La guerra de guerrillas es una táctica militar de conflictos armados consistente en hostigar al enemigo utilizando el conocimiento del terreno, con destacamentos irregulares y mediante ataques rápidos y sorpresivos, realización de emboscadas, voladuras de instalaciones, puentes y caminos o secuestros de armas y provisiones. Se utiliza con frecuencia en situaciones de guerra asimétrica.

Esta guerra se efectúa en zonas rurales o selváticas por nativos que conocen muy bien la zona, los cuales son muy difíciles de distinguir del resto de la población, pues se camuflan entre ella y de quien reciben suministros y refugio voluntariamente o a la fuerza.

Se las ha conocido como «Guerras de liberación nacional», cuyo objetivo es el control de las zonas rurales y el aislamiento de las ciudades para lograr la victoria de las masas contra un ejército regular dotado de armamentos superior en fuerzas y medios.

La guerrilla urbana es un tipo específico de tácticas de guerrilla aparecido en la segunda mitad del siglo XX que se caracteriza por desarrollarse en un ambiente urbano como parte de una estrategia coordinada de lucha militar, muchas veces de naturaleza anticolonial o revolucionaria.

Las estrategias de guerrilla son un tipo de estrategia de guerra diseñada para debilitar al enemigo a través de una larga serie de ataques menores. Más que comprometerse en grandes batallas, una fuerza de guerrillas se divide en pequeños grupos que atacan de forma selectiva el objetivo en sus puntos más débiles. Para ser efectiva, los equipos de guerrillas deben ser capaces de replegarse entre ataque y ataque. La forma genérica de estrategia comprende una secuencia repetida de ataques, retiradas y ocultaciones practicadas en series. Se dice, en ocasiones de forma errónea, que las «fuerzas de guerrilla nunca ganan las guerras, pero que sus adversarios generalmente las pierden».

La guerra de guerrillas ha sido utilizada innumerables veces en la historia en condiciones diferentes y persiguiendo distintos fines, últimamente ha sido usada en diversas guerras populares de liberación donde la vanguardia del pueblo eligió el camino de la lucha armada irregular contra enemigos de mayor potencial bélico. Asia, África y América han sido escenario de estas acciones cuando se trataba de lograr el poder en la lucha contra la explotación feudal, neo-colonial o colonial. En Europa se le empleó como complemento de los ejércitos regulares propios o aliados.

El término guerrilla y el término guerrillero comenzaron a usarse en España durante la invasión de Napoleón Bonaparte, en el siglo XIX. El sufijo -illa, acepta la desigual lucha entre civiles y un ejército regular organizado por un Estado. Sin ese nombre, esta forma de lucha se dio a lo largo de toda la historia. Los judíos conquistaron Canaán, según el relato bíblico, mediante ataques sorpresivos; Alejandro Magno debió enfrentarse a las guerrillas de tribus montañesas durante su primera incursión contra los persas; y Aníbal perdió varios guerreros a manos de las tribus salasias cuando cruzaba los Alpes. En la propia Península Ibérica se encuentran ejemplos de guerrillas ya durante la invasión romana (Viriato, Corocota) y los primeros siglos de la Edad Media (Don Pelayo y sus seguidores contra los musulmanes en Asturias o los vascones contra Carlomagno en Roncesvalles). También se ha usado historio-gráficamente para tratar a los patriotas en la Revolución Americana, que apoyados por Francia y España lograron la Independencia y dejaron de ser colonos para pasar a convertirse en ciudadanos, siendo la primera gran victoria en la história moderna de una guerra de guerrillas.

Pero el término alcanzó su consagración durante las campañas napoleónicas en España, destacando Jerónimo Merino y Juan Martín Díez; ensalzado, si se quiere, por el propio Napoleón que llegó a considerar la resistencia española la causa principal de su derrota; por encima incluso, según su opinión, de las catástrofes en Rusia que, según los historiadores, fueron mucho más sangrientas que las españolas.

El patriota dominicano Matías Ramón Mella, que contribuyó de manera significativa como estratega durante la Guerra de la Independencia Dominicana contra la ocupación haitiana, siendo Ministro de la Guerra elaboró el Manual de Guerra de Guerrillas dado a conocer el 26 de enero de 1864.

El Mayor General Ignacio Agramonte realizó un aporte en cuanto a la utilización de la caballería en la guerra de guerrillas mediante cargas fulminantes al machete durante la Guerra de Independencia de Cuba.

En el Sahara Occidental (bajo administración española, de facto marroquí) se produjo por parte del Frente de Liberación del Sahara Occidental combinada con un Ejército y tácticas convencionales la que fue la primera Guerra de Guerrillas a gran escala en el desierto, principalmente contra Marruecos, y en menor medida contra Mauritania, España, EEUU y Francia que apoyaron de algún modo a Marruecos.

En el siglo XX, durante la Guerra de los bóers, en la actual Sudáfrica, los colonos holandeses utilizaron esa táctica. También los irlandeses crearon un ejército de irregulares para oponerse a los británicos: el IRA, siglas en inglés de Ejército Republicano Irlandés. Lograda la independencia, la guerrilla siguió realizando ataques terroristas en la zona que quedó bajo control británico, el Ulster. En las primeras décadas del siglo XX, el Partido Liberal Mexicano, Francisco Villa y Emiliano Zapata formaron ejércitos de campesinos en México e iniciaron una revolución con métodos de guerrilla, finalmente frustrada. Por la misma época, los Estados Unidos sufrieron lo que probablemente es su primera gran derrota militar cuando se enfrentaron a la guerra de guerrillas liderada por el patriota nicaragüense Augusto César Sandino contra la ocupación militar.

El británico Lawrence de Arabia utilizó la guerra de guerrillas, con los árabes y contra los turcos, con devastadores efectos y en el Rif, en los años 20 del siglo XX, Mohammed Abdelkrim al-Jattabi puso en marcha una guerra de guerrillas contra las tropas coloniales españolas, la llamada harka, basada en gran medida en el desgaste producido por francotiradores invisibles a ojos del enemigo (llamados pacos por los soldados españoles) y logró crear un breve estado pan-bereber basado en los principios del islam y la separación de poderes. Los fundamentos teóricos de esta guerrilla serían estudiados años más tarde en Vietnam; por Ho Chi Minh el líder de esa lucha, y su gran estratega el general Vo Nguyen Giap en la guerrilla norvietnamita, nombrada Vietcong por los invasores, se continuó luchando en el sur del país contra los Estados Unidos, a los que finalmente logró expulsar infligiéndoles una traumática derrota.

La llamada «Guerrilla urbana», marxista o nacionalista, tuvo manifestaciones en Europa, donde las guerrillas acosaron a los invasores nazis en varios países destacandose los maquis franceses, la Resistencia italiana con las Brigadas Rojas de Italia o la Fracción del Ejército Rojo en Alemania y los partisanos yugoslavos. En la Unión Soviética, las guerrillas hostigaron al ejército alemán durante su avance hacia Moscú. Asimismo, hubo guerrillas que lucharon tanto contra los alemanes como contra los soviéticos. También en América Latina, principalmente en la Argentina y Uruguay, la guerrilla actuaba en las ciudades, como de hecho había ocurrido en Argelia y en Irlanda. En Chile, desde la década del 1960, vemos cómo los movimientos revolucionarios guerrilleros se conforman, tales como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y a mediados de los años 1970 y 1980 con el brazo armado del Partido Comunista Chileno, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), grupos que legitimaban la opción armada para derrocar la dictadura de derechas del general Augusto Pinochet. Sin embargo, varios tratados militares, incluido el del Departamento de Defensa de Estados Unidos, se niegan a considerar a estos movimientos como guerrilleros, sino como movimientos de baja intensidad.

El Departamento de Defensa de Estados Unidos en su clasificación de los conflictos bélicos y dividiendo las guerras según varios criterios, entre ellos el del tipo del enemigo a combatir. Las clasifica como Conflictos de Media Intensidad (dado que son realizados por grupos paramilitares sostenidos, pobremente armados, pero que controlan ciertas regiones de difícil acceso y con el apoyo tácito de la población directa o por los poderes electos a través de sus ejércitos) Atrás clasificaciones de conflictos armados: Conflictos de Alta Intensidad o guerras convencionales (aquellas donde el enemigo es otro ejército, mejor o peor armado que el propio, pero ejército con cuarteles, centros de mando y territorio que defender) Conflictos de Baja Intensidad (realizada por pequeños grupos que no controlan territorio y son apoyados por una parte de la población o por el contrario por una amplia mayoría contra los poderes establecidos, fuerzas del orden público, etc. o combinado. Como las F.A.R.C.

En los ejércitos modernos, estos ataques son llamados «operaciones de comandos» si los realizan tropas regulares. El comando es un soldado o un grupo de soldados entrenados y armados en un ejército regular que realiza operaciones de comando audaces acciones por lo general en la retaguardia del campo enemigo. Los guerrilleros también pueden actuar en relación con el ejército regular; pero son, normalmente milicias integradas por los civiles.

Durante una guerra convencional, la guerrilla es auxiliar del ejército y se subordina a sus objetivos. Las guerrillas que se plantearon como de liberación nacional en la década de 1960 se proponían en cambio crear ejércitos populares a partir de la lucha de grupos guerrilleros. De acuerdo con la concepción militar tradicional (por ejemplo, la del teórico militar prusiano Carl von Clausewitz), la guerrilla no es posible si no se despliega en un territorio natural de difícil acceso. La guerrilla de la segunda mitad del siglo XX se ocultó y actuó en las ciudades y realizó operativos de comando y ataques con bombas no sólo contra objetivos policiales y militares, sino también contra bancos y otras empresas; un ejército guerrillero puede llegar a derrotar a otro regular por sus propios medios y sin ser la fuerza auxiliar de nadie.

El efecto de la guerra de guerrillas sobre el oponente es variable dependiendo del terreno en el que se luche. En campo abierto no es muy eficaz, pero en junglas (como el caso de la guerra de Vietnam) o escenarios urbanos puede llegar a ser devastador, especialmente para desmoralizar al oponente y agotar sus fuerzas. Algunos solo consideran que la guerra de guerrillas es una modalidad bélica que obedece al patrón de una guerra de desgaste.

En América se ha recurrido a la guerra de guerrillas en diversas oportunidades. Como antecedente mediato más cercano puede anotarse la experiencia de Augusto Cesar Sandino, luchando contra las fuerzas expedicionarias yanquis en la Segovia nicaragüense y la guerra revolucionaria de Cuba. A partir de entonces, en América se han planteado los problemas de la guerra de guerrillas en las discusiones teóricas de los partidos progresistas del continente y la posibilidad y conveniencia de su utilización aun es materia de polémicas encontradas.

Ante todo hay que precisar que esta modalidad de lucha es un método; un método para lograr un fin. Ese fin, indispensable, ineludible para todo revolucionario, es la conquista del poder político. Por tanto, en los análisis de las situaciones especificas de los distintos países de América, debe emplearse el concepto de guerrilla reducido a la simple categoría de método de lucha para lograr aquel fin.

Además señalo que en los principios generales de la Guerra de guerrillas:

Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército. No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas.

En la América subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente el campo. En estos tres aportes o principios el Che, en los dos primeros, lucha contra la actitud quietista de revolucionarios o seudo- revolucionarios que se refugian, y refugian su inactividad, en el pretexto de que contra el ejército profesional nada se puede hacer, y algunos otros que se sientan a esperar a que, en una forma mecánica, se den todas las condiciones objetivas y subjetivas necesarias, sin preocuparse de acelerarlas.

Además acuño el concepto que encierra que; “la guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas. Pretender realizar este tipo de guerra sin el apoyo de la población, es el preludio de un desastre inevitable. La guerrilla es la vanguardia combativa del pueblo, situada en un lugar determinado de algún territorio dado, armada, dispuesta a desarrollar una serie de acciones bélicas tendientes al Único fin estratégico posible: la toma del poder. Está apoyada por las masas campesinas y obreras de la zona y de todo el territorio de que se trate. Sin esas premisas no se puede admitir la guerra de guerrillas”.

Al carecer de la fuerza numérica y del armamento idóneo para enfrentarse a un ejército regular, las guerrillas evitan el enfrentamiento en campo abierto. A su vez, operan desde bases establecidas en terrenos inaccesibles y remotos tales como bosques, montañas o junglas, dependiendo del apoyo de sus habitantes para conseguir reclutas, alimentos, cobijo e información. Las guerrillas también pueden recibir apoyo en forma de armas, suministros médicos y asesoría militar de su propio ejército o de sus aliados.

La consolidación termina cuando se ha conseguido controlar suficiente terreno y población para formar un ejército y se han reunido suficientes armas de todas clases como para poder enfrentarse al ejército gubernamental en su propio terreno.

Cuando se dan estos puntos se lanzan grandes ofensivas que terminan por desgastar y desmoralizar al ejército enemigo que opta por retirarse, rendirse o simplemente desplomarse.

La guerra de guerrillas, V. I. Lenin, 1906

LA GUERRA DE GUERRILLAS

 

La cuestión de la acción guerrillera es de sumo interés para nuestro Partido y para las masas obreras. Ya nos hemos referido de paso a ella más de una vez, y ahora, tal como lo habíamos prometido, nos proponemos ofrecer una exposición más completa de nuestras ideas al respecto.

Comencemos por el principio. ¿Cuáles son las exigencias fundamentales que todo marxista debe presentar para el análisis de la cuestión de las formas de lucha? En primer lugar, el marxismo se distingue de todas las formas primitivas del socialismo pues no liga el movimiento a una sola forma determinada de lucha. El marxismo admite las formas más diversas de lucha; además, no las «inventa», sino que generaliza, organiza y hace conscientes las formas de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el curso del movimiento. El marxismo, totalmente hostil a todas las fórmulas abstractas, a todas las recetas doctrinas, exige que se preste mucha atención a la lucha de masas en curso que, con el desarrollo del movimiento, el crecimiento de la conciencia de las masas y la agudización de las crisis económicas y políticas, engendra constantemente nuevos y cada vez más diversos métodos de defensa y ataque. Por esto, el marxismo no rechaza categóricamente ninguna forma de lucha El marxismo no se limita, en ningún caso, a las formas de lucha posibles y existentes sólo en un momento dado, admitiendo la aparición inevitable de formas de lucha nuevas, desconocidas de los militantes de un período dado, al cambiar la coyuntura social. El marxismo, en este sentido, aprende, si puede decirse así, de la práctica de las masas, lejos de pretender enseñar a las masas formas de lucha inventadas por «sistematizadores» de gabinete. Sabemos — decía, por ejemplo, Kautsky, al examinar las formas de la revolución social — que la próxima crisis nos traerá nuevas formas de lucha que no podemos prever ahora.

En segundo lugar, el marxismo exige que la cuestión de las formas de lucha sea enfocada históricamente. Plantear esta cuestión fuera de la situación histórica concreta significa no comprender el abecé del materialismo dialéctico. En los diversos momentos de la evolución económica, según las diferentes condiciones políticas, cultural-nacionales, costumbrales, etc., aparecen en primer plano distintas formas de lucha, y se convierten en las formas de lucha principales; y, en relación con esto, se modifican a su vez las formas de lucha secundarias, accesorias. Querer responder sí o no a propósito de un determinado procedimiento de lucha, sin examinar en detalle la situación concreta de un movimiento dado, la fase dada de su desenvolvimiento, significa abandonar completarnente la posición del marxismo.

Estos son los dos principios teóricos fundamentales que deben guiarnos. La historia del marxismo en Europa Occidental nos suministra innumerables ejemplos que confirman lo dicho. La socialdemocracia europea considera, en el momento actual, el parlamentarismo y el movimiento sindical como las principales formas de lucha; en el pasado reconocía la insurrección y está plenamente dispuesta a reconocerla en el porvenir si la situación cambia, pese a la opinión de los liberales burgueses, como los kadetes1 y los bezzaglavtsi2 rusos. La socialdemocracia negaba la huelga general en la década del 70 como panacea social, como medio para derribar de golpe a la burguesía por la vía no política, pero admite plenamente la huelga política de masa (sobre todo, después de la experiencia rusa de 1905) como uno de los procedimientos de lucha, indispensable en ciertas condiciones. La socialdemocracia, que admitía la lucha de barricadas en la década del 40 del siglo XIX, y la rechazaba, basándose en datos concretos, a fines del siglo XIX, se ha declarado plenamente dispuesta a revisar esta última opinión y a reconocer la conveniencia de la lucha de barricadas después de la experiencia de Moscú, que ha iniciado según las palabras de Kautsky, una nueva táctica de las barricadas.

II

Establecidos los principios generales del marxismo, pasemos a la revolución rusa. Recordemos el desarrollo histórico de las formas de lucha que ha hecho aparecer. Primero, las huelgas económicas de los obreros (1896-1900), después, las manifestaciones políticas de obreros y estudiantes (1901-1902), las revueltas campesinas (1902), el principio de las huelgas políticas de masas combinadas de diversos modos con las manifestaciones (Rostov 1902, las huelgas del verano de 1903, el 9 de enero de 1905), la huelga política en toda Rusia con casos locales de combates de barricadas (octubre de 1905), la lucha masiva de barricadas y la insurrección armada (diciembre de 1905), la lucha parlamentaria pacífica (abril-junio de 1906), los alzamientos militares parciales (junio de 1905-julio de 1906), las sublevaciones parciales de campesinos (otoño de 1905-otoño de 1906). Tal es el estado de cosas en el otoño de 1906, desde el punto de vista de las formas de lucha en general. La forma de lucha con que la autocracia «contesta» es el pogromo de las centurias negras, comenzando por el de Kishiniov en la primavera de 1903, y terminando por el de Siedlce en el otoño de 1906. Durante todo este período la organización de pogromos por las centurias negras y las matanzas de judíos, estudiantes, revolucionarios, obreros conscientes han ido constantemente en aumento y se han ido perfeccionando, uniéndose la violencia de la chusma sobornada a la violencia de las tropas centurionegristas, llegando hasta utilizar la artillería en aldeas y ciudades, en combinación con expediciones punitivas, trenes de represión, etc.

Tal es el fondo esencial del cuadro. Sobre este fondo se dibuja — evidentemente como algo particular, secundario, accesorio — el fenómeno a cuyo estudio y apreciación está consagrado el presente artículo. ¿En qué consiste este fenómeno? ¿Cuáles son sus formas? y ¿cuáles sus causas? ¿Cuándo surgió y hasta dónde se ha extendido? ¿Cuál su significación en la marcha general de la revolución? ¿Cuáles son sus relaciones con la lucha de la clase obrera, organizada y dirigida por la socialdemocracia? Estas son las cuestiones que debemos abordar ahora, después de haber bosquejado el fondo general del cuadro.

El fenómeno que nos interesa es la lucha armada. Sostienen esta lucha individuos aislados y pequeños grupos. Unos pertenecen a las organizaciones revolucionarias otros (la mayoría, en cierta parte de Rusia) no pertenecen a ninguna organización revolucionaria. La lucha armada persigue dos fines diferentes, que es preciso distinguir rigurosamente : en primer lugar, esta lucha se propone la ejecución de personas aisladas, de los jefes y subalternos de la policía y del ejército; en segundo lugar, la confiscación de fondos pertenecientes tanto al gobierno como a particulares. Parte de las sumas confiscadas va al partido, parte está consagrada especialmente al armamento y a la preparación de la insurrección, parte a la manutención de los que sostienen la lucha que caracterizamos. Las grandes expropiaciones (la del Cáucaso, de más de 200.000 rublos; la de Moscú, de 875.000 rubios) estaban destinadas precisamente a los partidos revolucionarios ante todo; las pequeñas expropiaciones sirven en primer lugar, e incluso a veces enteramente, al sostenimiento de los «expropiadores». Esta forma de lucha ha tomado un amplio desarrollo y extensión, indudablemente, tan sólo en 1906, es decir, después de la insurrección de diciembre. La agudización de la crisis política hasta llegar a la lucha armada y, sobre todo, la agravación de la miseria, del hambre y del paro en las aldeas y en las ciudades han desempeñado un importante papel entre las causas que han originado la lucha de que tratamos. El mundo de los vagabundos, el «lumpenproletariat» y los grupos anarquistas han adoptado esta forma de lucha como la forma principal y hasta exclusiva de lucha social. Como forma de lucha empleada en «respuesta» por la autocracia, hay que considerar: el estado de guerra, la movilización de nuevas tropas, los pogromos de las centurias negras (Siedlce) y los consejos de guerra.

 

III

El juicio habitual sobre la lucha que estamos describiendo, se reduce a lo siguiente: esto es anarquismo, blanquismo, el antiguo terrorismo, actos de individuos aislados de las masas que desmoralizan a los obreros, que apartan de ellos a los amplios círculos de la población, desorganizan el movimiento y perjudican a la revolución. En los hechos comunicados todos los días por los periódicos se encuentran, sin dificultad, ejemplos para confirmar este juicio.

Pero ¿son convincentes estos ejemplos? Para comprobarlo tomemos el hogar en que esta forma de lucha está más desarrollada: la región de Letonia. He aquí en qué términos se lamenta Nóvoie Vremia3 (del 9 y del 12 de septiembre), de la actividad de la socialdemocracia letona. El Partido Obrero Socialdemócrata Letón (sección del POSDR) publica regularmente 30.000 ejemplares de su periódico; en las columnas de anuncios de éste se publican listas de confidentes cuya supresión constituye un deber para cada hombre honrado; los que ayudan a la policía son declarados «enemigos de la revolución» y deben ser ejecutados, y, además, confiscados sus bienes; se llama a la población a no dar dinero para el Partido Socialdemócrata más que contra recibo sellado; en la última rendición de cuentas del Partido figuran, entre los 48.000 rublos de ingreso del año, 5.600 rublos de la sección de Libava para la compra de armas, procurados mediante expropiaciones. Como es natural, Nóvoie Vremia lanza rayos y centellas contra esta «legislación revolucionaria», contra este «gobierno de terror».

Nadie se atreverá a calificar de anarquismo, de blanquismo, de terrorismo, estas acciones de los socialdemócratas letones. Pero, ¿por qué? Porque en este caso es evidente la relación de la nueva forma de lucha con la insurrección que estalló en diciembre y que madura de nuevo. En lo que concierne a toda Rusia, esta relación no es tan perceptible, pero existe. La extensión de la lucha de «guerrillas», precisamente después de diciembre, su relación con la agravación de la crisis no sólo económica, sino también política, son innegables. El viejo terrorismo ruso era obra del intelectual conspirador; ahora, la lucha de guerrillas la mantiene, por regla general, el obrero combatiente o simplemente el obrero sin trabajo. Blanquismo y anarquismo se les ocurren fácilmente a gentes que gustan de los clichés, pero en la atmósfera de insurrección, que de un modo tan evidente existe en la región de Letonia, es indudable que estas etiquetas aprendidas de memoria no tienen ningún valor.

El ejemplo de los letones demuestra perfectamente que el método, tan común entre nosotros, de analizar la guerra de guerrillas al margen de las condiciones de una insurrección, es incorrecto, anticientífico y antihistórico. Hay que tener en cuenta esta atmósfera insurreccional, reflexionar sobre las particularidades del período transitorio entre los grandes actos de la insurrección, comprender qué formas de lucha surgen necesariamente como consecuencia de ello y no salir del paso con un surtido de palabras aprendidas de memoria, que son empleadas lo mismo por los kadetes y por la gente de Nóvoie Vremia : ¡anarquismo, pillaje, rufianismo!

Las operaciones de guerrillas, se dice, desorganizan nuestro trabajo. Apliquemos este razonamiento a la situación creada después de diciembre de 1905, a la época de los pogromos de las centurias negras y de la ley marcial. ¿Qué es lo que desorganiza más el movimiento en dicha época: la falta de resistencia o bien la lucha organizada de los guerrilleros? Comparad la Rusia Central con sus confines del Oeste, con Polonia y la región de Letonia. La lucha de guerrillas ha adquirido indudablemente mucha más difusión y desarrollo en esos confines occidentales. Y es no menos innegable que el movimiento revolucionario en general y el movimiento socialdemócrata en particular, están más desorgenizados en la Rusia Central que en las regiones del Oeste. Evidentemente, ni siquiera se nos ocurre la idea de deducir que si los movimientos socialdemócratas polaco y letón están menos desorganizados es gracias a la guerra de guerrillas. No. La única conclusión que se desprende de ello es que no puede imputarse a la guerra de guerrillas el estado de desorganización del movimiento obrero socialdemócrata en la Rusia de 1906.

Se invocan frecuentemente las particularidades de las condiciones nacionales, lo cual revela manifiestamente la debilidad de la argumentación corriente. Si se trata de las condiciones nacionales, es que no se trata de anarquismo, de blanquismo, de terrorismo — pecados comunes a toda Rusia e incluso específicamente rusos –, sino de algo diferente. ¡Analizad este algo diferente de un modo concreto, señores! Veréis entonces que la opresión o el antagonismo nacionales no explican nada, pues siempre han existido en los confines occidentales, mientras que la lucha de guerrillas ha sido engendrada solamente por el período histórico actual. Hay muchos sitios en que existen la opresión y el antagonismo nacionales, pero no la lucha de guerrillas, que se desarrolla a veces sin que se dé la opresión nacional. Un análisis concreto de la cuestión muestra que no es del yugo nacional de lo que se trata, sino de las condiciones de la insurrección. La lucha de guerrillas es una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha llegado ya realmente a la insurrección y en que se producen intervalos más o menos considerables entre «grandes batallas» de la guerra civil.

No son las acciones de guerrillas las que desorganizan el movimiento, sino la debilidad del Partido, que no sabe tomar en sus manos tales acciones. Por eso, entre nosotros, los rusos, los anatemas lanzados habitualmente contra las acciones de guerrillas, coinciden con acciones de guerrillas clandestinas, accidentales, no organizadas, que realmente desorganizan al Partido. Incapaces de comprender cuáles son las condiciones históricas que engendran esta lucha, somos igualmente incapaces de contrarrestar sus aspectos perjudiciales. La lucha no por eso deja de continuarse, pues la provocan potentes factores económicos y políticos. No tenemos fuerza para suprimir estos factorcs ni esta lucha. Nuestras quejas contra la lucha de guerrillas son quejas contra la debilidad de nuestro Partido en materia de insurrección.

Lo que hemos dicho de la desorganización se aplica también a la desmoralización. No es la guerra de guerrillas lo que desmoraliza, sino el carácter inorganizado, desordenado, sin partido de las acciones de guerrillas. De esta evidentísima desmoralización no nos salvaremos ni un ápice condenando o maldiciendo las acciones de guerrillas; pues estas condenaciones y maldiciones son absolutamente impotentes para detener un fenómeno provocado por causas económicas y políticas profundas. Se nos objetará que si somos incapaces de detener un fenómeno anormal y desmoralizador, esto no es razón para que el Partido adopte procedimientos de lucha anormales y desmoralizadores. Pero tal objeción sería puramente liberal-burguesa y no marxista, pues un marxista no puede considerar en general anormales y desmoralizadoras la guerra civil o la guerra de guerrillas, como una de sus formas. Un marxista se basa en la lucha de clases y no en la paz social. En ciertos períodos de crisis económicas y políticas agudas, la lucha de clases, al desenvolverse, se transforma en guerra civil abierta, es decir, en lucha armada entre dos partes del pueblo. En tales períodos, el marxista está obligado a tomar posición por la guerra civil. Toda condenación moral de ésta es completamente inadmisible desde el punto de vista del marxismo.

En una época de guerra civil, el ideal del Partido del proletariado es un partido de combate. Esto es absolutamente incontrovertible. Estamos completamente dispuestos a conceder que, desde el punto de vista de la guerra civil se puede demostrar, y se demuestra, la inconveniencia de unas u otras formas de guerra civil en uno u otro momento. Admitimos plenamente la crítica de las diversas formas de guerra civil desde el punto de vista de la conveniencia militar y estamos incondicionalmente de acuerdo en que, en esta cuestión, el voto decisivo corresponde a los militantes activos socialdemócratas de cada localidad. Pero, en nombre de los principios del marxismo, exigimos absolutamente que nadie intente sustraerse al análisis de las condiciones de la guerra civil con frases triviales y rutinarias sobre el anarquismo, el blanquismo y el terrorismo; que no se haga de los procedimientos insensatos empleadGs en la guerra de guerrillas en un cierto momento por cierta organización del Partido Socialista Polaco, un espantajo en la cuestión de la participación de la socialdemocracia en la guerra de guerrillas en general.

El argumento de que la guerra de guerrillas desorganiza el movimiento debe ser apreciado de manera crítica. Toda forma nueva de lucha, que trae aparejada consigo nuevos peligros y nuevos sacrificios, «desorganiza», indefectiblemente, las organizaciones no preparadas para esta nueva forma de lucha. Nuestros antiguos círculos de propagandistas se desorganizaron al recurrir a los métodos de agitación. Nuestros comités se desorganizaron al recurrir a las demostraciones. En toda guerra, cualquier operación lleva un cierto desorden a las filas de los combatientes. De esto no puede deducirse que no hay que combatir. De esto es preciso deducir que hay que aprender a combatir. Y nada más.

Cuando veo a socialdemócratas que declaran arrogante y presuntuosamente: nosotros no somos anarquistas, ni ladrones, ni bandidos; estamos por encima de todo eso, rechazamos la guerra de guerrillas, me pregunto: ¿comprenden esas gentes lo que dicen? En todo el país se libran encuentros armados y choques entre el gobierno centurionegrista y la población. Es un fenómeno absolutamente inevitable en la fase actual de desarrollo de la revolución. Espontáneamente, sin organización — y, precisamente por eso, en formas a menudo poco afortunadas y malas –, la población reacciona también mediante colisiones y ataques armados. Estoy de acuerdo en que, a causa de la debilidad o de la falta de preparación de nuestra organización, podemos renunciar, en una localidad y en un momento dado, a colocar esta lucha espontánea bajo la dirección del Partido. Estoy de acuerdo en que esta cuestión debe ser resuelta por los militantes locales activos, en que no es cosa fácil reajustar el trabajo de organizaciones débiles y no preparadas. Pero cuando veo que un teórico o que un publicista de la socialdemocracia, no lamenta esta falta de preparación, sino que repite con orgullosa suficiencia y entusiasmo narcisista las frases aprendidas en su primera juventud sobre el anarquismo, el blanquismo y el terrorismo, me causa una gran pena el ver rebajar así la doctrina más revolucionaria del mundo.

Se dice que la guerra de guerrillas aproxima al proletariado consciente a la categoría de los vagabundos borrachines y degradados. Es cierto. Pero de esto sólo se desprende que el partido del proletariado no puede nunca considerar la guerra de guerrillas como el único, ni siquiera como el principal procedimiento de lucha; que este procedimiento debe estar subordinado a los otros, debe ser proporcionado a los procedimientos esenciales de lucha, ennoblecido por la influencia educadora y organizadora del socialismo. Sin esta última condición, todos, absolutamente todos los procedimientos de lucha, en la sociedad burguesa, aproximan al proletariado a las diversas capas no proletarias, situadas por encima o por debajo de él, y, abandonados al curso espontáneo de los acontecimientos, se desgastan, se pervierten, se prostituyen. Las huelgas, abandonadas al censo espontáneo de los acontecimientos, degeneran en Alliances, en acuerdos entre obreros y patronos contra los consumidores. El parlamento degenera en un burdel, donde una banda de politicastros burgueses comercia al por mayor y al por menor con la «libertad popular», el «liberalismo», la «democracia», el republicanismo, el anticlericalismo, el socialismo y demás mercancías de fácil colocación. La prensa se transforma en alcahueta barata, en instrumento de corrupción de las masas, de adulación grosera de los bajos instintos de la muchedumbre, etc., etc. La socialdemocracia no conoce procedimientos de lucha universales que separen al proletariado con una muralla china de las capas situadas un poco más arriba o un poco más abajo de él. La socialdemocracia emplea, en diversas épocas, diversos procedimientos, rodeando siempre su aplicación de condiciones ideológicas y de organización rigurosamente determinadas*.

 

IV

Las formas de lucha de la revolución rusa, comparadas con las revoluciones burguesas de Europa, se distinguen por su extraordinaria variedad. Kautsky lo había previsto en parte cuando decía en 1902 que la futura revolución (tal vez con excepción de Rusia, añadía) sería no tanto una lucha del pueblo contra el gobierno, como una lucha entre dos partes del pueblo. En Rusia vemos que esta segunda lucha toma indudablemente un desarrollo más extenso que en las revoluciones burguesas de Occidente. Los enemigos de nuestra revolución son poco numerosos entre el pueblo, pero se organizan más y más a medida que la lucha se agudiza y reciben apoyo de las capas reaccionarias de la burguesía. Es, pues, completamente natural e inevitable que en una época semejante, en una época de huelgas políticas en escala nacional, la insurrección no puede adoptar la antigua forma de actos aislados, limitados a un lapso de tiempo muy breve y a una zona muy reducida. Es completamente natural e inevitable que la insurrección tome formas más elevadas y complejas de una guerra civil prolongada y que abarca a todo el país, es decir, de una lucha armada entre dos partes del pueblo. Semejante guerra no puede concebirse más que como una serie de pocas grandes batallas, separadas unas de otras por intervalos relativamente considerables y una gran cantidad de pequeños encuentros librados durante estos intervalos. Si esto es así — y lo es sin duda –, la socialdemocracia debe sin falta plantearse la tarea de constituir organizaciones que sean lo más aptas posibles para dirigir a las masas en estas grandes batallas y, en lo posible, en estos pequeños encuentros. La socialdemocracia debe proponerse, en la época en que la lucha de clases se agudiza hasta llegar a la guerra civil, no solamente tomar parte en esta guerra civil, sino también desempeñar la función dirigente en ella. La socialdemocracia debe educar y preparar a sus organizaciones para que realmente sean capaces de actuar como una parte beligerante, no dejando pasar ninguna ocasión de asestar un golpe a las fuerzas del adversario.

Esta es — no es posible negarlo — una tarea difícil, que no se puede resolver de golpe. Lo mismo que todo el pueblo se reeduca y se instruye en la lucha en el curso de la guerra civil, nuestras organizaciones deben ser educadas, deben ser reorganizadas sobre la base de lo que enseña la experiencia, a fin de estar a la altura de su misión.

No tenemos la menor pretensión de imponer a los militantes activos una forma de lucha cualquiera inventada por nosotros, ni siquiera resolver, desde nuestro gabinete, la cuestión del papel que una u otra forma de guerra de guerrillas puede desempeñar en el curso general de la guerra civil en Rusia. Lejos de nosotros la idea de ver en la apreciación concreta hecha de una u otra acción de guerrillas una cuestión de tendencia en la socialdemocracia. Pero consideramos que constituye para nosotros un deber contribuir en la medida de nuestras fuerzas a la justa apreciación teórica de las formas nuevas de lucha que la vida hace aparecer; que debemos combatir sin cuartel la rutina y los prejuicios que impiden a los obreros conscientes plantear como conviene esta nueva y difícil cuestión y abordar como es debido su solución.

NOTAS

* Se acusa frecuentemente a los socialdemócratas bolcheviques de asumir una actitud irreflexiva y parcial frente a las acciones de guerrillas. Por esto no será superfluo recoldar que en el proyecto de resolución sobre las acciones de guerrillas (Nƒ 2 de Partinie Izvestia4 e informe de Lenin acerca del Congreso5) el sector de bolcheviques que las defiende ha puesto las condiciones siguientes para su aprobación: no son toleradas en absoluto las «expropiacioncs» de bienes privados; las «expropiacioncs» de bienes del Estado no son recomendadas; sólo son toleradas a condición de que se hagan bajo el control del Partido y de que los recursos sean destinados a las necesidades de la insurrección. Las acciones de guerrillas que revisten la forma de actos terroristas son recomendadas contra los opresores gubernamentales y los elementos activos de las «centurias negras», pero con las condiciones siguientes: 1) tener en cuenta el estado de ánimo de las grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones del movimiento obrero local; 3) preocuparse de no gastar inútilmente las fuerzas del proletariado. La diferencia práctica entre este proyecto y la resolución adoptada en el Congreso de Unificación6 consiste, exclusivamente, en que las «expropiaciones» de bienes del Estado no han sido admitidas.

1 Kadetes («Los demócratas constitucionalistas»): principal partido burgués de Rusia; partido de la burguesía monárquica liberal, se constituyó en octubre de 1905. Su lider fue P. Miliukov. Encubriéndose con falsas apariencias de democratismo, se llamaron a sí mismo el partido de la «libertad del pueblo», se esforzaban por atraer a su lado a los campeshlos. Aspiraban a conservar el zarismo como una monarquía constitucional. Más tarde, el partido constitucional demócrata se convirtió en un partido burgués del imperialismo. Después de la victoria de la Revolución Socialista de Octubre, los kadetes organizaron complots y sublevaciones contrarrevolucionarias para derrocar la República Soviética.
2 Bezzaglavtsi : organizadores y colaboradores de la revista Bez Zaglavia («Sin Titulo»), editada en Petersburgo en 1906 por S. N. Prokopóvich, E. D. Kuskova, V. I. Bogucharski y otros. Los Bezzglavtsi se declaraban abiertamente partidarios del revisionismo, apoyaban a los mencheviques y liberales, y actuaban contra la política independiente del proletariado. Lenin llamó a los Bezzaglavtsi kadetes tipo menchevique, o sea, mencheviques tipo kadete.
3 Nóvoie Vremia («Tiempos Nuevos»): diario que se publicó en Petersburgo desde 1868 hasta 1917. Primero fue liberal moderado, y desde 1876, se trasformó en vocero de los circulos reaccionarios de la nobleza y la burocracia, luchó no solamente contra el movimiento revolucionario, sino también contra el de la burguesía liberal. A partir de 1905 se convirtió en órgano de los centurionegristas. Lenin lo llamaba «modelo de periódico venal». Después de la Revolución Democrático burguesa de Febrero apoyó sin reservas la politica contrarrevolucionaria del gobierno provisional burgués y desató una furiosa campaña contra los bolcheviques. Fue clausurado el 8 de noviembre de 1917 por el Comité Militar Revolucionario adjunto al Soviet de Petrogrado.
4 Partinie Izvestia («Noticias del Partido»): periódico clandestino del CC Unificado del POSDR, se publicó en Petersburgo en visperas del IV Congreso (de Unificación) del Partido. Sólo aparecieron dos números: el 20 de febrero y el 2 de abril de 1906. La redacción estaba integrada por los redactores del periódico bolchevique (Proletari) y por igual número de redactores de la nueva Iskra menchevique. Representaban a los bolcheviques Lenin, Lunacharski y otros.
En Partinie Izvestia se incluyeron dos articulos de Lenin: «La situación actual en Rusia y la táctica del partido obrero » y «La revolución rusa y las tareas del proletariado «, con la firma Bolchevique. (V. I. Lenin, Obras Completas, t. X.) Después del Congreso, Partinie Izvestia dejó de aparecer.
5 Se alude al «Informe sobre el Congreio de Unificación del POSDR» — Carta a los obreros de Petersburgo. (V. I. Lenin, Obras Completas, t. X.)
6 El IV Congreso (de Unificación) del POSDR se realizo en Estocolmo entre el 23 de abril y 8 de mayo de 1906.
Asistieron al Congreso 112 delegados con derecho a voto, en representacion de 57 organizaciones locales del POSDR, y 22 delegados con voz pero sin voto. Las organizaciones nacionales también estuvieron representadas: tres delegados por la socialdemocracia de Polonia y Lituania, tres por el Bund, tres por el partido obrero socialdemócrata de Letonia, un delegado del Partido Obrero Socialdemócrata de Ucrania y uno del Partido Obrero de Finlandia. Además, asistió un representante del Partido Obrero Socialdemócrata de Bulgaria. De los delegados, 46 eran bolcheviques y 62 mencheviques. El Congreso analizó los siguientes principales problemas: problema agrario; apreciación de la situación actual y de las tareas de clase del proletariado; la actitud hacia la Duma del Estado; problema organizativo. La discusión de cada problema provocaba áspera lucha entre bolcheviques y mencheviques. Lenin presentó informes e intervino acerca del problema agrario, de la situación en ese momento, de la táctica respecto a la elección en la Duma, la insurrección armada y otros problemas.
La superioridad numérica de los mencheviques, aunque mezquina, determinó el carácter de las resoluciones: con respecto a muchos problemas el Congreso tomó resoluciones mencheviques (resoluciones sobre el problema agrario, la actitud hacia la Duma, etc.). En lo que se refiere a los estatutos, el Congreso adoptó la formulación de Lenin para el articulo 1. Se aprobó una resolución sobre la unificación con la socialdemocracia de Polonia y de Lituania y con el Partido Obrero Socialdemócrata de Letonia, que se incorporaron al POSDR como organizaciones territoriales. Asimismo el Congreso prejuzgó la cuestión de Bund de formar parte de POSDR.
Integraban el Comité Central, elegido en el Congreso, tres bolcheviques y siete mencheviques. La Redacción del Organo Central estaba compuesta sólo por mencheviques.
El análisis detallado de la labor del Congreso aparece en el artículo «Informe sobre el Congreso de Unificación del POSDR». (V. I. Lenin, Obras Completes, t. X.) «El momento actual y el Congreso de Unificación del Partido Obrero» y «Prólogo del autor al primer tomo». (J. Stalin, Obras, t. I.)

Fuente: Biblioteca de Textos Marxistas | Primera publicación: En Proletari, núm. 5, 30 de septiembre de 1906

Ché Guevara ¿Qué es un "guerrillero"? (1959)

Quizá no haya país en el mundo en que la palabra «guerrillero» no sea simbólica de una aspiración libertaria para el pueblo. Solamente en Cuba esta palabra tiene un significado repulsivo. Esta Revolución, libertadora, en todos sus extremos, sale también a dignificar esa palabra. Todos saben que fueron guerrilleros aquellos simpatizantes del régimen de esclavización española que tomaron las armas para defender en forma irregular la corona del rey de España; a partir de ese momento, el nombre queda como símbolo, en Cuba, de todo lo malo, lo retrógrado, lo podrido del país. Sin embargo, el guerrillero es, no eso, sino todo lo contrario; es el combatiente de la libertad por excelencia; es el elegido del pueblo, la vanguardia combatiente del mismo en su lucha por la liberación. Porque la guerra de guerrillas no es como se piensa, una guerra minúscula, una guerra de un grupo minoritario contra un ejército poderoso, no; la guerra de guerrillas es la guerra del pueblo entero contra la opresión dominante. El guerrillero es su vanguardia armada; el ejército lo constituyen todos los habitantes de una región o de un país. Esa es la razón de su fuerza, de su triunfo, a la larga o a la corta, sobre cualquier poder que trate de oprimirlo; es decir, la base y el substratum de la guerrilla está en el pueblo.

No se puede concebir que pequeños grupos armados, por más movilidad y conocimiento del terreno que tengan, puedan sobrevivir a la persecución organizada de un ejército bien pertrechado sin ese auxiliar poderoso. La prueba está en que todos los bandidos, todas las gavillas de bandoleros, acaban por ser derrotados por el poder central, y recuérdese que muchas veces estos bandoleros representan, para los habitantes de la región, algo más que eso, representan también aunque sea la caricatura de una lucha por la libertad.

El ejército guerrillero, ejército popular por excelencia, debe tener en cuanto a su composición individual las mejores virtudes del mejor soldado del mundo. Debe basarse en una disciplina estricta. El hecho de que las formalidades de la vida militar no se adapten a la guerrillera, que no haya taconeo ni saludo rígido, ni explicación sumisa ante el superior, no demuestran de manera alguna que no haya disciplina. La disciplina guerrillera es interior, nace del convencimiento profundo del individuo, de esa necesidad de obedecer al superior, no solamente para mantener la efectividad del organismo armado que está integrado, sino también para defender la propia vida. Cualquier pequeño descuido en un soldado de un ejército regular es controlado por el compañero más cercano. En la guerra de guerrillas, donde cada soldado es unidad y es un grupo, un error es fatal. Nadie puede descuidarse. Nadie puede cometer el más mínimo desliz, pues su vida y la de los compañeros le va en ello.

Esta disciplina informal, muchas veces no se ve. Para la gente poco informada, parece mucho más disciplinado el soldado regular con todo su andamiaje de reconocimientos de las jerarquías que el respeto simple y emocionado con que cualquier guerrillero sigue las instrucciones de su jefe. Sin embargo, el ejército de liberación fue un ejército puro donde ni las más comunes tentaciones del hombre tuvieron cabida; y no había aparato represivo, no había servicio de inteligencia que controlara al individuo frente a la tentación. Era su autocontrol el que actuaba. Era su rígida conciencia del deber y de la disciplina.

El guerrillero es, además de un soldado disciplinado, un soldado muy ágil, física y mentalmente. No puede concebirse una guerra de guerrillas estática. Todo es nocturnidad. Amparados en el conocimiento del terreno, los guerrilleros caminan de noche, se sitúan en la posición, atacan al enemigo y se retiran. No quiere decir esto que la retirada sea muy lejana al teatro de operaciones; simplemente tiene que ser muy rápida del teatro de operaciones.

El enemigo concentrará inmediatamente sobre el punto atacado todas sus unidades represivas. Irá la aviación a bombardear, irán las unidades tácticas a cercarlos, irán los soldados decididos a tornar una posición ilusoria.

El guerrillero necesita sólo presentar un frente al enemigo. Con retirarse algo, esperarlo, dar un nuevo combate, volver a retirarse, ha cumplido su misión específica. Así el ejército puede estar desangrándose durante horas o durante días. El guerrero popular, desde sus lugares de acecho, atacará en momento oportuno.

Hay otros profundos axiomas en la táctica de guerrillas. El conocimiento del terreno debe ser absoluto. El guerrillero no puede desconocer el lugar donde va a atacar, pero además debe conocer todos los trillos de retirada así como todos los caminos de acceso o los que están cerrados. Las casas amigas, y enemigas, los lugares más protegidos, aquellos donde se puede dejar un herido, aquellos otros donde se puede establecer un campamento provisional, en fin, conocer como la palma de la mano el teatro de operaciones. Y eso se hace y se logra porque el pueblo, el gran núcleo del ejército guerrillero, está detrás de cada acción. Los habitantes de un lugar son acémilas, informantes, enfermeros, proveedores de combatientes, en fin, constituyen los accesorios importantísimos de su vanguardia armada.

Pero frente a todas estas cosas; frente a este cúmulo de necesidades tácticas del guerrillero, habría que preguntarse: «¿por qué lucha?», y, entonces surge la gran afirmación: «El guerrillero es un reformador social. El guerrillero empuña las armas como protesta airada del pueblo contra sus opresores, y lucha por cambiar el régimen social que mantiene a todos sus hermanos desarmados en el oprobio y la miseria. Se ejercita contra las condiciones especiales de la institucionalidad de un momento dado y se dedica a romper con todo el vigor que las circunstancias permitan, los moldes de esa institucionalidad.»

Veamos algo importante: ¿qué es lo que el guerrillero necesita tácticamente? Habíamos dicho, conocimiento del terreno con sus trillos de acceso y escape, velocidad de maniobra, apoyo del pueblo, lugares donde esconderse, naturalmente. Todo eso indica que el guerrillero ejercerá su acción en lugares agrestes y poco poblados. Y, en los lugares agrestes y poco poblados, la lucha del pueblo por sus reivindicaciones se sitúa preferentemente y hasta casi exclusivamente en el plano del cambio de la composición social de la tenencia de la tierra, es decir, el guerrillero es, fundamentalmente y antes que nada, un revolucionario agrario.

Interpreta los deseos de la gran masa campesina de ser dueña, de la tierra, dueña de los medios de producción, de sus animales, de todo aquello por lo que ha luchado durante años, de lo que constituye su vida y constituirá también su cementerio.

Por eso, en este momento especial de Cuba, los miembros del nuevo ejército que nace al triunfo desde las montañas de Oriente y del Escambray, de los llanos de Oriente y de los llanos de Camagüey, de toda Cuba, traen, como bandera de combate, la Reforma Agraria.

Es una lucha quizás tan larga como el establecimiento de la propiedad individual. Lucha que los campesinos han llevado con mejor o peor éxito a través de las épocas, pero que siempre ha tenido calor popular. Esta lucha no es patrimonio de la Revolución. La Revolución ha recogido esa bandera entre las masas populares y la ha hecho suya ahora. Pero antes, desde mucho tiempo; desde que se alzaran los vegueros de La Habana; desde que los negros trataran de conseguir su derecho a la tierra en la gran guerra de liberación de los 30 años; desde que los campesinos tomaran revolucionariamente el Realengo 18, la tierra ha sido centro de la batalla por la adquisición de un mejor modo de vida.

Esta Reforma Agraria que hoy se está haciendo, que empezó tímida en la Sierra Maestra, que se trasladó al Segundo Frente Oriental y al macizo del Escambray, que fue olvidada algún tiempo en las gavetas ministeriales y resurgió pujante con la decisión definitiva de Fidel Castro es, conviene repetirlo una vez más, quien dará la definición histórica del «26 de julio».

Este Movimiento no inventó la Reforma Agraria. La llevará a cabo. La llevará a cabo íntegramente hasta que no quede campesino sin tierra, ni tierra sin trabajar. En ese momento, quizás, el mismo Movimiento haya dejado de tener el por qué de existir, pero habrá cumplido su misión histórica. Nuestra tarea es llegar a ese punto, el futuro dirá si hay más trabajo a realizar. Guerra y población campesina

El vivir continuado en estado de guerra crea en la conciencia del pueblo una actitud mental para adaptarse a ese fenómeno nuevo. Es un largo y doloroso proceso de adaptación del individuo para poder resistir la amarga experiencia que amenaza su tranquilidad. La Sierra Maestra y otras nuevas zonas liberadas han debido pasar también por esta amarga experiencia.

La situación campesina en las zonas agrestes de la serranía era sencillamente espantosa. El colono, venido de lejanas regiones con afanes de liberación, había doblado las espaldas sobre las tumbas nuevas que arrancaba su sustento, con mil sacrificios, había hecho nacer las matas de café de las lomas empinadas donde es un sacrificio el tránsito a lo nuevo; todo con su sudor individual respondiendo al afán secular del hombre por ser dueño de su pedazo de tierra; trabajando con amor infinito ese risco hostil al que trataba como una parte de sí mismo. De pronto, cuando las matas de café empezaban a florearse con el grano que era su esperanza, aparecía un nuevo dueño de esas tierras. Era una compañía extranjera; un geófago local o algún aprovechado especulador inventaba la deuda necesaria. Los caciques políticos, los jefes de puesto trabajaban como empleados de la compañía o el geófago apresando o asesinando cualquier campesino demasiado rebelde a las arbitrariedades. Ese panorama de derrota y desolación fue el que encontramos para unirlo a la derrota, producto de nuestra inexperiencia, en la Alegría de Pío (nuestro único revés en esta larga campaña, nuestra cruenta lección de lucha guerrillera). El campesinado vio en aquellos hombres macilentos cuya barba, ahora legendaria, empezaba a aflorar, un compañero de infortunio, un nuevo golpeado por las fuerzas represivas, y nos dio su ayuda espontánea y desinteresada, sin esperar nada de los vencidos.

Pasaron los días y nuestra pequeña tropa de ya aguerridos soldados mantuvo los triunfos de La Plata y Palma Mocha. El régimen reaccionó con toda su brutalidad y el asesinato campesino se hizo en masa. El terror se desató sobre los valles agrestes de la Sierra Maestra y los campesinos retrajeron su ayuda; una barrera de mutua desconfianza asomaba entre ellos y los guerrilleros; aquéllos por el miedo a la represalia, éstos por temor al chivatazo de los timoratos. Nuestra política, no obstante, fue justa y comprensiva y la población guajira inició su viraje de retorno a nuestra causa.

La dictadura, en su desesperación y en su crimen, ordenó la reconcentración de las miles de familias guajiras de la Sierra Maestra a las ciudades. Los hombres más fuertes y decididos, casi todos los jóvenes, prefirieron la libertad y la guerra a la esclavitud y la ciudad. Largas caravanas de mujeres, niños y ancianos peregrinaron por los caminos serpenteantes donde habían nacido, bajaron al llano y fueron arrinconados en las afueras de las ciudades. Por segunda vez Cuba vivía la página más criminal de su historia: la reconcentración. Primero lo ordenó Weyler, el sanguinario espadón de la España colonial; ahora lo mandaba Fulgencio Batista, el peor de los traidores y de los asesinos que ha conocido América. El hambre, la miseria, las enfermedades, las epidemias y la muerte, diezmaron a los campesinos reconcentrados por la tiranía; allí murieron niños por falta de atención médica y de alimentación, cuando a unos pasos de ellos estaban los recursos que pudieron salvar sus vidas. La protesta indignada del pueblo cubano, el escándalo internacional y la impotencia de la dictadura en derrotar a los rebeldes, obligaron al tirano a suspender la reconcentración de las familias campesinas de la Sierra Maestra. Y otra vez volvieron a las tierras donde habían nacido, miserables, enfermos y diezmados, los campesinos de la Sierra. Si antes habían sufrido los bombardeos de la dictadura, la quema de su bohío y el asesinato en masa, ahora habían conocido la inhumanidad y barbarie de un régimen que los trató peor que la España colonial a los cubanos de la guerra independentista. Batista había superado a Weyler.

Los campesinos volvieron con una decisión inquebrantable de luchar hasta vencer o morir, rebeldes hasta la muerte o la libertad.

Nuestra pequeña guerrilla de extracción ciudadana empezó a colorearse de sombreros de yarey; el pueblo perdía el miedo, se decidía a la lucha, tomaba decididamente el camino de su redención. En este cambio coincidía nuestra política hacia el campesinado y nuestros triunfos militares que nos mostraba ya como una fuerza imbatible en la Sierra Maestra.

Puestos en la disyuntiva, todos los campesinos eligieron el camino de la Revolución. El cambio de carácter de que hablábamos antes se mostraba ahora en toda su plenitud: la guerra era un hecho, doloroso sí, pero transitorio; la guerra era un estado definitivo dentro del cual el individuo debía adaptarse para subsistir. Cuando la población campesina lo comprendió, inició las tareas para afrontar las circunstancias adversas que se presentarían.

Los campesinos volvieron a sus conucos abandonados, suspendieron el sacrificio de sus animales guardándolos para épocas peores y se adaptaron también a los ametrallamientos salvajes, creando cada familia su propio refugio individual. Se habituaron también a las periódicas fugas de las zonas de guerra, con familias, ganado y enseres, dejando al enemigo sólo el bohío para que cebaran su odio convirtiéndolo en cenizas. Se habituaron a la reconstrucción sobre las ruinas humeantes de su antigua vivienda, sin quejas, sólo con odio concentrado y voluntad de vencer.

Cuando se inició el reparto de reses para luchar contra el cerco alimenticio de la dictadura, cuidaron sus animales con amorosa solicitud y trabajaron en grupos, estableciendo de hecho cooperativas para trasladar el ganado a lugar seguro, donando también sus potreros, y sus animales de carga al esfuerzo común. En un nuevo milagro de la Revolución, el individualista acérrimo que cuidaba celosamente los límites de su propiedad y de su derecho propio, se unía, por imposición de la guerra, al gran esfuerzo común de la lucha. Pero hay un milagro más grande. Es el reencuentro del campesino cubano con su alegría habitual, dentro de las zonas liberadas. Quien ha sido testigo de los apocados cuchicheos con que nuestras fuerzas eran recibidas en cada casa campesina, nota con orgullo el clamor despreocupado, la carcajada alegre del nuevo habitante de la Sierra. Ese es el reflejo de la seguridad en sí mismo que la conciencia de su propia fuerza ha dado a los habitantes de nuestra porción liberada. Esa es nuestra tarea futura: hacer retornar al pueblo de Cuba el concepto de su propia fuerza, de la seguridad absoluta en que sus derechos individuales, respaldados por la Constitución, son su mayor tesoro. Más aún que el vuelo de las campanas, anunciará la liberación el retorno de la antigua carcajada alegre, de despreocupada seguridad que hoy ha perdido el pueblo cubano.

Fuente | Libro «Guerra de guerrillas» de Ernesto «Ché» Guevara, 1960

Las ametralladoras en el combate defensivo por Ernesto "Ché" Guevara, 24 de julio de 1960

Por la rapidez de tiro y la precisión las ametralladoras constituyen el armazón de toda defensa bien organizada. ¿Cuántas veces en el transcurso de las últimas guerras, una ametralladora, bien emplazada y con sirvientes serenos y abnegados, han hecho fracasar el ataque de batallones enteros causándoles además enorme cantidad de bajas…?

Por esto, todo miliciano o soldado cubano en su preparación para la defensa de la Patria, debe aprender el manejo de la ametralladora (su funcionamiento, mecanismo y el tiro con ella) y, además, lo que no es menos importante, el empleo de la misma en el combate y en particular en el combate defensivo.

Es ésta una cuestión de tanta importancia, que no podía ser pasada por alto en estos consejos al combatiente y a ella se va a dedicar una serie de los mismos.

Pero antes de entrar a explicar los principios del empleo de las ametralladoras en el combate defensivo, vamos a recordar las características principales que distinguen esta arma y las reglas elementales de su tiro como cuestiones estrechamente ligadas a la aplicación de dichos principios.

La primera característica de la ametralladora, para facilitar la exposición generalizada, en cierto modo, refiriéndonos a la ametralladora de ajuste rígido con trípode o ruedas, independientemente de su marca, ya que los distintos tipos no se distinguen tanto que requieran un empleo diferente, es la velocidad de tiro.

En los momentos críticos del combate la ametralladora durante varios minutos puede disparar con cadencias prácticas de hasta 250 disparos por minuto, que permite formar barras de fuego de una densidad tal que sean completamente insalvables para la infantería atacante.

La segunda característica es la precisión en el tiro que lo da la rigidez del ajuste. En este sentido la ametralladora está muy por encima del fusil ametralladora (llamado también ametralladora ligera) y más aún del fusil automático o FAL. Disparando con puntería fija, la ametralladora a 200 metros da un haz de proyectiles de sólo 0,40 metros de anchura; a 600 metros dicho haz tiene 1,4 metros de anchura; 2,70 a 800 metros de distancia; 11,7 metros a 1.800 metros y unos quince metros de anchura al llegar a los 2.000 metros. A estas mismas distancias el fusil ametralladora -y aún más el FAL- da dispersiones varias veces superior.

La tercera característica es la potencia o poder perforante de la bala de la ametralladora, que si bien no se toma en consideración cuando se trata de obstáculos materiales puede batir y poner fuera de combate a cualquier combatiente al descubierto hasta distancias de 3.000 metros.

Por último, la característica más importante de la ametralladora es la tensión de la trayectoria de sus balas o, dicho con otras palabras, de la rasancia de la misma. Esta es la condición que da la mayor eficacia al fuego de la ametralladora. La rasancia de la trayectoria de las ametralladoras es tal que a distancia hasta los 500 metros en un terreno llano, en ningún punto del recorrido de la bala alcanza una altura superior a 1,50 metros, o sea, que la bala en todo su recorrido es capaz de batir a un hombre que esté de pie.

Esta característica permite, hasta una profundidad de 500 metros, formar barreras continuas de fuego que impidan el acceso del atacante bajo pena de ser puesto fuera de combate por uno o varios proyectiles. A partir de 500 metros, la rasancia de la trayectoria de la ametralladora disminuye rápidamente; tirando a más de esta distancia, la bala en su recorrido se eleva hasta varios metros del suelo y deja amplias zonas sin batir. Como veremos más adelante, la rasancia de las trayectorias de las ametralladoras son el factor predominante en la organización del plan de fuegos de la defensa.

De las reglas elementales de tiro se destaca por su importancia la rápida corrección del mismo.

Para que la ametralladora pueda ser verdaderamente eficaz, el tiro debe ser preparado partiendo de la medición más exacta posible de la distancia y además el tirador debe ser capaz de corregir los pequeños errores de apreciación de distancias o la influencia de factores como viento, lluvia, &c. Si el tirador tarda en la corrección del tiro dará tiempo al enemigo a ponerse a cubierto sin sufrir bajas. Para la corrección del tiro suelen emplearse balas trazadoras que intercaladas por series entre las normales permiten a intervalos regulares efectuar las debidas correcciones. Pero las balas trazadoras tienen un grave inconveniente: desenmascaran el emplazamiento de la ametralladora. Por esto su empleo se autoriza solamente cuando el enemigo no puede observar la trayectoria de tiro desde un flanco. Si no se tiene en cuenta esta condición, el empleo inoportuno de las balas trazadoras traería como consecuencia la rápida localización de la ametralladora que las usa y su destrucción por el fuego de la artillería o morteros enemigos.

Por los efectos que persigue el fuego de la ametralladora pueden ser de destrucción y de neutralización. El fuego de destrucción se efectúa sobre las formaciones enemigas que están al descubierto. Sólo en casos excepcionales se permite el fuego de ametralladora sobre combatientes aislados. El fuego de destrucción es el más empleado por el defensor y generalmente se efectúa a las cadencias máximas, ya que las formaciones atacantes, que sufran sus efectos, intentarán ponerse a cubierto con la mayor rapidez. Por esto y para poder causar el mayor número de bajas en el mínimo tiempo, además de la cadencia acelerada hasta lo posible, se requiere la más minuciosa preparación del tiro.

Para esta clase de fuego el conseguir el efecto de la sorpresa es decisivo. Con el fin de conseguir la sorpresa las ametralladoras de la defensa que deben efectuar el tiro de la destrucción no cumplen ninguna otra misión y abren el fuego solamente al aparecer el atacante en la dirección asignada y a las distancias fijadas en el plan de fuego.

El fuego de neutralización es el que se efectúa contra un enemigo atrincherado o que está a cubierto por algún obstáculo natural con el fin de impedir que use sus armas o pueda moverse. Se realiza a cadencias normales, pero para su efectividad, requiere también una meticulosa preparación. En la defensa esta clase de fuego se emplea generalmente para dificultar la maniobra del enemigo, que tratando de aprovechar los accidentes del terreno, procurará evitar las zonas más peligrosas batidas de flanco por las ametralladoras que efectúan el fuego de destrucción.

Desde el punto de vista táctico los tiros de ametralladoras se pueden clasificar en tiros de barrera, de concentración y de hostigamiento. En la defensa el fuego de ametralladora más empleado es el de barrera. Es una modalidad del tiro de destrucción que tiene por objeto, como su nombre lo indica, hacer infranqueable una faja de terreno determinada. Para ello, las ametralladoras que deben formar la barrera delante de la posición principal estarán ocultas a la vista del enemigo y cubiertas de los fuegos (aprovechando los accidentes del terreno y sobre todo la fortificación y el enmascaramiento de la misma), (el problema del emplazamiento de las ametralladoras de la defensa es tan importante que le dedicamos, a él solo, uno de estos artículos). El tiro de barrera se efectúa siempre de flanco y a distancias no mayores de 500 metros para poder aprovechar la rasancia de la trayectoria de las balas de la ametralladora. Delante de la posición principal de resistencia la barrera de fuego de ametralladoras debe ser por lo menos el doble (en los lugares más peligrosos puede ser triple o cuádruple). Esto quiere decir que serán no una, sino varias ametralladoras las que tendrán la misión de formar la barrera sobre la misma faja de terreno desde emplazamientos distintos. De este modo, aún en el caso de que algunas de las ametralladoras sean puestas fuera de combate por el fuego enemigo o a causa de desperfectos mecánicos, quedará asegurada la continuidad de la barrera delante de la posición. Dentro de la posición principal se organizarán por el mismo principio (fuego de flanco a distancias no mayores de 500 metros) barreras sucesivas y distancias variables según el terreno. Las ametralladoras que las forman pueden apoyar desde emplazamientos provisionales (no desde los que tienen asignados para el fuego de barrera), el combate de las fuerzas que defienden las trincheras con los emplazamientos de las ametralladoras que forman la barrera anterior.

Tanto en el caso de la barrera delante de posición principal de resistencia como en el de las barreras interiores, el fuego de unas ametralladoras debe cruzarse con el de otras a distancias no mayores de 250 metros, o sea, a la mitad del trozo de barrera asignada a cada una de ellas. Así se consigue también una mejor continuidad de la barrera cuando por cualquier motivo algunas de las ametralladoras empleadas en ella dejen de tirar.

Cuando el enemigo avanza el fuego de barrera se efectúa a cadencia acelerada al máximo, para causar el mayor número posible de bajas al atacante en el mínimo tiempo. Alcanzado el efecto y detenido el ataque, algunas de las ametralladoras mantienen la barrera disparando con tiro intermitente.

El tiro de concentración es un tiro de barrera aplicado sobre un punto que por las características del terreno sabemos el enemigo intentará forzosamente atravesar u ocupar. Se efectúa reuniendo sobre dicho punto los haces de proyectiles de varias ametralladoras que disparan simultáneamente a tiro rápido.

La defensa organiza tiros de concentración para batir objetivos a distancias superiores a alas que se efectúa la barrera (normalmente a distancias de 600 a 2.000 metros). Los tiros de concentración lo efectúan las ametralladoras que no están designadas para efectuar el tiro de barrera.

El tiro de hostigamiento se realiza a intervalos sobre zonas de terreno difícilmente observables y a grandes distancias (de 2.000 a 3.000 metros). Con esta clase de tiro, que requiere una preparación especial y se lleva a cabo con baterías de ametralladoras (de 6 y más máquinas), la defensa hostiliza los segundos escalones del atacante, los emplazamientos de artillería de apoyo, las reservas enemigas.

En algunos casos una misma ametralladora podrá cumplir varias misiones en el combate defensivo, particularmente en la barrera, en las concentraciones y en el hostigamiento. Pero en todos los casos estas ametralladoras dispararán desde emplazamientos distintos para que el enemigo no las pueda localizar y destruir.

Fuente | Ernesto «Ché» Guevara | Publicado por vez primera: En Verde Olivo, 24 de julio de 1960 | Esta Edición: MIA, 2001.

Problemas estratégicos de la guerra revolucionarioa de China [*] de Mao Tse tung, Diciembre de 1936

CAPITULO I

COMO ESTUDIAR LA GUERRA

I. LAS LEYES DE LA GUERRA SE DESARROLLAN

Las leyes de la guerra constituyen un problema que debe estudiar y resolver quienquiera que dirija una guerra.

Las leyes de la guerra revolucionaria constituyen un problema que debe estudiar y resolver quienquiera que dirija una guerra revolucionaria.

Las leyes de la guerra revolucionaria de China constituyen un problema que debe estudiar y resolver quienquiera que dirija la guerra revolucionaria de China.

Estamos haciendo una guerra. Nuestra guerra es una guerra revolucionaria, y ésta se desarrolla en China, país semicolonial y semifeudal. Por lo tanto, debemos estudiar no sólo las leyes generales de la guerra, sino también las leyes específicas de la guerra revolucionaria y las leyes aún más específicas de la guerra revolucionaria de China. Es bien sabido que, al hacer una cosa, cualquiera que sea, a menos que se comprendan sus circunstancias reales, su naturaleza y sus relaciones con otras cosas, no se conocerán las leyes que la rigen, ni se sabrá cómo hacerla, ni se podrá llevarla a feliz término.

* Obra escrita por el camarada Mao Tse-tung para sintetizar las experiencias de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria y dada a conocer en una serie de conferencias en la Academia del Ejército Rojo, en el Norte de Shensí. El autor ha expresado que sólo pudo terminar cinco capítulos de la obra y no tuvo tiempo para escribir los referentes a la ofensiva estratégica, al trabajo político y a otros problemas porque estuvo muy ocupado a consecuencia del Incidente de Sían. La obra, resultado de una importante controversia entre dos líneas opuestas sobre los problemas militares, que se desarrolló en el Partido durante la Segunda Guerra Civil Revolucionaria, [cont. en pág. 194. — Ed.] expone la posición de una línea en lucha con la otra. La reunión ampliada del Buró Político del Comité Central del Partido celebrada en Tsunyi en enero de 1935, hizo el balance de esta controversia, ratificó los puntos de vista del camarada Mao Tse-tung y rechazó la línea errónea. En octubre de 1935, el Comité Central se trasladó al Norte de Shensí y luego, en diciembre, el camarada Mao Tse-tung presentó su informe «Sobre la táctica de la lucha contra el imperialismo japonés», en el que resolvió en forma sistemática el problema de la línea política del Partido en la Segunda Guerra Civil Revolucionaria. Un año más tarde, en 1936, escribió la presente obra, en la que explica sistemáticamente los problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China.

La guerra, que ha existido desde la aparición de la propiedad privada y las clases, es la forma más alta de lucha para resolver las contradicciones entre clases, naciones, Estados o grupos políticos, cuando estas contradicciones han llegado a una determinada etapa de su desarrollo. Si no se comprenden las circunstancias reales de la guerra, su naturaleza y sus relaciones con otros fenómenos, no se conocerán sus leyes, ni se sabrá cómo dirigirla, ni se podrá triunfar.

La guerra revolucionaria, ya sea una guerra revolucionaria de clases o una guerra nacional revolucionaria, además de las circunstancias y naturaleza inherentes a la guerra en general, tiene sus circunstancias y naturaleza específicas. Por lo tanto, aparte de las leyes generales de la guerra, tiene sus leyes específicas. Si no se comprenden estas circunstancias y naturaleza específicas, si no se comprenden estas leyes específicas, es imposible dirigir una guerra revolucionaria y lograr la victoria en ella.

La guerra revolucionaria de China, ya sea una guerra civil o una guerra nacional, se desarrolla en las circunstancias propias de China, y tiene sus circunstancias y naturaleza específicas, que la distinguen tanto de la guerra en general como de la guerra revolucionaria en general. Por lo tanto, además de las leyes de la guerra en general y de las leyes de la guerra revolucionaria en general, tiene sus leyes específicas. Si no se comprende todo esto, es imposible conquistar la victoria en la guerra revolucionaria de China.

Por consiguiente, debemos estudiar las leyes de la guerra en general, estudiar también las de la guerra revolucionaria y estudiar, finalmente, las de la guerra revolucionaria de China.

Ciertas personas sostienen un punto de vista erróneo, que ya refutamos hace tiempo. Afirman que sólo es necesario estudiar las leyes de la guerra en general, o dicho más concretamente, que basta sólo con seguir los manuales militares publicados por el gobierno reaccionario chino o por las escuelas militares reaccionarias de China. No ven que esos manuales exponen únicamente las leyes de la guerra en general y, además, son copiados enteramente del extranjero. Si los copiamos y aplicamos al pie de la letra, sin el menor cambio de forma ni de contenido, seremos como quien «se recorta los pies para que le quepan en los zapatos» y sufriremos derrotas. Argumentan: ¿Por qué no han de servirnos los conocimientos adquiridos en el pasado a costa de sangre? No comprenden que, si bien debemos apreciar la experiencia adquirida en el pasado a costa de sangre, debemos también apreciar la experiencia que hemos pagado con nuestra propia sangre.

Otras personas sostienen un punto de vista igualmente erróneo, que también refutamos hace tiempo. Dicen que sólo es necesario estudiar la experiencia de la guerra revolucionaria de Rusia, o dicho más concretamente, que basta sólo con seguir las leyes que rigieron la dirección de la guerra civil de la Unión Soviética y los manuales militares publicados por las instituciones militares soviéticas. No se dan cuenta de que esas leyes y manuales reflejan las características particulares de la guerra civil y del Ejército Rojo de la Unión Soviética. Si los copiamos y aplicamos al pie de la letra, sin hacer ningún cambio, también seremos como quien «se recorta los pies para que le quepan en los zapatos» y sufriremos derrotas. Estas personas razonan así: Si nuestra guerra es una guerra revolucionaria, como la de la Unión Soviética, y si ésta ha triunfado, ¿qué alternativa cabe sino seguir en todo su ejemplo? No saben que, si bien debemos tener en especial estima la experiencia de la guerra de la Unión Soviética, porque es una experiencia de la guerra revolucionaria de la época contemporánea, experiencia adquirida bajo la dirección de Lenin y Stalin, igualmente debemos apreciar la experiencia de la guerra revolucionaria de China, pues la revolución china y el Ejército Rojo de China tienen muchas condiciones particulares.

Hay también personas que sostienen otro punto de vista no menos erróneo, que hace tiempo igualmente refutamos. Dicen que la experiencia de la Expedición al Norte de 1926-1927 es la más valiosa y que debemos aprender de ella, o dicho más concretamente, debemos imitar a la Expedición al Norte en su avance impetuoso y en la conquista de las grandes ciudades. No comprenden que, si bien debemos estudiar la experiencia de la Expedición al Norte, no debemos copiarla ni aplicarla en forma mecánica, dado que nuestra guerra actual se lleva acabo en condiciones diferentes. Debemos tomar de la experiencia de la Expedición al Norte sólo lo que aún es aplicable hoy y, a la luz de las condiciones actuales, elaborar algo que sea nuestro.

Así, las leyes de la dirección de la guerra cambian en función de las condiciones de la guerra, o sea, tiempo, lugar y carácter de la misma. En cuanto al factor tiempo, tanto la guerra como las leyes de su dirección se desarrollan. Cada etapa histórica tiene sus características, y, por lo tanto, las leyes de la guerra en cada etapa histórica tienen las suyas y no pueden ser trasladadas mecánicamente de una etapa a otra. Desde el punto de vista del carácter de la guerra, ya que la guerra revolucionaria y la contrarrevolucionaria tienen sus respectivas características, también las tienen sus leyes, las que no pueden trasladarse mecánicamente de una guerra a la otra. Desde el punto de vista del lugar, como cada país o nación, y en especial un país o nación grande, tiene sus propias características, las leyes de la guerra en cada país o nación también tienen sus particularidades y tampoco pueden trasladarse mecánicamente de uno a otro. Al estudiar las leyes de la dirección de las guerras que se producen en diferentes etapas históricas, que son de diferente carácter y que se sostienen en diferentes lugares y por diferentes naciones, debemos concentrar nuestra atención en sus características y en su desarrollo y oponernos a todo enfoque mecánico del problema de la guerra.

Y esto no es todo. Para un comandante, es signo de progreso y desarrollo el pasar de ser capaz de dirigir inicialmente sólo una pequeña agrupación a ser capaz de dirigir una grande. Es también diferente operar en una sola localidad que hacerlo en muchas localidades. Para un comandante, es igualmente signo de progreso y desarrollo el pasar de ser capaz de operar inicialmente en una sola localidad que conoce bien, a ser capaz de operar en muchas localidades. En virtud del desarrollo técnico, táctico y estratégico tanto del enemigo como nuestro, las condiciones en distintas etapas de una misma guerra también son diferentes. Significará un progreso y desarrollo aún mayores el que un comandante capaz de ejercer el mando en la etapa inferior de una guerra, muestre capacidad para ejercerlo también en su etapa superior. Si un jefe no pasa de ser capaz de dirigir sólo una determinada agrupación, en una determinada localidad y en una determinada etapa de desarrollo de una guerra, eso muestra que no ha hecho ningún progreso ni alcanzado ningún desarrollo. Hay personas que, satisfechas con una sola habilidad y una visión estrecha, jamás hacen progreso alguno. Tales personas, aunque pueden desempeñar algún papel en la revolución en un lugar y momento dados, no pueden desempeñar un gran papel. Necesitamos jefes militares que puedan desempeñar un papel importante. Todas las leyes de la dirección de la guerra se desarrollan a medida que se desarrollan la historia y la guerra misma. Nada es inmutable.

2. EL OBJETIVO DE LA GUERRA ES ELIMINAR LA GUERRA
La guerra, ese monstruo de matanza entre los hombres, será finalmente eliminada por el progreso de la sociedad humana, y lo será en un futuro no lejano. Pero sólo hay un medio para eliminarla: oponer la guerra a la guerra, oponer la guerra revolucionaria a la guerra contrarrevolucionaria, oponer la guerra revolucionaria nacional a la guerra contrarrevolucionaria nacional y oponer la guerra revolucionaria de clase a la guerra contrarrevolucionaria de clase. La historia conoce sólo dos tipos de guerras: las justas y las injustas. apoyamos las guerras justas y nos oponemos a las injustas. Todas las guerras contrarrevolucionarias son injustas; todas las guerras revolucionarias son justas. Con nuestras propias manos pondremos fin a la época de las guerras en la historia de la humanidad, y la guerra que ahora hacemos es indudablemente parte de la guerra final. Pero la guerra que enfrentamos es al mismo tiempo, sin duda alguna, parte de la más grande y más cruel de todas las guerras. Se cierne sobre nosotros la más grande y más cruel de todas las guerras injustas contrarrevolucionarias. Si no levantamos la bandera de la guerra justa, la gran mayoría de la humanidad será devastada. La bandera de la guerra justa de la humanidad es la bandera de la salvación de la humanidad. La bandera de la guerra justa de China es la bandera de la salvación de China. Una guerra sostenida por la gran mayoría de la humanidad y del pueblo chino es indiscutiblemente una guerra justa, es la empresa más sublime y gloriosa para salvar a la humanidad y a China, y un puente que conduce a una nueva era en la historia mundial. Cuando la sociedad humana progrese hasta llegar a la extinción de las clases y del Estado, ya no habrá guerras, ni contrarrevolucionarias ni revolucionarias, ni injustas ni justas. Esa será la era de la paz perpetua para la humanidad. Al estudiar las leyes de la guerra revolucionaria, partimos de la aspiración de eliminar todas las guerras. Esta es la línea divisoria entre nosotros, los comunistas, y todas las clases explotadoras.

3. LA ESTRATEGIA ESTUDIA LAS LEYES QUE RIGEN LA SITUACION DE GUERRA EN SU CONJUNTO
Dondequiera que haya guerra, existe una situación de guerra en su conjunto. Una situación de guerra en su conjunto puede abarcar el mundo entero, un país, una zona guerrillera independiente o un importante frente de operaciones independiente. Toda situación de guerra de carácter tal que requiera una consideración global de sus aspectos y etapas, es una situación de guerra en su conjunto.

Estudiar las leyes de la dirección de la guerra que rigen una situación de guerra en su conjunto, es tarea de la estrategia. Estudiar las leyes de la dirección de la guerra que rigen una situación parcial de guerra, es tarea de la ciencia de las campañas y de la táctica[1].

¿Por qué es necesario que el comandante de una campaña militar o de una operación táctica comprenda en cierto grado las leyes de la estrategia? Porque la comprensión del conjunto le facilita el manejo de la parte, y porque la parte está subordinada al conjunto. La idea de que la victoria estratégica está determinada por los éxitos tácticos es errónea, porque pasa por alto el hecho de que la victoria o la derrota de una guerra depende, principalmente y antes que nada, de si se toman adecuadamente en cuenta la situación en su conjunto y cada una de las etapas de la guerra. Si se cometen faltas o errores graves a este respecto, la guerra se perderá inevitablemente. En ajedrez, «un movimiento imprudente hace perder la partida»: esto se refiere a un movimiento que afecta al todo, es decir, a un movimiento que tiene importancia decisiva para el todo, y no a un movimiento de carácter parcial, no decisivo para el todo. Así es en ajedrez, así es también en la guerra.

Pero el todo no puede existir aislada e independientemente de sus partes, ya que está compuesto de todas ellas. A veces la destrucción o derrota de ciertas partes no acarrea serias consecuencias al todo, porque esas partes no tienen importancia decisiva para él. Algunas derrotas o fracasos en las operaciones tácticas o en las campañas a menudo no conducen al deterioro de la situación de guerra en su conjunto, porque estas derrotas no son de importancia decisiva. Pero la pérdida de la mayoría de las campañas que constituyen la situación de guerra en su conjunto, o de una o dos campañas decisivas, cambia inmediatamente toda la situación. Aquí «la mayoría de las campañas» o «una o dos campañas» son decisivas. En la historia de las guerras, ha habido casos en que después de una serie de victorias, una sola derrota redujo a la nada todos los éxitos logrados; ha habido también casos en que después de numerosas derrotas, una sola victoria produjo una nueva situación. Aquí la «serie de victorias» y las «numerosas derrotas» eran de carácter parcial y no decisivas para la situación en su conjunto, en tanto que la «sola derrota» y la «sola victoria» fueron factores decisivos. Todo esto explica la importancia que tiene el tomar en cuenta la situación en su conjunto. Para quien tiene el mando general, lo más importante es concentrar su atención en la situación de guerra en su conjunto. Lo principal es considerar, a la luz de las circunstancias, los problemas de la formación de unidades y de agrupaciones de tropas, así como de las relaciones entre dos campañas, entre las distintas etapas de operaciones y entre el conjunto de nuestras actividades y el de las actividades enemigas. Todos estos problemas requieren sus mayores esfuerzos; si los abandona y se pierde en problemas secundarios, difícilmente podrá evitar reveses.

La relación entre el todo y la parte se refiere no sólo a la relación entre la estrategia y la campaña militar, sino también a la relación que hay entre la campaña militar y la táctica. La relación entre las operaciones de una división y las de sus regimientos y batallones, y la relación entre las operaciones de una compañía y las de sus pelotones y escuadras son ejemplos concretos. El jefe militar, a cualquier nivel, debe concentrar su atención en los problemas o acciones más importantes y decisivos para toda la situación que está bajo su dirección, y no en otros problemas o acciones.

Para determinar qué es importante y decisivo, no hay que partir de condiciones generales o abstractas, sino de condiciones concretas. En una operación militar, la dirección y el punto de asalto deben elegirse con arreglo a la situación real del enemigo, al terreno y a la fuerza de nuestras tropas en el momento dado. Donde el avituallamiento es abundante, hay que cuidar de que los soldados no coman demasiado; pero donde es insuficiente, hay que cuidar de que no pasen hambre. En las zonas blancas, la filtración de una sola información puede ocasionar la derrota en un combate posterior, mientras que en las zonas rojas, tal filtración de ordinario no es lo más grave. Es necesario que los mandos superiores participen personalmente en ciertas campañas, pero en otras no. Para una academia militar, lo más importante es elegir el director y los instructores y establecer la orientación de la enseñanza. Para un mitin de masas, lo principal es movilizar a éstas para que asistan, y plantear consignas apropiadas. Aún se podrían citar más ejemplos. En una palabra, el principio consiste en concentrar nuestra atención en los factores importantes de los que depende la situación en su conjunto.

El estudio de las leyes de la dirección de una guerra en su conjunto, sólo es posible mediante una profunda reflexión. Porque lo que corresponde a una situación en su conjunto no es visible, y sólo se puede comprender mediante una reflexión profunda; no hay otro medio. Pero como el todo está compuesto por sus partes, quien tenga experiencia en las partes, experiencia en las campañas y la táctica, podrá comprender cosas de un orden superior, siempre que esté dispuesto a pensar seriamente. Entre los problemas estratégicos figuran los siguientes:

Tomar en consideración la relación entre el enemigo y nosotros.
Tomar en consideración la relación entre las diversas campañas y entre las diversas etapas de operaciones.
Tomar en consideración ciertas partes que son importantes (decisivas) para la situación en su conjunto.
Tomar en consideración las características específicas de la situación general.
Tomar en consideración la relación entre el frente y la retaguardia.
Tomar en consideración la distinción así como la conexión entre las pérdidas y su reposición, entre el combate y el descanso, entre la concentración y la dispersión de las fuerzas, entre el ataque y la defensa, entre el avance y la retirada, entre cubrirse y exponerse, entre el ataque principal y los ataques secundarios, entre el asalto y la contención, entre la centralización y la descentralización del mando, entre la guerra prolongada y la guerra de decisión rápida, entre la guerra de posiciones y la guerra de movimientos, entre las fuerzas propias y las vecinas, entre una y otra arma del ejército, entre los mandos superiores y los inferiores, entre los cuadros y los soldados rasos, entre los veteranos y los bisoños, entre los cuadros superiores y los inferiores, entre los cuadros veteranos y los nuevos, entre las zonas rojas y las blancas, entre las zonas rojas antiguas y las nuevas, entre la región central y las periféricas de una base de apoyo dada, entre el tiempo frío y el caluroso, entre la victoria y la derrota, entre las agrupaciones grandes y las pequeñas, entre el ejército regular y las fuerzas guerrilleras, entre el aniquilamiento del enemigo y el ganarse a las masas, entre el engrosamiento de las filas del Ejército Rojo y su consolidación, entre el trabajo militar y el político, entre las tareas del pasado y las presentes, entre las tareas actuales y las futuras, entre una y otra tarea en diferentes condiciones, entre frentes estables y frentes fluidos, entre la guerra civil y la guerra nacional, entre una etapa histórica y otra, etc., etc.
Todos éstos son problemas que no podemos ver con los ojos, pero si reflexionamos cuidadosamente, podemos comprenderlos, captarlos y dominarlos todos, es decir, resolver todos los problemas importantes de la guerra o de las operaciones militares elevándolos a un nivel superior de principio. Nuestra tarea en el estudio de los problemas estratégicos es conseguir este objetivo.

4. LO IMPORTANTE ES SABER APRENDER
¿Con qué fin hemos organizado el Ejército Rojo? Con el fin de utilizarlo para derrotar al enemigo. ¿Para qué estudiamos las leyes de la guerra? Para aplicarlas en la guerra.

Aprender no es fácil, y aplicar lo que se ha aprendido es aún más difícil. Al tratar de la ciencia militar en las aulas o en los libros, muchas personas parecen ser igualmente competentes, pero, en la guerra real, algunas ganan batallas y otras las pierden. Esto lo demuestran tanto la historia de las guerras como nuestra propia experiencia de la guerra.

¿Dónde reside, entonces, el quid de la cuestión?

En la vida real, no podemos exigir generales invictos. La historia conoce muy pocos generales así. Necesitamos generales valerosos y sagaces que por lo común ganen sus batallas en el curso de una guerra, generales dotados de sagacidad y coraje. Para llegar a ser así, es necesario asimilar un método, método que es indispensable tanto en el estudio como en la aplicación de lo aprendido.

¿Cuál es ese método? Consiste en conocer a fondo todos los aspectos de la situación del enemigo y de la nuestra, descubrir las leyes que rigen las acciones de ambos lados y aplicarlas en nuestras propias acciones.

Los manuales militares publicados en numerosos países contienen indicaciones sobre la necesidad de «aplicar con flexibilidad los principios de acuerdo con las circunstancias», y otras sobre las medidas a tomar en caso de derrota. Las primeras previenen al mando contra errores de carácter subjetivo que puedan nacer de una aplicación demasiado rígida de los principios. Las segundas señalan al mando cómo hacer frente a la situación después de haber cometido errores subjetivos o cuando se hayan producido cambios inesperados e ineluctables en las condiciones objetivas.

¿Por qué se cometen errores subjetivos? Porque la manera de disponer y dirigir las fuerzas en una guerra o en un combate no corresponde a las condiciones de un momento y de un lugar dados, porque la dirección subjetiva no corresponde a las condiciones reales objetivas, no concuerda con ellas, o dicho en otros términos, porque no se ha resuelto la contradicción entre lo subjetivo y lo objetivo. Es difícil evitar semejante situación en toda tarea que se realice; sin embargo, algunos demuestran ser más competentes que otros para realizarla. En todo trabajo exigimos un grado relativamente alto de competencia; en el dominio militar, exigimos relativamente más victorias o, en otras palabras, menos derrotas. Aquí la clave es conseguir que lo subjetivo concuerde con lo objetivo.

Tomemos un ejemplo en el terreno de la táctica. Supongamos que el punto elegido para el ataque se encuentre en uno de los flancos de la posición enemiga, que ese flanco resulte ser precisamente su punto débil y que, por consiguiente, el asalto termine con una victoria. Esto es lo que se llama correspondencia de lo subjetivo con lo objetivo, o sea, correspondencia del reconocimiento, el juicio y la decisión del comandante con la situación real del enemigo y la disposición de sus fuerzas para el combate. Si el punto elegido para el ataque se encuentra en el otro flanco o en el centro y, por consiguiente, las fuerzas atacantes se dan contra el muro y no pueden avanzar, esto quiere decir que falta esa correspondencia. Si el momento del ataque es elegido acertadamente, si las reservas son utilizadas a tiempo, si todas las medidas tomadas en el curso del combate y todas las operaciones resultan favorables para nosotros y desfavorables para el enemigo, entonces la dirección subjetiva a lo largo de todo el combate corresponde por completo a la situación objetiva. Esta completa correspondencia es extremadamente rara en una guerra o en un combate, porque las dos partes beligerantes son grupos de seres vivos armados, y cada una se guarda para sí sus secretos. Es muy distinto a manejar objetos inanimados o asuntos de la vida cotidiana. Pero si la dirección ejercida por el comandante corresponde en líneas generales a la situación real, es decir, si los elementos decisivos de dicha dirección corresponden a la situación real, se tendrá la base para la victoria.

Toda disposición correcta de un mando proviene de su decisión justa; la decisión justa proviene de su juicio correcto sobre la situación, y el juicio correcto proviene de un reconocimiento minucioso e indispensable y de un examen sistemático de todas las informaciones recogidas a través del reconocimiento. El mando emplea todos los medios de reconocimiento posibles y necesarios, y examina las informaciones recogidas acerca de la situación del enemigo, desechando la cáscara para quedarse con el grano, descartando lo falso para conservar lo verdadero, pasando de un aspecto a otro y de lo externo a lo interno; luego, considerando las condiciones de su propio campo, hace un estudio comparativo de la situación de ambas partes y de sus mutuas relaciones; de este modo, forma su juicio, toma su decisión y elabora su plan. Este es el proceso completo del conocimiento de una situación, proceso que debe recorrer un jefe militar antes de formular su plan estratégico, de campaña o de combate. Pero, en lugar de proceder así; un jefe militar negligente basa sus planes militares en sus propios deseos y, por lo tanto, semejantes planes resultan ilusorios y no corresponden a la realidad. Un jefe militar impulsivo que confíe sólo en su entusiasmo caerá inevitablemente en las trampas tendidas por el enemigo, se dejará tentar por los datos superficiales o parciales acerca de la situación de éste, o bien se dejará influir por sugerencias irresponsables de sus subordinados que no están basadas en un conocimiento real ni en una visión profunda, y, por consiguiente, se estrellará inevitablemente contra el muro, porque no sabe o no quiere saber que todo plan militar debe basarse en un indispensable reconocimiento y en un esmerado estudio de la situación del enemigo, la situación propia y las interrelaciones de ambas.

El proceso del conocimiento de una situación no sólo tiene lugar antes, sino también después de la formulación del plan militar. Entre el momento en que el plan comienza a aplicarse y el fin del combate, media otro proceso de conocimiento de la situación, el de la aplicación del plan. En este lapso es necesario comprobar de nuevo si el plan trazado en el proceso anterior corresponde a la situación real. Si el plan no corresponde a la realidad o no corresponde plenamente, es necesario, a la luz del nuevo conocimiento, establecer un nuevo juicio, tomar una nueva decisión y modificar el plan inicial de modo que corresponda a la nueva situación. Ocurre que en casi todas las operaciones el plan es rectificado parcialmente, y a veces, incluso por completo. Una persona impulsiva que no comprenda la necesidad de rectificar su plan o no quiera hacerlo, sino que actúe a ciegas, se romperá inevitablemente la cabeza contra el muro.

Lo dicho anteriormente se aplica a una operación estratégica, a una campaña o a un combate. Un jefe militar experimentado, si estudia con modestia, llegará a conocer perfectamente las características de sus propias fuerzas (los mandos, los combatientes, las armas, el avituallamiento, etc., y la suma de todos estos factores), las de las fuerzas enemigas (también los mandos, los combatientes, las armas, el avituallamiento, etc., y la suma de todos estos factores) y todas las demás condiciones relativas a la guerra, tales como las condiciones políticas, económicas, geográficas y climáticas; un jefe militar como éste tendrá más seguridad al dirigir una guerra o un combate y mayores posibilidades de conquistar victorias. Todo esto lo logrará porque, en el transcurso de un largo período, habrá llegado a conocer la situación del enemigo y la propia, habrá descubierto las leyes de la acción y resuelto la contradicción entre lo subjetivo y lo objetivo. Este proceso del conocimiento es de suma importancia; sin una experiencia así, acumulada durante largo tiempo, es difícil comprender y dominar las leyes que rigen una guerra en su conjunto. Ni un principiante en el arte de la guerra, ni una persona que sólo conoce este arte en el papel, pueden ser comandantes de alto rango realmente competentes; para llegar a serlo es necesario aprender este arte en el curso mismo de la guerra.

Todas las leyes o teorías militares que tienen carácter de principio, son la síntesis de la experiencia de las guerras pasadas, realizada por nuestros antecesores o nuestros contemporáneos. Debemos estudiar con seriedad estas lecciones que nos han legado las guerras pasadas y que han sido pagadas con sangre. Esta es una tarea. Pero hay otra: comprobar con nuestra propia experiencia las conclusiones extraídas, asimilar lo útil, rechazar lo inútil y agregar lo que es específicamente nuestro. Esta última tarea es muy importante, pues de no cumplirla, no podremos dirigir la guerra.

Leer es aprender; practicar también es aprender, y es una forma más importante de aprender. Nuestro método principal es aprender a combatir en el curso mismo de la guerra. Una persona que no ha tenido oportunidad de ir a la escuela también puede aprender a combatir, aprender en el curso mismo de la guerra. La guerra revolucionaria es una empresa del pueblo; en ella, ocurre con frecuencia que la gente, en vez de actuar después de haber aprendido, comienza por actuar y después aprende. Actuar es aprender. Entre un civil corriente y un militar hay cierta distancia, pero no una Gran Muralla, y esta distancia puede ser superada con rapidez. Participar en la revolución y en la guerra es el medio de superarla: Al decir que aprender y practicar no es fácil, nos referimos a que aprender a fondo y practicar con habilidad no es fácil. Al decir que los civiles pueden convertirse con rapidez en militares, nos referimos a que no es difícil cruzar el umbral. Para resumir estas dos afirmaciones, conviene recordar la vieja sentencia china: «Nada en el mundo es difícil para el que se propone hacerlo.» Cruzar el umbral no es difícil, y perfeccionarse también es posible con tal que uno se proponga hacerlo y sepa aprender.

Las leyes de la guerra, como las de todos los demás fenómenos, son el reflejo en nuestra mente de la realidad objetiva. Todo lo que existe fuera de nuestra mente es realidad objetiva. Por consiguiente, lo que debemos estudiar y conocer comprende tanto la situación del campo enemigo como la del nuestro, y los dos campos deben ser considerados como el objeto de nuestro estudio; sólo nuestro cerebro (nuestra facultad de pensar) es el sujeto que realiza el estudio. Hay gentes que son capaces de conocerse bien a sí mismas, pero no a su adversario; hay otras con las que sucede lo contrario. Ni aquéllas ni éstas pueden resolver el problema de aprender y aplicar las leyes de la guerra. Sun Tsi[2], gran teórico militar de la antigua China, escribió en su libro: «Conoce a tu adversario y conócete a ti mismo y podrás librar cien batallas sin correr ningún riesgo de derrota.» Esta sentencia se refiere a dos etapas: la etapa de aprendizaje y la etapa de aplicación; se refiere tanto al conocimiento de las leyes del desarrollo de la realidad objetiva como a la determinación, con arreglo a estas leyes, de nuestra acción para vencer al enemigo que enfrentamos. No debemos menospreciar esta sentencia.

La guerra es la forma más alta de lucha entre naciones, Estados, clases o grupos políticos, y todas sus leyes son utilizadas por las naciones, Estados, clases o grupos políticos en guerra con el propósito de conquistar la victoria. No cabe duda que el desenlace de una guerra está determinado principalmente por las condiciones militares, políticas, económicas y naturales en que se encuentra cada una de las dos partes beligerantes. Pero no sólo por ellas; está determinado también por la capacidad subjetiva de las partes beligerantes para dirigir la guerra. Un jefe militar no puede pretender ganar la guerra traspasando los límites impuestos por las condiciones materiales, pero sí puede y debe esforzarse por vencer dentro de tales límites. El escenario de la acción de un jefe militar está construido sobre las condiciones materiales objetivas, pero en este escenario puede dirigir la representación de muchos dramas vivos, marciales, grandiosos y llenos de sonido y color. Por lo tanto, sobre la base material objetiva dada, es decir, en las condiciones militares, políticas, económicas y naturales dadas, los mandos de nuestro Ejército Rojo deben desplegar nuestro poderío y conducir a todo el Ejército para aplastar a los enemigos de la nación y de clase, y para transformar este mundo envilecido. Es en este sentido que se puede y se debe ejercer nuestra capacidad subjetiva para dirigir la guerra. No permitiremos a ninguno de los mandos del Ejército Rojo convertirse en un hombre impulsivo que actúe de manera arrebatada; debemos alentar a cada uno de ellos para que se convierta en un héroe valeroso y sagaz, que posea no sólo el valor para superar todos los obstáculos, sino también la capacidad para dominar el curso completo de la guerra en todas sus vicisitudes y en todo su desarrollo. Nadando en el océano de la guerra, un comandante no sólo debe evitar hundirse, sino que debe asegurarse la llegada a la orilla opuesta con brazadas medidas. Las leyes de la dirección de la guerra constituyen el arte de nadar en el océano de la guerra.

Este es nuestro método.

CAPITULO II
EL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA Y LA GUERRA REVOLUCIONARIA DE CHINA

La guerra revolucionarla de China, que comenzó en 1924, ha pasado ya por dos etapas: la etapa de 1924-1927 y la de 1927-1936; la siguiente etapa será la de la guerra revolucionaria nacional contra el Japón. En las dos primeras, la guerra revolucionaria ha sido realizada bajo la dirección del proletariado chino y su partido, el Partido Comunista de China, y en la siguiente etapa también será así. Los enemigos principales de la guerra revolucionaria de China son el imperialismo y las fuerzas feudales. Aunque en ciertos momentos históricos la burguesía china puede participar en la guerra revolucionaria, no quiere ni puede, debido a su egoísmo y a su falta de independencia política y económica, conducir la guerra revolucionaria de China por el camino de la victoria total. Las masas de campesinos y de la pequeña burguesía urbana de China desean participar activamente en la guerra revolucionaria y llevarla a la victoria total. Ellas constituyen las fuerzas principales de la guerra revolucionaria; pero, siendo pequeños productores, su visión política es limitada (y una parte de las masas de desempleados posee ideas anarquistas), por eso no pueden dirigir correctamente la guerra. Por consiguiente, en la época en que el proletariado ha aparecido en el escenario político, la responsabilidad de dirigir la guerra revolucionaria en el país le incumbe necesariamente al Partido Comunista de China. En esta época, cualquier guerra revolucionaria que no sea dirigida por el proletariado y el Partido Comunista o se aparte de su dirección, terminará inevitablemente en la derrota. Esto se debe a que de todas las capas sociales y grupos políticos de la China semicolonial, el proletariado y el Partido Comunista son los más libres de estrechez mental y egoísmo, son los que poseen la más amplia visión política y el más alto espíritu de organización, y los más capaces de asimilar con modestia la experiencia de la clase de vanguardia del mundo entero, el proletariado, y su partido político y aplicar esa experiencia en su propia causa. De ahí que sólo el proletariado y el Partido Comunista sean capaces de dirigir a los campesinos, a la pequeña burguesía urbana y a la burguesía, superar la estrechez mental del campesinado y la pequeña burguesía, la inclinación a la destrucción propia de los desocupados y también la vacilación e inconsecuencia de la burguesía (siempre que la política del Partido Comunista no sea errónea), y conducir la revolución y la guerra por el camino de la victoria.

La guerra revolucionaria de 1924-1927 se desarrolló, fundamentalmente, en condiciones en que el proletariado internacional y el proletariado chino y sus partidos ejercían influencia política sobre la burguesía nacional china y sus partidos y mantenían una cooperación política con ellos. Sin embargo, en el momento crítico de la revolución y de la guerra, debido en primer lugar a la traición de la gran burguesía y también a que los oportunistas dentro de las filas revolucionarias renunciaron voluntariamente a la dirección de la revolución, esta guerra revolucionaria fracasó.

La Guerra Revolucionaria Agraria, que se prolonga desde 1927 hasta ahora, se desarrolla bajo nuevas condiciones. En esta Guerra, el enemigo no es sólo el imperialismo, sino también la alianza de la gran burguesía y los grandes terratenientes. La burguesía nacional se ha convertido en un apéndice de la gran burguesía. Esta Guerra Revolucionaria la dirige sólo el Partido Comunista, que ya tiene establecida su hegemonía absoluta en ella. Esta hegemonía absoluta del Partido Comunista es la condición más importante para conducir firmemente y hasta el fin la guerra revolucionaria. Sin esta hegemonía absoluta del Partido Comunista, sería inconcebible que la guerra revolucionaria pudiera hacerse con tal perseverancia.

El Partido Comunista de China ha dirigido valiente y resueltamente la guerra revolucionaria de China. Durante quince largos años[3] ha demostrado a todo el pueblo chino que es su amigo y que lucha siempre en la primera línea de la guerra revolucionaria, en defensa de los intereses del pueblo y por su libertad y su emancipación.

Con sus arduas luchas y la sangre y el sacrificio de cientos de miles de sus heroicos militantes y decenas de miles de sus heroicos cuadros, el Partido Comunista de China ha desempeñado un gran papel educativo entre los cientos de millones de habitantes de toda la nación. Los grandes éxitos históricos conseguidos por el Partido en la lucha revolucionaria han creado la condición indispensable para la salvación y la supervivencia de China en este momento crítico en que nuestro país es invadido por un enemigo de la nación. Esta condición es la existencia de una dirección política que goza de la confianza de la inmensa mayoría del pueblo y que éste ha elegido en el curso de largos años de prueba. Ahora el pueblo da crédito al Partido Comunista más que a ningún otro partido político. Sin las arduas luchas sostenidas por el Partido Comunista de China en los últimos quince años, sería imposible salvar a la nación de la nueva amenaza de subyugación.

Además de los errores de oportunismo de derecha de Chen Tu-siu[4] y de oportunismo de «izquierda» de Li Li-san[5], el Partido Comunista de China ha cometido otros dos errores en el curso de la guerra revolucionaria. El primero fue el oportunismo de «izquierda» de 1931 a 1934[6], que ocasionó pérdidas extremadamente serias a la Guerra Revolucionaria Agraria, y cuyo resultado fue que no logramos derrotar al enemigo en nuestra lucha contra su quinta campaña de «cerco y aniquilamiento», y, por el contrario, perdimos nuestras bases de apoyo y el Ejército Rojo se debilitó. Este error fue corregido en la reunión ampliada del Buró Político del Comité Central celebrada en Tsunyi en enero de 1935. El segundo error fue el oportunismo de derecha de Chang Kuo-tao[7] de 1935 a 1936, que se desarrolló hasta socavar la disciplina del Partido y del Ejército Rojo y causó graves pérdidas a una parte de las fuerzas principales del Ejército Rojo. Sin embargo, gracias a la correcta dirección del Comité Central, a la conciencia política de los miembros del Partido en el Ejército Rojo y de sus mandos y combatientes, este error también fue finalmente rectificado. Por supuesto, todos estos errores han sido perjudiciales para nuestro Partido, nuestra revolución y la guerra, pero al fin los hemos superado. Y, superándolos, nuestro Partido y nuestro Ejército Rojo se han templado y fortalecido aún más.

El Partido Comunista de China ha dirigido y continúa dirigiendo la impetuosa, gloriosa y triunfante guerra revolucionaria. Esta guerra no sólo es la bandera de la liberación de China, sino que también tiene significación revolucionaria internacional. Los pueblos revolucionarios del mundo entero dirigen su mirada hacia nosotros. En la nueva etapa, etapa de la guerra revolucionaria nacional contra el Japón, conduciremos la revolución china a su culminación y ejerceremos una profunda influencia sobre la revolución en Oriente y en el mundo entero. Nuestra guerra revolucionaria ha demostrado que no sólo necesitamos una justa línea política marxista, sino también una correcta línea militar marxista. Quince años de revolución y de guerra han forjado ya esta línea política y esta línea militar. Estamos convencidos de que de ahora en adelante, en la nueva etapa de la guerra, estas líneas se desarrollarán, completarán y enriquecerán aún más bajo las nuevas circunstancias, y nos conducirán a nuestro objetivo: la victoria sobre el enemigo de nuestra nación. La historia nos enseña que una línea política y una línea militar justas no surgen ni se desarrollan espontánea y apaciblemente, sino en la lucha. Estas líneas tienen que luchar contra el oportunismo de «izquierda» por una parte, y contra el oportunismo de derecha por la otra. Sin combatir estas nocivas desviaciones que minan la revolución y la guerra revolucionaria, y sin superarlas completamente, es imposible establecer una línea correcta y lograr la victoria en la guerra revolucionaria. Es por esta razón que en este folleto me refiero con frecuencia a los puntos de vista erróneos.

CAPITULO III
CARACTERISTICAS DE LA GUERRA REVOLUCIONARIA DE CHINA

1. IMPORTANCIA DEL PROBLEMA

Los que no admiten, no saben o no quieren saber que la guerra revolucionaria de China tiene sus propias características, equiparan la guerra del Ejército Rojo contra las fuerzas del Kuomintang a la guerra en general o a la guerra civil de la Unión Soviética. La experiencia de esta guerra civil dirigida por Lenin y Stalin tiene significación mundial. Esta experiencia y su síntesis teórica, hecha por Lenin y Stalin, son tomadas como guía por todos los Partidos Comunistas, incluido el Partido Comunista de China. Pero esto no quiere decir que debamos aplicar mecánicamente esta experiencia a nuestras propias condiciones. En muchos aspectos, la guerra revolucionaria de China posee características propias que la distinguen de la guerra civil de la Unión Soviética. Naturalmente, es erróneo no tener en cuenta estas características o negar su existencia. Esto ha sido plenamente confirmado en los diez años de nuestra guerra.

Nuestro enemigo también ha incurrido en errores similares. No reconoció que en su guerra contra el Ejército Rojo tenía que aplicar una estrategia y una táctica distintas a las empleadas en la lucha contra otras fuerzas. Confiado en su superioridad en diversos aspectos, nos subestimó y persistió en sus antiguos métodos de guerra. Esto sucedió tanto antes como durante su cuarta campaña de «cerco y aniquilamiento» en 1933. A consecuencia de ello, el enemigo sufrió una serie de derrotas. Luego, el general reaccionario Liu Wei-yuan y posteriormente Tai Yue formularon, en el ejército del Kuomintang, un nuevo criterio sobre este problema, que fue finalmente aprobado por Chiang Kai-shek. Así fue como nacieron el Cuerpo de Instrucción de Oficiales de Lushan[8], a las órdenes de Chiang Kai-shek, y los nuevos principios militares reaccionarios[9] aplicados en la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento».

Pero cuando el enemigo modificaba sus principios militares para adaptarlos a las condiciones de las operaciones contra el Ejército Rojo, aparecieron en nuestras filas quienes querían retornar al «sistema antiguo». Insistían en la vuelta a métodos adecuados a condiciones generales, se negaban a conocer las condiciones particulares, fuesen las que fuesen, rechazaban la experiencia adquirida en el curso de los cruentos combates del Ejército Rojo, subestimaban la fuerza del imperialismo y del Kuomintang, así como la del ejército kuomintanista, y hacían caso omiso de los nuevos principios reaccionarios adoptados por el enemigo. Como resultado de esto, se perdieron todas las bases de apoyo revolucionarias, salvo la Región Fronteriza de Shensí-Kansú, los efectivos del Ejército Rojo se redujeron de trescientos mil a unas pocas decenas de miles, los afiliados al Partido Comunista de China también disminuyeron de trescientos mil a unas pocas decenas de miles y casi todas las organizaciones del Partido en las regiones del Kuomintang fueron destruidas. En suma, sufrimos un severo escarmiento de significación histórica. Esas personas se consideraban marxista-leninistas, pero, en realidad, no habían aprendido nada de marxismo-leninismo. Lenin dice que la esencia misma, el alma viva del marxismo, es el análisis concreto de la situación concreta[10]. Esto es precisamente lo que habían olvidado estos camaradas nuestros.

De lo anterior se deduce que si no se comprenden las características de la guerra revolucionaria de China, es imposible dirigir esta guerra y conducirla a la victoria.

2. ¿CUALES SON LAS CARACTERISTICAS DE LA GUERRA REVOLUCIONARIA DE CHINA?

¿Cuáles son, pues, las características de la guerra revolucionaria de China?

Creo que hay cuatro principales.

La primera es que China es un vasto país semicolonial con un desarrollo político y económico desigual y que ha pasado por la revolución de 1924-1927.

Esta característica indica que la guerra revolucionaria de China puede desarrollarse y obtener la victoria. Esto ya lo señalamos (en el I Congreso de la Organización del Partido en la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí[11]) cuando en el invierno de 1927 y la primavera de 1928, poco tiempo después de iniciada la guerra de guerrillas en China, ciertos camaradas de las montañas Chingkang, en los límites entre Junán y Chiangsí, se preguntaban: «¿Cuánto tiempo podremos mantener flameando la bandera roja?» Como ésta era una cuestión fundamental, no habríamos podido avanzar ni un solo paso si no hubiéramos respondido a la pregunta de si las bases de apoyo revolucionarias y el Ejército Rojo de China podían o no existir y desarrollarse. El VI Congreso Nacional del Partido Comunista de China, celebrado en 1928, volvió a responder a esta cuestión. Desde entonces el movimiento revolucionario chino ha contado con una justa base teórica.

Analicemos ahora esta cuestión en detalle.

El desarrollo político y económico de China es desigual. Una débil economía capitalista coexiste con una economía semifeudal preponderante; un pequeño número de ciudades industriales y comerciales modernas coexisten con extensas zonas rurales estancadas; varios millones de obreros industriales coexisten con varios cientos de millones de campesinos y artesanos que viven bajo el yugo del viejo sistema; los grandes caudillos militares que controlan el gobierno central coexisten con los pequeños caudillos militares que dominan las provincias; existen simultáneamente dos tipos de tropas reaccionarias, el llamado Ejército Central bajo el mando de Chiang Kai-shek y las tropas «heterogéneas» al mando de los caudillos militares de las provincias; junto a unas pocas vías férreas, líneas de navegación y carreteras, existen un gran número de caminos para carretillas y de senderos, muchos de los cuales son difícilmente transitables incluso a pie.

China es un país semicolonial. La desunión entre las potencias imperialistas provoca la desunión entre los grupos gobernantes de China. Un país semicolonial controlado por varios Estados es diferente de una colonia controlada por uno solo.

China es un vasto país. «Cuando la noche cae en el Este, es aún de día en el Oeste; cuando las sombras cubren el Sur, el Norte sigue iluminado.» Por lo tanto, no hay que preocuparse por la falta de espacio para maniobrar.

China ha pasado por una gran revolución. Esto ha preparado la semilla del Ejército Rojo, ha preparado al dirigente del Ejército Rojo: el Partido Comunista, y ha preparado a las masas populares con la experiencia de la participación en una revolución.

Por esto decimos que China es un vasto país semicolonial con un desarrollo político y económico desigual y que ha pasado por una revolución: es ésta la primera característica de la guerra revolucionaria de China. Esta característica determina, en lo fundamental, no sólo nuestra estrategia y táctica políticas, sino también nuestra estrategia y táctica militares.

La segunda característica es que nuestro enemigo es grande y poderoso.

¿Cuál es la situación del Kuomintang, enemigo del Ejército Rojo? Es un partido que ha tomado el Poder y lo ha estabilizado relativamente. Cuenta con la ayuda de los principales países imperialistas del mundo. Ha reformado su ejército de tal modo que éste se diferencia de cualquier otro ejército de la historia de China y se parece, en líneas generales, a los ejércitos de los Estados modernos. Este ejército está mucho mejor provisto de armas y de otros materiales bélicos que el Ejército Rojo, y es numéricamente superior a cualquier ejército de la historia de China y al ejército permanente de cualquier otro país. Entre este ejército y el Ejército Rojo hay una diferencia corno del cielo a la tierra. El Kuomintang domina las posiciones clave y las palancas de control de la política, la economía, las vías de comunicación y la cultura en toda China. Su Poder es a escala nacional.

El Ejército Rojo de China tiene ante sí a este enemigo grande y poderoso. Esta es la segunda característica de la guerra revolucionaria de China. Ella hace que la guerra que sostiene el Ejército Rojo sea forzosamente distinta, en muchos aspectos, a la guerra en general, a la guerra civil de la Unión Soviética y a la Expedición al Norte.

La tercera característica es que el Ejército Rojo es pequeño y débil.

El Ejército Rojo de China nació después de la derrota de la Primera Gran Revolución, siendo al comienzo unidades guerrilleras. Esto sucedió en un período de predominio de la reacción en China y de relativa estabilidad política y económica en los países capitalistas reaccionarios del mundo.

Nuestro Poder existe en regiones montañosas o remotas, dispersas y aisladas, y no recibe ninguna ayuda exterior. Las condiciones económicas y culturales en las bases de apoyo revolucionarias son atrasadas en comparación con las de las regiones del Kuomintang. Las bases de apoyo revolucionarias sólo abarcan zonas rurales y pequeñas ciudades. Al comienzo fueron muy pequeñas y no han crecido mucho desde entonces. Además, no son estables; el Ejército Rojo no posee bases de apoyo realmente consolidadas.

El Ejército Rojo es pequeño en efectivos, está mal armado y tiene grandes dificultades para abastecerse de víveres, mantas, vestuario, etc. Esta característica presenta un agudo contraste con la precedente. Sobre la base de este contraste se han establecido la estrategia y la táctica del Ejército Rojo.

La cuarta característica la constituyen la dirección del Partido Comunista y la revolución agraria.

Esta característica es consecuencia inevitable de la primera. Ha dado origen a una situación que presenta dos aspectos. Por una parte, la guerra revolucionaria de China puede triunfar a pesar de que se desarrolla en un período de predominio de la reacción tanto en China como en el mundo capitalista, porque cuenta con la dirección del Partido Comunista y con la ayuda de los campesinos. Gracias a esta ayuda, nuestras bases de apoyo, aunque pequeñas, son políticamente muy poderosas, se yerguen con firmeza frente al enorme Poder del Kuomintang y, en lo militar, ocasionan grandes dificultades a sus ataques. Aunque pequeño, el Ejército Rojo tiene una gran capacidad ombativa, porque sus hombres, dirigidos por el Partido Comunista, han salido de la revolución agraria y luchan por sus propios intereses, y porque sus mandos y combatientes están políticamente unidos.

Por otra parte, el Kuomintang se encuentra en una situación que contrasta agudamente con la nuestra. Se opone a la revolución agraria y, por lo tanto, no cuenta con el apoyo del campesinado. Aunque tiene un ejército numeroso, no puede conseguir que las masas de soldados y muchos oficiales de rango inferior procedentes de la capa de los pequeños productores arriesguen conscientemente su vida por él. Oficiales y soldados están políticamente divididos, lo cual disminuye la capacidad combativa del ejército del Kuomintang.

3. NUESTRA ESTRATEGIA Y NUESTRA TACTICA SE DERIVAN DE ESTAS CARACTERISTICAS

Las cuatro características principales de la guerra revolucionaria de China son: un vasto país semicolonial con un desarrollo político y económico desigual y que ha pasado por una gran revolución, un enemigo grande y poderoso, un Ejército Rojo pequeño y débil, y una revolución agraria. Estas características determinan la línea de orientación de la guerra revolucionaria de China así como sus numerosos principios estratégicos y tácticos. La primera y cuarta características dan al Ejército Rojo de China la posibilidad de crecer y derrotar a su enemigo. La segunda y tercera características determinan la imposibilidad de que el Ejército Rojo de China crezca muy rápidamente y derrote pronto a su enemigo, es decir, la guerra será prolongada, e incluso podrá fracasar si no es dirigida con acierto.

Estos son los dos aspectos de la guerra revolucionaria de China, aspectos que existen simultáneamente, es decir, junto a las condiciones favorables existen las dificultades. Esta es la ley fundamental de la guerra revolucionaria de China, de la cual se derivan muchas otras leyes. La historia de nuestros diez años de guerra ha demostrado la validez de esta ley. Quien tenga ojos pero no logre ver esta ley fundamental, no podrá dirigir la guerra revolucionaria de China ni conducir al Ejército Rojo a la victoria.

Es evidente que debemos resolver correctamente los siguientes problemas de principio:

Determinar con acierto nuestra orientación estratégica; oponernos al aventurerismo durante la ofensiva, al conservatismo durante la defensiva y a la tendencia a la huida durante los desplazamientos.
Oponernos al guerrillerismo en el Ejército Rojo, pero reconocer su carácter guerrillero.
Oponernos a las campañas prolongadas y a la estrategia de decisión rápida, y pronunciarnos por la estrategia de guerra prolongada y las campañas de decisión rápida.
Oponernos a los frentes estables de operaciones y a la guerra de posiciones, y pronunciarnos por los frentes fluidos de operaciones y la guerra de movimientos.
Oponernos a las operaciones militares encaminadas sólo a desbaratar al enemigo, y pronunciarnos por las operaciones de aniquilamiento.
Oponernos a la estrategia de golpear con dos puños en dos direcciones a la vez, y pronunciarnos por la estrategia de golpear con un puño en una dirección cada vez.
Oponernos al mantenimiento de un servicio de retaguardia grande, y pronunciarnos por la creación de un servicio de retaguardia reducido[12].
Oponernos a la centralización absoluta del mando, y pronunciarnos por la centralización relativa del mando.
Oponernos al punto de vista puramente militar y a la mentalidad de «insurrectos errantes»[13], y reconocer que el Ejército Rojo es propagandista y organizador de la revolución china.
Oponernos al bandolerismo[14], y sostener una estricta disciplina política.
Oponernos al caudillismo militar, y pronunciarnos por la democracia dentro de ciertos límites y por la disciplina militar fundada en la autoridad.
Oponernos a la incorrecta política sectaria en materia de cuadros, y pronunciarnos por una política correcta al respecto.
Oponernos a la política de aislamiento, y pronunciarnos por la política de ganarnos a todos los aliados posibles.
Y finalmente, oponernos a mantener al Ejército Rojo en su antigua etapa y esforzarnos por llevarlo a una nueva etapa de desarrollo.
Al examinar los problemas estratégicos, nos proponemos dilucidar cuidadosamente estas cuestiones, a la luz de la experiencia acumulada en el curso de los diez años de sangrienta guerra revolucionaria de China.

CAPITULO IV
CAMPAÑAS DE «CERCO Y ANIQUILAMIENTO» Y CONTRACAMPAÑAS, FORMA PRINCIPAL DE LA GUERRA CIVIL DE CHINA

En los diez años transcurridos desde que se inició la guerra de guerrillas, cada destacamento guerrillero rojo independiente, cada unidad del Ejército Rojo y cada base de apoyo revolucionaria se han visto constantemente enfrentados a las campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento». El enemigo considera al Ejército Rojo como un monstruo y ha tratado de atraparlo desde que apareció. Lo persigue constantemente, y siempre intenta cercarlo. Esta forma de operaciones no ha cambiado durante los últimos diez años. A menos que una guerra nacional venga a reemplazar a la guerra civil, esta forma permanecerá invariable hasta el día en que el enemigo se convierta en la parte débil y el Ejército Rojo, en la parte fuerte.

Las operaciones del Ejército Rojo toman la forma de contracampañas. Para nosotros, victoria significa principalmente la victoria en cada contracampaña, o sea, la victoria en el plano de la estrategia y de las campañas. La lucha contra cada campaña de «cerco y aniquilamiento» constituye una campaña militar, que por lo común está compuesta de varios e incluso decenas de combates, grandes y pequeños. Mientras una campaña de «cerco y aniquilamiento» no haya sido aplastada en lo fundamental, por muchas que sean nuestras victorias en los combates, no se puede hablar de victoria estratégica o de victoria de la campaña en su conjunto. La historia de los diez años de guerra del Ejército Rojo es una historia de lucha contra las campañas de «cerco y aniquilamiento».

Tanto en las campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento» como en las contracampañas del Ejército Rojo, se emplean las dos formas de combate, la ofensiva y la defensiva, y en esto no hay diferencia con ninguna otra guerra, antigua o moderna, de China o del extranjero. Pero el rasgo peculiar de la guerra civil de China es la alternación repetida de estas dos formas durante un largo período. En cada campaña de «cerco y aniquilamiento», el enemigo opone su ofensiva a la defensiva del Ejército Rojo, y éste, su defensiva a la ofensiva del enemigo. Esta es la primera etapa de una contracampaña. Después, el enemigo opone su defensiva a la ofensiva del Ejército Rojo, y éste, su ofensiva a la defensiva del enemigo. Esta es la segunda etapa de la contracampaña. Toda campaña de «cerco y aniquilamiento» comprende estas dos etapas, que se alternan por un largo período.

Por alternación repetida durante un largo período entendemos la repetición de este tipo de guerra y de estas formas de combate. Este es un hecho evidente a primera vista para todos. Una campaña de «cerco y aniquilamiento» a la cual se opone una contracampaña: tal es el tipo de guerra que se repite. En la primera etapa de cada campaña, el enemigo opone su ofensiva a nuestra defensiva y nosotros, nuestra defensiva a su ofensiva, y en la segunda etapa, el enemigo opone su defensiva a nuestra ofensiva y nosotros, nuestra ofensiva a su defensiva: tales son las formas de combate que se alternan en cada campaña.

Pero el contenido de la guerra y de los combates no se repite simplemente, sino que cada vez es diferente. También éste es un hecho evidente a primera vista para todos. A este respecto se observa la siguiente ley: en cada nueva campaña de «cerco y aniquilamiento» y en cada nueva contracampaña, las operaciones alcanzan mayor escala, la situación se hace más compleja y la lucha, más encarnizada.

Esto, sin embargo, no quiere decir que no haya altibajos. Después de la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento», debido a que el Ejército Rojo quedó enormemente debilitado y se perdieron todas las bases de apoyo en el Sur, y también a que, habiéndose desplazado al Noroeste, el Ejército Rojo no ocupa ya una posición tan importante, como en el Sur, que amenace gravemente al enemigo interno, las campañas de «cerco y aniquilamiento» son de menores proporciones, la situación es menos compleja y la lucha, menos encarnizada.

¿Qué constituye una derrota para el Ejército Rojo? Desde el punto de vista estratégico, sólo el fracaso completo de una contracampaña puede calificarse de derrota, y aun en ese caso la derrota no es más que parcial y temporal, porque sólo la destrucción total del Ejército Rojo puede ser considerada corno una derrota completa en la guerra civil, pero esto jamás ha ocurrido. La pérdida de extensas bases de apoyo y el desplazamiento del Ejército Rojo representaron una derrota temporal y parcial, y no una derrota definitiva y total, aunque esta derrota parcial implicó la pérdida del 90 por ciento de los militantes del Partido, de las fuerzas armadas y de las bases de apoyo. A este desplazamiento lo llamamos continuación de nuestra defensiva, y a la persecución por parte del enemigo, continuación de su ofensiva. Es decir, en el curso de la lucha entre la campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento» y nuestra contracampaña, no logramos pasar de la defensiva a la ofensiva, sino por el contrario, nuestra defensiva fue quebrada por la ofensiva del enemigo y se convirtió en retirada, en tanto que la ofensiva del enemigo se convirtió en persecución. Pero cuando el Ejército Rojo llegó a una nueva región, cuando, por ejemplo, nos desplazamos de Chiangsí y otros lugares a Shensí, volvieron a repetirse las campañas de «cerco y aniquilamiento». Por eso decimos que la retirada estratégica (la Gran Marcha[15]) del Ejército Rojo fue la continuación de su defensiva estratégica, y la persecución estratégica del enemigo fue la continuación de su ofensiva estratégica.

En la guerra civil de China, como en cualquier otra guerra, antigua o moderna, de China o del extranjero, sólo existen dos formas básicas de combate: ofensiva y defensiva. La característica de la guerra civil de China reside en la repetición prolongada de las campañas de «cerco y aniquilamiento» y las contracampañas, y en la alternación prolongada de las dos formas de combate, ofensiva y defensiva, incluido un gran desplazamiento estratégico de más de diez mil kilómetros (la Gran Marcha).

Lo mismo ocurre con la derrota del enemigo. El enemigo sufre una derrota estratégica cuando desbaratamos su campaña de «cerco y aniquilamiento», nuestra defensiva se convierte en ofensiva y él, a su vez, pasa a la defensiva y tiene que reorganizar sus fuerzas antes de lanzar otra campaña. El enemigo no ha tenido que hacer, como lo hicimos nosotros, un desplazamiento estratégico de más de diez mil kilómetros, porque domina todo el país y es mucho más fuerte que nosotros. Pero ha habido desplazamientos parciales de sus fuerzas. Se han dado casos en que las fuerzas enemigas, en puntos fortificados blancos cercados por el Ejército Rojo dentro de algunas bases de apoyo revolucionarias, han logrado romper nuestro cerco y retirarse a las zonas blancas para organizar nuevas ofensivas. Semejantes casos ocurrirán con más frecuencia si la guerra civil se prolonga y las victorias del Ejército Rojo se hacen más amplias. Pero el enemigo no puede lograr los mismos resultados que el Ejército Rojo, porque no cuenta con el apoyo del pueblo y, además, no hay unidad entre sus oficiales y soldados. Si efectuara un desplazamiento de largo recorrido semejante al del Ejército Rojo, sería sin duda aniquilado.

En el período de la línea de Li Li-san en 1930, este camarada no comprendió el carácter prolongado de la guerra civil de China y, por consiguiente, no logró ver la ley que rige el desarrollo de esta guerra, ley de la repetición prolongada de las campañas de «cerco y aniquilamiento» y de sus fracasos (en esa época ya habían tenido lugar tres campañas de «cerco y aniquilamiento» en la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí y dos en Fuchién); por lo tanto, en el intento de lograr una rápida victoria de la revolución en todo el país, ordenó al Ejército Rojo, que aún se encontraba en su infancia, avanzar sobre Wuján, y también ordenó un levantamiento armado a escala nacional. Al actuar de esta manera, cometió un error de oportunismo de «izquierda».

Los oportunistas de «izquierda» de los años 1931-1934 tampoco creyeron en la ley de la repetición de las campañas de «cerco y aniquilamiento». En la base de apoyo de la Región Fronteriza de Jupei-Jonán-Anjui apareció la llamada teoría de la «fuerza auxiliar»; allí, algunos camaradas dirigentes estimaban que el ejército del Kuomintang, después de su derrota en la tercera campaña de «cerco y aniquilamiento», ya no era más que una fuerza auxiliar, y que para un nuevo ataque al Ejército Rojo, los propios imperialistas tendrían que intervenir como fuerza principal. La línea estratégica basada en esta estimación consistía en lanzar al Ejército Rojo sobre Wuján. Esto concordaba en principio con las opiniones de aquellos camaradas de Chiangsí que instaban a que el Ejército Rojo atacara Nanchang, que se manifestaban contra los esfuerzos encaminados a unir las bases de apoyo y contra la táctica de atraer al enemigo para que penetre profundamente en e1 interior de nuestras zonas, que consideraban la toma de la capital y otras ciudades principales de una provincia como garantía de la victoria en toda la provincia, y que sostenían que «la lucha contra la quinta campaña de ‘cerco y aniquilamiento’ constituye la batalla decisiva entre el camino revolucionario y el camino colonial», etc. Fue este oportunismo de «izquierda» el origen de la línea errónea adoptada en la lucha contra la cuarta campaña de «cerco y aniquilamiento» en la Región Fronteriza de Jupei-Jonán-Anjui, así como en la lucha contra la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento» en la Región Central de Chiangsí. Fue también el que redujo al Ejército Rojo a la impotencia frente a las feroces campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento» y causó enormes pérdidas a la revolución china.

Vinculado directamente al oportunismo de «izquierda» que negaba la repetición de las campañas de «cerco y aniquilamiento», había otro punto de vista, también totalmente erróneo, según el cual el Ejército Rojo no debía en modo alguno recurrir a la defensiva.

La revolución y la guerra revolucionaria son ofensivas. Esta afirmación es, desde luego, correcta en un sentido. Cuando la revolución y la guerra revolucionaria surgen y se desarrollan de lo pequeño a lo grande, de carecer del Poder a la toma del mismo, de no contar con un Ejército Rojo a su creación y de la falta de bases de apoyo revolucionarias a su establecimiento, tienen que estar necesariamente a la ofensiva y no pueden ser conservadoras, y es preciso luchar contra la tendencia al conservatismo.

La revolución y la guerra revolucionaria son una ofensiva, pero también implican defensiva y retirada. Esta es la única afirmación enteramente justa. Defenderse a fin de atacar, retirarse a fin de avanzar, atacar el flanco con miras a atacar por el frente y dar un rodeo a fin de tomar el camino directo: todo esto es inevitable en el proceso de desarrollo de muchos fenómenos y con mayor razón en las operaciones militares.

De las dos afirmaciones anteriores, la primera puede ser correcta en lo político, pero es incorrecta cuando se aplica a la esfera militar. Además, es correcta en lo político sólo en una circunstancia (cuando la revolución avanza), pero incorrecta en otra (cuando la revolución está en retirada: en una retirada total, como en Rusia en 1906[16] y en China en 1927, o en una retirada parcial, como en Rusia en la época de la conclusión del Tratado de Brest-Litovsk[17] en 1918). Sólo la segunda afirmación es enteramente correcta, es una verdad. El punto de vista de los oportunistas de «izquierda» de los años 1931-1934, que se oponían en forma mecánica a la aplicación de medidas defensivas en la guerra, no era más que una idea pueril.

¿Cuándo terminará esta forma de repetición de las campañas de «cerco y aniquilamiento»? En mi opinión, si la guerra civil se prolonga, la repetición terminará cuando se produzca un cambio radical en la correlación de fuerzas entre el enemigo y nosotros. Terminará en cuanto el Ejército Rojo se haga más fuerte que su enemigo. Entonces, seremos nosotros quienes organizaremos campañas para cercar y aniquilar al enemigo, y éste recurrirá a las contracampañas. Pero las condiciones políticas y militares no le permitirán alcanzar una posición semejante a la que el Ejército Rojo ha alcanzado en sus contracampañas. Podemos afirmar con certeza que para entonces esta forma, la repetición de las campañas de «cerco y aniquilamiento», habrá terminado, si no totalmente, en lo fundamental.

CAPITULO V
DEFENSIVA ESTRATEGICA

Bajo este título quisiera tratar los siguientes problemas: 1) defensa activa y defensa pasiva; 2) preparación de una contracampaña; 3) retirada estratégica; 4) contraofensiva estratégica; 5) iniciación de la contraofensiva; 6) concentración de las fuerzas; 7) guerra de movimientos; 8) guerra de decisión rápida, y 9) guerra de aniquilamiento.

1. DEFENSA ACTIVA Y DEFENSA PASIVA
¿Por qué comenzamos tratando de la defensa? Después del fracaso del primer frente único nacional de 1924-1927, la revolución china tomó la forma de una guerra de clases sumamente intensa y encarnizada. El enemigo dominaba todo el país, en tanto que nosotros sólo contábamos con pequeñas fuerzas armadas; por consiguiente, desde el comienzo mismo, hemos tenido que luchar contra las campañas de «cerco y aniquilamiento» del enemigo. Nuestras ofensivas han estado estrechamente vinculadas con nuestros esfuerzos por desbaratar esas campañas, y nuestro posterior desarrollo depende enteramente de si podemos o no conseguirlo. La marcha de las operaciones para desbaratar una campaña de «cerco y aniquilamiento» sigue, por lo general, un camino sinuoso y no un camino recto como uno quisiera. El problema serio y primordial es cómo conservar nuestras fuerzas y esperar el momento propicio para derrotar al enemigo. Por tanto, la defensiva estratégica es el problema más complejo y más importante que el Ejército Rojo enfrenta en sus operaciones.

Durante nuestros diez años de guerra, se han producido con frecuencia dos desviaciones en el problema de la defensiva estratégica. La una consistía en subestimar al enemigo y la otra, en dejarse amedrentar por él.

Por haber subestimado al enemigo, muchas unidades guerrilleras sufrieron derrotas, y el Ejército Rojo no pudo desbaratar algunas campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento».

Cuando las unidades guerrilleras revolucionarias estaban en sus comienzos, a menudo sus jefes no lograban hacer una apreciación justa de la situación del enemigo ni de la nuestra. Bien porque sólo veían las circunstancias momentáneamente favorables — los éxitos logrados en la organización de un repentino levantamiento armado en un lugar dado o de un motín en el seno de las tropas blancas –, o bien porque no tenían en cuenta las graves circunstancias existentes, subestimaban con frecuencia al enemigo. Además, no tenían conciencia de sus propias debilidades (falta de experiencia y reducido número de fuerzas). Constituía un hecho objetivo el que el enemigo era fuerte y nosotros débiles, pero algunos no querían meditar en ello, hablaban sólo de ofensiva y jamás de defensiva o retirada, con lo que quedaban moralmente desarmados en materia de defensiva, y por lo tanto, orientaban en dirección errónea sus acciones. A esto se debió la derrota de muchas unidades guerrilleras.

Ejemplos de cómo el Ejército Rojo no logró, por la misma causa, desbaratar algunas campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento» son la derrota que sufrió en 1928 en la región de Jaifeng y Lufeng[18], provincia de Kuangtung, y el hecho de que el Ejército Rojo de la Región Fronteriza de Jupei-Jonán-Anjui perdiera su libertad de acción en 1932 en la lucha contra la cuarta campaña de «cerco y aniquilamiento», cuando actuó siguiendo la teoría de que el ejército del Kuomintang no era más que una fuerza auxiliar.

Hay igualmente muchos ejemplos de reveses sufridos como consecuencia del terror ante el enemigo.

Contrariamente a los que subestimaban al enemigo, algunos lo sobreestimaban, y subestimaban nuestras propias fuerzas. Por consiguiente, aplicaban una política de retirada injustificada, desarmándose también así moralmente en materia de defensiva. Esto ha conducido al fracaso de algunas unidades guerrilleras, o a la derrota del Ejército Rojo en algunas campañas militares, o a la pérdida de bases de apoyo.

El ejemplo más notable de la pérdida de una base de apoyo fue la de nuestra Base Central de Chiangsí en la lucha contra la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento». Aquí el error fue producto de puntos de vista derechistas. Los dirigentes, que temían al enemigo como a un tigre, erigieron defensas por todas partes, ofrecieron resistencia paso por paso y no se atrevieron a lanzar un ataque sobre la retaguardia enemiga, ataque que nos habría beneficiado, ni se atrevieron a atraer con audacia al enemigo para que penetrara profundamente en el interior de nuestras zonas, con el fin de cercarlo y aniquilarlo. Como resultado de ello, se perdió toda la base de apoyo y el Ejército Rojo tuvo que emprender la Gran Marcha de más de doce mil kilómetros. No obstante, tal error muy a menudo iba precedido de la desviación «izquierdista» de subestimar al enemigo. El aventurerismo militar, que se manifestó en nuestra ofensiva sobre las ciudades principales en 1932, fue el origen de la línea de defensa pasiva que se adoptó más tarde, en el curso de la lucha contra la quinta campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento».

Un ejemplo extremo de terror ante el enemigo fue la tendencia a la retirada representada por la «línea de Chang Kuo-tao». La derrota de la Columna Occidental del Ejército del IV Frente del Ejército Rojo, ocurrida al Oeste del río Amarillo[19], señaló el fracaso final de dicha línea.

La defensa activa se denomina también defensa ofensiva o defensa por medio de combates decisivos. La defensa pasiva es conocida también como defensa puramente defensiva o defensa pura. La defensa pasiva es en realidad una falsa defensa. Sólo la defensa activa es una defensa verdadera que tiene por objetivo pasar a la contraofensiva y a la ofensiva. Por lo que yo sé, no hay obra militar de valor, ni jefe militar con alguna inteligencia, antiguos o contemporáneos, de China o del extranjero, que no se opongan a la defensa pasiva, en lo estratégico y en lo táctico. Sólo un completo imbécil o un loco podría considerar la defensa pasiva como un talismán. Sin embargo, en el mundo hay gentes que recurren a ella. Este es un error en la guerra, una manifestación de conservatismo en lo militar, que debemos combatir resueltamente.

Los especialistas militares de aquellos países imperialistas más nuevos y que se desarrollan con gran rapidez, es decir, Alemania y el Japón, pregonan activamente las ventajas de la ofensiva estratégica y se oponen a la defensiva estratégica. Tal concepción es absolutamente inadecuada para la guerra revolucionaria de China. Estos especialistas militares señalan que una seria debilidad de la defensiva es que desmoraliza a la gente en vez de alentarla. Esto se refiere a países en que las contradicciones de clase son agudas y en que la guerra beneficia únicamente a las capas gobernantes reaccionarias o incluso sólo a los grupos políticos reaccionarios que están en el Poder. Nuestro caso es distinto. Somos víctimas de la opresión y la agresión, y por eso, bajo las consignas de defensa de las bases de apoyo revolucionarias y defensa de China, podemos unir a la abrumadora mayoría del pueblo para marchar como un solo hombre al combate. El Ejército Rojo de la Unión Soviética derrotó a sus enemigos durante la guerra civil recurriendo también a la defensiva. Cuando los países imperialistas organizaron la ofensiva de los guardias blancos, el Ejército Rojo combatió bajo la consigna de defender los Soviets. Incluso en el período de preparación de la Insurrección de Octubre, la movilización militar fue llevada a cabo bajo la consigna de defender la capital. En toda guerra justa, la defensiva no sólo tiene un efecto paralizador sobre los elementos políticamente ajenos a nosotros, sino que también puede movilizar a sectores atrasados de las masas populares a incorporarse a la guerra.

Cuando Marx decía que una vez iniciada una insurrección armada, no se debe interrumpir ni un minuto la ofensiva[20], quería decir que las masas, habiendo sorprendido al enemigo con una insurrección repentina, deben privar a los gobernantes reaccionarios de toda posibilidad de retener o recuperar su Poder, y aprovechar ese momento para aplastar a las fuerzas gobernantes reaccionarias del país sin darles tiempo para que se recobren, y que no deben contentarse con las victorias ya logradas, ni subestimar al enemigo, ni debilitar la ofensiva o vacilar en el avance, ni dejar escapar la oportunidad de aniquilar al enemigo, a fin de no conducir la revolución a la derrota. Todo esto es correcto. Pero no significa que cuando estamos trabados en combate con un enemigo que goza de superioridad, los revolucionarios no debamos adoptar ninguna medida defensiva ni siquiera en el momento en que éste ejerce fuerte presión sobre nosotros. Sólo un completo imbécil pensaría así.

Hasta ahora, nuestra guerra ha sido, en su conjunto, una ofensiva contra el Kuomintang, pero militarmente ha asumido la forma de aplastamiento de las campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento».

Hablando en términos militares, nuestra guerra es la aplicación alternada de la defensiva y la ofensiva. A nosotros nos da igual decir que la ofensiva sigue a la defensiva o que la precede, porque el quid de la cuestión está en aplastar las campañas de «cerco y aniquilamiento». La defensiva se mantiene hasta que es aplastada una campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento», realizado lo cual, comienza la ofensiva. Estas no son sino dos fases de una misma cosa; y una campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento» es seguida de otra. De estas dos fases, la defensiva es la más compleja e importante. Esta fase entraña numerosos problemas relativos a cómo aplastar las campañas de «cerco y aniquilamiento». El principio básico es pronunciarnos por la defensa activa y oponernos a la defensa pasiva.

En nuestra guerra civil, cuando el poderío del Ejército Rojo sobrepase al del enemigo, ya no hará falta, en general, la defensiva estratégica. Nuestra política será entonces sólo de ofensiva estratégica.

Este cambio dependerá de una modificación general en la correlación de fuerzas entre el enemigo y nosotros. En ese momento, las medidas defensivas que subsistan, sólo serán de carácter parcial.

2. PREPARACION DE UNA CONTRACAMPAÑA
Si no hacemos los necesarios y suficientes preparativos para rechazar una planificada campaña de «cerco y aniquilamiento» del enemigo, caeremos inevitablemente en una situación pasiva. Cuando se acepta una batalla apresuradamente, la victoria no es segura. Por lo tanto, cuando el enemigo prepara una campaña de «cerco y aniquilamiento», es absolutamente necesario que preparemos nuestra contracampaña. Las opiniones contrarias a tales preparativos, que en el pasado surgieron en nuestras filas, son infantiles y ridículas.

Se presenta aquí un problema difícil, sobre el cual surgen fácilmente controversias. ¿Cuándo debemos terminar nuestra ofensiva y pasar a la fase de preparación de la contracampaña? En los momentos en que realizamos victoriosamente nuestra ofensiva y el enemigo se encuentra a la defensiva, éste realiza secretamente sus preparativos para la próxima campaña de «cerco y aniquilamiento» y, por lo tanto, nos es difícil saber cuándo iniciará su ofensiva. Si comenzamos prematuramente la preparación de la contracampaña, esto reducirá inevitablemente las ventajas de nuestra ofensiva, e incluso puede tener a veces ciertos efectos negativos sobre el Ejército Rojo y el pueblo. Porque las principales medidas que se deben tomar en la fase preparatoria son los preparativos militares para la retirada y la movilización política para los mismos. A veces, comenzar prematuramente los preparativos puede convertirse en una espera del enemigo; y si lo esperamos mucho tiempo y no aparece, nos veremos obligados a lanzar una nueva ofensiva. Puede ocurrir que, justamente en el momento en que empieza nuestra nueva ofensiva, el enemigo inicie la suya, colocándonos así en una situación difícil. Por eso la elección del momento oportuno para comenzar nuestros preparativos constituye un problema importante. Para determinar con acierto este momento, debemos tener en cuenta nuestra situación y la del enemigo, así como la relación entre ambas. A fin de conocer la situación del enemigo, debemos reunir informaciones sobre su estado político, militar y financiero y sobre la opinión pública en las zonas que controla. Al analizar estas informaciones, debemos tomar plenamente en cuenta las fuerzas enemigas en su totalidad, no debemos exagerar la importancia de sus derrotas anteriores, ni dejar de tener en cuenta sus contradicciones internas, sus dificultades financieras, el efecto de sus derrotas pasadas, etc. En lo que respecta a nuestro lado, no debemos exagerar la importancia de nuestras victorias anteriores, pero tampoco debemos subestimar los efectos que han tenido.

Sin embargo, en cuanto al momento de iniciar los preparativos, en general es preferible comenzar temprano que tarde. Pues lo primero implica menos pérdidas que lo segundo y tiene la ventaja de precavernos contra todo peligro y colocarnos en una posición básicamente invencible.

Los problemas principales en la fase preparatoria son los preparativos para la retirada del Ejército Rojo, la movilización política, el reclutamiento, los preparativos financieros y de avituallamiento, las medidas a adoptar con respecto a los elementos políticamente ajenos a nosotros, etc.

Al hablar de preparativos para la retirada del Ejército Rojo, queremos decir que éste no debe avanzar en una dirección que sea desfavorable para su ulterior retirada, ni ir demasiado lejos en la ofensiva, ni fatigarse en exceso. Estas son las disposiciones que deben tomar las fuerzas regulares del Ejército Rojo en vísperas de una amplia ofensiva del enemigo. En tales ocasiones, el Ejército Rojo debe preocuparse principalmente de los planes para la creación de las zonas de operaciones, acumulación del material e incremento y adiestramiento de sus efectivos.

La movilización política es un problema de primera importancia en la lucha contra una campaña de «cerco y aniquilamiento». Esto quiere decir que al Ejército Rojo y a la población de la base de apoyo les debemos explicar clara, decidida y detalladamente que la ofensiva del enemigo es inevitable e inminente y que causará graves daños al pueblo. Al mismo tiempo, hay que hacerles ver las debilidades del enemigo, los factores favorables para el Ejército Rojo, nuestra inconmovible voluntad de vencer, la orientación de nuestro trabajo, etc. Es preciso llamar al Ejército Rojo y a toda la población a luchar contra la campaña de «cerco y aniquilamiento» y en defensa de la base de apoyo. La movilización política debe realizarse abiertamente, a excepción de lo que concierne a los secretos militares, y, más aún, hay que hacer los máximos esfuerzos por extenderla a todos los que puedan apoyar los intereses de la revolución. A este respecto, el eslabón clave es convencer a los cuadros.

El reclutamiento debe basarse en dos consideraciones: primera, el nivel de conciencia política del pueblo y el número de habitantes de la zona y sus condiciones; segunda, la situación del Ejército Rojo en ese momento y las pérdidas que pueda sufrir en el transcurso de la contracampaña.

No hace falta decir que el problema de las finanzas y del avituallamiento es de gran importancia para la contracampaña. Debemos tener en cuenta la posibilidad de que la campaña enemiga sea larga. Es preciso hacer un cálculo de las necesidades materiales mínimas principalmente del Ejército Rojo, pero también de la población de la base de apoyo revolucionaria — para toda la lucha contra la campaña de «cerco y aniquilamiento».

Con respecto a los elementos políticamente ajenos a nosotros, no debemos relajar nuestra vigilancia, pero tampoco adoptar medidas de precaución exageradas por exceso de temor a que nos traicionen. Hay que tratar de maneras diferentes a terratenientes, comerciantes y campesinos ricos. Lo principal es explicarles nuestra política y neutralizarlos, y al mismo tiempo organizar a las masas populares para que los vigilen. Sólo contra un ínfimo número de elementos sumamente peligrosos, es preciso recurrir a medidas severas tales corno el arresto.

La importancia de la victoria de una contracampaña está estrechamente ligada al grado en que se hayan cumplido las tareas en la fase preparatoria. Tanto el descuido en nuestros preparativos motivado por la subestimación del enemigo, como el desconcierto nacido del pánico a su ofensiva, son tendencias perniciosas que hay que combatir resueltamente. Necesitamos un estado de ánimo entusiasta pero sereno, un trabajo intenso pero ordenado.

3. RETIRADA ESTRATEGICA
La retirada estratégica es un pasó estratégico planificado que da un ejército inferior en poderío, con el propósito de conservar sus fuerzas y esperar el momento oportuno para derrotar al enemigo, cuando se halla ante la ofensiva de un ejército superior y no puede aplastarla rápidamente. Pero los partidarios del aventurerismo militar se oponen porfiadamente a semejante paso y propugnan «detener al enemigo al otro lado de la puerta del Estado».

Nadie ignora que en un pugilato, generalmente, el boxeador inteligente comienza dando un paso atrás, mientras el estúpido acomete furioso, emplea toda su fuerza desde el comienzo y con frecuencia termina siendo derribado.

En la novela A la orilla del agua [21], el maestro de armas Jung desafía, en casa de Chai Chin, a Lin Chung a pelear, gritándole: «°Ven! °Ven!! °Ven!» Lin Chung, que comienza por retroceder, encuentra al final el punto débil de Jung y lo derriba de una patada.

Durante la Era de Primavera y Otoño, encontrándose en guerra los Estados de Lu y Chi[22], el príncipe de Lu, Chuangkung, quería atacar antes de que las tropas de Chi se fatigaran, pero Tsao Kui se lo impidió. Entonces el príncipe adoptó la táctica de «cuando el enemigo se fatiga, lo atacamos», y derrotó al ejército de Chi. En la historia de las guerras de China, éste es un ejemplo clásico de victoria lograda por un ejército débil sobre uno poderoso. He aquí el relato que hace el historiador Tsuochiu Ming[23]:

«En la primavera nos invadieron las tropas de Chi. El príncipe iba a lanzarse a la batalla. Tsao Kui le pidió audiencia. Sus vecinos le dijeron: ‘La guerra es asunto de los dignatarios, ¿por qué te entrometes?’ Tsao replicó: ‘Los dignatarios son gente mediocre; no ven más allá de sus narices.’ Luego se presentó ante el príncipe y le preguntó: ‘¿En qué te apoyas para combatir?’ Este respondió: ‘Nunca he disfrutado yo solo de los vestidos y manjares; siempre los he compartido con otros.’ Tsao comentó: ‘Tan mezquina caridad no alcanza a todos; el pueblo no te seguirá.’ Y dijo el príncipe: ‘Jamás he ofrecido a los dioses menos sacrificios en animales, jades o sedas de los que se les debe; siempre he procedido de buena fe.’ Y Tsao replicó: ‘Esa fe mezquina no inspira confianza; los dioses no te bendecirán.’ El príncipe añadió: ‘Aunque no puedo ocuparme personalmente de los detalles de todos los procesos, grandes y pequeños, siempre me atengo a la justicia.’ Y Tsao concluyó: ‘Eso demuestra tu devoción al pueblo. Puedes ir al combate. Cuando partas, permíteme que te acompañe.’ El príncipe lo llevó en su carro y dio la batalla en Changshao. Cuando el príncipe estaba a punto de hacer redoblar el tambor para el ataque, Tsao le dijo: ‘No todavía.’ Sólo después de que el tambor de las tropas de Chi hubo sonado por tercera vez, Tsao indicó: ‘Ahora sí.’ El ejército de Chi fue derrotado, y el príncipe se aprestó a perseguirlo. Tsao le dijo: ‘Todavía no.’ Descendió del carro para examinar las huellas de los vehículos del enemigo, subió luego a las varas de su carro para mirar a lo lejos, y dijo: ‘Ha llegado el momento.’ Entonces comenzó la persecución a las tropas de Chi. Después de la victoria, el príncipe preguntó a Tsao por qué le había dado esos consejos. Tsao respondió: ‘La batalla depende del coraje. Con el primer redoble del tambor el coraje se eleva, con el segundo se debilita y con el tercero se agota. Cuando el coraje del enemigo se había agotado, el nuestro permanecía alto, y por eso triunfamos. Es difícil conocer las intenciones de un gran Estado. Yo temía una emboscada. Pero cuando examiné las huellas de los carros del enemigo y advertí que se entrecruzaban confusamente, y cuando miré a lo lejos y vi sus banderas cayendo en desorden, aconsejé perseguirlo.'»

Este fue un caso en que un Estado débil resistió a uno fuerte. En este relato se habla de la preparación política para la guerra — conquistar la confianza del pueblo –, del terreno favorable para pasar a la contraofensiva — Changshao –, del momento favorable para iniciar la contraofensiva — cuando el coraje del enemigo se había agotado y el nuestro permanecía alto — y del momento para comenzar la persecución — cuando las huellas de los carros del enemigo se entrecruzaban confusamente y sus banderas caían en desorden. Aunque no trata de una gran batalla, este relato expone los principios de la defensiva estratégica. La historia de las guerras de China registra numerosos ejemplos de victorias logradas de acuerdo con estos principios: la batalla de Chengkao entre Chu y Jan[24], la de Kunyang entre Sin y Jan[25], la de Kuantu entre Yuan Shao y Tsao Tsao[26], la de Chipi entre Wu y Wei[27], la de Yiling entre Wu y Shu[28] y la de Feishui entre Chin y Tsin[29], etc. En todas estas batallas famosas, los dos bandos contendientes eran desiguales; el débil comenzó por retroceder un paso y ganó la iniciativa atacando después de que el enemigo hubo atacado, y así logró vencerlo.

Nuestra guerra comenzó en el otoño de 1927. Entonces no teníamos ninguna experiencia. El Levantamiento de Nanchang[30] y el Levantamiento de Cantón[31] fracasaron. Durante el Levantamiento de la Cosecha de Otoño[32], las tropas del Ejército Rojo en los límites entre Junán, Jupei y Chiangsí también sufrieron varias derrotas y se desplazaron a las montañas Chingkang, en los límites entre Junán y Chiangsí. En abril del año siguiente, las unidades que sobrevivieron al fracaso del Levantamiento de Nanchang también llegaron a las montañas Chingkang a través del Sur de Junán. En mayo de 1928, sin embargo, ya se habían elaborado los principios básicos de la guerra de guerrillas, principios rudimentarios pero adecuados a las condiciones de aquel tiempo. Se expresaban en esta fórmula de dieciséis caracteres: «Cuando el enemigo avanza, retrocedemos; cuando acampa, lo hostigamos; cuando se fatiga, lo atacamos; cuando se retira, lo perseguimos.» Estos principios militares fueron aprobados por el Comité Central antes de la línea de Li Li-san. Más tarde, nuestros principios sobre operaciones tuvieron un nuevo desarrollo. Durante nuestra lucha contra la primera campaña de «cerco y aniquilamiento» en la base de apoyo de Chiangsí, se planteó el principio de «atraer al enemigo para que penetre profundamente», y se puso en práctica con éxito. Cuando derrotamos la tercera campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento», ya se había formulado una serie completa de principios para las operaciones del Ejército Rojo. Esto marcó una nueva etapa en el desarrollo de nuestros principios militares, que se enriquecieron considerablemente en su contenido y experimentaron muchas modificaciones en su forma, principalmente en el sentido de que superaron su antiguo carácter rudimentario; sin embargo, los principios fundamentales continuaron siendo los mismos expresados en la fórmula de dieciséis caracteres. Esta fórmula incluía los principios fundamentales para la lucha contra las campañas de «cerco y aniquilamiento». Comprendía las dos etapas: la defensiva estratégica y la ofensiva estratégica, y, en la defensiva, comprendía las dos fases: la retirada estratégica y la contraofensiva estratégica. Lo que vino después no fue más que un desarrollo de esa fórmula.

Pero a partir de enero de 1932, después de que el Partido publicó la resolución sobre la «lucha por la victoria primero en una o varias provincias después de aplastar la tercera campaña de ‘cerco y aniquilamiento'», resolución que contenía serios errores de principio, los oportunistas de «izquierda» emprendieron la lucha contra los principios correctos, finalmente los echaron por la borda y los reemplazaron por una serie completa de principios que eran lo contrario de los anteriores y que llamaban «nuevos principios» o «principios regulares». De ahí en adelante, los antiguos principios ya no podían ser considerados como regulares, sino que debían ser rechazados corno «guerrillerismo». Reinó durante tres años enteros un ambiente de lucha contra el «guerrillerismo». En la primera etapa de esta lucha predominó el aventurerismo militar, que en la segunda se convirtió en conservatismo militar y finalmente, en la tercera, vino a parar en tendencia a la huida. Sólo en la reunión ampliada del Buró Político del Comité Central del Partido celebrada en enero de 1935 en Tsunyi, provincia de Kuichou, fue cuando se declaró en bancarrota esta línea errónea y se reafirmó la justeza de la antigua línea. °Pero, a qué precio!

Los camaradas que se oponían enérgicamente al «guerrillerismo» argumentaban: Es erróneo atraer al enemigo para que penetre profundamente, pues así tenemos que abandonar mucho territorio. Aunque en el pasado hemos logrado victorias de esa manera, ¿no es distinta ahora la situación? Más aún, ¿no es mejor vencer al enemigo sin abandonar ningún territorio?, ¿y no es aún mejor derrotar al enemigo en sus propias regiones o en los límites de sus regiones con las nuestras? Los antiguos principios no tienen nada de «regulares», sólo son métodos usados por las guerrillas. Ahora hemos establecido nuestro propio Estado, y nuestro Ejército Rojo se ha convertido en un ejército regular. Nuestra guerra contra Chiang Kai-shek ya es una guerra entre dos Estados, entre dos grandes ejércitos. La historia no debe repetirse; hay que abandonar por completo el «guerrillerismo». Los nuevos principios son «totalmente marxistas», en tanto que los antiguos fueron creados por las guerrillas en las montañas, y en las montañas no hay marxismo. Los nuevos principios, antítesis de los antiguos, son: «Enfrentar uno a diez, diez a cien, luchar valiente y decididamente, y explotar la victoria persiguiendo al enemigo sin detenerse»; «Atacar en todo el frente»; «Tomar las ciudades principales» y «Golpear con dos puños en dos direcciones a la vez». Los métodos para hacer frente al ataque del enemigo son: «Detener al enemigo al otro lado de la puerta del Estado», «Ganar la iniciativa golpeando primero», «No permitir que rompan nuestras ollas y cacharros», «No ceder ni una pulgada de terreno», «Dividir las fuerzas en seis direcciones». La lucha contra la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento» es «la batalla decisiva entre el camino revolucionario y el camino colonial» una guerra de embestidas breves y repentinas, una guerra de blocaos, una guerra de desgaste, una «guerra prolongada». Y a eso se añadía la concepción de un servicio de retaguardia grande y una centralización absoluta del mando. Finalmente, todo esto terminó en un «cambio de casa» en gran escala. Y quien no aceptase tales cosas había de ser castigado, tachado de oportunista, etc., etc.

Es indudable que todas estas teorías y prácticas eran erróneas. Eran subjetivismo. Eran manifestación, en circunstancias favorables, del fanatismo y precipitación revolucionarios pequeñoburgueses, que, en tiempos de adversidad, a medida que la situación empeoraba, se transformaban sucesivamente en temeridad desesperada, conservatismo y tendencia a la huida. Todo esto era la teoría y la práctica de gentes impulsivas e ignorantes. No tenía el menor asomo de marxismo; era antimarxista.

Ahora trataremos sólo de la retirada estratégica, que en Chiangsí se llamaba «atraer al enemigo para que penetre profundamente» y en Sechuán, «contraer el frente». Ningún teórico o práctico militar del pasado ha negado jamás que es éste el principio que en la etapa inicial de la guerra debe adoptar un ejército débil en sus operaciones contra un ejército fuerte. Un experto militar extranjero ha dicho que en las operaciones estratégicamente defensivas, por regla general, se evita al comienzo la batalla decisiva en condiciones desfavorables y se la busca sólo cuando las condiciones se han vuelto favorables. Esto es totalmente correcto, y nada tenemos que agregar.

El objetivo de la retirada estratégica es conservar el potencial bélico y preparar la contraofensiva. La retirada es necesaria, porque no ceder ni un paso ante el ataque de un enemigo fuerte, significa inevitablemente poner en peligro la conservación de las fuerzas propias. Pero, en el pasado muchas personas se oponían con obstinación a la retirada, considerándola como una «línea oportunista, puramente defensiva». Nuestra historia ha demostrado que su oposición era completamente errónea.

Al preparar una contraofensiva, debemos elegir y crear ciertas condiciones favorables para nosotros y desfavorables para el enemigo, a fin de lograr un cambio en la correlación de fuerzas, antes de entrar en la fase de la contraofensiva.

Según nuestra pasada experiencia, antes de poder considerar que la situación es favorable para nosotros y desfavorable para el enemigo y pasar a la contraofensiva, en general debemos lograr, durante la fase de la retirada, por lo menos dos de las condiciones siguientes:

1) apoyo activo de la población al Ejército Rojo;
2) terreno favorable para nuestras operaciones;
3) concentración de todas las fuerzas principales del Ejército Rojo;
4) conocimiento de los puntos débiles del enemigo;
5) cansancio y desmoralización a que hemos reducido al enemigo, y
6) errores del enemigo inducidos por nosotros.

La primera condición, el apoyo activo de la población, es la más importante para el Ejército Rojo. Esta condición implica la existencia de bases de apoyo. Más aún, dada esta condición, se pueden crear o descubrir con facilidad las condiciones cuarta, quinta y sexta. Por eso cuando el enemigo lanza una amplia ofensiva contra el Ejército Rojo, éste se retira generalmente de las zonas blancas a las bases de apoyo, donde la población lo apoya más activamente en su lucha contra el ejército blanco. Dentro de una misma base de apoyo también hay diferencia entre las regiones periféricas y la central. La población de la región central es más digna de confianza que la de las periféricas en lo que se refiere a evitar la filtración de informaciones, al reconocimiento, al transporte, a la participación en la guerra, etc. Por eso, en la lucha contra la primera, segunda y tercera campañas de «cerco y aniquilamiento» en Chiangsí, fueron escogidos como «punto final de la retirada» aquellos lugares donde la primera condición, el apoyo popular, se cumplía muy bien o bastante bien. En virtud de esta característica, o sea, la existencia de las bases de apoyo, las operaciones del Ejército Rojo difieren grandemente de las operaciones en general. Esta característica fue también la razón principal por la cual el enemigo tuvo que recurrir más tarde a la guerra de blocaos.

Una de las ventajas de operar en líneas interiores reside en que un ejército que se retira puede elegir libremente el terreno favorable y forzar al ejército atacante a actuar según su voluntad. Un ejército débil, para derrotar a otro fuerte, tiene que elegir con cuidado un terreno favorable como campo de batalla. Pero esta condición no es suficiente por sí sola; deben presentarse otras, en primer lugar, el apoyo de la población, y luego, una unidad enemiga vulnerable, por ejemplo, una unidad que está cansada o ha cometido errores, o una unidad que está avanzando en una dirección dada y que tiene una capacidad combativa relativamente baja. En ausencia de estas condiciones, aun cuando hayamos encontrado un terreno favorable, tendremos que abandonarlo y continuar retrocediendo a fin de crear las condiciones deseadas. En las zonas blancas, también se pueden encontrar terrenos ventajosos, pero allí no se presenta la condición favorable del activo apoyo popular. Y si las demás condiciones aún no se han creado o descubierto, el Ejército Rojo tendrá que retirarse a sus bases de apoyo. Lo mismo puede decirse, en términos generales, de la diferencia entre las regiones periféricas y la central de una base de apoyo.

En principio, todas nuestras tropas de choque deben ser concentradas, a excepción de las tropas locales y las fuerzas de contención. Sin embargo, cuando ataca a un adversario que ha pasado a la defensiva estratégica, el Ejército Rojo divide a menudo sus fuerzas. Una vez que el enemigo ha lanzado una gran ofensiva, el Ejército Rojo efectúa una «retirada convergente». El punto final de la retirada se fija por lo común en la parte central de la base de apoyo, pero a veces también se puede fijar en la parte delantera o en la posterior, según lo exijan las circunstancias. Semejante retirada convergente permite concentrar todas las fuerzas principales del Ejército Rojo.

Otra condición indispensable para un ejército débil que lucha contra uno poderoso es escoger como blanco de su ataque las unidades débiles de éste. Pero al comienzo de la ofensiva del enemigo, sucede frecuentemente que entre sus unidades que avanzan en diferentes direcciones, ignoramos cuál es la más poderosa y cuál la sigue en poderío, cuál la más débil y cuál no lo es tanto. Para saberlo, hay que efectuar reconocimientos, que a menudo requieren mucho tiempo. Esta constituye otra razón por la cual es necesaria la retirada estratégica.

Si el enemigo que ataca es muy superior a nosotros tanto en efectivos como en poderío, no podemos alcanzar el objetivo de producir un cambio en la correlación de fuerzas hasta que aquél haya penetrado profundamente en nuestras bases de apoyo y haya probado todas las amarguras que le esperan allí, tal como lo anotó el jefe del estado mayor de una de las brigadas de Chiang Kai-shek, durante la tercera campaña de «cerco y aniquilamiento»: «Nuestros soldados gordos se han consumido hasta quedar en los huesos, y los flacos, hasta morir» o como lo comentó Chen Ming-shu, comandante de la columna occidental del ejército del Kuomintang para la campaña de «cerco y aniquilamiento»: «Por todas partes el Ejército Nacional anda a oscuras mientras el Ejército Rojo marcha a plena luz.» En tales condiciones el ejército enemigo, aunque todavía fuerte, se ve muy debilitado; sus soldados están cansados y desmoralizados y muchos de sus puntos vulnerables quedan al descubierto. Y el Ejército Rojo, aunque débil, conserva su fuerza, acumula energías y espera descansado al enemigo fatigado. En este momento, generalmente es posible que entre las dos fuerzas se logre cierto equilibrio, o que se convierta en relativa la superioridad absoluta del enemigo y que también se haga relativa nuestra inferioridad absoluta; incluso puede ocurrir que el enemigo se torne inferior y nosotros superiores. En la lucha contra la tercera campaña de «cerco y aniquilamiento» en Chiangsí, el Ejército Rojo efectuó una retirada extrema (se concentró en la parte posterior de la base de apoyo). Pero, de no proceder así, no habría podido derrotar al enemigo, porque éste era más de diez veces superior en número al Ejército Rojo. Al decir Sun Tsi: «Evitad el combate cuando el enemigo está lleno de vigor, golpeadlo cuando se encuentra fatigado y debilitado», aludía a la necesidad de fatigar y desmoralizar al enemigo a fin de reducir su superioridad.

El último objetivo de la retirada es descubrir los errores del enemigo o inducirlo a cometer errores. Hay que comprender que a ningún comandante enemigo, por hábil que sea, le es posible no cometer errores durante un período relativamente largo. Por consiguiente, siempre tenemos la posibilidad de aprovechar los errores del enemigo. Este puede cometer errores, igual que nosotros a veces nos equivocamos y le damos la posibilidad de aprovecharse de ello. Además, con nuestras acciones podemos inducir al enemigo a cometer errores, por ejemplo, mediante lo que Sun Tsi llamaba «crear apariencias» (simular un ataque en el Este pero golpear por el Oeste o, en otras palabras, amagar en el Este pero atacar por el Oeste). Si queremos lograr esto, el punto final de nuestra retirada no debe limitarse a una zona determinada. En ocasiones, cuando hemos llegado a esa zona y aún no hemos encontrado ninguna oportunidad de aprovechar los errores del enemigo, tenemos que retirarnos más y esperar a que se nos presente tal oportunidad.

Tales son, hablando en términos generales, las condiciones favorables que buscamos en el curso de nuestra retirada. Pero esto no significa que no podamos pasar a la contraofensiva antes de que se hayan presentado todas estas condiciones. No es posible ni necesaria que concurran todas estas condiciones al mismo tiempo. Pero un ejército débil que opera en líneas interiores contra un enemigo fuerte, debe esforzarse por lograr ciertas condiciones indispensables según la situación del enemigo en el momento dado. Toda opinión contraria a este respecto es incorrecta.

Al fijar el punto final de la retirada, debemos partir de la situación en su conjunto. Es erróneo fijarlo en un lugar que nos parece favorable para pasar a la contraofensiva desde el punto de vista de una situación parcial, pero que no lo es desde el punto de vista de la situación en su conjunto. Pues, como nuestra contraofensiva siempre se inicia en una escala parcial, debemos tener en cuenta, al comienzo de ella, los cambios que puedan producirse más tarde. Unas veces, el punto final de la retirada debe fijarse en la parte delantera de nuestra base de apoyo, como ocurrió en nuestras segunda y cuarta contracampañas en Chiangsí y en nuestra tercera contracampaña en la Región Fronteriza de Shensí-Kansú; otras veces, en la parte central de la base de apoyo, como ocurrió en nuestra primera contracampaña en Chiangsí, y otras, en la parte posterior, como en nuestra tercera contracampaña en la misma provincia. En todos estos casos la decisión fue tomada teniendo en cuenta la relación entre la situación parcial y la situación en su conjunto. En el curso de nuestra quinta contracampaña en Chiangsí, nuestro ejército no consideró en absoluto la retirada, porque no tomó en cuenta ni la situación parcial ni la general; esto fue pura temeridad. Una situación está compuesta de una serie de factores. Cuando examinamos la relación entre la situación parcial y la general, nuestro juicio debe basarse en si los factores del lado enemigo y del nuestro, que se manifiestan en la situación parcial y en la general, favorecen en cierta medida nuestro paso a la contraofensiva.

El punto final de la retirada puede fijarse, por lo general, en la parte delantera, central o posterior de nuestra base de apoyo. Sin embargo, ¿significa eso que nos negamos rotundamente a combatir en las zonas blancas? No. Nos negamos a hacerlo sólo al enfrentar grandes campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento». únicamente cuando existe una enorme disparidad de fuerzas entre el enemigo y nosotros, nos pronunciamos por retirarnos a nuestra base de apoyo y atraer al enemigo para que penetre profundamente, de acuerdo con el principio de conservar las fuerzas y esperar el momento oportuno para aplastar al adversario, porque sólo de este modo podemos crear o descubrir condiciones favorables para nuestra contraofensiva. Si la situación no es tan grave, o si su gravedad es tal que el Ejército Rojo no puede pasar a la contraofensiva ni siquiera en su base de apoyo, o si la contraofensiva sufre un revés y es necesario continuar retirándonos para producir un cambio en la situación, entonces debemos admitir, al menos en teoría, que se puede fijar el punto final de la retirada en una zona blanca, aunque hemos tenido muy poca experiencia al respecto.

En cuanto al punto final de nuestra retirada en una zona blanca, también pueden darse, en términos generales, tres casos: 1) delante de nuestra base de apoyo, 2) en los flancos de ésta, y 3) detrás de ella. He aquí un ejemplo del primer caso:

Durante nuestra primera contracampaña en Chiangsí, si no hubieran existido desunión dentro del Ejército Rojo ni división en las organizaciones locales del Partido, dos difíciles problemas creados por la línea de Li Li-san y el Grupo A-B[33], habría sido concebible que concentrásemos nuestras fuerzas en el triángulo Chían-Nanfeng-Changshu y lanzásemos desde allí la contraofensiva. Porque entonces las fuerzas enemigas que avanzaban entre los ríos Kanchiang y Fushui no eran muy superiores al Ejército Rojo (cien mil hombres contra cuarenta mil). Aunque desde el punto de vista del apoyo popular, las condiciones allí no eran tan buenas como en nuestra base de apoyo, el terreno era favorable; más aún, habría sido posible aprovechar el avance del enemigo en columnas aisladas para aplastarlas una por una.

Veamos ahora un ejemplo del segundo caso:

Durante nuestra tercera contracampaña en Chiangsí, si la ofensiva del enemigo no hubiese sido tan amplia, si una de las columnas enemigas hubiera avanzado desde la zona de Chienning-Lichuan-Taining en los límites entre Fuchién y Chiangsí, y si el poderío de esa columna nos hubiera permitido atacarla, habría sido concebible que el Ejército Rojo pudiera concentrar sus fuerzas en la zona blanca, en el Oeste de Fuchién, y aplastar primero a esa columna, sin haber tenido que dar un gran rodeo de mil li para llegar a Singkuo a través de Yuichín.

Finalmente, un ejemplo del tercer caso:

Durante la misma tercera contracampaña en Chiangsí, si las fuerzas principales del enemigo no se hubieran dirigido hacia el Oeste, sino hacia el Sur, probablemente nos habríamos visto obligados a retirarnos a la zona de Juichang S¸nwu-Anyuan (una zona blanca) para atraer al enemigo más hacia el Sur, y luego el Ejército Rojo habría podido avanzar, de Sur a Norte, sobre el interior de la base de apoyo, donde las fuerzas enemigas no habrían sido en ese momento muy numerosas.

Sin embargo, estos ejemplos no son sino hipótesis, que no se basan en la experiencia; pueden ser considerados como casos excepcionales, y no como principios generales. Para nosotros, cuando el enemigo lanza una amplia campaña de «cerco y aniquilamiento», el principio general es atraerlo para que penetre profundamente, retirarnos a la base de apoyo para combatir allí, porque éste es nuestro más seguro método para aplastar su ofensiva.
Los que abogan por «detener al enemigo al otro lado de la puerta del Estado» se oponen a la retirada estratégica, arguyendo que retirarnos significa perder territorio, causar perjuicios a la población («permitir que rompan nuestras ollas y cacharros», como dicen ellos) y provocar una repercusión desfavorable fuera de nuestras zonas. Durante nuestra quinta contracampaña afirmaron que, cada vez que retrocediéramos un paso, el enemigo empujaría sus blocaos un paso adelante, con lo cual la base de apoyo se empequeñecería continuamente y nos sería imposible recuperar el territorio perdido. Según ellos, si bien la táctica de atraer al enemigo para que penetre profundamente había sido útil en otros tiempos, resultaba inútil contra la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento», en que el enemigo recurría a la guerra de blocaos. Sólo podíamos luchar contra esta campaña mediante el método de dividir nuestras fuerzas para la defensa y lanzar embestidas breves y repentinas.

Es fácil responder a estas afirmaciones, y nuestra historia ya lo ha hecho. En cuanto a la pérdida de territorio, a menudo sucede que éste sólo se puede conservar perdiéndolo. Este es el principio de «dar a fin de tomar». Si lo que perdemos es territorio, y lo que ganarnos es la victoria Sobre el enemigo más la recuperación y hasta la ampliación de nuestro territorio, entonces se trata de un buen negocio. En las transacciones comerciales, si el comprador no «pierde» algún dinero, no puede obtener mercancías; si el vendedor no «pierde» algunas mercancías, no puede conseguir dinero. Las pérdidas en un movimiento revolucionario significan destrucción, pero lo que se gana es construcción de carácter progresista. Durante el sueño y el descanso se pierde tiempo, pero se gana energía para el trabajo del día siguiente. Si algún imbécil no entiende esto y se niega a dormir, no tendrá energías al otro día. Ese es un negocio a pérdida. Precisamente por esta causa perdimos en la quinta campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento». Por no querer perder una parte del territorio, lo perdimos en su totalidad. Abisinia también perdió todo su territorio, porque luchó sin flexibilidad, aunque ésa no fue la única causa de su derrota.

Lo mismo rige en relación con el problema de causar perjuicios a la población. El no tolerar que las ollas y los cacharros de algunas familias sean rotos por cierto tiempo, será permitir que las ollas y los cacharros de toda la población sean destrozados durante largo tiempo. El temer a una repercusión política temporalmente desfavorable, lo pagaremos con una repercusión desfavorable durante largo tiempo. Después de la Revolución de Octubre, si los bolcheviques rusos hubieran seguido los puntos de vista de los «comunistas de izquierda» y se hubieran negado a firmar el tratado de paz con Alemania, los Soviets recién nacidos habrían corrido el peligro de perecer[34].

Estas opiniones «izquierdistas», aparentemente revolucionarias, provienen de la precipitación revolucionaria propia de los intelectuales pequeñoburgueses y del estrecho conservatismo de los pequeños productores campesinos. Los que sostienen tales opiniones miran los problemas sólo de modo unilateral y son incapaces de examinar la situación en su conjunto; no quieren vincular los intereses de hoy con los de mañana, o los intereses parciales con los del conjunto, sino que se aferran con uñas y dientes a lo parcial y a lo temporal. Es cierto que debemos aferrarnos con tenacidad a aquello de lo parcial y lo temporal que, en las circunstancias concretas del momento, es ventajoso, y especialmente decisivo, para la situación en su conjunto y para todo el período dado, pues de otro modo nos convertiríamos en partidarios de dejar que las cosas sigan su propio curso o de no intervenir en su marcha. Precisamente por eso, es necesario que la retirada tenga un punto final. Pero no debemos, en modo alguno, dejarnos llevar por la miopía de los pequeños productores. Tenemos que aprender de los bolcheviques su sagacidad. La vista sola no es suficiente, debemos contar con la ayuda del telescopio y del microscopio. El método marxista sirve de telescopio y microscopio en los asuntos políticos y militares.

Por supuesto, la retirada estratégica presenta dificultades. Elegir el momento para iniciar la retirada y el punto final de la misma, y convencer políticamente a los cuadros y a la población de la necesidad de la retirada, son todos problemas difíciles, que debemos resolver.

El problema de determinar el momento para comenzar la retirada es de mucha importancia. Si en nuestra primera contracampaña en Chiangsí, el comienzo de la retirada no hubiese sido tan oportuno como lo fue, es decir, si se hubiese demorado, habría sido afectada por lo menos la amplitud de nuestra victoria. Por supuesto, es perjudicial comenzar la retirada demasiado temprano o demasiado tarde. Pero, hablando en términos generales, una retirada tardía causa más daños que una prematura. Una retirada a tiempo nos permite mantener plenamente la iniciativa, lo cual ayuda en gran medida a que pasemos a la contraofensiva cuando, después de llegar al punto final de la retirada, hayamos reagrupado nuestras fuerzas y esperado descansadamente al enemigo fatigado. En la lucha para aplastar la primera, segunda y cuarta campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento» en Chiangsí, pudimos hacer frente al enemigo con aplomo y sin prisa. Sólo en la tercera campaña, el Ejército Rojo tuvo que dar apresuradamente un gran rodeo para concentrarse, y sus combatientes se fatigaron mucho, porque no esperábamos que el enemigo pudiese organizar una nueva ofensiva con tanta prontitud después de haber sufrido una derrota aplastante en la segunda campaña (nuestra segunda contracampaña terminó el 29 de mayo de 1931 y el 1.ƒ de julio Chiang Kai-shek comenzó su tercera campaña de «cerco y aniquilamiento»). El momento para iniciar la retirada se determina del mismo modo que el comienzo de la fase preparatoria de una contracampaña, como hemos dicho más arriba, es decir, enteramente sobre la base de las informaciones necesarias recogidas y de la apreciación de nuestra situación general y de la del enemigo.

Convencer a los cuadros y a la población civil de la necesidad de la retirada estratégica es una tarea sumamente difícil cuando ellos aún no tienen experiencia en este aspecto, y cuando la dirección militar no ha alcanzado todavía un prestigio tal que le permita concentrar en unas pocas personas, o incluso en una sola, la autoridad para decidir la retirada estratégica, y contar al mismo tiempo con la confianza de los cuadros. Debido a que éstos carecían de experiencia y de fe en la retirada estratégica, tropezamos con grandes dificultades en este problema, al comienzo de la primera y cuarta contracampañas y durante toda la quinta. En la primera contracampaña, los cuadros bajo la influencia de la línea de Li Li-san no estuvieron en favor de la retirada sino del ataque, hasta que se les convenció de lo contrario. En la cuarta contracampaña, los cuadros bajo la influencia del aventurerismo militar se opusieron a los preparativos para la retirada estratégica. En la quinta contracampaña, al comienzo persistieron en los puntos de vista del aventurerismo militar, que se oponían a la táctica de atraer al enemigo para que penetre profundamente, pero luego cayeron en el conservatismo militar. Los partidarios de la línea de Chang Kuo-tao no reconocieron la imposibilidad de establecer nuestras bases de apoyo en las regiones pobladas por las nacionalidades tibetana y jui[35] hasta que se estrellaron contra el muro. Este es otro ejemplo concreto. La experiencia es indispensable para los cuadros; el fracaso es, en verdad, madre del éxito. Pero también es necesario aprender con modestia de la experiencia ajena. Es puro «empirismo estrecho» insistir en la experiencia personal en todos los casos y, a falta de ella, apegarse obstinadamente a las propias opiniones rechazando la experiencia de los demás. Esto nos ha hecho sufrir muchas pérdidas en la guerra.

La desconfianza del pueblo en la necesidad de una retirada estratégica, desconfianza determinada por su inexperiencia, nunca fue mayor que durante la primera contracampaña en Chiangsí. En esa época, todas las organizaciones locales del Partido y las masas populares de los distritos de Chían, Singkuo y Yungfeng se oponían a la retirada del Ejército Rojo. Pero después que adquirieron experiencia en la primera contracampaña, este problema no volvió a presentarse en las contracampañas siguientes. Todo el mundo comprendió que la pérdida de parte del territorio de la base de apoyo y los sufrimientos del pueblo eran temporales, y tuvo la convicción de que el Ejército Rojo podía desbaratar las campañas de «cerco y aniquilamiento». Sin embargo, la fe del pueblo está íntimamente ligada a la de los cuadros, y por eso la primera y principal tarea consiste en convencer a los cuadros.

La retirada estratégica está enteramente orientada a pasar a la contraofensiva, y no es sino la primera fase de la defensiva estratégica. El problema decisivo de toda la estrategia es si la victoria puede ser lograda en la fase siguiente, la fase de la contraofensiva.

4. CONTRAOFENSIVA ESTRATEGICA
Para derrotar la ofensiva de un enemigo que tiene una superioridad absoluta, nos apoyamos en la situación creada en la fase de nuestra retirada estratégica, situación favorable para nosotros y desfavorable para el enemigo y diferente de la que existía al comienzo de la ofensiva enemiga. Esta situación es el resultado de diversos factores. De todo esto hemos hablado más arriba.

Sin embargo, la existencia de condiciones y de una situación favorables para nosotros y desfavorables para el enemigo no significa aún la derrota de éste. Esas condiciones y esa situación convierten en posibilidad, pero no en realidad, nuestra victoria y la derrota del enemigo: ni ésta ni aquélla se han hecho realidad para ninguno de los dos ejércitos contendientes. A fin de que se produzca la victoria o la derrota, es necesaria una batalla decisiva entre los dos ejércitos. Sólo esta batalla puede resolver el problema de quién es el vencedor y quién el vencido. He aquí la única tarea durante la fase de la contraofensiva estratégica. La contraofensiva representa un largo proceso, constituye la fase más fascinante y más dinámica de la defensiva y es también su fase final. Lo que se llama defensa activa se refiere principalmente a esta contraofensiva estratégica de carácter decisivo.

Las condiciones y la situación no sólo se crean en la fase de la retirada estratégica, sino que continúan creándose en la fase de la contraofensiva. En esta última no son, ni por su forma ni por su carácter, exactamente iguales a lo que eran en la primera fase.

Lo que puede permanecer igual por su forma y carácter es, por ejemplo, la fatiga y bajas del enemigo ahora acrecentadas, que no son sino la continuación de la fatiga y bajas de la fase anterior.

Pero es inevitable que surjan condiciones y una situación enteramente nuevas. Por ejemplo, cuando el enemigo haya sufrido una o varias derrotas, las condiciones favorables para nosotros y desfavorables para él ya no se limitarán a su fatiga, etc., sino que se agregará un nuevo factor: que ha sufrido derrotas. La situación también experimentará nuevos cambios. Las fuerzas enemigas comenzarán a desplazarse en desorden y actuarán equivocadamente, y, por consiguiente, la correlación de fuerzas entre los dos ejércitos resultará distinta a la de antes.

Pero en el caso de que no sea el enemigo sino nuestro ejército el que ha sufrido una o varias derrotas, las condiciones y la situación cambiarán en sentido contrario, es decir, se reducirán las condiciones desfavorables para el enemigo, mientras que las desfavorables para nosotros comenzarán a aparecer y aun a agravarse. Y éste será otro fenómeno totalmente nuevo y diferente.

La derrota de cualquiera de los dos bandos conduce directa y rápidamente a que el vencido realice nuevos esfuerzos por salvarse de una situación peligrosa, por librarse de las nuevas condiciones y de la nueva situación que le son desfavorables pero favorables para su adversario, y por volver a crear unas condiciones y una situación favorables para él y desfavorables para el enemigo, a fin de poder ejercer presión sobre éste.

El lado triunfante, por el contrario, se esforzará al máximo por explotar su victoria e infligir un daño aún mayor al enemigo, por aumentar o desarrollar las condiciones y la situación que le son favorables, y por frustrar el intento de su adversario de librarse de sus condiciones desfavorables y salvarse de la situación peligrosa.

Así, para cualquiera de los dos lados, la lucha en la etapa de la batalla decisiva es la más intensa, la más compleja, la más variable, y también la más difícil y ardua de toda la guerra o campaña; desde el punto de vista del comando, es el momento más delicado de todos.

Muchos problemas se plantean en la fase de la contraofensiva. Los principales son: la iniciación de la contraofensiva, la concentración de las fuerzas, la guerra de movimientos, la guerra de decisión rápida y la guerra de aniquilamiento.

Trátese de una contraofensiva o de una ofensiva, los principios para resolver estos problemas son en esencia los mismos. En este sentido podemos decir que una contraofensiva es una ofensiva.

No obstante, una contraofensiva no es exactamente una ofensiva. Los principios de la contraofensiva se aplican cuando el enemigo está a la ofensiva, y los principios de la ofensiva, cuando el enemigo está a la defensiva. En este sentido, existen ciertas diferencias entre la contraofensiva y la ofensiva.

Por esta razón, aunque en el presente capítulo sobre la defensiva estratégica, en el análisis de la contraofensiva se incluyen diversos problemas relativos a la conducción de las operaciones y aunque en el capítulo sobre la ofensiva estratégica sólo se tratarán otros problemas para evitar la repetición, no debemos perder de vista, en la aplicación práctica, ni las similitudes ni las diferencias entre la contraofensiva y la ofensiva.

5. INICIACION DE LA CONTRAOFENSIVA
El problema de la iniciación de la contraofensiva es el de la llamada «batalla inicial» o «batalla preliminar».

Muchos expertos militares burgueses recomiendan prudencia en la batalla inicial, tanto en la defensiva estratégica como en la ofensiva estratégica, pero especialmente en la primera. En el pasado, nosotros también planteamos seriamente este problema. Las operaciones contra las cinco campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento» en Chiangsí nos han dado una rica experiencia, y no es inútil examinarla.

En la primera campaña de «cerco y aniquilamiento», las fuerzas enemigas, alrededor de cien mil hombres, avanzaron en ocho columnas, desde la línea Chían-Chienning hacia el Sur, sobre la base de apoyo del Ejército Rojo. Este contaba entonces con unos cuarenta mil hombres, concentrados en la zona de Juangpi-Siaopu del distrito de Ningtu, provincia de Chiangsí.

La situación era la siguiente:

1) Las fuerzas enemigas para operaciones de «aniquilamiento» no pasaban de cien mil hombres, y ninguna de las unidades pertenecía a las propias tropas de Chiang Kai-shek; por lo tanto, la situación general no era muy grave.
2) La división enemiga al mando de Luo Lin, que defendía Chían, se encontraba al otro lado del río Kanchiang, en su ribera occidental.
3) Tres divisiones enemigas, al mando de Kung Ping-fan, Chang Jui-tsan y Tan Tao-yuan respectivamente, habían ocupado la zona de Futien-Tungku-Lungkang-Yuantou, al Sureste de Chían y al Noroeste de Ningtu. Las fuerzas principales de la división de Chang Jui-tsan se encontraban en Lungkang, y las de la división de Tan Tao-yuan, en Yuantou. No convenía elegir Futien y Tungku como campos de batalla, porque los habitantes de esos lugares, engañados por el Grupo A-B, momentáneamente desconfiaban del Ejército Rojo e incluso se mostraban hostiles a él.
4) La división enemiga bajo el mando de Liu Je-ting estaba muy lejos, en Chienning, en la zona blanca de la provincia de Fuchién, y era poco probable que entrara en Chiangsí.
5) Las otras dos divisiones enemigas, bajo el mando de Mao Ping-wen y S¸ Ke-siang, habían llegado a la zona de Toupi-Luokou-Tungshao, entre Kuangchang y Ningtu. Toupi estaba en la zona blanca, Luokou en una zona guerrillera, y Tungshao era un lugar donde difícilmente se podían mantener en secreto nuestras acciones, porque había allí elementos del Grupo A-B. Además, si atacábamos a las divisiones de Mao Ping-wen y S¸ Ke-siang y avanzábamos luego hacia el Oeste, habría peligro de que las tres divisiones enemigas acantonadas en el Oeste (las de Chang Jui-tsan, Tan Tao-yuan y Kung Ping-fan) se concentraran, lo que nos haría difícil vencer e imposible dar una solución final al problema.
6) La división enemiga de Chang Jui-tsan y la de Tan Tao-yuan, que constituían las fuerzas principales del enemigo, pertenecían a las propias tropas de Lu Ti-ping, comandante en jefe de la campaña de «cerco y aniquilamiento» y gobernador de la provincia de Chiangsí; además, Chang Jui-tsan era el comandante del frente. Si esas dos divisiones eran aniquiladas, quedaría fundamentalmente aplastada la campaña de «cerco y aniquilamiento». Cada una de esas dos divisiones tenía más o menos catorce mil hombres y además, la división de Chang Jui-tsan se hallaba acantonada en dos lugares distintos, de modo que si atacábamos cada vez a una división, tendríamos una superioridad absoluta.
7) La zona de Lungkang-Yuantou, donde estaban acantonadas las fuerzas principales de las divisiones de Chang Jui-tsan y Tan Tao-yuan, se encontraba cerca del lugar donde estaban concentradas nuestras tropas. Más aún, contando allí con un activo apoyo popular, nuestras fuerzas podían acercarse al enemigo sin que éste lo advirtiera.
8) El terreno en Lungkang nos era ventajoso. Yuantou no era fácil de atacar. Si el enemigo nos atacaba en Siaopu, teníamos allí también un terreno favorable.
9) En el sector de Lungkang podíamos concentrar la mayor cantidad posible de tropas. Además, en Singkuo, a unas decenas de li al Suroeste de Lungkang, contábamos con una división independiente de más de mil hombres, que podía, mediante un movimiento envolvente, maniobrar en la retaguardia del enemigo.
10) Si nuestras tropas efectuaban una ruptura en el centro y abrían una brecha en el frente del enemigo, sus columnas al Este y al Oeste quedarían cortadas en dos grupos separados por una gran distancia.

Por los motivos anteriores, decidimos dar nuestra primera batalla contra dos brigadas de Chang Jui-tsan, que constituían sus fuerzas principales, y contra el cuartel general de su división; logramos aplastarlos, aniquilando totalmente una fuerza de nueve mil hombres y capturando al propio comandante de la división, sin dejar escapar ni un solo hombre ni un solo caballo. Después de esta victoria, la división de Tan Tao-yuan huyó presa de pánico hacia Tungshao, y la de S¸ Ke-siang, hacia Toupi. Nuestro ejército persiguió entonces a la división de Tan Tao-yuan y aniquiló la mitad de ella. Dimos dos batallas en cinco días (del 27 de diciembre de 1930 al 1.ƒ de enero de 1931), y las fuerzas enemigas en Futien, Tungku y Toupi, temerosas de ser derrotadas, se retiraron en desorden. Así terminó la primera campaña de «cerco y aniquilamiento».
La situación en la segunda campaña de «cerco y aniquilamiento» era la siguiente:

1) Las fuerzas enemigas para operaciones de «aniquilamiento» ascendían a doscientos mil hombres; el comandante en jefe era Je Ying-chin, con su cuartel general en Nanchang.
2) En esta campaña, como en la primera, ninguna de las unidades enemigas pertenecía a las propias tropas de Chiang Kai-shek. Entre esas unidades, el XIX Ejército de Tsai Ting-kai, el XXVI Ejército de Sun Lien-chung y el VIII Ejército de Chu Shao-liang eran fuertes o relativamente fuertes; el resto era relativamente débil.
3) El Grupo A-B había sido eliminado y toda la población de la base de apoyo respaldaba al Ejército Rojo.
4) El V Ejército de Wang Chin-yu, recién llegado del Norte, nos temía, y más o menos lo mismo podía decirse de las dos divisiones de Kuo Jua-tsung y de Jao Meng-ling, que constituían su flanco izquierdo.
5) Si nuestras tropas atacaban primero Futien y luego avanzaban arrolladoramente hacia el Este, podíamos extender la base de apoyo a la zona de Chienning-Lichuan-Taining, en los límites entre Fuchién y Chiangsí, y acumular recursos materiales con miras a aplastar la siguiente campaña de «cerco y aniquilamiento». Si avanzábamos hacia el Oeste, el río Kanchiang limitaría nuestra posibilidad de expansión después de la batalla. Volvernos hacia el Este después de terminada la batalla fatigaría a nuestro ejército y significaría pérdida de tiempo.
6) En relación con la primera campaña, nuestros efectivos habían disminuido algo, a poco más de treinta mil hombres, pero, por otro lado, nuestras tropas habían tenido cuatro meses para recuperarse y acumular energías.
Por estas razones, decidimos dar nuestra primera batalla contra las fuerzas de Wang Chin-yu y de Kung Ping fan (once regimientos en total), acantonadas en la zona de Futien. Después de haber ganado esta batalla, atacamos sucesivamente a las unidades de Kuo Jua-tsung, Sun Lien-chung, Chu Shao-liang y Liu Je-ting. En quince días (del 16 al 30 de mayo de 1931) cubrimos a pie una distancia de setecientos li, realizamos cinco batallas, capturamos más de veinte mil fusiles y aplastamos completamente la campaña de «cerco y aniquilamiento». Cuando atacábamos a Wang Chin-yu, nos encontrábamos entre las unidades de Tsai Ting-kai y las de Kuo Jua-tsung, a unos diez li de éstas y a unos cuarenta li de aquéllas. Algunos dijeron que nos estábamos «metiendo en un callejón sin salida», pero logramos pasar. Esto se debió principalmente a que operábamos en nuestra base de apoyo y, además, a que no hubo coordinación entre las unidades enemigas. Después de derrotada la división de Kuo Jua-tsung, la de Jao Meng-ling huyó durante la noche hacia Yungfeng, salvándose así del desastre.
La situación en la tercera campaña de «cerco y aniquilamiento» era la siguiente:

1) Chiang Kai-shek dirigía personalmente la campaña como comandante en jefe. Tenía bajo su mando tres comandantes de columna. Je Ying-chin, comandante de la columna central, tenía su cuartel general junto con el de Chiang Kai-shek en Nanchang; Chen Ming-shu, comandante de la columna derecha, lo tenía en Chían, y Chu Shao-liang, comandante de la columna izquierda, en Nanfeng.
2) Las fuerzas enemigas para operaciones de «aniquilamiento» ascendían a trescientos mil hombres. Las principales, con unos cien mil hombres, eran de las propias tropas de Chiang Kai-shek y constaban de cinco divisiones (con nueve regimientos cada una) al mando de Chen Cheng, Luo Chuo-ying, Chao Kuan-tao, Wei Li-juang y Chiang Ting-wen, respectivamente. Además de ellas, había otras tres divisiones, con cuarenta mil hombres, al mando de Chiang Kuang-nai, Tsai Ting-kai y Jan Te-chin, y luego las tropas de Sun Lien-chung, con veinte mil soldados. Las fuerzas restantes, que tampoco pertenecían a las propias tropas de Chiang Kai-shek, eran relativamente débiles.
3) La estrategia del enemigo en sus operaciones de «aniquilamiento», que consistía en «penetrar impetuosamente», era muy diferente de la de «consolidar cada paso a medida que se avanza» empleada en su segunda campaña. El objetivo era empujar al Ejército Rojo hacia el río Kanchiang y aniquilarlo allí.
4) Sólo hubo un intervalo de un mes entre el final de la segunda campaña de «cerco y aniquilamiento» y el comienzo de la tercera. El Ejército Rojo (con unos treinta mil hombres) no había tenido tiempo para descansar ni para reponer sus bajas después de duros combates y, además, acababa de dar un rodeo de mil li para concentrarse en Singkuo, en la parte occidental de su base de apoyo del Sur de Chiangsí, cuando el enemigo lo presionó de cerca desde varias direcciones.

En tal situación, el primer plan que adoptamos consistía en salir de Singkuo y abrir una brecha en Futien pasando por Wanan, avanzar luego arrolladoramente de Oeste a Este a través de las líneas de comunicación de la retaguardia enemiga, dejando así que las fuerzas principales del enemigo penetraran profunda pero inútilmente en nuestra base de apoyo del Sur de Chiangsí. Esa debía ser la primera fase de nuestra operación. Cuando el enemigo volviese hacia el Norte, sus tropas estarían muy fatigadas, y podríamos aprovechar la oportunidad para golpear sus unidades vulnerables. Esa debía ser la segunda fase. La idea central de este plan era evitar encuentros con las fuerzas principales del enemigo y golpearlo en sus puntos débiles. Pero cuando nuestras fuerzas avanzaban hacia Futien, fueron descubiertas por el enemigo, que trasladó allí rápidamente las dos divisiones de Chen Cheng y de Luo Chuo-ying. Tuvimos que cambiar el plan y volver a Kaosings¸ (en la parte occidental de Singkuo). En ese momento nos quedaban sólo este punto y sus alrededores, algunas decenas de li cuadrados, para poder concentrarnos. Un día después de nuestra concentración, decidimos avanzar impetuosamente hacia el Este, en dirección de Lientang (en el Este del distrito de Singkuo), Liangtsun (en el Sur del distrito de Yungfeng) y Juangpi (en el Norte del distrito de Ningtu). Esa misma noche, protegidos por la oscuridad, pasamos por un corredor de cuarenta li de ancho entre la división de Chiang Ting-wen y las fuerzas de Chiang Kuang-nai, Tsai Ting-kai y Jan Te-chin, y llegarnos a Lientang. Al día siguiente, tuvimos una escaramuza con las avanzadas de las tropas de Shangkuan Yun-siang (quien comandaba su propia división y la de Jao Meng-ling). Al tercer día atacamos a la división de Shangkuan Yun-siang: fue nuestra primera batalla; la segunda fue al cuarto día contra la división de Jao Meng-ling; después de una marcha de tres días, llegamos a Juangpi y sostuvimos nuestra tercera batalla contra la división de Mao Ping-wen. Ganamos las tres batallas y capturamos más de diez mil fusiles. En ese momento, las fuerzas principales del enemigo, que avanzaban hacia el Oeste y el Sur, viraron hacia el Este. Enfocando su atención en Juangpi, convergieron sobre ese punto a marchas forzadas con el propósito de trabar combate con nosotros. Se nos aproximaron recurriendo a una maniobra de cerco enorme y compacto. Mientras tanto, nos escurrimos a través de una región de altas montañas, por un corredor de veinte li de ancho entre las tropas de Chiang Kuang-nai, Tsai Ting-kai y Jan Te-chin, por un lado, y las de Chen Cheng y Luo Chuo-ying, por el otro, y así, volviendo de Este a Oeste, nos concentramos en el distrito de Singkuo. Cuando el enemigo nos descubrió y comenzó a avanzar de nuevo hacia el Oeste, nuestras fuerzas ya habían tenido medio mes de descanso. En cambio, las tropas enemigas, hambrientas, fatigadas y desmoralizadas, ya no podían más y decidieron retirarse. Aprovechando su retirada, atacamos a las fuerzas de Chiang Kuang-nai, Tsai Ting-kai, Chiang Ting-wen y Jan Te-chin, y aniquilarnos una brigada de Chiang Ting-wen y la división de Jan Te-chin. No habiendo podido decidir el desenlace del combate con las divisiones de Chiang Kuang-nai y Tsai Ting-kai, las dejarnos escapar.

La situación en la cuarta campaña de «cerco y aniquilamiento» era la siguiente: Las tropas enemigas avanzaban en tres columnas sobre Kuangchang. La columna oriental constituía sus fuerzas principales. Las dos divisiones que formaban la columna occidental aparecieron ante nosotros y se fueron aproximando al lugar donde nuestras tropas estaban concentradas. Por lo tanto, tuvimos la oportunidad de atacar primero la columna occidental, en la parte sur del distrito de Yijuang, y de un golpe aniquilamos las dos divisiones de Li Ming y de Chen Shi-chi. El enemigo envió entonces dos divisiones de su columna oriental para apoyar a la columna central, y siguió avanzando. Logramos aniquilar otra división, en la parte sur del distrito de Yijuang. En estas dos batallas capturamos más de diez mil fusiles, y la campaña de «cerco y aniquilamiento» quedó aplastada en lo fundamental.

En la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento», el enemigo adoptó, en su avance, una nueva estrategia basada en la guerra de blocaos, y tomó primero Lichuan. Pero nosotros, con la intención de recuperar Lichuan y detener al enemigo más allá del límite de la base de apoyo, atacamos Siaoshi, una sólida posición enemiga que se encontraba en la zona blanca al Norte de Lichuan. Fracasado este ataque, pasamos a atacar Tsisichiao, otra sólida posición enemiga que se encontraba también en la zona blanca, al Sureste de Siaoshi, y otra vez fracasamos. Luego, anduvimos buscando combates entre las fuerzas principales del enemigo y sus blocaos, y fuimos reducidos a una situación de completa pasividad. A todo lo largo de nuestra quinta contracampaña, que duró un año entero, no tuvimos ninguna iniciativa ni dinamismo. Al final, nos vimos obligados a abandonar nuestra base de apoyo de Chiangsí.

La experiencia militar adquirida durante estas cinco contracampañas demuestra que la primera batalla de la contraofensiva es de extrema importancia si el Ejército Rojo, hallándose a la defensiva, quiere aplastar a las poderosas fuerzas enemigas para operaciones de «aniquilamiento». El desenlace de la primera batalla ejerce una tremenda influencia sobre la situación en su conjunto, influencia que se hace sentir inclusive en la última batalla. De esto se derivan las siguientes conclusiones:

En primer lugar, hay que ganar la primera batalla. Sólo podemos entablar el combate cuando la situación del enemigo, el terreno y el apoyo popular nos son favorables y desfavorables para el enemigo y cuando estamos perfectamente seguros de vencer. De lo contrario, es preferible retroceder, actuar ron cautela y esperar la ocasión. Semejante ocasión se presentará tarde o temprano; no debemos aceptar precipitadamente el combate. En la primera contracampaña, pensarnos en un principio atacar a las fuerzas de Tan Tao-yuan y avanzamos dos veces, pero cada vez tuvimos que contenernos y regresar, porque el enemigo no se apartó de sus posiciones dominantes establecidas en las alturas de Yuantou. Unos días más tarde encontramos a la división de Chang Jui-tsan, que era fácil de atacar. En la segunda contracampaña, nuestras fuerzas avanzaron hasta Tungku, donde, con el solo fin de esperar que las tropas de Wang Chin-yu abandonaran su fuerte posición de Futien, nos apostamos cerca del enemigo durante veinticinco días, incluso a riesgo de revelar nuestra presencia; rechazamos todas las proposiciones impacientes de realizar un ataque inmediato, y al cabo logramos nuestro objetivo. En la tercera contracampaña, aunque nos hallábamos en medio de una situación tempestuosa y habíamos dado un rodeo de mil li, y a pesar de que el enemigo había descubierto nuestro plan de flanquearlo, actuamos con paciencia, nos replegamos, cambiamos nuestro plan inicial por el de efectuar una ruptura en el centro y finalmente dimos con éxito la primera batalla en Lientang. En la cuarta contracampaña, después de nuestro fracaso en la ofensiva sobre Nanfeng, nos replegamos sin vacilar y finalmente viramos hacia el flanco derecho del enemigo, concentramos nuestras fuerzas en la zona de Tungshao y dimos en la parte sur del distrito de Yijuang una batalla que terminó con un gran triunfo nuestro. Sólo en la quinta contracampaña no se tuvo en cuenta para nada la importancia de la primera batalla. Alarmadas con la sola pérdida de la ciudad de Lichuan y en el intento de recuperarla, nuestras fuerzas avanzaron hacia el Norte al encuentro del enemigo. Luego, en vez de considerar como la primera batalla el inesperado encuentro con el enemigo en S¸nkou, que terminó con nuestra victoria (una división enemiga fue aniquilada), y tomar en cuenta los cambios que esa batalla necesariamente provocaría, se lanzó temerariamente un ataque contra Siaoshi, sin asegurarse del éxito. Así, desde el primer paso se perdió la iniciativa. Esta es la peor, la más estúpida manera de combatir.

En segundo lugar, el plan para la primera batalla tiene que ser el prólogo y parte orgánica del plan para toda la campaña. Sin un buen plan para toda la campaña es absolutamente imposible sostener con verdadero éxito la primera batalla. Es decir, aunque se logre la victoria en la primera batalla, si ésta perjudica a la campaña en su conjunto en lugar de beneficiarla, sólo puede ser considerada como una derrota (por ejemplo la batalla de S¸nkou en nuestra quinta contracampaña). Por lo tanto, antes de dar la primera batalla, debemos tener una idea general de cómo se sostendrán la segunda, la tercera, la cuarta y hasta la última batalla, y qué cambios se producirán en la situación general del enemigo después de cada una de nuestras victorias o de cada una de nuestras derrotas. Aunque el resultado no deba necesariamente, y de hecho no pueda en absoluto, coincidir en todos los detalles con lo que esperamos, debemos pensarlo todo con cuidado y en forma realista, a la luz de nuestra situación general y la del enemigo. Sin un plan para toda la partida de ajedrez, es imposible hacer un movimiento realmente eficaz.

En tercer lugar, también es preciso considerar cómo operar en la siguiente fase estratégica. Todo el que tenga a su cargo la dirección estratégica, no habrá cumplido con su deber si se ocupa sólo de la contraofensiva y no considera las medidas a tomar después del triunfo o en caso de derrota. En una fase estratégica determinada, el estratega debe tener en cuenta las fases subsiguientes o, por lo menos, la que sigue inmediatamente. Aunque es difícil prever los cambios futuros, y cuanto más lejos se mira más borrosas parecen las cosas, es posible hacer un cálculo general, y es necesario tener una apreciación de las perspectivas lejanas. Limitar la mirada al paso que se está dando es un método de dirección nocivo, no sólo en política sino también en la guerra. Cada vez que se da un paso, hay que ver los cambios concretos que surgen de él y, con arreglo a esos cambios, modificar o desarrollar los planes estratégicos y de operaciones; de otro modo se cometerá el error de lanzarse de cabeza sin pensar en los peligros. Por otra parte, es absolutamente indispensable tener un plan a largo plazo, concebido en términos generales y que abarque toda una fase estratégica y hasta varias fases. La falta de un plan de este tipo conducirá a la incertidumbre y nos atará de pies y manos, lo cual servirá de hecho a los fines estratégicos del enemigo, condenándonos a la pasividad. Es preciso tener en cuenta que el alto mando del enemigo tiene cierta perspicacia estratégica. Sólo podemos conseguir victorias estratégicas cuando, adiestrándonos, hayamos alcanzado un nivel superior al del enemigo. La dirección estratégica tanto de la línea oportunista de «izquierda» en la quinta campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento» como de la línea de Chang Kuo-tao fue errónea principalmente porque no se observó esta condición. En una palabra, en la fase de la retirada tenemos que prever la de la contraofensiva; en la fase de la contraofensiva, la de la ofensiva, y en la fase de la ofensiva, de nuevo la de la retirada. No hacer caso de todo esto y limitar la visión a las ventajas y desventajas del momento, equivale a seguir el camino de la derrota.

Ganar la primera batalla, tener en cuenta el plan de toda la campaña y considerar la fase estratégica que sigue inmediatamente, son los tres principios que no hay que olvidar jamás cuando se comienza la contraofensiva, es decir, cuando se da la primera batalla.

6. CONCENTRACION DE LAS FUERZAS
La concentración de las fuerzas parece fácil, pero en la práctica resulta bastante difícil. Todo el mundo sabe que lo mejor es utilizar a muchos para derrotar a pocos. Sin embargo, mucha gente no procede así; por el contrario, divide a menudo sus fuerzas. Esto se debe a que tales jefes militares no tienen una mentalidad estratégica y se desorientan en circunstancias complejas; en consecuencia, se dejan llevar por ellas, pierden la iniciativa y recurren al método de tapar los agujeros.

Por compleja, grave y dura que sea la situación, lo que debe hacer un jefe militar, antes que nada, es organizar y emplear sus fuerzas de manera independiente y con iniciativa. Con frecuencia puede verse forzado por el enemigo a la pasividad, pero lo importante es recuperar la iniciativa con rapidez. Si no lo logra, el resultado será una derrota.

La iniciativa nao es algo imaginario, sino algo concreto y material. A este respecto lo más importante es conservar y concentrar una fuerza lo más grande posible y con espíritu combativo.

A decir verdad, en la defensiva es fácil perder la iniciativa. La defensiva ofrece muchas menos posibilidades para el pleno desarrollo de la iniciativa que la ofensiva. Sin embargo, es posible dar a la defensiva, que es pasiva en la forma, un contenido activo y pasar de la fase pasiva en la forma a la fase activa tanto en la forma como en el contenido. En apariencia, una retirada estratégica completamente planificada se realiza bajo presión, pero en realidad tiene por objeto conservar las fuerzas y esperar el momento oportuno para aplastar al enemigo, atraerlo para que penetre profundamente y prepararse para la contraofensiva. Sólo el rehusar retroceder y aceptar precipitadamente el combate (como en la batalla de Siaoshi), es en realidad perder la iniciativa, aunque en apariencia da la impresión de que se lucha por asegurarla. La contraofensiva estratégica no solamente es activa en el contenido, sino que también en la forma abandona la pasividad del período de la retirada. Para el enemigo, nuestra contraofensiva significa un esfuerzo por privarlo de su iniciativa y reducirlo a la pasividad.

Las condiciones indispensables para alcanzar plenamente este objetivo son la concentración de las fuerzas, la guerra de movimientos, la guerra de decisión rápida y la guerra de aniquilamiento, de las cuales la concentración de las fuerzas es la primera y la más importante.

La concentración de las fuerzas es necesaria para cambiar la situación entre el enemigo y nosotros. En primer lugar, es necesaria para invertir los papeles entre los dos bandos con relación al avance y la retirada. Antes el enemigo avanzaba y nosotros retrocedíamos; ahora procuramos conseguir que seamos nosotros quienes avancemos y el enemigo quien retroceda. Cuando concentramos nuestras tropas y ganamos un combate, logramos este objetivo en ese combate y eso ejerce influencia sobre toda la campaña.

En segundo lugar, la concentración de las fuerzas es necesaria para invertir los papeles entre los dos bandos con relación a la ofensiva y la defensiva. En la defensiva, la retirada pertenece fundamentalmente, hasta su punto final, a la fase pasiva, es decir, a la fase de la «defensa». La contraofensiva pertenece a la fase activa, o sea, a la fase del «ataque». Aunque durante toda la etapa de la defensiva estratégica, la contraofensiva no pierde su carácter defensivo, ésta, comparada con la retirada, representa un cambio no sólo de forma, sino también de contenido. La contraofensiva es el paso de la defensiva estratégica a la ofensiva estratégica; reviste el carácter de preludio de la ofensiva estratégica. La concentración de las fuerzas persigue precisamente ese fin.

En tercer lugar, la concentración de las fuerzas es necesaria para invertir los papeles entre los dos bandos con relación a las operaciones en líneas interiores y exteriores. Un ejército que opera en líneas estratégicamente interiores tiene muchas desventajas, y esto es así especialmente en el caso del Ejército Rojo, que se halla enfrentado a las campañas de «cerco y aniquilamiento». Pero en las campañas o combates podemos cambiar esta situación y debemos hacerlo incuestionablemente. Convertir una gran campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento» en multitud de pequeñas y separadas camparlas de cerco y aniquilamiento de nuestras tropas contra el enemigo; transformar el ataque convergente que el adversario lanza contra nosotros en escala estratégica, en una serie de ataques convergentes que lanzaremos contra el adversario en el plano de las campañas o combates; convertir la superioridad estratégica del enemigo en superioridad nuestra sobre él en las campañas o combates; colocar al enemigo que está en una posición estratégicamente fuerte en una posición débil en el plano de las campañas o combates, y pasar, al mismo tiempo, de nuestro estado de debilidad estratégica a un estado de fortaleza en las campañas o combates. Es a todo esto a lo que llamamos operaciones en líneas exteriores dentro de las operaciones en líneas interiores, campañas de cerco y aniquilamiento dentro de la campaña de «cerco y aniquilamiento», bloqueo dentro del bloqueo, ofensiva dentro de la defensiva, superioridad dentro de la inferioridad, fortaleza dentro de la debilidad, ventajas dentro de las desventajas, e iniciativa dentro de la pasividad. La victoria en la defensiva estratégica depende, en lo fundamental, de la concentración de las fuerzas.

En la historia militar del Ejército Rojo de China, este problema ha sido con frecuencia tema de importantes controversias. En la batalla de Chían del 4 de octubre de 1930, avanzamos y atacamos antes de que nuestras fuerzas estuviesen concentradas por completo. Por fortuna las fuerzas enemigas (la división de Teng Ying) huyeron por iniciativa propia; nuestro ataque, en sí mismo, resultó infructuoso.

A partir de 1932, se planteó la consigna de «Atacar en todo el frente», que exigía que se lanzaran ataques desde la base de apoyo en todas las direcciones: hacia el Norte, el Sur, el Este y el Oeste. Esto es erróneo no sólo en la defensiva estratégica, sino también en la ofensiva estratégica. Mientras no se produzca un cambio radical en toda la correlación de fuerzas entre el enemigo y nosotros, tanto la estrategia como la táctica comprenden la defensiva y la ofensiva, la contención y el asalto, y «atacar en todo el frente» es algo rarísimo en la práctica. Semejante consigna es una expresión del igualitarismo militar que acompaña al aventurerismo militar.

En 1933, los partidarios del igualitarismo militar formularon la teoría de «golpear con dos puños en dos direcciones a la vez» dividieron en dos a las fuerzas principales del Ejército Rojo, intentando conquistar victorias simultáneas en dos direcciones estratégicas. Como resultado de esto, uno de los puños permaneció inactivo, mientras que el otro se fatigó en los combates y, lo que es peor, se perdió la ocasión de lograr la más grande victoria posible de ese momento. En mi opinión, cuando nos vemos frente a un enemigo poderoso, debemos emplear nuestro ejército, sea cual fuere su fuerza numérica, en una sola dirección principal en un momento determinado, y no en dos direcciones a la vez. No me opongo a operaciones en dos o más direcciones, pero en cada momento dado debe haber sólo una dirección principal. Si el Ejército Rojo de China, que apareció en el escenario de la guerra civil como una fuerza pequeña y débil, ha podido derrotar repetidas veces a su poderoso enemigo y asombrar al mundo con sus victorias, se debe en gran medida a que ha aplicado el principio de concentración de las fuerzas. Esto se puede demostrar examinando cualquiera de nuestras grandes victorias. La fórmula de «enfrentar uno a diez y diez a cien» se refiere a la estrategia, a la guerra en su conjunto y a la correlación general de fuerzas entre el enemigo y nosotros. En este sentido, eso es, efectivamente, lo que hemos hecho. Pero esta fórmula no se refiere a las campañas ni a la táctica, en las que jamás debemos proceder así. Tanto en la contraofensiva como en la ofensiva, siempre debemos concentrar una gran fuerza para golpear a una parte del enemigo. Cada vez que no concentramos nuestras fuerzas lo pagamos caro, como en la batalla contra Tan Tao-yuan en la zona de Tungshao, distrito de Ningtu, provincia de Chiangsí, en enero de 1931; en la que se dio contra el XIX Ejército en la zona de Kaosings¸, distrito de Singkuo, Chiangsí, en agosto de 1931; en la batalla contra Chen Chi-tang en la zona de Shuikous¸, distrito de Nansiung, provincia de Kuangtung, en julio de 1932, y en la batalla contra Chen Cheng en la zona de Tuantsun, distrito de Lichuan, Chiangsí, en marzo de 1934. Batallas como la de Shuikous¸ y la de Tuantsun fueron generalmente consideradas como victorias o incluso como grandes victorias (en la primera fueron desbaratados veinte regimientos de Chen Chi-tang y en la segunda doce regimientos de Chen Cheng), pero nosotros jamás aplaudimos tales victorias y, en cierto sentido, incluso podemos calificarlas de derrotas. En nuestra opinión, una victoria tiene poca importancia cuando no nos trae ningún botín o cuando el botín no es mayor que nuestras pérdidas. Nuestra estrategia es «enfrentar uno a diez», y nuestra táctica es «enfrentar diez a uno»: éste es uno de los principios fundamentales en que nos basamos para derrotar al enemigo.

El igualitarismo militar llegó a su punto culminante durante nuestra quinta contracampaña en 1934. Se consideraba que «dividiendo las fuerzas en seis direcciones» y «resistiendo en todo el frente», podíamos vencer al enemigo, pero finalmente fue el enemigo el que nos derrotó, y todo esto se explica por el miedo a perder territorio. Naturalmente, es difícil evitar la pérdida de territorio cuando se concentran las fuerzas principales para operar en una dirección determinada y se dejan sólo fuerzas de contención en otras. Pero semejante pérdida es temporal y parcial, y se compensará con la victoria en la dirección en que efectuemos nuestro asalto. Una vez lograda esta victoria, se puede recuperar lo perdido en las direcciones en que hemos realizado nuestras operaciones de contención. Durante la primera, segunda, tercera y cuarta campañas de «cerco y aniquilamiento» del enemigo, sufrimos pérdidas de territorio, y particularmente en la tercera campaña, en que se perdió casi por completo la base de apoyo del Ejército Rojo en Chiangsí. Pero al final nuestro territorio no sólo fue recuperado, sino incluso ampliado.

La subestimación de la fuerza del pueblo en nuestras bases de apoyo conduce con frecuencia a temer injustificadamente que el Ejército Rojo se aleje demasiado de esas bases. Esto sucedió en 1932, cuando el Ejército Rojo de Chiangsí inició una larga marcha para atacar la ciudad de Changchou, provincia de Fuchién, y también en 1933, cuando viró para atacar Fuchién después de la victoria en nuestra cuarta contracampaña. En el primer caso, había temor de que el enemigo se apoderara de toda la base de apoyo, y en el segundo, de que se apoderara de parte de ella. En consecuencia, había oposición a concentrar las fuerzas e insistencia en dividirlas para defender la base de apoyo. Pero en ambos casos el resultado demostró que ése era un temor infundado. Pues de una parte, el enemigo teme penetrar en nuestra base de apoyo, y además, el peligro principal a sus ojos es el Ejército Rojo que penetra en la zona blanca para trabar combate allí. Su atención se concentra siempre en donde se hallan las fuerzas regulares del Ejército Rojo. Es muy raro que el enemigo aparte su atención de estas fuerzas para dirigirla sólo a nuestra base de apoyo. Incluso cuando el Ejército Rojo se halla a la defensiva, sigue siendo el centro de la atención del enemigo. Reducir nuestra base de apoyo forma parte del plan general del enemigo, pero si el Ejército Rojo concentra las fuerzas principales y aniquila a una de sus columnas, el alto mando enemigo se verá obligado a dedicar aún mayor atención al Ejército Rojo y a concentrar fuerzas aún mayores contra él. De ahí que sea posible frustrar el plan enemigo de reducir el territorio de nuestra base de apoyo.

También es erróneo afirmar que «durante la quinta campaña de ‘cerco y aniquilamiento’, en la cual el enemigo recurrió a la guerra de blocaos, nos era imposible operar con fuerzas concentradas, y todo lo que podíamos hacer era dividirlas para la defensa y lanzar embestidas breves y repentinas». La táctica enemiga de construir blocaos después de un avance de tres o cinco, ocho o diez li, se debió exclusivamente a que el Ejército Rojo ofrecía resistencia paso por paso. La situación habría sido sin duda distinta si nuestro ejército hubiera abandonado la táctica de la defensa paso por paso en sus líneas interiores, y hubiera dado un rodeo y penetrado en las líneas interiores del enemigo para atacarlo cuando fuera necesario y posible. El principio de concentración de las fuerzas constituye precisamente el medio para derrotar la guerra de blocaos del enemigo.

La concentración de las fuerzas que propugnamos no implica el abandono de la guerra popular de guerrillas. Como se ha demostrado ya hace tiempo, la línea de Li Li-san, que rechazaba la «pequeña» guerra de guerrillas y exigía que «se concentrara hasta el último fusil en el Ejército Rojo», era errónea. Desde el punto de vista de la guerra revolucionaria en su conjunto, la guerra popular de guerrillas y las operaciones de las fuerzas regulares del Ejército Rojo se complementan como las dos manos del hombre. Si contáramos sólo con las fuerzas regulares del Ejército Rojo, sin la guerra popular de guerrillas, seríamos como un guerrero manco. En términos concretos, y especialmente desde el punto de vista de las operaciones militares, cuando hablamos de la población de la base de apoyo como una condición, queremos decir que contamos con un pueblo armado. Esta es la razón fundamental por la cual el enemigo teme aproximarse a nuestra base de apoyo.

También es necesario emplear destacamentos del Ejército Rojo para operaciones en direcciones secundarias; no todas las fuerzas de éste deben ser concentradas. La concentración de las fuerzas que propugnamos se basa en el principio de garantizarnos la superioridad absoluta o relativa en el campo de batalla. Para hacer frente a un enemigo fuerte o combatir en un campo de batalla de importancia vital, debemos contar con una superioridad absoluta de fuerzas. Por ejemplo, en la batalla inicial de la primera contracampaña, el 30 de diciembre de 1930, concentramos una fuerza de cuarenta mil hombres contra los nueve mil de Chang Jui-tsan. Al hacer frente a un enemigo débil o al operar en un campo de batalla sin gran importancia, basta con una fuerza relativamente superior. Por ejemplo, el 29 de mayo de 1931, en la última batalla de la segunda contracampaña, el Ejército Rojo, en su ataque a la ciudad de Chienning, empleó sólo algo más de diez mil hombres contra los siete mil de la división de Liu Je-ting.

Eso no quiere decir que sea necesario contar con una fuerza superior en todas las ocasiones. En ciertas circunstancias podemos salir al combate con fuerzas relativa o absolutamente inferiores. Veamos un ejemplo del empleo de una fuerza relativamente inferior. Supongamos que, en un sector determinado, el Ejército Rojo sólo dispone de una fuerza relativamente pequeña (no se trata del caso en que, contando con más tropas, no las ha concentrado). Entonces, para aplastar el ataque de un enemigo superior en una situación en que el apoyo popular, el terreno y el tiempo nos son muy favorables, es evidentemente necesario contener, con unidades guerrilleras o pequeños destacamentos, el centro y uno de los flancos del enemigo, y concentrar todas las demás fuerzas del Ejército Rojo para un ataque por sorpresa contra un sector del otro flanco; de esta manera es posible lograr la victoria. En nuestro ataque por sorpresa a dicho sector del flanco enemigo, se aplica también el principio de emplear una fuerza superior contra otra inferior, de utilizar a muchos para derrotar a pocos. El mismo principio se aplica igualmente cuando entramos en batalla contando con una fuerza absolutamente inferior, por ejemplo, cuando una unidad guerrillera realiza una operación por sorpresa contra una gran agrupación del ejército blanco y ataca sólo a una pequeña parte de ella.

La afirmación de que la concentración de una gran fuerza para operaciones en un solo campo de batalla está sujeta a las limitaciones de terreno, caminos, avituallamiento, alojamiento, etc., también tiene que ser considerada a la luz de circunstancias distintas. Estas limitaciones afectan en diferente grado al Ejército Rojo y al ejército blanco, porque el primero es capaz de soportar mayores dificultades que el segundo.

Derrotamos a muchos con pocos: así se lo declaramos a las fuerzas gobernantes de China en su conjunto. Pero también derrotamos a pocos con muchos: así se lo declaramos a cada parte de las fuerzas enemigas contra las cuales luchamos en el campo de batalla. Esto ya no es un secreto; el enemigo, en general, conoce bien nuestro modo de actuar. Pero no puede impedir nuestras victorias ni evitar sus pérdidas, porque no sabe cuándo ni dónde actuaremos de esta manera. Esto lo mantenemos en secreto. Por lo común, el Ejército Rojo opera por sorpresa.

7. GUERRA DE MOVIMIENTOS
¿Guerra de movimientos o guerra de posiciones? Respondemos: guerra de movimientos. Cuando no tenemos grandes fuerzas ni reservas de municiones y cuando en cada base de apoyo sólo disponemos de una unidad del Ejército Rojo para enviarla adonde haya que combatir, la guerra de posiciones, en lo fundamental, nos resulta inútil. Para nosotros, la guerra de posiciones es, en general, inaplicable tanto en la defensa como en el ataque.

Una de las características destacadas de las operaciones del Ejército Rojo, que emana del hecho de que el enemigo es fuerte y el Ejército Rojo débil en equipo técnico, es la ausencia de un frente de operaciones estable.

Los frentes de operaciones del Ejército Rojo son determinados por la dirección en que opera. La inestabilidad de esta dirección implica la de los frentes de operaciones del Ejército Rojo. Aunque la dirección general no cambia en un período determinado, las direcciones particulares dentro de ésta pueden cambiar en cualquier momento. Cuando somos contenidos en una dirección, tenemos que pasar a otra. Si después de un tiempo también nos vemos contenidos en la dirección general, tenemos que cambiar incluso ésta.

En una guerra civil revolucionaria, los frentes de operaciones no pueden ser estables; tal fue también el caso de la Unión Soviética. La situación del ejército soviético se diferenciaba de la del nuestro sólo en que sus frentes no eran tan inestables como los nuestros. En ninguna guerra puede haber un frente de operaciones absolutamente estable, porque los cambios — victorias o derrotas, avances o retiradas — lo impiden. Sin embargo, se dan con frecuencia frentes de operaciones relativamente estables en las guerras en general. Sólo hay excepciones cuando se trata de un ejército que lucha con un enemigo mucho más fuerte, como es el caso del Ejército Rojo de China en la etapa actual.

La inestabilidad de los frentes de operaciones conduce a la inestabilidad del territorio de nuestras bases de apoyo, que se dilatan y se contraen constantemente. Sucede a menudo que mientras aparece una base de apoyo, otra desaparece. Esta variabilidad de nuestro territorio está condicionada enteramente por la movilidad de las operaciones militares.

La movilidad de las operaciones militares y la variabilidad de nuestro territorio dan a todo el trabajo de construcción en nuestras bases de apoyo un carácter variable. Todo plan en este sentido que abarque varios años está fuera de consideración. Los frecuentes cambios en los planes son para nosotros un fenómeno corriente.

Es útil que reconozcamos esta característica. Debemos elaborar nuestros planes sobre esta base, y no forjarnos ilusiones acerca de una guerra puramente ofensiva, una guerra sin retirada, ni alarmarnos por la variación temporal de nuestro territorio y de la retaguardia de nuestro ejército, ni tratar de trazar planes concretos a largo plazo. Debemos adaptar nuestro pensamiento y nuestro trabajo a las circunstancias, estar dispuestos a establecernos y también a marchar, y tener siempre a mano nuestra mochila de raciones. Sólo a costa de los esfuerzos que hacemos en nuestra vida errante de hoy, podremos conseguir una relativa estabilidad para mañana y, al final, la plena estabilidad.

Los partidarios de la línea estratégica de la llamada «guerra regular», que dominaba durante la quinta contracampaña, negaron esta movilidad y se opusieron a lo que ellos llamaban «guerrillerismo». Estos camaradas, que se oponían a la movilidad, actuaban como si fueran gobernantes de un gran Estado, y el resultado fue una extraordinaria y colosal movilidad: la Gran Marcha de veinticinco mil li.

Nuestra república democrática de obreros y campesinos es un Estado, pero actualmente todavía no lo es en el pleno sentido de la palabra. Hoy nos encontramos aún en el período de defensiva estratégica de la guerra civil; nuestro Poder está todavía muy lejos de tener la forma completa de un Estado. Nuestro ejército es todavía muy inferior al ejército enemigo, tanto en efectivos como en equipo técnico; nuestro territorio es aún muy pequeño, y el enemigo sueña constantemente con aniquilarnos y no se dará por satisfecho mientras no lo consiga. En estas condiciones, al definir nuestra política, debemos admitir con franqueza el carácter guerrillero del Ejército Rojo, en lugar de repudiar el guerrillerismo en términos generales. Es inútil sentirnos avergonzados de ello. Por el contrario, ese carácter guerrillero es precisamente nuestra particularidad, nuestro punto fuerte, nuestro medio para derrotar al enemigo. Debemos prepararnos a desechar ese carácter, pero hoy no podemos hacerlo todavía. En el futuro, llegaremos a avergonzarnos de ese carácter y lo desecharemos; pero hoy es algo valioso en que debemos persistir.

«Combatir cuando podamos vencer y cuando no, marcharnos»: tal es la interpretación popular de nuestra actual guerra de movimientos. No hay ningún experto militar en el mundo que estime necesario sólo combatir y niegue la necesidad de marcharse, sólo que nadie marcha tanto como nosotros. En nuestro caso, por lo común dedicamos más tiempo a las marchas que a los combates; ya estaría bien si sostuviéramos en promedio un combate importante por mes. Cuando nos marchamos, lo hacemos siempre con miras a combatir. Toda nuestra orientación estratégica y de operaciones se basa en combatir. No obstante, hay varias circunstancias en las cuales es inconveniente combatir. En primer lugar, no conviene combatir cuando el enemigo que tenemos enfrente es numéricamente superior. En segundo lugar, a veces tampoco conviene combatir cuando las fuerzas del enemigo, aunque no son tan grandes, se hallan muy cerca de otras unidades enemigas. En tercer lugar, hablando en términos generales, no conviene combatir a una fuerza enemiga que no está aislada y que se encuentra fuertemente atrincherada. En cuarto lugar, es inconveniente continuar un combate cuando no hay perspectiva de victoria. En todos estos casos, debemos estar dispuestos a marcharnos. Esto es admisible y necesario, porque nuestro reconocimiento de la necesidad de marcharnos está basado, ante todo, en nuestro reconocimiento de la necesidad de combatir. He aquí la característica fundamental de la guerra de movimientos del Ejército Rojo.
Nuestra guerra es en lo fundamental una guerra de movimientos, pero no rechazamos la guerra de posiciones allí donde es necesaria y posible. Tenemos que reconocer la necesidad de recurrir a la guerra de posiciones cuando, en la defensiva estratégica, defendemos tenazmente algunos puntos clave con miras a contener al enemigo, o cuando, durante nuestra ofensiva estratégica, nos encontramos frente a una fuerza enemiga aislada y privada de toda ayuda. Tenernos ya considerable experiencia en el empleo de los métodos de la guerra de posiciones para vencer al enemigo: hemos tomado muchas ciudades, blocaos y aldeas fortificadas, y hemos abierto brechas en sus posiciones de campaña bastante bien fortificadas. En el futuro tendremos que intensificar nuestros esfuerzos y remediar nuestras insuficiencias en este sentido. Es completamente necesario que aboguemos por el ataque o la defensa de posiciones fortificadas cuando las circunstancias lo exijan y permitan. A lo que nos oponemos hoy es al empleo general de la guerra de posiciones, o a darle la misma importancia que a la guerra de movimientos; esto es lo inadmisible.

¿Acaso no se ha producido ningún cambio, durante los diez años de guerra, en el carácter guerrillero del Ejército Rojo, en la ausencia de frentes de operaciones estables, en la variabilidad del territorio de nuestras bases de apoyo o en la inestabilidad del trabajo de construcción en estas bases? Sí, ha habido cambios. En la primera etapa, que va desde la época de las montañas Chingkang hasta el comienzo de la primera contracampaña en Chiangsí, ese carácter guerrillero y esa variabilidad o inestabilidad eran muy pronunciados. El Ejército Rojo estaba aún en su infancia y las bases de apoyo todavía eran zonas guerrilleras. En la segunda etapa, que se extiende de la primera contracampaña a la tercera, los rasgos señalados antes disminuyeron considerablemente. Se había formado el Ejército del I Frente y nuestras bases de apoyo ya contaban con una población de varios millones de habitantes. En la tercera etapa, comprendida entre el final de la tercera contracampaña y la quinta, ese carácter guerrillero y esa variabilidad o inestabilidad disminuyeron aún más. Ya se habían establecido el Gobierno Central y la Comisión Militar Revolucionaria. La Gran Marcha constituyó la cuarta etapa. Por haber rechazado erróneamente la guerra de guerrillas y la movilidad en pequeña escala, nos embarcamos en una guerra de guerrillas y una movilidad de enorme escala. Ahora nos encontramos en la quinta etapa. Como no conseguimos aplastar la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento» y como se produjo esta gran movilidad, el Ejército Rojo y las bases de apoyo se han visto considerablemente reducidos. Sin embargo, nos hemos instalado firmemente en el Noroeste; hemos consolidado y desarrollado nuestra base de apoyo de la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia. Los ejércitos de tres frentes que constituyen las fuerzas principales del Ejército Rojo se hallan ya bajo un mando único, cosa que no ocurría antes.

Desde el punto de vista del carácter de nuestra estrategia, también se puede decir que el período transcurrido desde los días en las montañas Chingkang hasta la cuarta contracampaña fue una etapa; la quinta contracampaña, otra, y el período que va desde la Gran Marcha hasta ahora, la tercera. Durante nuestra quinta contracampaña, fue rechazada erróneamente la antigua línea correcta; ahora, hemos rechazado con toda razón la errónea línea que se adoptó durante la quinta contracampaña y revivido la justa línea anterior. Pero no descartamos todo lo de la quinta contracampaña ni revivirnos todo lo anterior a ella. Sólo revivimos lo bueno del pasado y rechazamos lo erróneo del período de la quinta contracampaña.

El guerrillerismo tiene dos aspectos. El uno es el carácter irregular, es decir, la descentralización, la falta de unificación, la ausencia de una disciplina estricta, los métodos simplistas de trabajo, etc. Todos estos rasgos los trae el Ejército Rojo del período de su infancia y algunos de ellos eran justamente lo que se necesitaba entonces. Pero a medida que el Ejército Rojo alcanza su etapa superior, debe desembarazarse de todo ello gradual y conscientemente, para hacerse más centralizado, más unificado, más disciplinado y más cuidadoso en su trabajo, en una palabra, para adquirir un carácter más regular. En lo que respecta a la dirección de las operaciones militares, es también necesario reducir en forma gradual y consciente aquellas características guerrilleras que dejan de ser necesarias en la etapa superior. Negarse a progresar en este aspecto y aferrarse obstinadamente a la antigua etapa es inadmisible y perjudicial; es desventajoso para las operaciones en gran escala.

El otro aspecto del guerrillerismo lo constituyen el principio de la guerra de movimientos, el carácter guerrillero de nuestras operaciones estratégicas y de campañas, que todavía nos es necesario, la variabilidad, todavía inevitable, del territorio de nuestras bases de apoyo, la flexibilidad en nuestros planes de construcción de estas bases y el rechazo a dar prematuramente un carácter regular al Ejército Rojo en el curso de su formación. A este respecto, es igualmente inadmisible y dañino, igualmente desventajoso para nuestras operaciones actuales, negar los hechos históricos, oponerse a la conservación de lo que es útil, dejar irreflexivamente la actual etapa para correr a ciegas hacia una «nueva etapa» inaccesible y desprovista de toda significación real en la actualidad.

Nos encontramos ahora en vísperas de una nueva etapa en cuanto a equipo técnico y organización del Ejército Rojo. Debemos prepararnos para pasar a ella. No hacerlo sería erróneo y desventajoso para nuestras futuras operaciones militares. En el futuro, cuando las condiciones técnicas y organizativas del Ejército Rojo hayan cambiado y éste haya entrado en una nueva etapa de su formación, las direcciones de sus operaciones y los frentes de combate se harán relativamente estables, se recurrirá más a la guerra de posiciones, y el carácter móvil de la guerra, la variabilidad de nuestro territorio y la inestabilidad de nuestro trabajo de construcción disminuirán en gran medida para desaparecer finalmente. Entonces, ya no será un obstáculo para nosotros todo lo que nos limita ahora, como por ejemplo, las fuerzas superiores del enemigo y sus posiciones sólidamente fortificadas.

En la actualidad nos oponemos, por una parte, a las erróneas medidas adoptadas en el período en que dominaba el oportunismo de «izquierda» y, por la otra, al renacimiento de muchos de los rasgos de irregularidad propios de la infancia del Ejército Rojo y que ya han dejado de ser necesarios. Pero debemos restablecer resueltamente los numerosos y valiosos principios relativos a la formación del Ejército, a la estrategia y a la táctica, con arreglo a los cuales el Ejército Rojo ha logrado victorias constantemente. Debemos resumir todo lo valioso del pasado y transformarlo en una línea militar sistemática, aún más desarrollada y más rica, a fin de ganar hoy victorias sobre nuestro enemigo y prepararnos para pasar a una nueva etapa en el futuro.

Hacer la guerra de movimientos abarca numerosos problemas, tales como el reconocimiento, el juicio sobre la situación, la adopción de decisiones, la disposición de las fuerzas para el combate, la dirección del combate, el camuflaje, la concentración de las fuerzas, las marchas, el despliegue, el ataque, la persecución, el ataque por sorpresa, el ataque a posiciones, la defensa de posiciones, los encuentros inesperados, la retirada, el combate nocturno, las operaciones especiales, las maniobras para evitar las fuerzas enemigas poderosas y atacar a las débiles, el asedio a las ciudades para aniquilar los refuerzos enemigos, el ataque simulado, la defensa antiaérea, las maniobras entre varias unidades enemigas, las maniobras para atacar una unidad enemiga eludiendo otra mediante un rodeo, los combates sucesivos, las operaciones sin retaguardia, la necesidad de descansar y acumular energías, etc. En la historia del Ejército Rojo, todas estas formas de acción han presentado muchas particularidades que deben ser tratadas en forma metódica y resumidas en la ciencia de las campañas. Sobre ellas no me extenderé aquí.

8. GUERRA DE DECISION RAPIDA
La guerra prolongada en el plano estratégico y las campañas o combates de decisión rápida son dos aspectos de una misma cosa, dos principios a los que se debe dar simultáneamente igual importancia en la guerra civil y que también son aplicables en la guerra antiimperialista.

El carácter prolongado de nuestra guerra está determinado por el hecho de que las fuerzas reaccionarias son poderosas mientras que las fuerzas revolucionarias sólo crecen en forma gradual. Aquí, la impaciencia es perjudicial, y preconizar la «decisión rápida» es erróneo. Sostener una guerra revolucionaria durante diez años, como lo hemos hecho nosotros, podría ser sorprendente en otros países, pero para nosotros no representa más que los párrafos iniciales de un «ensayo en ocho partes» — la «introducción», la «exposición preliminar del tema» y las «tesis generales de la disertación»[36] –, y nos esperan todavía apasionantes capítulos. No cabe duda que, bajo la influencia de las condiciones internas y externas, las cosas pueden desarrollarse en el futuro mucho más rápido que en el pasado. Como ya se han producido cambios en la situación internacional e interna y sobrevendrán cambios aún mayores en el futuro, puede decirse que hemos dejado atrás la situación anterior en que el desarrollo era lento y luchábamos en el aislamiento. Pero no debemos esperar que los éxitos nos lleguen de la noche a la mañana. La aspiración de «aniquilar al enemigo antes del desayuno» es laudable, pero sería malo elaborar los planes concretos de acción sobre la base de esta aspiración. Como las fuerzas reaccionarias de China están respaldadas por muchas potencias imperialistas, nuestra guerra revolucionaria continuará siendo una guerra prolongada hasta que las fuerzas revolucionarias del país hayan acumulado suficiente poderío para quebrar las principales posiciones de los enemigos internos y externos, y hasta que las fuerzas revolucionarias internacionales hayan aplastado o contenido a la mayor parte de las fuerzas de la reacción internacional. Formular nuestra línea estratégica de guerra prolongada partiendo de este punto, es uno de los principios importantes de nuestra dirección estratégica.

El principio que se aplica a las campañas y combates es inverso: no la larga duración, sino la decisión rápida. Buscar la decisión rápida en las campañas y combates es algo propio de todas las épocas y de todos los países. En una guerra tomada en su conjunto, también se busca, en todo tiempo y lugar, la decisión rápida, y siempre se considera desventajosa una guerra de larga duración. Sólo en el caso de China, la guerra debe ser manejada con la máxima paciencia y tratada como una guerra prolongada. Durante el período de la línea de Li Li-san, cierta gente ridiculizaba nuestra manera de proceder, llamándola «táctica de boxeo» (o sea, la táctica de conquistar una gran ciudad sólo después de numerosos cambios de golpes), y se burlaba de nosotros diciendo que no veríamos la victoria de la revolución hasta que tuviésemos blancos los cabellos. Se ha demostrado ya hace tiempo que semejante impaciencia es errónea. Pero estas observaciones críticas habrían sido perfectamente justas si se hubiesen referido a los problemas de las campañas y combates, y no a la estrategia. Esto se explica porque, en primer lugar, el Ejército Rojo no tiene una fuente de abastecimiento de armas y, en especial, de municiones; en segundo lugar, hay numerosos ejércitos blancos contra un solo Ejército Rojo, que debe prepararse para llevar a cabo un combate tras otro en rápida sucesión, a fin de aplastar cada campaña de «cerco y aniquilamiento», y, en tercer lugar, aunque los ejércitos blancos avanzan por separado, en la mayoría de los casos se mantienen bastante cerca unos de otros y si, al atacar a uno de ellos, no logramos decidir rápidamente la batalla, todos los demás convergerán sobre nosotros. Por estas razones tenemos que recurrir a operaciones de decisión rápida. Es habitual que terminemos una batalla en unas cuantas horas, o en uno o dos días. Sólo cuando nuestro plan es «el asedio a las ciudades para aniquilar los refuerzos enemigos», es decir, cuando nuestro propósito no es aniquilar al enemigo sitiado, sino a las tropas que se envíen en su socorro, estamos dispuestos a realizar operaciones relativamente prolongadas contra el enemigo sitiado, pero buscamos siempre una decisión rápida en nuestro ataque a sus refuerzos. Frecuentemente nos orientamos también hacia las campañas o combates prolongados cuando, durante la defensiva estratégica, defendemos tenazmente nuestros puntos de apoyo en los sectores donde efectuamos operaciones de contención, o cuando, durante la ofensiva estratégica, atacamos a fuerzas enemigas aisladas y privadas de toda ayuda o eliminamos los puntos fortificados blancos dentro de nuestras bases de apoyo. Pero semejantes operaciones prolongadas no obstaculizan sino que ayudan a las operaciones de decisión rápida de las fuerzas regulares del Ejército Rojo.

La decisión rápida no se puede obtener sólo con desearla; requiere muchas condiciones concretas. Las principales son: prepararse bien, no dejar escapar el momento oportuno, concentrar una fuerza superior, emplear la táctica de cerco y de movimientos envolventes, elegir un terreno favorable y atacar a las fuerzas enemigas cuando están en marcha o cuando se han detenido pero no han consolidado todavía sus posiciones. Sin estas condiciones es imposible conseguir la decisión rápida en una campaña o combate.

El aplastamiento de una campaña de «cerco y aniquilamiento» es una operación en gran escala, en la que conviene aplicar también el principio de decisión rápida y no el de larga duración, porque las condiciones de una base de apoyo, tales como reservas humanas, recursos financieros y poderío militar, no permiten operaciones prolongadas.

Pero, al observar en general el principio de decisión rápida, debemos oponernos a la precipitación indebida. Es absolutamente necesario que el organismo superior que dirige militar y políticamente una base de apoyo revolucionaria, teniendo en cuenta las condiciones de esa base antes mencionadas y la situación del enemigo, no se deje intimidar por la furiosa presión de éste, ni pierda el ánimo ante dificultades que pueden soportarse, ni se descorazone por ciertos reveses, sino que pruebe tener la paciencia y perseverancia necesarias. La primera campaña de «cerco y aniquilamiento» en Chiangsí fue aplastada, de la primera a la última batalla, sólo en una semana; la segunda, sólo en medio mes; la tercera, al cabo de tres meses; la cuarta, en tres semanas, y la lucha contra la quinta se prolongó durante todo un año. Pero cuando nos vimos obligados a romper el cerco después de no lograr aplastar la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento», mostramos una precipitación injustificable. En aquellas circunstancias habríamos podido resistir dos o tres meses más, de modo que nuestras tropas hubieran tenido tiempo para descansar y reorganizarse. Si se hubiera procedido así y si, después de romper el cerco, la dirección hubiera actuado con un poco de inteligencia, la situación habría sido muy distinta.

Sin embargo, el principio de reducir por todos los medios la duración de una campaña, principio de que hemos hablado, sigue siendo válido. En nuestros planes para las campañas y combates, debemos esforzarnos al máximo por concentrar nuestras fuerzas, recurrir a la guerra de movimientos, etc., a fin de asegurar el aniquilamiento de las fuerzas vivas del enemigo en las líneas interiores (esto es, en la base de apoyo) y el rápido aplastamiento de la campaña de «cerco y aniquilamiento». Pero cuando es a todas luces imposible desbaratar la campaña en nuestras líneas interiores, debemos emplear las fuerzas principales del Ejército Rojo para romper el cerco enemigo y desplazarnos a nuestras líneas exteriores, o sea, a las interiores del enemigo, a fin de lograr el mismo objetivo. Ahora que el enemigo ha desarrollado ampliamente su guerra de blocaos, ése será nuestro método habitual de operaciones. Dos meses después del comienzo de nuestra quinta contracampaña, cuando se produjo el Incidente de Fuchién[37], las fuerzas principales del Ejército Rojo debieron, sin duda alguna, haber irrumpido en la zona de Chiangsú-Chechiang-Anjui-Chiangsí, con la provincia de Chechiang como centro, y barrido a lo ancho y a lo largo la zona entre Jangchou, Suchou, Nankín, Wuju, Nanchang y Fuchou, pasando de la defensiva estratégica a la ofensiva estratégica, amenazando los centros vitales del enemigo y buscando combates en las vastas zonas donde no había blocaos. De ese modo habríamos podido obligar a las fuerzas enemigas que atacaban el Sur de Chiangsí y el Oeste de Fuchién a volver para defender sus centros vitales, y habríamos podido aplastar su ofensiva contra la base de apoyo de Chiangsí y aliviar la situación del Gobierno Popular de Fuchién, al que ciertamente habríamos ayudado actuando así. Rechazado este plan, no fue posible desbaratar la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento» y el Gobierno Popular de Fuchién se derrumbó inevitablemente. Después de un año entero de lucha, aunque se había tornado desventajoso avanzar sobre Chechiang, todavía nos era posible pasar a la ofensiva estratégica en otra dirección, llevando nuestras fuerzas principales hacia la provincia de Junán, no para pasar a la provincia de Kuichou, sino para avanzar hasta el centro mismo de Junán; de esta manera habríamos podido inducir al enemigo a desplazarse de Chiangsí a Junán y aniquilarlo allí. Como este plan también fue rechazado, se disipó finalmente toda esperanza de aplastar la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento» y no quedó más salida que la Gran Marcha.

9. GUERRA DE ANIQUILAMIENTO
Para el Ejército Rojo de China es inconveniente preconizar la «guerra de desgaste». Que compitieran en riquezas no dos Reyes Dragones[38], sino un Rey Dragón y un mendigo, sería una cosa muy cómica. Para el Ejército Rojo, que obtiene del enemigo casi todos sus abastecimientos, la orientación básica es la guerra de aniquilamiento. Sólo aniquilando las fuerzas vivas del enemigo, podemos aplastar sus campañas de «cerco y aniquilamiento» y ampliar las bases de apoyo revolucionarias. Causar bajas al enemigo es un medio para aniquilarlo; de otro modo, no tendría ningún sentido. Nosotros mismos sufrimos pérdidas cuando infligimos bajas al enemigo, pero, aniquilándolo; completamos nuestras filas, y de este modo no sólo compensamos nuestras pérdidas, sino que aumentamos el poderío de nuestras tropas. En una guerra contra un enemigo poderoso, las operaciones encaminadas sólo a derrotarlo no pueden decidir radicalmente el desenlace de la guerra. En cambio, una batalla de aniquilamiento produce inmediatamente un gran impacto sobre el enemigo, sea éste quien fuere. En una riña es mejor cortarle un dedo al adversario que herirle en los diez; en una guerra, es preferible aniquilar una división enemiga que derrotar a diez.

Nuestra política para hacer frente a la primera, segunda, tercera y cuarta campañas de «cerco y aniquilamiento» fue la guerra de aniquilamiento. Aunque las fuerzas aniquiladas en cada campaña no constituían más que una parte de las tropas enemigas, todas estas campañas fueron aplastadas. Pero durante la quinta contracampaña se adoptó una política contraria, que en realidad ayudó al enemigo a alcanzar su objetivo.

La guerra de aniquilamiento implica la concentración de una fuerza superior y la adopción de la táctica de cerco y de movimientos envolventes. Sin las últimas, la primera es imposible. Condiciones tales como el apoyo del pueblo, un terreno favorable, una fuerza enemiga fácil de atacar y el ataque por sorpresa, son indispensables para aniquilar al enemigo.

Desbaratar a una fuerza enemiga o permitirle escapar sólo tiene sentido cuando, en el combate o campaña en su conjunto, nuestras fuerzas principales realizan operaciones de aniquilamiento contra otra fuerza enemiga ya determinada; de otro modo es una cosa sin sentido. Aquí las pérdidas se justifican por las ganancias.

Cuando establecemos nuestra propia industria de guerra, debernos guardarnos de depender de ella. Nuestra política básica consiste en apoyarnos en las industrias de guerra de los países imperialistas y de nuestro enemigo interno. Tenemos derecho a la producción de las fábricas de armamentos de Londres y de Janyang, y las unidades enemigas nos sirven de brigadas de transporte. Esta es la pura verdad y no una broma.

NOTAS

[1]La ciencia militar china está constituida por la estrategia, la ciencia de las campañas y la táctica. La primera trata de las leyes de la dirección de la guerra en su conjunto; la segunda, de las leyes que rigen las campañas y que se aplican en la dirección de las mismas; y la tercera, de las leyes que rigen los combates y que se aplican en la dirección de éstos. [pág. 198]

[2]Conocido también como Sun Wu, es un famoso teórico militar chino del siglo Va. n. e. y autor de la obra Sun Tsi, que consta de trece capítulos. La frase citada en este trabajo aparece en el tercer capítulo, titulado «Plan de ataque». [pág. 205]

[3]Habían transcurrido justamente quince años desde la fundación del Partido Comunista de China, en julio de 1921, hasta el momento en que el camarada Mao Tse-tung escribió la presente obra en 1936. [pág. 208]

[4]Por algún tiempo profesor de la Universidad de Pekín, se hizo famoso como redactor en jefe de la revista Nueva juventud. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista de China y, debido a su renombre en la época del Movimiento del 4 de Mayo y a la inmadurez del Partido en sus primeros años, llegó a ser su Secretario General. En el último período de la revolución de 1924-1927, las ideas de derecha dentro del Partido, representadas por Chen Tu-siu, se convirtieron en línea capitulacionista. Los capitulacionistas de ese tiempo «renunciaron voluntariamente a la dirección de las masas campesinas, de la pequeña burguesía urbana y la burguesía media y, en particular, de las fuerzas armadas, causando así la derrota de la revolución» («La situación actual y nuestras tareas», Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. IV). Después de la derrota de la revolución en 1927, Chen Tu-siu y un puñado de otros capitulacionistas se volvieron pesimistas, perdieron la fe en el futuro de la revolución y cayeron en el liquidacionismo. Adoptaron la posición reaccionaria de los trotskistas y, junto con ellos, formaron un pequeño grupo antipartido. En consecuencia, Chen Tu-siu fue expulsado del Partido en noviembre de 1929. Murió en 1942. Con referencia al oportunismo de derecha de Chen Tu-siu, véanse las notas preliminares a «Análisis de las clases de la sociedad china» e «Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junán», en el presente tomo, y el artículo «Con motivo de la aparición de El Comunista «, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. II. [pág. 208]

[5]Comúnmente llamado «línea de Li Li-san», se refiere a la línea oportunista de «izquierda» que imperó en el Partido aproximadamente durante cuatro meses a partir de junio de 1930, y que era representada por el camarada Li Li-san el principal dirigente en ese entonces del Comité Central del Partido Comunista de China. Esta línea tuvo las siguientes características: violaba la política establecida por el VI Congreso Nacional del Partido; rechazaba la necesidad de preparar a las masas para la revolución y negaba el desarrollo desigual de ésta; consideraba como «localismo y conservatismo sumamente erróneos, característicos de la mentalidad campesina» las ideas del camarada Mao Tse-tung que consistían en prestar la principal atención, durante un largo período, a la creación de bases de apoyo en las zonas rurales, utilizar el campo para rodear las ciudades y servirse de esas bases para acelerar el auge de la revolución en todo el país; y sostenía que debían hacerse preparativos para levantamientos inmediatos en todo el país. Sobre la base de esta línea errónea, el camarada Li Li-san trazó un plan aventurero para organizar inmediatamente levantamientos armados en las ciudades principales de China. Al mismo tiempo, esta línea no reconocía el desarrollo desigual de la revolución mundial, sosteniendo que el estallido general de la revolución china conduciría inevitablemente al de la revolución mundial, y que sólo con el estallido general de la revolución mundial podría triunfar la revolución china; tampoco reconocía el carácter prolongado de la revolución democrático-burguesa en China, sosteniendo que las primeras victorias de la revolución en una o varias provincias señalarían el comienzo de la transición al socialismo. Por lo tanto, formuló una serie de medidas políticas extemporáneas, aventureras e «izquierdistas». El camarada Mao Tse-tung se opuso a esta línea errónea, y las grandes masas de cuadros y militantes del Partido también exigieron su rectificación. En septiembre de 1930, en la III Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido, el camarada Li Li-san reconoció los errores que se le señalaron y abandonó su posición dirigente en el Comité Central. Habiendo corregido en el curso de un largo período sus puntos de vista erróneos, fue reelegido miembro del Comité Central en el VII Congreso Nacional del Partido. [pág. 208] [6]La III Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido, celebrada en septiembre de 1930, y el Comité Central, después de la Sesión, adoptaron muchas medidas positivas para poner fin a la línea de Li Li-san. Pero luego de dicha Sesión Plenaria, un grupo de camaradas que carecían de experiencia práctica en la lucha revolucionaria, encabezados por Chen Shao-yu (Wang Ming) y Chin Pang-sien (Po Ku), se manifestaron en contra de las medidas del Comité Central. En un folleto publicado entonces y titulado Dos líneas o Lucha por la ulterior bolchevización del Partido Comunista de China, declararon en la forma más enfática que el principal peligro existente entonces en el Partido no era el oportunismo de «izquierda», sino el «oportunismo de derecha» y, para justificar sus propias actividades, «criticaron» la línea de Li Li-san calificándola de «derechista». Presentaron un nuevo programa político que continuaba, restablecía o desarrollaba, bajo nuevas formas, la línea de Li Li-san y otros puntos de vista y medidas políticas «izquierdistas», contraponiéndolo a la correcta línea del camarada Mao Tse-tung. La presente obra fue escrita principalmente para criticar los errores cometidos en el terreno militar por los partidarios de esta nueva línea oportunista de «izquierda». Esta línea errónea dominó en el Partido desde la IV Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso, celebrada en enero de 1931, hasta la reunión del Buró Político del Comité Central efectuada en Tsunyi, provincia de Kuichou, en enero de 1935, reunión que puso término al dominio de esta línea errónea y estableció una nueva dirección del Comité Central, con el camarada Mao Tse-tung a la cabeza. Esta línea errónea de «izquierda» dominó en el Partido durante un período particularmente largo (cuatro años), ocasionando daños extremadamente graves al Partido y a la revolución. Sus desastrosas consecuencias fueron: se perdió aproximadamente un 90 por ciento de los militantes del Partido Comunista de China de los efectivos del Ejército Rojo de China y del territorio de las bases de apoyo del Ejército Rojo; decenas de millones de personas de las bases de apoyo revolucionarias fueron sometidas a la cruel represión del Kuomintang, y el progreso de la revolución china se retardó. La gran mayoría de los camaradas que se habían desviado hacia esa errónea línea de «izquierda», a través de una larga experiencia personal, comprendieron y corrigieron sus errores, y trabajaron mucho en beneficio del Partido y del pueblo. Sobre la base de una comprensión política común, estos camaradas se unieron con todos los demás militantes del Partido bajo la dirección del camarada Mao Tse-tung. [pág. 208] [7]Véase «Sobre la táctica de la lucha contra el imperialismo japonés», notas 22 y 23, en el presente tomo. [pág. 208]

[8]Organización que Chiang Kai-shek estableció en julio de 1933 en la montaña Lushan, distrito de Chiuchiang, provincia de Chiangsí, para formar cuadros militares anticomunistas. Los oficiales del ejército de Chiang Kai-shek eran enviados allí por turno para recibir preparación política y militar fascista de instructores alemanes, italianos y norteamericanos. [pág. 210]

[9]Se refiere principalmente a los principios de la «guerra de blocaos» aplicados por la pandilla de Chiang Kai-shek, de acuerdo con los cuales el enemigo empujaba sus blocaos y consolidaba cada paso a medida que avanzaba. [pág. 210]

[10]Véase V. I. Lenin, «Comunismo» (Obras Completas, t. XXXI), en el que, al criticar al comunista húngaro Bela Kun, Lenin dice que éste «olvida lo que es la esencia misma, el alma viva del marxismo: el análisis concreto de la situación concreta». [pág. 211]

[11]El I Congreso de la Organización del Partido en la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí fue celebrado el 20 de mayo de 1928 en Maoping, distrito de Ningkang. [pág. 211]

[12]Servicio de retaguardia grande se refiere a organismos hipertrofiados que no se ajustaban a las circunstancias de la guerra en aquel tiempo, por los cuales se pronunciaba la dirección de la línea de «izquierda» durante el período de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria. Servicio de retaguardia reducido se refiere a pequeños organismos simplificados, eficaces y combativos. [pág. 215]

[13]Véase «Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el Partido», notas 2 y 3, en el presente tomo. [pág. 215]

[14]Actos de rapiña, cometidos por falta de disciplina, de organización y de un objetivo político claro. [pág. 215]

[15]Se refiere a la Gran Marcha de veinticinco mil li, efectuada por el Ejército Rojo desde la provincia de Chiangsí hasta el Norte de la provincia de Shensí. Véase «Sobre la táctica de la lucha contra el imperialismo japonés», nota 21, en el presente tomo. [pág. 218]

[16]Se refiere al período que sigue a la derrota de la insurrección de diciembre de 1905, en el que la revolución rusa iba en descenso gradual. Véase Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, cap. III, 5 y 6. [pág. 220]

[17]Tratado de paz firmado entre Rusia soviética y Alemania en marzo de 1918. Fue un retroceso temporal de las fuerzas revolucionarias, enfrentadas a fuerzas enemigas evidentemente superiores, con el fin de impedir que los imperialistas alemanes atacasen a la recién nacida República Soviética, que aún no tenía un ejército propio. Gracias a la conclusión de este Tratado, la República Soviética ganó tiempo para consolidar el Poder del proletariado, reorganizar su economía y crear el Ejército Rojo; el proletariado pudo así mantener su dirección sobre los campesinos

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y acumular fuerzas suficientes para derrotar, en 1918-1920, a los guardias blancos y la intervención armada de Inglaterra, los Estados Unidos, Francia, el Japón, Polonia y otros países. [pág. 220]

[18]El 30 de octubre de 1927, los campesinos de la región de Jaifeng y Lufeng, provincia de Kuangtung, realizaron su tercera insurrección bajo la dirección del Partido Comunista de China, ocuparon Jaifeng y Lufeng, así como sus alrededores, organizaron unidades del Ejército Rojo y establecieron el Poder democrático obrero-campesino. Fueron derrotados más tarde porque cometieron el error de subestimar al enemigo. [pág. 222]

[19]En el otoño de 1936, después de unir sus fuerzas, los Ejércitos de los IV y II Frentes del Ejército Rojo se desplazaron hacia el Norte desde el Nordeste de Sikang. En ese tiempo, Chang Kuo-tao seguía persistiendo en su posición antipartido y se obstinaba en su política de retirada y liquidacionismo. En octubre del mismo año, cuando los Ejércitos de los II y IV Frentes llegaron a la provincia de Kansú; Chang Kuo-tao ordenó á las unidades de avanzada del Ejército del IV Frente, con más de veinte mil hombres, que organizaran la Columna Occidental para cruzar el río Amarillo y avanzar hacia el Oeste, en dirección a la provincia de Chingjai. Esta Columna fue virtualmente derrotada después de sufrir golpes en las batallas de diciembre de 1936, y definitivamente aplastada en marzo de 1937. [pág. 223]

[20]Véase la carta del 12 de abril de 1871 de C. Marx a L. Kugelmann sobre la Comuna de París. [pág. 224]

[21]Famosa novela china que describe una guerra campesina, es atribuida a Shi Nai-an, quien vivió en el siglo XIV, a fines de la dinastía Yuan y comienzos de la dinastía Ming. Lin Chung y Chai Chin son héroes de la novela. Jung es maestro de armas de la casa de Chai Chin. [pág. 228]

[22]Lu y Chi fueron dos Estados feudales de la Era de Primavera y Otoñó (722-481 a. n. e.), situados en la parte sur y central, respectivamente, de la actual provincia de Shantung. Chi era un Estado grande y Lu, uno pequeño. El príncipe Chuangkung reinó en el Estado de Lu del 693 al 662 a. n. e. [pág. 228]

[23]Autor de Tsuo Chuan, famosa crónica de la dinastía Chou. El pasaje citado corresponde a «El décimo año del reinado del príncipe Chuangkung». [pág. 228]

[24]La antigua ciudad de Chengkao, situada en la parte noroeste del actual distrito de Chengkao, provincia de Jonán, era en tiempos antiguos un punto estratégico de gran importancia. En e1 año 203 a. n. e., fue escenario de varias batallas entre Liu Pang, rey de Jan, y Siang Yu, rey de Chu. En un principio, Siang Yu tomó sucesivamente Singyang y Chengkao, y las tropas de Liu Pang fueron casi derrotadas. Pero más tarde, éste, aprovechando el momento en que las tropas de Siang Yu llegaban al centro del río Sishui, les asestó un golpe demoledor y reconquistó Chengkao. [pág. 229]

[25]La antigua ciudad de Kunyang, situada en el actual distrito de Yesien, provincia de Jonán, fue el lugar en que, en el año 23, Liu Siu (emperador Kuangwu, fundador de la dinastía Jan del Este) derrotó a las tropas de Wang Mang, emperador de la dinastía Sin. En esa batalla, la disparidad numérica entre los dos ejércitos era extraordinaria: el ejército de Liu Siu tenía de ocho a nueve mil hombres, y el de Wang Mang, más de cuatrocientos mil. Aprovechando la negligencia de Wang S¸n y Wang Yi, generales de Wang Mang, quienes subestimaban al enemigo, Liu Siu derrotó con sólo tres mil hombres escogidos a las fuerzas principales de Wang Mang. Explotando la victoria, Liu Siu atacó al resto de las tropas de Wang Mang y las aplastó por completo. [pág. 229]

[26]Kuantu se encontraba en el Nordeste del actual distrito de Chungmou, provincia de Jonán. Allí tuvo lugar la batalla entre las tropas de Tsao Tsao y las de

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Yuan Shao en el año 200. El ejército de Yuan Shao contaba con cien mil hombres, en tanto que Tsao Tsao tenía pocas tropas y escasos víveres. Sin embargo, Tsao Tsao, aprovechando la negligencia de Yuan Shao, que subestimaba a las fuerzas enemigas lanzó a sus tropas de infantería ligera en un ataque por sorpresa y prendió fuego al bagaje del ejército de Yuan Shao. En éste cundió el pánico y las tropas de Tsao Tsao lanzaron un ataque general, aniquilando las fuerzas principales de Yuan Shao. [pág. 229] [27]El Estado de Wu era regido por Sun Ch¸an, y el de Wei, por Tsao Tsao. Chipi, en el Nordeste del distrito de Chiayu, provincia de Jupei, se encuentra en la ribera meridional del río Yangtsé. En el año 208, Tsao Tsao dirigió un ejército de más de quinientos mil hombres — él afirmaba que era de ochocientos mil — para atacar a Sun Ch¸an. Este, en alianza con Liu Pei, otro enemigo de Tsao Tsao, reunió una fuerza de treinta mil hombres y, aprovechando que el ejército de Tsao Tsao se hallaba infestado por una epidemia y no estaba acostumbrado a los combates navales, prendió fuego a la flota de Tsao Tsao y destrozó su ejército. [pág. 229]

[28]Yiling se encontraba en el Este del actual distrito de Yichang, provincia de Jupei. En el año 222, Lu S¸n, general del Estado de Wu, infligió allí una severa derrota a las tropas del Estado de Shu, al mando de Liu Pei, que al comienzo habían logrado sucesivas victorias y penetrado quinientos o seiscientos li en el territorio de Wu, hasta Yiling. Lu S¸n eludió el combate durante más de siete meses, hasta que Liu Pei «se halló sin saber qué hacer, y con sus tropas agotadas y desmoralizadas». Entonces infligió una derrota aplastante a las tropas de Liu Pei, aprovechando el viento para prender fuego a sus tiendas. [pág. 229]

[29]El año 383, Sie S¸an, general del Estado de Tsin del Este, derrotó a Fu Chien, monarca del Estado de Chin, a las orillas del río Feishui, provincia de Anjui. Fu Chien tenía una infantería de más de 600.000 hombres, una caballería de 270.000 y un cuerpo de guardias de más de 30.000, en tanto que las fuerzas terrestres y fluviales de Tsin del Este sólo sumaban 80.000 hombres. Los dos ejércitos se encontraban separados por el río Feishui. Sie S¸an, aprovechando el engreimiento y la presunción de su enemigo, le pidió que dejara un espacio en la orilla septentrional, donde se encontraban las tropas de Chin, a fin de que las de Tsin del Este pudiesen cruzar el río y sostener una batalla decisiva. Fu Chien así lo hizo, pero una vez que sus tropas empezaron la retirada, no pudieron ser contenidas. Sin dejar escapar esa oportunidad, las tropas de Sie S¸an atravesaron el río, se lanzaron al ataque y derrotaron al ejército de Fu Chien. [pág. 229]

[30]El 1.ƒ de agosto de 1927, el Partido Comunista de China dirigió este famoso Levantamiento en Nanchang, capital de la provincia de Chiangsí, para combatir la contrarrevolución de Chiang Kai-shek y Wang Ching-wei y para continuar la revolución de 1924-1927. Participó en el Levantamiento una fuerza armada de más de treinta mil hombres, dirigida por los camaradas Chou En-lai, Chu Te, Je Lung, Ye Ting y otros. El ejército insurgente se retiró de Nanchang el 5 de agosto, de acuerdo con un plan previo, pero sufrió una derrota cuando se acercaba a Chaochou y Shantou, en la provincia de Kuangtung. Una parte del ejército insurrecto, dirigida por los camaradas Chu Te, Chen Yi, Lin Piao y otros, se abrió paso combatiendo hasta las montañas Chingkang y unió sus fuerzas a la 1.a División del 1.er Cuerpo de Ejército del Ejército Revolucionario de Obreros y Campesinos dirigida por el camarada Mao Tse-tung. [pág. 229]

[31]Véase «¿Por qué puede existir el Poder rojo en China?», nota 8, en el presente tomo. [pág. 229]

[32]En septiembre de 1927, las fuerzas armadas populares de los distritos de Siushui, Pingsiang, Pingchiang y Liuyang, en los límites entre Junán y Chiangsí,

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realizaron este famoso Levantamiento bajo la dirección del camarada Mao Tse-tung y se organizaron en la 1.a División del 1.er Cuerpo de Ejército del Ejército Revolucionario de Obreros y Campesinos. El camarada Mao Tse-tung condujo estas fuerzas hasta las montañas Chingkang, donde creó la base de apoyo revolucionaria de la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí. [pág. 229]

[33]Organización contrarrevolucionaria del servicio secreto del Kuomintang, que actuaba clandestinamente en las zonas rojas. Las letras A-B corresponden a las iniciales de la palabra inglesa «Anti-Bolshevik». [pág. 236]

[34]Véanse V. I. Lenin, «Tesis sobre el problema de la inmediata concertación de una paz por separado y anexionista», «Peregrino y monstruoso», «Una seria lección y una seria responsabilidad» e «Informe sobre la guerra y la paz pronunciado el 7 de marzo», y también Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, cap. VII, 7. [pág. 238]

[35]Se refiere a los tibetanos que viven en la zona oeste de la provincia de Sechuán y a los juis que habitan en las provincias de Kansú, Chingjai y Sinchiang. [pág. 240]

[36]Era la forma prescrita para los exámenes imperiales de competencia en la China feudal, del siglo XV al XIX. Se componía de: introducción, exposición preliminar del tema, tesis generales de la disertación, preámbulo, párrafo inicial, párrafo intermedio, párrafo final y conclusión. De los últimos cuatro párrafos, cada uno contenía una tesis y una antítesis, lo que daba, en total, ocho partes. Por eso, este tipo de ensayo se llamaba «ensayo en ocho partes». El camarada Mao Tse-tung se refiere aquí a la exposición de un tema en este tipo de ensayo para mostrar metafóricamente el desarrollo de las diferentes etapas de la revolución. Sin embargo, el camarada Mao Tse-tung generalmente emplea la expresión «ensayo en ocho partes» para ridiculizar el dogmatismo. [pág. 264]

[37]En noviembre de 1933, bajo la influencia del ascenso del movimiento popular antijaponés en todo el país, los dirigentes del XIX Ejército del Kuomintang, en alianza con parte de las fuerzas kuomintanistas de Li Chi-shen, declararon públicamente su ruptura con Chiang Kai-shek, establecieron en la provincia de Fuchién el Gobierno Revolucionario Popular de la República China y concluyeron un acuerdo con el Ejército Rojo para resistir al Japón y atacar a Chiang Kai-shek. Esto es lo que se llamó Incidente de Fuchién. Más tarde, el XIX Ejército y el Gobierno Popular de Fuchién se derrumbaron ante los ataques de las tropas de Chiang Kai-shek. [pág. 267]

[38]Personaje de la mitología china, dueño de mares y océanos, poseedor de incontables tesoros. [pág. 268]

Fuente | Obras Escogidas de Mao Tse-tung, EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS, PEKIN 1968 – Primera edición 1968, Tomo I, pp. 193-274 | Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento Popular Perú de Alemania, 1993. Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.

Problemas estratégicos de la guerra de guerrillas contra el Japón de Mao Tse-tung, Mayo 1938

CAPITULO I

¿POR QUE PLANTEAMOS LA CUESTION DE LA ESTRATEGIA DE LA GUERRA DE GUERRILLAS?

En la Guerra de Resistencia contra el Japón, la guerra regular es lo principal y la guerra de guerrillas lo auxiliar. Este punto ya lo hemos resuelto correctamente. Así, parecería que sólo existen problemas tácticos en la guerra de guerrillas; ¿por qué entonces planteamos la cuestión de la estrategia?

Si China fuera un país pequeño donde el papel de la guerra de guerrillas no fuese sino actuar en coordinación directa y a corta distancia con las operaciones de las tropas regulares en sus campañas, es evidente que únicamente existirían problemas tácticos y no problemas estratégicos. Por otra parte, si China fuera un país tan poderoso como la Unión Soviética, de modo que cualquier invasor pudiera ser expulsado rápidamente, o, aun demorándose cierto tiempo su expulsión, aquel no pudiera ocupar extensas zonas, entonces la guerra de guerrillas también desempeñaría simplemente un papel de apoyo en las campañas, y claro está, sólo habría problemas tácticos y no problemas estratégicos.

* En los primeros días de la Guerra de Resistencia contra el Japón, mucha gente, tanto dentro como fuera del Partido, menospreciaba el importante papel estratégico de la guerra de guerrillas y depositaba sus esperanzas sólo en la guerra regular, especialmente en las operaciones de las tropas del Kuomintang. EL camarada Mao Tse-tung refutó ese punto de vista; además, escribió este artículo, señalando el camino correcto para el desarrollo de la guerra de guerrillas contra el Japón. Como resultado de ello, el VIII Ejército y el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, que contaban [cont. en pág. 76. — Ed.] solamente con algo más de cuarenta mil hombres al comienzo de la Guerra de Resistencia en 1937, crecieron hasta formar un gran ejército de un millón de hombres cuando el Japón se rindió en 1905, establecieron muchas bases de apoyo revolucionarias, desempeñaron un gran papel en la Guerra de Resistencia, y así impidieron que Chiang Kai-shek se atreviera en ese período a capitular ante el Japón y a lanzar una guerra civil en escala nacional. En 1946, cuando ésta fue iniciada por Chiang Kai-shek, el Ejército Popular de Liberación, integrado por el VIII Ejército y el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, era ya lo bastante fuerte para hacer frente a sus ataques.

La cuestión de la estrategia de la guerra de guerrillas surge en las siguientes circunstancias: China no es un país pequeño ni equiparable a la Unión Soviética, sino un país grande pero débil. Este país, grande y débil, se ve atacado por otro pequeño y fuerte; sin embargo, el país grande y débil se encuentra en una época de progreso. He aquí el origen de todo el problema. Es en estas circunstancias que el enemigo ha podido ocupar vastas zonas y que la guerra ha adquirido un carácter prolongado. El enemigo ocupa extensas zonas de este inmenso país, pero el Japón es un país pequeño, no posee tropas suficientes y deja muchos claros dentro de las zonas ocupadas, y por eso, nuestra guerra de guerrillas contra el Japón consiste, principalmente, no en operaciones en líneas interiores para coordinarse con las campañas de las tropas regulares, sino en operaciones independientes en líneas exteriores. Además, debido al progreso de China, es decir, a la existencia de un Fuerte ejército y amplias masas populares dirigidos por el Partido Comunista, la guerra de guerrillas contra el Japón no es una guerra en pequeña sino en gran escala. De ahí nace toda una serie de problemas, tales como la defensiva estratégica y la ofensiva estratégica. El carácter prolongado de la guerra y su consiguiente encarnizamiento han hecho imperativo que la guerra de guerrillas realice muchas tareas inusitadas. De ahí surgen los problemas de las bases de apoyo, de la transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos, etc. Por todas estas razones la guerra de guerrillas de China contra el Japón rebasa los límites de la táctica para llamar a las puertas de la estrategia, pidiendo que se la examine desde el punto de vista estratégico. El hecho que merece particular atención es que una guerra de guerrillas tan extensa y prolongada como ésta constituye un fenómeno enteramente nuevo en toda la historia de las guerras, que no puede separarse de la época en que vivimos — las décadas del 30 y 40 del siglo XX — ni de la existencia del Partido Comunista y el Ejército Rojo. Aquí radica el quid de la cuestión. Es probable que nuestro enemigo aún acaricie el sueño dorado de una conquista como la de la dinastía Sung por la dinastía Yuan y la de la dinastía Ming por la dinastía Ching[1], la de América del Norte y la India por Inglaterra, la de América Central y del Sur por los países latinos, etc. Pero, tal sueño no tiene ya valor práctico en la China de hoy, pues se dan ciertos factores que no concurrieron en aquellos acontecimientos históricos, siendo uno de ellos el fenómeno totalmente nuevo de la guerra de guerrillas. Si nuestro enemigo no tiene esto en cuenta, habrá de pagarlo caro.

Estos son los motivos por los cuales la guerra de guerrillas contra el Japón, aunque desempeña un papel auxiliar en el conjunto de la Guerra de Resistencia, debe ser examinada desde el punto de vista estratégico.

Entonces, ¿por qué no aplicar a la guerra de guerrillas los principios estratégicos generales de la Guerra de Resistencia?

La cuestión de la estrategia de la guerra de guerrillas contra el Japón está, por cierto, estrechamente ligada a la cuestión de la estrategia de la Guerra de Resistencia en su conjunto, y ambas tienen mucho en común. Sin embargo, la guerra de guerrillas difiere de la guerra regular y tiene sus propias particularidades; de ahí que la cuestión de la estrategia de la guerra de guerrillas presente numerosos elementos peculiares. No se pueden aplicar, sin modificaciones, los principios estratégicos generales de la Guerra de Resistencia a la guerra de guerrillas, que posee características propias.

CAPITULO II

EL PRINCIPIO BASICO DE LA GUERRA ES CONSERVAR LAS FUERZAS PROPIAS Y DESTRUIR LAS DEL ENEMIGO

Antes de hablar concretamente de la estrategia de la guerra de guerrillas, es necesario decir unas palabras respecto al problema fundamental de la guerra.

Todos los principios orientadores de las operaciones militares provienen de un solo principio básico: esforzarse al máximo por conservar las fuerzas propias y destruir las del enemigo. En una guerra revolucionaria, este principio está directamente ligado al principio político fundamental. Por ejemplo, el principio político fundamental de la Guerra de Resistencia de China contra el Japón, es decir, su objetivo político, es expulsar al imperialismo japonés y establecer una nueva China, independiente, libre y feliz. Aplicado en el terreno militar, este principio significa el empleo de fuerzas armadas para defender nuestra patria y expulsar a los invasores japoneses. Para lograr este objetivo, las tropas deben hacer, en sus operaciones, todo lo posible tanto por conservar sus propias fuerzas como por destruir las del enemigo. ¿Cómo explicar entonces el estímulo al espíritu heroico de sacrificio en la guerra? Toda guerra impone un precio, a veces sumamente elevado. ¿No se contradice esto con el principio de «conservar las fuerzas propias»? En rigor no hay contradicción alguna; para decirlo con mayor exactitud, los dos aspectos son contrarios que se condicionan entre sí. Porque el sacrificio es necesario no sólo para destruir las fuerzas del enemigo, sino también para conservar las propias; la «no conservación» parcial y temporal (sacrificio o pago del precio) es indispensable para la conservación permanente del todo. De este principio básico se desprende la serie de principios que guían todas las operaciones militares, desde los de tiro (ponerse a cubierto y emplear al máximo la potencia de fuego; lo primero para conservarse, y lo último para aniquilar al enemigo) hasta los estratégicos: todos ellos están impregnados del espíritu de ese principio básico. Todos los principios relativos a la técnica militar, a la táctica, a las campañas y a la estrategia, están orientados a asegurar la realización de este principio básico. El principio de conservar las fuerzas propias y destruir las del enemigo es la base de todos los principios militares.

CAPITULO III

SEIS PROBLEMAS ESTRATEGICOS ESPECIFICOS DE LA GUERRA DE GUERRILLAS CONTRA EL JAPON

Veamos ahora qué orientaciones o principios debemos adoptar en las operaciones militares de la guerra de guerrillas contra el Japón, para alcanzar el objetivo de conservar nuestras fuerzas y destruir las del enemigo. Como en la Guerra de Resistencia (y también en todas las demás guerras revolucionarias) las guerrillas generalmente surgen de la nada y se transforman de fuerza pequeña en grande, no sólo deben conservar sus fuerzas sino también desarrollarlas. En consecuencia, el problema es: ¿qué orientaciones o principios debemos adoptar para alcanzar el objetivo de conservar y desarrollar nuestras fuerzas y destruir las del enemigo?

En general, las orientaciones cardinales son las siguientes:

1) Iniciativa, flexibilidad y planificación en la realización de operaciones ofensivas dentro de la guerra defensiva, operaciones de decisión rápida dentro de la guerra prolongada y operaciones en líneas exteriores dentro de la guerra en líneas interiores;
2) Coordinación con la guerra regular;
3) Creación de bases de apoyo;
4) Defensiva y ofensiva estratégicas;
5) Transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos, y 6) Correctas relaciones de mando.
Estos seis puntos constituyen todo el programa estratégico de la guerra de guerrillas contra el Japón y son los medios necesarios para la conservación y desarrollo de nuestras fuerzas, el aniquilamiento y expulsión del enemigo, la coordinación con la guerra regular y el logro de la victoria final.

CAPITULO IV

INICIATIVA, FLEXIBILIDAD Y PLANIFICACION EN LA REALIZACION DE OPERACIONES OFENSIVAS DENTRO DE LA GUERRA DEFENSIVA, OPERACIONES DE DECISION RAPIDA DENTRO DE LA GUERRA PROLONGADA Y OPERACIONES EN LINEAS EXTERIORES DENTRO DE LA GUERRA EN LINEAS INTERIORES

Este tema puede ser tratado en cuatro puntos: 1) relación entre la guerra defensiva y las operaciones ofensivas, entre la guerra prolongada y las operaciones de decisión rápida, y entre la guerra en líneas interiores y las operaciones en líneas exteriores; 2) iniciativa en todas las operaciones; 3) flexibilidad en el empleo de las fuerzas, y 4) planificación en todas las operaciones.

Comencemos por el primer punto.

Considerando la Guerra de Resistencia en su conjunto, el hecho de que el Japón sea un país fuerte y esté a la ofensiva, y nosotros, un país débil y a la defensiva, determina que estratégicamente la nuestra sea una guerra defensiva y prolongada. En lo referente a las líneas en que se realizan las acciones, el enemigo opera en líneas exteriores, y nosotros, en líneas interiores. Este es un aspecto de la situación. Pero hay otro que es justamente el reverso. Las tropas enemigas, aunque fuertes (desde el punto de vista de ciertas cualidades y condiciones de su armamento y sus efectivos), numéricamente son débiles, mientras las nuestras, aunque débiles (igualmente, sólo desde el punto de vista de ciertas cualidades y condiciones de su armamento y sus efectivos), son numéricamente muy fuertes. Además, hay que tener en cuenta que el enemigo es una nación extranjera que invade nuestro país, en tanto que nosotros resistimos a su invasión en nuestro propio suelo. Todo esto determina la siguiente orientación estratégica: es posible y necesario realizar campañas y combates ofensivos dentro de la guerra estratégicamente defensiva, sostener campañas y combates de decisión rápida dentro de la guerra estratégicamente prolongada, y conducir campañas y combates en líneas exteriores dentro de la guerra en líneas estratégicamente interiores. Esta es la orientación estratégica que debe aplicarse en toda la Guerra de Resistencia. Y es valedera tanto para la guerra regular como para la de guerrillas. La única diferencia en lo que concierne a la guerra de guerrillas consiste en el grado y la forma de su aplicación. En la guerra de guerrillas, la ofensiva toma generalmente la forma de ataques por sorpresa. En la guerra regular, si bien deben y pueden utilizarse también estos ataques, el grado de sorpresa es menor. En la guerra de guerrillas se exige, en una medida muy grande, la decisión rápida de las operaciones, y los cercos que imponemos al enemigo durante las campañas y combates en líneas exteriores son muy pequeños. Todo esto distingue a la guerra de guerrillas de la guerra regular. Así se ve que, en sus operaciones, las guerrillas deben concentrar la mayor cantidad posible de fuerzas, actuar secreta y velozmente, atacar al enemigo por sorpresa y decidir rápidamente los combates; deben evitar por todos los medios la defensa pasiva, la prolongación de los combates y la dispersión de sus fuerzas en el momento de emprender una acción. Por supuesto, la guerra de guerrillas recurre no sólo a la defensiva estratégica sino también a la defensiva táctica. Esta última comprende, entre otras cosas, las operaciones de contención y la vigilancia durante los combates, la disposición de fuerzas para la resistencia en desfiladeros, lugares de difícil acceso, ríos o aldeas, con el fin de desgastar y agotar al enemigo, y las acciones para cubrir la retirada. Pero el principio fundamental de la guerra de guerrillas debe ser la ofensiva; ésta es, por su carácter, más ofensiva que la guerra regular. Además, esa ofensiva debe tomar la forma de ataques por sorpresa; en la guerra de guerrillas es aún menos permisible que en la guerra regular exponernos haciendo ostentación de nuestras fuerzas. Aunque en algunas ocasiones las acciones guerrilleras pueden prolongarse varios días, como en el caso de un asalto a una pequeña fuerza enemiga aislada y privada de todo auxilio, en general, más deben decidirse los combates con rapidez en la guerra de guerrillas que en la guerra regular, a causa de que el enemigo es fuerte y nosotros, débiles. Dado su carácter disperso, la guerra de guerrillas se extiende por todas partes. Además, muchas de sus tareas, tales como el hostigamiento, la contención, el sabotaje y el trabajo de masas exigen la dispersión de las fuerzas; pero una unidad o cuerpo guerrillero debe concentrar sus fuerzas principales cuando lleva a cabo la tarea de aniquilar al enemigo, y en especial cuando trata de romper una ofensiva enemiga. «Concentrar una gran fuerza para golpear a una fuerza enemiga pequeña» sigue siendo uno de los principios para las operaciones en el campo de batalla de la guerra de guerrillas.

Así queda claro también que, considerando la Guerra de Resistencia contra el Japón en su conjunto, no podremos alcanzar los objetivos de nuestra defensiva estratégica ni vencer definitivamente al imperialismo japonés sino después de numerosas campañas y combates ofensivos, tanto en la guerra regular como en la de guerrillas, esto es, después de haber acumulado muchas victorias en acciones ofensivas. Solamente después de numerosas campañas y combates de decisión rápida, es decir, una vez que hayamos acumulado muchas victorias por medio de la decisión rápida en campañas y combates ofensivos, podremos lograr los objetivos estratégicos de una guerra prolongada: por una parte, ganar tiempo para aumentar nuestra capacidad de resistencia, y por la otra, acelerar y a la vez aguardar los cambios en la situación internacional y el derrumbamiento interno del enemigo, a fin de lanzar una contraofensiva estratégica y expulsar de China a los invasores japoneses. Hay que concentrar fuerzas superiores en cada acción y operar en líneas exteriores en toda campaña o combate, ya sea en la fase de defensiva estratégica o en la de contraofensiva estratégica, para cercar y destruir las fuerzas enemigas: cercar una parte de ellas si no podemos cercarlas todas, destruir una parte de las fuerzas cercadas si no podemos destruir su totalidad, e infligir un elevado número de bajas a las fuerzas cercadas si no podemos hacerles un número grande de prisioneros. Sólo después de muchas de estas batallas de aniquilamiento podremos hacer que la situación cambie a nuestro favor, desbaratar definitivamente el cerco estratégico del enemigo, es decir, su plan de operaciones en líneas exteriores y, finalmente, en coordinación con las fuerzas internacionales y la lucha revolucionaria del pueblo japonés, cercar a los imperialistas japoneses y asustarles el golpe de gracia. Estos resultados se alcanzarán principalmente por medio de la guerra regular, en tanto que la guerra de guerrillas desempeñará sólo un papel secundario. Pero es común a las dos la acumulación de muchas pequeñas victorias para hacer de ellas una gran victoria. Precisamente en esto reside el gran papel estratégico de la guerra de guerrillas en la Guerra de Resistencia.

Analicemos ahora el problema de la iniciativa, la flexibilidad y la planificación en la guerra de guerrillas.

¿En que consiste la iniciativa en la guerra de guerrillas? En toda guerra, las partes beligerantes se disputan la iniciativa en un campo de batalla, en un teatro de operaciones, en una zona de guerra e incluso en el conjunto de la guerra, ya que la iniciativa significa la libertad de acción para un ejército. Todo ejército que, perdida su iniciativa, se ve forzado a la pasividad, deja de ser libre y corre el peligro de ser derrotado o exterminado. Como es natural, ganar la iniciativa es más difícil en la defensiva estratégica y en las operaciones en líneas interiores que en las operaciones ofensivas en líneas exteriores. No obstante, el imperialismo japonés adolece de dos debilidades básicas: no tiene tropas suficientes y combate en suelo extranjero. Más aún, la subestimación de la fuerza de China y las contradicciones internas entre los militaristas japoneses han conducido al mando japonés a cometer muchos errores, tales como el aumento paulatino de sus fuerzas, la ausencia de coordinación estratégica, la Falta de una dirección principal de ataque en ciertas ocasiones, haber dejado escapar el momento propicio para algunas operaciones y no haber aniquilado las tropas cercadas. Todo esto puede ser considerado como la tercera debilidad del imperialismo japonés. Así, a pesar de la ventaja de estar a la ofensiva y de operar en líneas exteriores, los militaristas japoneses están perdiendo gradualmente la iniciativa, por su insuficiencia de tropas (el Japón es un país pequeño, de limitada población y recursos insuficientes, de tipo imperialista feudal, etc.), porque combaten en suelo extranjero (su guerra es imperialista y bárbara, y otros factores) y por su torpeza en el mando. En la actualidad, el Japón todavía no quiere ni puede concluir la guerra, y su ofensiva estratégica aún no ha terminado; pero la tendencia general demuestra que su ofensiva no puede pasar de ciertos límites, lo cual es consecuencia inevitable de sus tres debilidades. El Japón no puede seguir devorando indefinidamente a China. Llegará el día en que se encuentre en una posición totalmente pasiva, cuyos signos ya empiezan a verse. China, a su vez, se encontraba en una posición bastante pasiva al inicio de la guerra, pero, habiendo adquirido experiencia, comienza ahora a adoptar una nueva orientación, la guerra de movimientos, es decir, operaciones ofensivas, de decisión rápida y en líneas exteriores en campañas y combates, lo cual, junto con la orientación de desarrollar en todas partes la guerra de guerrillas, está ayudándola a ganar la iniciativa día a día.

La cuestión de la iniciativa es aún más vital para la guerra de guerrillas. Pues las guerrillas, en su mayoría, combaten en circunstancias muy difíciles: operan sin retaguardia, se enfrentan con sus débiles fuerzas a las poderosas fuerzas del enemigo, carecen de experiencia (cuando se trata de guerrillas recién organizadas), están aisladas unas de otras, etc. No obstante, en la guerra de guerrillas puede obtenerse la iniciativa, siendo la condición esencial explotar las tres debilidades del enemigo antes mencionadas. Sacando partido de la insuficiencia en efectivos de las fuerzas enemigas (desde el punto de vista de la guerra en su conjunto), las guerrillas pueden arrebatar y utilizar audazmente vastas zonas como terreno de operaciones. Aprovechando que el enemigo es un invasor extranjero y lleva a cabo una política de extrema barbarie, las guerrillas pueden actuar con audacia para granjearse el apoyo de millones y millones de hombres. Explotando la torpeza del mando enemigo, las guerrillas pueden dar libre curso a su ingenio. También las fuerzas regulares deben aprovechar todas estas debilidades del enemigo como ventajas para vencerlo, pero son las guerrillas las que han de prestar particular atención a este respecto. A su vez, las debilidades de las propias guerrillas pueden ser superadas de modo gradual en el curso de la lucha. Más aún, en ocasiones constituyen precisamente la condición para conquistar la iniciativa; por ejemplo, justamente porque las guerrillas son pequeñas, les es fácil operar tras las líneas enemigas apareciendo y desapareciendo en forma misteriosa, sin que el enemigo pueda hacer nada contra ellas. Una libertad de acción tan amplia jamás pueden tenerla los ejércitos regulares masivos.

Cuando el enemigo realiza un ataque convergente desde varias direcciones, para una unidad guerrillera es difícil mantener la iniciativa y fácil perderla. En tal caso, si hace una apreciación incorrecta de la situación y adopta disposiciones erróneas, caerá fácilmente en una posición pasiva y, por lo tanto, no podrá desbaratar el ataque convergente del enemigo. Esto puede ocurrir también cuando el enemigo se encuentra a la defensiva y nosotros a la ofensiva. Por consiguiente, la iniciativa es producto de una correcta apreciación de la situación (tanto la del enemigo como la nuestra) y de acertadas disposiciones militares y políticas. Una apreciación pesimista, disconforme con las condiciones objetivas, y las consiguientes decisiones de carácter pasivo, nos privarán sin duda de la iniciativa y nos lanzarán a la pasividad. Del mismo modo, una apreciación demasiado optimista, disconforme con las condiciones objetivas, y las consiguientes decisiones arriesgadas (injustificadamente arriesgadas), nos privarán de la iniciativa y al Final nos conducirán al mismo camino que la apreciación pesimista. La iniciativa no es atributo innato de un genio, sino algo que un jefe inteligente alcanza mediante un estudio exento de prejuicios y una apreciación correcta de las condiciones objetivas y gracias a acertadas disposiciones militares y políticas. De ello se desprende que la iniciativa no es algo ya hecho, sino que requiere un esfuerzo consciente.

Cuando, a consecuencia de una apreciación y disposiciones erróneas o de una presión irresistible del enemigo, una guerrilla se ve reducida a una posición pasiva, su tarea consiste en esforzarse por salir de ella. La forma de conseguirlo depende de las circunstancias. En muchos casos es necesario «marcharse». Saber marcharse es uno de los rasgos característicos de la guerrilla. Marcharse es el medio principal, pero no el único, de escapar a la pasividad y reconquistar la iniciativa. El momento en que el enemigo ejerce la máxima presión y en que nosotros afrontamos las mayores dificultades, es con frecuencia el mismo momento en que las cosas comienzan a volverse contra el enemigo y a favor nuestro. A menudo, una situación favorable reaparece y la iniciativa se recupera como resultado de los esfuerzos para «sostenerse un poco más».

Pasemos ahora a la flexibilidad.

La flexibilidad es la expresión concreta de la iniciativa. El empleo flexible de las fuerzas es aún más indispensable en la guerra de guerrillas que en la guerra regular.

Es necesario que los mandos de la guerra de guerrillas comprendan que el empleo flexible de sus fuerzas es el medio más importante de hacer que la situación cambie a nuestro favor y de conseguir la iniciativa. El carácter particular de la guerra de guerrillas exige que las fuerzas se empleen en forma flexible, con arreglo a la tarea asignada y a condiciones tales como la situación del enemigo, el terreno y la población local. Las principales formas de utilización de las fuerzas son la dispersión, la concentración y el desplazamiento. Al emplear sus fuerzas, un jefe guerrillero ha de actuar del mismo modo que el pescador maneja su red: debe saber echarla y también recogerla. Al echar su red, el pescador tiene que averiguar bien la profundidad del agua, la velocidad de la corriente y si hay o no obstáculos. De igual manera, al dispersar sus unidades, el jefe guerrillero debe tener cuidado de no sufrir pérdidas por ignorancia de la situación y las acciones equivocadas que de ello se derivan. Así como el pescador, para recoger la red, debe sostener con firmeza la cuerda, así el jefe guerrillero ha de mantener el enlace y la comunicación con todas sus tropas y tener a su disposición una parte suficiente de sus fuerzas principales. Así como en la pesca es necesario el frecuente cambio de lugar, también para la guerrilla es necesario desplazarse frecuentemente. La dispersión, la concentración y el desplazamiento son las tres formas de empleo flexible de las fuerzas en la guerra de guerrillas.

En general, la dispersión de fuerzas en la guerra de guerrillas o, como suele decirse, «la división del todo en partes», se aplica principalmente en los siguientes casos: 1) cuando nos proponernos amenazar al enemigo en un frente amplio porque este se encuentra a la defensiva y por el momento nos es imposible combatir con fuerzas concentradas; 2) cuando, en los lugares donde las fuerzas del enemigo son débiles, nos disponernos a hostigarlo y a realizar actividades de sabotaje por todas partes; 3) cuando no podemos desbaratar el ataque convergente del enemigo y tratamos de librarnos de él haciéndonos menos localizabais; 4) cuando nos vemos obligados a ello por las condiciones del terreno o las dificultades del avituallamiento, y 5) cuando hacemos trabajo de masas en una vasta zona. Pero al dispersaron para la acción, cualesquiera que fueren las circunstancias, debemos prestar atención a lo siguiente: 1) no hay que realizar una dispersión de fuerzas absolutamente pareja, sino mantener una parte bastante considerable en una zona conveniente para maniobrar, lo que nos permitirá estar en condiciones de afrontar cualquier eventualidad y emplearla en cumplir la principal de las tareas asignadas a las fuerzas dispersadas; 2) hay que asignar a cada una de las unidades dispersas una misión definida e indicarle con precisión la zona de operaciones, el plazo para la acción, el lugar de reunión, los medios de enlace, etc.

La concentración de fuerzas o, como suele decirse, «la integración de las partes en un todo», es el método aplicado generalmente para liquidar al enemigo cuando desata una ofensiva y, a veces, para destruir algunas de sus fuerzas estacionadas cuando se encuentra a la defensiva. La concentración de fuerzas no significa concentrarlas en términos absolutos, sino reunir las fuerzas principales para emplearlas en una dirección importante, mientras se mantiene o se envía parte de las fuerzas en otras direcciones a fin de contener al enemigo, hostigarlo, realizar actividades de sabotaje o hacer trabajo de masas.

Si bien la dispersión o concentración flexible de fuerzas de acuerdo con las circunstancias es el método principal en la guerra de guerrillas, también debemos saber desplazar (trasladar) nuestras fuerzas con flexibilidad. Al sentirse seriamente amenazado por las guerrillas, el enemigo no tardará en enviar tropas para atacarlas o aplastarlas. Por lo tanto, las guerrillas deben examinar la situación: si es conveniente, combatir allí donde están; si no, desplazarse en el momento oportuno y hacerlo rápidamente. A veces, con el objeto de aplastar a las fuerzas enemigas por separado, las guerrillas, después de destruir en un lugar a una de esas fuerzas, deben desplazarse de inmediato a otro para destruir a una nueva fuerza enemiga. En otras ocasiones, cuando la situación en un sitio resulta desfavorable para el combate, las guerrillas tienen que romper en seguida el contacto con el enemigo y pasar a trabar combate en otra parte. Si las fuerzas enemigas constituyen una amenaza particularmente seria, las guerrillas no deben permanecer por largo tiempo en un mismo lugar, sino desplazarse con la rapidez del torrente y del viento. En general, el desplazamiento debe hacerse en secreto y velozmente. A fin de engañar al enemigo, tenderle un lazo o confundirlo, deben emplearse constantemente estratagemas tales como amagar en el Este pero atacar por el Oeste, aparecer ya en el Sur ya en el Norte, tan pronto atacar como alejarse y operar de noche.

La flexibilidad en la dispersión, en la concentración y en el desplazamiento es la manifestación concreta de la iniciativa en la guerra de guerrillas, mientras que la rutina y la rigidez conducen inevitablemente a la pasividad y causan pérdidas innecesarias. Sin embargo, el mérito de un mando inteligente no reside en comprender la importancia del empleo flexible de sus fuerzas, sino en saber dispersarlas, concentrarlas y desplazarlas a tiempo y conforme a las circunstancias concretas. La capacidad de percibir los cambios y escoger el momento oportuno para la acción no es fácil de adquirir; sólo pueden adquirirla quienes realizan un estudio exento de prejuicios e investigan y reflexionan con diligencia. A fin de que la flexibilidad no se traduzca en acciones impulsivas, es necesario el examen cuidadoso de las circunstancias.

Pasemos por último a la planificación.

Sin planificación es imposible obtener victorias en la guerra de guerrillas. Actuar al azar significa jugar a la guerra de guerrillas o ser profano en la materia. Es siempre menester elaborar de antemano un plan lo más minucioso posible, tanto para las operaciones de una zona guerrillera en su conjunto como para las de una unidad o cuerpo guerrillero. Esta es la labor preparatoria para toda acción. El conocimiento de la situación, la determinación de las tareas, la disposición de las fuerzas, la instrucción militar y la educación política, el avituallamiento, el mantenimiento del equipo, la conquista del apoyo popular, etc., forman parte del trabajo de los jefes guerrilleros, quienes deben considerar todo ello cuidadosamente, realizarlo a conciencia y verificar su ejecución. Sin esto, resulta imposible toda iniciativa, flexibilidad y ofensiva. Es cierto que las condiciones de la guerra de guerrillas no permiten un grado tan elevado de planificación como las de la guerra regular, y sería un error intentar elaborar un plan sumamente minucioso en la guerra de guerrillas. Sin embargo, es necesario planificar en la forma más minuciosa que permitan las condiciones objetivas, pues debemos comprender que luchar contra el enemigo no es ningún juego.

Los puntos antes mencionados sirven para explicar el primero de los principios estratégicos de la guerra de guerrillas: iniciativa, flexibilidad y planificación en la realización de operaciones ofensivas dentro de la guerra defensiva, operaciones de decisión rápida dentro de la guerra prolongada y operaciones en líneas exteriores dentro de la guerra en líneas interiores. Este es el problema clave en relación a los principios estratégicos de la guerra de guerrillas. Si se resuelve, la victoria de la guerra de guerrillas, por lo que respecta a su dirección militar, estará en gran medida garantizada.

Aunque son muchas las cosas de las que se ha hablado hasta aquí, todas ellas giran en torno a la ofensiva en campañas y combates. La iniciativa puede alcanzarse de modo determinante sólo después de la victoria en una ofensiva. Toda operación ofensiva debe organizarse por nuestra propia iniciativa, y no porque nos veamos obligados a emprenderla. El empleo flexible de las fuerzas gira en torno al esfuerzo por tomar la ofensiva, y del mismo modo, la planificación es necesaria principalmente para asegurar el éxito de la ofensiva. La defensa táctica carece de todo sentido si no apoya, directa o indirectamente, una ofensiva. La decisión rápida se refiere a la duración de una ofensiva, y las líneas exteriores, a su radio. La ofensiva es el único medio de destruir las fuerzas enemigas y el medio principal de conservar las fuerzas propias; la defensa y la retirada puras y simples sólo desempeñan un papel temporal y parcial en la conservación de las fuerzas propias, y son totalmente inútiles para destruir las fuerzas enemigas.

El principio arriba señalado se aplica igual, en lo fundamental, tanto en la guerra regular como en la guerra de guerrillas, sólo con una diferencia de grado en su forma de realizarse. Pero en la guerra de guerrillas es importante y necesario tener en cuenta esta diferencia. Es precisamente esa diferencia la que hace que los métodos de combate de la guerra de guerrillas se distingan de los de la guerra regular. Si se confunden esas dos formas diferentes en que se manifiesta el principio, será imposible conducir la guerra de guerrillas a la victoria.

CAPITULO V

COORDINACION CON LA GUERRA REGULAR

El segundo problema estratégico de la guerra de guerrillas es su coordinación con la guerra regular. Se trata de aclarar la relación entre la guerra de guerrillas y la guerra regular en el plano operacional, partiendo de la naturaleza de las acciones guerrilleras concretas. Comprender tal relación es muy importante para derrotar de manera efectiva al enemigo.

Existen tres tipos de coordinación entre la guerra de guerrillas y la guerra regular: coordinación en la estrategia, en las campañas y en los combates.

El papel que desempeña en la retaguardia enemiga la guerra de guerrillas en su conjunto — debilitamiento del enemigo, contención de sus fuerzas y obstrucción de su transporte –, el estímulo moral que da a las fuerzas regulares y al pueblo de todo el país, etc., constituyen la coordinación estratégica de la guerra de guerrillas con la guerra regular. Tomemos como ejemplo la guerra de guerrillas en las tres provincias del Nordeste. Antes del estallido de la Guerra de Resistencia de amplitud nacional, no existía, naturalmente, el problema de la coordinación, pero desde que comenzó la Resistencia, la significación de dicha coordinación se ha hecho obvia. Cada soldado enemigo que matan las guerrillas del Nordeste, cada bala que hacen gastar al enemigo, cada soldado que le impiden enviar al Sur de la Gran Muralla, puede considerarse como una contribución a la Guerra de Resistencia en su conjunto. También es claro que esas guerrillas producen un efecto desmoralizador en todo el ejército y el país enemigo, y un efecto alentador en todo nuestro ejército y nuestro pueblo. Más claro aún es el papel que desempeña la guerra de guerrillas en la coordinación estratégica a lo largo de los ferrocarriles Peiping-Suiyuán, Peiping-Jankou, Tientsín-Pukou, Tatung-Puchou, Chengting-Taiyuán y Shanghai-Jangchou. Las guerrillas no sólo actúan en coordinación con las fuerzas regulares en la defensiva estratégica de este momento, cuando el enemigo se encuentra a la ofensiva estratégica; no sólo actuarán en coordinación con las fuerzas regulares, estorbando las operaciones del enemigo, cuando éste haya concluido su ofensiva estratégica y pasado a la consolidación del territorio ocupado, sino que se coordinarán también con las fuerzas regulares cuando éstas lancen la contraofensiva estratégica, para expulsar a las fuerzas enemigas y recuperar todo el territorio perdido. El gran papel de la guerra de guerrillas en la coordinación estratégica no debe ser ignorado. Deben comprenderlo con nitidez los mandos de las guerrillas así como los de las fuerzas regulares.
Además, la guerra de guerrillas cumple otro papel: coordinarse con la guerra regular en las campañas. Por ejemplo, en la campaña de Sinkou, al Norte de Taiyuán, las guerrillas desempeñaron un notable papel de apoyo, tanto al Sur como al Norte de Yenmenkuan, al destruir el ferrocarril Tatung-Puchou y las carreteras que pasan por Pingsingkuan y Yangfangkou. Tomemos otro ejemplo: después de la ocupación de Fenglingtu por el enemigo, la guerra de guerrillas (realizada principalmente por fuerzas regulares) que se había extendido por toda la provincia de Shansí, desempeñó un papel aún más importante al actuar en coordinación con las campañas defensivas a lo largo de las orillas oeste y sur del río Amarillo, en las provincias de Shensí y Jonán, respectivamente. Otro ejemplo: cuando el enemigo atacaba el Sur de la provincia de Shantung, la guerra de guerrillas en las cinco provincias del Norte de China hizo una considerable contribución al actuar en coordinación con las campañas de nuestro ejército en esa parte de Shantung. Para realizar esta tarea, los dirigentes de cada base de apoyo guerrillera situada detrás de las líneas enemigas, o los mandos de los cuerpos guerrilleros destacados allí temporalmente, deben disponer bien sus fuerzas y, mediante diversos métodos adecuados al momento y lugar, actuar enérgicamente contra los puntos más vitales y vulnerables del enemigo, a fin de debilitarlo, contener sus fuerzas, obstaculizar su transporte, alentar a nuestras tropas que llevan a cabo campañas en las líneas interiores, y cumplir así con su deber de coordinarse en las campañas. Si cada zona guerrillera o cada guerrilla actúa sola, sin prestar atención a coordinarse con las fuerzas regulares en las campañas, disminuirá la significación de su papel en la coordinación estratégica, aunque seguirá desempeñando cierto papel de apoyo en la estrategia general. Todos los mandos de la guerra de guerrillas deben prestar seria atención a este punto. A fin de poder coordinarse con las fuerzas regulares en las campañas, es completamente necesario que todas las unidades y cuerpos guerrilleros de alguna importancia posean equipos de radiocomunicación.

Finalmente, la coordinación con las fuerzas regulares en los combates, o sea, en sus operaciones en el campo de batalla, es tarea de todas las guerrillas que actúan en las inmediaciones de un campo de batalla en líneas interiores. Esto, por supuesto, se aplica sólo a las guerrillas que operan cerca de las fuerzas regulares o a las unidades regulares encargadas temporalmente de misiones guerrilleras. En dichos casos, las guerrillas deben cumplir, de acuerdo con las instrucciones del mando de las fuerzas regulares, las tareas que se les asignen, tareas que, por lo general, consisten en contener una parte de las fuerzas del enemigo, obstaculizar su transporte, efectuar reconocimientos, servir de guía a las fuerzas regulares, etc. Aun en el caso de que no reciban instrucciones del mando de las fuerzas regulares, las guerrillas deben realizar dichas tareas por su propia iniciativa. Es absolutamente inadmisible permanecer indiferentes, no moverse ni combatir o moverse sin combatir.

CAPITULO VI

CREACION DE BASES DE APOYO

El tercer problema estratégico de la guerra de guerrillas contra el Japón es la creación de bases de apoyo; su necesidad e importancia se infieren del carácter prolongado y encarnizado de la guerra. Pues el territorio perdido no podrá ser recuperado hasta que se lance una contraofensiva estratégica en escala nacional; para entonces, el frente enemigo habrá penetrado profundamente en la zona central del país y la habrá cortado en dos, de Norte a Sur, y una parte o incluso más de la mitad de nuestro territorio habrá caído en manos del enemigo y se habrá convertido en su retaguardia. Tendremos que extender la guerra de guerrillas en toda esa vasta zona ocupada por el enemigo, convertir en frente su retaguardia y obligarlo a combatir sin cesar en todo el territorio que ocupe. Mientras no iniciemos nuestra contraofensiva estratégica ni logremos recuperar el territorio perdido, será necesario persistir en la guerra de guerrillas en la retaguardia enemiga, ciertamente por un tiempo bastante largo, aunque no podemos precisar por cuánto; de ahí que la guerra sea prolongada. A su vez, para asegurar sus intereses en el territorio ocupado, el enemigo indudablemente intensificará día a día su lucha contra la guerra de guerrillas y, especialmente después de que haya cesado su ofensiva estratégica, se lanzará a una implacable represión de las guerrillas. Así, tanto por el carácter prolongado de la guerra como por su encarnizamiento, sin bases de apoyo no podrá sostenerse la guerra de guerrillas detrás de las líneas enemigas.

¿Qué son, entonces, las bases de apoyo de la guerra de guerrillas? Son las bases estratégicas en que se apoyan las fuerzas guerrilleras para cumplir sus tareas estratégicas y lograr el objetivo tanto de conservar y desarrollar sus fuerzas como de aniquilar y expulsar al enemigo. Sin tales bases estratégicas, no habrá nada en que apoyarse para ejecutar las tareas estratégicas y alcanzar el objetivo de la guerra. Operar sin retaguardia es de por sí una característica de la guerra de guerrillas detrás de las líneas enemigas, pues las fuerzas guerrilleras están separadas de la retaguardia general del país. Pero, sin bases de apoyo, la guerra de guerrillas no podrá durar mucho ni desarrollarse; estas bases constituyen precisamente su retaguardia.

La historia registra muchas guerras campesinas hechas a la manera de los «insurrectos errantes», pero ninguna de ellas tuvo éxito. En la época actual de comunicaciones y técnica avanzadas, sería aún más infundado pensar que se puede lograr la victoria luchando a la manera de los «insurrectos errantes». No obstante, aún hoy existe entre los campesinos arruinados la mentalidad de «insurrectos errantes», cuyo reflejo en la conciencia de los mandos de la guerra de guerrillas viene a ser la idea de negar la necesidad de las bases de apoyo o subestimar su importancia. Por lo tanto, liberar de dicha mentalidad la conciencia de los mandos de la guerra de guerrillas constituye el requisito previo para determinar la política de creación de bases de apoyo. El problema de si hay que tener o no bases de apoyo, de si es preciso darles importancia o no, en otras palabras, la lucha entre la idea de establecer bases de apoyo y la mentalidad de «insurrectos errantes», puede surgir en toda guerra de guerrillas, y hasta cierto punto, la que sostenemos contra el Japón no constituye una excepción. Por consiguiente, la lucha ideológica contra La mentalidad de «insurrectos errantes» es un proceso indispensable. Sólo cuando esta mentalidad haya sido totalmente desarraigada y se haya formulado y puesto en práctica la política de establecer bases de apoyo, se presentarán condiciones favorables para mantener una guerra de guerrillas por largo tiempo.

Aclarada la necesidad e importancia de las bases de apoyo, pasemos ahora a los problemas que es preciso comprender y resolver al establecer esas bases. Estos problemas son: tipos de bases de apoyo, zonas guerrilleras y bases de apoyo, condiciones para la creación de bases de apoyo, consolidación y expansión de las bases de apoyo, y tipos de cerco recíproco entre el enemigo y nosotros.

1. TIPOS DE BASES DE APOYO
Las bases de apoyo de la guerra de guerrillas contra el Japón son en general de tres tipos: las de montaña, las de llanura y las de zonas fluviales, lacustres y de estuarios.

Es de todos conocida la ventaja de establecer bases de apoyo en las zonas montañosas. A este tipo pertenecen las bases de apoyo que se han establecido, se establecen o se establecerán en las montañas Changpai[2], Wutai[3], Taijang[4], Taishan[5], Yenshan[6] y Maoshan[7]. Estas bases de apoyo son los lugares más idóneos para mantener la guerra de guerrillas contra el Japón por largo tiempo y constituyen importantes baluartes para la Guerra de Resistencia. Debemos desarrollar la guerra de guerrillas en todas las zonas montañosas detrás de las líneas enemigas y crear allí bases de apoyo.

Las llanuras, por supuesto, son menos apropiadas que las montañas, pero de ningún modo se excluye la posibilidad de desarrollar allí la guerra de guerrillas o establecer algún tipo de bases de apoyo. EL amplio desarrollo que ha logrado la guerra de guerrillas en las llanuras de Jopei y del Norte y Noroeste de Shantung, demuestra que ésta puede desarrollarse en las llanuras. Si bien aún no existen pruebas de que sea posible establecer allí bases de apoyo duraderas, se ha evidenciado que es factible el establecimiento de bases de apoyo temporales, y debe considerarse también realizable la creación de bases de apoyo para unidades pequeñas o con carácter estacional. Pues, por una parte, el enemigo no tiene suficientes tropas a su disposición y sigue una inaudita política de barbarie, y por la otra, China posee un vasto territorio y una numerosa población que lucha contra el Japón; esto proporciona las condiciones objetivas para desarrollar la guerra de guerrillas y establecer bases de apoyo temporales en las llanuras. Si, además, nuestro mando es competente, por supuesto debe ser posible establecer allí bases de apoyo duraderas, aunque no fijas, para unidades guerrilleras pequeñas[8]. En términos generales, cuando el enemigo cese su ofensiva estratégica y entre en la etapa de consolidación de las zonas que haya ocupado, no cabe duda de que lanzará implacables ataques contra todas las bases de apoyo de la guerra de guerrillas, y las de llanura, como es natural, serán las primeras en sufrir el peso de esos ataques. Para entonces, los grandes cuerpos guerrilleros que operen en las llanuras no podrán continuar luchando allí por mucho tiempo y, según lo exijan las circunstancias, deberán trasladarse gradualmente a las zonas montañosas; por ejemplo, de las llanuras de Jopei a las montañas Wutai y Taijang, o de las llanuras de Shantung a la montaña Taishan y al Este de la península de Shantung. Pero las condiciones de nuestra guerra nacional no excluyen la posibilidad de que un gran número de unidades guerrilleras pequeñas se mantengan dispersas en diversos distritos de las vastas llanuras y adopten la táctica de operaciones móviles, es decir, el método de trasladar sus bases de apoyo de un lugar a otro. Es absolutamente posible realizar una guerra de guerrillas estacional, aprovechando la «cortina verde» de la vegetación alta en verano y los ríos congelados en invierno. Como el enemigo no está ahora en condiciones de ocuparse de las llanuras ni podrá hacerlo suficientemente en el futuro, es del todo necesario que determinemos, para el presente, la orientación de amplio desarrollo de la guerra de guerrillas y de creación de bases de apoyo temporales allí, y para el futuro, la de persistir en una guerra de guerrillas con pequeñas unidades o, al menos, en una guerra de guerrillas de carácter estacional, y establecer bases de apoyo no fijas.

Hablando objetivamente, la posibilidad de desarrollar la guerra de guerrillas y establecer bases de apoyo en las zonas fluviales, lacustres y de estuarios, si bien es menor que en las zonas montañosas, es mayor que en las llanuras. Las innumerables y dramáticas batallas libradas por «piratas» y «bandidos de los ríos» a lo largo de nuestra historia y la guerra de guerrillas sostenida durante varios años en la zona del lago Jungju en el período del Ejército Rojo, demuestran que es posible desarrollar la guerra de guerrillas y establecer bases de apoyo en las zonas fluviales, lacustres y de estuarios. No obstante, los partidos y grupos políticos y las masas que resisten al Japón han prestado hasta ahora poca atención a esta posibilidad. Es indudable que debemos prestarle atención y comenzar a trabajar en este sentido, si bien todavía no se han dado las condiciones subjetivas. Como un aspecto del desarrollo de la guerra de guerrillas a escala nacional, debemos organizar eficazmente este tipo de guerra en la zona del lago Jungtse al Norte del río Yangtsé, en la zona del lago Taiju al Sur del mismo río, y en todas las zonas fluviales, lacustres y de estuarios del territorio ocupado por el enemigo a lo largo de los ríos y las costas, y crear bases de apoyo duraderas en dichas zonas y sus cercanías. Pasar por alto este aspecto equivale a proporcionar al enemigo facilidades de transporte por agua, y constituye un vacío en nuestro plan estratégico para la Guerra de Resistencia. Este vacío debe ser llenado a tiempo.

2. ZONAS GUERRILLERAS Y BASES DE APOYO
En una guerra de guerrillas que se sostiene detrás de las líneas enemigas, hay diferencia entre zonas guerrilleras y bases de apoyo. Las zonas cuyos alrededores están ocupados por el enemigo, pero cuyas partes interiores no lo están o han sido recuperadas, como ciertos distritos de la zona de las montañas Wutai (es decir, la Región Fronteriza de Shansí-Chajar-Jopei) y algunos sectores de las zonas de las montañas Taijang y Taishan, ya son de por sí bases de apoyo; valiéndose de estas bases, las unidades guerrilleras pueden desarrollar con toda facilidad la guerra de guerrillas. Pero la situación es distinta en otros sectores próximos a esas bases, como por ejemplo, en los sectores oriental y septentrional de la zona de las montañas Wutai, es decir, en ciertos sectores del Oeste de Jopei y del Sur de Chajar, y en muchos lugares situados al Este de la ciudad de Paoting y al Oeste de la ciudad de Tsangchou, donde las unidades guerrilleras en la etapa inicial de la guerra de guerrillas no pudieron ocupar todo el territorio y tuvieron que limitarse a realizar frecuentes asaltos. Se trata de zonas que las guerrillas conservan solamente mientras permanecen allí y que vuelven a las manos del régimen títere una vez se han marchado, y que por consiguiente no son aún bases de apoyo de la guerra de guerrillas, sino únicamente lo que se llama zonas guerrilleras. Estas zonas guerrilleras se transformarán en bases de apoyo cuando hayan pasado por el proceso necesario de la guerra de guerrillas, es decir, cuando en ellas se haya aniquilado o derrotado a una gran cantidad de fuerzas enemigas y destruido el régimen títere, cuando se haya puesto en juego el entusiasmo de las masas, establecido las organizaciones populares antijaponesas, desarrollado las fuerzas armadas del pueblo e implantado el Poder antijapones. Por expansión de las bases de apoyo se entiende la incorporación de estas bases nuevas a las ya creadas.

En algunos lugares, toda la zona de operaciones guerrilleras ha sido desde el comienzo una zona guerrillera. Puede servir de ejemplo el Este de Jopei. El régimen títere tiene allí una larga existencia, y desde el principio toda la zona de operaciones ha sido una zona guerrillera para las fuerzas armadas del pueblo surgidas de las insurrecciones locales y para los destacamentos guerrilleros enviados desde las montañas Wutai. Al comienzo de sus actividades, ellos sólo podían elegir en esa zona algunos sitios favorables para convertirlos en retaguardia temporal, o sea, bases de apoyo temporales. Solamente cuando las fuerzas enemigas en estos lugares hayan sido aniquiladas y el trabajo de movilización de las masas esté en pleno desarrollo, terminará la situación característica de la zona guerrillera y el territorio se convertirá en una base de apoyo relativamente estable.

De esto se desprende que la transformación de una zona guerrillera en base de apoyo es un arduo proceso de creación y su logro depende de la medida en que sea aniquilado el enemigo y movilizadas las masas populares.

Muchas regiones seguirán siendo zonas guerrilleras durante largo tiempo. En ellas, por mucho que se esfuerce el enemigo en mantener su control, no logrará establecer un régimen títere estable, mientras que nosotros, por mucho que desarrollemos la guerra de guerrillas, no podremos alcanzar el objetivo de establecer el Poder antijaponés. Ejemplos de este tipo pueden encontrarse en aquellas regiones próximas a las líneas férreas y grandes ciudades y en ciertas zonas de llanura, ocupadas por el enemigo.

En cuanto a las grandes ciudades, las estaciones ferroviarias y ciertas zonas de llanura que el enemigo controla con fuerzas importantes, la guerra de guerrillas sólo puede extenderse hasta sus alrededores y no al interior de dichos lugares, donde el régimen títere es relativamente estable. Este es otro tipo de situación.

Los errores en nuestra dirección o la fuerte presión del enemigo pueden conducir a un proceso inverso, esto es, una base de apoyo puede convertirse en zona guerrillera y una zona guerrillera en región bajo ocupación enemiga relativamente estable. Tales cambios son posibles y los mandos de la guerra de guerrillas deben mantener una vigilancia especial al respecto.

Así, como resultado de la guerra de guerrillas y de la lucha entre el enemigo y nosotros, los territorios ocupados por el enemigo se dividirán en tres tipos: primero, bases de apoyo antijaponesas mantenidas por nuestras unidades guerrilleras y nuestros órganos de Poder; segundo, zonas que se encuentran en manos del imperialismo japonés y del régimen títere, y tercero, zonas intermedias que ambos bandos se disputan, es decir, zonas guerrilleras. Los mandos de la guerra de guerrillas tienen el deber de ampliar al máximo los territorios del primero y tercer tipos y reducir al mínimo los territorios del segundo. Esta es la tarea estratégica de la guerra de guerrillas.

3. CONDICIONES PARA LA CREACION DE BASES DE APOYO
Las condiciones fundamentales para establecer una base de apoyo son: contar con fuerzas armadas antijaponesas, emplearlas para infligir derrotas al enemigo y, con ayuda de ellas, movilizar a las masas populares. Así, el establecimiento de bases de apoyo es, antes que nada, el problema de organizar fuerzas armadas. Quienes dirigen la guerra de guerrillas deben dedicar todas sus energías a formar una o más unidades guerrilleras y, en el transcurso de la lucha, convertirlas gradualmente en cuerpos guerrilleros e incluso en unidades y agrupaciones regulares. Organizar fuerzas armadas es la clave para la creación de bases de apoyo. Sin fuerzas armadas o con fuerzas armadas muy débiles, nada puede hacerse. Esta es la primera condición.

La segunda condición indispensable para establecer una base de apoyo consiste en infligir derrotas al enemigo empleando las fuerzas armadas y con el apoyo de las masas populares. Ninguno de los lugares controlados por el Japón es base de apoyo de las guerrillas sino del enemigo, y evidentemente las bases del enemigo no podrán ser transformadas en bases de apoyo guerrilleras a menos que éste sea derrotado. Aun los lugares controlados por las guerrillas caerán en manos del enemigo, si no aplastamos sus ataques, si no lo derrotamos, y en tal caso tampoco será posible establecer bases de apoyo.

La tercera condición indispensable para establecer una base de apoyo consiste en dedicar todos nuestros esfuerzos, incluidos los de las fuerzas armadas, a movilizar las masas en la lucha contra el Japón. En el curso de esta lucha debemos armar al pueblo, es decir, organizar cuerpos de autodefensa y guerrillas. En el curso de esta lucha hay que crear organizaciones de masas, reunir a los obreros, campesinos, jóvenes, mujeres, niños, comerciantes y profesionales, a medida que crezcan su grado de conciencia política y su entusiasmo combativo, en las diversas organizaciones necesarias para la lucha contra el Japón, y ampliar éstas en forma gradual. Sin organización, la fuerza de las masas populares no puede hacerse sentir en la lucha contra el Japón. En el curso de esta lucha, debemos liquidar a los colaboracionistas declarados y encubiertos, tarea que sólo podremos cumplir apoyándonos en la fuerza de las masas populares. En esta lucha, es de particular importancia movilizar a las masas populares para establecer o consolidar el Poder local antijaponés. Allí donde los antiguos órganos chinos de Poder no han sido destruidos por el enemigo, debemos reorganizarlos y fortalecerlos apoyándonos en las amplias masas; allí donde han sido destruidos por el enemigo, debemos reconstruirlos con el esfuerzo de las amplias masas. Estos órganos de Poder deben poner en práctica la política de frente único nacional antijaponés y unir a todas las Fuerzas populares para la lucha contra nuestro único enemigo: el imperialismo japonés y sus lacayos, los colaboracionistas y reaccionarios.

Toda base de apoyo de la guerra de guerrillas sólo puede ser realmente establecida después que se hayan cumplido en forma gradual las tres condiciones fundamentales, es decir, después de crear fuerzas armadas antijaponesas, infligir derrotas al enemigo y movilizar a las masas populares.

Es necesario hablar, además, de las condiciones geográficas y económicas. En lo que atañe a las condiciones geográficas, ya hemos señalado tres categorías distintas en la sección «Tipos de bases de apoyo»; aquí solamente trataremos del requisito principal: la zona debe ser extensa. En circunstancias en que el enemigo nos cerca por los cuatro lados, o por tres de ellos, las zonas montañosas, desde luego, ofrecen las mejores condiciones para establecer bases de apoyo duraderas; pero lo principal es que haya espacio suficiente que permita maniobrar a las guerrillas, esto es, que la zona sea extensa. En presencia de esta condición, es decir, de una zona amplia, la guerra de guerrillas se puede desarrollar y sostener incluso en las llanuras, para no hablar de las zonas fluviales, lacustres y de estuarios. Debido a la inmensidad del territorio chino y a la insuficiencia de tropas del enemigo, la guerra de guerrillas en China ya cuenta, en general, con esta condición. Esta es una condición importante e incluso de primera importancia en lo que respecta a la posibilidad de sostener una guerra de guerrillas. En países pequeños, como Bélgica, que carecen de dicha condición, tal posibilidad es muy pequeña o no existe. Pero en China, esa condición no es algo por alcanzar, ni un problema por resolver; está allí objetivamente, esperando sólo ser explotada.

En cuanto a las condiciones económicas, considerándolas como tales, sucede igual que con las geográficas. Porque no estamos discutiendo el problema del establecimiento de bases de apoyo en un desierto, donde no hay enemigo alguno, sino su establecimiento detrás de las líneas enemigas. Adondequiera que llegue el enemigo, ya viven desde hace tiempo habitantes chinos y hay una base económica de subsistencia, de modo que no surge la cuestión de elegir condiciones económicas para establecer una base de apoyo. En todos aquellos lugares donde hay habitantes chinos y fuerzas enemigas, cualesquiera que sean las condiciones económicas, debemos esforzarnos al máximo por desarrollar la guerra de guerrillas y establecer bases de apoyo permanentes o temporales. Sin embargo, consideradas desde el punto de vista político, las condiciones económicas presentan un problema, la política económica, que es vital para el establecimiento de las bases de apoyo. La política económica a seguir en las bases de apoyo guerrilleras debe basarse en los principios de frente único nacional antijaponés, es decir, la distribución racional de las cargas y la protección del comercio. Los órganos locales de Poder y las guerrillas nunca deben violar estos principios; de lo contrario, se verán afectados el establecimiento de las bases de apoyo y el mantenimiento de la guerra de guerrillas. La distribución racional de las cargas significa que «quien tenga dinero, que contribuya con dinero», mientras los campesinos deben, dentro de ciertos límites, proporcionar cereales a las guerrillas. La protección del comercio exige que éstas observen rigurosamente la disciplina y no se incauten arbitrariamente de ningún establecimiento comercial, salvo de aquellos que sean propiedad de colaboracionistas comprobados. Es un asunto difícil, pero debemos aplicar esta que es ya una política decidida.

4. CONSOLIDACION Y EXPANSION DE LAS BASES DE APOYO
A fin de encerrar al enemigo invasor en un número reducido de puntos de apoyo, es decir, en las grandes ciudades y a lo largo de las principales líneas de comunicación, debemos hacer todo lo posible para extender, desde nuestras bases de apoyo, la guerra de guerrillas en todas las direcciones y ejercer presión sobre todos los puntos de apoyo del enemigo, amenazando así su existencia, sacudiendo su moral y ampliando al mismo tiempo las bases de apoyo guerrilleras. Esto es completamente indispensable. Para ello es necesario combatir el conservatismo en la guerra de guerrillas. El conservatismo, sea que nazca del deseo de una vida tranquila y cómoda o de la sobreestimación de la fuerza del enemigo, sólo puede ocasionar pérdidas a la Guerra de Resistencia y perjudicar la guerra de guerrillas y las propias bases de apoyo. Por otra parte, no debemos olvidar la consolidación de las bases de apoyo; la tarea principal en este aspecto es movilizar y organizar a las masas y adiestrar a las unidades guerrilleras y a las fuerzas armadas locales. Semejante consolidación es necesaria para el mantenimiento de una guerra prolongada y también para la ulterior expansión de las bases de apoyo, pues sin consolidación no es posible una expansión vigorosa. Si en la guerra de guerrillas nos ocupamos únicamente de la expansión y olvidamos la consolidación, no podremos resistir los ataques del enemigo, y como resultado, no sólo perderemos el territorio recuperado durante la expansión, sino que correrá peligro la existencia misma de las bases de apoyo. El principio correcto es expansión con consolidación, lo que constituye un buen método que nos permite avanzar en la ofensiva y defendernos en la retirada. Ya que se trata de una guerra prolongada, ante cada unidad guerrillera se presenta constantemente el problema de la consolidación y expansión de las bases de apoyo. La solución concreta de este problema depende de las circunstancias. En un período dado, puede hacerse hincapié en la expansión, es decir, en la ampliación de las zonas guerrilleras y el engrosamiento de las guerrillas. En otro, puede hacerse hincapié en la consolidación, es decir, en organizar a las masas y adiestrar a las unidades armadas. Ya que la expansión y la consolidación son de diferente naturaleza, serán por consiguiente distintas las disposiciones militares así como las tareas correspondientes. Este problema sólo se puede resolver con éxito dándoles prioridad alternativamente según el momento y las circunstancias.

5. TIPOS DE CERCO RECIPROCO ENTRE EL ENEMIGO Y NOSOTROS
Tomando la Guerra de Resistencia en su conjunto, no cabe duda de que nos encontramos cercados estratégicamente por el enemigo, por cuanto éste se halla a la ofensiva estratégica y opera en líneas exteriores, mientras que nosotros estamos a la defensiva estratégica y operamos en líneas interiores. Este es el primer tipo de cerco que nos impone el enemigo. Debido a que, con relación a las fuerzas enemigas que desde líneas exteriores avanzan sobre nosotros en varias columnas, aplicamos el principio de operaciones ofensivas en líneas exteriores en campañas y combates empleando fuerzas numéricamente superiores, podemos cercar cada una de estas columnas. Este es el primer tipo de cerco que imponemos al enemigo. Luego, si se consideran por separado las bases de apoyo guerrilleras en la retaguardia enemiga, cada una de ellas está rodeada por el enemigo, ya sea por todos lados, como la zona de las montañas Wutai, ya sea por tres lados, como la región del Noroeste de Shansí. Este es el segundo tipo de cerco que nos impone el enemigo. Sin embargo, si consideramos las diversas bases de la guerra de guerrillas en su vinculación mutua y cada una en su relación con los frentes de las fuerzas regulares, vemos que, por nuestra parte, rodeamos a una gran cantidad de fuerzas enemigas. En la provincia de Shansí, por ejemplo, hemos rodeado el ferrocarril Tatung-Puchou por tres lados (Este, Oeste y extremo sur) y la ciudad de Taiyuán por todos lados. En las provincias de Jopei y Shantung también se pueden encontrar muchos ejemplos similares. Este es el segundo tipo de cerco que imponemos al enemigo. De esta manera, existen dos tipos de cerco recíproco entre nosotros y el enemigo, más o menos como en una partida de weichi [9]. Las campañas y combates entre ambos bandos se asemejan a la toma de piezas, y el establecimiento de puntos de apoyo por parte del enemigo y de bases de apoyo guerrilleras por la nuestra, a las jugadas para dominar espacios en el tablero. Es en el problema de «dominar espacios» donde se revela el gran papel estratégico de las bases de apoyo guerrilleras en la retaguardia del enemigo. Si se considera este problema desde el punto de vista de la Guerra de Resistencia, esto significa que las autoridades militares de la nación, así como los mandos de la guerra de guerrillas de todas las zonas, deben poner en el orden del día el desarrollo de la guerra de guerrillas detrás de las líneas enemigas y el establecimiento de bases de apoyo donde sea posible, y llevar esto a la práctica como una tarea estratégica. Si en el plano internacional logramos crear un frente antijaponés en la región del Pacífico, con China como una unidad estratégica y con la Unión Soviética y otros países que puedan incorporarse a él como otras tantas unidades estratégicas, tendremos entonces sobre el enemigo la ventaja de un tipo más de cerco: se creará en la región del Pacífico una línea exterior desde la cual podremos cercar y aniquilar al Japón fascista. Desde luego, esto carece de sentido práctico por el momento, pero tal perspectiva no es imposible.

CAPITULO VII

DEFENSIVA Y OFENSIVA ESTRATEGICAS EN LA GUERRA DE GUERRILLAS

El cuarto problema estratégico de la guerra de guerrillas concierne a la defensiva y ofensiva estratégicas. Este es el problema de cómo aplicar concretamente en la guerra de guerrillas contra el Japón, tanto en la defensiva como en la ofensiva, el principio de operaciones ofensivas que hemos expuesto al analizar el primer problema. Dentro de la defensiva estratégica y la ofensiva estratégica (o, dicho más exactamente, la contraofensiva estratégica) de amplitud nacional, se producen en cada base de apoyo de la guerra de guerrillas y en sus alrededores, defensiva y ofensiva estratégicas en pequeña escala. Con la primera, nos referimos a la situación estratégica que se crea cuando el enemigo se encuentra a la ofensiva y nosotros a la defensiva, y a nuestra estrategia para ese período. Con la segunda, nos referimos a la situación estratégica que surge cuando el enemigo se encuentra a la defensiva y nosotros a la ofensiva, y a nuestra estrategia para ese período.

1. DEFENSIVA ESTRATEGICA EN LA GUERRA DE GUERRILLAS
Cuando la guerra de guerrillas, ya iniciada, haya alcanzado cierto desarrollo, el enemigo atacará inevitablemente las bases de apoyo de la guerra de guerrillas, especialmente en el período en que haya puesto fin a su ofensiva estratégica general contra nuestro país y adopte la política de consolidación del territorio ocupado. Los mandos de la guerra de guerrillas deben comprender la inevitabilidad de dichos ataques porque, de lo contrario, estarán totalmente desprevenidos y, frente a los serios ataques del enemigo, caerán en el pánico y el desconcierto, y sus fuerzas serán derrotadas.

Para liquidar las guerrillas y sus bases de apoyo, el enemigo recurre con frecuencia a ataques convergentes. Por ejemplo, hubo cuatro o cinco «expediciones punitivas» dirigidas contra la zona de las montañas Wutai, y en cada una de ellas, el enemigo efectuó un avance planificado en tres, cuatro y hasta seis o siete rutas simultáneamente. Cuanto más se extienda la guerra de guerrillas, cuanto más importante sea la posición de sus bases de apoyo y más grave su amenaza para las bases estratégicas y líneas de comunicación vitales del enemigo, tanto más encarnizados serán los ataques de éste contra las guerrillas y sus bases de apoyo. Por eso, si el enemigo ataca a las guerrillas más intensamente en determinada zona, esto demuestra que allí la guerra de guerrillas ha logrado mayores éxitos y que actúa más eficazmente en coordinación con las operaciones regulares.

Cuando el enemigo lanza un ataque convergente en varias columnas, el principio de la guerra de guerrillas consiste en aplastarlo mediante el contraataque. Tal ataque puede ser fácilmente aplastado si cada una de las columnas del enemigo en marcha se compone de una sola unidad, grande o pequeña, carece de fuerzas de apoyo y no puede dejar guarniciones ni construir blocaos y carreteras a lo largo de su ruta de ataque. En tal caso, el enemigo se encuentra a la ofensiva y opera en líneas exteriores, en tanto que nosotros estamos a la defensiva y operamos en líneas interiores. En cuanto a la disposición de nuestras fuerzas, debemos emplear una pequeña parte para contener a varias columnas del enemigo y enfrentar la parte principal a una sola columna, adoptando la táctica de lanzar ataques por sorpresa (sobre todo, en forma de emboscadas) en campañas o combates y de golpear al enemigo cuando se encuentre en movimiento. Atacado repetidas veces por sorpresa, el enemigo, aunque fuerte, resultará debilitado y a menudo se retirará a mitad de camino; las guerrillas podrán, entonces, volver a atacarlo por sorpresa mientras lo persiguen y así lograrán debilitarlo aún más. Antes de detener su ataque o iniciar su retirada, el enemigo ocupa siempre capitales de distrito y poblados en nuestras bases de apoyo. En ese caso, debemos sitiar esos lugares, cortando su abastecimiento de víveres y sus vías de comunicación; luego, cuando el enemigo no pueda mantenerse más y comience a retroceder, aprovecharemos la oportunidad para perseguirlo y atacarlo. Una vez deshecha una columna enemiga, debemos trasladar nuestras fuerzas para deshacer otra, y aplastando, una por una, a las fuerzas enemigas, desbarataremos su ataque convergente.

Una gran base de apoyo, como la zona de las montañas Wutai, constituye una «zona militar», que a su vez se divide en cuatro, cinco o más «subzonas militares», cada una con fuerzas armadas propias que operan independientemente. Empleando los métodos de operaciones mencionados más arriba, con frecuencia estas fuerzas destrozan simultánea o sucesivamente los ataques enemigos.

En nuestro plan de operaciones para rechazar un ataque convergente generalmente disponemos nuestras fuerzas principales en líneas interiores. Pero en caso de contar con fuerzas suficientes, debemos emplear nuestras fuerzas auxiliares (guerrillas distritales o territoriales o incluso unidades destacadas de las fuerzas principales) en líneas exteriores, para destruir las vías de comunicación del enemigo y contener sus refuerzos. Si el enemigo permanece largo tiempo en nuestra base de apoyo, podemos invertir el método, es decir, dejar una parte de nuestras fuerzas en la base de apoyo para aislarlo y hostigarlo, y emplear las fuerzas principales para atacar la zona de donde ha venido y actuar allí enérgicamente, a fin de inducirlo a retirarse y atacar a nuestras fuerzas principales. Esta es la táctica de salvar al reino de Chao sitiando al reino de Wei»[10].

En el curso de las operaciones contra un ataque convergente, los cuerpos de autodefensa antijaponeses de la población local y todas las organizaciones de masas deben movilizarse para participar en la lucha y ayudar por todos los medios a nuestras tropas en las acciones contra el enemigo. Para combatir al enemigo, son importantes dos cosas: decretar el estado de sitio local y, en la medida de lo posible, «fortalecer las obras defensivas y limpiar los campos». La primera tiene por fin reprimir a los colaboracionistas e impedir que el enemigo obtenga informaciones, y la segunda, apoyar las operaciones (fortaleciendo las obras defensivas) e impedir que el enemigo obtenga alimentos (limpiando los campos). «Limpiar los campos» significa aquí recoger la cosecha cuanto antes, apenas los cultivos están maduros.

Al retirarse, el enemigo a menudo incendia las casas en las ciudades que ha ocupado y las aldeas situadas en su camino de retirada, con el fin de devastar las bases de apoyo de la guerra de guerrillas; pero al hacerlo, se priva de alojamiento y provisiones para su próxima ofensiva, y el daño se vuelve contra él mismo. Este es un ejemplo concreto que demuestra cómo una y la misma cosa tiene dos aspectos contradictorios.

Los mandos de la guerra de guerrillas no deben pensar en abandonar su base de apoyo para desplazarse a otra, sin haber efectuado repetidos contraataques para rechazar el serio ataque convergente del enemigo y sin haber llegado a la convicción de que es imposible desbaratarlo. En tales circunstancias hay que guardarse del pesimismo. En las zonas montañosas, mientras los dirigentes no cometan errores de principio, es posible, en general, deshacer los ataques convergentes del enemigo y retener las bases de apoyo. Solamente en las llanuras, al verse ante un fuerte ataque convergente, los dirigentes guerrilleros deben considerar, a la luz de las circunstancias concretas, la siguiente medida: dejar en la localidad numerosas unidades pequeñas para que actúen en orden disperso, y trasladar temporalmente los grandes cuerpos guerrilleros a una zona montañosa, de modo que éstos puedan volver y continuar sus actividades en las llanuras en cuanto se alejen las fuerzas principales del enemigo.

Debido a la contradicción entre la vastedad del territorio chino y la insuficiencia de fuerzas del enemigo, éste, en general, no puede adoptar la táctica de blocaos que utilizó el Kuomintang en los días de la guerra civil. Sin embargo, debemos tener en cuenta la posibilidad de que, en cierta medida, adopte esa táctica contra aquellas bases de apoyo guerrilleras que constituyen una seria amenaza para sus posiciones vitales; debemos prepararnos para mantener, incluso en tales circunstancias, la guerra de guerrillas en esas zonas. Si pudimos mantener la guerra de guerrillas aun en las condiciones de la guerra civil, no cabe la menor duda de que podemos llevarla adelante, todavía con mayor éxito, en esta guerra nacional. Pues, aunque el enemigo, en lo que respecta al poderío militar relativo, pueda lanzar contra algunas de nuestras bases de apoyo, fuerzas de aplastante superioridad no sólo en calidad sino también en cantidad, continuará sin solución la contradicción nacional entre el enemigo y nosotros, y subsistirán las inevitables debilidades del mando enemigo. Nuestras victorias se basan en el trabajo concienzudo entre las masas populares y en los métodos flexibles de combate.

2. OFENSIVA ESTRATEGICA EN LA GUERRA DE GUERRILLAS
Después de que hemos desbaratado una ofensiva enemiga y antes de que comience otra nueva, viene un período en que el enemigo se encuentra a la defensiva estratégica y nosotros a la ofensiva estratégica.

En ese período, nuestro principio de operaciones no consiste en atacar a las fuerzas enemigas que están atrincheradas en posiciones defensivas y que no tenemos seguridad de derrotar, sino en destruir o expulsar sistemáticamente de determinadas zonas a las pequeñas unidades japonesas y fuerzas títeres que nuestras guerrillas son capaces de enfrentar, en extender nuestras zonas, movilizar a las masas para la lucha contra el Japón, reforzar y adiestrar nuestras tropas y organizar nuevas guerrillas. Si el enemigo continúa a la defensiva después de que estas tareas se hayan cumplido en cierta medida, podremos ampliar aún más las zonas que hayamos ocupado recientemente, atacar las ciudades y las líneas de comunicación débilmente guarnecidas por el enemigo, y ocuparlas tanto tiempo como las circunstancias lo permitan. Todas estas son tareas de la ofensiva estratégica, cuyo propósito es aprovechar el período en que el enemigo se encuentra a la defensiva, para desarrollar en forma eficaz nuestras fuerzas armadas y la fuerza de las masas populares, así como reducir efectivamente las fuerzas del enemigo y prepararnos para aplastar de modo planificado y enérgico su nueva ofensiva.

Es indispensable el descanso y el adiestramiento de nuestras tropas, y el mejor momento para ello es aquel en que el enemigo se encuentra a la defensiva. No se trata de dedicarnos exclusivamente al descanso y adiestramiento sin ocuparnos de ninguna otra cosa, sino de procurar tiempo para ello mientras ampliamos nuestras zonas, destruimos pequeñas unidades enemigas y movilizamos a las masas. Este es también, por lo general, el momento para resolver el difícil problema de la obtención de provisiones, mantas, vestuario, etc.

Este es asimismo el momento para destruir en gran escala las líneas de comunicación del enemigo, obstruir su transporte y prestar ayuda directa a nuestras fuerzas regulares en sus campañas.

Entonces reina gran júbilo en las bases de apoyo, zonas y unidades guerrilleras, y las regiones devastadas por el enemigo se rehabilitan gradualmente y reviven. Las masas populares en los territorios ocupados por el enemigo también se llenan de contento, y el prestigio de las guerrillas se extiende por todas partes. En el campo del enemigo y sus lacayos, los colaboracionistas, crece el pánico y se agrava la desintegración y, al mismo tiempo, aumenta su odio hacia las guerrillas y las bases de apoyo y se intensifican los preparativos para hacer frente a la guerra de guerrillas. Por lo tanto, durante la ofensiva estratégica, los mandos de la guerra de guerrillas no deben sentirse tan alborozados como para subestimar al enemigo y olvidarse de fortalecer la unidad en sus propias filas y de consolidar las bases de apoyo y las unidades guerrilleras. En estos momentos deben saber escrutar cada movimiento del enemigo para descubrir los signos de una nueva ofensiva, a fin de que, una vez que ésta se desate, puedan poner fin oportunamente a su propia ofensiva estratégica, pasar a la defensiva estratégica y deshacer, en el curso de ésta, la ofensiva enemiga.

CAPITULO VIII

TRANSFORMACION DE LA GUERRA DE GUERRILLAS EN GUERRA DE MOVIMIENTOS

El quinto problema estratégico de la guerra de guerrillas contra el Japón es su transformación en guerra de movimientos, proceso que es necesario y posible debido igualmente al carácter prolongado y encarnizado de la guerra. Tal transformación sería innecesaria si China pudiese derrotar rápidamente a los invasores japoneses y recobrar pronto el territorio perdido, y si, en consecuencia, la guerra no fuese ni prolongada ni encarnizada. Pero como, por el contrario, la guerra es prolongada y encarnizada, la guerra de guerrillas no podrá adaptarse a una guerra como ésta a menos que se transforme en una guerra de movimientos. Dada la larga duración y el encarnizamiento de la guerra, las guerrillas podrán adquirir el temple necesario y convertirse gradualmente en fuerzas regulares, y, como consecuencia, sus formas de combate se aproximarán poco a poco a las de las tropas regulares y la guerra de guerrillas se transformará así en guerra de movimientos. Los mandos de la guerra de guerrillas deben comprender claramente la necesidad y posibilidad de esta transformación; sólo de esta manera podrán persistir en la orientación de transformar la guerra de guerrillas en guerra de movimientos y llevarla a cabo en forma planificada.

En muchos lugares, como en las montañas Wutai, la actual guerra de guerrillas debe su crecimiento a los poderosos destacamentos enviados allí por las tropas regulares. Las operaciones en esos lugares, aunque por lo general de carácter guerrillero, contienen elementos de guerra de movimientos desde su mismo comienzo. Estos elementos aumentarán gradualmente a medida que se prolongue la guerra. En esto reside la ventaja de la actual guerra de guerrillas contra el Japón, ventaja que permite no sólo su rápida expansión, sino también su rápido desarrollo hacia un nivel superior; por lo tanto, la presente guerra de guerrillas se hace en condiciones mucho más favorables que las que ha conocido la guerra de guerrillas en las tres provincias del Nordeste.

Para transformar las unidades guerrilleras que hacen la guerra de guerrillas en fuerzas regulares que realicen una guerra de movimientos, se requieren dos condiciones: el aumento del número y la elevación de la calidad. Además de movilizar directamente al pueblo para que se incorpore a las fuerzas armadas, el aumento del número puede alcanzarse fusionando unidades pequeñas, en tanto que la elevación de la calidad depende del temple de los combatientes y del mejoramiento de su armamento en el curso de la guerra.

Al fusionar pequeñas unidades debemos guardarnos, por una parte, del localismo, que toma en cuenta exclusivamente los intereses locales e impide la centralización y, por la otra, de la concepción puramente militar, que deja de lado los intereses locales.

El localismo existe en las guerrillas y gobiernos locales. Los partidarios de esta tendencia suelen preocuparse sólo de los intereses locales y olvidan los generales, o prefieren actuar por su cuenta y no se adaptan a la acción en grandes unidades. Los dirigentes de las principales unidades guerrilleras o de los cuerpos guerrilleros deben tener presente esto y adoptar el método de fusión gradual y parcial, dejando a las autoridades locales un número de fuerzas que les permitan seguir extendiendo su guerra de guerrillas; deben hacer que las unidades locales participen en operaciones conjuntas y efectuar luego la fusión sin romper su propia estructura orgánica ni desplazar a sus cuadros, de modo que las unidades pequeñas puedan fundirse en las grandes.

En oposición al localismo, la concepción puramente militar es el punto de vista erróneo sostenido dentro de las fuerzas principales por aquellos que sólo tratan de aumentar sus propias tropas, sin preocuparse de ayudar a las fuerzas armadas locales. Esta gente no comprende que la transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos no significa el abandono de la primera, sino la formación gradual, en el curso del amplio desarrollo de la guerra de guerrillas, de una fuerza principal capaz de realizar la guerra de movimientos, fuerza en torno a la cual deberán existir, como antes, numerosas unidades guerrilleras que realicen amplias operaciones de guerrillas. Estas numerosas unidades guerrilleras constituyen las poderosas alas de la fuerza principal y sirven de reserva inagotable para su continuo crecimiento. Por lo tanto, si algún mando de la fuerza principal, guiado por la concepción puramente militar, llega a cometer el error de descuidar los intereses de la población y del gobierno locales, debe corregirlo para que así el engrosamiento de esa fuerza y el crecimiento de las fuerzas armadas locales reciban, uno y otro, la atención que les corresponde.

Para elevar la calidad de las guerrillas es preciso elevar su nivel político y organizativo, así como mejorar su equipo, su técnica militar y su táctica y reforzar su disciplina, de modo que gradualmente se formen según el modelo de las tropas regulares y se libren de sus hábitos guerrilleros. Políticamente, hay que hacer comprender a los mandos y combatientes la necesidad de elevar las guerrillas al nivel de las fuerzas regulares, estimularlos a que se esfuercen por alcanzar esa meta, y garantizar su logro por medio del trabajo político. En el terreno de la organización, es necesario cumplir progresivamente todas las exigencias de una agrupación regular en los siguientes aspectos: organismos militares y políticos, personal militar y político, métodos de trabajo militar y político, y sistema regular de aprovisionamiento, de servicios médicos, etc. En materia de equipo, es preciso obtener un armamento más variado y mejor y aumentar el suministro de los aparatos de comunicación indispensables. En cuanto a la técnica militar y la táctica, es necesario elevar las unidades guerrilleras al nivel que exige una agrupación regular. En lo que atañe a la disciplina, hay que elevar su nivel hasta tal punto que se observen normas uniformes y que todas las órdenes sean estrictamente ejecutadas, y hay que eliminar todo relajamiento e indisciplina. El cumplimiento de estas tareas exige un esfuerzo prolongado, y no se puede alcanzar de la noche a la mañana; pero ésta es la dirección en que debemos avanzar. Solamente así puede formarse una agrupación regular en cada base de apoyo de la guerra de guerrillas, solamente así puede surgir la guerra de movimientos, que permitirá golpear con más eficacia al enemigo. Es relativamente fácil conseguir esta meta en lugares donde existen destacamentos o cuadros enviados por las fuerzas regulares. Por consiguiente, todas las fuerzas regulares tienen el deber de ayudar a las guerrillas a convertirse en unidades regulares.

CAPITULO IX

RELACIONES DE MANDO

El último problema estratégico de la guerra de guerrillas contra el Japón lo constituyen las relaciones de mando. La correcta solución de este problema es una de las condiciones para desarrollar felizmente la guerra de guerrillas.

Como las unidades guerrilleras constituyen una forma inferior de organización armada y se caracterizan por sus operaciones dispersas, los métodos de mando en la guerra de guerrillas no admiten un grado tan elevado de centralización como en la guerra regular. Si tratamos de aplicar los métodos de mando de la guerra regular a la de guerrillas, ésta verá inevitablemente restringida su gran movilidad y perderá su vitalidad. Un alto grado de centralización del mando está en directa contradicción con la gran movilidad de la guerra de guerrillas, en la que no debe ni puede aplicarse un sistema de mando altamente centralizado.

Sin embargo, esto no significa que la guerra de guerrillas pueda desarrollarse con éxito sin ningún tipo de mando centralizado. En condiciones en que se desarrollan simultáneamente una amplia guerra regular y una amplia guerra de guerrillas, es indispensable coordinar sus operaciones en forma adecuada; de ahí la necesidad de un mando que coordine las operaciones de una y otra, es decir, un mando estratégico único ejercido por el Estado Mayor General de la nación y los comandantes de las zonas de guerra. En una zona o base de apoyo guerrillera con numerosas guerrillas, hay por lo general uno o más cuerpos guerrilleros (a veces junto con agrupaciones regulares) que constituyen la fuerza principal, una cantidad considerable de otras unidades guerrilleras, grandes y pequeñas, que representan la fuerza auxiliar, y numerosas fuerzas armadas de la población que no abandonan el trabajo de producción; las fuerzas enemigas actúan allí contra las guerrillas, por lo general bajo un comando único y con un plan unificado. Por consiguiente, en tales zonas guerrilleras o bases de apoyo se presenta el problema de establecer un comando único, centralizado.

De ahí que el principio de mando en la guerra de guerrillas, opuesto tanto a la centralización como a la descentralización absolutas, exija un mando centralizado en lo estratégico y descentralizado en las campañas y combates.

El mando estratégico centralizado comprende: a escala nacional, la planificación y la dirección de la guerra de guerrillas en su conjunto; en cada zona de guerra, la coordinación de la guerra de guerrillas con la guerra regular, y en cada zona guerrillera o base de apoyo, la dirección única de todas las fuerzas armadas antijaponesas. Aquí, la ausencia de coordinación, unidad y centralización es dañina, y deben hacerse todos los esfuerzos porque existan. Con relación a los asuntos generales, es decir, a las cuestiones de orden estratégico, los niveles inferiores deben informar a los superiores y seguir sus instrucciones para asegurar una acción concertada. Pero la centralización del mando debe detenerse ahí, ya que sería igualmente perjudicial exceder este límite inmiscuyéndose en los asuntos concretos de los niveles inferiores como por ejemplo, en las disposiciones concretas para una campaña o un combate. Porque tales asuntos concretos deben solucionarse a la luz de las condiciones específicas, que cambian según el momento y lugar y de las que no pueden estar al corriente los lejanos mandos superiores. Esto es lo que se entiende por principio de mando descentralizado en las campañas y combates. En general, el mismo principio se aplica también para las operaciones regulares, especialmente cuando los aparatos de comunicación son insuficientes. En una palabra, estamos por una guerra de guerrillas sostenida con independencia e iniciativa dentro de una estrategia unificada.

En una base de apoyo guerrillera que constituye una zona militar dividida en subzonas militares, cada una de las cuales comprende varios distritos, divididos a su vez en territorios, las relaciones entre los distintos niveles, desde los comandos de la zona militar y de las subzonas militares hasta los gobiernos de distrito y territorio, son de subordinación consecutiva, y las fuerzas armadas están subordinadas a los diferentes niveles de acuerdo con su carácter. Según el principio enunciado, en las relaciones de mando entre dichos niveles, la orientación general debe ser trazada por los niveles superiores, en tanto que las acciones concretas deben ser ejecutadas, a la luz de las circunstancias específicas, por los niveles inferiores, los cuales tienen derecho a actuar con independencia e iniciativa. Si un nivel superior tiene alguna observación que hacer sobre acciones concretas emprendidas por un nivel inferior, puede y debe expresarla en forma de «instrucciones» pero de ninguna manera como «órdenes» categóricas. Cuanto más extensa la zona, cuanto más compleja la situación y mayor la distancia entre los niveles superiores y los inferiores, tanto mayor independencia e iniciativa se deberá permitir a estos últimos en sus acciones concretas, y tanto más necesario será hacer que esas acciones concuerden fielmente con las condiciones locales y correspondan a las exigencias de la situación local, de suerte que los niveles inferiores y el personal local puedan desarrollar su capacidad para trabajar independientemente, enfrentar situaciones complicadas y extender con éxito la guerra de guerrillas. Si una unidad o agrupación opera en forma concentrada, las relaciones de mando se rigen por el principio de centralización, pues, en este caso, el comando superior está al tanto de la situación. Pero si esta unidad o agrupación se divide para emprender acciones dispersas, entonces se aplica el principio de centralización en cuestiones generales y descentralización en cuestiones concretas, ya que el comando superior no puede permanecer al corriente de la situación concreta.

La ausencia de centralización donde ésta es necesaria, significa que los niveles superiores han faltado a su deber y los inferiores se han excedido en sus atribuciones, lo cual es inadmisible en las relaciones entre los niveles superiores y los inferiores, especialmente en el terreno militar. Si la descentralización no se efectúa donde se debe, ello significa monopolización del poder por los niveles superiores y carencia de iniciativa por parte de los inferiores, lo cual es igualmente inadmisible en las relaciones entre los niveles superiores y los inferiores, especialmente en las relaciones de mando en la guerra de guerrillas. El principio mencionado constituye la única política correcta para solucionar el problema de las relaciones de mando.

NOTAS

[1]La dinastía Sung reinó en China del año 960 al 1279 y fue derribada por la dinastía Yuan, que se fundó en 1271 en Mongolia. La dinastía Ming gobernó de 1368 a 1644 y fue derrocada por la dinastía Ching, que se fundó en 1636 en su territorio (lo que hoy es aproximadamente las tres provincias del Nordeste). [pág. 77]

[2]Changpai es una cordillera situada en la frontera nordeste de China. Después del Incidente del 18 de Septiembre de 1931, la zona de las montañas Changpai se convirtió en una base de apoyo guerrillera antijaponesa bajo la dirección del Partido Comunista de China. [pág. 92]

[3]Wutai es una cordillera situada en los límites entre Shansí, Jopei y la antigua provincia de Chajar. En octubre de 1937, el VIII Ejército, dirigido por el Partido Comunista de China, comenzó a establecer la base de apoyo antijaponesa de Shansí-Chajar-Jopei, con la zona de las montañas Wutai como centro. [pág. 92]

[4]Taijang es una cordillera situada en los límites entre Shansí, Jopei y Jonán. En noviembre de 1937, el VIII Ejército comenzó a establecer la base de apoyo antijaponesa del Sureste de Shansí, con la zona de las montañas Taijang como centro. [pág. 92]

[5]La montaña Taishan situada en el centro de Shantung, es una de las principales cumbres de la cordillera Taishan-Yishan. En el invierno de 1937, las fuerzas guerrilleras dirigidas por el Partido Comunista de China procedieron a establecer la base de apoyo de la parte central de Shantung, con la zona montañosa de Taishan-Yishan como centro. [pág. 92]

[6]Yenshan es una cordillera situada en los límites entre la provincia de Jopei y la antigua provincia de Yejé. En el verano de 1938, el VIII Ejército empezó a establecer la base de apoyo antijaponesa del Este de Jopei, con la zona montañosa de Yenshan como centro. [pág. 92]

[7]Las montañas Maoshan se hallan en el Sur de Chiangsú. En junio de 1938, el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, dirigido por el Partido Comunista de China, comenzó a establecer la base de apoyo antijaponesa del Sur de Chiangsú, con la zona de las montañas Maoshan como centro. [pág. 92]

[8]La experiencia obtenida en el curso de la Guerra de Resistencia contra el Japón probó que era posible crear en las llanuras bases de apoyo duraderas y, en muchos sitios, bases estables, gracias a la enorme extensión y numerosa población de esas regiones la justeza de la política del Partido Comunista, la amplia movilización del pueblo, la insuficiencia de tropas del enemigo y otras condiciones. El camarada Mao Tse-tung afirmó esta posibilidad de modo preciso en instrucciones concretas posteriores. [pág. 93]

[9]Antiguo juego chino, en el cual cada uno de los dos adversarios trata de rodear en el tablero las piezas de su contrario. Cuando una pieza o un grupo de piezas de un jugador quedan rodeadas por las de su contrario, se dan por «muertas» (comidas). Pero si se conservan ciertos espacios libres entre las piezas del mismo grupo rodeado, éstas permanecen «vivas»(no comidas). [pág. 100]

[10]En el año 353 a.n.e., el reino de Wei puso sitio a Jantan, capital del reino de Chao. El príncipe del reino de Chi ordenó a sus generales Tien Chi y Sun Pin que ayudaran a Chao con sus tropas. Teniendo en cuenta que las fuerzas selectas de Wei habían entrado en Chao, dejando así débilmente guarnecido su propio territorio, el general Sun Pin atacó el reino de Wei. Cuando el ejército de Wei se retiraba para defender su país, las tropas de Chi, aprovechándose de su agotamiento, lo atacaron en Kuiling (al Nordeste del actual distrito de Jetse, provincia de Shantung) y le infligieron una aplastante derrota. De este modo, fue levantado el sitio a la capital de Chao. Desde entonces, toda táctica similar es denominada por los estrategas chinos como «salvar al reino de Chao sitiando al reino de Wei».

Fuente | Obras Escogidas de Mao Tse-tung, EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS PEKIN 1976. Primera edición 1968 (3a impresión 1976), Tomo II, págs. 75-112. | Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento Popular Perú de Alemania, 1993. Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.

La lucha en las montañas ChingKang[*] de Mao Tse-tung, 25 de noviembre de 1928

EL ESTABLECIMIENTO DEL REGIMEN INDEPENDIENTE EN LOS LIMITES ENTRE JUNAN Y CHIANGSI Y LA DERROTA DE AGOSTO

En el mundo actual, China es el único país donde han surgido, en medio del cerco del régimen blanco, una o varias pequeñas zonas bajo el Poder rojo. Al analizar este fenómeno, encontramos que se debe, entre otras cosas, a las incesantes escisiones y guerras dentro de la burguesía compradora y la clase de los déspotas locales y shenshi malvados de China. Mientras continúen estas escisiones y guerras, podrá subsistir y desarrollarse el régimen independiente creado por los obreros y campesinos mediante la fuerza armada. Su subsistencia y desarrollo requieren, además, las siguientes condiciones: 1) una buena base de masas, 2) una sólida organización del Partido, 3) un Ejército Rojo bastante fuerte, 4) un terreno favorable para las operaciones militares, y 5) recursos económicos suficientes para el abastecimiento.

Frente a las clases dominantes de las regiones que lo rodean, un régimen independiente debe adoptar distintas estrategias según se halle el Poder de esas clases en un período de estabilidad temporal o en uno de ruptura. Cuando se produce una ruptura en el seno de las clases dominantes, como ocurrió con la guerra entre Li Tsung-yen y Tang Sheng-chi en las provincias de Jupei y Junán[1], y con la guerra entre Chang Fa-kui y Li Chi-shen en la provincia de Kuangtung[2], podernos adoptar una estrategia de avance más o menos audaz, y el territorio bajo el régimen independiente puede extenderse, mediante operaciones militares, en proporciones relativamente grandes.

* Informe presentado por el camarada Mao Tse-tung al Comité Central del Partido Comunista de China.

Sin embargo, aun entonces debemos preocuparnos de asentar cimientos sólidos en los sectores principales de nuestro territorio a fin de tener algo seguro en que apoyarnos al sobrevenir el terror blanco. Cuando el régimen de las clases dominantes es relativamente estable, como ha ocurrido en las provincias del Sur desde abril de este año, debemos adoptar una estrategia de avance gradual. En tal caso, lo que hay que evitar ante todo es, en el terreno militar, dividir nuestras fuerzas para un avance temerario y, en el trabajo local (distribución de la tierra, creación de los órganos de Poder, ampliación de las filas del Partido y organización de fuerzas armadas locales), dispersar el personal y desatender la tarea de echar cimientos sólidos en los sectores principales. Muchas pequeñas zonas rojas han sufrido derrotas bien por falta de condiciones objetivas, o bien, en el plano subjetivo, a causa de una táctica errónea. Esta se debe exclusivamente a que no se ha sabido distinguir entre los períodos de estabilidad temporal y los de ruptura dentro del régimen de las clases dominantes. En un período de estabilidad temporal del régimen de las clases dominantes, algunos camaradas abogaron por dividir las fuerzas para un avance temerario, e incluso por dejar sólo a la Guardia Roja la defensa de extensas zonas, como si desconocieran por completo que el enemigo, además de emplear las «milicias de casa por casa», podía concentrar tropas regulares para atacarnos. En lo referente al trabajo local, descuidaron totalmente la tarea de asentar cimientos sólidos en los sectores principales, y procuraron una expansión desmesurada, sin considerar si esto estaba dentro de nuestra capacidad. Motejaban de «conservador» a todo aquel que se pronunciase, en el terreno militar, por la política de avance gradual y, en el trabajo local, por concentrar los esfuerzos en echar cimientos sólidos en los sectores principales a fin de asegurar una posición invencible. Sus ideas erróneas fueron la causa fundamental de la derrota sufrida en agosto de este año en la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí, así como de la derrota que sufrió ese mismo mes en el Sur de Junán el 4.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo.

Nuestro trabajo en los límites entre Junán y Chiangsí comenzó en octubre del año pasado. En esa época, no quedaba ninguna de las organizaciones del Partido en los diversos distritos. En cuanto a las fuerzas armadas locales, sólo subsistían, en las cercanías de las montañas Chingkang, el destacamento de Yuan Wen-tsai y el de Wang Tsuo, cada uno con sesenta fusiles en mal estado; los destacamentos campesinos de autodefensa de los distritos de Yungsin, Lienjua, Chaling y Lingsien habían sido totalmente desarmados por la clase de los déspotas locales y shenshi malvados, y el fervor revolucionario de las masas había sido ahogado. Hasta febrero de este año, se habían establecido comités distritales del Partido en Ningkang, Yung-sin, Chaling y Suichuan, y un comité de territorio especial en Lingsien; en Lienjua comenzó a funcionar una organización del Partido, la que logró entrar en contacto con el Comité Distrital de Wanan. En todos los distritos, salvo en Lingsien, habían surgido algunas fuerzas armadas locales. En los distritos de Ningkang, Chaling, Suichuan y Yungsin, especialmente en los dos últimos, se habían realizado, con resultados bastante buenos, numerosos levantamientos guerrilleros orientados a derrocar a los déspotas locales y shenshi malvados y movilizar a las masas. Por entonces, la revolución agraria aún no se había realizado en profundidad. Los órganos de Poder se llamaban gobiernos de obreros, campesinos y soldados. En el Ejército, se habían organizado comités de soldados[3]. Cuando las unidades militares salían en misión por separado, se establecían comités de acción para dirigirlas. El organismo dirigente superior del Partido allí era, en esa época, el Comité del Frente (con Mao Tse-tung como secretario), designado por el Comité Provincial de Junán durante el Levantamiento de la Cosecha de Otoño. A principios de marzo, a exigencia del Comité Especial del Sur de Junán, el Comité del Frente fue reorganizado como Comité de División (con Je Ting-ying como secretario), convirtiéndose en un organismo encargado de dirigir exclusivamente las organizaciones del Partido en el Ejército y sin ninguna autoridad sobre las organizaciones locales del Partido. Simultáneamente, a exigencia del Comité Especial del Sur de Junán, las tropas al mando de Mao Tse-tung fueron trasladadas a esa zona, como resultado de lo cual, la Región Fronteriza fue ocupada por el enemigo durante más de un mes. A fines de marzo, nuestras tropas fueron derrotadas en el Sur de Junán; en abril, las unidades de Chu Te y las de Mao Tse-tung, así como los destacamentos campesinos del Sur de Junán, se retiraron a Ningkang y comenzaron a establecer de nuevo el régimen independiente en la región fronteriza.

A partir de abril, el régimen independiente en los límites entre Junán y Chiangsí venía creándose justamente en un período de estabilidad temporal del poder de las clases dominantes en el Sur; las tropas reaccionarias que las provincias de Junán y Chiangsí enviaban a realizar operaciones de «aniquilamiento» contra nosotros llegaban por lo menos a ocho o nueve regimientos, e incluso a dieciocho. Sin embargo, con una fuerza inferior a cuatro regimientos, luchamos contra el enemigo durante cuatro largos meses, ampliando diariamente el territorio bajo nuestro régimen independiente, profundizando la revolución agraria, extendiendo el Poder popular y engrosando las filas del Ejército Rojo y de la Guardia Roja. Todo esto fue posible gracias a que era correcta la política de las organizaciones del Partido (local y en el Ejército) en la Región Fronteriza. La política del Comité Especial de la Región Fronteriza (cuyo secretario era Mao Tse-tung) y del Comité del Cuerpo de Ejército (con Chen Yi como secretario) era entonces la siguiente:

Luchar resueltamente contra el enemigo, establecer el Poder en el sector central de la cordillera Luosiao y combatir la tendencia a la huida; Profundizar la revolución agraria en las zonas bajo el régimen independiente;

Desarrollar las organizaciones locales del Partido con la ayuda de la organización del Partido en el Ejército y desarrollar las fuerzas armadas locales con la ayuda del Ejército;

Adoptar una táctica defensiva con respecto a Junán, donde el poderío de las clases dominantes era relativamente grande, y una táctica ofensiva frente a Chiangsí, donde su poderío era relativamente débil;

Dedicar grandes esfuerzos al desarrollo de nuestro trabajo en Yungsin, crear allí un régimen independiente popular y preparar las condiciones para una lucha prolongada;

Concentrar las unidades del Ejército Rojo para golpear, en el momento oportuno, al enemigo que las enfrentara, y oponerse a la división de las fuerzas a fin de evitar que fuesen derrotadas por partes; y Seguir la política de avanzar en oleadas para extender el territorio bajo el régimen independiente, y oponerse a la política de avance temerario.

Gracias a estas tácticas apropiadas, al terreno de la Región Fronteriza favorable para nuestra lucha y a la falta de plena coordinación entre las tropas atacantes que venían de Junán y Chiangsí, logramos, en los cuatro meses transcurridos de abril a julio, una serie de victorias militares y ampliamos el territorio bajo el régimen independiente popular. Aunque varias veces superior a nosotros en número, el enemigo no consiguió destruir nuestro régimen independiente, ni tampoco pudo impedir su desarrollo, mientras que la influencia de nuestro régimen independiente sobre las provincias de Junán y Chiangsí tendía a crecer día a día. La derrota de agosto se debió exclusivamente a que algunos camaradas, sin comprender que en ese momento las clases dominantes atravesaban por un período de estabilidad temporal, adoptaron una política apropiada para un período de ruptura dentro de dichas clases y dividieron nuestras fuerzas para un avance temerario sobre el Sur de Junán, lo cual las condujo a la derrota tanto en la Región Fronteriza como en el Sur de Junán. Aprovechándose de que en ese momento los camaradas Mao Tse-tung, Wan Si-sien y otros, quienes sostenían enérgicamente una opinión diferente, se encontraban lejos, en Yungsin, el representante del Comité Provincial de Junán, Tu Siu-ching, y el secretario del Comité Especial de la Región Fronteriza, Yang Kai-ming, designado por el Comité Provincial de Junán, sin tener en cuenta la situación del momento ni hacer caso de la resolución de la reunión conjunta del Comité del Cuerpo de Ejército, el Comité Especial y el Comité Distrital de Yungsin, que no estaba de acuerdo con las opiniones del Comité Provincial de Junán, pusieron mecánicamente en ejecución la orden de este último de dirigirse hacia el Sur de Junán, con lo que respondieron a los sentimientos de los hombres del 29: Regimiento del Ejército Rojo (compuesto por campesinos del distrito de Yichang), quienes querían eludir la lucha y volver a su lugar natal. Esto condujo a la derrota tanto en la Región Fronteriza como en el Sur de Junán.

Los hechos son los siguientes: A mediados de julio, el 8.ƒ Cuerpo de Ejército enemigo de Junán, bajo las órdenes de Wu Shang, invadió Ningkang y penetró luego en Yungsin; no consiguiendo entablar combate con nosotros (nuestras tropas trataron de atacarlo por un atajo, pero no dieron con él) y temiendo a las masas, que nos apoyaban, se retiró precipitadamente a Chaling a través de Lienjua. En esos momentos, las unidades principales del Ejército Rojo, que avanzaban desde Ningkang sobre Lingsien y Chaling, cambiaron de plan en Lingsien y viraron hacia el Sur de Junán, mientras las fuerzas enemigas de Chiangsí, cinco regimientos del 3.er Cuerpo de Ejército bajo las órdenes de Wang Ch¸n y Chin Jan-ting y seis regimientos del 6.ƒ Cuerpo de Ejército bajo las órdenes de Ju Wen-tou, lanzaron conjuntamente un ataque contra Yungsin. En ese entonces, teníamos en Yungsin sólo un regimiento, el que, protegido por las amplias masas populares y mediante ataques guerrilleros desde todas direcciones, logró inmovilizar durante veinticinco días a estos once regimientos en un radio de treinta li [4] con centro en la capital del distrito de Yungsin. Finalmente, Yungsin cayó bajo el furioso ataque del enemigo, y luego cayeron Lienjua y Ningkang. En ese momento, súbitas disensiones internas estallaron entre las tropas enemigas de Chiangsí, el 6.ƒ Cuerpo de Ejército al mando de Ju Wen-tou se retiró apresuradamente y, poco después, entabló combate en Changshu con el 3.er Cuerpo de Ejército de Wang Ch¸n. Los otros cinco regimientos de Chiangsí se retiraron a toda prisa a la capital del distrito de Yungsin. Si nuestras unidades principales no hubieran marchado al Sur de Junán, habría sido perfectamente posible desbaratar esas fuerzas enemigas y extender el territorio bajo el régimen independiente hasta incluir Chían, Anfu y Pingsiang, uniéndolo con Pingchiang y Liuyang. Pero, como nuestras unidades principales se hallaban ausentes y el único regimiento de que disponíamos estaba demasiado fatigado, se decidió que una parte del regimiento se quedara para defender las montañas Chingkang junto con los destacamentos de Yuan Wen-tsai y de Wang Tsuo, y que el resto se dirigiera bajo mi mando a Kuitung para encontrarse con nuestras unidades principales y hacerlas regresar. Por entonces, las unidades principales se retiraban del Sur de Junán, camino de Kuitung, y allí nos reunimos el 23 de agosto.

A mediados de julio, cuando las unidades principales del Ejército Rojo acababan de llegar a Lingsien, los oficiales y soldados del 29.ƒ Regimiento, políticamente vacilantes, quisieron regresar a su lugar natal en el Sur de Junán y se negaron a obedecer órdenes; por su parte, el 28.ƒ Regimiento, contrario a marchar al Sur de Junán pero deseoso de ir al Sur de Chiangsí, tampoco quiso volver a Yungsin. Como Tu Siu-ching estimuló las ideas erróneas de los hombres del 29.ƒ Regimiento y como el Comité del Cuerpo de Ejército no consiguió disuadirlos, dichas unidades partieron el 17 de julio desde Lingsien, rumbo a Chenchou. Allí trabaron combate el 24 de julio con las fuerzas enemigas bajo el mando de Fan Shi-sheng; lograron éxito al comienzo, pero fueron derrotadas más tarde y se retiraron del combate. A continuación, los hombres del 29.ƒ Regimiento se dirigieron por decisión propia a Yichang, su tierra de origen. Resultó que una parte de ellos fueron aniquilados en Lechang por los bandidos de Ju Feng-chang y el resto se dispersó por la zuna de Chenchou-Yichang sin que hasta el momento se sepa nada de ellos. Ese día no se logró reunir ni a un centenar de hombres. Por fortuna, el 28.ƒ Regimiento, que era una de nuestras fuerzas principales, no había sufrido grandes pérdidas, y el 18 de agosto ocupó Kuitung. El 23 de agosto, se le reunieron allí las unidades venidas de las montañas Chingkang; se decidió volver a las montañas Chingkang pasando por Chungyi y Shangyou. A su llegada a Chungyi, el jefe de batallón Yuan Chung-ch¸an traicionó llevándose a una compañía de infantería y otra de artillería. Aunque logramos alcanzar y hacer regresar a estas dos compañías, fue muerto Wang Er-chuo, jefe del Regimiento. Cuando nuestras tropas iban en camino sin haber llegado aún a su destino, fuerzas enemigas de Junán y Chiangsí aprovecharon la oportunidad y atacaron las montañas Chingkang el 30 de agosto. Sirviéndose de las ventajas del terreno difícilmente accesible, nuestra guarnición, apenas un batallón, opuso resistencia, desbarató al enemigo y salvó la base de apoyo.

Las causas de la derrota de agosto fueron: 1) Los oficiales y soldados de una de nuestras unidades, nostálgicos y políticamente vacilantes, habían perdido su capacidad de combate, en tanto que los oficiales y soldados de otra unidad no querían marchar al Sur de Junán ni tenían entusiasmo. 2) Las largas marchas en pleno verano fatigaron a nuestros hombres. 3) Alejadas varios cientos de li de Lingsien en un avance temerario, nuestras tropas perdieron contacto con la Región Fronteriza y quedaron aisladas. 4) Como las masas del Sur de Junán aún no se habían puesto en pie, nuestra acción resultó una simple aventura militar. 5) Estábamos poco informados de la situación del enemigo. 6) No se habían hecho bien los preparativos y los oficiales y soldados no comprendían el sentido de la operación.

LA SITUACION ACTUAL EN LA REGION BAJO EL REGIMEN INDEPENDIENTE

Desde abril de este año, la región roja fue ampliándose en forma gradual. Después de la batalla de Lungyuankou (en los límites entre Yungsin y Ningkang) librada el 23 de junio, en la que derrotamos por cuarta vez a las fuerzas enemigas de Chiangsí, la Región Fronteriza llegó a abarcar los tres distritos enteros de Ningkang, Yungsin y Lienjua, pequeños sectores de Chían y Anfu, el sector norte de Suichuan y el sector sudeste de Lingsien, y entró en un período de pleno florecimiento. En la región roja, la mayor parte de la tierra había sido distribuida y el resto estaba distribuyéndose. En todos los territorios y cantones se establecieron órganos de Poder. En Ningkang, Yungsin, Lienjua y Suichuan, se instalaron gobiernos distritales, y se formó el Gobierno de la Región Fronteriza. En todo el campo, se organizaron destacamentos insurreccionales de obreros y campesinos, y en los niveles de territorio y distrito, destacamentos de guardias rojos. En julio, las fuerzas enemigas de Chiangsí lanzaron ataques, y en agosto, las de Junán y Chiangsí atacaron conjuntamente las montañas Chingkang. Todas las capitales de distrito y los valles de todos los distritos de la Región Fronteriza fueron ocupados por el enemigo. Las fuerzas de preservación del orden y las «milicias de casa por casa», cómplices del enemigo, hacían estragos, y el terror blanco reinaba en las ciudades y el campo. Se derrumbaron la mayoría de las organizaciones del Partido y órganos de Poder. Los campesinos ricos y los arribistas dentro del Partido se pasaron en masa al enemigo. Sólo después del combate del 30 de agosto en las montañas Chingkang, las fuerzas enemigas de Junán empezaron a retroceder hacia Lingsien, pero las de Chiangsí siguieron reteniendo todas las capitales de distrito y la mayoría de las aldeas. Con todo, el enemigo jamás logró apoderarse de las zonas montañosas, que incluyen: los sectores oeste y norte de Ningkang; los sectores de Tienlung, Siaosichiang y Wannienshan, ubicados en el Norte, Oeste y Sur de Yungsin, respectivamente; el sector de Shangsi, en Lienjua; el sector de Chingkangshan, en Suichuan, y los sectores de Chingshikang y Tayuan, en Lingsien. En julio y agosto, un regimiento del Ejército Rojo, en coordinación con los destacamentos de guardias rojos de los diversos distritos, libró decenas de combates, grandes y pequeños, perdiendo sólo treinta fusiles, y finalmente se replegó a las montañas.

Cuando nuestras unidades volvían a las montañas Chingkang atravesando los distritos de Chungyi y Shangyou, la 7.a División Independiente enemiga del Sur de Chiangsí, bajo las órdenes de Liu Shi-yi, nos persiguió hasta Suichuan. El 13 de septiembre, derrotamos a Liu Shi-yi, capturamos varios centenares de fusiles y tornamos Suichuan. El 26 de septiembre, llegamos a las montañas Chingkang. El 1.ƒ de octubre, en Ningkang, libramos un combate con una de las brigadas de Siung Shi-jui, comandada por Chou Jun-yuan, la vencimos y recuperamos todo el distrito de Ningkang. Entretanto, 126 hombres pertenecientes a las fuerzas enemigas de Junán comandadas por Yen Chung-yu y estacionadas en el distrito de Kuitung, se pasaron a nuestro lado y fueron organizados en un batallón de misión especial, con Pi Chan-yun corno jefe. El 9 de noviembre, en Lungyuankou y la capital del distrito de Ningkang, derrotamos a un regimiento de la brigada de Chou Jun-yuan. Al día siguiente tornamos Yungsin, pero poco después nos retiramos a Ningkang. Actualmente, nuestra región forma una estrecha franja que se extiende, de Sur a Norte, desde la vertiente sur de las montañas Chingkang en Suichuan hasta el límite de Lienjua, abarcando todo el distrito de Ningkang y sectores de los distritos de Suichuan, Lingsien y Yungsin. Pero el sector de Shangsi, en Lienjua, y los sectores de Tienlung y Wannienshan, en Yungsin, no están muy ligados a esta franja. El enemigo trata de destruir nuestra base de apoyo mediante ataques militares y bloqueo económico; nos preparamos ahora para desbaratar sus ataques.

EL PROBLEMA MILITAR

Dado que la lucha en la Región Fronteriza es exclusivamente militar, tanto el Partido como las masas tienen que ponerse en pie de guerra. Cómo hacer frente al enemigo y cómo combatir, ha llegado a ser el problema central de nuestra vida cotidiana. Un régimen independiente puede ser creado y mantenido sólo mediante la fuerza armada. EL enemigo se apoderará inmediatamente de cualquier territorio nuestro donde no tengamos fuerzas armadas o las tengamos en número insuficiente, o bien donde adoptemos tácticas erróneas frente a él. Como la lucha se intensifica con cada día que pasa, se plantean ante nosotros problemas sumamente complejos y agudos.

El Ejército Rojo de la Región Fronteriza está integrado por: 1) las antiguas unidades de Ye Ting y Je Lung, que vinieron de Chaochou y Shantou[5]; 2) el antiguo Regimiento de Guardias del Gobierno Nacional de Wuchang[6]; 3) campesinos de Pingchiang y Liuyang[7]; 4) campesinos del Sur de Junán[8] y obreros de Shuikoushan[9]; 5) soldados capturados a las tropas de S¸ Ke-siang, Tang Sheng-chi, Pai Chung-si, Chu Pei-te, Wu Shang y Siung Shi-jui, y 6) campesinos de los diversos distritos de la Región Fronteriza. Pero, de las antiguas unidades de Ye Ting y Je Lung, del Regimiento de Guardias y de los destacamentos campesinos de Pingchiang y Liuyang, sólo queda un tercio después de más de un año de combate. Los campesinos procedentes del Sur de Junán también han sufrido fuertes bajas. Por lo tanto, aunque las primeras cuatro categorías siguen siendo hasta hoy la columna vertebral del 4.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo, las dos últimas son muy superiores a ellas en número. Y de las dos últimas categorías, los soldados capturados al enemigo constituyen la mayoría. Sin esta fuente de reemplazos, enfrentaríamos un serio problema de recursos humanos. Aun así, los efectivos no aumentan en la misma proporción que los fusiles. Los fusiles no se pierden fácilmente, pero los hombres sí, pues caen heridos, mueren, se enferman o desertan. El Comité Provincial de Junán ha prometido enviar aquí obreros de Anyuan[10]; esperamos ansiosamente que lo haga.

El Ejército Rojo está compuesto en parte de obreros y campesinos, y en parte de lumpemproletarios. Por supuesto, no es bueno que haya un número demasiado grande de lumpemproletarios en sus filas. Pero son combativos, y como la lucha prosigue día tras día y sufrimos grandes bajas, ya no es fácil llenar los claros ni siquiera con ellos. En estas circunstancias, la única solución es intensificar la educación política.

La mayoría de los soldados del Ejército Rojo provienen de las tropas mercenarias, pero una vez en el Ejército Rojo, se transforman. En primer término, no se practica en el Ejército Rojo el sistema mercenario, y por eso los soldados sienten que no luchan para otros, sino para sí mismos y para el pueblo. Hasta ahora no se ha establecido en el Ejército Rojo un sistema de paga regular; sólo se da una ración de arroz, una asignación para aceite, sal, leña y hortalizas, y una pequeña suma para gastos menores. Se ha entregado tierra a todos los oficiales y soldados del Ejército Rojo nativos de la Región Fronteriza, pero resulta bastante difícil dársela a los que proceden de otras partes.

Gracias a la educación política, los soldados del Ejército Rojo han adquirido conciencia de clase y un conocimiento básico en lo que atañe a la necesidad de distribuir la tierra, establecer los órganos de Poder, armar a los obreros y campesinos, etc. Saben que están luchando para sí mismos, para la clase obrera y el campesinado. Por lo tanto, soportan sin quejarse las penalidades de la lucha. Cada compañía, batallón o regimiento ya tiene su comité de soldados, que representa los intereses de éstos y realiza el trabajo político y el de masas.

La experiencia ha demostrado que el sistema de representantes del Partido[11] no debe ser abolido. El representante del Partido desempeña un papel de singular importancia a nivel de compañía, porque a ese nivel se organiza la célula del Partido. Le corresponde impulsar el trabajo de educación política del comité de soldados, orientar el trabajo relativo al movimiento de masas y servir al mismo tiempo de secretario de la célula. Los hechos han comprobado que cuanto mejor es el representante del Partido en la compañía, más sana es ésta, y que el jefe de la compañía difícilmente puede desempeñar un papel político tan importante. Puesto que las bajas entre los cuadros inferiores son serias, a menudo soldados hace poco capturados al enemigo son nombrados jefes de pelotón o de compañía; hay algunos que, capturados en febrero o marzo, ahora ya son Jefes de batallón. Caerá en grave error quien, mirando las cosas superficialmente, piense que nuestro ejército, por llamarse Ejército Rojo, puede prescindir de los representantes del Partido. Cuando el 28.ƒ Regimiento estaba en el Sur de Junán, suprimió ese sistema pero volvió a implantarlo más tarde. Cambiar el nombre de «representantes del Partido» por el de «instructores» sería confundirlos con los instructores del Kuomintang, a quienes odian los soldados capturados. Además, el cambio de nombre no afecta la esencia del sistema. Por lo tanto, hemos decidido no hacer este cambio. Las bajas entre los representantes del Partido son muy serias y hemos iniciado cursos de preparación para compensarlas; además, esperamos que el Comité Central y los Comités Provinciales de Junán y Chiangsí nos envíen por lo menos treinta camaradas aptos para desempeñar tal cargo.

Un soldado necesita, por regla general, seis meses o un año de adiestramiento para poder combatir, pero nuestros soldados, reclutados sólo ayer, tienen que entrar en combate hoy, virtualmente sin ningún adiestramiento. Muy pobres en técnica militar, en la lucha no cuentan más que con su valentía. Como es imposible tener largos períodos de descanso y adiestramiento, la única salida es tratar de eludir, si tal cosa es posible, ciertos combates y así ganar tiempo para el adiestramiento. Con el objeto de preparar oficiales de rangos inferiores, tenemos actualmente un cuerpo de instrucción de 150 hombres, y pensamos hacerlo permanente. Esperamos que el Comité Central y los dos Comités Provinciales nos envíen el mayor número posible de oficiales, desde jefes de pelotón y de compañía para arriba.

El Comité Provincial de Junán nos ha indicado que nos preocupemos por las condiciones de vida de los soldados y las hagamos por lo menos un poco mejores que las de los obreros y campesinos en general. En realidad son peores. Aparte de la ración de arroz, se asignan apenas cinco fenes diarios por persona para aceite, sal, leña y hortalizas, y aun esto resulta difícil de mantener. Solamente el abastecimiento de estos artículos nos cuesta más de diez mil yuanes al mes, y esta suma la obtenemos exclusivamente por medio de las expropiaciones a los déspotas locales[12]. Ahora tenemos algodón para acolchar ropa de invierno para los cinco mil hombres de nuestro ejército, pero nos falta tela. A pesar del frío, todavía muchos de nuestros hombres no llevan más que dos trajes livianos. Menos mal que estamos hechos a las penurias. Además, soportamos todos las mismas privaciones. Desde el jefe del cuerpo de ejército hasta el cocinero, vivimos todos con una asignación diaria de cinco fenes para la alimentación, aparte de la ración de arroz. En cuanto al dinero para gastos menores, si se asignan veinte fenes, todos reciben veinte; si se asignan cuarenta, todos reciben cuarenta[13]. Por tanto, los soldados no tienen quejas contra nadie.

Cada combate nos deja un saldo de heridos. Y la desnutrición, el frío y otras causas han hecho caer enfermos a muchos oficiales y soldados. Nuestros hospitales, situados en las montañas, aplican la medicina china y la occidental, pero hay escasez de médicos y medicamentos. Actualmente hay más de ochocientos hospitalizados. El Comité Provincial de Junán prometió enviarnos medicamentos, pero hasta ahora no los hemos recibido. Todavía esperamos que el Comité Central y los dos Comités Provinciales nos envíen algunos médicos que practiquen la medicina occidental, así como yodo en tabletas.

Pese a las duras condiciones de vida y a los frecuentes combates, el Ejército Rojo se mantiene tan firme como antes; esto lo explica, además del papel del Partido, la práctica de la democracia en el Ejército. Los oficiales no golpean a los soldados; oficiales y soldados reciben trato igual; los soldados gozan de libertad de reunión y de palabra; se ha terminado con las formalidades inútiles, y las finanzas se manejan a la vista de todos. Los propios soldados administran los asuntos relativos al rancho; de los cinco fenes diarios para aceite, sal, leña y hortalizas, logran con todo economizar un poco para gastos menores; este ahorro, al que llaman «ahorros de la comida», es de aproximadamente sesenta o setenta wen diarios por cabeza. Todo esto complace mucho a los soldados, sobre todo a los recién capturados al enemigo, que comparando nuestro ejército con el del Kuomintang, ven dos mundos distintos. Aunque perciben que las condiciones materiales de vida en el Ejército Rojo son inferiores a las del ejército blanco, se sienten moralmente liberados. El mismo soldado que ayer no tenía valentía en el ejército enemigo, hoy se comporta con valor en el Ejército Rojo; esto se debe a !a influencia de la democracia. El Ejército Rojo es como un horno en el que se transmutan todos los soldados capturados en cuanto llegan. En China, la democracia la necesita no sólo el pueblo, sino también el ejército. El sistema democrático en nuestro ejército es un arma importante para destruir aquellos rasgos propios de los ejércitos mercenarios feudales[14].

El Partido en el Ejército está ahora organizado a cuatro niveles: la célula de compañía, el comité de batallón, el comité de regimiento y el comité de cuerpo de ejército. En cada compañía existe una célula, y en cada escuadra, un grupo. «La célula del Partido se organiza a nivel de compañía»; ésta es una razón importante por la cual el Ejército Rojo se mantiene indestructible en medio de una lucha tan ardua. Hace dos años, las organizaciones de nuestro Partido en el ejército del Kuomintang no supieron ganarse a los soldados; incluso en las unidades de Ye Ting[15] sólo había una célula del Partido por regimiento, y a causa de ello no pudieron resistir pruebas serias. En el Ejército Rojo, entre los militantes del Partido y los que no lo son, existe hoy una proporción aproximada de uno a tres, o sea, un promedio de un miembro del Partido por cada cuatro hombres. Recientemente hemos decidido reclutar más militantes del Partido en las unidades de combate, para llegar a una proporción de uno a uno[16]. En la actualidad, nos hacen falta buenos secretarios en las células de compañía; pedimos al Comité Central que nos envíe para este cargo a un cierto número de camaradas de entre los activistas que ya no pueden permanecer donde se encuentran. Casi todos los cuadros venidos del Sur de Junán estaban dedicados al trabajo del Partido en el Ejército. Pero como algunos de ellos se dispersaron en agosto en el Sur de Junán, ya no tenemos gente disponible.

Nuestras fuerzas armadas locales están compuestas por los destacamentos de guardias rojos y los destacamentos insurreccionales de obreros y campesinos. Armados de picas y escopetas, estos últimos están organizados a nivel de cantón; cada cantón tiene un destacamento cuya fuerza numérica varía según la población. Su tarea es reprimir a la contrarrevolución, defender los órganos cantonales de Poder y, cuando viene el enemigo, ayudar al Ejército Rojo y a la Guardia Roja en el combate. Los destacamentos insurreccionales fueron creados primero en Yungsin como fuerza secreta, y han salido a la luz después de que ocupamos todo el distrito. Esta organización se ha extendido ahora a los demás distritos de la Región Fronteriza sin cambiar de nombre. Los destacamentos de guardias rojos están armados principalmente con fusiles de cinco tiros, pero los tienen también de nueve tiros y de uno. Disponen de 140 fusiles en Ningkang, 220 en Yungsin, 43 en Lienjua, 50 en Chaling, 90 en Lingsien, 130 en Suichuan y 10 en Wanan, lo que hace un total de 683.

La mayor parte de estos fusiles fueron proporcionados por el Ejército Rojo, y el resto, capturados al enemigo por los mismos guardias rojos. La mayoría de los destacamentos de guardias rojos de los distritos están aumentando día a día su capacidad de combate en su constante lucha contra las fuerzas de preservación del orden y las «milicias de casa por casa» de los déspotas locales y shenshi malvados. Antes del Incidente del 21 de Mayo[17], había destacamentos campesinos de autodefensa en cada distrito. Tenían 300 fusiles en Yousien, 300 en Chaling, 60 en Lingsien, 50 en Suichuan, 80 en Yungsin, 60 en Lienjua, 60 en Ningxang (los hombres de Yuan Wentsai) y 60 en las montañas Chingkang (los hombres de Wang Tsuo), o sea, un total de 970. Después del Incidente, aparte de las armas de los hombres de Yuan y Wang, que se conservaron intactas, sólo quedaron G fusiles en Suichuan y 1 en Lienjua: los déspotas locales y shenshi malvados se apoderaron de todos los demás. EL que los destacamentos campesinos de autodefensa hayan sido tan incapaces de conservar sus fusiles es resultado de la línea oportunista. Actualmente, los destacamentos de guardias rojos de los diversos distritos tienen muy pocos fusiles todavía, menos que los déspotas locales y shenshi malvados. El Ejército Rojo debe continuar ayudando con armas a la Guardia Roja. Debe hacer todo lo posible para ayudar a las masas populares a armarse, siempre que esto no disminuya su propia capacidad de combate. Hemos establecido que cada batallón del Ejército Rojo estará compuesto de cuatro compañías, con 75 fusiles cada una; sumando los fusiles de la compañía de misión especial, la compañía de ametralladoras, la compañía de morteros, el estado mayor de regimiento y los tres estados mayores de batallón, cada regimiento tendrá 1.075 fusiles. Los fusiles capturados en combate deben ser destinados, en la medida de lo posible, a armar a las fuerzas locales. Los mandos de la Guardia Roja deben ser personas que hayan sido enviadas por los distritos al cuerpo de instrucción del Ejército Rojo y hayan terminado el curso. El Ejército Rojo debe enviar cada vez menos nativos de zonas alejadas a ocupar los puestos de jefes de las fuerzas locales. Por su parte, Chu Pei-te está armando sus fuerzas de preservación del orden y sus «milicias de casa por casa», y las fuerzas armadas de los déspotas locales y shenshi malvados en los distritos de la Región Fronteriza constituyen una fuerza bastante considerable tanto por su número como por su capacidad de combate. Esto hace tanto más apremiante la expansión de nuestras fuerzas rojas locales.

EL principio del Ejército Rojo es la concentración de las fuerzas, y el de la Guardia Roja, la dispersión de las fuerzas. Actualmente, como el régimen reaccionario atraviesa por un período de estabilidad temporal, el enemigo está en condiciones de reunir grandes contingentes para atacar al Ejército Rojo, y para éste es desventajoso dispersar sus fuerzas. Nuestra experiencia nos enseña que la dispersión de las fuerzas ha conducido casi siempre a la derrota, en tanto que su concentración frente a una fuerza enemiga numéricamente inferior, igual o ligeramente superior, ha conducido con frecuencia a la victoria. El Comité Central nos ha encargado desarrollar una zona guerrillera demasiado extensa, que tiene varios miles de li; esto se debe probablemente a una sobreestimación de nuestras fuerzas. Para los destacamentos de guardias rojos, la dispersión es ventajosa; en todos los distritos están aplicando este método en sus operaciones.

EL método de propaganda más eficaz con relación a las fuerzas enemigas es poner en libertad a los soldados capturados y dar tratamiento médico a los prisioneros heridos. Cuando capturamos soldados o jefes de batallón, compañía o pelotón de las fuerzas enemigas, no nos demoramos en hacer propaganda entre ellos; los dividimos en dos grupos: los que quieren quedarse y los que desean marcharse, y a estos últimos les damos una suma para el viaje y los ponemos en libertad. Esto desmiente de inmediato la propaganda engañosa del enemigo en el sentido de que «los bandidos comunistas matan al primero que ven». Refiriéndose a esta medida nuestra el Boletín Trimensual de la 9.a División de Yang Chi-sheng exclamó con alarma: «°Qué perfidia!» Los soldados del Ejército Rojo tratan con esmerada solicitud a los soldados capturados y les dan afectuosas despedidas, y en todos los «actos de despedida a los nuevos hermanos», ellos nos responden con cordial gratitud en sus discursos. Proporcionar tratamiento médico a los prisioneros heridos es también un medio muy eficaz. Desde hace poco, algunos enemigos astutos, como Li Wen-pin, se han puesto a imitarnos: no matan a los prisioneros y proporcionan atención médica a los heridos. Sin embargo, no faltan soldados nuestros que, al combate siguiente, vuelven a nuestro lado trayendo consigo sus armas. Esto ha ocurrido ya dos veces. Además, realizamos la mayor cantidad posible de propaganda escrita, como por ejemplo consignas murales. Dondequiera que llegamos, cubrimos los muros con ellas. Pero nos faltan personas que sepan dibujar; esperarnos que el Comité Central y los dos Comités Provinciales nos envíen algunas.

En cuanto a las bases de apoyo militares, la primera, las montañas Chingkang, está situada en la conjunción de cuatro distritos: Ningkang, Lingsien, Suichuan y Yungsin. La distancia entre Maoping, distrito de Ningkang, en la vertiente norte, y Juangao, distrito de Suichuan, en la vertiente sur, es de 90 li. La distancia entre Nashan, distrito de Yungsin, en la vertiente este, y Shuikou, distrito de Lingsien, en la vertiente oeste, es de 80 li. Mide 550 li la circunferencia que, partiendo de Nashan, pasa por Lungyuankou (ambos en Yungsin), Sincheng, Maoping, Talung (todos en Ningkang), Shitu, Shuikou, Siatsun (todos en Lingsien), Yingpans¸, Taichiapu, Tafen, Tuitsichien, Juangao, Wutouchiang y Cheao (todos en Suichuan) para volver nuevamente a Nashan. En las montañas hay arrozales y aldeas en Taching, Siaoching, Shangching, Chungching; Siaching, Tsiping, Siachuang, Singchou, Tsaoping, Painiju y Luofu; todos estos lugares eran antes nidos de bandidos y de soldados desbandados, pero ahora han pasado a ser una base de apoyo nuestra. Su población no llega a dos mil habitantes, y su producción de arroz sin descascarillar es inferior a diez mil dan, por lo cual el abastecimiento de cereales del Ejército depende en su totalidad de Ningkang, Yungsin y Suichuan. Todos los pasos estratégicos en las montañas han sido fortificados. Allí están nuestros hospitales, talleres de confección, la sección de pertrechos y los servicios de retaguardia de los regimientos. En estos momentos, se están transportando cereales desde Ningkang a las montañas. Mientras tengamos provisiones suficientes, el enemigo jamás podrá penetrar. La segunda base de apoyo, las montañas Chiulung, está situada en la conjunción de los cuatro distritos de Ningkang, Yungsin, Lienjua y Chaling. Aunque menos importante que las montañas Chingkang, es la retaguardia más profunda de las fuerzas armadas locales de los cuatro distritos y también ha sido fortificada. Para un régimen independiente rojo cercado completamente por el régimen blanco, es indispensable aprovechar las ventajas del terreno montañoso de difícil acceso.

EL PROBLEMA DE LA TIERRA

La tenencia de la tierra en la Región Fronteriza. Hablando en términos generales, más del 60 por ciento de la tierra pertenecía a los terratenientes, y menos del 40, a los campesinos. En el sector que se halla en Chiangsí, la mayor concentración de la propiedad de la tierra se registraba en Suichuan, donde aproximadamente el 80 por ciento pertenecía a los terratenientes. El segundo lugar correspondía Yungsin, donde los terratenientes poseían aproximadamente el 70 por ciento. En Wanan, Ningkang y Lienjua, los campesinos propietarios eran más numerosos; no obstante, los terratenientes aún poseían una mayor proporción de la tierra: aproximadamente el 60 por ciento del total, en tanto que los campesinos sólo tenían el 40 por ciento. En los distritos de Chaling y Lingsien, provincia de Junán, alrededor del 70 por ciento de la tierra se encontraba en manos de los terratenientes.

El problema de las capas intermedias. Dada esta situación, la confiscación y redistribución de toda la tierra[18] podía granjearse el apoyo de la mayoría de la población. La población rural se divide a grandes rasgos en tres categorías: los terratenientes grandes y medios; las capas intermedias, compuestas de los pequeños terratenientes y los campesinos ricos, y los campesinos medios y pobres. Los intereses de los campesinos ricos están a menudo entrelazados con los de los pequeños terratenientes. La tierra de los campesinos ricos constituye una reducida porción del total, pero si se la suma a la tierra de los pequeños terratenientes, resulta una cantidad considerable. Probablemente sucede más o menos igual en todo el país. La política agraria adoptada en la Región Fronteriza es la de confiscación total y distribución completa; por consiguiente, en la región roja, tanto la clase de los déspotas locales y shenshi malvados como las capas intermedias sufren nuestros golpes. Esa es nuestra política, mas en su ejecución práctica hemos tropezado con serios obstáculos levantados por las capas intermedias. En los primeros momentos de la revolución, las capas intermedias capitularon aparentemente ante el campesinado pobre, pero en realidad se aprovecharon de su antigua posición social y de la autoridad de clan para intimidar a los campesinos pobres y demorar la distribución de la tierra. Cuando ya no fue posible postergarla más, ocultaron las dimensiones reales de sus propiedades, o retuvieron para sí las tierras fértiles y entregaron las malas. En ese período, los campesinos pobres, que habían sido pisoteados durante siglos y sentían incierta la victoria de la revolución, a menudo cedieron ante las capas intermedias y no se atrevieron a actuar con energía. Se emprenden acciones enérgicas frente a las capas intermedias en el campo sólo cuando la revolución está en ascenso, digamos, cuando hemos tomado el Poder en uno o incluso varios distritos, las tropas reaccionarias han sufrido varias derrotas y el Ejército Rojo ha demostrado repetidas veces su poderío. Por ejemplo, en el sector sur del distrito de Yungsin, donde las capas intermedias eran más numerosas, se produjeron los casos más graves de demora en la distribución de la tierra y de ocultación de las dimensiones de las propiedades. La distribución efectiva de la tierra se realizó allí sólo después de que el Ejército Rojo obtuvo el 23 de junio su gran victoria en Lungyuankou y de que el gobierno territorial castigó a varias personas por haber demorado la distribución. Sin embargo, como el sistema feudal de clan predomina en todos los distritos, y como todas las familias en una o incluso varias aldeas llevan por lo común un mismo apellido, ha de pasar un tiempo bastante largo antes de que las masas adquieran conciencia de clase y el espíritu de clan sea superado en las aldeas.

La defección de las capas intermedias bajo el terror blanco. Las capas intermedias, que sufrieron golpes durante el ascenso de la revolución, se pasaron al enemigo tan pronto como se desató el terror blanco. En Yungsin y Ningkang, fueron precisamente los pequeños terratenientes y campesinos ricos los que condujeron a las tropas reaccionarias a incendiar las casas de los campesinos revolucionarios. Bajo las instrucciones de los reaccionarios, perpetraron incendios e hicieron arrestos, mostrando extremada audacia. Cuando el Ejército Rojo regresó a la zona de Ningkang, Sincheng, Kucheng y Lungshi, millares de campesinos, engañados por la propaganda reaccionaria en el sentido de que los comunistas los matarían, huyeron con los reaccionarios a Yungsin. Parte de ellos fueron volviendo poco a poco sólo después de que hicimos propaganda declarando que «no se matará a los campesinos que se han pasado al enemigo» y que «los campesinos que se han pasado al enemigo serán bien recibidos si regresan a recoger sus cosechas».

En un período de reflujo de la revolución en todo el país, el problema más difícil en nuestra región es controlar a las capas intermedias. Estas se pasan al enemigo, principalmente porque han recibido de la revolución golpes demasiado fuertes. En cambio, cuando se produce un ascenso revolucionario en todo el país, el campesinado pobre se siente bien respaldado y actúa con mayor valor, mientras que las capas intermedias sienten tanto miedo que no se atreven a desmandarse. En los momentos, los pequeños terratenientes de Chaling pidieron la paz a los campesinos, y algunos hasta les ofrecieron carne de cerdo para el Año Nuevo (aunque en ese entonces el Ejército Rojo ya se había retirado de Chaling a Suichuan). Pero una vez terminada esa guerra, no se han vuelto a ver cosas semejantes. Ahora que la contrarrevolución está en ascenso en todo el país, las capas intermedias, en las zonas blancas, que han sufrido los golpes de la revolución, se han subordinado casi por completo a la clase de los déspotas locales y shenshi malvados, y el campesinado pobre ha quedado aislado. Este es en verdad un problema muy grave[19].

Las privaciones materiales como causa de la defección de las capas intermedias. La región roja y la región blanca se enfrentan como dos países adversarios. A causa del hermético bloqueo enemigo y de nuestro inadecuado trato a la pequeña burguesía, ha cesado casi por entero el comercio entre las dos regiones. Artículos de primera necesidad como sal, telas y medicinas son escasos y caros; productos agrícolas como madera, té y aceite no pueden sacarse fuera para su venta, y, en consecuencia, está cegada la fuente de ingresos en efectivo de los campesinos, lo que afecta a la población en general. El campesinado pobre es más o menos capaz de soportar estas privaciones; en cambio, las capas medias, cuando ya no pueden más, se entregan a la clase de los déspotas locales y shenshi malvados. Si no continuaran en China las escisiones y guerras dentro de dicha clase y entre los caudillos militares, y si no se desarrollara una situación revolucionaria a escala nacional, la presión económica sobre el régimen independiente rojo en las pequeñas zonas se haría muy grave, y sería dudoso que éste pudiera subsistir por mucho tiempo. Esto se explica porque dicha presión económica no sólo resultará insoportable para las capas medias, sino que podría llegar a serlo un día también para los obreros, campesinos pobres y soldados del Ejército Rojo. Durante un tiempo, en los distritos de Yungsin y Ningkang no hubo sal, y quedó totalmente interrumpido el abastecimiento de telas y medicinas, para no mencionar otras cosas. Ahora hay sal en venta, pero carísima. Todavía no hay telas ni medicinas. La madera, el té y el aceite, que se producen abundantemente en Ningkang, el Oeste de Yungsin y el Norte de Suichuan (actualmente todos dentro de nuestra región), aún no pueden ser sacados fuera[20].

Criterio para la distribución de la tierra. Para la distribución de la tierra, se toma el cantón como unidad. En los lugares donde hay más montañas que tierra cultivable, por ejemplo, en la zona de Siaochiang, distrito de Yungsin, se toman a veces tres o cuatro cantones como unidad, pero tales casos son sumamente raros. La distribución se ha hecho entregando partes iguales a todos los habitantes de un lugar, hombres y mujeres, viejos y niños. Sin embargo, ahora, de acuerdo con las instrucciones del Comité Central, se toma como criterio la capacidad de trabajo: una persona con capacidad de trabajo recibe el doble que una que no la tiene[21].

El problema de las concesiones a los campesinos propietarios. Este problema aún no se ha discutido en detalle. Entre los campesinos propietarios, los campesinos ricos piden que se tome como criterio la fuerza productiva, o sea, que se dé más tierra a los que disponen de más mano de obra y mayor capital (herramientas de labranza, por ejemplo). No les parece ventajosa ni la distribución por igual, ni la distribución de acuerdo con la capacidad de trabajo. Piensan que podrían obtener mayores cosechas, ya que están dispuestos a dedicar mayores esfuerzos al trabajo y a hacer uso de su capital. No les gusta que se les entregue la misma cantidad de tierra que a los demás y que no se tengan en cuenta (no se aprovechen) sus particulares esfuerzos y su excedente de capital. Aquí la distribución sigue realizándose de acuerdo con las instrucciones del Comité Central. Pero este problema necesita ser discutido nuevamente, y se presentará otro informe cuando se llegue a una conclusión al respecto.

El impuesto territorial. En Ningkang, se cobra el 20 por ciento de la cosecha, esto es, un 5 por ciento más que lo estipulado por el Comité Central. Como el cobro ya se ha iniciado, no conviene alterar la tasa ahora, pero se reducirá el año que viene. Por otra parte, los sectores de Suichuan, Lingsien y Yungsin que se encuentran bajo nuestro régimen independiente, son zonas montañosas, donde los campesinos viven en una miseria tal que no es aconsejable cobrarles impuestos. Los gastos del gobierno y de la Guardia Roja tenemos que cubrirlos con expropiaciones a los déspotas locales de las zonas blancas. En cuanto al abastecimiento del Ejército Rojo, el arroz proviene por el momento del impuesto territorial en Ningkang, y el dinero, únicamente de las expropiaciones a los déspotas locales. En octubre, durante nuestras operaciones guerrilleras en el distrito de Suichuan, recaudamos más de diez mil yuanes, que nos bastarán por algún tiempo, y después, ya veremos.

EL PROBLEMA DE LOS ORGANOS DEL PODER

Los órganos del Poder popular a niveles de distrito, territorio y cantón se han establecido en todas partes, pero su nombre no corresponde a la realidad. En muchos lugares no existe el consejo de representantes de obreros, campesinos y soldados. Los comités ejecutivos de cantón, de territorio y hasta de distrito han sido elegidos en algún tipo de reuniones de masas. Tales reuniones, convocadas improvisadamente, no pueden ni discutir los problemas ni contribuir a la preparación política de las masas. Más aún, son muy susceptibles de ser manipuladas por intelectuales y arribistas. En algunos lugares, existe un consejo de representantes, pero se le considera meramente como un órgano provisional para la elección del comité ejecutivo. Una vez hecha la elección, todo el poder queda monopolizado por el comité y no se vuelve a oír hablar del consejo. No es que no existan consejos de representantes de obreros, campesinos y soldados dignos de su nombre: los hay, pero muy pocos. Ello se debe a que es insuficiente la propaganda y educación en torno a este nuevo sistema político. La viciada práctica feudal de dictar órdenes arbitrariamente está tan profundamente arraigada en la mente de las masas e incluso de los militantes de base del Partido que no puede ser barrida de un solo golpe. Cuando la gente tiene algún problema que resolver, prefiere el camino fácil al «tedioso» sistema democrático. El centralismo democrático puede ser puesto en práctica de un modo amplio y efectivo en las organizaciones de masas sólo cuando su eficacia queda demostrada en la lucha revolucionaria y cuando las masas comprenden que es el sistema que mejor moviliza a sus fuerzas y el que más contribuye a su lucha. Estamos elaborando (en base a las estipulaciones generales del Comité Central) una detallada ley orgánica para los consejos de representantes a todos los niveles, a fin de corregir en forma gradual los errores anteriores. En el Ejército Rojo, están instituyéndose las asambleas de representantes de soldados a todos los niveles, que tendrán carácter regular, con el propósito de corregir el error anterior de tener únicamente comités de soldados y no asambleas de representantes de soldados.

En este momento, lo que las masas populares entienden en general por «gobierno de obreros, campesinos y soldados» es el comité ejecutivo, porque todavía no están conscientes del poder que corresponde al consejo de representantes y creen que el único poder auténtico es el del comité ejecutivo. Los comités ejecutivos que no tienen consejos en los cuales apoyarse, actúan a menudo sin tomar en cuenta las opiniones de las masas, y se observan, en todas partes, casos de vacilación y conciliación en cuanto a la confiscación y distribución de la tierra, casos de derroche o desfalco de fondos, de falta de coraje para enfrentar a las fuerzas blancas, o de indecisión en la lucha. Además, los comités ejecutivos rara vez se reúnen en sesiones plenarias, y todos los asuntos los resuelven sus comités permanentes. En los gobiernos territoriales y cantonales, incluso los comités permanentes se reúnen muy pocas veces, y los problemas los deciden en forma separada las cuatro personas que trabajan en la sede, el presidente, el secretario, el tesorero y el jefe del destacamento de guardias rojos (o del destacamento insurreccional). De tal modo, el centralismo democrático no es práctica habitual ni siquiera en el funcionamiento del gobierno.

Al principio, los pequeños terratenientes y campesinos ricos bregaron por introducirse en los comités ejecutivos, sobre todo a nivel de cantón. Poniéndose brazaletes rojos y simulando entusiasmo, se infiltraban arteramente en los comités ejecutivos, lo acaparaban todo en sus manos y relegaban a segundo plano a los miembros provenientes del campesinado pobre. Esos elementos sólo pueden ser expulsados cuando, en el transcurso de la lucha, son desenmascarados y los campesinos pobres se ponen en pie. Este fenómeno, si bien no es general, se observa en numerosos lugares.

El Partido goza de inmenso prestigio y autoridad entre las masas, pero el gobierno tiene mucho menos. Esto se debe a que las organizaciones del Partido, eligiendo el camino fácil, arreglan directamente muchos asuntos y pasan por encima de los órganos del Poder. Esto sucede con frecuencia. En algunos lugares no existen grupos de miembros del Partido dirigentes de los órganos del Poder, y en los lugares donde existen, no se los utiliza suficientemente. En adelante, el Partido debe cumplir con su tarea de dirigir el gobierno; las orientaciones y medidas del Partido, con excepción de la propaganda, deben ponerse en ejecución a través de los organismos del gobierno. Es preciso evitar la errónea práctica del Kuomintang de dictar órdenes directamente al gobierno.

EL PROBLEMA DE LA ORGANIZACION DEL PARTIDO

La lucha contra el oportunismo. Se puede afirmar que, por la época del Incidente del 21 de Mayo, las organizaciones del Partido en los distritos de la región fronteriza estaban dominadas por los oportunistas. Al desencadenarse la contrarrevolución, apenas si hubo lucha decidida contra ella. En octubre del año pasado, cuando el Ejército Rojo (el 1.er Regimiento de la 1.a División del 1.er Cuerpo de Ejército del Ejército Revolucionario de Obreros y Campesinos) llegó a los distritos de la región fronteriza, sólo quedaban allí algunos miembros del Partido que se habían escondido para escapar a la persecución, y las organizaciones del Partido habían sido totalmente destruidas por el enemigo. Entre noviembre y abril, se realizó la reconstrucción de las organizaciones del Partido, y a partir de mayo comenzó un período de pleno desarrollo. Pero en estos últimos doce meses, se han seguido observando por todas partes expresiones de oportunismo dentro del Partido. Al aproximarse el enemigo, hay miembros del Partido que, carentes de voluntad de lucha, se esconden en lo profundo de las montañas, cosa a la que llaman «ponerse al acecho». Otros son muy activos, pero emprenden acciones descabelladas. Ambas son manifestaciones de la ideología pequeñoburguesa. Estos fenómenos han disminuido poco a poco en el largo proceso de temple en la lucha y de educación dentro del Partido. Manifestaciones semejantes de la ideología pequeñoburguesa también se han presentado en el Ejército Rojo. Cuando el enemigo atacaba, se proponía o bien un combate a todo riesgo o bien la huida. Y a menudo ambas ideas eran expuestas por una misma persona en el curso de las discusiones sobre las operaciones militares a realizar. Esto se ha corregido gradualmente gracias a una prolongada lucha en el seno del Partido y a las lecciones sacadas de los hechos objetivos: los combates a todo riesgo ocasionaban pérdidas y las huidas conducían a la derrota.

Localismo. La economía de la Región Fronteriza es agrícola, y en algunos lugares todavía se vive en la época del pilón y la maza (en las zonas montañosas se usan, por lo general, pilones de mano hechos de madera para descascarillar el arroz; en los valles se usan morteros a pedal labrados en piedra). La unidad básica de la organización social es, en todas partes, el clan, compuesto de las personas que Llevan un mismo apellido. En las organizaciones del Partido en el campo, sucede a menudo que, por razones de residencia, una célula es integrada por militantes de un mismo apellido, y así la reunión de célula se convierte prácticamente en reunión de clan. En estas circunstancias, resulta realmente muy difícil construir un «partido bolchevique combativo». Tales militantes no comprenden bien que para los comunistas no existen fronteras entre países o provincias, ni comprenden bien que para ellos tampoco hay límites distritales, territoriales ni cantonales. El localismo afecta seriamente las relaciones entre los distritos, entre los territorios e incluso entre los cantones de un mismo distrito. Para eliminar el localismo, los argumentos sólo pueden dar resultados limitados en el mejor de los casos; opera mucho más en este sentido la opresión, exenta de localismo, que ejercen las fuerzas blancas. Por ejemplo, las «campañas conjuntas de aniquilamiento» de las fuerzas contrarrevolucionarias de las dos provincias hacen a las masas compartir intereses en la lucha; es sólo entonces cuando se destruye en forma gradual su localismo. El localismo va declinando como resultado de múltiples lecciones semejantes.

El problema de los » nativos» y los » forasteros» . En los distritos de la Región Fronteriza, existe otro problema peculiar: la brecha entre los «nativos» y los «forasteros». Existe una brecha muy grande que separa a los «nativos» de los «forasteros», cuyos antepasados, procedentes del Norte, se establecieron aquí hace varios siglos. Su tradicional hostilidad mutua está tan profundamente arraigada que a veces conduce a choques violentos. Los «forasteros», que suman varios millones, viven en la zona que se extiende desde los límites entre Fuchién y Kuangtung, hasta el Sur de Jupei, pasando a lo largo de los límites entre Junán y Chiangsí. Estos «forasteros», avecindados en las zonas montañosas, han vivido oprimidos por los «nativos», residentes en los valles, y jamás han gozado de derechos políticos. Acogieron con alegría la revolución nacional de 1926-1927, pensando que llegaba el día en que podrían levantar la cabeza. Pero, desgraciadamente, la revolución fracasó y siguieron oprimidos por los «nativos». En nuestra propia región, el problema de las relaciones entre los «nativos» y los «forasteros» existe en los distritos de Ningkang, Suichuan, Lingsien y Chaling, y es particularmente agudo en Ningkang. Bajo la dirección del Partido Comunista, los «nativos» revolucionarios de Ningkang, unidos con los «forasteros», derribaron en 1926-1927 el Poder de los déspotas locales y shenshi malvados «nativos» y tomaron el control de todo el distrito. En junio del año pasado, el gobierno de Chiangsí encabezado por Chu Pei-te se volvió contra la revolución. En septiembre, los déspotas locales y shenshi malvados sirvieron de guías a las tropas de Chu Pei-te en las operaciones de «aniquilamiento» contra Ningkang y encendieron de nuevo el conflicto entre «nativos» y «forasteros». En teoría, semejante brecha entre «nativos» y «forasteros» no debería extenderse al seno de las clases explotadas, los obreros y campesinos, y menos aún a las filas del Partido Comunista. Pero, en realidad, debido a la fuerza de una tradición secular, tal cosa ocurre y la brecha subsiste. He aquí un ejemplo: en los días de nuestra derrota de agosto en la Región Fronteriza, cuando los déspotas locales y shenshi malvados «nativos» volvieron a Ningkang junto con las tropas reaccionarias y difundieron el rumor de que los «forasteros» iban a matar a los «nativos», la mayoría de los campesinos «nativos» se pasaron al enemigo, se pusieron brazaletes blancos y sirvieron de guías a las tropas blancas en el incendio de casas y las batidas en las montañas. Y cuando el Ejército Rojo derrotó a las tropas blancas en octubre y noviembre, los campesinos «nativos» huyeron con los reaccionarios, y, a su vez, los «forasteros» se apoderaron de sus pertenencias. Esta situación, al reflejarse en el Partido, conduce a menudo a conflictos absurdos. Hemos adoptado las siguientes medidas: por una parte, anunciamos que «no se matará a los campesinos que se han pasado al enemigo» y que «a los campesinos que se han pasado al enemigo también se les entregará tierras cuando regresen», para así ayudarlos a liberarse de la influencia de los déspotas locales y shenshi malvados y a volver sin recelo a sus hogares; por otra parte, nuestros gobiernos distritales han ordenado que los campesinos «forasteros» restituyan a sus dueños todos los bienes que hayan tomado y colocan anuncios declarando que los campesinos «nativos» serán protegidos. Es preciso intensificar la labor educativa en el Partido para asegurar la unidad entre estos dos sectores de su militarice.

La defección de los arribistas. Durante el ascenso de la revolución (en junio), muchos arribistas, aprovechando que el Partido reclutaba militantes en forma abierta, se infiltraron en sus filas, con lo cual el número de militantes en la Región Fronteriza ascendió rápidamente a más de diez mil. Como los dirigentes de las células y de los comités de territorio eran en su mayoría personas recién afiliadas, resultaba imposible realizar una buena labor de educación en el Partido. Apenas se desencadenó el terror blanco, los arribistas se pasaron al enemigo y condujeron a los reaccionarios a arrestar a nuestros camaradas, y la mayoría de las organizaciones del Partido en las zonas blancas se derrumbaron. A partir de septiembre, se llevó a cabo una enérgica depuración en el Partido, y la condición de militante fue sometida a rigurosas exigencias en cuanto al origen de clase. Fueron disueltas todas las organizaciones del Partido en Yungsin y Ningkang, y se procedió a una nueva inscripción. Aunque el número de miembros del Partido quedó notablemente reducido, la capacidad combativa de sus organizaciones ha aumentado. En el pasado, las organizaciones del Partido funcionaban en forma totalmente abierta, pero a partir de septiembre, se han establecido organizaciones clandestinas para que el Partido pueda proseguir sus actividades en caso de que vengan los reaccionarios. Al mismo tiempo, nos hemos esforzado al máximo por penetrar en las zonas blancas y operar dentro del mismo campo enemigo. Pero aún no se han echado los cimientos para las organizaciones del Partido en las ciudades cercanas. Esto se debe, primero, a que el enemigo es más fuerte en las ciudades y, segundo, a que nuestro ejército lesionó demasiado los intereses de la burguesía durante la ocupación de las ciudades, de modo que a los miembros del Partido les resulta difícil permanecer allí. Estamos corrigiendo estos errores y haciendo todo lo posible para crear organizaciones en las ciudades, aunque en esto no hemos tenido mucho éxito por ahora.

Los organismos dirigentes del Partido. Se ha cambiado el nombre de consejo de célula por el de comité de célula. Por encima de la célula está el comité de territorio y, sobre éste, el comité de distrito. En circunstancias particulares, se forman comités de territorio especial entre los niveles de territorio y distrito, por ejemplo, el Comité de Territorio Especial del Norte y el del Sudeste, ambos en Yungsin. En la Región Fronteriza, hay en total cinco comités distritales: en Ningkang, Yungsin, Lienjua, Suichuan y Lingsien. En Chaling había un comité distrital, pero como su trabajo no logró abrirse paso allí, la mayoría de las numerosas organizaciones creadas en el invierno y la primavera pasados fueron destruidas por las fuerzas blancas y nuestro trabajo se ha limitado, durante los últimos seis meses, a las zonas montañosas cercanas a Ningkang y Yungsin; por eso, el comité distrital ha sido convertido en comité de territorio especial. A los distritos de Yousien y Anyen sólo se puede llegar pasando por Chaling; enviamos algunos camaradas allí, pero volvieron sin haber logrado nada. El Comité Distrital de Wanan, con el cual tuvimos en enero una reunión conjunta en Suichuan, quedó separado de nosotros por las fuerzas blancas durante más de medio año, y no restablecimos contacto con él hasta septiembre, cuando el Ejército Rojo llegó allí en una operación guerrillera. Ochenta campesinos revolucionarios vinieron con nuestras tropas a las montañas Chingkang y formaron el Destacamento de Guardias Rojos de Wanan. En el distrito de Anfu no hay organización del Partido. Chían limita con Yungsin, pero el Comité Distrital de Chían se ha puesto sólo dos veces en contacto con nosotros y no nos ha prestado ninguna ayuda, lo que resulta harto extraño. En la zona de Shatien, distrito de Kuitung, la distribución de la tierra se realizó dos veces, en marzo y agosto, y se han establecido organizaciones del Partido, subordinadas al Comité Especial del Sur de Junán cuyo centro es Lungsishiertung. Por sobre los comités distritales está el Comité Especial de la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí. El 20 de mayo se celebró en Maoping, distrito de Ningkang, el I Congreso de la Organización del Partido en la Región Fronteriza, y en él se eligió el primer Comité Especial integrado por veintitrés personas, con Mao Tse-tung como secretario. En julio, el Comité Provincial de Junán envió aquí a Yang Kai-ming, quien sirvió interinamente de secretario. En septiembre, Yang cayó enfermo y lo sustituyó Tan Chen-lin. En agosto, cuando las unidades principales del Ejército Rojo se habían marchado hacia el Sur de Junán y las fuerzas blancas presionaban fuertemente sobre la Región Fronteriza, celebramos una reunión de emergencia en Yungsin. En octubre, después del regreso del Ejército Rojo a Ningkang, convocamos en Maoping el II Congreso de la Organización del Partido en la Región Fronteriza. En este Congreso, que duró tres días a partir del 14 de octubre, se adoptó una resolución que incluye entre otros capítulos «Los problemas políticos y las tareas de la organización del Partido en la Región Fronteriza», y se eligió el segundo Comité Especial, compuesto de diecinueve miembros: Tan Chen-lin, Chu Te, Chen Yi, Lung Chao-ching, Chu Chang-chie, Liu Tien-chien, Yuan Pan-chu, Tan Si-tsung, Tan Ping, Li Ch¸e-fei, Sung Yi-yue, Yuan Wen-tsai, Wang Tsuo-nung, Chen Cheng-yen, Mao Tse-tung, Wan Si-sien, Wang Tsuo, Yang Kai-ming y Je Ting-ying. Cinco de ellos formaron el comité permanente, con Tan Chen-lin (obrero) como secretario y Chen Cheng-yen (intelectual) corno subsecretario. El VI Congreso de la Organización del Partido en el 4.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo, celebrado el 14 de noviembre, eligió el Comité del Cuerpo de Ejército, compuesto de veintitrés miembros, constituyendo cinco de ellos un comité permanente con Chu Te como secretario. Tanto el Comité Especial como el Comité del Cuerpo de Ejército están subordinados al Comité del Frente. Este último, establecido de nuevo el 6 de noviembre, está compuesto de cinco miembros designados por el Comité Central: Mao Tse-tung, Chu Te, el secretario de la organización local del Partido (Tan Chen-lin), un camarada obrero (Sung Chiao-sheng) y un camarada campesino (Mao Ke-wen), con Mao Tse-tung como secretario. El Comité del Frente ha establecido por el momento un secretariado, una sección de propaganda, una sección de organización, una comisión para el movimiento obrero y una comisión militar. El Comité del Frente dirige a las organizaciones locales del Partido. Es necesario mantener el Comité Especial porque a veces el Comité del Frente tiene que trasladarse junto con las tropas. Consideramos que el problema de la dirección ideológica proletaria es de capital importancia. Las organizaciones del Partido en los distritos de la Región Fronteriza, que están compuestas casi exclusivamente de campesinos, se desorientarán si les falta la dirección ideológica proletaria. Además de prestar gran atención al movimiento obrero en las capitales de distrito y los principales poblados, debemos aumentar la proporción de representantes obreros en los órganos del Poder. También hay que elevar la proporción de obreros y campesinos pobres en los organismos dirigentes del Partido a todos los niveles.

EL PROBLEMA DEL CARACTER DE LA REVOLUCION

Estamos plenamente de acuerdo con la resolución de la Internacional Comunista sobre el problema de China. No cabe duda de que actualmente China se encuentra todavía en la etapa de la revolución democrático-burguesa. El programa para una revolución democrática cabal en China implica, en lo externo, el derrocamiento del imperialismo para alcanzar la completa liberación nacional y, en lo interno, la eliminación de la burguesía compradora en las ciudades, la consumación de la revolución agraria para eliminar las relaciones feudales en el campo y el derrocamiento del gobierno de los caudillos militares. Sólo por medio de semejante revolución democrática, se podrá asentar una verdadera base para la transición al socialismo. Habiendo combatido en diversos lugares durante el año transcurrido, tenemos la profunda impresión de que la revolución está en reflujo en todo el país. Por una parte, el Poder rojo ha sido establecido en unas pocas pequeñas zonas, y por la otra, el pueblo en su conjunto está privado de los derechos democráticos elementales: los obreros y campesinos, y hasta los demócratas burgueses, no tienen libertad de palabra ni de reunión, y afiliarse al Partido Comunista es considerado como el peor de los crímenes. Dondequiera que llega el Ejército Rojo, las masas se muestran poco entusiastas, y van tornándose activas sólo después de una labor de propaganda. Sea cual fuere la unidad enemiga que enfrentamos, tenemos que combatir duro, y apenas hay casos de deserción hacia nuestro lado o de motín en las tropas enemigas. Lo mismo pasa con el 6.ƒ Cuerpo de Ejército enemigo, a pesar de ser éste el que a mayor número de «revoltosos» reclutó después del Incidente del 2l de Mayo. Tenemos viva sensación de nuestro aislamiento y constantemente esperamos salir de él. Sólo librando una lucha política y económica por la democracia, lucha en la que también participe la pequeña burguesía urbana, podremos llevar la revolución a un ascenso impetuoso que sacuda a todo el país.

Hasta febrero de este año, aplicamos bastante bien nuestra política con relación a la pequeña burguesía. En marzo, el representante del Comité Especial del Sur de Junán llegó a Ningkang y nos criticó porque, según él, nos habíamos desviado hacia la derecha, habíamos incendiado y matado demasiado poco y no habíamos puesto en práctica la llamada política de «convertir a los pequeñoburgueses en proletarios para luego obligarlos a incorporarse a la revolución». De este modo, fue reorganizada la dirección del Comité del Frente y cambiada nuestra política. En abril, después de que todo nuestro ejército hubo llegado a la región fronteriza, si bien tampoco se quemaba ni mataba mucho, se efectuó con extremado rigor la confiscación de los bienes de los comerciantes medios en la ciudad y la imposición de contribuciones a los pequeños terratenientes y campesinos ricos en el campo. La consigna de «Todas las fábricas a los obreros», lanzada por el Comité Especial del Sur de Junán, fue también ampliamente difundida. Esta política ultraizquierdista de atacar a los pequeñoburgueses empujó a la mayoría de ellos hacia el lado de los déspotas locales y shenshi malvados, con el resultado de que se pusieron brazaletes blancos y lucharon contra nosotros. últimamente, con la modificación gradual de esta política, la situación ha venido mejorando poco a poco. Se han conseguido buenos resultados especialmente en Suichuan, donde los comerciantes de la capital del distrito y de los poblados ya no nos temen ni huyen de nosotros, y no pocos de ellos hablan bien del Ejército Rojo. A la feria de Tsaolin (que tiene lugar cada tres días al mediodía) concurren unas veinte mil personas, cosa sin precedentes. Esto corrobora que nuestra política es ahora correcta. Los déspotas locales y shenshi malvados exaccionaban al pueblo exhorbitantes impuestos y contribuciones; la guardia de pacificación[22] de Suichuan cobraba cinco veces peaje a lo largo del camino de setenta li que va de Juangao a Tsaolin, sin exceptuar producto agrícola alguno. Al aplastar a la guardia de pacificación y suprimir estos cobros de peaje, nos hemos ganado el apoyo de todos los campesinos y de todos los comerciantes pequeños y medios.

El Comité Central nos ha pedido que hagamos público un programa político que tenga en cuenta también los intereses de la pequeña burguesía; por nuestra parte, proponemos al Comité Central que elabore, como guía general, un programa político para la revolución democrática en su conjunto, que tenga en cuenta los intereses de los obreros, la revolución agraria y la liberación nacional.

Desarrollar la insurrección mediante la fuerza armada es un rasgo característico de la revolución de China, país donde predomina la economía agrícola. Sugerimos al Comité Central que dedique grandes esfuerzos al trabajo militar.

EL PROBLEMA DE LA UBICACION DE NUESTRO REGIMEN INDEPENDIENTE

La zona de la cordillera Luosiao se extiende desde el Norte de Kuangtung, a lo largo de los límites entre Junán y Chiangsí, hasta el Sur de Jupei. Hemos recorrido toda la cordillera, y una comparación entre sus distintos sectores demuestra que el sector central, con Ningkang como centro, es el más favorable para nuestro régimen independiente creado mediante la fuerza armada. En el sector norte, el terreno es menos ventajoso que en el sector central tanto para la ofensiva como para la defensiva; además, el sector norte se encuentra demasiado cerca de los grandes centros políticos. A menos que nos propongamos una rápida conquista de Changshá o Wuján, será muy peligroso apostar la mayor parte de nuestras fuerzas en la zona de los distritos de Liuyang, Liling, Pingsiang y Tungku. En el sector sur, el terreno es más favorable que en el sector norte, pero allí nuestra base de masas no es tan buena como en el sector central, ni podemos ejercer desde allí tanta influencia política sobre Junán y Chiangsí como desde el sector central, donde toda acción nuestra puede influir sobre el centro y el Norte de las dos provincias. El sector central ofrece las siguientes ventajas: 1) una base de masas que venimos creando desde hace poco más de un año; 2) una organización del Partido bastante fuerte; 3) fuerzas armadas locales que han sido creadas en el curso de poco más de un año y que tienen ya una rica experiencia de lucha — realización poco común –, las cuales, unidas al 4.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo, constituyen una fuerza que ningún enemigo puede destruir; 4) una excelente base de apoyo militar, las montañas Chingkang, y bases de apoyo para nuestras fuerzas armadas locales en todos los distritos, y 5) posibilidad de ejercer influencia sobre las dos provincias y en particular sobre sus partes centro y norte, cosa que le confiere una importancia política mucho mayor de la que tiene el Sur de Junán o el Sur de Chiangsí, zonas desde las cuales se puede ejercer influencia únicamente sobre una u otra de esas provincias o, menos aún, sólo sobre su parte sur y sus zonas apartadas. La desventaja del sector central consiste en que este sector, que lleva largo tiempo bajo el régimen independiente y enfrenta a importantes fuerzas de «cerco y aniquilamiento», tropieza con serias dificultades económicas, especialmente en lo que se refiere a dinero en efectivo.

En el curso de unas cuantas semanas, en junio y julio, el Comité Provincial de Junán cambió tres veces de opinión respecto al plan de acción para nuestra región. Primero llegó Yuan Te-sheng y aprobó nuestro plan para establecer el Poder en el sector central de la cordillera Luosiao. Luego vinieron Tu Siu-ching y Yang Kai-ming y sostuvieron que el Ejército Rojo debía avanzar sin la menor vacilación hacia el Sur de Junán, dejando sólo una fuerza con doscientos fusiles para defender la Región Fronteriza junto con los destacamentos de guardias rojos; ésta era, según ellos, la política «absolutamente correcta». Y no habían pasado diez días cuando volvió a aparecer Yuan Te-sheng con una carta que contenía, aparte de muchos reproches, la demanda de que el Ejército Rojo se dirigiese al Este de Junán; ésta fue descrita igualmente como la política «absolutamente correcta», que debíamos llevar a cabo «sin la menor vacilación». Estas rígidas directivas nos colocaron ante un verdadero dilema, porque no cumplirlas habría significado desobediencia, cumplirlas habría conducido a una derrota segura. Cuando llegó la segunda carta, el Comité del Cuerpo de Ejército, el Comité Especial y el Comité Distrital de Yungsin celebraron una reunión conjunta, que consideró peligroso dirigirse hacia el Sur de Junán y decidió no poner en práctica las instrucciones del Comité Provincial. Pero unos días después, Tu Siu-ching y Yang Kai-ming, insistiendo en el plan del Comité Provincial y aprovechando la nostalgia de los hombres del 29.ƒ Regimiento por su tierra natal, arrastraron al Ejército Rojo a atacar Chenchou, lo que condujo a una derrota tanto para la Región Fronteriza como para el Ejército Rojo. Este último perdió aproximadamente la mitad de sus efectivos, y en la Región Fronteriza fueron incontables las casas incendiadas y las personas asesinadas. Cayó un distrito tras otro, y hasta la fecha aún no hemos logrado recuperarlos todos. En cuanto a un avance hacia el Este de Junán, en ningún caso era aconsejable que lo emprendieran las fuerzas principales del Ejército Rojo, a menos que se produjera una escisión en el seno del régimen de los déspotas locales y shenshi malvados de las provincias de Junán, Jupei y Chiangsí. Si en julio no hubiéramos avanzado hacia el Sur de Junán, habríamos podido no sólo evitar la derrota de agosto en la Región Fronteriza, sino también aprovechar el combate en Changshu, provincia de Chiangsí, entre el 6.ƒ Cuerpo de Ejército del Kuomintang y las fuerzas de Wang Ch¸n, para aplastar a las fuerzas enemigas de Yungsin y conquistar Chían y Anfu, lo que habría permitido a nuestra vanguardia llegar hasta Pingsiang y establecer contacto con el 5.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo, que operaba en el sector norte de la cordillera Luosiao. Incluso en tal caso, habríamos tenido que mantener a Ningkang como base fundamental y despachar solamente fuerzas guerrilleras al Este de Junán. Como no había estallado una conflagración entre los déspotas locales y shenshi malvados, y como aún había formidables fuerzas enemigas en Pingsiang, Chaling y Yousien, en la frontera de Junán, el traslado de nuestras fuerzas principales hacia el Norte sin duda habría sido aprovechado por el enemigo. El Comité Central nos ha pedido que consideremos un avance hacia el Este o el Sur de Junán, pero ambas perspectivas son muy peligrosas. La idea de avanzar hacia el Este de Junán no se ha llevado a efecto, pero la expedición al Sur de Junán ha demostrado ser un fracaso. Esta amarga experiencia merece ser recordada siempre.

En el presente, cuando aún no hay rupturas en el seno del régimen de la clase de los déspotas locales y shenshi malvados, las fuerzas enemigas desplegadas en torno a la Región Fronteriza para operaciones de «aniquilamiento», suman más de diez regimientos. Sin embargo, si continuamos consiguiendo dinero en efectivo (los alimentos y la ropa ya han dejado de ser un problema serio), estaremos en condiciones de hacer frente a estas fuerzas enemigas, e incluso a fuerzas mayores, apoyándonos en los cimientos ya echados en la Región Fronteriza. En cuanto a ésta, volvería a sufrir de inmediato una devastación como la de agosto si el Ejército Rojo se alejara. Aun cuando los destacamentos de guardias rojos no fueran aniquilados por completo, las organizaciones del Partido y nuestra base de masas sufrirían golpes demoledores y, excepto en ciertos sectores montañosos donde podría mantenerse el régimen independiente, en los valles tendríamos que pasar a la clandestinidad, como lo hicimos en agosto y septiembre. Si el Ejército Rojo no se aleja, podremos, apoyándonos en los cimientos que hemos echado, extender nuestro territorio en forma gradual a las zonas circundantes, y nuestras perspectivas serán muy promisorias. En cuanto al Ejército Rojo, si queremos engrosar sus filas, el único camino es sostener una lucha prolongada contra el enemigo en las vecindades de las montañas Chingkang, donde tenemos una buena base de masas, o sea, en los distritos de Ningkang, Yung-sin, Lingsien y Suichuan, aprovechando el choque de intereses entre las fuerzas de Junán y Chiangsí, su necesidad de defenderse por todos lados y su consiguiente incapacidad para concentrar sus fuerzas. Podemos engrosar gradualmente las filas del Ejército Rojo adoptando una táctica correcta, o sea, entablando batallas sólo cuando tengamos absoluta seguridad de ganarlas y de capturar armas y hombres. Con el trabajo preparatorio hecho entre las masas de la Región Fronteriza en el período de abril a julio, el Ejército Rojo habría podido, sin la menor duda, engrosar sus filas en agosto, si sus unidades principales no hubiesen emprendido la expedición al Sur de Junán: A pesar de ese error, el Ejército Rojo ha logrado regresar a la Región Fronteriza, donde contamos con un terreno favorable y la simpatía del pueblo. Las perspectivas no son malas. El Ejército Rojo debe estar decidido a luchar y dispuesto a persistir con valentía en la lucha en un lugar como la Región Fronteriza, y sólo así podrá aumentar su armamento y formar buenos combatientes. Durante todo un año, la bandera roja ha flameado sobre la Región Fronteriza, lo que ha provocado el acerbo odio de la clase de los déspotas locales y shenshi malvados de Junán, Jupei, Chiangsí, e incluso el resto del país, pero, al mismo tiempo, ha venido despertando las esperanzas de las masas de obreros, campesinos y soldados de las provincias vecinas. Tomemos por ejemplo a los soldados. Al atribuir gran importancia a la campaña de «exterminio de los bandidos» contra la Región Fronteriza y afirmar, entre otras cosas, que «hemos gastado un millón en un año de campañas para exterminar a los bandidos» (Lu Ti-ping) y que el Ejército Rojo «tiene veinte mil hombres con cinco mil fusiles» (Wang Ch¸n), los caudillos militares hacen que se vuelva poco a poco hacia nosotros la atención de sus soldados y de sus desilusionados oficiales subalternos; un número creciente de éstos romperá con el enemigo para pasarse a nuestro lado, lo que constituirá otra fuente para engrosar las filas del Ejército Rojo. Además, el hecho de que la bandera roja se haya mantenido siempre en alto en la Región Fronteriza, testimonia no sólo la fuerza del Partido Comunista, sino también la bancarrota de las clases dominantes. Esto tiene gran significación política para todo el país. Por ello, hemos sostenido siempre que es absolutamente necesario y correcto crear y extender el Poder rojo en el sector central de la cordillera Luosiao.

NOTAS

[1]Esta guerra tuvo lugar en octubre de 1927. [pág. 75]

[2]Esta guerra tuvo lugar en noviembre y diciembre de 1927. [pág. 75]

[3]El sistema de asambleas de representantes de soldados y de comités de soldados en el Ejército Rojo fue abolido más tarde. En 1947, el Ejército Popular de Liberación estableció el sistema de asambleas de militares y de comités de soldados, dirigidos unas y otros por cuadros. [pág. 77]

[4]Medida china que equivale a medio kilómetro. [pág. 80]

[5]Se refiere a las tropas, originalmente bajo el mando de los camaradas Ye Ting (véase nota 15) y Je Lung, las que se sublevaron en Nanchang el 1: de agosto de 1927. Estas tropas fueron derrotadas en su avance sobre Chaochou y Shantou provincia de Kuangtung. Una parte de ellas, dirigida por los camaradas Chu Te, Lin Piao y Chen Yi, se retiró al Sur de Junán a través de Chiangsí, y realizó allí operaciones guerrilleras. En abril de 1928, se unió en las montañas Chingkang a las fuerzas del camarada Mao Tse-tung. [pág. 83]

[6]Los cuadros del Regimiento de Guardias del Gobierno Nacional de Wuchang de 1927 eran en su mayoría miembros del Partido Comunista. Después de que Wang Ching-wei y sus socios traicionaron a la revolución el Regimiento salió de Wuchang a fines de julio de 1927 para unirse a las tropas que hablan de sublevarse en Nanchang. Al enterarse en el camino de que las fuerzas insurrectas de Nanchang ya habían parado para el Sur, se dirigió hacia Siushui, provincia de Chiangsí donde se unió a los destacamentos campesinos de Pingchiang y Liuyang, provincia de Junán. [pág. 83]

[7]En la primavera de 1927, se formaron fuerzas armadas campesinas bastante poderosas en la zona de Pingchiang y Liuyang. El 21 de mayo, S¸ Ke-siang provocó un incidente contrarrevolucionario en Changshá (Incidente del 21 de Mayo) y perpetró una represión sangrienta contra las masas revolucionarias. Para devolver los golpes a los contrarrevolucionarios, los destacamentos campesinos de esa zona avanzaron sobre Changshá el 31 de mayo, pero como el oportunista Chen Tu-siu se lo impidió, tuvieron que retirarse. Entonces, una parte de ellos se reorganizó como regimiento independiente para emprender la guerra de guerrillas. Después del Levantamiento de Nanchang del 1.ƒ de Agosto, los destacamentos campesinos se unieron con el antiguo Regimiento de Guardias del Gobierno Nacional de Wuchang en la zona de Siushui, Tungku, Pingchiang y Liuyang, y, en coordinación con las fuerzas armadas de los mineros del carbón de Pingsiang, iniciaron el Levantamiento de la Cosecha de Otoño. En octubre, el camarada Mao Tse-tung condujo a estas fuerzas insurrectas a las montañas Chingkang. [pág. 83]

[8]A principios de 1928, cuando el camarada Chu Te dirigía la guerra de guerrillas revolucionaria en el Sur de Junán, se organizaron destacamentos campesinos en Yichang, Chenchou, Leiyang, Yungsing y Tsising, distritos donde se había desarrollado el movimiento campesino. Posteriormente, estos destacamentos campesinos, al mando del camarada Chu Te, se dirigieron a las montañas Chingkang y se unieron a las fuerzas del camarada Mao Tse-tung. [pág. 83]

[9]Shuikoushan, en el distrito de Changning, provincia de Junán, es bien conocido por sus minas de plomo. Los mineros del lugar, dirigidos por el Partido Comunista, organizaron un sindicato ya en 1922, y combatieron durante años a la contrarrevolución. Muchos de ellos se incorporaron al Ejército Rojo después del Levantamiento de la Cosecha de Otoño en 1927. [pág. 83]

[10]Las Minas de Carbón de Anyuan, distrito de Pingsiang, provincia de Chiangsí, pertenecían a la Compañía Siderúrgica Janyeping. En esa época, trabajaban en ellas unos doce mil mineros. Cuadros del Partido Comunista de China enviados a partir de 1921 por el Comité Provincial de Junán crearon en Anyuan organizaciones del Partido y un sindicato. [pág. 84]

[11]En 1929, los representantes del Partido en el Ejército Rojo comenzaron a llamarse comisarios políticos. En 1931, los comisarios políticos de compañía comenzaron a llamarse instructores políticos. [pág. 84]

[12]Las «expropiaciones a los déspotas locales» sólo podían dar una solución temporal y parcial al problema. Con el crecimiento del ejército y la expansión de nuestro territorio, se hizo necesario y posible cobrar impuestos para cubrir los gastos del ejército. [pág. 85]

[13]Esta práctica, necesaria en esa época, permaneció vigente durante largo tiempo en el Ejército Rojo. Más tarde se introdujeron algunas ligeras diferencias según la graduación. [pág. 86]

[14]Aquí el camarada Mao Tse-tung acentúa especialmente la necesidad de practicar en cierto grado la democracia en el ejército revolucionario, porque en la época en que el Ejército Rojo acababa de crearse, sin hacer hincapié en este punto, no habría sido posible despertar el entusiasmo revolucionario de los campesinos recién reclutados y de los soldados capturados al ejército blanco que se habían pasado a nuestro lado, ni tampoco librar a nuestros cuadros de los hábitos de caudillismo militar procedentes de las tropas reaccionarias. Por supuesto, la democracia en el ejército debe mantenerse dentro de los marcos de la disciplina militar; debe servir para fortalecer la disciplina, y no para debilitarla. Por lo tanto, a la par de fomentar en la medida necesaria la democracia en el ejército, hay que luchar contra las manifestaciones de indisciplina, engendradas por el ultrademocratismo. Estas constituyeron un serio problema en los primeros tiempos del Ejército Rojo. Respecto a la lucha del camarada Mao Tse-tung contra el ultrademocratismo en el ejército, véase «Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el Partido», en el presente tomo. [pág. 87]

[15]En 1926, en la época de la Expedición al Norte, las unidades al mando del camarada Ye Ting constituían un regimiento independiente, que, con los comunistas como núcleo, se hizo famoso en los combates durante la Expedición. Después de que el ejército revolucionario tomó Wuchang, el regimiento se amplió y pasó a ser la 24.a División y, después del Levantamiento de Nanchang, el II.ƒ Cuerpo de Ejército. [pág. 87]

[16]La experiencia posterior demostró que, en el Ejército Rojo, la proporción adecuada era de aproximadamente un miembro del Partido por cada tres hombres. Esta proporción se ha mantenido más o menos igual en el Ejército Rojo y en el Ejército Popular de Liberación. [pág. 87]

[17]Instigados por Chiang Kai-shek y Wang Ching-wei, los oficiales contrarrevolucionarios de las tropas del Kuomintang en Junán, entre ellos S¸ Ke-siang y Je Chien, asaltaron el 21 de mayo de 1927 en Changshá la Unión Sindical Provincial de Junán, la Asociación Campesina Provincial de Junán y las demás organizaciones revolucionarias, y arrestaron y asesinaron en masa a comunistas y a obreros y campesinos revolucionarios. Esto fue una señal de la colusión abierta de los contrarrevolucionarios kuomintanistas de Wuján, encabezados por Wang Ching-wei, con los de Nankín, encabezados por Chiang Kai-shek. [pág. 88]

[18]Se trata de una de las disposiciones de la Ley Agraria promulgada en 1928 en la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí. Posteriormente, el camarada Mao Tse-tung señaló que confiscar todas las tierras, en lugar de confiscar sólo las de los terratenientes, fue un error debido a la falta de experiencia en la lucha agraria. En abril de 1929, en la Ley Agraria del distrito de Singkuo, la fórmula de «confiscar todas las tierras» fue sustituida por la de «confiscar las tierras públicas y las de la clase terrateniente». [pág. 91]

[19]En vista de la importancia de ganarnos a las capas intermedias del campo, el camarada Mao Tse-tung rectificó muy pronto la errónea política de asestar golpes demasiado duros a dichas capas. Además de lo que se plantea en el presente artículo, sus opiniones sobre la política a seguir frente a las capas intermedias se exponen también en sus proposiciones al VI Congreso de la Organización del Partido en el 4.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo celebrado en noviembre de 1928 (que incluyen, entre otros puntos, la «Prohibición de quemar y matar arbitrariamente» y la «Protección de los intereses de los comerciantes medios y pequeños»), en la proclama del 4.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo de enero de 1929 (en que se declara que «no se molestará a los comerciantes de las ciudades que han acumulado gradualmente alguna fortuna, siempre que obedezcan a las autoridades»), en la Ley Agraria del distrito de Singkuo promulgada en abril de 1929 (véase la nota anterior), etc. [pág. 93]

[20]Era posible cambiar esta situación con el desarrollo de la guerra revolucionaria, la expansión de las bases de apoyo y la adopción de la política de protección de la industria y el comercio por el gobierno revolucionario, y, en efecto, Fue cambiada más tarde. Lo esencial en esta cuestión es proteger con decisión la industria y el comercio de la burguesía nacional y combatir la política ultraizquierdista. [pág. 93]

[21]Es inadecuado distribuir la tierra según la capacidad de trabajo. En los hechos, el principio que durante largo tiempo se aplicó en la distribución de la tierra en las zonas rojas fue el de entregar partes iguales a cada habitante. [pág. 94]

[22]Un tipo de fuerzas armadas contrarrevolucionarias locales. [pág. 103]

Fuente | Obras Escogidas de Mao Tse-tung. EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS, PEKIN 1968. Primera edición 1968. Tomo I, pp. 75-110.

Mini-Manual del guerrillero urbano por Carlos Marighela, 1969

Una definición del Guerrillero Urbano

La crisis estructural cronica característica del Brazil de hoy, y su resultante inestabilidad política, son las razones por el abruptosurgimiento de la guerra revolucionaria en el país La guerra revolucionaria se manifiesta en la forma de guerra de guerrilla urbana, guerra sicológica, o guerra guerrillera rural. La guerra guerrillera urbana o la guerra sicólogica en la ciudad depende de la guerrilla urbana.

El guerrillero urbano es un hombre que pelea en contra de una dictadura militar con armas, utilizando métodos no-convencionales. Un revolucionario político y un patriota ardiente, el es un luchador por la liberación de su país, un amigo de su gente, y de la libertad. La area en la cual el guerrillero urbano actua es en las grandes ciudades Brasileiras. También hay muchos bandidos, conocidos como delincuentes, que trabajan en las grandes ciudades. Muchas veces asaltos por los delincuentes son interpretados como acciones por los guerrilleros.

El guerrillero urbano, sin embargo, difiere radicalmente de los delincuentes. El delincuente se beneficia personalmente de sus acciones, y ataca indiscriminadamente sin distinción entre los explotados y los explotadores, por lo cual hay tantos hombres y mujeres cotidianos entre sus víctimas. El guerrillero urbano sigue una meta política y solamente ataca al gobierno, los grandes capitalistas, los ímperialistas norteamericanos.

Otro elemento igualmente perjudicial que el delincuente, y que también opera en el ambiente urbano es el contra-revolucionario derechista que crea la confusión, asalta bancos tira bombas, secuestra, asesina , y comete los crimenes más atroces imaginables en contra de los guerrilleros urbanos, los sacerdotes revolucionarios, los estudiantes, y los ciudadanos que se openen al facismo y buscan la libertad.

El guerrillero urbano es un enemigo implacable del gobierno e inflige dano sistemático a las autoridades y a los hombres que dominan el poder y ejercen el poder. El trabajo principal del guerrillero urbano es de distraer, cansar, y demoralizar los militaristas, la dictadura militar y las fuerzas represivas, como también atacar y demoralizar los militaristas, la dictadoria militar y las fuerzas represivas, como también atacar y destruir las riquezas de los norteaméricanos, los gerentes extranjeros, y la alta clase brazilena.

El guerrillero urbano no le teme a desmantelar o destruir el presente sistema económico, político, y social Brazileno, ya que su meta es ayudar al guerrillero rural y colaborar en la creación de un sistema totalmente nuevo y una estructura revolucionaria social y política, con las masa armadas en el poder.

El guerrillero urbano tiene que tener cierto mínimo de entendimiento polítíco. Para lograr esto tiene que leer ciertos trabajos impresos o mimeográfiados tales como:

La Guerra de Guerrillas por Che Guevara
Memorias de un Terrorista
Algunas Preguntas de los Guerrilleros Brazilenos
Operaciones y Tácticas de las Guerrillas
Sobre Problemas y Principios Estratégicos
Ciertos Prinicipios Tácticos para Camaradas llevando a Cabo Operaciones de Guerrilla
Preguntas Organizacionales
O Guerrilheiro, Periódico de los Grupos Revolucionarios Brazilenos

Cualidades Personales de un Guerrillero Urbano

El guerrillero urbano es caracterizado por su valentia y su naturaleza decisiva. Tiene que ser bueno tactícamente y ser un líder hábil. El guerrillero urbano tiene que ser una persona lista para compensar por el hecho de que no tiene suficientes armas, municiones y equipo.

Los militares de carrera o la policía gubernamental tienen armas y transportes modernos y pueden viajar con libertad, utilizando la fuerza de su poder. El guerrillero urbano no tiene tales recursos a su disposición y lleva una vida clandestina. Algunas veces es una persona sentenciada o esta bajo libertad provicional, y es obligado a usar documentos falsos.

Sin, embargo, el guerrillero urbano tiene cierta ventaja sobre el ejército convencional o la policía. Esta es, que mientras la policía y los militares actúan a favor del enemigo, a quien las personas odian, el guerrillero urbano defiende una causa justa, que es la causa del pueblo.

Las armas del guerrillero urbano son inferiores al de su enemigo, pero visto desde un punto de vista moral, el guerrillero urbano tiene una ventaja que no se puede negar. Ésta superioridad moral es lo que sostiene al guerrillero urbano. Gracias a ella, el guerrillero urbano puede llevar acabo su trabajo principal, el cual es atacar y sobrevivir.

El guerrillero urbano tiene que capturar o desviar armas del enemigo para poder luchar. Debido a que sus armas no son uniformes, ya que lo que tiene ha sido tomado o ha llegado a sus manos en diferentes formas, el guerrillero urbano se ve con el problema de que tiene una variedad de armas y una escasez de municiones. Además, no tiene donde practicar el tiro

Estas dificultades tienen que ser conquistadas, lo cual fuerza al guerrillero urbano a ser imaginativo y creativo, cualidades que sin las cuales seria imposible para el llevar a cabo su papel como revolucionario.

El guerrillero urbano tiene que poseer la iniciativa, mobilidad, y flexibilidad, como también versatilidad y un comando de cualquier situación. La iniciativa es una cualidad especialmente indispensable. No siempre es posible anticiparse a todo, y el guerrillero urbano no puede dejarse confundir, o esperar por ordenes. Su deber es le de actuar, de encontrar soluciones adecuadas para cada problema que se encuentra, y no retirarse. Es mejor cometer errores actuando que no hacer nada por miedo de cometer errores. Sin la iniciativa no puede haber guerra guerrillera urbana.

Otras cualidades importantes en el guerrillero urbano son las siguientes: que pueda caminar bastante, que sea resistente a la fatiga, hambre, lluvia, y calor, conocer como esconderse y vigilar, conquistar el arte dner paciencia ilimitada, mantenerse calmado y tranquilo en las peores condiciones y circumstancias, nunca dejar huellas o trazos, no desalentarse.

En la cara de las dificultades casi imposibles de la guerra urbana, muchos camaradas se debilitan, se van, o dejan el trabajo revolucionario.

El guerrillero urbano no es un hombre de negocios en una firma comercial ni es un artista en una obra. La guerra de guerrilla urbana, al igual que la guerra de guerrilla .rural, es una promesa que el guerrillero se hace a el mismo. Cuando ya no puede hacerle frente a las dificultades, o reconoce que le falta paciencia para esperar, entonces es mejor entregar su puesto antes de traicionar su promesa, ya que le faltan las cualidades basicas necesarias para ser un guerrillero.

Como debe vivir y subsistir el guerrillero urbano

El guerrillero urbano debe de conocer como vivir entre las personas y cuidarse de no aparentar ser extraño o separado de la vida ordinaria de la ciudad.

No debe usar ropa que es diferente a la que otras personas utilizan. Ropa costosa y elaborada para los hombres o las mujeres puede ser un impedimento para el guerrillero urbano si su trabajo lo lleva a barrios donde este tipo de ropa no es común. Lo mismo es cierto si se trabaja a la inversa.

El guerrillero urbano tiene que vivir por su trabajo o actividad profesional. si es conocido o buscado por la policía, si ha sido sentenciado o esta bajo libertad condicional, tiene que vivir clandestinamente. Bajo tales condiciones, el guerrillero urbano no puede revelar sus actividades a nadie, ya que eso es siempre y únicamente la responsabilidad de la organización revolucionaria a la cual pertenece.

El guerrillero urbano tiene que tener una gran capacidad par la observación, tiene que estar bien informado con respecto a todo, en particular de los movimientos de su enemigo, tiene que estar constantemente alerta, buscando, y tener gran conocimiento del area en que vive, opera, o a traves del cual se desplaza.

Pero la característica fundamental y decisiva del guerrillero urbano es que es un hombre que pelea con armas; dada esta condición, hay pocas probabilidades de que podra seguir su professión normal por mucho o referencial de la lucha de clases, ya que es inevitable y se agudiza necesariamente, el conflicto armado del guerrillero urbano apunta hacia dos objetivos esenciales:

La liquidación física de los jefes y asistentes de las fuerzas armadas y de la policía.
La expropiación de los recursos del gobierno y de aquellos que pertenecen a los grandes capitalistas, latifundistas, e imperialistas, con pequeñas expropiaciones usadas para el mantenimiento del guerrillero urbano individual y grandes expropiaciones para el sostenimiento de la misma revolución.
Es claro que el conflicto armado del guerrillero urbano tambien tiene otro objetivo. Pero aquí nos referimos a dos objetivos básicos, sobre todo a las expropiaciones. Es necesario que todo guerrillero urbano mantenga en mente que solamente podrá sobrevivir si esta dispuesto a matar a los policías y a todos aquellos dedicados a la represión, y si esta verdaderamente dedicado a expropiar la riqueza de los grandes capitalistas, los latifundistas, y los imperialistas.

Una de las características fundamentales de la revolucion Brazileña es que desde sus comienzos se ha desarrollado . alrededor de la expropiacion de la riqueza de la burguesía mayor, imperialista, y los intereses latifundistas, sin la exclusion de los elementos mas ricos y los elementos comerciales más podero sos envueltos en la importación-exportación de negocios.

Y mediante la expropiacion de la riqueza de los enemigos principales del pueblo, la revolucion Brazileña fue capaz de golpearlos en sus centros vitales, con ataques preferenciales y sistemáticos en la red bancaria, es decir, los golpes mas contundentes fueron en contra del sistema nervioso capitalista.

Los robos a bancos llevados a cabo por los guerrilleros urbanos Brazileños lastimaron a los grandes capitalistas tales como Moreira Salles y otros, las firmas extranjeras que aseguran y reaseguran la capital bancaria, las companias imperialistas y los gobiernos estatales y federales, todos ellos sistemáticamente expropiadas desde ahora.

Las frutas de estas expropiaciones han sido dedicadas al trabajo de aprender y perfeccionar las técnicas de guerrilla urbana, la compra, la producción, y la transportación de armas y municiones de las areas rurales, el aparato de seguridad de los revolucionarios, el mantenimiento diario de los soldados, de aquellos que han sido liberados de prisión por fuerzas armadas y de aquellos que han sido heridos o perseguidos por la policía, o de cualquier tipo de problema que concierne camaradas que han sido liberados de carcel, o asesinados por policías y la dictadura militar.

En Brazil, el número de acciones violentas llevadas acabo por los guerrilleros urbanos, incluyendo muertes, explosiones, capturas de armas, municiones, y explosivos, asaltos a bancos y prisiones, etc., es lo suficientemente significativo como para no dejar duda acerca de las verdaderas intenciones de los revolucionarios. La ejecución del espía de la CIA Charles Chandler, un miembro de el Ejercito de EE.UU. que vino de la guerra de Vietnam para infiltrar el movimiento estudiantil Brazileño, los lacayos de los militares muertos en encuentros sangrientos con los guerrilleros urbanos, todos son testigos al hecho de que estamos en una guerra revolucionaria completa y que la guerra solamente puede ser librada por medios violentos.

Esta es la razon por la cual el guerrillero urbano utiliza la lucha y por la cual continúa concentrando su actividad en la exterminación física de los agentes de la represión, y a dedicar 24-horas al día a la expropiación de los explotadores de la población.

Preparación Técnica del Guerrillero Urbano

Nadie se puede convertir en guerrillero urbano sin prestar particular atención a la preparacion técnica.

Esta preparación técnica del guerrillero urbano estriba de su preocupacion por la preparación física, su conocimiento y el aprendizaje en profesiones y destrezas de todas clases, particularmente las destrezas manuales.

El guerrillero urbano puede tener una resistencia física fuerte solamente si entrena sistemáticamente. No puede ser un buen soldado sí no ha estrudiado el arte de pelear. Por esta razon el guerrillero urbano tiene que aprender y practicar varios tipos de pelea, de ataque, y de defensa personal.

Otras formas utilies de preparación física son caminatas, acampar, y practicar superviviencia en los bosques, escalar montanas, remar, nadar, bucear, entrenamiento de hombre rana, pescar, harponear, y cazar pájaros, y animales grandes y pequeños.

Es muy importante aprender a conducir, pilotear una aereonave, manejar un pequeño bote, entender mecánica, radio, teléfono, electricidad, y tener algun conocimiento de las técnicas electrónicas.

Es tambien importante tener conocimientos de información topográ fica, el poder localizar la posíción por instrumentos o otros recursos disponibles, el calcular distancias, hacer mapas y planos, dibujar a escala, tomar tiempos, trabajar con escalimentros, compás, etc.

Un conocimiento de química y de la combinación de colores, la confección de sellos, la dominación del arte de caligrafáa y de copiar letras en conjunto con otras destrezas son parte de la preparacion técnica del guerrillero urbano, que esta obligado a falsificar documentos para poder vivir dentro de una sociedad que el busca destruir.

En la área de medicina auxiliar el tiene el papel especial de ser doctor o entender la medicina, enfermeria, farmacología, drogas, cirujia elemental, y primeros auxilios de emergencia.

La cuestion básica en la preparación técnica del guerrillero urbano es el manejo de armas tales como la ametralladora, el revolver automático, FAL, varios tipos de escopetas, carabinas, morteros, bazucas, etc.

Un conocimiento de varios tipos de municiones y explosivos es otro aspecto a considerar. Entre los explosivos, la dinamita tiene que ser bien entendida. El uso de bombas incendiarias, de bombas de humo, y de otros tipos son conocimientos previos indispensables.

Para aprender a hacer y constuir armas, preparar bombas Molotov, granadas, minas, artefactos destructivos caseros, como destruir puentes, y destruir rieles de tren es conocimiento indispensable la preparación técnica del guerrillero

El nivel más alto de preparación del guerrillero urbano es el centro para entrenamiento técnico. Pero solamente el guerrillero que ha pasado la examinación preliminar puede atender a esta escuela, es decir, uno que haya pasado la prueba de fuego en accion revolucionario, en combate verdadero en contra del enemigo.

Las Armas del Guerrillero Urbano

Las armas del guerrillero urbano son armas livianas, fácilmente intercambiadas, usualmente capturadas del enemigo, compradas, o hechas en el momento.

Las armas livianas tienen la ventaja de que son de manejo rápido y de fácil transportacion. En general, las armas livianas son caracterizadas por ser de barriles cortos. Esto incluye muchas armas automáticas.

Las armas automáticas y semi-automáticas aumentan considerablemente el poder de fuego del guerrillero urbano. La desventaja de este tipo de arma para nosotros es la dificultad en controlarla, resultando en el desperdicio de municiones, compensado solamente por su precision óptima. Hombres que están pobremente entrenados convierten las armas automáticas en un drenaje de municiones.

La experiencia ha demostrado que la arma básica del guerrillero urbano es la ametralladora liviana. Esta arma, en adicion a ser eficiente y fácil de disparar en una área urbana, tiene la ventaja de ser muy respetada por el enemigo. El guerrillero tiene que conocer completamente como manejar la ametralladora, la cual es ahora muy popular e indispensable al guerrillero urbano Brasileño.

La ametralladora ideal para el guerrillero urbano es el INA calibre .45. Otros tipos de ametralladoras de diferentes calibres pueden ser usados – con el entendimiento por supuesto, de los problemas de municiones. Es preferible que el potencial industrial del guerrillero urbano permita la producción de un solo tipo de ametralladora, para que la munición utilizada pueda ser estandardizada.

Cada grupo de disparo de las guerrillas urbanas tiene que tener una metralladora manejada por un buen tirador. Los otros componentes de los grupos tienen que estar armados con los revolver calibre .38, nuestra arma "estandard". El calibre .32 también es util para aquellos que quieren participar. Pero la .38 es preferible ya que su impacto usualmente pone al enemigo fuera de accion.

Las granadas de mano y las bombas convencionales de humo pueden ser consideradas como armamento liviano. Con poder defensivo para el encubrimiento y retiro.

Las armas de barril largo son mas difíciles para transportar para el guerrillero urbano ya que atraen mucha atencion debido a su tamaño. Entre las armas de barril largo están la FAL, las armas y rifles Máuser, las armas de caza tales como la Winchester, y otras.

Las escopetas pueden ser utiles si son usadas a cortas distancias. Son utiles hasta para personas con puntería muy pobre, especialmente por la noche cuando la precisión no es de mucha ayuda. Bazucas y morteros pueden ser usados en acción pero las condiciones para utilizarlos tienen que ser preparadas y las personas que las van a utilizar tienen que ser entrenadas.

El guerrillero urbano no debe de tratar de basar sus acciones en el uso de armas pesadas, que tienen serias desventajas en el tipo de lucha que demanda armamento liviano que asegure mobilidad y velocidad.

Las armas caseras son muchas veces tan eficientes como las mejores armas producidas en fabricas convencionales, y hasta una escopeta recortada es una arma buena para un guerrillero urbano.

El papel del guerrillero urbano como productor de armas es de importancia fundamental. Cuida de sus armas, conoce como repararlas, y en muchos casos puedes establecer una pequeña estación para improvisar la producción de armas pequeñas y eficientes.

El trabajo en metalurgia y en el torno mecánico son destrezas básicas que el guerrillero urbano debe de incorporar en su planificación industrial, que es la planificacion de armas caseras.

Estas construcciones y cursos en explosivos y sabotaje deben de ser organizados. Los materiales primarios para práctica en estos cursos deben de ser obtenidos antes de tiempo para evitar un aprendizaje incompleto, es decir para no dejar espacio suficiente para la experimentación.

Los cocteles de Molotov, gasolina y artefactos caseros tales como caas de tubos y latas, bombas de humo, minas, explosivos convencionales tales como dinamita y cloruro de potasio, explosivos plásticos, cápsulas de gelatina, y municiones de todo tipo son necesarios para el to de la misión del guerrillero urbano.

El método de obtener los materiales necesarios y municiones será el de comprarlos o el llevarlos por la fuerza en expropiaciones planificadas y llevadas acabo especialmente.

El guerrillero urbano tendrá cuidado de no guardar explosivos y materiales por mucho tiempo ya que pueden causar accidentes, pero tratara de utilizarlos inmediatamente en objetivos pre-seleccionados.

Las armas del guerrillero urbano y su habilidad de mantenerlas constituye su poder de fuego. Tomando ventaja del uso de armas y municiones modernas e introduciendo inovaciones en su poder de fuego y su utilizacion de ciertas armas el guerrillero urbano puede cambiar muchas de sus tácticas de guerra urbana. Un ejemplo de esto fue la innovacion hecha por los guerrilleros urbanos en el Brazil cuando introdujeron el uso de la ametralladora en los ataques de bancos.

Cuando el uso masivo de ametralladoras, uniformes se hace posible, habrá nuevos cambios en las tácticas de guerra urbana. El grupo de fuego que utiliza armas uniformes y municiones correspondientes, con apoyo razonable para su mantenimiento, alcanzara un nivel considerable de eficiencia. El guerrillero urbano aumenta su eficiencia a medida que aumenta su potencial de disparo.

El Tiro: La Razon para la Existencia del Guerrillero Urbano

La razón para la existencia del guerrillero urbano, la condición básica para la cual actua y sobrevive, es el de disparar. El guerrillero urbano tiene que conocer como disparar bien porque es requerido por este tipo de combate.

En la guerra convencional, el combate es generalmente a distancia con armas de largo alcance. En la guerra no-convencional, en el cual la guerra guerrillera urbana es incluida, el combate es a corta distancia, muy corta. Para evitar su propia extinción, el guerrillero urbano tiene que disparar primero y no puede equivocarse en su disparo. No puede malgastar sus municiones porque no tiene grandes cantidades, así que la tiene que ahorrar. Tampoco puede reemplazar sus municiones rápidamente, porque es parte de un grupo pequeño en cual cada guerrillero tiene que cuidarse por si solo. El guerrillero urbano no puede perder tiempo y debe de poder disparar de una sola vez.

Un hecho fundamental, que queremos enfatizar completamente y cuya importancia fundamental no puede ser sobre-estimada, es que el guerrillero urbano no debe de disparar continuamente, utilizando todas sus municiones. Puede ser que el enemigo no este disparando precisamente, el esta esperando hasta que las municiones del guerrillero se hayan gastado. En tal momento, sin tener tiempo par reemplazar sus municiones, el guerrillero urbano enfrentara una lluvia de fuego enemigo y puede ser tomado prisonero o matado.

A pesar del valor del factor sorpresa que muchas veces hace innecesario que el guerrillero urbano tenga que utilizar sus armas, no puede ser permitido el lujo de entrar al combate sin saber como disparar. Cara a cara con el enemigo, tiene que estar en movimiento constante de una, posición a otra, porque el quedarse en una sola posición lo convierte en un blanco fijo y, como tal, muy vulnerable.

La vida del guerrillero urbano depende de disparar, en su habilidad de manejar bien las armas de pequeño calibre como también en evitar ser blanco. Cuando hablamos de disparar, hablamos de puntería también. La puntería debe de ser aprendida hasta que se convierta en un reflejo por parte del guerrillero urbano.

Para aprender como disparar y tener buena puntería, el guerrillero urbano tiene que entrenarse sistemáticamente, utilizando cada método de aprendizaje, disparando a blancos, hasta en parques de diversión y en la casa.

Disparo y la puntería son la agua y aire de un guerrillero urbano. Su perfección en el arte de disparar lo hacen tipo especial de guerrillero urbano – es decir, un franco-tirador, una categoría de combatiente solitario indispensable en acciones aisladas. El franco-tirador sabe como disparar, a poca distancia o a larga distancia, y sus armas son apropiadas para cualquier tipo de disparo.

El Grupo de Fuego

Para poder funcionar, el guerrillero urbano tiene que estar organizado en pequeños grupos, dirigidos y coordinados por una o dos personas, esto es lo que constituye un grupo de fuego.

Dentro del grupo de fuego tiene que haber confianza plena entre los camaradas. El mejor tiro y el mejor que conoce como manejar la ametralladora es la persona encargada de las operaciones.

Cuando hay tareas planificadas por el comando estratégico, estas tareas toman preferencia. Pero no hay tal cosa como un grupo de fuego sin su propia iniciativa. Por esta razón es esencial el evitar cualquier rigidez en la organizacion para permitir la mayor cantidad de iniciativa posible por parte del grupo de fuego. El viejo tipo de jerárquía, el estilo del izquierdista tradicional no existe en nuestra organización.

Esto significa que, a exepción de la prioridad de objetivos designados por el comando estratégico, cualquier grupo de fuego puede decidir en asaltar un banco, secuestrar o ejecutar un agente de la dictaduría, una figura , identificada con la reacción, o un espía norteamericano, y puede llevar acabo cualquier tipo de guerra de propaganda o de nervios en contra de un enemigo sin la necesidad de consultar con-el comando general.

Ningún grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando ordenes de "arriba". Su obligación es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de fuego y empezar accion puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la organizacion.

Este método de acción elimina la necesidad de conocer quien esta llevando acabo que acciones ya que hay libre iniciativa y el unico punto de inportancia es aumentar sustancialmente el volumen de la actividad guerrillera para desgastar al gobierno y obligarlo hacia la defensiva.

El grupo de fuego es el instrumento de acclón organizada. Con él, las operaciones de la guerrilla y las tacticas son planificadas, lanzadas, y llevadas acabo con éxito.

El comando general cuenta con el grupo de fuego para llevar acabo sus objetivos de naturaleza estratégica, y de hacerlo en cualquier parte del país. Por su parte, ayuda a los grupos de fuego con sus dificultades y necesidades.

La organización es una red indestructible de grupos de fuego, y de coordinaciones entre ellos, que funciona simple y prácticamente con el comando general y que también participan en los ataques; y organización que existe con el unico propósito, simple y puro, de acción revolucionaria.

La Logística del Guerrillero Urbano

La logística convencional puede ser expresada con la simple fórmula CCEM:

C – Comida

C – Combustible

E – Equipo

M – Municiones

La lógica convencional se refiere a los problemas de mantenimiento para un ejército regular de las fuerzas armadas, transportada en vehículos con bases fijas y lineas de suministros.

Las guerrillas urbanas, por el contrario, no son un ejército sino un pequeño grupo armado, fragmentado intencionalmente. No tienen vehículos ni bases fijas. Sus líneas de suministros son precarias e insuficientes, y no tienen bases establecidas excepto en el sentido rudimentario de una fábrica de armas con una casa.

Mientras que en el objetivo de la logística convencional es el suministrar las necesidades de guerra del ejército para reprimir la rebelión rural y urbana, las logisticas de la guerrilla urbana tienen como objetivo el sostener las operaciones y tácticas que no tienen nada en común con la guerra convensional y que son dirigidas en contra de la dictadura militar y la dominacion norteamericana del país.

Para el guerrillero urbano, que empieza de nada y no tiene apoyo al principio, las logísticas son expresadas por la formula MDAME que es:

M – mecanización

D – dinero

A – armas

M – municiones

E – explosivos

Las logísticas revolucionarias toman la mecánica como una de sus bases.

Sin embargo, la mecánica es inseparable del conductor. El conductor de la guerrilla urbana es tan importante como el experto en ametralladora de la guerrilla urbana. Sin uno, las maquinas no trabajan, y cosas como los automóbiles y las ametralladoras no trabajan y se tornan en objetos muertos. Un conductor experimentado no se hace en un solo día, y su aprendizaje comienza a una temprana edad. Todo buen guerrillero urbano tiene que ser un buen conductor. Con respecto al vehículo, el guerrillero urbano tiene que expropiar lo que necesita.

Cuando ya tiene los recursos, el guerrillero urbano puede combinar la expropiación de vehículos con otros métodos de adquisición.

Dinero, armas, municiones y explosivos, como también vehículos tienen que ser expropiados. él Y el guerrillero urbano tiene que robar bancos y armerías y tomar explosivos y municiones donde quiera que los encuentre.

Ninguna de estas operaciones se llevan a cabo con un solo propósito. Aún cuando el asalto es solamente para el dinero las armas de los guardias también son tomadas.

La expropiación es el primer paso para la organización de nuestras logísticas, que de por si asume un carácter armado y permanentemente móbil.

El segundo paso es de reenforzar y extender la logística, dependiendo de las emboscadas y trampas en que el enemigo sera sorprendido y sus armas, municiones, vehículos, y otros recursos capturados.

Una vez que el guerrillero urbano tiene las armas, municiones, y explosivos, uno de los problemas de logística mas serios que tendrá en cualquier situación, es encontrar un lugar de escondite en el cual dejar el material y apropiar los medios de transportarlo y ensamblarlo donde es necesitado. Esto tiene que ser logrado aun cuando el enemigo este vigilando y tiene las carreteras bloqueadas.

El conocimiento que tiene el guerrillero urbano del terreno, y los aparatos que utiliza o es capaz de utilizar, tales como las guias preparadas especialmente y reclutadas para esta misión, son los elementos básicos en la solución del problema eterno de logística de las fuerzas revolucionarias.

La Técnica del Guerrillero Urbano

En sus sentido mas general, técnica es la combinación de métodos que el hombre utiliza para llevar a cabo cualquier actividad. La actividad del guerrillero urbano consiste en llevar acabo guerra de guerrilla y guerra sicologica.

La técnica del guerrillero urbano tiene cinco componentes básicos:

Una parte es relacionada a las características especificas de la situación;
Una parte es relacionada a los requisitos que se acoplan a estas características, requisitos representados por una serie de ventajas iniciales sin las cuales el guerrillero urbano no puede lograr sus objetivos;
Una parte concierne ciertos objetivos definitivos en las acciones iniciadas por la guerrilla urbana;
Una parte es relacionada con los tipos y modos característicos de acción de las guerrillas urbanas;
Una parte concierne el método de la guerrilla urbana de llevar a cabo acciones especificas.

Características de-la Tecnica de las Guerrillas

La técnica de la guerrilla urbana tiene las siguientes características:

a. Es una técnica agresiva, es decir, tiene un caracter ofensivo. Como es bien conocido, la acción defensiva significa la muerte para nosotros. Ya que somos inferiores al enemigo en poder de disparo y no tenemos ni sus recursos ni su poderío, no nos podemos defender en contra de una ofensiva o un ataque concentrado por el ejército. Y esta es la razon por la cual la técnica urbana núnca puede ser de naturaleza permanente, ni puede defender una base fija ni permanecer en un solo lugar esperando para repeler el circulo de reacción;

b. Es una tecnica de ataque y retirada por el cual preservamos nuestras fuerzas.

c. Es una técnica que busca el desarollo de la guerra de guerrillas urbanas, cuya funcion es desgastar, demoralizar, y distraer las fuerzas enemigas, permitiendo el desarrollo y supervivencia de la guerra de guerrilla rural que esta destinada a jugar un papel decisivo en la guerra revolucionaria.

La Ventaja Inicial de La Guerrilla Urbana

Las dinámicas de la guerra de guerrillas urbana estriban de los choques violentos del guerrillero urbano con las fuerzas militares y policíacas de la dictadura. En estos choques, los policías tienen la superioridad. El guerrillero urbano tiene fuerzas inferiores. La paradoja es que el guerrillero urbano, a pesar de que es mas débil, es sin embargo el atacante.

Las fuerzas militares y policíacas, por su parte, responden al ataque con la mobilización y concentración de fuerzas infinitamente superiores en la persecución y destruccion de las fuerzas de guerrilla urbana. Solamente puede evitar la derrota si se cuenta con las ventajas iniciales y conoce como explotarlas a fin de compensar por sus vulnerabilidades y falta de material.

Las ventajas iniciales son:

Tiene que tomar el enemigo de sorpresa;
Tiene que conocer el terreno del encuentro mejor que el enemigo;
Tiene que tener mayor mobilídad y velocidad que la policia y las otras fuerzas represivas;
Su servicio de información tiene que ser mejor que el del enemigo;
Tiene que estar en el comando de la situación y demostrar una confianza tan grande que todos de nuestro lado son inspirados y núnca piensan en titubiar, mientras que los del otro bando están anonadados e incapaces de responder.

Sorpresa

Para compensar por su debilidad general y falta de armas comparado con el enemigo, el guerrillero urbano utiliza la sorpresa. El enemigo no tiene ninguna forma de pelear en contra de la sorpresa y se torna confundido o es destruído.

Cuando la guerra de guerrillas urbanas estallo en Brazil, la experiencia demostró que la sorpresa era esencial para el éxito de cualquier operación de guerrilla.

La técnica de sorpresa es basada en cuatro requisitos esenciales:

a. conocemos la situacíon del enemigo que vamos a atacar usualmente por medio de información precisa y observación meticulosa, mientras que el enemigo no conoce si es que va a ser atacado o si no conoce nada acerca del atacante;

b. conocemos la fuerza del enemigo que va a ser atacado y el enemigo no conoce nada acerca de la nuestra;

c. atacando por sorpresa, nos ahorramos y conservamos nuestras fuerzas, mientras que el enemigo no es capaz de hacer lo mismo y es dejado a la merced de los eventos;

d. determinamos la hora y el lugar del ataque, arrelamos su duración, y establecemos su objetivo. El enemigo permanece ignorante de todo esto.

Conocimiento del Terreno

El mejor aliado del guerrillero es el terreno porque el lo conoce come la palma de su mano.

El tener el terreno como un aliado significa el conocer como utilizar sus irregularidades con inteligencia, sus puntos más altos y bajos, sus curvas, sus pasajes regulares y secretos, areas abandonadas, terrenos baldios, etc., tomando la ventana máxima de todo esto para el éxito de las acciones armadas, escapes, retiradas, cubrimiento, y escondites.

Los lugares impenetrables y los lugares angostos, las, calles bajo construcción, puntos de control de policía, zonas militares y calles cerradas, entradas y salidas de tuneles y aquellos que el enemigo puede bloquear, viaductos que tienen que ser cruzados, esquinas controladas por la policía o vigiladas, sus luces y señales, todo esto tiene que ser completamente estudiado para poder evitar errores fatales.

Nuestro problema es el de pasar y saber donde y como escondernos, dajando al enemigo confundido en áreas que el no conce.

El guerrillero urbano familiar con el terreno difícil e irregular, avenidas, calles, pasillos, entradas y salidas, las esquinas de los centros urbanos, sus pasajes y atajos, los lotes vacios, sus pasajes subterráneos, sus tubos y sistemas de alcantarillados puede cruzar con seguridad por terreno no-familiar para la policía, donde pueden ser sorprendidos en una emboscada fatal en cualquier momento.

Porque conoce el terreno el guerrillero puede pasar por el a pie, en bicicleta, en automóbil, jeep, o camión y núnca ser atrapado.

Actuando en grupos pequeños con unas cuantas personas, los guerrilleros se pueden reunir en una hora y lugar anticipado de antemano, siguiendo el ataque, con nuevas operaciones de guerrilla, o evadiendo el circulo de la policía y desorientado al enemigo con su audacia sin precedente.

Es un problema sin solucion para la policía en el terreno tipo laberinto del guerrillero urbano, atrapar a alguien que no puede ver, o tratar de hacer contacto con alguien que no pueden encontrar.

Nuestra experiencia es que el guerrillero urbano ideal es alguien que opera en su propia ciudad y que conoce completamente la ciudad y sus calles, sus vecindarios, sus problemas de transito, y otras peculiaridades.

El guerrillero extranjero, que viene a la cuidad en la cual el terreno no es familiar para el, es un punto débil y si es asignado a ciertas operaciones, puede ponerlas en peligro. Para evitar errores graves, es necesario que el primero conozca bien la localización de las diferentes calles.

Mobilidad y Velocidad

Para asegurar la mobilidad y la velocidad que la policía no pueden alcanzar, el guerrillero urbano necesita de los siguientes prerequisitos:

mecánicos;
conocimiento del terreno;
una rotura o suspension de las comunicaciones y transportes del enemigo;
armamento liviano.

Hay que tener cuidado llevando a-cabo operaciones que duran escasamente unos momentos, y partiendo del lugar en , vehículos, el guerrillero urbano hace una retirada rapida, escapando la persecusión.

El guerrillero urbano tiene que saber el camino en detalle y, en este sentido, tiene que practicar el itinerario antes de tiempo como entrenamiento para evitar caminos que no tienen salida, o terminando en tapones de transito, o terminar paralizado por construcciones del Departamento de Tránsito.

La policía persigue al guerrillero urbano ciegamente sin conocimiento de que carretera va a tomar para su escape.

Mientras el guerrillero urbano huye rápidamente porque conoce el terreno, la policía pierden la pista y dan por terminado la persecusión.

El guerrillero urbano debe lanzar sus operaciones lejos de las bases logisticas de la policía. Una ventaja inicial de este método de operación es que nos coloca a una distancia razonable de la posibilidad de persecusión, que facilita la evasion.

En adición a esta precaución necesaria, el guerrillero urbano tiene que estar preocupado con el sistema de comunicación del enemigo. El teléfono es el blanco primario para prevenirle al enemigo acceso a información mediante la averia de su sistema de comunicaciones.

Aun teniendo conocimiento de la operacion guerrillera, el enemigo depende del transporte moderno para su apoyo logístico, y sus vehículos necesariamente pierden tiempo al llevarlo por el tránsito pesado en las ciudades grandes.

Es claro que el tránsito enredado y peligroso es una desventaja para el enemigo, como también lo sería para nosotros si no estuviéramos adelantados al enemigo.

Si queremos un margen de seguridad y estar seguros de no dejar huellas para el futuro, podemos adoptar las siguientes medidas:

a. interceptar a propósito la policía con otros vehiculos o por inconveniencias casuales o daños; pero en este caso el vehiculo en cuestión no debe de ser legal o tener placas de licencia verdaderas;
b. obstruir la carretera con arboles caídos, piedras, cunetas, letreros de tránsito falsos, carreteras obstruídas o desvios, y otros medios ingeniosos;
c. colocar minas caseras en el camino de la policía, utilizar gasolina, o tirar bombas Molotov para incendiar sus vehículos;
d. disparar una rafaga de balas de ametralladora o armas tales como el FAL hacia el motor o llantas de los vehículos envueltos en la persecusion.

Con la arrogancia típica de la policía y las autoridades militares facistas, el enemigo vendrá a pelear con armas pesadas y equipo, y con maniobras elaboradas de hombres armados hasta los dientes. El guerrillero urbano tiene que responder a esto con armas livianas fácilmente transportadas, para que siempre puede escapar con velocidad máxima, sin aceptar una pelea abierta. El guerrillero urbano no tiene otra mision que atacar y retirarse.

Nos expondríamos a las derrotas mas contundentes si nos sobre-cargamos con armamento pesado y con el peso tremendo de la municiones necesarias para dispararlas, a la misma vez perdiendo el regalo precioso de la mobilidad.

Cuando el enemigo pelea en contra de nosotros a caballo no tenemos desventaja siempre y cuando tenemos vehículos. El automóvil viaja más rápido que el caballo. Desde el interior del automóvil también tenemos el blanco del policía montado, tumbándolo con la ametralladora y el fuego de revolver o con cocteles Molotov y granandas.

Por otro lado, no es tan difícil para un guerrillero urbanoa pie de hacer un blanco de un policía a caballo. Mas que todo, cuerdas tendidas a lo largo de las carreteras, canicas, y corchos son métodos muy eficientes de hacer que ambos caígan. La gran desventaja de el policía montado es que le presenta al guerrillero urbano con dos blancos excelentes: el caballo y su jinete.

A parte de ser mas rápido que un caballo, el helicóptero no tiene mejores oportunidades en la persecusión. Si el caballo es muy lento comparado con el automovil del guerrillero urbano, el helicoptero es muy rápido.

Moviéndose a 200 kilometros por hora núnca tendrá éxito en impactar desde arriba a un blanco perdido entre las multitudes y los vehículos de la calle, ni tampoco puede aterrizar en las calles para atrapar a alguien.

Además, cuando trata de volar a baja altura se hace extremadamente vulnerable al fuego del guerrillero urbano.

Información

Las posibilidades que el gobierno tiene par descubrir y destruir al guerrillero urbano se aminoran a medida que el potencial de los enemigos del dictador se hacen mayores y mas concentrados entre las masas populares.

La concentracion de los oponentes de la dictadura juega un papel muy importante en proveer información de los movimientos de policía y de hombres en el gobierno, como también el ocultar nuestras actividades. El enemigo puede ser enganado por información falsa, lo cual es peor para el porque signifca un gran desperdicio.

Independiente de su significado, las fuentes de información a la disposición del guerrillero urbano son potencialmente mejores que los de los policías. El enemigo es observado por la población, pero desconoce quien de entre la población le pasa información a los guerrilleros urbanos. Los militares y la policía son odiados por las injusticias y violencia que han cometido en contra de la población, y esto facilita la obtención de información perjudicial a las actividades de agentes del enemigo.

La información, que es solamente una pequeña parte del apoyo popular, representa un potencial extraordinario en las manos del guerrillero urbano. La creación de un servicio de inteligencia con una estructura organizada es una necesidad basica para nosotros. El guerrillero urbano tiene que tener información esencial de los planes y movimientos del enemigo, donde se encuentra, y como se mueven, los recursos de la red bancaria, los medios de comunicacion, y sus movimientos secretos.

La información confiable pasada al guerrillero urbano representa un golpe bien apuntado hacia la dictadura. No tiene forma de defenderse en la cara de una perdida importante de información que pone en peligro sus intereses y facilita nuestro ataque destructivo.

El enemigo también quiere conocer que pasos estamos tomando para que el nos pueda destruir o prevenir de actuar. En este sentido el peligro de la traición esta presente y el enemigo lo fomenta y nutre o infoltra espias en la organizacion. Las tecnicas del guerrillero urbano en contra de esta tactica del enemigo es de denunciar publicamente a los traidores, espias, informantes, y provocadores.

Ya que nuestra lucha toma lugar entre las masas y depende de su simpatía – mientras que el gobierno tiene una mala reputacion debido a su brutalidad, corrupcion e incompetencia – los informantes, espias, traidores, y la policía vienen a ser los enemigos de la población sin apoyantes, denunciados a los guerrillero urbanos, y en muchos casos, debidamente castigados.

Por su parte los guerrilleros urbanos no deben de evadir su responsabilidad – una vez que conoce quien es el espia o informante – de liquidarlo. Este es el método correcto, aprobado por la población, y minimiza considerablemente la incidencia de la infiltración o espionaje enemigo.

Para el completo exito en la batalla en contra de los espias es esencial la organización de un servicio de contraespionage o contrainteligencia.

Sin embargo, con respecto a al información, no puede ser reducido a solamente saber los movimientos del enemigo y evitar la infiltración de sus espias. La informacion tiene que ser amplia, tiene que incluir todo, incluyendo los datos más significativos. Hay una tecnica de obtener información y el guerrillero urbano la tiene que dominar. Siguiendo esta tecnica, la información es obtenida naturalmente, como una parte de la vida de las personas.

El guerrillero urbano, viviendo en medio de la población y moviéndose entre ellos, tiene que prestar atención a todo tipo de conversación y relaciones humanas, aprendiendo a esconder sus intereses con gran juicio y destreza.

En lugares donde las personas trabajan, estudian, viven, es facil de obtener todo tipo de información de pagos, negocios, puntos de vista, opiniones, estado de mente de personas, viajes, interiores de edificios, oficinas y habitaciones centros de operaciones etc La observacion, investigación, reconocimiento, y exploracion del terreno también son fuentes excelentes de informacion. El guerrillero urbano núnca va a ningun sitio sin prestar atencion y sin precausion revolucionaria, siempre alerta por si sucede algo. ojos y oídos abiertos, sentidos alertas, la memoria grabada con todo lo necesario para ahora o para el futuro, y de la activadad sin interrupir del soldado.

La lectura cuidadosa de la prensa con atención particular a los organos de la comunicación en masa, la investigacion de data acumulada, la transmisión de noticias y todo lo de importancia, una persistencia en ser informádo en a información de otros, todo esto componen la cuestión intrincada e inmensamente complicada de información que le da al guerrillero urbano la ventaja decisiva.

Decisión

No es suficiente para el guerrillero urbano tener a su farar su comando de cualquier situación y una capacidad de decisión sin la cual todas las demas ventajas le resultaran inutiles.

Es imposible llevar a cabo cualquier acción, sin rtar lo bien planeado, sí el guerrillero urbano resulta ser indeciso, incierto, o irresoluto.

Aun una acción exitosa que haya sido comenzado puede terminar en derrota sin el comando de la situación y la capacidad para tomar decisiones falla en medio de la ejecución del plan. Cuando este comando situación y la capacidad para la decisión están ausentes, este vacio es llenado por la vacilación y el temor. El enemigo toma ventaja de este fallo y es capaz de liquidarnos.

El secreto para cualquier operación, simple o complicada, facil o dificil, es el de depender en los hombres determinados. Hablando en el sentido estricto, no existe tal cosa como una operación facil. Todo tiene que ser llevado a cabo con el mismo cuidado practicado en los casos mas difíciles, empezando con la elección del elemento humano, que significa depender en el liderazgo y capacidad para decision en cualquier prueba.

Uno puede anticiparse al resultado de una acción por la forma en que los participantes actúan durante la fase preparatoria. Aquellos que están atrasados, que no hacern los contactos designados, son fácilmente confundidos, olvidan cosas, dejan de completar los elementos basicos del trabajo, posiblemente son hombres indecisos y pueden ser un peligro. Es mejor no incluirlos.

La decisión significa el poner en practica el plan que ha sido ideado con determinación, con audacia, y sin ninguna firmesa absoluta. Solamente toma una persona que vacila para perderlo todo.

Objetivos para las Acciones de Guerrilla Urbana

Con sus tecnicas desarrolladas y establecidas, el guerrillero urbano se basa en modelos de acción que lo conducen a atacar y, en Brazil, con los siguientes objetivos:

a. amenazar el triángulo en el cual los sistemas de dominacion del estado Brazileno y Norteamericanos son mantenidos en Brazil, un triángulos cuyos puntos son Rio, Sao Paulo, y Bello Horizonte y cuya base es el eje Rio Sao Paolo, donde el gigante complejo industrial-economicopolitico-cultural-militar-policíal-que aguanta el poder decisivo del país está localizado;

b. debilitar los guardias locales o los sistemas de seguridad de la dictadura, dado el hecho de que estamos atacando y los militares defendiendo, lo cual significa atrapando las fuerzas gubernamentales en posiciones defensivas, con sus tropas inmobilizadas en defensa del complejo enter de mantenimiento nacional, y con su miedo omnipresente de un ataque en sus propios centros nerviosos estratégicos, y sin saber donde, como, y cuando vendra el ataque;

c. atacar en todos lados, con muchos grupos armados diferentes, pequeños en numeros, cada uno independiente y operando por separado, par dispersar las fuerzas del gobierno en su persecucion de una organización extremadamente fragmentada en vez de ofrecerle a la dictadura la oportunidad de concentrar sus fuerzas represivas en la destrucción de un sistema altamente organizado y estructurado operando en todo el pais;

d. dar prueba de su combatividad, decisión, firmeza, determinación, y persistencia en el ataque de la dictaduria militar para permitir que todos los inconformes sigan nuestro ejemplo y peleen con tacticas de guerrilla urbana. Mientras tanto, el gobierno, con todos sos problemas, incapaz de detener las operaciones de la guerrilla en la ciudad, perderan el tiempo y sufriran perdiadas sin firn lo cual ocasionara que retiren sus tropas para poder velar sobre los bancos, industrias, armerias, barracas militares, televisión, firmas norteamericanas, tanques de almacenamiento de gas, refinerias de petroleo, barcos, aviones, puertos, aereopuertos, hospitales, centros de salud, bancos de sangre, tiendas, garages, embajadas, residencias de miembros prominentes del regimen, tales como ministros y generales, estaciones de policia, y organizaciones oficiales, etc;

e. aumentar los disturbios de los guerrilleros urbanos gradualmente en acendencia interminable de tal manera que las tropas del gobierno no puedan dejar el area urbana para perseguir al guerrillero sin arriesgar abandonar la ciudad, y permitir que aumente la rebelion en la costa como también en el interior del pais;

f. para obligar al ejercito y la policia, con los comandantes y sus asistentes, a cambiar la acomodación y tranquilidad relativa de las barracas y su relativo descanso, por un estado de alarma y tension en aumento de la expectación de ataque o la busqueda de huellas qeu se desvanecen sin dejar trazo alguno;

g. para evitar batallas abiertas y combate decisivo con las fuerzas del gobierno, limitando la lucha a ataques rapidos y breves con resultados relampagos;

h. para asegurar para los guerrilleros urbanos un maximo de libertad de accion y movimiento sin tener que evitar el uso de violencia armada, permaneciendo firmemente orientado hacia el comienzo de la guerra de guerrilla rural y apoyando la construcción de un ejercito revolucionario para la liberación nacional.

Sobre los Tipos y Naturaleza de Modelos de Accion para los Guerrilleros Urbanos

Para poder alcanzar los objetivos previamente enumerados, el guerrillero urbano esta obligado, en su tecnica, a seguir una accion cuya naturaleza sea tan diferente y diversificada como sea posible. El guerrillero urbano no escoge arbitrariamente este o aquel modelo de accion. Algunas acciones son simples, otros son complicados. El guerrillero urbano sin experiencia tiene que ser incorporado gradualmente en acciones o operaciones que corren desde las mas simples hasta las mas complicadas. Empieza con misiones y trabajos pequeños hasta que se convierte completamente en una guerrillero urbano con experiencia.

Antes de cualquier accion, el guerrillero urbano tiene que pensar de los metodos y el personal disponible para llevar acabo la accion. Las operaciones y acciones que demanda la preparacion tecnica del guerrillero urbano no pueden ser llevadas acabo por alguien que carece destrezas tecnicas. Con estas precauciones, los modelos de accion que el guerrillero urbano puede llevar a cabo son las siguientes:

asaltos
penetraciones
ocupaciones
emboscadas
tacticas de calle
paros e interrupciones de trabajo
deserciones, desvios, tomas, expropiaciones de armas municiones, y explosivos
liberacion de prisioneros
ejecuciones
secuestros
sabotaje
terrorismo
propaganda armada
guerra de nervios

Asaltos

El asalto es el ataque armado con el cual hacemos expropiaciones, liberamos prisioneros, capturamos explosivos, ametralladoras, y otras armas tipicas y municiones.

Los asalto se pueden llevar acabo de noche o de dia. El asalto de noche es usualmente el mas ventajoso a las guerrillas urbanas. La idea es que el asalto se lleve acabo de noche cuando las condiciones para un ataque de sorpresa son mas favorables y la oscuridad facilita la huida y esconde la identidad de los participantes. El guerrillero urbano tiene que prepararse, sin embargo, para actuar bajo cualquier condicion, de noche o de dia.

Los blancos mas vulnerables para el asalto son los siguientes:

establecimientos de credito
negocios comerciales o industriales, incluyendo la produccion de armas y explosivos
establecimientos militares
comisarias y estacion de policia
carceles
propiedad del gobierno
medios de comunicacion de masa
firmas y propiedades norteamericanas
vehículos del gobierno, incluyendo vehículos militares y de la policia, camiones, vehículos armados, cargadores de dinero, trenes, barcos, y aviones.

El asalto en establecimientos son de la misma naturaleza porque en cada caso la propiedad y los edificios representan un blanco fijo.

Los asaltos a los edificios concebidos como operaciones de guerrilla, varian de acuerdo a si son bancos, negocios comerciales, industrias, campamentos militares, comisariatos, prisiones, estaciones de radio, almacenes para firmas imperialistas, etc.

Los asaltos en vehículos – carros blindados, trenes, barcos, aviones – son de otra naturaleza ya que envuelven un blanco en movimiento. La naturaleza de la operación varia de acuerdo a la situación y la posibilidad – es decir, si el blanco es estacionario o movil. Los carros blindados, incluyendo vehículos militares, no son inmunes a las minas. Carreteras obstruidas, trampas, enganos, intercepcion de otros vehículos, bombas Molotov, disparar con armamento pesado, son metodos eficientes de asaltar vehículos.

Los vehículos pesados, aviones en tierra, barcos anclados, pueden ser tomados y las tripulaciones capturadas. Los aviones en vuelo pueden ser desviados de su curso por la accion guerrillera o por una persona.

Los barcos y trenes en movimiento pueden ser asaltados o tomados por operaciones de guerrilla para poder capturar las armas y municiones o para evitar el desplazamiento de tropas.

El Asalto de Banco como Modelo Popular

El modelo de asalto mas popular es el asalto de banco. En Brazil, la guerrilla urbana ha comenzado un tipo de asalto organizado en los bancos como una operacion guerrillera. Hoy este tipo de asalto es utilizado comunmente y ha servido como un tipo de examinacion preliminar para el guerrillero urbano en su proceso de aprendizaje de la guerra revolucionaria.

Se han desarrollado innovaciones importantes en la tecnica da asalto de bancos, lo cual asegura la huida, el retiro de dinero, y el anonimato de las personas envueltas. Entre estas innovaciones tenemos disparar a las llantas de los autos para evitar que seamos perseguidos, encerrar las personas en los banos de los bancos, obligarlos a que se sienten en el piso del bano; ¡movilizar los guardias del banco y tomar su armamento, obligar a alguien a abrir la caja fuerte; y la utilizacion de disfraces.

Intentos para instalar alarmas de bancos, o para utilizar guardias o aparatos de deteccion electronicos de origen norteamericano, son de poca utilidad cuando el asalto es de tipo politico y llevado acabo de acuerdo a las tecnicas de guerra de guerrilla urbana. Esta tecnica trata de utilizar nuevos recursos para alcanzar los cambios tacticos del enemigo, tiene acceso a poder de fuego que esta en crecimiento todos los dias, se hace mas astuto y audaz, y utiliza un gran numero de revolucionarios todas las veces, todas para garantizar el exito de las operaciones planeadas hasta el ultimo detalle.

El asalto de banco es la expropiacion tipica. Pero, como es cierto para cualquier tipo de expropiacion armada, el revolucionario esta en desventaja por dos competidores:

a. competencia por delincuentes;

b. competencia por contrarevolucionarios de ala-derecha;

Esta competencia produce confusion, el cual es reflejado en incertidumbre de la poblacion. Depende del guerrillero urbano prevenir que esto suceda, y para lograr esto utiliza dos metodos;

a. tiene que evitar la tecnica del bandido, el cual es uno de violencia innecesaria y de la apropiacion de mercancía y posesiones de la poblacion;

b. tiene que usar el asalto para propositos de propaganda, en el mismo momento en que esta sucediendo, y despues distribuir material, papeles, y todo medio posible de explicar los objetivos y los principios del guerrillero urbano como expropiador del gobierno, las clases gobernantes, y el imperialismo.

Penetraciones

Las penetraciones son ataques rapidos en establecimientos localizados en vecindades o hasta en el centro de la ciudad, tal como unidades militares pequeñas, comisarias, hospitales, para causar problemas, tomar armas, castigar y aterrorizar al enemigo, tomar represalias, o rescatar prisioneros heridos, o aquellos hospitalizados bajo vigilancia de la policia.

Las penetraciones tambien se lanzan en garages y estacionamientos para destruir vehículos y danar instalaciones, especialmente si son firmas y propiedades norteamericanas.

Cuando toman lugar en ciertas extensiones de carretera o en ciertas vecindades distantes, los ataques pueden servir para obligar al enemigo a mover grandes numeros de tropas, un esfuerzo totalmente inutil ya que no encontraran a nadie con quien pelear.

Cuando son llevadas acabo en ciertas casas, oficinas, archivos, o oficinas publicas, su proposito es de capturar o buscar papeles secretos y documentos con los cuales denunciar el envolvimiento, los compromisos, y la corrupcion de los hombres en el gobierno, sus negocios sucion y las transacciones criminales con los norteamericanos. Las penetraciones son mas efectivas si son llevadas a cabo de noche.

Ocupaciones

Las ocupaciones son un tipo de ataque llevado a cabo cuando un guerrillero urbano se estaciona en negocios establecidos y localizaciones para una resistencia temporal en contra del enemigo o para algun proposito de propaganda.

La ocupacion de fabricas y escuelas durante los paros o en otros momentos es un metodo de protesta o de destraer la atencion del enemigo.

La ocupacion de las estaciones de radio es para propositos de propaganda.

La ocupacion es un metodo muy efectivo para la accion pero, para prevenir perdidas y dano material a nuestras filas, es siempre una buena idea el contar con la posibilidad de retirada. Siempre tiene que ser meticulosamente planificada y llevada acabo en el momento oportuno.

La ocupacion siempre tiene un limite de tiempo y mientras mas rápido se lleve acabo, mejor.

Emboscada

Las emboscadas son ataques tipificados por sorpresa cuando el enemigo es atrapado en una carretera o cuando hace que una red de policias rodee una casa o propiedad. Un mensaje falso puede traer al enemigo al lugar en donde cae en la trampa.

El objeto principal de la tactica de emboscada es de capturar las armas y castigarlo con la muerte.

Las emboscadas para detener trenes de pasajeros son para proprositos de propaganda, y cuando son trenes de tropas, el objetivo es de eliminar al enemigo y tomar sus armas.

El franco-tirador guerrillero urbano es el tipo de luchador ideado especialmente para la emboscada porque se puede esconder fácilmente en las irregularidades del terreno, en los techos de los edificios y los apartamentos bajo construcción. Desde ventanas y sitios oscuros puede tomar punteria cuidadosa a su blanco escogido.

Las emboscadas tienen efectos devastadores en el enemigo, dejándolo nervioso, inseguro y lleno de temor.

Tacticas de Calle

Las tacticas de calle son usadas para pelear con el enemigo en las calles, utilizando la participacion de las masas en contra de el.

En 1968, los estudiantes Brazilenos utilizaron tacticas de calle excelentes en contra de las tropas de policia, tales como marchar por las calles en contra del transito, y utilizar hondas y canicas en contra de la policia montada.

Otras tacticas de la calle consisten en la construcción de barricadas, tirando botellas, ladrillos, y otros proyectiles desde el techo de apartamentos y edificios de negocios en contra de la policia; utilizando edificios bajo construccion para su huida, para esconderse, y para apoyar los ataques de sorpresa.

Es igualmente necesario el conocer como responder a las tacticas del enemigo. Cuando las tropas de policias vienen protegidas con cascos para defenderse de objetos lanzados, nos dividimos en dos equipos; uno para atacar al enemigo de frente, el otro para atacarlo desde la retaguardia, retirando uno a medida que el otro avanza para prevenir que el primero se convierta en un blanco de los proyectiles tirados por el segundo.

De igual forma es importante conocer como responder a una red de polícias. Cuando la policia designan una cierta area para que sus hombres entren en masa para arrestar a un demostrador, un grupo mayor de guerrilleros urbanos tiene que rodear el grupo de la policia, desarmarlos, pegarles y a la vez permitir que el prisionero se escape. Esta operacion de guerrilla urbana se llama una red dentro de una red.

Cuando la red policial se forma en un edificio de escuela, una fabrica, un sitio donde las masas se congregan, o algun otro punto, el guerrillero urbano no debe permitir rendirse o que lo tomen por sorpresa. Para asegurar que su red funcione el enemigo se vera en la obligacion de transportar a la policia en vehículos y carros especiales para ocupar puntos estratégicos en las calles para invadir edificios o locales seleccionados. El guerrillero urbano, por su parte, nunca debe de salir de un edificio o una area o entrar en ella sin primero conocer todas las salidas, la forma de romper el circulo, los puntos estratégicos que la policia podria ocupar, y las carreteras que inevitablemente conducen hacia la red, y debe de apoderarse de otros puntos estratégicos desde los cuales puede pegarle al enemigo.

Las carreteras seguidas por los vehículos de policia tienen que ser minadas en puntos claves y a puntos forzados de parada. Cuando las minas explotan, los vehículos volaran en el aire. Los policias caeran en la trampa y sufriran perdidas o seran victimas de una emboscada. La red tiene que ser rota por rutas de escape desconocidas a la policerzo dehay ninguna posibilidad de plan de escape, el guerrillero urbano no debera convocar reuniones, o hacer cualquier otra cosa ya que el hacerlo evitara su posibilidad de romper la red del enemigo que el enemigo seguramente tratara de tirar alrededor de el.

Las tacticas de calle han revelado un nuevo tipo de guerrillero urbano, el guerrillero urbano que participa en las demostraciones en masa. Este es el tipo que designaremos como el guerrillero urbano demostrador, que se une a las filas y participa en las marchas populares con fines especificos y definitivos.

Estos fines consisten en tirar piedras y proyectiles de todo tipo, utilizando gasolina para empezar incendios, utilizando la policia como blanco para sus armas de fuego, capturando las armas de los policias, secuestrando agentes del enemigo y provocadores, disparar cuidadosamente a los jefes de policia que vienen en carros especiales con placas falsas para no atraer la atencion.

El guerrillero urbano demostrador le ensen a a grupos en las demostraciones en masa las rutas de huida si es necesario. Coloca minas, tira bombas Molotov, prepara emboscadas y explosiones.

El guerrillero urbano demostrador tambien tiene que iniciar la red dentro de la red, registrando los vehículos del gobierno, los carros oficiales, y los vehículos de la policia para ver si tienen dinero o armas antes de virarlos y ponerles fuego.

Los franco – tiradores son muy buenos para las demostraciones en masa y, juntos con los guerrilleros urbanos demostradores, pueden jugar un papel clave. Escondidos en puntos estratégicos, los franco-tiradores tienen completo éxito, utilizando escopetas, ametralladoras, etc., cuyo fuego y rebote causan perdidas entre los enemigos.

Paros e Interrupciones de Trabajo

El paro es el modelo de accion empleado por el guerrillero urbano en centros de trabajo y escuelas para danar al enemigo por medio de la detencion del trabajo y las actividades de estudio. Ya que es una de las amas mas temidas por los explotadores y opresores, el enemigo utiliza un tremendo poder ofensivo e increíble violencia en contra de el. Los huelgístas son llevados a la carcel, sufren golpes, y muchos terminan asesinados.

El guerrillero urbano tiene que preparar el paro en tal form como para no dejar huellas o pistas que puedan identificar los líderes de la accion.

Un paro es exitoso cuando es organizado por medio de la accion de un grupo pequeño, si es preparaco cuidadosamente en secreto y por los metodos mas clandestinos.

Las armas, municiones, Molotovs, armas caseras de destrucción y ataque, todo esto tiene que ser suministrado por adelantado para anticipar al enemigo. Para que pueda causar la mayor cantidad de dano posible, es una buena idea estudiar y poner en efecto un plan de sabotaje.

Las interrupciones de trabajo y estudio, a pesar de que son de breve duracion, causan dano severo al enemigo. Es suficiente para ellos surgir en puntos diferentes y en diferentes secciones en las mismas areas, interrumpiendo la vida diaria, ocurriendo sin fin un dia despues de otro, en forma autenticamente guerrillera.

En los paros o simples interrupciones de trabajo, el guerrillero urbano tiene el recurso de ocupar o penetrar el local o simplemente hacer un ataque. En ese caso, su objetivo es el de tomar rehenes, capturar prisioneros o capturar agentes enemigos y proponer un intercambio de prisioneros (para liberar los huelgistas).

En ciertos casos, las huelgas y las breves interrupciones de transito pueden ofrecer una excelente oportunidad para la preparación de emboscadas o trampas cuyo fin es el de liquidacion fisica de la cruel y sanguinaria policia.

El hecho basico es que el enemigo sufre perdidas en personal y material y danos de moral, y es debilitado por la accion.

Deserciones, Diversiones, Confiscaciones,_ Expropiaciones de Armas, Municiones, Explosiones

Deserciones y la diversion de las armas son acciones efectuadas en campos militares, hospitales militares, excetera. El soldado de la guerrilla urbana, el jefe, sargento, suboficial, y el oficial deben de desertar al momento mas oportuno con armas modernas y municiones a mano para uno en la revolucion Brazilera.

Uno de los momentos mas oportunos es cuando la guerrilla urbana militar es llamada para perseguir y pelear a sus camaradas guerrilleros fuera de los cuarteles militares. En vez de seguir las ordenes de los oficiales, la guerrilla urbana militar debe de juntarse con los revolucionarios dándoles las armas y municiones que calgan

La ventaja de este metodo es que los revolucionarios reciben las armas y municiones del ejercito, la marina, la fuerza arerea, la policia, la guardia civil, o el bombero sin ningun trabajo, porque les llega a la mano por medio de transporte del gobierno.

Otras oportunidades pueden ocurrir en las barracas, y la guerrilla urbana militar debe de estar alerta a ello. En caso de descuido de parte de los comandantes o en otras condiciones favorables, asi como las actividades burócratas y el comportamiento y relajación de la disciplina de parte de los suboficiales u otro personal interno, la guerrilla urbana militar no puede esperar mas pero tiene que tratar de avisar las organizaciones y desertar solos o acompanados, pero con una cantidad de armas tan grande como sea posible.

Con la informacion y la participacion de la guerrilla urbana militar, ataques en la barracas y otros establecimientos militares con el proposito de capturar armas, puden ser organizadas.

Cuando no hay la posibilidad de desertar y tomar las armas, la guerrilla urbana debe de entrar en sabotage, empezando con explosiones y fuegos, en municiones y polvora.

Esta tecnica de desertar con armas y municiones, atacando y saboteageando los centros militares, es la mejor manera de cansar y de desmoralizar a los soldados dejándolos confusos.

El proposito de la guerrilla urbana es de desarmar al enemigo individual para capturar su arma. Estas armas estan usualmente a manos de los sentinelas y otros que estan ejecutando la guardia o represion.

La captura de las armas pueden de ser completadas por medios violentos o por la astucia o trampas o juegos. Cuando el enemigo esta desarmado, el debe de ser rebuscado en busca de otras armas que no sean las que ya se le han quitado. Si nos descuidamos, el puede usar esas armas para disparar a los guerrileros urbanos.

La confiscacion de armas es un metodo eficaz para adquirir ametralladoras, el arma mas importante de la guerrilla. Podemos llevar a cabo pequeñas operaciones para cer ra armamentos o suministros de los grupos disparadores.

La necesidad de proveer un poder disparador para la guerrilla urbana es tan grande que, en orden de empezar de un punto cero a veces tenemos que comprar un arma, divertir, o capturar una sola arma. El punto basico es de empezar, y empezar con gran espiritu decisivo y eficaz. La posecion de un arma sencilla multiplica nuestras fuerzas.

En un asalto al banco, debemos ser cuidadosos de confiscar las armas de los guardias. El resto de las armas las encontraremos con el tesorero, el cajero, o el administrador, también se deben de confiscar antes de tiempo.

El otro metodo que podemos utilizar es la preparacion de emboscadas en contra de la policia y los automobiles que usan para moverse.

A veces triunfamos en capturar armas en los comisariatos de la policia como resultado de ataques.

La expropiacion de armas, municiones, y explosivos es la meta de la guerrilla urbana en asaltar casas comerciales, industrias, y cuarteles.

Liberacion de Prisioneros

La liberacion de prisioneros es una operacion armada disenada para liberar guerrilleros urbanos presos. En la lucha diaria en contra del enemigo, la guerrilla urbana esta sujeta a arrestos y pueden ser sentenciados a un sin fin de anos limitados en la cárcel. Esto no quiere decir que la batalla revolucionaria se para aqui. Para el guerrillero, su experiencia es ahondada por la prision y hasta los calabozos donde se encuentran prisioneros.

El guerrillero urbano encarcelado ve la carcel como un terreno que debe de dominar y entender para librarse por medio de una operacion de la guerrilla. No hay prision, ni en una isla, o en una penitenciaria de la ciudad, o en una finca, que sea inpregnable por la astucia, perseverancia, y el potencial de fuego de los revolucionarios.

El guerrillero urbano que es libre ve los establecimientos penales del enemigo como un lugar inevitable de la accion guerrillera disenada a liberar sus hermanos ideologicos que están encarcelados.

Es la combinacion del guerrillero urbana libre y el gierrillero urban las operaciones armadas a que nos referimos como la liberacion de los prisioneros.

Las operaciones de la guerrilla que se pueden usar para libera a los prisioneros son los prisioneros son los siguientes:

a. ataques a establecimientos penales, en colonias correccionales o islas, o en transportes o barcos de prisioneros;

b. asaltos a penitenciarias rurales o urbanas, casas de detencion, comisariatos, depositos de prisioneros, u otros sitios permanentes, ocasionales, o temporarias, donde se encuentran los prisioneros.

c. asaltos a transportes de prisoneros, trenes y automobiles;

d. ataques y penetraciones de prisioneros;

e. emboscadas a guardias que estan moviendo prisioneros.

Ejecuciones

Ejecucion es matar a un espia norteamericano, a un agente de la dictaturia, a un torturador de la policia, o a una personalidad facista en el gobierno que esta envuelto en crimenes y persecuciones en contra de patriotas, o un dicelo todo, informador, agente policiaco, o un provocador de la policia.

Aquellos que van a la policia por su propia voluntad a hacer denucias y acusaciones, quienes suplen a la policia con pistas e informacion y apuntan a la gente, tambien deben de ser ejecutados cuando son agarrados por la guerrilla.

La ejecucion es una accion secreta en la cual un numero pequeño de personas de la guerrilla se encuentran involucrados. En muchos casos, la ejecucion puede ser llevada a cabo por un franco tirador, paciente, solo y desconocido, y operando absolutamente secreto y a sangre fria.

Secuestros

Secuestrar es capturar y aguantar en un sitio secreto un agente policiaco, un espia norteamericano, una personalidad politica, o un notorio y peligroso enemigo del movimiento revolucionario.

El secuestro es usado para cambiar o liberar camaradas revolucionarios encarcelados, o para forzar la suspencion de la tortura en las carceles de una dictatoria militar.

El secuestro de personalidades quienes son artitas conocidos, figuras del deporte, o que son grandiosos en algun campo, pero que no tienen evidencia de un inters político, pueden ser como una forma de propaganda para los principios patrioticos y revolucionarios de la guerrilla urbana proveyiendo que ocurra bajo circumstancias especiales, y el secuestro sea manipulado de una manera que el publíco simpatize con el y lo acepte.

El secuestro de residentes norteamericanos o visitantes en Brazil constituye una forma de protesta en contra de la penetracion y la dominacion del imperialismop de los Estados Unidos en nuestro país.

Sabotage

El sabotage es un tipo de ataque altamente destructivo usando solamente varias personas y a veces requiriendo solamente una para terminar el resultado deseado. Cuando la guerrilla urbana usa el sabotage, la primera fase es sabotage asolado. Entonces viene la fase de sabotage dispersado o generalizado, llevándolo a cabo la gente.

Un plan de sabotage bien ejecutado demanda estudio, planeo, y cuidadosa ejecucion. Una forma característica del sabotage es la explosion usando dinamita, fuego, y el planteo de minas.

Una poca arena, una treta de cualquier clase de combustible, o poca lubricacion, un corto circuito, piesas de madera o hierro, pueden causar daños irreparables.

El objetivo del sabotage es para doler, danar, hacer sin uso, y para destruir puntos vitales del enemigo asi como los siguientes:

a. la economia de un país;

b. la producción agrícola e industrial;

c. sistemas de comunicacion y transporte;

d. sistemas policíacos y militares y sus establecimientos y depositos;

e. el sistema represivo del sistema militar-policiaco;

f. firmas y propiedades de norteamericanos en el pais.

La guerrilla urbana debe peligrar la economia del pais, particularmente sus aspectos financieros y economicos, asi como las redes comerciales domesticas y extranjeras, sus cambio en los sistemas bancarios, sus sistema de coleccion de impuestos, y otros.

Oficinas publicas, centros de servicios del gobierno, almacenes del gobierno, son blancos faciles para el sabotage.

No va ser facil prevenir el sabotage de la produccion agricola e industrial por la guerrilla urbana, con su sabiduría completa de la situacion.

Trabajadores industriales actuando como guerrilleros urbanos son excelentes para el sabotage industrial ya que saben, mejor que nadie, entienden la industria, la factoria, la maquinaria, y tal vez puedan detruir toda la operacion, haciendo mas dano que una persona mal informada.

Al respecto a los sistemas de comunicaciones y de transporte del enemigo, empezando con el trafico del ferrocarril, es necesario atacarlo sistematicamente con las armas del sabotage.

La unica precausion es en contra de causar la muerte o heridas fatales a los pasajeros, especialmente a los que viajan con reguralidad en trenes suburbanos o de larga distancia.

Ataques a trenes de carga, corriendo o estacionarios, pare de sistemas de comunicaciones y de transporte militar, son los objetivo mayores del sabotage en esta area.

Vagones pueden ser danádos y sacados, asi como las vias. Un tunel bloqueado despues de una explosion, un obstruccion de un carro descarrilado, causan tremendo daño.

El descarrilamiento de un tren de carga conteniendo combustible es uno de los mayores danos que se le pueden hacer al enemigo. Asi como dinamitar puentes de vias. En un sistema donde el peso y el tamano del equipo rodante es enorme, toma meses para los trabajadores que reparen o reconstruyan la destruccion o el dano.

Las autopistas, pueden ser obstrudas por arboles, vehículos estacionarios, zanjas, deslocaciones de barreras por dinamita y puentes volados por explosiones.

Los barcos pueden ser danados mientras anclados en puertos marítimos o de rios o en astilleros. Los aeroplanos pueden ser destruidos o saboteageados en la pista.

Las lines telefonicas y telegraficas pueden ser sistematicamente danadas, sus torres ser voladas, y sus líneas hacerse sin uso alguno.

Las comunicaciones y el transporte deben de ser saboteageadas rapido porque la guerra revolucionaria ha empezado en el Brazil y es esencial impedir el movimiento de tropas y municiones del enemigo.

Oleoductos, plantas de combustible, depositos de bombas y municiones, magazines de polvora y arsenales, campos militares, comisariatos, deben de hacerse blancos de operaciones de sabotage por excelencia, mientras que los vehículos, camiones del ejercito, y otros automobiles militares y policíacos pueden ser destruidos al encontrarse.

Los centros de represion militares y policíacos y sus específicos y especializados organos, deben de tambien llamar la atencion del saboteador de la guerilla urbana.

Las firmas y propiedades norteamericanas en el país, por su parte, deben de ser blancos tan frequentes del sabotage que el volumen de las acciones dirigidas hacia sobrepasa el total de todas otras acciones en contra de los puntos vitales del enemigo.

Terrorismo

El terrorismo es una accion, usualmente envolviendo el panteo de una bomba o una explosion de fuego de gran poder destructivo, el cual es capaz de influir perdidas irreparables al enemigo.

El terrorismo requiere que la guerrilla urbana debe de tener una sabiduría teorica y practica de como hacer explosivos.

El acto del terrorismo, fuera de la facilidad aparente en la cual se puede llevar a cabo, no es diferente de los otros actos de la guerrilla urbana y acciones en la cual el triunfo depende en el plan y la determinacion de la organizacion revolucionaria. Es una accion que la guerrilla urbana debe ejecutar con una gran calma, decision, y sangre fria.

Aunque el terrorismo generalmente envuelve una explosion, hay casos en el cual se puede llevar a cabo por ejecucion y la quemazon sistemática de instalaciones, propiedades, y depositos norteamericanos, plantaciones, excetera. Es esencial senalar la importancia de los fuegos y de la construcion de bombas incendiarias como bombas de gasolina en la tecnica de terrorismo revolucionario. otra cosa que es importante es el material que la guerrilla urbana puede persuadir a la gente a expropiar en momentos de hambre y escarcidad resultando de los grandes intereses comerciales.

El terrorismo es una arma que el revolucionario no puede abandonar.

Propaganda Armada

La cordinacion de las acciones de la guerrilla urbana, incluyendo cada accion armada, es la manera principal de hacer propaganda armada.

Estas acciones, hechas con determinados y especificos objetivos, inevitablemente se hacen material para propaganda para el sistema de comunicacion de las masas.

Asaltos a bancos, emboscadas, deserciones, rescate de prisioneros, ejecuciones, secuestros, sabotage, terrorism, y la guerra de nervios, estan en todos casos en punto.

Aeroplanos cambiados de rumbo en vuelo por accion revolucionaria, barcos y trenes en movimiento asaltados y atrapados por guerrillas, se pueden usar solamente para efectos de propaganda.

Pero la guerrilla urbana nunca debe fallar en instalar una prensa clandestina y debe de poder hacer copias mímeografiadas usando alcohol o planchas eléctricas u otros aparatos duplicantes, expropiando lo que no puede, pero en orden de producir un periodico pequeno, pamfletos, volantes, y estampas para la propaganda y agitacion en contra de la dictatoria.

La guerrilla urbana metida en facilidades de imprenta clandestinas facilita enormemente la incorporacion de un gran numero de gente en la batalla revolucionaria, abriendo un trabajo permanente para aquellos que desean trabajar con la propaganda revolucionaria, aun cuando haciéndolo significa trabajar solo y arriesgar su vida como revolucionario.

Con la existencia de propaganda clandestina y material agitador, el espiritu inventor de la guerrilla urbana expande y crea catapultas, artefactos, morteros, y otros instrumentos con los cuales se atribuye al los pamfletos antigovierno.

Grabaciones en cinta, la ocupacion de estaciones de radio, el uso de altoparlantes, dibujos en la pared y en otros sitios inaccesibles son otras formas de propaganda. En usarlos, la guerrilla urbana debe de darles un caracter de operaciones armadas.

Una propaganda consistente de cartas enviadas a direcciones especifi las acciones armadas de la guerrilla urbana, esto produce considerabinfluenciar ciertos segmentos de la poblacion.

Si esta influencia es ejercitada en el corazon de la gente por cada posible mecanismo de propaganda revolviendo alrededor de la actividad de la guerrilla urbana, esto no indica que nuestras fuerzas tienen el soporte de todos.

Es suficiente ganar el soporte de parte de la gente y esto puede ser hecho popularizando una frase: «Dejen que aquel que no quiere hacer nada por los revolucionarios, haga nada en contra.»

Guerra de Nervios

La guerra de nervios o guerra sicologica es una tecnica agresiva, basada en el directo o indirecto uso de los medios de comunicacion de las masas y noticias transmitidas oralmente con el proposito de desmoralizar al gobierno.

En la guerra sicologica, el gobierno esta siempre a la desventaja porque impone censura en las masas y termina en una posicion defensiva por no dejar nada en contra de el filtrarse.

A este punto se desespera, se envuelve en mas grandes contradiciones y perdida de prestigio, pierde tiempo y energias en un cansado esfuerzo al control, cual es sujeto a romperse en cualquier momento.

El objeto de la guerra de nervios es para malinformar, esparcir mentiras en las autoridades , el la cual todos pueden participar, asi creando un aire de nerviosismo, descrédito, inseguridad, y preocupación por la parte del gobierno.

Los mejores metodos usados por la guerrilla urbana en la guerra de nervios son los siguientes:

a. usando el telefono y el correo para anuciar falsas pistas a la policia y el gobierno, incluyendo informacion en el plantado de bombas y cualquier otro acto de terrorismo en oficinas publicas y otros lugares, planes de secuestro y asesinato, et cetera, para obligar las autoridades a cansarse, dandole seguimiento a la informacion que se le esta suministrando;

b. permitiendo que planes falsos caigan en las manos de la policia para

desviar su atencion;

c. plantar rumores para poner el gobierno nervioso;

d. explotando cada medio posible de corrupcion, de errores, y de fallas del gobierno y sus representantes, forzándolos a explicaciones desmoralizantes y justificaciones en el medio de comunicacion de las masas que mantienen bajo censura;

e. persentando denuncias a embajadas extranjeras, las Naciones Unidas, la nunciatura del papa, y las comisiones internacionales judiciales defendiendo los derechos humanos la libertad de prensa, exponiendo cada uno cada violacion concreta y el uso de violencia por la dictadura militar y haciendo conocer que la guerra revolucionaria va a continuar su curso con peligros serios para los enemigos del pueblo.

Como Llevar A Cabo La Accion

La guerrilla urbana que correctamente pasa atravez de su aprendisaje y su entrenamiento debe dar gran importancia a su metodo de llevar a cabo su accion, por eso no se debe de cometer el mas pequeno error.

Cualquier descuido en la asimilacion del metodo y su uso invita cierto desastre, asi como la experiencia nos ensena cada dia.

Los bandoleros cometen errores frecuentemente por sus metodos, y esta es una de las razones por lo que la guerrilla urbana debe de estar tan intensamente preocupada por siguir la tecnica revolucionaria y no la tecnica de los bandidos.

No hay guerrilla urbana merecedora del nombre que ignora el metodo revolucionario de accion y falla en practicarlo rigorozamente en la planificacion y la ejecucion de sus actividad.

El gigante es conocido por sus dedos. Lo mismo puede ser dicho de la guerrilla urbana que es conocida tan lejos como sus metodos correctos y su fidelidad absoluta a los principios.

El metodo revolucionario si lleva a cabo la accion es fuertemente basado en la sabiduría y el uso de los siguientes elementos:

a. investigacion de la informacion;

b. observacion y seguimiento;

c. reconocimiento o exploracion del terreno;

d. estudio y tiempo de las rutas;

e. mapas;

f. mecanizacion;

g. selección de personal y relevo;

h. seleccion de unsa capacidad de tiradores;

i. estudio y practica en complemento;

j. complemento;

k. cubierta;

l. retirada;

m. dispersión;

n. liberación y cambio de prisioneros;

o. eliminación de huellas;

p. rescate de los heridos.

Alqunas Observaciones en el Metodo

Cuando no hay informacion, el punto de salida del plan de accion debe ser investigacion, observacion, o paquera. Este metodo también da buenos resultados.

En cualquier evento, incluyendo cuando hay informacion, es esencial coger observacion o paquera, para ver si la informacion esta a inpar con la observacion o vise versa.

Reconocimiento o exploracion del terreno, estudio y el tiempo que se toma en las rutas, son tan importantes que si se omiten seria como tratar de apuñalar en la obscuridad.

Mecanizacion, en general, es un factor bajo estimado en el metodo de conducir una accion. Frequentemente la mecanizacion se deja para lo ultimo, antes de que haga algo hacia ello.

Esto es un error. La mecanizacion debe de ser considerado seramente, debe de ser cojido con amplia vista y de acuerdo con un plan cuidadoso, también basada en la informacion, observacion, o paquera, y debe de ser llevado a cabo con cuidado rugoroso y precision. El cuidado, conservacion, mantenimiento, y camuflage de los vehículos expropiados son detalles bien importantes de la mecanizacion.

Cuando el transporte falla, la accion principal falla con serias consequencias morales y materiales para la actividad de la guerrilla urbana.

La seleccion de personal requiere gran cuidado para evadir la intervencion de personal que es indecisivo y vacilante con el peligro de contaminar los otros participantes, una dificultad que debe de ser evadida.

El retiro es igual o mas importante que la operacion misma, hasta el punto que debe de ser planeada rigurosamente, incluyendo la posibilidad de falla.

Uno debe evadir el rescate o el cambio de prisioneros con niños presentes, o cualquier cosa que atraiga la atencion de la gente en transito casual en el area. Lo mejor es de hacer el rescate tan natural como sea posible, siempre pasando alrededor, o usando rutas diferentes o calles estrechas que casi no permiten el pasaje a pie, para evadir el encuentro de dos carros. La elíminacion de las huellas es obligatorio y demanda gran precaucion al esconder las huellas digitales y otra clase de senas que le den informacion al enemigo. La falta de cuidado en la eliminacion de las huellas y pistas es un factor que aumenta el nerviosismo en nuestros rangos que el enemigo a veces explota.

Rescate de Heridos

El problema con los heridos en la guerra de la guerrilla urbana amerita atencion especial. Durante operaciones de la guerrilla en la zona urbana puede pasar que algun camarada sea herido accidentalmente o disparado por la policia. Cuando uno de la guerrilla esta en un grupo de disparadores tiene la sabiduría de primeros auxilios puede hacer algo por el camarada herido. En ninguna circumstancia puede ser abandonado el guerrillero de la guerrilla urbana y ser dejado a manos del enemigo.

Una de las precausiones que debemos de tomar es de entrenar a hombres y mujeres en cursos de enfermeria, en los cual la guerrilla urbana se pueden matricular y aprender tecnicas de primeros auxilios.

El doctor de la guerrilla urbana, estudiante de medicina, enfermero, farmacéutico, o simplemente una persona entrenada en primeros auxilios, es de necesidad en una batalla revolucionaria moderna.

Un pequeño manual de primeros auxilios para la guerrilla urbana, imprimido o en mimeografo, pude ser entendido por una persona que tiene suficiente sabiduria.

En el planeo o complicion de una accion armada, la guerrilla urbana no puede olvidar la organizacion logistica medica. Esto puede ser completado por medio de una clinica mobil o motorizada. Usted tambien puede establecer una estacion de primeros auxe utilizar los conocimientos de un camarada de la guerrilla que espera con su bolso de equipo en un sitio designado donde los heridos son traidos.

Lo ideal seria tener una clinica bien equipada, pero es bien costosa a menos que no usemos materiales expropiados.

Cuando todo falla, a veces es necesario acudir a clinicas legales, usando la fuerza si es necesario para demandar la ayuda de los doctores que atiendan a los heridos.

En la eventualidad que acudieramos a bancos de sangre para comprar sangre o plasma completa, no deberiamos de usar direcciones legales y ciertamente direcciones donde heridos podrian ser encontrados, porque estamos a cargo de su proteccion y cuidado. Ni deberiamos dar direcciones de esos que estan envueltos en el trabajo clandestino de la organizacion que trabajan en los hospitales y las clinicas donde los cojemos. Esas preocupaciones son indispensables para cubrir cualquier huella o pista.

Las casa donde los heridos se quedan no pueden ser conocidas por nadie con la sola y exclusiva excepcion de un pequeno grupo de camaradas que están a cargo de su tratamiento y transporte.

Sabanas, ropa ensangrentada, medicina, y otra clase de indicacion de tratamiento de un camarada herido en combate con la policia, debe de ser completamente eliminado de los sitios que ellos visitan para recibir tratamiento.

Seguridad de la Guerrilla

La guerrilla urbana vive en constante peligro de la posibilidad de ser descubierto o denunciado. El problema del jefe de seguridad es de cersioralse de que estamos bien escondidos y bien guardados, y de que hay metodos seguros de mantenerse fuera del alcanse de la policia.

El peor enemigo de la guerrilla y el mayor peligro que corremos es la infiltracion en nuestra organizacion de un espia o un informante.

El espía atrapado dentro de nuestra organizacion sera castigado a muerte. Lo mismo va para el que deserta e informa la policía.

Una buena seguridad es la aseguranza de que el enemigo no tiene espias o agentes infiltrados en nuestro medio y no puede recivir informacion de nosotros por medios distantes o indirectos. La manera fundamental de para asegurarnos de esto es de ser estrictos y cuidadosos en el reclutamiento.

Ni es permisible para ninguno de conocer todos o todo. Cada persona solo debe de saber lo que se relaciona con su trabajo. Esta regla es el punto fundamental en los abc’s de la seguridad de la guerrilla urbana.

La batalla en la que nos estamos enfrentando al enemigo es ardua y dificultosa porque es una pelea de las masas. Cada clase lucha en una batalla de vida o muerte cuando las clases son antagonistas.

El enemigo quiere aniquilarnos y pelea para encontrarnos y destruirnos, asi que nuestra gran arma consiste de escodernos de el y atacarlo por sorpresa.

El peligro de la guerrilla urbanaes que el se pueda revelar por medio de la imprudencia o por medio de falta de clase vigilante. No se admite que la guerrilla urbana de su propia u otra direccion clandestinaal enemigo o que hable mucho. Anotaciones en el margin de los periodicos, documentos perdidos, targetas de llamadas, cartas o notas, todas estas son huellas para la policia.

Direcciones y libros de telefono deben de ser destruidos y uno no debe escribir o guardar papeles; es necesario evadir el mantener archivos de nombres legales o ¡legales, informacion biográfica, mapas, y planos. Los puntos de contacto no se deben escribir sino memorizar.

La guerrilla urbana que viola estas reglas debe de ser advertido por el primero que se de cuenta, y si persigue, se debe de dejar de trabajar con el.

La necesidad de la guerrilla urbana de moverse constantemente y a relativa proximidad de la policía, dadas las circumstancias de una red policiaca estratégica que esta alrededor de la ciudad, fuerzas que adoptan metodos variables de seguridad dependiendo en los movimientos del enemigo.

Por esta razón es necesario mantener un servicio de noticias diario acerca de lo que el enemigo aparece que hace, donde esta la red de la policia operando y en que sitios de estrangulacion ellos vigilan. El leido diario de las noticias policíacas en los periodicos es una gran fundacion de informacion en esos casos.

La leccion mas importante de lca, bajo ninguna circumstancia, permitir el mas remoto indicio de relajacion con el mantenimiento de las medidas de seguridad y regulaciones dentro de la organizacion.

La seguridad de la guerrilla debe de ser mantenida tambien y principalmente en casos de arresto. La guerrilla arrestada no puede revelar nada a la policia que puede perjudicar a la organizacion. No puede decir nada que le de pistas, como consequencia, a los arrestos de otros camaradas, el descubrimiento de direcciones y sitios de escondite,

la perdida de armas y municiones.

Los Siete Pecados de la Guerrilla Urbana

Asi como la guerrilla urbana aplica sus tecnicas revolucionarias con rigurisidad y precision obedece a las reglas de seguridad, el todavia esta vulnerable a los errores. No hay una guerrilla urbana perfecta. Lo mas que puede hacer es mantener su esfuerzo en disminuir su margin de error porque no es perfecto.

Uno de los metodos que podemos utilizar para disminuir el margen de error es conocer los siete pecados de la guerrilla urbana y tratar de evadirlos.

El primer pecado de la guerrilla urbana es la poca experiencia. La guerrilla urbana, ciega por su pecado, piensa que el enemigo es estupido, no considera su inteligencia, creyendo que todo es facil y, como resultado, deja huellas que pueden causar su desastre.

Por su poca experiecia, la guerrilla urbana puede sobrestimar las fuerzas del enemigo, creyendo que el es mas fuerte que ellas. Dejandose burlar por su presumpcion, la guerrilla urbana entonces se intimida, se queda inseguro e indecisivo, paralizado y falto de audacia.

El segundo pecado de la guerrilla urbana es alabarse de sus acciones que ha completado y decírselo a los cuatro vientos.

El tercer pecado de la guerrilla urbana es vanidad. La guerrilla urbana que padece de este pecado trata de resolver sus problemas de la revolucion con acciones eruptando en la ciudad, pero sin preocuparse acerca de los principios y de la supervivencia de la guerrilla en las zonas rurales.

Cegado por su triumfo, el empieza por organiva y que pone en juego todas las fuerzas y recursos de la organizacion. Ya que la cio que no podemos evadir ni romper mientras que en la guerrano ha eruptado todavia y no esta al punto del triumfo, nosotros siempre corremos el error fatal de permitir que el enemigo nos ataque con golpes decisivos.

El cuarto pecado de la guerrilla urbana es de exagerar su fuerza y tratar de hacer proyectos que le faltan fuerzas y, todavia, no tiene la infraestructura requerida. El quinto pecado del guerrillero urbano es la accion precipitada. El guerrillero urbano que comete este pecado pierde la paciencia, sufre un ataque de nervios, no espera por nada, y se tira impetuosamente a la accion, sufriendo perdidas inapreciables.

El quinto pecado del guerrillero urbano es la accíon precipitada. El guerrillero urbano que comete este pecado pierde la paciencia, sufre un ataque de nervios, no espera por nada, y se tira impetuosamentea la accion, sufriendo reveses que no necesitan mencionarse.

El sexto pecado del guerrillero urbano es el atacar al enemigo cuando esta mas enojado.

El septimo pecado del guerrillero urbano es el de no planear las cosas, y el actuar improvisadamente.

Apoyo Popular

Uno de los problemas principales del guerrillero es su identificacion con las causas populares para ganar el apoyo popular.

Cuando las acciones gubernamentales se tornan corruptas e ineptas, el guerrillero urbano, no debe de hesitar para demostrar demostrar que el se opone al gobierno y a ganar la simpatia de las masas. El presente gobierno, por ejemplo, le impone responsabilidades financieras pesadas a la poblacion en la forma de impuestos. Es la responsabilidad del guerrillero urbano entonces de atacar el sistema de pago de impuestos y de obstruir su actividad financiera, tirando todo el peso de la actividad revolucionaria en contra de ella.

El guerrillero urbano pelea no solamente por trastornar el sistema de coleccion de impuestos; el brazo de violencia revolucionario tambien tiene que estar dirigido en contra de los organos del gobierno que levantan los precios y aquellos que los dirigen, como tambien en contra de los mas ricos de los capitalistas nacionales y extranjeros y los duenos de propiedades importantes; en resumen, todos aquellos que acumulan fortunas excesivas fuera del costo alto debre, y precios y alquileres excesivos.

Monopolios extranjeros, tales como la refrigeracion y otras plantas norteamericanas que monopolizan el mercado y la manufactura de suministros de comida generales, tienen que ser sistematicamente atacados por el guerrillero urbano.

La rebellion del guerrillero urbano y su persistencia en la intervencion de las preguntas publicas es la mejor forma de asegurar el apoyo popular de la causa que defendemos. Repetimos e insistimos en repetir: es la mejor forma de asegurar el apoyo popular. Tan pronto como una seccion razonable de la poblacion comienza a tomar en serio la accion del guerrillero urbano, su exito es garantizado.

El gobierno no tiene alternativa a excepcion del de identificar la represion. La red de policia, las busquedas de casas, el aresto de personas inocente y de sospechosos, el cerrar las calles, y hacer la ciudad insoportable. La dictadura militar embarca en la persecucion politica. Los asesinatos políticos y el terror policial se hacen rutina.

A pesar de todo esto, la policia sistematicamente pierde. Las fuerzas armadas, la marina, y la fuerza aerea son mobilizados para llevar acabo las funciones policiales rutinas. Aun asi no encuentran una forma de detener las operaciones de guerrilla, ni tampoco de acabar con la organizacion revolucionaria con sus grupos fragmentados que se mueven y operan atraves del territorio nacional contagiosa y persistentemente.

La personas se rehusan a colaborar con las autoridades, y el sentimiento general es que el gobierno es injusto, incapaz de resolver problemas, y recurre solamente a la liquidizacion de sus oponentes.

La situacion politica en el pais es transformado en una situacion militar en el cual los militares aparentan ser mas y mas responsables por los errores y la violencia, mientras que los problemas en las vidas de las personas se hacen verdaderamente catastroficas.

Cuando ven que los militaristas y la dictadura estan a punto del abismo, y temiendo las consecuencias de la guerra revolucionaria que ya esta relel

irreverlos cuales siempre se encuentran dentro de las clases gobernantes, y los oportunistas de ala-derecha, amigos de la lucha sin-violencia, se unen y comienzan a circular rumores detras de «las cortinas», pidiedole al verdugo elecciones, «redemocratizacion», reformas constitucionales, y otras sencillezes disenadas para confundir las masas y hacerles parar la rebellion revolucionaria en las ciudades y las areas rurales del pais.

Pero, observando los revolucionarios, las personas ahora entienden que seria una farsa el votar en elecciones que tienen como unico objetivo, garantizar la continuacion de la dictadura militar y cubrir los crimenes del estado.

Atacando de corazon completo esta eleccion falsa y la llamada «solucion politica» tan apeladora a los oportunistas, el guerrillero urbano tiene que hacerse mas agresivo y violento, girando hacia el sabotaje, el terrorismo, las expropiaciones, los asaltos, los secuestros, ejecuciones, etc.

Esto contestaría cualquier intento de enganar a las masas con la apertura de un Congreso y la reorganizacion de los partidos politicos–partidos del gobierno y los de oposicion que permitiera–cuando todo el tiempo el parlamento y los llamados partidos politícos funcionan gracias a una licencia de la dictadura militar en un verdadero espectáculo de marionetas y perros en una cuerda.

El papel del guerrillero urbano, para poder ganar el apoyo de las personas, es el de continuar peleando, manteniendo en mente los intereses de las masas y el empeoramiento de una situacion desastroza en el cual el gobierno tiene que actuar. Estas son las circumstancias, desastrozas para la dictadura, que permitirán a los revolucionarios el abrir la guerra de guerrilla rural en el medio de una expansion incontrolable de la rebelíon urbana.

El guerrillero urbano esta envuelto en la accion revolucionaria a favor del pueblo y busca en ella la participacion de las masas en una lucha en contra de la dictadura militar y para la liberacion del pais del yugo de los Estados Unidos. Empezando con la ciudad y con el apoyo del pueblo, la guerra guerrillera rural se desarrolla rápidamente, estableciendo su infraestructura cuidadosamente mientras que la area urbana continua su rebelion.

Guerra de Guerrilla Urbana, Escuela para Seleccionar al Guerrillero

La revolucion es un fenomeno social que depende de los hombres, las armas, y los recursos. Las armas y los recursos existen en el pais y pueden ser tomados y usados, pero para hacer esto es necesario contar en los hombres. Sin ellos, las armas y los recursos no tienen ni uso ni valor. Por su parte, los hombres tienen que tener dos cualidades basicas e indispensables:

a. tienen que tener una motivacion politico-revolucionaria;

b. tienen que tener la necesaria preparacion tecnica-revolucionaria.

Los hombres con la preparacion politico-revolucionaria se encuentran entre los contingentes vastos y concienzudos de los enemigos de la dictadura militar y de la dominacion del imperilismo de EE.UU.

Casi a diario tales hombres gravitan hacian la guerra de guerrillas urbana, y es por esta razon que tan pronto que la oposicion anuncia que ya le ha ganado a la revolucion que tiene que ver como renace de nuevo de sus propias cenizas.

Los hombres que estan mejor entrenados, mas experimentados, y dedicados a la guerra de guerrillas urbana, constituyen la base para la guerra revolucionaria, y por lo tanto, de la revolucion Brazileira. De esta base es que surge el nucleo del ejercito revolucionario de liberacion nacional, levantándose de la guerra revolucionaria.

Este es el nucleo central, no de burócratas y oportunistas escondidos en la estructura organizacional, no de conferenciantes vacios, de escritores de resoluciones que permanecen en papel, sino de hombres que pelean. Los hombres que desde el principio han tenido la determinacion y han estado listos para cualquier cosa, que personalmente participan en las acciones revolucionarias, que no tienen dudas ni enganan.

Este es el nucleo indoctrinado y disiplinado con una estrategia de largo alcance y una vision tactica consistente con la aplicacion de la teoria Marxista, de los desarrollos del Leninismo y Castro-Guevarristas, aplicados a las condiciones especificas de la situacion revolucionaria. Este es el nucleo que dirigira la rebelion a la fase de guerra de guerrilla.

De ella surgiran los hombres y mujeres con el desarrollo politico-militar, uno e indivisible, cuyo trabajo sera el de los lideres futuros despues del triunfo de la revolucion, en la construccion de una nueva sociedad Brazileira.

Desde ahora, los hombres y mujeres escogidos para la guerra de guerrilla urbana son trabajadores; campesinos a quien la ciudad ha atraido por su potencial de trabajo y quien regresaran al area rural completamente indoctrinados y técnicamente preparados; estudiantes, intelectuales, y sacerdotes. Este es el material con el cual estamos construyendo– empezando la guerra de guerrillas–la alianza armada de trabajadores y campesinos, con estudiantes, intelectuales y sacerdotes.

Los trabajadores tienen conocimiento infinito de la esfera industrial y son los mejores en los trabajos revolucionarios urbanos. El trabajador guerrillero urbano participa en la lucha mediante la construccion de armas, sabotiando y preparando sabotiadores y dinamiteros, y personalmente participando en acciones envolviendo armas de mano, o organizando paros y parálisis parciales con la violencia en masa característica en fabricas, centros de trabajo, y otros lugares de trabajo.

Los campesinos tienen una intuicion extraordinaria de conocimiento de la tierra, juicio en la confrontacion del enemigo, y la indispensable habilidad de comunicar con las masas humildes. El guerrillero campesino esta participando ya en nuestra lucha y es el quien llega al nucleo de la guerrilla, establece puntos de apoyo en las areas rurales, encuentra lugares para esconder individuos, armas, municiones, suministros, organiza la siembra o cosecha de granos utilizados en la guerra de guerrillas, escoge los puntos de transporte, puntos de cria de ganado, y las fuentes de suministros de carnes, entrena los guias que ensenan al guerrillero urbano las carreteras, y crea un sistema de informacion en el area rural.

Los estudiantes se destacan por ser políticamente crudos y rudos y por lo tanto rompen todas las reglas. Cuando son integrados en la guerra de guerrillas urbana, como esta ocurriendo ahora en gran escala, ensenan un talento especial para la violencia revolucionaria y pronto adquieren un alto nivel de destreza politico-tecnico-militar. Los estudiantes tienen bastante tiempo libre en sus manos porque son sistematicamente separados, suspendidos y echados de la escuela por la dictadura y asi empiezan su tiempo ventajosamente a favor de la revolucion.

Los intelectuales constituyen la vanguardia de la resisitencia a los actos arbitrarios, las injusticias sociales, y la inhumanidad terrible de la dictadura de las guerrillas. Ellos expanden la llamada revolucionaria y tienen una gran influencia en la poblacion. El guerrillero urbano intelectual o ta es el adherente as moderno de la revolucion Brazílena.

Los hombres de iglesia, es decir, aquellos ministros o sacerdotes de varias berarquias y denominaciones, representan un sector que tiene habilidad especial para comunicarse con el pueblo, particularmente los trabajadores, campesinos, y la mujer Brazileira. al sacerdote que es un guerrillero urbano es un ingrediente poderoso en la guerra revolucionaria Brazileira, y constituye una arma poderosa en contra del poder militar y el imperialismo norte americano.

Con respecto a la mujer Brazilena, su participacion en la guerra revolucionaria, en particular la guerra de guerrilla urbana, ha sido distinguido por su espiritu luchador y tenacidad sin limite, no es solamente por suerte que tantas mujeres han sido acusadas de participacion en las acciones de guerrilla en contra de bancos, centros militares, etc., y que tantas están en prision mientras que tantas otras todavia son buscadas por la policia. Como una escuela para escoger al guerrilla, la guerra de guerrilla urbana prepara y coloca al mismo nivel de responsabilidad y eficiencia a hombres y mujeres que omparten los mismos peligros de luchar, buscar suministros, servir como mensajeros o corredores, o choferes, o navegantes, o pilotos de aviones, obteniendo informacion secreta, y ayudando con la propaganda o el trabajo de índoctrinacion.

Fuente | Carlos Marighela, junio 1969 | Versión circulada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los EEUU a fuerzas contrarrevolucionarias centroamericanas y a egresados de la Escuela de las Américas en los años 1980. Parece ser una traducción al castellano elaborada sobre una traducción al inglés del original en portugués. | Esta Edición: Marxists Internet Archive, 2000.

Sobre la seguridad: tenencia de documentos por el Movimiento de Liberación Nacional ("Tupamaros") de Uruguay

Una regla general que siempre deberá tenerse en cuenta, es la de conservar las casas limpias de papeles y documentos.

Todo documento que no sea necesario o haya cumplido su función, deberá ser quemado.

Otra regla general sería la de no llevar nunca encima papeles comprometedores.

En caso de tener que guardar papeles o documentos, se tendrán en un lugar bien disimulado y todos juntos en un bolso o portafolios, de modo que puedan evacuarse rápidamente.

Incluso, tienen que estar en un sitio que pueda ser indicado a alguien para que los evacue en caso de nuestra imposibilidad de hacerlo.

De tener que llevar encima estos papeles, que sea el tiempo más breve posible.

Cuando los compañeros viajen en vehículos, (principalmente en motos y bicicletas), deben prever que en caso de accidente, al quedar inconscientes o heridos, alguien puede revisar los bolsos o la ropa en busca de documentos de identidad, y encontrar los papeles comprometedores.

Nota: Este tipo de documento, de vigencia prácticamente permanente -de ser posible- en lugar de destruirlo devuélvaselo a quien se lo entregó para que pueda seguir cumpliendo su función en forma controlada.

De no ser posible o muy dificultoso, entonces destrúyalo.

Fuente | Primera publicación: Como parte de la «Circular no. 5» sobre la seguridad, fechada 3 de junio de 1968 | Esta edición: Marxists Internet Archive, enero de 2005.

Presentación de "Tesis sobre el guerrillerismo" por N. Moreno (Miguel Capa), Eugenio Greco y Alberto Franceschi, 1973

El triunfo de la revolución cubana fue una conquista colosal del movimiento de masas que instauró el primer estado obrero en América Latina, a muy pocos kilómetros del más poderoso imperialismo del planeta. Pero, al mismo tiempo, provocó entre los luchadores antiimperialistas de nuestro subcontinente una adhesión amplísima a la que, según Castro y el Che Guevara, habría sido la estrategia victoriosa: el «foco» guerrillero. Miles de jóvenes en casi todos nuestros países asumieron como suya la concepción guerrillerista y tomaron las armas. Quince años después, esa generación de revolucionarios había sido aniquilada. Tal fue el resultado, sin ninguna excepción, de las experiencias de Yon Sosa y Douglas Bravo, los Tupamaros, el ERP y los Montoneros rioplatenses, De la Puente Uceda en el Perú, Marighela en Brasil y el propio Che en Bolivia. En muchos países, el accionar guerrillero fue, también, un catalizador fundamental de golpes de estado fascistoides, que causaron durísimas derrotas al movimiento obrero y de masas; tal el caso, por ejemplo, de la Argentina y el Uruguay.

Entre las corrientes que se reclaman socialistas cundió también la borrachera guerrillerista, que abarcó desde organizaciones pequeñoburguesas como el MIR chileno hasta toda un ala del trotskismo encabezada por Mandel. En cambio, el guerrillerismo fue combatido, desde la derecha, por los partidos comunistas y, desde la izquierda, por la tendencia trotskista encabezada por el Socialist Workers Party de los Estados Unidos y el Partido Socialista de los Trabajadores (hoy Movimiento al Socialismo ) de la Argentina. Esta tendencia, que constituyó la Fracción Leninista Trotskista , se dividiría años más tarde. El SWP norteamericano giró 180 grados y hoy reniega de aquellas posiciones. Nuestra corriente, la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (LIT-CI) , las sigue defendiendo.

Los argumentos con que los stalinistas y los trotskistas de la FLT combatíamos la concepción y estrategia guerrillera eran, por supuesto, opuestas por el vértice. Los stalinistas preconizaban por aquel entonces la existencia de una «etapa» burguesa y antifeudal de la revolución latinoamericana, a la cual había que defender frente al «fascismo». Semejante definición los conducía a frenar todo tipo de lucha, fuera guerrillera o de masas, en todos lados: defendieron a Batista contra Castro y a Somoza contra los sandinistas; paralizaron a los trabajadores chilenos bajo Allende para no desestabilizar lo que denominaron «vía chilena» de la revolución, es decir, la «vía pacífica al socialismo».

Nuestra corriente, al tiempo que combatía esta concepción etapista y reformista de los stalinistas, sostenía que el triunfo de la revolución sería fruto de la movilización de masas, y no de las acciones de una élite de combatientes guerrilleros aislados. Las catástrofes de Chile en un polo y las desventuras guerrilleras en el otro nos dieron la razón.

Tras la derrota de estas guerrillas castro-guevaristas de la «primera época», el guerrillerismo prácticamente había desaparecido de América Latina. Los escasos sobrevivientes o bien quedaron moral y políticamente deshechos, o bien terminaron de asesores de gobiernos burgueses con vestiduras izquierdistas. Este último triste fin fue, por ejemplo, el de Béjar ocupando altas funciones bajo el régimen militar de Velazco Alvarado, y el de Régis Debray, asesor del gobierno imperialista de Mitterrand. El propio líder montonero argentino Firmenich, desde la cárcel, sólo levanta su voz para pedir un lugarcito en la estructura de un partido burgués reaccionario como es el peronismo.

Se podría pensar que el guerrillerismo estaba definitivamente acabado en Latinoamérica. Pero no fue así. El triunfo de la revolución nicaragüense ha vuelto a impactar en el mismo sentido sobre sectores importantes de la juventud antiimperialista. Han renacido las guerrillas, como lo demuestran el FMLN en El Salvador, el M-19 y otros grupos en Colombia, Sendero Luminoso en el Perú… Ante esta realidad, quienes combatimos el guerrillerismo en el pasado, denunciándolo como un callejón sin salida para los revolucionarios latinoamericanos, que sólo podía llevarlos a una muerte heroica pero inútil y a provocar derrotas para el movimiento de masas, debemos salir nuevamente al cruce de una política y estrategia tan nefasta para los trabajadores latinoamericanos y los luchadores antiimperialistas.

Las Tesis que presentamos a continuación son sólo un primer paso en el duro debate que se reinicia. Como no tienen un carácter concreto sino de reafirmación general de los principios del socialismo obrero revolucionario, queremos, en esta introducción, señalar algunos aspectos particularmente importantes de la realidad de las revoluciones dirigidas por organizaciones guerrilleras o que hicieron guerrillas.

¿Quién hace la Revolución? ¿La Guerrilla o las Masas?

Desde Mao en adelante parece darse casi una ley: cuando triunfa una revolución cuya dirección fue guerrillera o hizo guerrillas, se produce y generaliza una concepción equivocada: quien triunfó fue la guerrilla, no el movimiento de masas. Sin embargo, la realidad indica lo contrario: jamás triunfó una organización guerrillera en base a su estrategia guerrillera (más bien siempre fueron derrotadas); siempre que hubo triunfos revolucionarios ellos fueron producto de grandes movilizaciones revolucionarias de masas. Algunas direcciones, como la castrista, ocultaron esa realidad; otras, como la sandinista, la reconocieron. Pero así fue.

En el caso chino, la “Gran Marcha” fue en realidad una gran huida. Desde el punto de vista militar, el P.C. estaba cada vez peor, casi derrotado, aunque mantenía una poderosa influencia como partido político. Lo que salvó a Mao fue, paradógicamente, la invasión japonesa. Toda China se levantó contra los japoneses. En toda ciudad, pueblo o aldea chinos surgieron organismos de resistencia al invasor, en los cuales participaban desde los trabajadores y campesinos hasta importantes sectores de la burguesía. Mao, inteligentemente, volcó su partido hacia esas organizaciones de masas de resistencia y ese fue el secreto de su victoria. Mao fue, sí, la dirección política de la revolución china. Pero no por haber hecho guerrillas —independientemente de que ello fuera necesario en su momento como táctica militar defensiva—, sino por el papel político que jugó como dirección del multitudinario levantamiento de las masas contra el imperialismo japonés.

La experiencia cubana tiene elementos comunes con la china. Las dos acciones guerrilleras que reivindica Fidel Castro, el asalto al Moncada y el desembarco del Gramma, terminaron en sendas catástrofes militares. Pero Castro era un gran dirigente político de masas, la máxima figura de izquierda de un partido burgués de masas opositor a Batista, el Partido Ortodoxo. Fue el levantamiento contra la dictadura batistiana de los semiproletarios agrícolas y los campesinos pobres primero y de la clase obrera y el pueblo urbano después, quienes dieron su fuerza al Ejército Rebelde, desmoralizaron a las tropas del régimen y, por medio de la huelga general, abrieron las puertas de las ciudades fundamentales de Cuba al triunfo total de la revolución.

Guevara, que se declaraba discípulo de Mao y de su estrategia de “Guerra Popular Prolongada”, de la periferia hacia el centro, del campo hacia la ciudad, extrajo de la experiencia cubana conclusiones opuestas a la realidad. Quizás por no ser él mismo un dirigente político de masas, teorizó esas falsas concepciones llevándolas al extremo. De allí surgió la teoría del “foco” guerrillero: la simple instalación de un reducido grupo de combatientes en alguna zona de difícil acceso para el ejército ya era el comienzo de la revolución; ese pequeño grupo iría ganando el apoyo de la población local y extendiendo su acción hasta convertirse en un ejército y pasar de la guerra de guerrillas a la guerra convencional contra el ejército enemigo. En el esquema del Che, las condiciones objetivas eran necesarias sólo en el sentido de que hubiera una gran miseria de las masas y un régimen odiado; lo demás venía solo, como producto de la voluntad y heroísmo combatiente de un puñado de luchadores. La disposición o no de las masas a entrar en lucha no era tomada en cuenta por la estrategia foquista como un factor objetivo. Por supuesto, el Che reconocía la necesidad de un apoyo de masas para que la guerrilla triunfara. Pero ese apoyo de masas se lograría a fuerza del voluntarismo de los combatientes, no como una disposición de las masas para salir a la lucha. Era, en ese sentido, claramente antileninista, ya que Lenin siempre ubicó a la movilización revolucionaria de las masas como un factor objetivo, independiente de la voluntad de los revolucionarios.

La influencia de esta teoría y estrategia castro-guevarista impregnó a todos los guerrilleros latinoamericanos. Es cierto que el auge de las luchas urbanas a fines de los ’60 y durante los ’70 (estallido estudiantil-popular en México en 1968, “Cordobazo” argentino de 1969, etc.), junto a varias derrotas de la guerrilla rural, hicieron surgir una variante guerrillera urbana. Pero ella se basaba en los mismos principios que el foquismo rural guevarista: la “propaganda armada”, es decir el terrorismo urbano “enseñaría” a los trabajadores y al pueblo de las ciudades la necesidad de la lucha armada y los llevaría a apoyar a la guerrilla.

En el caso nicaragüense, los sandinistas estaban divididos en diferentes alas, desde la “Proletaria” que preconizaba las acciones urbanas, hasta la denominada “Guerra Popular Prolongada”, más cercana a la ortodoxia maoísta. Pero todas ellas, tras largos años de combates contra Somoza, estaban diezmadas y reducidas a su mínima expresión. En las vísperas mismas de la revolución nicaragüense, entre todas, sumaría 50 o 100 militantes. Estando la guerrilla sandinista militarmente casi acabada, estalló la insurrección de las masas tras el asesinato de Chamorro. El sandinismo se lanzó a la ofensiva, pero si bien ella sirvió para distraer fuerzas gubernamentales hacia los frentes sur y del norte, no fue esa ofensiva militar la que dio el triunfo a la revolución. Somoza cayó por la acción insurreccional de las masas urbanas, a la cual frecuentemente los destacamentos armados del sandinismo llegaban tarde o directamente no llegaban. Pero el sandinismo, que tuvo el gran mérito político, no militar, de ser opositor intransigente y enemigo mortal de Somoza, fue visto por las masas como su dirección política. El pueblo insurrecto se llamaba a sí mismo “sandinista”, aunque no hubiera presente un solo militante ni combatiente sandinista. La dirección sandinista vio el proceso insurreccional y, abandonando toda teoría guerrillerista, se volcó hacia él, ganándose el papel de dirigente político de la revolución.

Tuvo, además, el gran mérito y honestidad de reconocer la realidad tal cual fue. El comandante sandinista Luis Carrión señaló: “ El elemento predominante de nuestra guerra ha sido la insurrección ”. El comandante Joaquín Cuadra relató: “ Estallaban miniinsurrecciones espontáneas que demostraban una gran combatividad y una extraordinaria firmeza por parte de las masas, mientras que las estructuras políticas y militares de vanguardia experimentaban un notorio retraso ”. El comandante Javier Carrión sintetizó: “ La guerra se ganó prácticamente por la participación del pueblo, sin eso, nosotros no hubiéramos hecho gran cosa ”. Y el propio comandante Ortega dijo: “ … el peso fundamental de la lucha armada lo llevó nuestro pueblo… Podríamos decir que las masas estuvieron permanentemente insurrectas… La insurrección popular en Nicaragua… fue un fenómeno que parió todo el pueblo y fundamentalmente nuestros más humildes, más explotados y oprimidos trabajadores del campo y la ciudad… Fueron nuestras masas las que le dijeron a su vanguardia, el Frente Sandinista: ‘¡Esta es la forma de lucha!’. Nosotros, la vanguardia, no hicimos más que ponernos al frente de esa voluntad, de esa decisión, de esa actividad popular ” (Citado por Leonel Giraldo, Centroamérica entre dos fuegos , Norma, Bogotá, 1981, p.p.. 33-35).

Lo mismo que hemos dicho de China, Cuba y Nicaragua podríamos demostrarlo en cualquier otra revolución triunfante, con dirección política guerrillera o sin ella. No es una organización militar la que hace una revolución; las revoluciones las hacen las masas. No es una dirección militar la que dirige una revolución; las revoluciones las dirigen direcciones políticas, es decir, organizaciones o líderes con quienes las masas identifican políticamente sus intereses.

Por esa razón, mantenemos con más fuerza que nunca tras el triunfo de la revolución nicaragüense que es absolutamente necesario combatir políticamente la estrategia guerrillerista y a las organizaciones que la defienden y la llevan a la práctica. Si son la masas las que hacen las revoluciones, toda prédica, propagandística o práctica (a través de acciones) de que es una ínfima minoría de guerrilleros la encargada de hacer la revolución, es un factor de profunda desmovilización del movimiento de masas, va en contra de la revolución.

Es obligación de los marxistas decirle la verdad a las masas: ¡Son ustedes y sólo ustedes los que pueden solucionar sus problemas si se movilizan en forma multitudinaria y apelando a todos los métodos para luchar contra los explotadores, el imperialismo y el gobierno de turno! ¡No hay pequeño grupo ni minoría, por más heroica que sea, que los salve de la miseria y la represión! ¡Hagan ustedes la revolución, porque es necesaria, porque no hay otro camino y porque nadie la va a hacer por ustedes! ¡Las minorías fracasan! ¡Ustedes, la mayoría pueden y deben vencer!

El Problema Militar

Todo lo anterior no niega una verdad de a puño: no hay revolución que destruya el aparato de estado existente, en particular a las fuerzas armadas, si no se desarrolla un aparato militar de la revolución. Este punto abre el segundo gran debate con los guerrilleristas.

El guerrillerismo tiene la concepción elitista acumulativa, gradualista de la cuestión del armamento. Elitista porque no ve el armamento como armamento de las masas, es decir como armamento de las organizaciones de masas, sino como armamento de “la vanguardia”, esto es de la propia organización guerrillera. Gradualista porque concibe el armamento como un proceso acumulativo, de menor a mayor, que comienza con el armamento del grupo que inicia la guerrilla y culmina en el armamento de un “ejército popular” capaz de enfrentar y derrotar al ejército burgués en una guerra convencional.

Nuestra concepción es opuesta y está sintetizada en el documento que estamos introduciendo, cuando decimos que, si el proletariado quiere armarse no hay nadie que se lo pueda impedir y, que si no quiere hacerlo, no hay nadie que lo logre. Esto es extensivo a cualquier otro sector del movimiento de masas, por ejemplo los campesinos.

Hace ya muchos años, en la polémica con los guerrilleristas de la “primera época”, pusimos como ejemplo el caso boliviano. El 21 de agosto de 1971, el general Banzer lanzaba su golpe de estado ultrarreaccionario contra el débil gobierno populista del general Torres. Sectores del movimiento de masas salieron a enfrentar el golpe en las calles, y a ellos se sumaron las organizaciones guerrilleristas bolivianas. Fueron derrotados, pero lo que aquí interesa es qué sucedió en esas pocas horas con el problema del armamento. Así relató lo ocurrido Hubo González Moscoso, un dirigente trotskista fanático de la guerrilla: “ La lucha fue feroz y heroica: más de 5,000 combatientes —pero el 90 por ciento de ellos sin armas… A último momento, el asalto a un depósito de armas nos proporcionó 1,300 rifles de la guerra del Chaco… ” (Our rol inrol in battling against the military coup”, Intercontinental Press , New York, 1-11-71, Número 38, vol. 9).

El balance está claro. Entre el Ejército de Liberación Nacional, el Partido Obrero Revolucionario (Combate) de González y el resto de grupos guerrilleristas, que se venían preparando desde hacía entre 5 y 10 años para la “lucha armada”, sólo habían logrado reunir 500 armas (el 10 por ciento de 5,000 combatientes). Pero cuando entró a tallar el movimiento de masas, logró, en cuestión de horas, 1,300 fusiles.

Este caso no es excepcional, sino la regla de todas las revoluciones. Los obreros revolucionarios rusos, en pocos meses, lograron enormemente más armas que todas las que acumularon durante décadas los terroristas rusos. La propia experiencia nicaragüense lo confirma: los insurrectos de las ciudades se armaban como podían pero en forma masiva, sin necesidad de esperar las armas de los sandinistas. Estos, por su parte, si tenían muchas armas no era como producto de una acumulación, sino de la ayuda de la socialdemocracia europea y algunos gobiernos burgueses latinoamericanos, que afluyó hacia ellos después de que comenzó la insurrección masiva en Nicaragua y no antes. Y si esos gobiernos, enemigos mortales de toda revolución, enviaron tal ayuda a los sandinistas, ello sucedió por la presión y simpatía de las masas mundiales a favor de una revolución contra el odiado Somoza. El propio armamento sandinista fue, pues, un producto indirecto de la movilización de masas.

Esto demuestra que el armamento es, ante todo, una tarea política que, como tal, depende estrechamente de la disposición a la lucha de movimiento de masas. Por eso mismo no se produce en forma gradual, sino a través de un salto espectacular, cuando son las propias masas las que se proponen armarse. Entonces, no hay quien pueda detenerlas, ya que son trabajadores quienes están en las fábricas de armas y son trabajadores uniformados quienes las manejas y las almacenan en los arsenales. Esto último podría discutirse en el caso de ejércitos superprofesionales de mercenarios, como dicen que era la Guardia Nacional somocista. No conocemos lo suficiente como para tomar posición en ese caso concreto, pero sí es público el testimonio del propio Castro de cómo, a medida que se desmoralizaba el ejército batistiano, comenzaban a pasarse sectores de la tropa hacia el Ejército Rebelde.

Allí radica otra diferencia central con el programa militar de los guerrilleros. Ellos prácticamente no tienen política hacia la base del ejército burgués: su línea maestra es ir a una guerra de ejército contra ejército. El leninismo, en cambio, plantea no una sino dos herramientas para el armamento de las masas: por un lado la creación de destacamentos de autodefensa y milicias de trabajadores; paralelamente, la actividad política sobre la base del ejército para ganarla para la revolución oponiéndola a la casta contrarrevolucionaria de los oficiales.

Esta actividad requiere de consignas propias, específicas, que defiendan los intereses, reivindicaciones y derechos sindicales y políticos de la tropa, frente al verticalismo militar, la prepotencia de los oficiales y el intento de utilizarla como carne de cañón contra el pueblo. En síntesis, un programa de transición para desarticular al ejército burgués ya que, como decía Trotsky, la insurrección no es una lucha contra el ejército sino por el ejército.

Tomada así, como tarea política que es, el leninismo se opone a la concepción guerrillerista de construcción de un aparato militar por fuera del movimiento y las organizaciones de masas. Sostiene como principio la construcción de un aparato militar, sí pero de las organizaciones de masas. Tal fue el caso del Comité Militar Revolucionario del Soviet de San Petersburgo, que fue quien realizó la insurrección de Octubre. Un ejemplo que se vio confirmado en infinidad de oportunidades, entre otras con la construcción de las milicias sindicales y campesinas que derrotaron al ejército burgués durante la revolución boliviana de 1952. Lo mismo podríamos decir de las organizaciones barriales de masas que hicieron la insurrección contra Somoza en Nicaragua.

¿Guerra Rural o Insurrección Urbana?

Queda en pie una última cuestión en la que nos interesa detenernos, el carácter claramente urbano que va adquiriendo cada vez más la revolución en toda América Latina. Los guerrilleristas más ortodoxos se niegan directamente a reconocerlo, como ocurre con el ELN colombiano, que sigue adhiriendo a la concepción de la “guerra popular prolongada” al estilo maoísta. Sin embargo, esta tendencia es una realidad palpable, como ya dijimos desde fines de la década de los ’60.

La revolución bajo la forma predominante de una guerra campesina o rural dominó claramente en el norte de América Latina desde, como mínimo, la revolución mexicana de comienzos de siglo (que, según algunos autores, fue campesina en el norte, pero del proletariado rural no organizado como clase sino en los pueblos en la zona de Zapata). Así se dieron desde el movimiento de Sandino hasta la revolución cubana, pasando por la guerra civil en Colombia, conocida como “la violencia”. (En el Cono Sur latinoamericano, en cambio, los procesos revolucionarios y la lucha de clases en general, tuvieron desde fines del siglo pasado un carácter claramente urbano y proletario, debido al desarrollo industrial y al peso específico y tradiciones de la clase obrera. En algunos países del Cono Sur (Perú, Brasil, Bolivia) hubo o hay también un fuerte componente campesino o rural, pero no es lo dominante).

Sin embargo, hace ya dos décadas que en toda América Latina, incluyendo el norte, la revolución es predominantemente urbana, reflejando entre otras cosas, el fulminante proceso de concentración de la población en grandes ciudades como Sao Pablo, Río de Janeiro, Lima, Bogotá, México, etcétera.

En El Salvador, el gran auge revolucionario, infinitamente más poderoso que la actual guerrilla rural del FMLN, fue el proceso urbano y obrero que derrocó al general Romero pocos meses después de la caída de Somoza. Si ahora domina la escena la guerrilla rural, ello se debe a la traición del stalinismo, que compartió el gobierno con el coronel Majano y desmovilizó a las masas, permitiendo el rearme de la contrarrevolución y el genocidio de la vanguardia revolucionaria salvadoreña en las ciudades. Por esa razón, como medida defensiva ante una derrota causada por un crimen político, cobró auge la actual guerrilla. Pero todo indica que el proceso vuelve a desplazarse hacia las ciudades y hacia el movimiento obrero.

En Colombia, un país de gran tradición guerrillera rural de masas, el mayor suceso revolucionario de las últimas tres décadas fue el paro cívico nacional de 1977, una movilización con eje casi absoluto en las ciudades.

Si esto es así, si la revolución latinoamericana asume un carácter claramente urbano y en la mayoría de los países nítidamente obrero, la actualidad de la insurrección como vía para la revolución se hace evidente. Que ella se dará combinada con todo tipo de luchas y métodos, guerrilleros y no guerrilleros, en el campo, es una verdad absoluta. Pero que no habrá triunfo de la revolución sino a través de una insurrección victoriosa en las ciudades es una verdad tanto o más importante que la anterior. En consecuencia, las enseñanzas de los bolcheviques, de quienes los trotskistas ortodoxos nos consideramos herederos, acerca del carácter, el programa, la táctica y el programa militar de la revolución, se hacen más actuales que nunca. Para recuperar esas enseñanzas y hacerlas carne en la vanguardia de luchadores revolucionarios latinoamericanos y en el movimiento obrero y de masas, el debate contra la concepción y estrategia guerrilleristas es una necesidad impostergable.

Lo nuevo: el Guerrillerismo Stalinista

En este debate ha entrado a terciar, al lado de los guerrilleros auténticos, un segundo contrincante: los partidos comunistas latinoamericanos. Ellos han pasado de enemigos acérrimos a admiradores entusiastas, propagandistas y, en algunos casos —P.C. salvadoreño, FPMR chileno— actores de la guerrilla. Este brusco giro a la izquierda, que abarca muchos otros aspectos de la política de los PCs latinoamericanos y del “tercer mundo”, fue dictado por poderosas razones. Las revoluciones cubana y nicaragüense se hicieron no sólo al margen sino en contra de los PCs. El ascenso revolucionario de las masas y el surgimiento de direcciones independientes de tipo pequeñoburgués revolucionario, como los sandinistas y en su momento Castro, hicieron sonar las sirenas de alarma en el Kremlin. La vieja política de la burocracia soviética y sus agencias en el extranjero de impedir la revolución defendiendo directamente a regímenes monstruosos como los de Batista y Somoza, ya no servía. La revolución cubana pudo ser la excepción que confirma la regla; pero una segunda revolución triunfante, la nicaragüense, ya era demasiado. Por eso abandonaron la vieja política y dieron el giro.

La esencia del giro a la izquierda del stalinismo podría resumirse de la siguiente forma: si ya no podemos impedir las revoluciones oponiéndonos frontalmente a ellas, destruyámoslas desde adentro. Para eso, en lugar de seguir acusando a las direcciones guerrilleristas y al resto de la izquierda de ultras y provocadores a sueldo del imperialismo, unámonos a ellos en un frente de izquierda; participemos de las luchas, incluso armadas, en vez de oponernos a toda lucha; por esa vía, con paciencia y aparato, terminaremos controlando nosotros.

Esta nueva táctica ya le ha dado al stalinismo un éxito importante en El Salvador. Los guerrilleros salvadoreños odiaban a los regímenes proimperialistas y querían destruirlos, igual que los sandinistas odiaban y querían destruir a Somoza. Pero desde que el P.C. salvadoreño se unió a ellos en la guerrilla y comenzó a controlarla, el programa del FMLN ha ido bajando de tono hasta llegar a su propuesta actual: ya no se habla de liquidar a Duarte sino de establecer un “diálogo nacional” para “reorganizar” al gobierno genocida. En el camino quedó el cadáver de uno que se oponía: Salvador Cayetano Carpio.

En otra oportunidad podremos detenernos en todos los aspectos políticos y programáticos del giro a la izquierda del stalinismo latinoamericano. Lo que aquí queremos enfatizar es que el nuevo auge del guerrillerismo que estamos viviendo puede tener efectos mucho más nefastos que la oleada anterior, precisamente porque ahora el stalinismo lo apoya e interviene en él.

La estrategia guerrillerista, criminalmente equivocada, expresa las limitaciones de clase de honestos luchadores, apasionados por hacer una revolución. Lo mismo podría decirse del entusiasmo por la guerrilla que se ha despertado en la base de los PCs, revolucionaria ferviente, aunque engañada por su dirección.

La dirección stalinista, en cambio, es fría y conscientemente contrarrevolucionaria. Propagandizar o hacer guerrilla es un buen negocio para ella precisamente porque es una estrategia que no conduce a la revolución sino a su derrota. La guerrilla impide o dificulta que los trabajadores se autoorganicen y movilicen democráticamente, ya que impone una organización militar. Eso es precisamente lo que los stalinistas necesitan para poder seguir siendo una burocracia. La guerrilla da una salida hacia afuera de la clase trabajadora a miles de luchadores impacientes por hacer una revolución. Eso le conviene a los burócratas para que no surja una dirección revolucionaria de la clase obrera y las masas.

Por el prestigio de la dirección sandinista y por el refuerzo que significa el cambio de posición del stalinismo, el combate político contra el guerrillerismo de quienes estamos por la revolución socialista y por la construcción de un partido obrero revolucionario que la conduzca, debe ser y será encarnizado. Derrotar la concepción y estrategia guerrillerista es imprescindible para evitar nuevos y sangrientos contrastes de los trabajadores y un nuevo exterminio de otra generación de luchadores honestos y valientes.

Fuente | Eugenio Greco, 1973 | Edición electrónica: Secretariado Centroamericano, Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo, Julio, 2001. | Fuente: Cuadernos Obreros, Tegucigalpa, 1993. | Esta edición: Marxists Internet Archive, 2001.

Tesis sobre el Guerrillerismo, Miguel Capa (Nahuel Moreno) Eugenio Greco & Alberto Franceschi, 1973

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El programa del trotskismo es hacer la revolución socialista mundial, movilizando en forma permanente a la clase obrera hasta lograr la destrucción del sistema imperialista mundial, la toma del poder por la clase obrera internacional y la construcción del socialismo a nivel mundial. Para llevar adelante este programa, el trotskismo se plantea la construcción de la Internacional, el Partido Mundial de la Revolución Socialista, sin cuya conducción la revolución socialista mundial no podrá triunfar. Por eso, las dos únicas estrategias generales del trotskismo son: la movilización permanente de la clase obrera y las masas para la toma del poder y la construcción del partido. En relación a su programa y sus estrategias, todo lo demás es táctico. No tenemos acuerdos programáticos ni estratégicos con ninguna corriente, movimiento, tendencia o partido cuyo programa, organización y/o metodología sean opuestos a la movilización independiente, democráticamente autoorganizada y permanente de los trabajadores a nivel internacional y nacional y a la construcción de la Internacional y sus secciones nacionales.

 

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La revolución obrera socialista, como toda revolución en la historia, también es popular. La clase obrera no puede tomar y ejercer el poder si no es con la movilización y el apoyo de la mayoría de la población, es decir, sin la alianza de los trabajadores con las masas populares no proletarias explotadas y oprimidas por el sistema capitalista imperialista, sus regímenes y gobiernos.

La necesidad de la alianza obrero-campesina-popular para hacer la revolución socialista e instaurar la dictadura del proletariado se expresa en el terreno político, en la obligación del partido obrero revolucionario de realizar una política de alianzas con las direcciones políticas de esas clases y capas sociales. Esas alianzas no sólo son lícitas, sino imprescindibles para movilizar a las masas y tomar el poder. Así lo demuestra la experiencia de los bolcheviques, que debieron pactar con los Socialistas Revolucionarios de Izquierda para llevar a los soviets al poder en Rusia en 1917 con el apoyo del campesinado.

Pero esta política de alianzas sólo conduce a la revolución socialista si la clase obrera y su partido revolucionario se mantienen independientes, actuando como dirección, como caudillo de todo el pueblo. Esto es así porque las direcciones pequeñoburguesas y burguesas son enemigas mortales de la movilización permanente y democráticamente autoorganizada de los trabajadores, de la toma del poder por éstos y de la revolución socialista. Toda alianza con esas direcciones es, por lo tanto, táctica, momentánea, un acuerdo para la acción común. Su objetivo es movilizar a las masas en la forma más amplia posible. Sólo puede y debe realizarse cuando esas direcciones encabezan, promueven o abren una brecha para la movilización de masas. Y está destinada a romperse apenas esas direcciones traicionen al proceso revolucionario, como es inevitable por su carácter de clase. Así ocurrió también en Rusia, donde los Socialistas Revolucionarios de Izquierda rompieron rápidamente con los bolcheviques y se pasaron a combatir en el campo de la contrarrevolución contra el poder soviético.

 

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El surgimiento de direcciones pequeñoburguesas independientes del stalinismo que han dirigido revoluciones triunfantes, como fue en su momento el castrismo y es ahora el sandinismo, puede llevarnos al error de creer que con estas direcciones y sus organizaciones nos une una estrategia común: la de hacer la revolución política contra el régimen burgués de turno e independizar al país del imperialismo. Sería un error grave, ya que no tenemos ninguna estrategia común con esas direcciones pequeñoburguesas independientes del stalinismo. Ellas, como cualquier dirección pequeñoburguesa, oscilan entre la burguesía y la clase obrera. Juegan, ora un papel progresivo, ora un papel reaccionario. Pero a la larga es inevitable que traicionen a la revolución, en algún punto del proceso revolucionario, por esa profunda razón de clase: son pequeñoburguesas.

Para nosotros, la revolución política es un momento de la revolución socialista. Por eso si bien podemos coincidir con ellas en derribar a una dictadura proimperialista, no coincidimos en quién debe reemplazarla. Ellas están totalmente dispuestas, como lo demostraron el castrismo con Urrutia y el sandinismo con Chamorro y Robelo, a sustituir la dictadura por un gobierno burgués de colaboración de clases. Nosotros luchamos para que tome el poder la clase obrera para hacer la revolución socialista. Y, si podemos, lo hacemos inmediatamente ya que lo peor que le puede pasar a una revolución es quedar estancada en la “etapa” de la revolución política democrática, como también lo demuestra Nicaragua. Lo único que nos une a estas direcciones es que los dos estamos en contra del régimen dictatorial, pero estamos tajantemente divididos en lo que estamos a favor : ellos un nuevo gobierno burgués, nosotros un gobierno obrero y campesino. No hay, por lo tanto, ninguna estrategia común.

Incluso si esas direcciones, acorraladas entre el ascenso de masas y la agresión imperialista, se ven obligadas contra su voluntad a expropiar a la burguesía y establecer un estado obrero, como hizo Castro, tampoco tenemos con ellas una estrategia común. Para nosotros, las revoluciones nacionales son momentos de la revolución socialista internacional. La constitución de estados obreros tiene como objetivo fundamental y prioritario construir una palanca poderosísima para ayudar al desarrollo de la revolución mundial. Esas direcciones, precisamente por ser pequeñoburguesas, son nacionalistas, no internacionalistas. Cuando toman el poder, hacen lo imposible por no expropiar y no ponen jamás el país al servicio de la extensión de la revolución. Y, si expropian, establecen un régimen totalitario para desmovilizar a las masas y dedicarse a “construir el socialismo en el propio país”. No hay, en consecuencia, ninguna coincidencia estratégica, por cuanto nuestra estrategia es opuesta a la de ellos: instaurar en el estado obrero un régimen leninista, el único que, apoyándose en la autoorganización y movilización democrática de los trabajadores, tiene como finalidad central el desarrollo de la revolución socialista internacional.

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La diferencia entre las direcciones pequeñoburguesas independientes y los aparatos tradicionales es que las primeras, en algunas coyunturas, sí quieren hacer una revolución, así sea solamente contra un régimen odiado, en tanto que los segundos son conscientemente contrarrevolucionarios. Por eso reivindicamos a las direcciones pequeñoburguesas independientes, si se mantienen consecuentes con su propio programa, como grandes luchadores y héroes de la revolución democrática y antiimperialista, mientras denunciamos a los burócratas y stalinistas como contrarrevolucionarios.

Pero esta diferencia no nos puede ocultar que las direcciones pequeñoburguesas independientes, por ese carácter de clase, están mucho más cerca de la burocracia y del stalinismo que de nosotros. Sólo así se explica que Castro se haya incorporado al aparato stalinista mundial; que los sandinistas, sin haberse incorporado, apliquen fielmente la política que les aconseja el stalinismo; y que los guerrilleros salvadoreños estén siendo controlados por el stalinismo aún antes de haber triunfado la revolución democrática antiimperialista, y ya no proponen terminar con Duarte, sino compartir el gobierno con él, es decir ya no son consecuentes ni siquiera con hacer la revolución democrática antiimperialista. En conclusión, si bien es cierto que con las direcciones pequeñoburguesas independientes podemos recorrer juntos un trecho del camino más largo del que podemos recorren con el stalinismo, no deja de ser eso, un trecho en el camino. Pero no estamos de acuerdo en la estrategia, es decir, a dónde conducir ese camino.

Por esa razón, nuestra política de alianzas con las direcciones pequeñoburguesas independientes, es igual que con el stalinismo, la burocracia sindical e incluso con direcciones burguesas nacionalistas: se reduce estrictamente a los acuerdos para la acción común, manteniendo nuestra total independencia política y organizativa, para movilizar a las masas y desplazarlos como dirección.

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El hecho de que las direcciones independientes cumplan un rol más progresivo en algún período de la lucha de clases que el stalinismo y demás aparatos contrarrevolucionarios no significa que sean la mejor dirección posible de los sectores populares aliados del proletariado. Los trotskistas no abandonamos a eses sectores sociales a disposición de esas direcciones pequeñoburguesas independientes. Nosotros luchamos para que sea la clase obrera la que dirija a sus aliados, lo cual significa desplazar de la dirección de los sectores populares no proletarios a las direcciones pequeñoburguesas —guerrilla incluida—. Queremos que los campesinos pobres, el proletariado rural, la pequeña burguesía urbana empobrecida, los marginales, el semiproletariado, etc., reconozcan como su dirección a la clase obrera y a su dirección revolucionaria trotskista o trotskizante, no a las organizaciones pequeñoburguesas. Esto implica, entre otras cosas, que los trotskistas no aceptamos que los sectores populares no obreros sean un coto privado de las direcciones pequeñoburguesas. Nuestro objetivo es que haya fracciones campesinas, pequeñoburguesas bajas, etcétera, trotskistas (aunque no tengamos fuerzas para llevarlo a la práctica si nuestro partido es pequeño), que combatan a las organizaciones burguesas, pequeñoburguesas y burocráticas en todos los sectores sociales, explicándoles que sólo bajo la dirección y el gobierno de la clase obrera lograrán destruir al régimen odiado y satisfacer sus reivindicaciones.

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Toda política de alianzas implica acuerdos entre direcciones. Esos acuerdos pueden ser simples unidades de acción, frentes u organizaciones comunes. A diferencia de los acuerdos, que sólo comprometen al partido a luchar por el punto común sobre el cual se acordó, los frentes ya implican la existencia de una dirección, es decir cierto grado de centralismo, y de organismos de base comunes. Por esa razón, el trotskismo jamás baraja, ni siquiera como hipótesis, hacer un frente, ni mucho menos una organización revolucionaria común, con organizaciones no obreras, sean ellas burguesas o pequeñoburguesas, ya que ello significaría que estaríamos dispuestos a aceptar la disciplina de esas organizaciones o, lo que es lo mismo, la perdida de la independencia del partido y de la clase obrera ante organizaciones no proletarias.

En cambio, sí aceptamos o impulsamos frentes u organizaciones comunes con otras direcciones u organizaciones obreras. Estamos en los sindicatos y en los soviets, que son frentes más o menos permanentes de la clase obrera, y es obligatorio que estemos. Podemos ser parte incluso de un partido obrero con direcciones obreras burocráticas proburguesas o stalinistas frentepopulistas para arrancar a una clase obrera atrasada del sometimiento a los partidos burgueses y conquistar la independencia política del proletariado.

En estos frentes, si son de masas o incluso si reflejan un fenómeno muy progresivo y dinámico de la vanguardia obrera, podemos llegar a disciplinarnos a ellos, Si, además, el funcionamiento es democrático, nuestra disciplina puede llegar a ser casi total. Nunca nuestra disciplina es total, ya que un frente obrero puede aplicar una política contraria a nuestros principios: no apoyamos ni nos disciplinamos a un sindicato de los maestros blancos norteamericanos, aunque sean la gran mayoría de los maestros, si exigen que se segregue a los maestros latinos; no apoyamos ni nos disciplinamos a los sindicatos norteamericanos que manifestaban en apoyo a la guerra imperialista en Vietnam.

Estos frentes obreros son frentes y no simples acuerdos porque tienen cierto grado de centralismo, una dirección, organismos de base comunes donde las diferentes corrientes o fracciones luchan por imponer sus políticas y que nosotros aspiramos y peleamos para que sean democráticos, cierta permanencia en el tiempo, etcétera.

También podemos hacer acuerdos políticos con direcciones obreras contrarrevolucionarias o reformistas, de la misma forma que los hacemos con direcciones burguesas o pequeñoburguesas. Tanto los frentes como los acuerdos con direcciones obreras contrarrevolucionarias o reformistas tienen el mismo doble objetivo que los acuerdos que hacemos con direcciones no proletarias: movilizar a los obreros y destruir a la burocracia. Estamos en los soviets para movilizar a los trabajadores hacia el poder y desplazar a las corrientes reformistas que participan en el soviet. Estamos en un partido laborista para defender la independencia política de la clase y para desplazar a su dirección colaboracionista. Y hacemos un acuerdo como el del MAS y el PC argentinos para movilizar y hacer avanzar la conciencia de nuestra clase y ganarle la dirección de la vanguardia al PC.

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El Frente Unico Revolucionario, en cambio, es un frente entre nuestra organización trotskista y las corrientes obreras de vanguardia que evolucionan hacia nuestro programa. Es una transición hacia el partido obrero revolucionario. Si el frente cuaja, rápidamente tenderá a transformarse en partido obrero revolucionario. Lucharemos para que sea permanente y se organice en forma centralista democrática. Esto quiere decir, entre otras cosas, que nuestra disciplina a él será absoluta, ya que tenderemos a disolver nuestra organización.

Al igual que los acuerdos con direcciones no proletarias y de los frentes y acuerdos con direcciones obreras contrarrevolucionarias, el Frente Unico Revolucionario busca la movilización de las masas. Pero es una táctica que se inscribe en la estrategia de construcción del partido. Por esta razón, se diferencia de aquellos en que no queremos destruir a las organizaciones obreras revolucionarias con las cuales hacemos el Frente Unico Revolucionario, sino fortalecernos todos haciendo un partido único. Si, en el desarrollo de nuestra política de Frente Unico Revolucionario, la evolución de esas corrientes se detiene y cristalizan como centristas, el Frente Unico Revolucionario se rompe y los centristas se convierten en un nuevo obstáculo para la construcción del partido y deben ser tratados como tales,: acuerdos para movilizar a las masas y destruirlos a ellos.

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Si bien los acuerdos y frentes que realiza el partido trotskista son tácticas en función de sus estrategias fundamentales de movilizar a las masas para la toma del poder por el proletariado y construir el partido, como principio general esas tácticas son obligatorias. Uno de los principios del trotskismo y el leninismo, que lo diferencia del ultraizquierdismo y sectarios es precisamente la obligatoriedad de todo acuerdo o frente que ayuda a la movilización de las masas y/o a la construcción del partido.

Pero este principio se combina y supedita a otro: nuestra política no va dirigida a las direcciones, organizaciones o sectores de vanguardia del movimiento obrero a quienes les planteamos acuerdos o frentes o sobre los cuales queremos trabajar para ganarlos para el partido. Por el contrario, nuestra política y consignas son dictadas por las necesidades de las masas y, tomando en cuenta su conciencia, buscan tender un puente entre esa movilización y las tareas socialistas. Por eso, en cada coyuntura de la lucha de clases, el trotskismo levanta un programa de transición que arranca de las necesidades de la clase obrera y las grandes masas populares.

Todo intento de definir nuestra política y consignas a partir de las líneas, inquietudes o necesidades de las organizaciones con las cuales hacemos acuerdos o frentes o de los sectores de vanguardia sobre los cuales privilegiamos la actividad para construir el partido, es revisionismo vanguardista. Nos lleva a alejarnos de la clase obrera y a capitular a sectores no proletarios, u obreros oportunistas o centristas y nos impide movilizar a las masas hacia el triunfo de la revolución socialista.

Por eso mismo, nuestra relación con las organizaciones con las cuales hacemos frentes o acuerdos y con los sectores de vanguardia sobre los cuales trabajamos es la crítica sistemática a sus posiciones, la confrontación de nuestra política y consignas, extraídas de las necesidades de las masas y de su movilización, con las consignas y políticas de esas organizaciones y sectores de vanguardia.

Nuestra corriente tiene una larga tradición de lucha contra el vanguardismo mandelista y contra una de sus expresiones más criminales: la capitulación a las organizaciones guerrilleras. Esa batalla es uno de los jalones fundamentales en el desarrollo de lo que hoy es la LIT-CI. Si bien las actuales guerrillas y fenómenos de vanguardia no son idénticos a las de la primera época castrista, las conclusiones generales de esa lucha hacen parte de la tradición y los principios de la LIT-CI.

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Para aplicar correctamente la política de alianzas y toda otra política trotskista es imprescindible hacer claras definiciones de clase y políticas de las organizaciones y direcciones que actúan sobre el movimiento de masas y su vanguardia. El trotskismo rechaza toda definición de clase que tome en cuenta sólo una característica o elemento: programa, composición social de la base, procedencia social de la dirección, forma organizativa, u otra. Todos estos elementos hacen parte de la definición, pero las dos características centrales son la dirección y la política.

El problema de clase de la dirección no es su origen social, sino si esa dirección se propone construir o no una organización obrera orgánicamente independiente de la burguesía. Si se lo propone, es una dirección obrera y su organización es una organización obrera. Puede ser una dirección obrera sindical, stalinista, electoralista, sindical-burocrática, sindical-revolucionaria, bolchevique, pero es obrera. Si se propone organizar a todos aquellos que están dispuestos a votarla en las elecciones, o a hacer acciones armadas, o a cualquier cosa, sin importale la clase social, no es una dirección obrera, sino burguesa o pequeñoburguesa. El hecho de que su base pueda ser mayoritariamente obrera , como es el caso, por ejemplo, del peronismo argentino, no cambia el carácter de clase de la organización y de su dirección, sólo la hace más nefasta y peligrosa.

El problema política se sintetiza en la pregunta: ¿qué le propone esa dirección a la clase obrera? Según la respuesta a esta pregunta puede ser una dirección obrera de derecha y proburguesa, como la burocracia sindical argentina, o proburguesa colaboracionista de clases, como la socialdemocracia, stalinista, clasista centrista, etc… Sólo es dirección obrera revolucionaria si es trotskista, es decir si levanta el programa de la revolución socialista internacional, o trotskizante, es decir si es dinámica, va cada vez más hacia la izquierda, tiende hacia nuestro programa.

De estos dos elementos, el que prima, el punto de partida para toda definición, es el carácter de clase. Definir a una organización a partir de una política coyuntural o un programa escrito más o menos radical es un error grave que nos arrastra inevitablemente al oportunismo. Es decir, nos dejará desarmados, a nosotros y a nuestra clase, cuando esa dirección u organización cometa la inevitable traición al proceso revolucionario que se desprende inexorablemente de su carácter de clase no proletaria.

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Las organizaciones y direcciones guerrilleras no son obreras, sino burguesas o pequeñoburguesas, por el solo hecho de ser guerrilleras. Su dirección no se propone construir una organización obrera en la clase obrera, sino organizar a todos los que estén de acuerdo en hacer guerrillas, a servir de base a la guerrilla o a apoyar a la guerrilla. Su línea demarcatoria no es la clase obrera, sino los individuos de cualquier clase que quieran tomar las armas. Su programa y su política es hacer guerrilla.

Las organizaciones guerrilleras son un fenómeno distinto a los partidos políticos que, eventualmente, hicieron guerrillas, como fue el caso, entre otros muchos, del PC chino, el castrismo y el PC vietnamita. Todos ellos eran partidos que, aunque en algún período asumieron la guerrilla como forma fundamental de lucha, la supeditaron al partido. Las organizaciones guerrilleras no se supeditan a ningún partido, sino que ellas supeditan a sus organizaciones y militantes “de superficie”. Cuando las organizaciones guerrilleras desarrollan una organización “de superficie”, sindical o política entre los trabajadores o la juventud, ella es el brazo político de la organización guerrillera. La organización guerrillera no es, pues, el brazo armado de un partido político (obrero o no), sino a la inversa. Los Montoneros argentinos, por ejemplo, tuvieron una numerosa Juventud Trabajadora Peronista llena de extraordinarios luchadores sindicales, así como una juventud universitaria, secundaria, barrial, etcétera. Cualquiera de ellas sumaba muchos más miembros que los combatientes Montoneros. Pero cuando Firmenich dio la orden de pasar a la clandestinidad y relanzar al guerrilla, todos esos militantes, sin voz ni voto, acataron la orden y abandonaron a su suerte a los trabajadores y a la juventud.

Al hacer de la guerrilla un programa y una estrategia permanente, las organizaciones guerrilleras jamás pueden ser definidas como organizaciones obreras, ya que, como sostenía Lenin: “El partido del proletariado no debe nunca considerar la guerra de guerrillas como el único, ni siquiera el fundamental medio de lucha, sino que debe supeditarse a otros, debe guardar la necesaria proporción con los principales medios de lucha, debe ser ennoblecido por la influencia educadora y organizadora del socialismo. Sin esta última condición, todos, absolutamente todos los medios de lucha, en la sociedad burguesa acercarán al proletariado a diferentes capas no proletarias situadas por encima o por debajo de él…” (Lenin, Obras Completas , Cartago, Buenos Aires, 1960, Tomo XI, pág. 215).

Las organizaciones guerrilleras son enemigas de la organización obrera. No vuelcan sus dirigentes, que muchas veces son extraordinarios luchadores, a organizar a los trabajadores, a construir en la clase obrera un partido, un sindicato, un soviet, sino que los vuelcan a organizar a los guerrilleros. Peor aun, utilizan a la clase obrera, si intervienen en ella, como abastecedora de combatientes, sacando así de la clase (y enviando a la muerte) a valiosísimos activistas y luchadores y debilitando así la organización de la clase obrera. Y cuando no los sacan físicamente, los sacan en su actividad, ya que los usan como apoyo, para guardar armas o llevarlas, para hacer propaganda clandestina a favor de la guerrilla, etcétera; de esta forma esos luchadores obreros no pueden, por razones elementales de seguridad, hacer ninguna o casi ninguna actividad de organización política ni sindical de la clase obrera.

El desarrollo de las luchas obreras puede provocar crisis entre los activistas y dirigentes de las organizaciones “de superficie” de la guerrilla que más reflejen a los trabajadores, al constatar que las órdenes de los “comandantes” son nefastas para su clase. Esa crisis puede llevarlos incluso a romper con la organización guerrillera. Es una obligación nuestra intervenir en esa crisis para profundizarla y ganar valiosísimos individuos o grupos revolucionarios. Pero eso no nos debe llevar a confundir a la guerrilla con una organización obrera, ya que es exactamente lo opuesto.

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Su carácter de clase pequeñoburgués hace de la organización guerrillera una enemiga de la movilización permanente y democráticamente autoorganizada de la clase obrera y el movimiento de masas. Como cualquier organización pequeñoburguesa, oscila entre la clase obrera y la burguesía, y pasa de la lucha más furiosa a las treguas más infames, por ejemplo la que firmaron los Montoneros argentinos con el gobierno burgués de Cámpora o el M-19 colombiano con Betancur. No educa a la clase obrera en que confíe sólo en sus propias fuerzas y en la movilización de sus aliados bajo su dirección, sino que le crea falsas ilusiones de que sus problemas se solucionarán por la acción de un puñado de combatientes heroicos. No quiere, bajo ningún concepto, la autoorganización democrática de los obreros, ni del pueblo urbano, ni de los campesino, sino que busca encuadrarlos en una estructura militar cerradamente totalitaria. No les dice a los trabajadores que deben ser ellos quienes tomen el poder, sino que la apoyen para que sea ella, la organización guerrillera quien tome el poder. Y, si logra tomar el poder, hace lo mismo que cualquier organización pequeñoburguesa: instaura un régimen bonapartista, de férreo control sobre el movimiento de masas para evitar que se siga movilizando y de un cerrado nacionalismo opuesto a la extensión de la revolución a la región y al mundo.

La organización guerrillera es enemiga de la movilización permanente de las masas, también, porque sus acciones provacadoras desatan o sirven de excusa para desatar violentas represiones y hasta golpes de estado, que cercenan o hacen desaparecer las libertades democráticas arrancadas por el movimiento de masas y que, para los trotskistas y para Lenin, son herramientas formidables para la organización y despliegue amplio de la verdadera lucha de clases.

Por todas estas razones, la organización guerrillera es enemiga mortal de una estrategia fundamental del trotskismo: la movilización permanente y democráticamente autoorganizada de los trabajadores. El trotskismo, por el contrario, aunque nunca eleva a la guerrilla a forma fundamental y permanente de lucha, la acepta como una táctica justa cuando, en determinados momentos, ayuda a la movilización de las masas.

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La organización guerrillera es también enemiga de la segunda estrategia fundamental del trotskismo: la construcción de la Internacional y sus secciones nacionales. Al sacar de la clase obrera a valiosos dirigentes y cuadros revolucionarios, al empujar a la clase obrera a la pasividad vía la espera de los combatientes salvadores, al provocar la represión y el golpe, las organizaciones guerrilleras refuerzan el peso de los aparatos contrarre­volucionarios en el seno de la clase obrera, en primer término del stalinismo. Sacar a gran cantidad de activistas combativos o revolucionarios del seno de su clase facilita enormemente la tarea de todas las burocracias obreras ya que esos mismos activistas, volcados a la lucha antipatronal y antiburocrática podrían ser el fermento y dirección de la rebelión contra la burocracia y su aniquilamiento.

Por estas razones, la organización guerrillera es uno de los peores enemigos de la construcción del partido. Y cuanta más influencia tenga en la vanguardia obrera, más peligrosa es como enemigo. Incluso un partido oportunista de masas es más fácil de combatir que la guerrilla, ya que, por la presión de la base, puede verse obligado, por ejemplo, a convocar a una huelga general aunque no quiera. Y con la huelga general la clase actúa como clase, se templa y renueva el activismo, se hace más fácil construir el partido. La organización guerrillera, en cambio, puede salir a una huelga general que nadie quiere, provocando una derrota y mayor represión, como sucedió en Colombia el 20 de junio de 1986. El partido oportunista de masas deja a la clase obrera y a los activistas en su lugar, aunque tratando de mantener pasiva a aquella y burocratizar o reprimir a éstos. Pero la guerrilla saca a la clase obrera de su lugar, haciéndola mirar hacia sus acciones espectaculares, y saca de la clase obrera a los activistas molestos para la burocracia.

Combatir la política guerrillera es imprescindible para poder construir el partido. Si la guerrilla tiene una gran influencia en el movimiento obrero o en su vanguardia, hasta tanto no hayamos destruido esa influencia no habrá ninguna posibilidad de construir el partido obrero revolucionario de masas, ni siquiera un fuerte partido de vanguardia, ya que actuará como un canal de desvío de los activistas que rompen con la burocracia tradicional, llevándolos fuera de su clase y apartándolos del partido.

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Las organizaciones guerrilleras son terroristas. En la casi totalidad de los casos, sus acciones no ayudan al desarrollo de la movilización, la organización y la conciencia de las masas. La guerrilla hace una “guerra de bolsillo” contra la burguesía y su estado, exactamente opuesta a la guerra civil, en la cual la movilización obrera y de masas asume formas armadas, guerrilleras (en el sentido técnico del término), insurreccionales o de guerra convencional entre ejércitos como fue la guerra civil en Rusia. Las acciones terroristas de la guerrilla, al ser decididas por su propia cuenta, provocan confusión cuando no repudio del movimiento de masas. Al no tomar en cuenta a las masas, las acciones guerrilleras desatan o sirven de excusa para desatar una represión del régimen absolutamente desproporcionada con el nivel de movilización, organización y conciencia de aquellas; las masas quedan inermes, desorganizadas y no preparadas para enfrentar esa represión. Cada acción de la guerrilla, salvo las contadísimas excepciones en que, por casualidad, ayudan a la movilización, desorganiza, desmoviliza y desarma a los trabajadores. Por estas razones, los trotskistas no sólo no apoyamos esas acciones, sino denunciamos ante los trabajadores su carácter desmoralizador, desmovilizador y desorganizador. Nuestra única obligación de principios en relación a la guerrilla es defenderla de la represión del régimen burgués.

Las únicas acciones guerrilleras que apoyamos son las que se ajustan estrictamente al criterio leninista: “… no se consienten, en términos generales, las ‘expropiaciones’ de bienes privados; las de bienes fiscales no se aconsejan y sólo se admiten bajo el control del partido y a condición de que los recursos se destinen a las necesidades de la insurrección . Las acciones guerrilleras bajo la forma del terror se aconsejan en contra de los agentes de la violencia del gobierno y de los miembros activos de las centurias negras, pero bajo las siguientes condiciones: 1) tener en cuenta la opinión de las grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones del movimiento obrero en la localidad de que se trate; 3) procurar no despilfarrar las fuerzas del proletariado…” (Lenin, Obras Completas , Cartago, Buenos Aires, 1960, Tomo XI, pág. 216).

Por lo tanto, los trotskistas no apoyamos jamás en general las acciones guerrilleras y, en particular, las repudiamos ante las masas en la inmensa mayoría de los casos.

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El armamento del proletariado es parte de nuestro programa. Como cualquier otra tarea, no está plantada en forma práctica sino cuando el proletariado o sectores importantes de él empiezan a entender su necesidad y se proponen armarse. Si el proletariado decide armarse, no hay fuerza en el mundo que se lo impida; y si no está dispuesto a hacerlo no hay fuerza en el mundo que lo logre. Cuando la agudeza de la lucha de clases le plantea al proletariado objetivamente la necesidad de armarse, pero éste aún no lo entiende o no está dispuesto a hacerlo, el partido no puede ir más allá de explicarle pacientemente que debe armarse, hasta que lo comprenda y pase a la acción.

El programa militar del proletariado es opuesto al de las organizaciones guerrilleras. Estas sostienen que hay que construir un ejército que se enfrente al ejército burgués; los trotskistas levantamos los comités de autodefensa en la perspectiva de la milicia obrera y el trabajo sobre el ejército burgués para separar a su base popular de su cúpula contrarrevolucionaria, arrastrar a la primera hacia el campo de la revolución y, confluyendo con las milicias obreras, hacer una insurrección, no una guerra de ejército contra ejército. La necesidad de construir un ejército sólo se plantea a partir de la constitución del estado obrero o de la existencia de una auténtica guerra civil antes de la conquista del poder, la cual implica la existencia de zonas geográficas en las cuales ya gobiernan los trabajadores.

Dado que el programa militar de la organización guerrillera es opuesto a la creación de la milicia obrera, al trabajo sobre el ejército burgués y a la insurrección, tal programa y las acciones que la guerrilla efectúa, no acercan al proletariado a las armas, sino que lo alejan de ellas. La guerrilla es un obstáculo absoluto para nuestro programa militar trotskista de armamento del proletariado. Es, en consecuencia, inadmisible, que el trotskismo pretenda “educar” al proletariado en la necesidad de armarse haciendo propaganda favorable a la guerrilla y sus acciones. Es, por el contrario, imprescindible denunciar a la organización guerrillera y sus acciones ante el movimiento de masas si verdaderamente queremos que los trabajadores se armen.

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Ante el ascenso de las luchas obreras, la guerrilla entra en una profunda crisis. Tal crisis se hace aun más aguda en las organizaciones guerrilleras que desarrollan organizaciones sindicales “de superficie”. Los militantes de esas organizaciones se ven sometidos a una doble presión: la de la dirección guerrillera y la de las luchas obreras, que actúan en sentido opuesto. Los cuadros sindicales de la guerrilla se ven obligados a optar entre las necesidades de los trabajadores y las órdenes de los “comandantes”. Esta crisis se hará inevitablemente más profunda y explosiva cuando la dirección guerrillera, como cualquier otra dirección pequeñoburguesa, se pase al bando de la burguesía y/o pacte con el stalinismo, como no puede dejar de ocurrir por su carácter de clase.

Es una obligación de los trotskistas intervenir en esa crisis, no para evitarla, sino para profundizarla y desarrollarla. Esto es, para enfrentar a los militantes sindicales, juveniles, etc. de la guerrilla con la dirección guerrillera y llevarlos a romper con ella. Sería no principista incidir en esa crisis planteándole a la organización guerrillera el Frente Unico Revolucionario, ya que éste es imposible con una organización pequeñoburguesa. Por el contrario, tal planteo fortalecería a la dirección guerrillera, a la que daríamos certificado de obrera revolucionaria. No se podía jamás lograr que la JTP o sectores de ella rompieran con Firmenich si nosotros planteábamos hacer un partido obrero revolucionario con Firmenich.

La táctica para profundizar la crisis de la organización guerrillera es, pues, la misma que con cualquier otra dirección burguesa o pequeñoburguesa con influencia entre las masas o la vanguardia obrera: acuerdos para la acción común en el terreno de la lucha de clases; independencia completa de nuestro partido para aplicar una sistemática política de crítica y denuncia ante las masas de las inconsecuencias políticas de la dirección guerrillera y de sus métodos nefastos. En tales acuerdos, los trotskistas debemos privilegiar a los sectores obreros influidos por la guerrilla, lo que puede plasmar en la constitución de una tendencia sindical combativa, antipatronal, antigubernamental y antiburocrática. Nuestra gran lucha es para que estos sectores dejen de acatar a la guerrilla y rompan con ella.

Una consigna transicional en ese sentido debe ser llamarlos a que exijan a la guerrilla que se supedite y discipline a la clase obrera, a sus organizaciones de masas o a la corriente sindical clasista. Esta disciplina tiene un límite, el de los principios: jamás la guerrilla puede verse obligada a desarmarse porque así lo decida la dirección oportunista de una central obrera. Pero si esa central le exige que no haga más acciones, debe acatarla, salvo que sea en legítima defensa. Nuestra propuesta sería que la guerrilla sea uno de los destacamentos armados de la central obrera y ejecute acciones en función de las necesidades de la lucha obrera y los deseos de los trabajadores.

Aunque nunca se ha dado que una organización guerrillera acepte esto, no lo podemos descartar hipotéticamente. Pero ello no ocurrirá, en cualquier caso, sino a través de una dura lucha interna y de la crisis y la división de la organización guerrillera. Los trotskistas debemos ser el polo obrero de esta discusión, es decir los más clara y enérgicamente enfrentados a la dirección guerrillera en el programa, la política y los métodos.

Sólo si tal ruptura se da habrá posibilidades de concretar un Frente Unico Revolucionario con los militantes sindicales de la guerrilla y el hipotético sector guerrillero que se discipline a ellos, ya que se habrían transformado en una corriente obrera. Sin embargo, quedará por ver si son una corriente obrera centrista cristalizada o si evolucionan hacia nuestro programa, ya que si son lo primero tampoco hay posibilidades de Frente Unico Revolucionario.

Fuente | Miguel Capa (Nahuel Moreno), Eugenio Greco & Alberto Franceschi, 1973. | Edición electrónica: Secretariado Centroamericano, Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo, Julio, 2001. | Fuente: Cuadernos Obreros, Tegucigalpa, 1993. | Esta edición: Marxists Internet Archive, 2001.

Estrategia y Táctica de la Lucha Armada en Nepal por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta)

TRASFONDO HISTORICO

Cuando analizamos la historia de Nepal desde la perspectiva materialista histórica, puede inferirse fácilmente que el pueblo nepalés ha estado luchando contra las complejidades de las fuerzas naturales y diversos problemas creados por el hombre, para su propia supervivencia y desarrollo. El Nepal moderno se ha desenvuelto a través de la lucha entre, por una parte, la gente sencilla, inocente luchando por vivir pacíficamente en empinadas cuestas con sus sistema económico natural y su cultura tribal, y de la otra, los hindúes que periódicamente han incursionado en nuestro país desde el sur especialmente desde hace cerca de mil años con su superior tecnología de producción y arte de la guerra luego de que fueran derrotados por los musulmanes. En este proceso histórico el surgimiento de príncipes y caudillos y la lucha que mantuvo las riñas entre ellos obligó al pueblo a entrenarse en la lucha violenta, lo que ha sido demostrado por la historia. El pueblo nepalés que ha adquirido destreza militar y de combate en el curso de su desarrollo histórico pudo combatir valientemente en el último período contra los británicos en el sur y contra los chinos en el norte quienes estaban mejor equipados con conocimiento, técnica y armamento modernos. En las batallas combatiendo por su propia soberanía los niños, los ancianos, las mujeres, los jóvenes han demostrado sacrificios, valor y habilidad sin precedentes sobre la base de armas y equipos hechos en su propio país. Esto aterrorizó incluso a grandes ejércitos imperialistas y a sus comandantes y estableció al pueblo nepalés (Gorkhali) como uno de los mejores combatientes del mundo. Incluso hoy cualquier nepalés independiente se sentirá orgulloso cuando recuerda la destreza en el combate, la valentía y el sacrificio del pueblo nepalés en la historia pasado. Es cuestión de no menos orgullo que incluso Carlos Marx, el proponente de la ideología comunista y líder del proletariado mundial, también haya apreciado el sacrificio, la valentía y la destreza mostrados por el pueblo nepalés en aquellas guerra.

Sin embargo, desde el punto de vista del liderato, incluso ayer y hoy el imperialismo extranjero y sus perros de presa, la clase reaccionaria gobernante local, han convertido conspirativamente al bravo pueblo nepalés en soldados mercenarios. Para nosotros es necesario pasar este legado histórico al pueblo a través de la lucha y animarlos a tomar su destino en sus propias manos.

Aquí, incluso después del desarrollo del Estado nepalés centralizado, el pueblo nepalés ha estado combatiendo y oponiéndose a su manera contra las atrocidades desatadas por las clases dominantes, especialmente los Ranas y los Shahas. Han sido notables los muchos choques dentro de las diferentes clases dominantes así como la rebelión de Lakhan Thapa contra los Ranas. Con el telón de fondo de la creciente rebelión y conciencia popular en todo el mundo en la época de la II Guerra Mundial el pueblo nepalés también comenzó a combatir violentamente contra la opresión perpetuada por las clases dominantes. En este proceso, tuvo lugar el nacimiento del Partido Comunista en Nepal y Nepal entró en una etapa de revolución de Nueva Democracia contra el feudalismo y el imperialismo. El pueblo de diferentes partes del país se levantó para combatir con las armas contra las clases dominantes expansionistas indias, sus secuaces en el Congreso nepalés, y el rey feudal que habían conspirado para aplastar el movimiento popular a través del acuerdo de Delhi. A este respecto, es notable la rebelión armada que tuvo lugar en Bhairahawa. Incluso después de ésta el pueblo continuó involucrándose en pequeñas o grandes luchas rompiendo la ley y administración reaccionarias. Comenzaron a tener lugar conflictos armados contra los tiranos feudales locales en diferentes lugares.

De entre este tipo de rebelión armada contra el feudalismo y el expansionismo, la rebelión armada que se dio bajo el liderato de Bhim Datta Pant en el occidente de Nepal es históricamente importante. No fue menos importante, en el mismo año 1952-53, la forma en que Bhim Datta Pant conformó cientos de escuadrones armados, la forma en que pudo aniquilar funcionarios gubernamentales corruptos, la forma en que pudo capturar granos de los graneros del gobierno así como otros elementos esenciales y distribuirlos entre los campesinos pobres y hambrientos, y la forma en que pudo atacar a los tiranos feudales uno tras otro. El mismo hecho de que estuvo más allá de la capacidad del gobierno nepalés sofocar esta rebelión demuestra claramente qué tan popular y poderosa fue. Miles de tropas indias fueron llamadas a ingresar para sofocar esta rebelión y el líder fue asesinado de la manera más horrenda e inhumana. Es desde ese período en adelante que la actual clase dominante ha mostrado su carácter antinacional, capitulacionista y fascista.

Durante este período los campesinos aliados con el Partido Comunista comenzaron a combatir contra la explotación feudal en diferentes distritos del país. De estas, tuvieron especial importancia la rebelión campesina que se desarrolló en Bara, Parsa y especialmente en Rautahat. Miles de campesinos desafiaron la ley y la administración para destruir los contratos que los ligaban a los tiranos feudales locales, destruir los graneros, iniciar un movimiento cultural para desairar el orgullo de los feudales, para iniciar así las luchas violentas. Los campesinos estuvieron a punto de tomarse el Poder local llevando a que muchos terratenientes feudales huyeran aterrorizados. Sin embargo, es una cuestión de triste preocupación que el entonces liderato del Partido Comunista en vez de analizar la rebelión armada y guerra de clases campesina que estaba teniendo lugar en diferentes partes de Nepal y sin explorar la potencialidad de librar una guerra de guerrillas, la condenó como extremismo, y llevó a la rendición ante el rey. Trató de limitarse a la lucha legal y pacífica y a trabajar dentro del sistema parlamentario. Esta fue una traición histórica en la dirección del revisionismo que iría a tener un impacto a largo plazo en el movimiento comunista nepalés.

Incluso después de eso la rebelión popular siguió adelante. Las rebeliones campesinas de diverso tipo continuaron. En este período vale la pena mencionar la larga lucha campesina contra los feudales en Khaniyavas de Dhading y la de Dang. Luchas ilegales grandes y pequeñas continuaron contra la firma del tratado Gandak por el autoproclamado elegido gobierno del Congreso nepalés en el año 1959 y contra los lamesuelas de los expansionistas indios. También se vieron incidentes de luchas violentas en diferentes lugares contra el golpe real de 1960 y contra el sistema Panchayat sin partidos. En este período el movimiento de estudiantes y jóvenes izquierdistas continuó a pesar del encarcelamiento, represión y terror desencadenado contra ellos.

La lucha armada de 1972-73 en Jhapa siguiendo lineamientos de guerra popular prolongada librada en rebelión contra el revisionismo de derecha prevaleciente en el movimiento comunista, es la lucha que más vale resaltar. Esa rebelión sin duda representa la tendencia y el espíritu revolucionarios. Aquellos que han sido martirizados en el proceso de establecer conscientemente la república de Nueva Democracia son mártires inmortales. Aunque hubo profundas deficiencias en el liderato en términos de tendencias mecanicistas pequeñoburguesas y aventureras de “izquierda”, fue sin embargo una trascendental rebelión contra el dominio autocrático feudal del rey y contra las derechistas tendencias reformistas que se habían atrincherado profundamente en el Movimiento Comunista Nepalés. En la lucha armada en pos de la revolución de Nueva Democracia, los mártires de la rebelión de Jhapa estarán en la vanguardia.

Por esta época, las intensas luchas contra los feudales y explotadores en Terai oriental consistente de Sarlahi, Mahottari, Sihara, Dhanusha y Sindhuli han establecido un nuevo récord en la historia del movimiento campesino. En este proceso, también, cientos de miles de agricultores bajo el liderato del Partido se involucraron en la lucha de clases que dio lugar a una especie de vacío de poder en las aldeas. Puede verse claramente que hubo una posibilidad de iniciar el proceso de guerra de guerrillas sobre la base de las luchas campesinas de ese período. Sin embargo, debido a la línea reformista y las pretensiones pequeñoburguesas del partido, los campesinos quedaron indefensos ante la carnicería de la reaccionaria operación militar. Durante esa época muchos valientes hijos del movimiento revolucionario nepalés fueron martirizados.

En medio de esto, en Chitawan, tuvieron lugar luchas campesinas, entre ellas las de Jugedi. Incluso en esa rebelión fueron martirizados muchos jóvenes campesinos. El histórico movimiento estudiantil de 1979 tomó la forma de movimiento popular por todo el país. En este proceso tuvo lugar el desarrollo de violentas luchas campesinas en todo el país. Esto produjo la oleada de grandes luchas campesinas en los distritos de Terai oriental mencionados anteriormente y otros incluyendo Chitawan, Dang y Bardiya. Diferentes sectores del pueblo incluyendo campesinos se involucraron en la lucha en todo el país contra el Panchayat y la monarquía desafiando las leyes y administración reaccionarias. El rey fue obligado a conceder una opción alternativa contra el Panchayat sin opciones debido a la fuerzas de la violenta lucha del poder popular. Aunque detrás de esto hubo una inherente conspiración tramada por el rey y las fuerzas monárquicas. Incluso después de eso la tendencia de lucha popular avanzó más fortaleciéndose día a día por el nacionalismo, la democracia y el nivel de vida del pueblo.

El histórico movimiento popular de 1990 se convirtió en la expresión central de todos estos movimientos. Aquí, junto con los incontables conflictos violentos en todo Nepal incluyendo la capital, comenzó a avanzar el movimiento para acabar con el sistema monárquico. En esta lucha histórica, centenares de valientes hijos e hijas de Nepal perdieron sus vidas. Sin embargo los reaccionarios locales y extranjeros incluyendo los derechistas reformistas, con el fin de limitar las reformas llegaron a un compromiso con el rey contra el (alto) nivel y el espíritu del movimiento logrando éxito en su conspiración por descarrilar el movimiento. Es claro que el fin del sistema sin partidos de Panchayat y el establecimiento del sistema multipartidario bajo la dirección del rey es también resultado de la lucha violenta del pueblo.

Incluso después del establecimiento del sistema multipartidario, grandes sectores del pueblo están aún en el proceso de lucha por la nacionalidad, la democracia y el nivel de vida del pueblo. En este período también hemos visto claramente, en el curso de los movimientos legales en general bajo nuestro liderato, que el pueblo está deseoso de darles pleno apoyo con gran entusiasmo cuando hay ataques directos contra el Estado reaccionario y hay choques violentos. Dentro del corto período del establecimiento del sistema multipartidario centenares de nepaleses han perdido sus vidas en pos de la liberación y sus derechos, en estas luchas también cayeron un importante líder de nuestro Partido de Dhanusha y otros cuadros de todo el país.

Las luchas clasistas del campesinado en los montañosos distritos del occidente, particularmente en Rolpa y Rukum, representan el alto nivel de lucha revolucionaria antifeudal y antiimperialista. A pesar de los severos represión y terror reaccionarios el movimiento no sólo siguió manteniéndose, sino que también está avanzando como un movimiento de resistencia con el salto cualitativo. Esa lucha ha dado nacimiento a algunas nuevas cosas en el movimiento comunista nepalés que nos han inspirado a ser más serios sobre la cuestión de la lucha armada.

De la anterior reseña histórica puede concluirse que:

1. La propaganda reaccionaria sobre el que el pueblo nepalés es amante de la paz y que no le gusta la violencia es absolutamente falso. Es un hecho incontrovertible que el pueblo nepalés ha librado luchas violentas por sus derechos desde tiempos históricos.

2. Hasta hoy, detrás de toda reforma general que ha sido lograda por el pueblo nepalés ha estado la fuerza de luchas violentas e ilegales del pueblo.

3. El pueblo nepalés es muy consciente y sensible sobre la cuestión del nacionalismo y se sienten orgullosos de dar sus vidas combatiendo en vez de someterse a las presiones de los extranjeros.

4. Desde el año 1951 hasta hoy, principalmente los campesinos nepaleses y otros sectores del pueblo se han alistado en incontables conflictos violentos y armados contra el Estado reaccionario y ha siso muy fuerte el sentimiento anti-establecimiento entre el pueblo nepalés.

5. El pueblo nepalés son grandes guerreros en el mundo que son conocidos por su capacidad de resistir audazmente las severas penurias en el combate.

6. Los reaccionarios locales y extranjeros incluyendo los elementos revisionistas han estado una y otra vez conspirando contra la tendencia a la lucha del pueblo nepalés. Hoy, sobre los revolucionarios ha recaído la mayor responsabilidad de iniciar la lucha armada metódica y conscientemente contra el feudalismo y el imperialismo para completar la revolución de Nueva Democracia representando ese gran legado histórico.

EL MOVIMIENTO COMUNISTA NEPALES Y LA CUESTION DE LA LUCHA ARMADA

En el desarrollo de la lucha de clases en la sociedad nepalesa, el establecimiento del Partido Comunista en el año 1949 representa un importante logro histórico para el proletariado de Nepal. Aunque el Partido no había podido captar la esencia y la importancia de la lucha armada, fue posible tomar una clara posición política para luchar por la revolución de Nueva Democracia contra el feudalismo y el imperialismo. De este modo, con todas las cualidades de su infancia (inmadurez), llevó a cabo propaganda y agitación desde el punto de vista comunista sobre la cuestión de la nacionalidad, la democracia y el nivel de vida del pueblo e intentó levantar a las masas principalmente en las zonas rurales contra el feudalismo. Debido a este proceso, en un corto período el pueblo de diferentes partes del país fue atraído hacia la política comunista, y la lucha campesina comenzó a extenderse e diferentes lugares. Entre éstas, el movimiento campesino en Terai tiene especial importancia. Debido al desarrollo de las luchas campesinas, surgió en términos concretos en el Partido la cuestión de la correcta línea política. Pero el liderato de entonces en el Partido no solo fracasó completamente en dirigir la lucha en una dirección revolucionaria sino que también en el año 1955 decidió limitarse a actividades pacíficas de propaganda por el socialismo, bajo la monarquía feudal. De ese momento en adelante, el movimiento comunista nepalés estuvo abiertamente dominado por la línea desviacionista de derecha. Después de esto, durante un largo tiempo el Partido se encontró completamente sumergido en actividades pacíficas, parlamentarias y reformistas.

Incluso cuando en el año 1960 el rey impuso el régimen autocrático en el país al prohibir todos los partidos políticos el liderato del Partido que había estado sumergido en el reformismo se limitó a diversos tipos de consignas parlamentarias parecidas a las de otros partidos reaccionarios, en vez de proponer consignas políticas y formas de lucha revolucionarias. En esta misma coyuntura, el gran debate entre China y Rusia y el desarrollo de la Gran Revolución Cultural Proletaria bajo el liderato del Camarada Mao, inició un debate a su manera sobre la necesidad de la lucha armada y la importancia de luchar contra el revisionismo. Un sector del Partido siguió abiertamente al revisionismo ruso y comenzó a desenmascararse completamente ante el pueblo. La mayor parte de la vieja generación del liderato del Partido apoyó al Camarada Mao y a China y el camino de la revolución de Nueva Democracia contra el revisionismo ruso. Pushpa Lai en su documento en la Conferencia de Gorakhpur incluso escribió: “es imposible establecer este tipo de sistema sin librar la revolución armada prolongada”. (Moolbato, pág. 66).

Sin embargo, incluso entonces, el liderato de la vieja generación de ese período no pudo desarrollar desde el punto de vista táctico la línea política concreta para la revolución y fracasó completamente en determinar formas de lucha revolucionarias para lograrlo. A este respecto el liderato del IV Congreso demostró suma confusión sobre el camino básico de la revolución planteando consignas incluso más ilusorias y claramente reformistas y hablando de “rebelión campesina armada”. En esencia, en términos de línea política, este sector habló algo de revolución, sin embargo en la práctica asumió un carácter reformista y se movió en una dirección seudoreformista.

A este respecto, luego de la lucha armada campesina de Naxalbari iniciada bajo el liderato del Camarada Charu Majumdar en la India tras rebelarse contar el reformista PCI-M, se vio su clara influencia entre los jóvenes revolucionarios de Jhapa en la parte oriental de Nepal. De igual manera incluso aquí algunos jóvenes entusiastas y revolucionarios de la región oriental pasaron a acciones armadas declarando lucha armada bajo la estrategia de guerra popular prolongada rebelándose contra el revisionismo que se había arraigado profundamente en el Partido. A pesar de las serias deficiencias debido al pensamiento mecanicista pequeñoburgués y al aventurerismo de “izquierda”, la acción armada fue una histórica rebelión que creó escozor entre los revisionistas en el movimiento comunista nepalés y en la estructura feudal del Estado del rey. Al menos la cuestión de la lucha armada se convirtió en un tópico de gran debate en el movimiento comunista. La lucha de Jhapa jugó un importante papel en intensificar la lucha interna entre los revolucionarios y los oportunistas emergentes dentro de los grupos seudoreformistas que seguían una línea reformista. El debate sobre si aceptar la línea de la lucha armada o no comenzó a darse a su manera dentro de los grupos IV Congreso, Pushpa Lal, Manmohan, Rohit y otros grupos.

La mayoría de los líderes reformistas de estos grupos le dieron ilusiones a un gran sector de fuerzas de la izquierda revolucionaria al aceptar la necesidad de la lucha armada en términos abstractos y para el futuro, pero se mantuvieron lanzando ataque antagónicos contra la actual chispa de revolución encendida por las acciones armadas. En esta cuestión, el grupo IV Congreso encabezado por Mohan Bikram estuvo en las líneas de frente atacándola violentamente. La esencia revisionista de Mohan Bikram, conocido por lanzar un destructivo ataque contra los revolucionarios de izquierda de la lucha de Jhapa y dándole preferencia a promover a Man Mohan Adhikari, el renegado pro-monárquico, como presidente del Núcleo Central, no ha cambiado y está bien reflejada incluso hoy en su análisis de MLU como una fuerza amiga incluso cuando degeneró en reaccionaria y en su práctica hacia nuestro Partido.

Debido a la intensa represión por parte de las fuerzas reaccionarias, y al fuerte ataque por parte de los conocidos seudoreformistas y principalmente debido a la concepción pequeñoburguesa mecanicista y aventurera de “izquierda” del liderato, la rebelión de Jhapa no pudo desarrollarse en guerra popular. Como resultado de la infiltración de fuerzas incompatibles de diferentes grupos, junto con la lenta degeneración del liderato de la rebelión de Jhapa en revisionismo de derecha, hoy ellos incluso han llegado al grado de pertenecer al reaccionario gabinete ministerial del rey. Sin embargo, aun continúa el proceso de construcción de una tendencia revolucionaria mediante la rectificación de los errores del pasado. Algunos líderes de ese período están todavía hoy levantando la bandera de la rebelión contra el reformismo y la reacción a pesar de los largos encarcelamientos, la tortura y las tentaciones.

Debido a la situación nacional e internacional contemporánea y a la influencia de la lucha de Jhapa, se incrementó el debate y la lucha interna dentro de IV Congreso con respecto a la cuestión de la consigna política y la línea de la lucha armada. A pesar de la falta de claridad teórica y política respecto a la lucha armada, el inmortal mártir Camarada Azad también jugó un papel en este debate. Finalmente, tras una larga y compleja lucha las auténticas fuerzas revolucionarias dentro del Partido se las arreglaron para salvarlo de los representantes del seudoreforismo, Mohan Bikram y Nirmal Lama, proponiendo la consigna revolucionaria por el Poder político y la inevitabilidad de la guerra popular prolongada para lograrlo. Hoy han tenido éxito en forjar la alternativa revolucionaria en el país mediante la asimilación de las actividades revolucionarias del pasado (incluyendo la lucha de Jhapa) del movimiento comunista nepalés. El Congreso de Unidad del Partido ha desarrollado un claro punto de vista sobre esta cuestión. En este momento de la historia tenemos que admitir en términos inequívocos que aún tenemos que materializar en la práctica lo que hemos formulado correctamente en la teoría respecto a la consigna política general y al camino a seguir. La razón tras esto, además de las complejidades de la situación y la lucha interna, es que el Partido aún tiene que curarse de la enfermedad pequeñoburguesa de la revolución de palabra pero oportunismo en la práctica. Es necesario hacer un plan concreto para pasar a la tarea de la lucha armada haciendo este tipo de autocrítica.

CARACTER, OBJETIVOS Y FUERZA MOTRIZ DE LA LUCHA ARMADA EN NEPAL

Según las directivas teóricas del MLM y las particularidades generales de la sociedad nepalesa nuestro Partido ha formulado una estrategia política de completar la revolución de Nueva Democracia con una dictadura democrático-popular bajo la dirección del proletariado basada en la unidad de obreros y campesinos contra el feudalismo y el imperialismo. El objetivo a largo plazo del Partido es avanzar hacia la revolución socialista tras la exitosa culminación de la revolución de Nueva Democracia como parte de la revolución proletaria mundial socialista y lograr el comunismo librando revoluciones culturales basadas en la teoría de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado. Es claro que el carácter y orientación de la lucha armada nepalesa estará dirigida y comprometida hacia el logro de esta estrategia política. En conformidad con esto, el carácter y orientación de la lucha armada nepalesa han sido claramente especificados por el Congreso Nacional de Unidad del Partido como “La línea de guerra popular prolongada basada en la estrategia de rodear las ciudades desde el campo”.

Blancos de la Lucha Armada

El objetivo de la lucha armada es resolver las contradicciones básicas entre el feudalismo y el pueblo nepalés, el imperialismo —principalmente el expansionismo indio— y el pueblo nepalés, el capitalismo comprados-burocrático y el pueblo nepalés, y en el plazo inmediato la contradicción entre la reacción local que está conformada por una combinación de clases feudal y capitalista compradora-burocrática respaldadas por el expansionismo indio, y el pueblo nepalés. De esta forma es claro, el objetivo de la lucha armada será confiscar las tierras de los feudales y terratenientes y distribuirla entre los campesinos pobres y sin tierra sobre la base la teoría de la tierra para el que la trabaja, y atacarlos con este propósito, y con el fin de cortar las raíces de la explotación imperialista, los proyectos tales como industrias, bancos, etc., en manos de los capitalistas compradores y burocráticos y proyectos dirigidos por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y atacarlos por los mismo.

De esta forma es claro que los blancos de la lucha armada serán los feudales, terratenientes y capitalistas compradores y burocráticos.

Fuerzas Motrices

(A) El proletariado: Es la fuerza motriz fundamental de la revolución de Nueva Democracia. Aunque la fuerza numérica de los trabajadores proletarios en las modernas industrias y fábricas de Nepal es pequeño, sin embargo, está creciendo. Aunque el número es pequeño, esta clase, que está completamente alienada de los modernos procesos de producción y fuerzas productivas, es la clase más revolucionaria de la sociedad. Para el éxito de la revolución de Nueva Democracia, esta clase tiene la responsabilidad histórica de identificar y dar liderato a las otras clases aliadas.

(B) Los trabajadores agrícolas, peones, campesinos sin tierra, agregados, y campesinos pobres y en nuestro caso en las ciudades los carretilleros, cargadores de triciclos, conductores de taxis y trabajadores del transporte y de hoteles, etc., constituyen el sector más confiable, consistente de un gran sector de la población y la principal fuerza motriz de la revolución de Nueva Democracia nepalesa. (Aquí, ‘campesinos pobres’ hace referencia a aquellos campesinos que no pueden obtener sus subsistencia sólo de sus tierra).

(C) Campesinos medios: Aquellos que viven con dificultad incluso después de trabajar duro en su tierra todo el año y que también toman algo de tierra en contrato o sobre la base de dividir la cosecha. En las regiones montañosas de Nepal estos campesinos son más numerosos que las otras clases. Para la Revolución de Nueva Democracia esta clase es un importante fuerza motriz.

(D) Campesinos ricos: Aquellos que pueden tener buen nivel de vida por medio de su tierra; pueden emplear a uno o dos trabajadores en su trabajo a pesar de su propia participación en su trabajo agrícola y pueden acumular parte del ingreso mediante la explotación. Esta clase es un aliado vacilante para la revolución de Nueva Democracia.

(E) Clase pequeño-burguesa: En esta clase están incluidos los maestros de escuelas y colegios, estudiantes, médicos, ingenieros, abogados, empleados de oficina de bajo rango, pequeños comerciantes de los pueblos, comerciantes al detal, artesanos, etc. Debido al carácter y condiciones de su proceso de producción esta clase se mantiene vacilante. A pesar de esto esta clase puede jugar un importante papel auxiliar para la revolución de Nueva Democracia. Hoy los imperialistas y las fuerzas reaccionarias están centrando sus atención en mantener a los intelectuales de esta clase apartada de la revolución.

(F) Burguesía nacional: En Nepal aunque ésta (la burguesía nacional) no tiene un papel independiente, lentamente está tomando forma. Este tipo de capitalistas que están involucrados en las pequeñas industrias modernas manufactureras y el comercio están por una parte soñando con amasar riqueza explotando a los trabajadores y por la otra están siendo dominados por los capitalistas compradores y burocráticos monopolistas. De ahí que ellos naturalmente muestran un carácter contradictorio hacia la revolución. Acostumbrada a cambiar su carácter según la situación, esta clase se mantendrá como una aliado vacilante de la revolución.

Es obvio que la lucha armada nepalesa formulará sus estrategia y factores tomando en consideración las anteriores condición general y carácter de los enemigos y las fuerzas motrices de la revolución de Nueva Democracia.

EL PROBLEMA DE LA ESTRATEGIA Y LA TACTICA DE LA LUCHA ARMADA EN NEPAL

En la actual época del imperialismo y la revolución proletaria, el enemigo de clase está practicando diversas formas de estrategias conspirativas para detener la revolución en países como el nuestro. Entre ellas debemos centrar nuestra atención en las siguientes debido a que no podemos llegar a una correcta estrategia sin comprender la estrategia del enemigo.

1. Debido a su control monopolista sobre la comunicación por todo el mundo en esta época, el enemigo está lanzando una campaña de desinformación con deliberada propaganda de ‘terrorismo’, ‘caída del socialismo’ y la superioridad y el éxito del capitalismo y tratando de reducir la moral del pueblo mediante la estrategia de guerra psicológica.

2. Esta desencadenando una fuerte guerra cultural mediante la inundación de cultura y literatura vulgar con el fin de distorsionar las mentes y almas del pueblo.

3. Todas las fuerzas imperialistas y las clases dominantes reaccionarias de cada país están haciendo campaña estratégicamente extendiendo la red de espías bien entrenados y técnicamente equipados y tratando de infiltrarse en el partido revolucionario para recoger información, crear ilusiones dentro del partido, hacer actividades destructivas y arrestar o asesinar a los auténticos líderes o activistas revolucionarios del Partido.

4. Están inventando nuevas formas de reformas y democracia con el fin de confundir al pueblo políticamente.

5. Bajo la estrategia de impedir la revolución en un país como el nuestro ha siso extendida la red de ONG y ONGI con el fin de reclutar a alguna gente instruida de la clase media, impedirles caer a niveles por debajo de esta clase y atrapar al pueblo en el pantano de las pequeñas reformas.

6. Están animando a los jóvenes desempleados a dispersarse por todo el mundo y a vagar en la India a nombre del desempleo. Los jóvenes están siendo usados como soldados mercenarios en ejércitos extranjeros.

7. Los imperialistas están envenenando las mentes del pueblo mediante la propagación de la religión y otros medios luego de entrar en zonas rurales con consignas atractivas.

8. Si a pesar de todas éstas y otras innumerables trampas el movimiento revolucionario asciende entonces ellos inician una campaña de atroz genocidio a través de sus poderoso ejército permanente. En resumen, en la actual época la estrategia del enemigo del pueblo es la de guerra total.

En tal situación la estrategia de un partido revolucionario que quiere avanzar con la lucha armada para hacer la revolución también debe estar claramente basada en guerra total. Es necesario que adoptemos la estrategia y táctica de golpe por golpe contra las fuerzas imperialistas y reaccionarias, uniendo a todo el pueblo en todas las esferas de la vida nacional e internacional. El arma ideológica del MLM que ha demostrado ser exitosa para destruir al enemigo es un arma invencible del proletariado. A la luz de esto es necesario determinar la estrategia y la táctica de la lucha armada nepalesa centrando en el estado general de los enemigos junto con las particularidades básicas de Nepal y la sociedad nepalesa.

1. Nepal es un país sin salida al mar que está rodeado por tres lados por la India expansionista y en el norte rodeada por la China reformista. Aunque es pequeño en términos de área, sin embargo, con excepción del 17% de las planicies de Terai, el resto del país está geográficamente repleto con remotas colinas y montañas Himalayas con diferentes climas, grupos étnicos, culturas y lenguas.

2. En Nepal durante un largo período, ha existido un Estado reaccionario centralizado equipado con un moderno y poderoso ejército permanente y una burocracia. Los enemigos del pueblo nepalés están no sólo dentro del país sino que también están presentes fuera de él en la forma de los imperialistas, especialmente los expansionistas indios.

3. El desarrollo económico y político de Nepal ha sido desigual. Nepal es predominantemente rural y los campesinos explotados que representan el 90% de total del pueblo está disperso en aldeas. El proceso de urbanización está aumentando sin embargo, debemos decir que aún es pequeño.

4. Los campesinos nepaleses y otros sectores de las masas han atravesado por un proceso de diferentes formas de lucha tanto locales como nacionales durante largo tiempo. Hay una extendida atracción hacia los comunistas entre el pueblo. Sin embargo, aquí también es fuerte la influencia del reformismo y el revisionismo de derecha. En Nepal virtualmente no ha habido experiencia directa de lucha armada bajo el liderato del Partido Comunista.

5. La reaccionaria clase dominante del semifeudal y semicolonial Nepal, donde existe un sistema monárquico medieval, está pasando por intensa crisis y esta crisis ha comenzado a manifestarse políticamente así como de manera seria.

6. Un gran sector del pueblo nepalés está disperso en diferentes países en busca de empleo, principalmente en la India para el ejército y otros tipos de trabajo.

Es a través de las anteriores particularidades que puede discernirse la política y la táctica de la lucha armada nepalesa. De la primera particularidad puede verse que para librar la guerra en Nepal no existe ni una gran área, ni ninguna posibilidad de usar algún mar, ni hay grandes selvas, ni hay posibilidad de ayuda o apoyo directo de otro país vecino. Sin embargo, la situación geográfica es más favorable para librar guerra de guerrillas con directo vínculo con el pueblo. Y debido a la lucha contra la opresión nacional de la mayoría de nacionalidades esto también dará buena base de masas para la guerra de guerrillas. La segunda particularidad muestra que no hay situación de choque militar directo entre las fuerzas enemigas por el poder político, así que las fuerzas armadas del pueblo podrían aprovechar para tomar un área definida. Esto muestra claramente que la lucha armada nepalesa no puede tomar la forma de guerra directa o de posiciones contar el enemigo al comienzo. Es necesario expandir la fuerza armada del pueblo atacando los puntos débiles del enemigo bocado a bocado y debilitándolo mediante ataques estilo guerrillero en áreas favorables para el pueblo. Cuando se ven juntas la primera y segunda particularidades se encuentra posible establecerse y sobrevivir independientemente en ciertas áreas específicas como en Ching Kang shan en China y expandirse de allí a tras áreas. La tercera particularidad muestra la posibilidad de iniciar guerra de guerrillas en diferentes partes del país y desarrollarlas tomando la revolución campesina como la columna vertebral centrando en las zonas rurales y confiando y uniéndose con los campesinos. La cuarta particularidad claramente muestra que el apoyo popular seguirá aumentando si los revisionistas de derecha son completamente desenmascarados y se sigue vigilantemente la táctica de la lucha armada. La quinta particularidad indica que el ritmo de desarrollo de la lucha armada para establecer el poder revolucionario alternativo del pueblo será más rápido e inspirará a adoptar audaces tácticas para lograrlo. Y la sexta particularidad demuestra la necesidad de movilizar al pueblo nepalés que trabaja en países extranjeros —principalmente los nepaleses que trabajan en la India— llevando a cabo trabajo político entre ellos y utilizando el área para suministro de diversas necesidadse para el éxito de la lucha armada en Nepal.

La síntesis de todas las particularidades muestra claramente que es imposible que la lucha armada en Nepal haga un rápido salto a una insurrección para derrotar al enemigo. Sin embargo, es completamente posible aplastar finalmente al enemigo mediante el desarrollo sistemático de la lucha armada nepalesa. Puede derivarse claramente de esto que la lucha armada nepalesa debe adoptar necesariamente una estrategia de guerra popular prolongada rodeando las ciudades desde el campo. También es claro que ese camino sólo puede recorrerse después de prestar atención a las particularidades de nuestro país.

Los principios fundamentales de este camino son: captar firmemente el hecho de que la guerra popular es la guerra de las masas, que sólo puede desarrollarse confiando en las masas y principalmente en los campesinos y que las masas son las hacedoras de la historia; reconocer la necesidad y la importancia de las fases de defensiva, equilibrio y ofensiva estratégicas de la guerra popular y hacer planes en concordancia aceptando el papel estratégico de la guerra de guerrillas como la principal forma de guerra en la fase inicial de defensiva estratégica; captar la importancia de desarrollar la guerra de guerrillas en guerra de posiciones y de establecer bases de apoyo para conquistar el Poder central; y sobre todo, en la dirección ideológica del MLM para establecer el liderazgo del Partido sobre el ejército y no permitir a ningún costo que surja una situación en la que el fusil controle al Partido. Es mediante la práctica de los principios estratégicos principales de guerra popular prolongada y absteniéndose de cometer errores que se pueden desenvolver las leyes de la guerra popular nepalesa. Es importante notar la verdad de que las leyes de la guerra sólo pueden aprenderse participando en la guerra. El objetivo estratégico y táctico general de la guerra es preservar las propias fuerzas y destruir las del enemigo. Por eso es por lo que es importante ser completamente claros desde el comienzo sobre las políticas necesarias para desarrollar la guerra popular nepalesa comprendiendo la situación nacional e internacional general y las particularidades mencionadas arriba.

En nuestra situación: dar prioridad al trabajo rural, pero no abandonar el trabajo urbano; dar prioridad a la lucha ilegal, pero no abandonar tampoco la lucha legal; dar prioridad a áreas estratégicas específicas pero no abandonar tampoco el trabajo relacionado con el movimiento de masas; dar prioridad a la lucha de clases en las aldeas, pero no abandonar tampoco la lucha a nivel nacional; dar prioridad a las acciones guerrilleras pero no abandonar la denuncia política y la propaganda; dar prioridad al trabajo de propaganda dentro del país pero no abandonar la propaganda a nivel mundial; dar prioridad a construir organización del ejército, pero no abandonar la construcción de organizaciones de frente; dar prioridad a la propia organización y a las propias fuerzas, pero no dejar a un lado el forjar unidad de acción, y obtener apoyo y ayuda del campo internacional. Es sólo aplicando cuidadosamente éstas políticas que puede iniciarse, mantenerse y desarrollarse la lucha armada. Ni siendo unilaterales ni dando igual énfasis a todo el trabajo puede iniciarse, mantenerse y desarrollarse la lucha armada en el actual contexto. Desde este punto de vista la guerra popular avanzará como guerra total.

El exitoso desarrollo de la guerra popular nepalesa será determinado por acciones descentralizadas basadas en una política central, lanzando acciones contra diferentes puntos aislados del enemigo y aplicando grandes fuerzas contra pequeñas fuerzas con el fin de obtener victorias rápidas, adoptando la táctica de golpear y retirarse, avanzando con acciones guerrilleras bajo el plan centralizado desde diferentes partes del país pero dando especial atención a áreas estratégicas específicas, y como Mao ha dicho, organizando y movilizando la mayor cantidad de gente posible, tan rápido como sea posible y tan bien como sea posible poniendo como central la cuestión de la conquista del Poder político.

ALGUNAS CUESTIONES IMPORTANTES RESPECTO AL INICIO DE LA LUCHA ARMADA

¿Cómo transformar un partido como el nuestro que ha sido durante largo tiempo utilizado para actividades reformistas y parlamentarias a pesar de una clara línea política, condiciones materiales favorables, apropiada y creciente base de masas, en un partido para la lucha armada? ¿Es posible transformarlo gradualmente mediante estudio, entrenamiento, lucha reformista, y lucha de resistencia en pequeña escala? ¿O para eso es necesario algún salto, una ruptura con el pasado, un paso decisivo o algún gran impulso? ¿Podrá nuestro Partido entrar en lucha armada suavemente, sin causar ningún daño a la estructura organizativa de la clase fundamental? ¿Luego del inicio de la guerra de guerrillas cuál será su consecuencia y el proceso de su desarrollo? ¿Respecto a esto, qué muestran la dialéctica marxista, la experiencia del movimiento comunista internacional y nuestra propia experiencia? Sin tener claridad sobre estas cuestiones no podemos iniciar la guerra de guerrillas.

El marxismo es una filosofía de lucha. La ley del desarrollo según la dialéctica marxista es que todo proceso de desarrollo en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano tiene lugar en medio de lucha de opuestos y su obvio resultado tomará la forma de un salto. Todo pensamiento que ve el desarrollo de cualquier tipo como un esquema de adición – substracción ordinario y como evolución gradual sería denunciado como evolucionismo burgués por los marxistas. Es claro que la transformación de un proceso a otro proceso no tiene lugar gradualmente, sino mediante saltos, mediante cambio cualitativo, mediante revolución.

A este respecto Lenin dice: desarrollo es la lucha de opuestos; hay básicamente dos concepciones respecto al desarrollo —desarrollo en la forma de aumento – disminución y desarrollo como unidad de opuestos. Mao ha dado el nombre de evolucionismo vulgar al pensamiento que ve el desarrollo como aumento y disminución o como repetición y dijo a cambio que el resultado inevitable de la unidad y lucha de opuestos es el cambio —o salto— cualitativo. Esto lo formuló él como unidad-lucha-transformación.

Con respecto a la teoría del conocimiento, Mao desarrolló la teoría de los dos saltos, es decir, del conocimiento perceptivo al conocimiento racional, y del conocimiento racional a la práctica revolucionaria. De estos, Mao ha denominado el fenómeno del salto del conocimiento racional a la práctica revolucionaria como “sumamente importante”. Sobre esto Mao dijo:

“Sólo este salto —el primer salto de adquirir conocimiento, o los pensamientos, teorías, políticas, planes y medios cristalizados como reflejo del mundo objetivo externo, verifica lo correcto de los erróneo. No sólo esto —la única intención del proletariado para conocer el mundo es transformarlo”.

De este modo Mao ha enfatizado la necesidad e importancia del salto en el proceso de transformación del pensamiento en práctica.

Salto, cambio cualitativo y revolución no es evolución gradual, sino un estado de ruptura, o un estado de transformación de un opuesto en el otro. Como había señalado Mao sobre el cambio cualitativo, sus proceso, etc., hablando de que la revolución no es algo suave, sin sobresaltos, etc.

De esto es claro que la esencia de la dialéctica marxista sobre esta cuestión es: para transformar el pensamiento en práctica el lado consciente tiene que hacer un plan no de evolución gradual sino de un salto. Después de habernos formado una opinión sobre el carácter de la revolución nepalesa, las formas de lograrla sobre la base de comprender la condición material de desarrollo de a lucha de clases en la sociedad nepalesa y la situación internacional, no sería marxismo revolucionario y sería mero evolucionismo vulgar o reformismo pequeñoburgués si seguimos repitiendo en la práctica las vías de evolución gradual o de reforma. Es imposible transformar de un proceso a otro de manera gradual porque lo que se necesita es un salto cualitativo. De ahí que es sólo mediante el proceso de empuje, salto y cambio cualitativo que nuestro Partido, que no ha pasado a la lucha armada incluso después de haber desarrollado un pensamiento sobre ésta, se transformará en un Partido capaz de dirigir una lucha armada. Esto coincide con las experiencias pasadas y presentes del Movimiento Comunista Internacional.

Aparte de esto también debemos tener claro que este salto traerá un gran cambio en la estructura de un partido como el nuestro que tiene predominio de representantes de la clase pequeñoburguesa y que ha sido utilizado para trabajo reformista. Esto tampoco va a ser suave y fácil; habrá un gran cambio en la estructura general de clases del Partido debido al proceso de ingreso y salida de sus miembros. Este proceso se desenvolverá en medio de grandes pérdidas y logros. En este proceso, muchos errores, deficiencias y debilidades del Partido tendrán que pagarse con sangre.

Después de iniciada la guerra de guerrillas, avanzará con el proceso de auge y caída, victoria y derrota de acuerdo con las leyes de la guerra. Pero es importante prestar atención al hecho de que una vez se ha levantado la bandera de la rebelión debemos estar decididos a no arriarla hasta el fin, y si lo hacemos sin tal determinación significa que pecaremos contra el pueblo y estaremos contra la teoría del MLM.

Luego de tener un Partido Comunista con un arma ideológica, línea política y medios de lograrla, el problema que queda es realmente el problema de iniciar la guerra popular. Sin tener claridad sobre esta cuestión, no es posible liberarse del reformismo. Ha sido probado por la historia que el pueblo juzgará positivamente todos los hechos históricos realizados por el bien del pueblo y cuando se hacen con una profunda creencia en el principio de que “las masas hacen la historia”.

Fuente | Partido Comunista de Nepal (Maoísta) – Estrategia y Táctica de la Lucha Armada en Nepal (Documento adoptado por el Tercer Pleno del Comité Central) | Redactado: Para el III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Nepal (Maoísta) de marzo de 1995 | Publicado: En inglés, en The Worker, órgano del Partido Comunista de Nepal (Maoísta), No. 3 (feb. 1997), págs. 19-30, con el título de «Document: Strategy and Tactics of Armed Struggle in Nepal» | Traducción al Castellano: Debate y documentación sobre Nepal, 2007 | Esta edición: Marxists Internet Archive, noviembre de 2009.

Experiencias de la Guerra Popular y algunas cuestiones importantes por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 1998

Aunque en lo principal la línea ideológica, política y militar ha probado ser correcta, el proceso de guerra popular en los pasados dos años y medio ha dado lugar a varias importantes cuestiones nuevas. Es necesario responderlas sobre la base de las experiencias de la Guerra Popular. A este respecto es importante prestar seria atención y tener claridad sobre los siguientes puntos:

1. Primero que todo el desarrollo de la Guerra Popular exige aún más claridad teórica respecto a la zona guerrillera y la base de apoyo. Debemos ser claros en que el concepto de base de apoyo es un concepto estratégico dentro de la Guerra Popular prolongada. La cuestión de la base de apoyo está indisolublemente ligada con la Guerra Popular Prolongada. De ahí que esto sea una cuestión teórica. Sin bases de apoyo no puede haber ninguna Guerra Popular prolongada rodeando las ciudades desde el campo. Sin embargo la zona guerrillera no está relacionada con ninguna cuestión estratégica o teórica de la Guerra Popular prolongada. realmente la zona guerrillera es una cuestión táctica y transicional que surge en el proceso de construcción de una base de apoyo. Si la zona guerrillera se consideran tan estratégicamente importante como la base de apoyo entonces esto puede llevar a grave peligro de reformismo en el campo militar.

En el Movimiento Comunista Internacional ha existido una errónea tendencia de asumir la zona guerrillera como un concepto estratégico y teórico en vez de tomarlo como un concepto táctico y transicional. Este tipo de tendencia representa reformismo en el campo militar. A nombre de la táctica si a la zona guerrillera se le da forma prolongada entonces se convertirá en una estrategia. Este tipo de pensamiento debilita el papel del esfuerzo consciente requerido para construir bases de apoyo e ignora la necesidad de desarrollar la guerra de guerrillas en guerra de movimientos y en guerra regular de posiciones. De hecho tal pensamiento considera a la guerra de guerrillas como ‘guerrillerismo de insurrectos errantes’ y niega la importancia del salto cualitativo en la guerra. Por eso es por lo que esta tendencia es una concepción reformista en el campo militar. Tenemos que concentrar nuestra atención hacia la cuestión de preparar bases de apoyo a la vez que combatimos tal tendencia. Es claro que el proceso de zona guerrillera es esencialmente el proceso de construcción de bases de apoyo.

Aunque teóricamente era claro, sin embargo, tales expresiones en los pasados planes como “Preparar bases para zonas guerrilleras”, “Concentrar todos los esfuerzos en desarrollar zonas guerrilleras”, “Establecer zonas guerrilleras”, han dado la impresión de entender la cuestión de las zonas guerrilleras en un sentido estratégico. Es importante ser claros en que tales expresiones fueron hechas en el contexto de tácticas y prácticas inmediatas. La base de apoyo es la única cuestión estratégica principal en la Guerra Popular prolongada.

También será un grave error asumir que la base de apoyo será o debe ser estable y permanente de una vez. El Camarada Mao ha explicado diferentes etapas de desarrollo de las bases de apoyo en términos de temporal, estable y relativamente estable. No es improbable una vez establecida una base de apoyo ésta pueda revertirse en zona guerrillera o en territorio del enemigo debido a intensa represión por parte del enemigo. En China, muchas viejas base de apoyo fueron perdidas, recuperadas y nuevas bases formadas y es a través de este largo proceso que la Guerra Popular será victoriosa.

Junto con esto debe ser claro que no necesariamente la base de apoyo es o debe ser construida a través de sólo una técnica en todo el mundo. Incluso en China hubo diferentes métodos de establecer base de apoyo ya sea conquistando bases de apoyo de una vez por el ejército rojo regular o a través del desarrollo de escuadras guerrilleras entre las masas y azuzando la rebelión en las unidades del ejército enemigo. La cuestión de la técnica a ser aplicada en un lugar particular para establecer base de apoyo dependerá de la situación.

En general el Camarada Mao ha hecho énfasis en tener una fuerte base de masas, un Partido fuerte, terreno apropiado para acciones militares y un ejército popular para establecer base de apoyo. Aunque esto es teóricamente correcto no debe ser copiado mecánicamente.

Realmente, una de las importantes cuestiones para diferenciar una zona guerrillera de una base de apoyo es la cuestión referente a ejercer del Poder político. En realidad en una zona guerrillera no se puede mantener el Poder político. En tales lugares hay una contienda por el nuevo Poder político por parte de las guerrillas. En contraste, el Poder popular será establecido en la base de apoyo y el enemigo deberá desplegar una gran fuerza para poder capturarla. Del anterior análisis se puede tener una correcta opinión sobre zona guerrillera y base de apoyo.

Ahora es necesario analizar si hemos llegado a tener a la orden del día o no la cuestión de construir bases de apoyo basados en la experiencia de dos años y medio de Guerra Popular en Nepal, y cuáles son las condiciones concretas respecto a la construcción de bases de apoyo en Nepal. Ya ha quedado claro en los anteriores análisis de la Guerra Popular que se han visto diferentes niveles de desarrollo embrionario de Poder popular en áreas bajo los tres comandos regionales. De entre ellos existe un amplio ejercicio de poder popular democrático que está teniendo lugar en el área principal de la región occidental. Tal tipo de situación se ha desarrollado debido a la fuerte base de masas, a la fuerza del Partido, el terreno favorable, al movimiento de masas por todo el país y a la eliminación de los enemigos de clase sociales por las escuadras guerrilleras y a contener extensa derrota de las fuerzas militares locales del Estado reaccionario. De acuerdo con el desarrollo desigual, principales áreas de las regiones central y oriental están también desarrollándose sistemáticamente hacia la misma dirección.

De este modo es claro que la cuestión de construir bases de apoyo en Nepal se ha puesto a la orden del día luego de observar la situación práctica creada por el desarrollo de la Guerra Popular. Sin embargo no es suficiente con sólo pensar esto mucho.

Hoy, políticamente la Guerra Popular ha llegado a establecerse como una fuerza paralela contra el Estado reaccionario; sin embargo, militarmente es muy débil. La actual Guerra Popular que está avanzando con esfuerzo dando nacimiento a tres tipos de áreas, a saber, zonas principal, secundaria y de propaganda, ha tomado forma a todo el país. Aprovechando la profunda inestabilidad que está afrontando el actual Estado reaccionario, la zona principal y la Guerra Popular en general han podido obtener gran apoyo de diferentes formas de movimientos de masas y movilizaciones de masas. Hoy el enemigo está llevando a cabo campañas de represión por todo el país, si bien concentrándose en las zonas principales, para cortar de raíz el recién formado Poder político. En el futuro si hay mayor represión que la actual, ¿existe alguna posibilidad de construir o mantener bases de apoyo en Nepal o no? Si la hay, entonces ¿sobre qué condición básica es posible? Debemos ser claros a este respecto. No sólo en el sentido teórico general sino también a través de la experiencia práctica de la Guerra Popular se ha mostrado que es posible tener bases de apoyo en diferentes partes del país. Sin embargo es posible sólo después de cumplir las siguientes condiciones en el contexto de Nepal:

(a) El Partido debe dar continuamente dirección centralizada basada en una correcta política de manera audaz.

(b) Las actividades guerrilleras tienen que seguir ininterrumpidamente por todo el país.

(c) Alrededor de la zona principal debe desarrollarse zona guerrillera.

(d) Tiene que intensificarse el proceso de construir un fuerte ejército popular.

(e) Tienen que desarrollarse continuamente diversas formas de movimientos de masas a nivel central y local.

(f) Tienen que hacerse constantes esfuerzos para crear opinión pública en favor de la Guerra Popular, tanto en la India como en todo el mundo.

En el proceso de cumplir las anteriores condiciones principales las bases de apoyo en Nepal pueden nacer, desarrollarse y sostenerse. De ahora en adelante el Partido tiene que prestar atención y concentrar sus fuerza en esta dirección.

2. Basándonos en el anterior análisis relacionado con las bases de apoyo y las zonas guerrilleras es necesario redefinir las subetapas de desarrollo de la Guerra Popular emprendidas por la histórica Tercera reunión ampliada de nuestro Partido. Estas cuatro subetapas, incluyendo preparación final, inicio y continuación, zona guerrillera y base de apoyo, han sido discutidas. Desde el punto de vista de la teoría y la política no hay error en la categorización de estas subetapas. Sin embargo hay campo para la confusión, cuando se ve a la luz del desarrollo y las experiencias de la Guerra Popular, al poner la zona guerrillera y la base de apoyo en el mismo nivel de subetapas puede darse a entender que ambas zonas tienen igual importancia en términos de estrategia y teoría. Esto le hemos aclarado arriba. Las cuatro subetapas mencionada entonces se basaban en el objetivo de resolver el problema práctico de nuestro desarrollo; de ahí que sería erróneo entender esto mecánicamente.

Hoy el desarrollo de la Guerra Popular ha mostrado que ésta ha alcanzado la gran etapa de construir bases de apoyo. Desde el punto de vista de las etapas estratégicas este plan también caerá dentro del plan de defensiva estratégica. Debemos ser muy claros sobre esto.

Esto significa que estamos entrando en la cuarta subetapa de “bases de apoyo” y haciendo un plan bajo ésta, luego de pasar a través del “inicio” y simultáneamente cruzar la segunda y tercera subetapas de “continuación del inicio” y “zonas guerrilleras”. Si bien la última reunión del Comité Central había descrito el Tercer Plan como el plan transicional de entrar en la tercera subetapa desde la segunda, fue de hecho un plan de transición de la tercera a la cuarta subetapa. La razón por la que no la pudimos definir de esta forma la vez pasada fue debido a la falta de claridad en la comprensión de la zona guerrillera y la base de apoyo.

Este análisis ayudará a desarrollar cualitativamente el Partido, el frente único y el ejército, teniendo en la mira la preparación de bases de apoyo. Esto no significa que no haya necesidad de zonas guerrilleras. La conversión de zona principal en base de apoyo no puede tener lugar sin convertir la zona secundaria en zona guerrillera y sin desarrollar acciones guerrilleras y movimiento popular en todo el país de una manera planificada. La verdad es que sólo poniendo al frente los preparativos de construcción de bases de apoyo podemos tomar la iniciativa necesaria para elevar la Guerra Popular a una nueva altura. Esto puede darle nuevo ímpetu al proceso de transformación revolucionaria de todas las esferas abarcando la ideología, la organización y la lucha. Este nuevo proceso de construcción de bases de apoyo va a ser un largo proceso que involucrará muchos planes y campañas.

3. Ha quedado claro que nuestro problema principal hoy es el problema de desarrollar la capacidad militar del pueblo. La experiencia de la Guerra Popular y la actual campaña de operación militar reaccionaria ha señalado evidentemente que el pueblo sin Poder militar no tiene nada para sí. Ahora se ha hecho tanto más claro que es sólo sobre la base del Poder militar que puede aumentarse en el futuro la iniciativa del pueblo. Por eso es por lo que se ha hecho necesario para el Partido concentrar la principal atención sobre la cuestión principal de construir el ejército.

A este respecto el Partido debe prestar atención primero que todo a la estructura de la organización militar. En el pasado ha habido intentos por construir organización militar en la forma de escuadras guerrilleras, escuadras de defensa local y escuadra de voluntarios. Basados en las nuevas exigencias de desarrollo se ha vuelto imperativo tener mejoras cualitativas en esta estructura. Por esto se ha hecho necesario desarrollar Poder militar local en la forma de tres categorías de fuerza principal, fuerza secundaria y fuerza base. La fuerza principal será construida de guerrillas regulares y esa fuerza estará directamente dependiendo del Buró Regional. Por el momento esta fuerza deberá mantenerse a nivel de pelotón apuntando a elevarlo a nivel de compañía dependiendo de todos los tres comando regionales. Debe ser obligatorio tener un miembro del Buró Regional como comisario [político] de estos pelotones. Por ahora, dependiendo de la base de masas, la capacidad técnica, el área geográfica y condiciones favorables, puede conformarse un pelotón más.

En cuanto a la fuerza secundaria, ésta debe entenderse como escuadras guerrilleras regulares que funcionan actualmente bajo la organización distrital del Partido o a ser desarrollada en conformidad. Este tipo de organización de fuerza secundaria también será desarrollada gradualmente hasta pelotón y hacia adelante. Dependiendo del nivel de desarrollo de los distritos particulares, la formación al nivel de pelotón puede construirse de manera flexible. Incluso entonces seguirá siendo una fuerza de apoyo bajo el liderato del Partido a nivel de distrito.

Cuando decimos fuerza básica queremos decir milicia popular organizada hasta ahora en la forma de escuadras locales de defensa. De ahora en adelante estas escuadras se desarrollarían como milicia popular. A la fuerza principal debe dársele prioridad en términos de armas, entrenamiento y tecnología con el fin de hacerla adecuadamente poderosa. Deben hacerse todos los esfuerzos de modo que la fuerza principal ayude a las fuerzas secundarias y básica. Si bien por el momento se le dará preferencia al tipo de acciones guerrilleras, la fuerza principal también estará practicando guerra de movimientos. La zona principal será el área principal de acción de la fuerza principal ya que está directamente relacionada con los requerimientos de construir bases de apoyo. Pero dependiendo de las necesidades de la situación, esta fuerza puede ser utilizada en cualquier acción en cualquier parte de la Región. Debemos tener claro el que la construcción de tal fuerza jugará un significativo papel en acciones contra el enemigo, en poner fin al localismo y al guerrillerismo, y en construir el ejército popular. De ahí que todas las Regiones, distritos y el Partido en general deben tomar especialmente la iniciativa en desarrollar este tipo de fuerza principal.

De las tres formas de fuerzas mencionadas anteriormente, las fuerzas principal y secundaria se constituirán en parte del ejército regular, mientras que la fuerza básica será una milicia conectada con el trabajo cotidiano de producción. Dependiendo del estado de la guerra y sus exigencias, tienen que mantenerse diferentes tipos de coordinación entre todas las tres fuerzas. Tal coordinación se hará para todo tipo de trabajo como propaganda, producción, ataque, defensa, etc.

Las escuadras de voluntarios pueden ser constituidas para acciones de masas según los requerimientos. Sin embargo, ellas no van a pasar a ser algún tipo permanente de formación militar. De ahí que no es necesario hablar sobre ellas en términos de formaciones permanentes.

En las zonas de propaganda, particularmente dentro de la Región del Valle, tienen que formarse una o más escuadras guerrilleras. Ahora mismo no habrá ninguna formación al nivel de pelotón. Las escuadras activas existentes en esas zonas constituirán la fuerza principal allí. Similarmente las escuadras que trabajan bajo el liderato del Partido a nivel de Distrito serían la fuerza secundaria y las escuadras de defensa serían la fuerza básica. Incluso entre los emigrantes, deben construirse formaciones militares dependiendo de la situación específica y se debe desarrollar un mecanismo de modo que puedan ser enviadas para acciones militares dentro del país.

El anterior concepto referente a fuerza principal, fuerza secundaria y fuerza básica representa un importante salto en el desarrollo de potencia militar. Es sólo implementándolo con éxito ideológica y estratégicamente que podremos garantizar la defensa y desarrollo de la Guerra Popular.

4. Se ha aclarado arriba que la cuestión de construir y operar el Poder democrático popular es otra importante cuestión causada por la experiencia de dos años y medio de Guerra Popular. Ahora mismo se esta viendo que están brotando diversas formas embrionarias de Poder popular local en diversos niveles de desarrollo en diferentes localidades bajo todos los tres mandos regionales. El enemigo está ejerciendo fascismo extremo para eliminar estos embriones del nuevo Estado.

Mirando la situación general, al Partido le han suscitado dos importantes cuestiones respecto al Poder popular y al frente único revolucionario. La primera cuestión está relacionada con la defensa y consolidación del Poder popular local y la segunda cuestión es cómo expresar en términos de Poder político y del frente único la fuerza de la Guerra Popular que está enfrentando centralmente el poder central del enemigo en la situación específica de Nepal.

Si se ve en profundidad es claro que en Nepal estas dos cuestiones están estrechamente interrelacionadas una a la otra. Si centralmente no se puede enfrentar contra el Estado enemigo tomando las medidas apropiadas de propaganda, organización y lucha de manera implacable [incesante] entonces será casi imposible mantener el Poder popular local y de igual manera, sin la base del Poder popular local la iniciativa central no puede tomar un curso revolucionario. Estas cosas han quedado claras de anteriores experiencias.

Para defender y consolidar el Poder popular local es importante tomar en cuenta seriamente los siguientes puntos:

Primer Punto: Sin derrotar la ofensiva militar del enemigo por medio del desarrollo de una fuerza militara apropiadamente poderosa, el Poder popular local no se puede proteger ni se puede consolidar. De ahí que, la primera condición para defender el Poder popular local y su consolidación es el desarrollo de Poder militar del pueblo.

Segundo Punto: Es importante asegurarse que diferentes clases, nacionalidades y sectores del pueblo, que son antifeudales y antiimperialistas, deben ser animados a participar en el nuevo Poder estatal mediante un proceso democrático. A este respecto, nadie debe ser obligado por los maoístas. Por el contrario, debe tomarse una seria y responsable iniciativa para involucrar en el nuevo Estado a diversas organizaciones políticas y sociales, que estén contra las clases feudal, y burguesa burocrática y compradora.

Tercer Punto: El proceso de construcción del nuevo Estado debe basarse en un completo sistema democrático y debe quedar claro que, si es necesario, el pueblo debe tener derecho a destituir a sus representantes electos. Aquí el punto principal que debe notarse es garantizar la participación popular en el proceso de control total. de la toma de decisiones y la dirección del nuevo Estado.

Cuarto Punto: Debe intentarse desarrollar la estructura del Poder popular local a nivel de Aldea, área y toda la Base de Apoyo, y al hacerlo se debe seguir el principio del centralismo democrático.

Quinto Punto: En todas las áreas donde se va a establecer o está establecido el Poder popular todas las masas tienen que estar organizadas bajo una u otra forma de organización. Es importante tomar muy en serio el dicho de que las masas organizadas son la única “muralla de hierro”.

Sexto Punto: El nuevo Poder estatal debe hacer esfuerzos por satisfacer las necesidades cotidianas de la vida económica, social y cultural del pueblo y mejorarlas continuamente. Y así sucesivamente.

Debido a la particularidad económica, política y geográfica no es posible mantener tal Poder popular local y las bases de apoyo, coordinarlas, resistir contra el Estado central del enemigo y movilizar el apoyo del pueblo por todo el país, sin una iniciativa a nivel central. Si centralmente se es incapaz de resistir al Estado reaccionario desarrollando un amplio frente único revolucionario del pueblo y si no se juega un papel directo en coordinar, apoyar al Poder popular local, entonces se está en claro peligro de que el Poder popular local sea reducido a un débil e indefenso puñado.

Hoy la Guerra Popular ya no es un asunto local. Tanto para el pueblo como para el enemigo la Guerra Popular se ha convertido en un asunto central. El enemigo está haciendo todos los esfuerzos desde el nivel central para eliminar la Guerra Popular. No sólo esto, los imperialistas y los expansionistas también están entrando abiertamente a eliminarla, ya que la Guerra Popular en Nepal no sólo está jugando un papel nacional sino también a nivel internacional. Junto con esto, las masas revolucionarias a nivel internacional también están entrando a apoyar la Guerra Popular. El enemigo ha aducido el lema del dizque consenso nacional con el fin de defender su reaccionario Estado contra la Guerra Popular. Ha recurrido a una estrategia de eliminar la Guerra Popular mediante cruel represión y a aislarla declarando a la Guerra Popular como enemiga de la elección democrática haciendo que todos los grupos políticos reaccionarios, reformistas y oportunistas participen en la próxima elección parlamentaria. Juzgando todas estas condiciones queda claro el porqué el Partido tiene que tomar iniciativas concretas centralmente contra las estrategias similares del enemigo.

Desde este punto de vistas deben hacerse especiales esfuerzos para organizar centralmente el frente único revolucionario en la forma de Comité de Organización Central de la República Popular de Nepal y también en tal calidad organizar a las diversas fuerzas de izquierda, progresistas, patrióticas y democráticas del país contra la conspiración del Estado reaccionario. Tal formación central trabajará principalmente como un medio de lucha por ahora y trabajara secundariamente como un medio de Poder. Primariamente hará énfasis en coordinar, perfeccionar, defender y desarrollar el Poder popular local. Representará la unidad de las masas populares antifeudales y antiimperialistas contra la conspiración del consenso nacional del Estado reaccionario. Propagará la cuestión de nuevo Estado o viejo Estado en la forma de un debate nacional y tomará constantemente la iniciativa de construir movimientos de masas revolucionarios como parte integral de la Guerra Popular. Al mismo tiempo adelantará las políticas económica, política y cultural del nuevo Estado en forma concreta a la vez que denunciará el carácter antinacional y antidemocrático del Estado reaccionario.

5. Con la claridad sobre las principales cuestiones mencionadas arriba, se desplegará una nueva cadena de nuevas mejoras y acciones en todos los aspectos de organización incluyendo el Partido, el Frente, el Ejército, el frente de masas, el foro y los departamentos. Esto se analizará concretamente en el futuro Plan.

Fuente | Partido Comunista de Nepal (Maoísta) | Extracto de la resolución adoptada en la Cuarta Reunión Ampliada del Comité Central del Partido, en agosto de 1998.