Cántico del Hermano Sol o Alabanzas de las Criaturas
Altísimo y omnipotente buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua, la cual es muy humilde, preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche, y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad…
Día a Día
Si quieres ver
tu sueño realizado
constrúyelo despacio.
Si quieres vivir libre…
Ve despacio, día a día,
piedra a piedra.
Construye
tu secreto despacio
y la gloria del cielo
reconocerás.
Haz pocas cosas,
pero hazlas bien;
día a día a la par
tú crecerás.
Principios modestos,
fines elevados.
Obras sentidas
dan buen resultado.
Construye tu secreto despacio…
despacio.
Enhortación a la alabanza de Dios
1 Temed al Señor y dadle honor (Ap 14,7).
2 Digno es el Señor de recibir alabanza y honor (cf. Ap 4,11).
3 Todos los que teméis al Señor, alabadlo (cf. Sal 21,24).
4 Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo (Lc 1,28).
5 Alabadlo, cielo y tierra (cf. Sal 68,35 – Salt. Rom.).
6 Alabad todos los ríos al Señor (cf. Dan 3,78).
7 Bendecid, hijos de Dios, al Señor (cf. Dan 3,82).
8 Éste es el día que hizo el Señor, exultemos y alegrémonos en él (Sal 117,24 – Salt. Rom). ¡Aleluya, aleluya,aleluya! ¡Rey de Israel! (Jn 12,13).
9 Todo espíritu alabe al Señor (Sal 150,6).
10 Alabad al Señor, porque es bueno (Sal 146,1); todos los que leéis esto, bendecid al Señor (Sal 102,21 – Salt. Rom.).
11 Todas las criaturas, bendecid al Señor (cf. Sal 102,22).
12 Todas las aves del cielo, alabad al Señor (cf. Dan 3,80; Sal 148,7-10).
13 Todos los niños, alabad al Señor (cf. Sal 112,1).
14 Jóvenes y vírgenes, alabad al Señor (cf. Sal 148,12).
15 Digno es el cordero, que ha sido sacrificado, de recibir alabanza, gloria y honor (cf. Ap 5,12).
16 Bendita sea la santa Trinidad e indivisa Unidad.
17 San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate.
Oficio de la Pasión del Señor
Parte I
Salmo I
1 Oh Dios, te conté mi vida, y tú pusiste mis lágrimas en tu presencia (Sal 55,8b9).
2 Todos mis enemigos tramaban males contra mí (Sal 40,8 – Salterio Romano=R), y juntos celebraron consejo (cf. Sal 70,10c – Salterio Galicano=G).
3 Y me devolvieron mal por bien, y odio por mi amor (cf. Sal 108,5).
4 En lugar de amarme, me criticaban, pero yo oraba (Sal 108,4).
5 Padre santo mío (Jn 17,11), rey del cielo y de la tierra, no te alejes de mí, porque la tribulación está cerca y no hay quien me ayude (Sal 21,12 – R).
6 Retrocedan mis enemigos el día en que te invoque; así conoceré que tú eres mi Dios (Sal 55,10 – cf. R).
7 Mis amigos y mis compañeros se acercaron y se quedaron en pie frente a mí, y mis allegados se quedaron lejos de pie (Sal 37,12 – R).
8 Alejaste de mí a mis conocidos, me consideraron como abominación para ellos, fui traicionado y no huía (Sal 87,9 – cf. R).
9 Padre santo (Jn 17,11), no alejes tu auxilio de mí (Sal 21,20); Dios mío, atiende a mi auxilio (cf. Sal 70,12).
10 Ven en mi ayuda, Señor, Dios de mi salvación (Sal 37,23). Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo: Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona:
Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros con san Miguel arcángel y con todas las virtudes de los cielos y con todos los santos ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro.- Gloria al Padre. Como era.
Oración:
Bendigamos al Señor Dios vivo y verdadero: tributémosle siempre alabanza, gloria, honor, bendición y todos los bienes. Amén. Amén. Hágase. Hágase.
Salmo II
1 Señor, Dios de mi salvación, de día y de noche clamé ante ti (Sal 87,2).
2 Llegue mi oración a tu presencia, inclina tu oído a mi súplica (Sal 87,3).
3 Atiende a mi alma y rescátala, por causa de mis enemigos, líbrame (Sal 68,19).
4 Porque tú eres quien me sacó (R) del vientre materno, ‘ mi esperanza desde los pechos de mi madre; desde su seno fui lanzado a ti (Sal 21,10).
5 Desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios; no te apartes de mí (Sal 21,11).
6 Tú conoces mi oprobio y mi confusión y mi vergüenza (Sal 68,20).
7. En tu presencia están todos los que me atribulan; improperio y miseria esperó mi corazón (Sal 68,21).
8 Y esperé que alguien se contristara conmigo, y no lo hubo; y que alguien me consolara, y no lo encontré (Sal 68,21).
9 Oh Dios, los inicuos se alzaron contra mí, y la sinagoga de los poderosos anduvo buscando mi alma; y no te pusieron a ti ante sus ojos (Sal 85,14).
10 Fui contado con los que bajan a la fosa; llegué a ser como un hombre sin ayuda, libre entre los muertos (Sal 87,5-6).
11 Tú eres mi Padre santísimo, Rey mío y Dios mío (Sal 43,5).
12 Atiende a mi ayuda, Señor, Dios de mi salvación (Sal 37,23).
Salmo III
1 Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí, porque mi alma confía en ti (Sal 56,2).
2 Y esperaré a la sombra de tus alas, hasta que pase la iniquidad (Sal 56,2).
3 Clamaré al santísimo Padre mío altísimo, al Señor, que ha sido mi bienhechor (cf. Sal 56,3).
4 Envió desde el cielo y me libró, entregó al oprobio a los que me pisoteaban (Sal 56,4).
5 Envió Dios su misericordia y su verdad; libró mi alma (Sal 56,4-5 – R) de mis fortísimos enemigos y de aquellos que me odiaron, porque se hicieron fuertes contra mí (Sal 17,18).
6 Prepararon un lazo para mis pies, y doblegaron mi alma (Sal 56,7).
7 Cavaron ante mí una fosa, y cayeron en ella (Sal 56,7).
8 Mi corazón está preparado, oh Dios, mi corazón está preparado; cantaré y recitaré un salmo (Sal 56,8).
9 Levántate, gloria mía, levántate, arpa y cítara; me levantaré a la aurora (Sal 56,9).
10 Te confesaré entre los pueblos, Señor, y te recitaré un salmo entre las gentes (Sal 56,10).
11 Porque tu misericordia se ha engrandecido hasta los cielos; y hasta las nubes, tu verdad (Sal 56,11).
12 Álzate sobre los cielos, oh Dios; y sobre toda la tierra, tu gloria (Sal 56,12).
Salmo IV
1 Ten piedad de mí, oh Dios, porque me ha pisoteado el hombre, todo el día hostigándome me ha atribulado (Sal 55,2).
2 Mis enemigos me han pisoteado todo el día, porque son muchos los que guerrean contra mí (Sal 55,3).
3 Todos mis enemigos maquinaban males contra mí, pronunciaron una palabra inicua contra mí (Sal 40,8-9 – cf. R).
4 Los que acechaban mi alma celebraron consejo juntos (Sal 70,10).
5 Salían fuera y hablaban (Sal 40,7 – R) sobre eso mismo (Sal 40,8 – G).
6 Todos los que me vieron se rieron de mí, hicieron muecas y movieron la cabeza (Sal 21,8).
7 Y yo soy gusano y no hombre, oprobio de los hombres y desecho del pueblo (Sal 21,7).
8 Me he convertido en gran oprobio para mis vecinos, más que todos mis enemigos, * y en temor para mis conocidos (Sal 30,12).
9 Padre santo (Jn 17,11), no alejes tu auxilio de mí, mira por mi defensa (Sal 21,20).
10 Atiende a mi ayuda, Señor, Dios de mi salvación (Sal 37,23).
Salmo V
1 A voz en grito clamé al Señor, a voz en grito supliqué al Señor (Sal 141,2).
2 En su presencia derramo mi oración, y ante él expongo mi tribulación (Sal 141,3).
3 Cuando me va faltando el aliento, y tú conoces mis senderos (Sal 141,4).
4 En este camino por donde andaba, los soberbios me escondieron un lazo (Sal 141,4 – cf. R).
5 Yo miraba a la derecha, y veía, y no había quien me conociese (Sal 141,5).
6 No tengo adonde huir, y no hay quien cuide de mi alma (Sal 141,5).
7 Porque por ti soporté el oprobio, la confusión cubrió mi rostro (Sal 68,8).
8 Me he convertido en extraño para mis hermanos, y en peregrino para los hijos de mi madre (Sal 68,9).
9 Padre Santo (Jn 17,11), el celo de tu casa me devoró, y los oprobios de los que te censuraban cayeron sobre mí (Sal 68,10).
10 Y se alegraron a mi costa y se reunieron, se acumularon sobre mí los azotes y de improviso (Sal 34,15).
11 Se multiplicaron más que los cabellos de mi cabeza los que me odiaron sin causa (Sal 68,5).
12 Se hicieron fuertes los enemigos que me perseguían injustamente; devolví entonces lo que no había robado (Sal 68,5).
13 Levantándose testigos inicuos, me preguntaban lo que no sabían (Sal 34,11).
14Me devolvían mal por bien (Sal 34,12) y me criticaban, porque seguía la bondad (Sal 37,21).
15 Tú eres mi Padre santísimo, Rey mío y Dios mío (Sal 43,5).
16Atiende a mi ayuda, Señor, Dios de mi salvación (Sal 37,23).
Salmo VI
1 Oh todos vosotros los que pasáis por el camino, * atended y ved si hay dolor como mi dolor (Lam 1,12).
2 Porque me rodearon perros innumerables, * me asedió el consejo de los malvados (Sal 21,17).
3 Ellos me miraron y contemplaron, se repartieron mis vestidos y echaron a suerte mi túnica (Sal 21,18-19).
4 Taladraron mis manos y mis pies, y contaron todos mis huesos (Sal 21,17-18 -R).
5 Abrieron su boca contra mí, como león que apresa y ruge (Sal 21,14).
6 Estoy derramado como el agua, y todos mis huesos están dislocados (Sal 21,15).
7 Y mi corazón se ha vuelto como cera que se derrite en medio de mis entrañas (Sal 21,15 – R).
8 Se secó mi vigor como una teja, y mi lengua se me pegó al paladar (Sal 21,16).
9 Y me dieron hiel para mi comida, y en mi sed me dieron vinagre (Sal 68,22).
10 Y me llevaron al polvo de la muerte (cf. Sal 21,16), y aumentaron el dolor de mis llagas (Sal 88,27).
11 Yo dormí y me levanté (Sal 3,6 – R), y mi Padre santísimo me recibió con gloria (cf. Sal 72,24).
12 Padre santo (Jn 17,11), sostuviste mi mano derecha y me guiaste según tu voluntad, y me recibiste con gloria (Sal 72,24 – R).
13 Pues, ¿qué hay para mí en el cielo?; y fuera de ti, ¿qué he querido sobre la tierra? (Sal 72,25).
14 Mirad, mirad, porque yo soy Dios, dice el Señor; seré ensalzado entre las gentes y seré ensalzado en la tierra (cf. Sal 45,11).
15 Bendito el Señor Dios de Israel (Lc 1,68), que redimió las almas de sus siervos con su propia santísima sangre, y no abandonará a ninguno de los que esperan en él (Sal 33,23 – R).
16 Y sabemos que viene, que vendrá a juzgar la justicia (cf. Sal 95,13 – R).
Salmo VII
1 Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo (Sal 46,2).
2 Porque el Señor es excelso, terrible, Rey grande sobre toda la tierra (Sal 46,3).
3 Porque el santísimo Padre del cielo, nuestro Rey antes de los siglos, envió a su amado Hijo desde lo alto y realizó la salvación en medio de la tierra (Sal 73,12).
4 Alégrense los cielos y exulte la tierra, conmuévase el mar y cuanto lo llena; se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos (Sal 95,11-12).
5 Cantadle un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra (Sal 95,1).
6 Porque grande es el Señor y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses (Sal 95,4).
7 Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ofreced al Señor gloria y honor, ofreced al Señor gloria para su nombre (Sal 95,7-8).
8 Ofreced vuestros cuerpos y llevad a cuestas su santa cruz, y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos (cf. Lc 14,27; 1 Pe 2,21).
9 Tiemble en su presencia la tierra entera; decid entre las gentes que el Señor reinó desde el madero (Sal 95,9-10 – G/R).
10 Y subió al cielo, y está sentado a la derecha del santísimo Padre en el cielo; elévate sobre el cielo, oh Dios, * y sobre toda la tierra, tu gloria (Sal 56,12).
11 Y sabemos que viene, que vendrá a juzgar la justicia (cf. Sal 95,13 – R).
Oración simple
Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu paz.
Donde hay odio, que lleve yo el amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la unión.
Donde haya duda, que lleve yo la fe.
Donde haya error, que lleve yo la verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado como consolar;
ser comprendido como comprender;
ser amado como amar.
Porque es:
Dando que se recibe;
Perdonando que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la vida eterna.
Amén
Oración simple
Hazme instrumento de tu paz,
que donde haya odio ponga yo amor,
donde hay ofensa ponga yo perdón,
donde hay discordia ponga yo unión.
Donde haya duda ponga yo la fe,
donde haya error ponga yo verdad,
donde hay tristeza ponga yo alegría,
donde hay tinieblas ponga yo la luz.
Oh Maestro, que no me empeñe tanto
en ser consolado sino en consolar,
en ser comprendido sino en comprender,
en ser amado sino en amar.
Hazme instrumento de tu paz,
porque dando siempre se recibe,
perdonando se alcanza el perdón,
muriendo se va a la vida eterna.
Oh Maestro, que no me empeñe tanto
en ser consolado sino en consolar,
en ser comprendido sino en comprender,
en ser amado sino en amar.
Hazme instrumento de tu paz,
porque dando siempre se recibe,
perdonando se alcanza el perdón,
muriendo se va a la vida eterna.
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Hazme instrumento de tu paz.
Grabado en el Campus Oriente de la Pontifica Universidad Católica de Chile
Letra: Oración Simple de San Francisco de Asís
Música: Sebastian Temple
Adaptación de Canto Católico