos los días posteriores,
Se anhela de nuevo con lágrimas,
Con lágrimas frescas y todavía peticionarias.
Una vez atados a tu limosna para ese regalo,
estamos obligados a la mendicidad, ni la nuestra puede llamar a
la revista dole de la vida habitual,
Pero después de obsequioso obsequio para ti.
De hecho, esta carne, Madre,
Un vestido de mendigo, un cliente de badging,
Encontramos, que de tus manos simplemente tomó,
Nadie soñando con la después de la penuria,
En nescientness.

Con un poco de alegría, con un poco de alegría,
Llevamos un poco su insignia adolorida,
Ni conozco tu talón del cuello. ¡Oh Madre! ¡Madre!
Entonces, ¿qué uso sabía yo de tus túnicas solemnes,
pero como un niño, Para jugar con ellos?
Le pedí ti Deja tus muchas Cría, tus diseños graves,
tu estado tediosa, que irritó a mis años ignorantes,
Tus invierno de pulsera, de la succión del grano,
la premeditación grave taciturn
Tras el verano empollado, tu frialdad le importa,
Y todo lo que los ministerios majestical,
Para Deporte conmigo, tu amor. Pensé que yo no
pondrás tus temporadas en procesión
Para mimarme con el concurso, – tú eres
mi compañero de juegos, el apanamiento de mis armas?
Entonces, ¿qué salvaje Dionisia yo, joven bacanal,
bailaba en tu regazo? ¡Ah por tu gravedad!
Entonces, oh Tierra, tú estás debajo de mí
, osciló hacia el este, se balanceó hacia el oeste,
Incluso con el
equilibrio cambiado y el pie de mi pensamiento!
Freno a través de tus puertas de la puesta del sol,
Corrió ante los cascos del amanecer,
Sacudió a tu matrona tresses hacia abajo en fantasías
Salvaje y voluntarioso
Como la mano de un poeta podía enlazarlos;
Atrapado en el cáliz de cristal de mi fantasía
El arco, como su catarata de colores
Plashed a thee hacia abajo;
Entonces, cuando tu circuito oscilaba a la noche,
Noche de la aborrecible, la noche era un amanecer nuevo,
Celestial amanecer
Sobre las últimas márgenes del alma;
El crepúsculo creció turbulento con el fuego delante de mí,
Y como un arras ventoso agitado con sueños.
Dormir no tomé para mi compañero de cama,
¿Quién podría despertar
Para un deleite,
Un inagotable Wassail de imágenes orgánicas;
Entonces mientras yo llevaba tu insignia dolorida
En un poco de gozo, Oh Tierra, con un poco de alegría;
Amando tu belleza en todas las criaturas nacidas de ti,
hijos, y el cuerpo dulce de la mujer;
Sintiendo aún sobre mi cuello tu pie,
Pero respirando tibio de ti cuando los niños respiran
Nuevo del pecho matutino de su madre. Así que yo,
resucitado de ti, el incesante vencedor del cielo, la
mayoría de los Hermes, mantuve mi
camino vital y resiliente, y sentí
el juego de alas sobre mi talón de plomo.
Seguro en los confines del sueño precipitado,
Swift en Saltando
De jut a jut de fantasías inaccesibles,

En un poco de alegría

 

En un poco de pensamiento, en un poco de pensamiento,
nos paramos y te miramos en una grave consternación,
con un interrogante triste y dudoso, cuando primero
nos hablas como hombres: como hijos que escuchan
recién la historia de su madre,
Decir: «Ella no es como nosotros soñamos:
¡Ah! ¡Estamos engañados! ¿Qué eres, pues,
que no es nuestra concepción? ¿No eres
demasiado viejo para tus hijos? O quizás,
¿eres tú un joven perpetuo-quemable más
allá de tus hijos decrépitos? Es largo
Desde que el Tiempo fue primero un novato;
Sin embargo, tú puedes ser como una bala colgante.
¡Una falta!
Por eso nos parece que
hemos resbalado el gran tiempo del salto del mundo y venido
sobre tus días pellizcados y dormidos: estas malas hierbas,
estos restos corporales, no nos arrojáis nuevos,
frescos de vuestra artesanía, como los abrigos de los lirios,
Pero nos despojamos de las malas manchas
empañadas negligentes,
fragmentos y desechos de
viejos vestidos ancestrales,
que han visto un uso más desagradable ; resto-carne
Después hartazgos de nuestro padre; No con grietas,
algunos de nosotros, que si el discurso puede tener licencia libre
Nuestras almas salen en los codos. Estamos tristes
con más de la pesadez de nuestros sementales, y con
más de su debilidad débil;
No seremos poderosos con todas sus fuerzas, ni nos
alegraremos con todo su gozo. Ay, Madre! ¡Madre!
¿Qué es este Hombre, tu querido besado y esposado,
Tu engendrador lujurioso,
Para sudar, y hacer su jactancia, y pudrirse,
Coronado con todo honor y toda vergüenza?
De las torres nocturnas,
persigue las huellas secretas de los cielos,
levanta en sus manos las estrellas, las pesa como polvo de oro,
y sin embargo no es sucesivo a nada
sino el patrimonio de un pequeño molde,
y de cuatro tablones. Tú hiciste que su boca
fuese de todo dominio y de todo poder, de
toda pena, de todo deleite, de todas las grandezas topless, de
toda la belleza, y de todas las majestades estrelladas,
Y sombrías cosas transtelares, – incluso que pueda,
Lleno en el final con un soplo de polvo,
Confiese – ‘Es suficiente.’ El mundo se fue vacío.
Su corazón está edificado
por el orgullo, por la potencia, por el infinito, por
todas las alturas, por todas las profundidades y por todas las inmensidades,
arrasado de púrpura como la casa de los reyes, –
para detener a la rata gris y al gusano.
¡Madre de los misterios!
Sayer de los refranes oscuros en mil lenguas,
Que no traen diciendo aún tan oscuro
Como nosotros mismos, tu más oscuro! Nosotros los jóvenes,
En un poco de pensamiento, en un poco de pensamiento,
Por fin confrontar a ti, y nosotros mismos en ti,
Y despertar desgarrado de la gloria:
Como uno sobre un monte de pie, y contra él se alza,
Sobre el monte adverso, coronado con rayos del oeste,
El sol dorado, y dos
miradas fraternales cada uno en cada uno;
Yendo hacia
el aburrido valle, su divinidad se desprende de él
hasta que apenas puede despreciar el guijarro …
Por nada de nueva mortalidad …
Que se amotina contra su pie picado .
Poco lo pone en el camino cotidiano,
Con todo alrededor de los valles creciendo grave,
Y cosas conocidas cambiadas y extrañas; Pero él se aferra,
Aunque toda la tierra de luz sea viuda,
En un pequeño pensamiento.

Con un poco de fuerza, con un poco de fuerza,
Afrontamos tu rostro desvelado intolerable,
Lo que aún sostenemos.
Aunque el Oriente nunca más se sentirá
Romper como un choque de platillos, y mi corazón
Clang a través de mi cuerpo tembloroso como un gong;
Ni con los pies hinchados jamás pisaré
los lagares del canto; Nada está verdaderamente perdido
Eso se moldea para brotar adelante ganancia: ahora tengo sobre mí
el sacerdocio alto Phoebe, y que anhela
Un unrash enunciado; No con un ostentoso dobladillo.
Que la musa entre por detrás del velo.
Ni siquiera que tengamos buenas bailes sagrados,
¿acaso las santas vírgenes habrán de
adornar?
De allí, sin amor mutable ni helado,
guardo, oh tierra, vuestra adoración,
aunque la vida sea lenta,
Y el serio Genio cambia a una lámpara su antorcha. ¿Qué aunque no más
Athwart su resplandor roseal
Tu cara mira adelante triunfal? Te pones en
extrañas santidades de patetismo; Como este montículo
Hecho abandonado del día,
Couchant y sombreado
Debajo del pelo suelto de Vesper:
Esto, donde grabado en relieve con la semilla semi-soplado
El cardo púrpura solemne está en la hierba
Gris como una exhalación, cuando el banco
Mantiene la niebla para el agua En las noches de otoño.
No para el muchacho, aunque sus ojos sean puros
Como la primera nevada es,
Ere la erupción Phoebus romper su claustro
De la nieve sanctimonious;
O Único de ayuno de invierno en Himalay
Desde esos días de nube de paloma
Cuando Asia se levantó de bañarse;
No a esos ojos, sin
perfilarse con lágrimas, la
Visión jerárquica no es oculta, se clasifica bajo rango.
A través de todos crean ruidos, desde el Trono
Hasta las bases del excremento embarazoso.
Éste es el encantamiento, esto la exaltación,
El prodigio todo compensador,
Dando a las cosas comunes los parientes salvajes
Con los pisos dorados de Júpiter;
Vinculando tales alturas y tales humildades De la
mano en las danzas ordinales,
Que creo que mi pisada,
Revolviendo las flores en la hierba del prado,
Parpadea las estrellas indiferentes.
Esto para el fdndel sin rostro del mundo
Nervios mi espalda incurvada; Que soporto,
La monstruosa cariatide sin movimiento del Templo,
Con ojos amplios tranquilos sobre la totalidad de las cosas,
En un poco de fuerza.

En un poco de vista, en un poco de vista,
Aprendemos de lo que en ti es creíble
El increíble, con el embrague de sangre y los pies
Aferrándose a los juicios dolorosos de la fe jagged-ed.
La ciencia, viejo nariz en su paja orgullosa,
Que con las tiendas de bisturí anatómicas
Sus tres pulgadas de tu piel, y se jacta – «Todo está desnudo,»
El gusano sin ojos, que aburrido trabaja la tierra,
Haciéndola capaz para las cosechas de Dios;
En contra de su propia aburrida voluntad
Ministros amapolas a nuestro pensamiento trastornado,
un Balaam vienen a la profecía, – parábolas,
Ni de su parábola sí es ware,
Grossly unwotting; Todas las cosas ha expuesto
Reflujo y afluencia, cuenta el sepulcro
El seminario del ser, y la extinción
El Ceres de la existencia: descubre La
vida en la putridez, el vigor en la decadencia;
Disolución misma y desintegración,
Que en nuestros pensamientos aburridos simbolizan el desorden,
Encuentra en los pensamientos de Dios un orden irrefragable,
Y admirable la manera de nuestra corrupción
De nuestra salud. Se injerta sobre el ciprés
El árbol de la Vida – La muerte muere en su propio dardo
Prometiendo a nuestras cenizas la perpetuidad,
Y a nuestros elementos perecederos
Su imperecedera debida; Extraer los
medicamentos de la mortalidad
contra la cogitación demasiado mortal; Hasta
Hasta del caput mortuum lo hacemos así
Hacer un recuerdo vivere. A tales usos
pongo el cegador conocimiento del necio,
que en ningún orden ve la ordenanza;
Ni empujar mi brazo en la naturaleza hasta los hombros,
Y gritar – ‘No hay nada más allá!’ ¿Cómo podría yo,
Que no puede con estos brazos de mi ingenio
Todo lo que soy; Que soy un extranjero
En mi propia región? ¿Quién dibujará el cuadro
de las extrañas cortes y los laberintos abovedados, de
los espaciosos cortijos y de los amplios placeres,
innumerables corredores lejos retirados,
¿Dónde vagando darkling, de mí mismo?
Darkling me paseo, ni me atrevo a explorar
El arcano largo de esas catacumbas oscuras,
Donde la memoria de la rata hace sus madrigueras hacen,
Cerrar-sella como puedo, y mi robo robado
Comienza el populacho, una gens lucifuga;
Que demasiado estrecho parece mi mente mi mente para sostener,
Y yo mismo incontinent de mí.
¡Entonces vaya yo, mi ignorante ignorancia
con la escabiosa sapiencia enyesada, ¡ay!
Aplauda mi sabia regla a las paredes del mundo,
Y prometo – Una buena casa, pero algo antiguo, ¿
Y no puedo encontrar a un Maestro? Más bien, no,
por la visión desconcertada, algo divino
que confunde, y un espectáculo más allá;
Y así con las miradas extenuantes que suenan abajo,
Como al portero del día-porer en un arroyo,
Cuya última mirada es su más profunda, yo al lado de
Este tiempo lento y perpetuo permanecen pacientemente,
En un poco vista.

En un poco de polvo, en un poco de polvo, la
Tierra, tú nos reclamas, que hacemos todas nuestras vidas
de ti, pero el vilenamiento egipcio.
Tú eres este cuerpo, este reino realzado,
Sujeto a sombras antiguas y ancestrales;
Las pasiones descendentes la dominan; Está angustiada por la
usurpación fantasmal, retorcida y inquieta
con los muertos todavía tiranos; Un edificio obsesionado,
poblado de carretas y ossuarios desgastados.
Tú das
No nos de la vida ni la mitad tan voluntariosamente como tú dices; Tú eres
el terror sigiloso de los sinuosos padres,
el león endurecido con el poder curvado, la
serpiente y todas las feroces fieras de la raza,
tú la más bella y potente bestia de la raza;
Y tus grandes comedores, los más grandes, comen.
Tú has devorado el mamut y el mastodonte,
Y muchos bancos flotantes de colmillos,
Los escamosos plagas de tu salmuera primitiva,
Y la plesiosaure con cresta de la torre.
Tú llenaste tu boca de naciones, lángueme lentamente
sobre eones púrpuras de reyes; Las grandes torres del hombre
Están carcasas para ti, y al sol moderno
Disgustan sus huesos astillados.
Rabble de Faraones y Arsacidae
Mantenga su casa fría dentro de ti; Has succionado
cuantos Nínive y Hecatompyloi,
y has perecido ciudades cuyos grandes fantasmas se
oponen a los ciudadanos silenciosos de Dis:
¿No te has llenado?
Espera un rato, la tierra magra, porque beberás,
Hasta que tu garganta aburrida,
El bosque te crece más grasa; ¿No oyes? ¿
Los cuchillos del mundo pelean en sus vainas? ¡Oh paciencia!
Mucho despojo de un mundo sucio viene tu camino,
Y la nube superflua del hombre pronto se pondrá
en un poco de sangre.

Con un poco de paz, en un poco de paz,
Tú rebajas tus rígidos propósitos
de ser impuesto,
Y ceder, mend’st Demasiado, sin nada. El patín de Phoebus, que se
hundía en el occidente, tenía el polvo brillante como cuando sacudió al
Este con el levantamiento; ¿Cómo puedo rastrear
en esta declinación aquella mañana cuando hicimos el
deporte entre las garras de la existencia recién nacida,
que aún no había aprendido a desgarrar? Lo hicimos entonces
Divinamente de pie, sin saber todavía contra nosotros
Sentencia había pasado de la vida, ni la conmutación
Petitioning en la muerte. ¿Cuál es él que del
estado libre discute? ¡Dinos! Diciéndole que se incline,
Incluso cuando el bajo hic jacet le responde;
¡Tan bajo, oh hombre! Hay la señoria de la libertad,
la más reverendísima comunidad libre de Tellus,
y modelo profundamente policíaco:
Allí ninguno Reside en la precedencia, ni ambiciosamente
Woos el gusano imparcial, cuyos favores besan
con liberal liberalidad todo; Allí cada uno es libre
Para ser e’en lo que él debe, que aquí se esforzó
Tanto para ser él no podría; Allí todos hacen
sus usos apenas, sin el vuelo que pregunta.
Para ser tomados por la mano de la igualdad de la tierra
Ellos doff su librea, se deslizan al gusano,
Que lacqueys ellos, sus trajes de mantenimiento,
Y que ensuciada ropa de trabajo cotidiana,
Poner a condición: Unbrele buffet de la muerte
Sólo hace manumisión ceremonial;
Así son los estatutos celestiales establecidos, y esas
tablas de Urano de la Ley primordial.
En un poco de paz, en un poco de paz,
Como feroces bestias que una sed común hace hermanos,
Nos juntamos a un lago oscuro ocultado;
En un poco de paz, en un poco de paz,
nos escurrimos con todas nuestras cargas de deshonra
en las arenas limpiadoras de la tumba sedienta.
Las pompas ardientes, las exhalaciones valientes,
Y todos los brillantes espectáculos del mundo aparente, A lo
que la vista dolía, nosotros no vemos ver
A través de la copa ahumada de la Muerte; Muerte, con lo cual se le condena
El vino fangoso de la vida; Que la tierra purga
De su plétora de hombres; Muerte, que enrojece
los cañones de la humanidad;
Nada, de nada rey, con el frente sin corona,
cuya mano sostiene crownets; Compañero de juego swart o ‘el fuerte;
La luna tenebrosa que el flujo y la refluencia atraen
Del hombre alto; Skull-hous-ed asp
Que pica el talón de los reyes; Verdadera Fuente de Juventud,
Donde el que cae es inmortal; Siendo la pipa del drone;
Cuya nariz se convierte en mancha las estrellas arrugadas,
y espesa la respiración lujuriosa del sol;
Muerte Pontificia, que hace el puente de la grieta
Al Dios empinado y trifide; Un mortal
que el corredor es de la inmortalidad.
Bajo este espantoso hermano uterino,
Este pariente temió, Tellus, he aquí que yo vengo,
Tu hijo stern-nursed; Que madre mortal,
Para convertir la boca de tus hijos destetados aversión, embitter’st
Thine mama excesivo. Ahora, hijo de muerte,
Yo mamaré, Madre, por fin
te sustentaré. Aquí yo untrammel,
aquí yo arranco suelto el cerementing del cuerpo,
y rompo el sepulcro de la vida; Aquí sacudo la
burja del mundo, la congregación del hombre huye,
Y a la antigua orden de los muertos
tomo los votos sin palabras: mi celda se pone
aquí en tu pecho; Mi pequeño problema ha terminado
En un poco de paz. Mi celda está puesta aquí en tu pecho; Mi pequeño problema ha terminado En un poco de paz. Mi celda está puesta aquí en tu pecho; Mi pequeño problema ha terminado En un poco de paz.

El pecado de una chica en sus ojos

 

¡Cruce niño! Rojo, y fruncir el ceño así?
-Yo, el día que acaba de terminar, le
di un mechón de pelo a … ¡no!
¿Cómo te atreves a decir, mi amante?

¿Te lo ha preguntado?
¡Ven, niño, déjame sonar!
Por supuesto, él lo habría preguntado,
y … Y así … de alguna manera … él … lo encontró.

-Lo dijo con grandes ojos: ¡Los
hombres tienen tan poco ingenio!
Su pecado lo castigaré
porque le di.

¡Desgraciado en mí el regalo, ay!
En él su felicidad abierta: ¡
Pero por el privilegio que tiene
mil faltará!

‘Sus ojos, donde una vez I dreadless se rió,
Llame una mancha ardiente:
lo odio,
Por su oficio vergonzoso que preguntó por no pedir!

Chico sin suerte Y todo por el pelo que
nunca preguntó, ¿dijiste?
«No sólo – pero luego miró – Juro que lo
miró desde mi cabeza!

Su silencio en la mejilla como el aliento
me sentía de manera sutil;
Más dulce que cualquier otra
cosa. Lo que no dijo.

«Él me creerá vencido, por este lapso,
¿Quién debe estar por encima de él;
Tal vez me considere ligero;
Tal vez … Tal vez piensa que yo … ¡lo amo!

«Son sus ojos conscientes y elate,
lo odio que me ruborice;
O son inocentes, todavía odio …
Quieren decir que una cosa es para callar.


Antes de que nada malo pudiera hacer, Ahora todas las cosas demuestran mal;
Todo fue culpa mía, lo sé,
pero toda mi culpa fue suya.

«Lo odio por su muda angustia,
» ¡Es un insulto que le importe!
Porque mi corazón es toda humildad,
Todo orgullo está en mi aire.

«Con él, cada favor que hago
es el texto santificante del traje atrevido;
Cada regalo un bastión nivelado, a
la siguiente y la siguiente.

«Cada deseo cuya concesión pueda él suceder
es obstruido por ésos resistido;
Él tiembla, esperando que uno signifique todo,
Y yo, para que tal vez no.

«Detrás de mí regalos fragmentarios que arrojo,
Mi huida para salvar;
Y eso’
La cosa debe ir por fin, porque eso es lo que tendría.

-La cerradura que me hizo el acero de refuerzo
cortó; Sus raíces-emociones vinieron
abajo a mi pecho. ¡Podría saciar
Su lujuria por mi pobre vergüenza!

‘Su sabrosa delicadeza esto debe ser
Por una anotación de años ambrosiales!
Pero su demasiada humildad
me alarma de miedos.

«Mi gracia graciosa, una brecha que él cuenta
Para escaleras sin gracia;
Y, aunque está en silencio antes de montar,
Mi reloj no es traicionado.

«Mi corazón se esconde de mi alma, es dulce: ¡
Ah, temor, si es divino!
Un toque, podría caer a sus pies,
Y él podría levantarse de la mía.


Para oírlo alabar mis ojos, brilla destellos de color marrón .
Pero ahora la usurpación parece,
porque le he dado la razón.

Antes de que no le quitara,
ahora no lo quería cerca;
Con sacrificio invocaba el amor,
y el miedo de la aparición.

¡Es tonto darlo! – Fue mi capricho,
Cuando pudo separarse,
Pensar que me quedaría con él
En un pedacito de mí.

Siempre me dijo que mi cabello era suave … ¡
Qué toques robará!
Cada toque y mirada (y él mirará oft)
que casi pensé que sentiría.

»Y entonces, cuando vio por primera vez el cabello, ¡
Para pensar en su asombro!
Como si quisiera de los cielos una estrella,
Y lo encontró en su ventana.

«Él ha besado la cerradura – y yo había jugado
con el deleite soñado de esto:
Pero ah, en la prueba, la alegría estaba vacía – ¡
No pude ver su beso!»

Por lo tanto, aficionado, la mitad de esta agonía
fueron salvados, que mi mano silba,
¿Podría haber jugado, Dulce, el espía dulce,
Y no se ruborizó por su rubor?

«Manus Animam Pinxit»

 

¡Señora que me domina!
En los brazos de tu espíritu me mantengo firme
contra la caída
imita el rabiar de las puertas del infierno;
y reclamar mi derecho en ti, casi ganado,
de casta fidelidad sobre los castos:
abrázame y sostenme, no sea que ambos caigan
(¡oh, en alta escala, alto compañero!)
incluso en la brecha del muro asaltado por el Cielo.
Como a un árbol joven sembrado por el viento, crezco del
acantilado, Dulce, de tu alma que vuela hacia el cielo,
sacudida por todas las ráfagas que la barren, superada
por todas sus nubes: Oh, sé fiel
a tu alma, querida, como mi vida ¡para ti!
porque si esa tierra se vuelve estéril, entonces todo
de mí debe marchitarse, desde el brote más alto
de la poesía trepadora, y mi vida, asesinada,
secar y perecer hasta la raíz sin alimento.

Dulce verano! a ti esta golondrina atrajo,
por instintos secretos inapreciables,
eso lo dirigió bien,
atraído de su gélido norte que lo hizo mal,
invernal de la canción del sol;
por instintos felices inapreciables,
¡ah, sí! que lo llevó bien,
atraído a las regiones inexploradas y a nuevos
climas propicios para ti;
para gorjear allí, y en su canto morar.
Pero ¡ah! si tú, mi verano, te arruinaste,
con cielos afligidos por encima,
para tal migración mi pobre ala fue fuerte
pero una vez; no tiene poder para volver a viajar
adelante sobre las cabezas de los hombres,
ni otros veranos por su santuario:
pero desde el cielo helado de tu mente
necesita caer y acostarse con alas rígidas
entre las cosas más antiguas de tu alma;
una mancha en tu memoria, ¡ay!
una mosca muerta en una polvorienta ventana.

Oh, pues, tú que eres
qué palabras, estando a tales misterios
ccomo vestido para el cuerpo,
Ppefiero esconder que contar;
amor casto e inteligente:
cuya forma es como una arboleda
callado con el arrullo de una paloma invisible;
cuyo espíritu a mi toque se estremece más puro lejos
que el hormigueo de una campana de plata;
cuyo cuerpo otras damas bien podrían soportar
como alma, sí, que fue profanación
para que todos menos tú lo tomen como una trama carnal,
siendo la prueba más verdadera del espíritu;
cuyo espíritu seguro es lineal a eso
que cantó Magnificat:
Chastest, ya que eres así,
toma este espíritu mio reprimido
que tus propios ojos invierten de luz divina,
para el amor elevado y el gran auxiliar
en el día a día exaltado emprise
que sobrepasa los ojos de los mortales;
esta alma que sobre tu alma está puesta,
como pecho de sirvienta contra pecho de sirvienta;
mirando como tuyo he grabado
sobre ella, y con qué pensamientos purificadores han bañado
este amor mío de toda la mortalidad
de hecho, la copia es dolorosa,
¡y con mucho trabajo hecho!
Oh, si dudas de lo que eres, señora,
ven, pues, y mírame;
tu belleza, Dian, vístete y contempla
¡dentro de una piscina para consagrar a Dian!
Desvele este espíritu, señora, cuando quiera,
porque para todos menos para ti está aún velado:
desvela, y mirada intrépida allí, solo tú,
y si te encanta la imagen, ¡es tuya!

Francis Thompson, Inglatera, 1859-1907