El ególatra que, enamorado de sí mismo, se escuchaba decir nada.
Investido por el tardofranquismo con la túnica púrpura de la sandez intelectualoide, sus entrevistas no eran más que una forma de entrevistarse a sí mismo, agasajando a los invitados para sentirse agasajado. Sus famosos silencios no fueron más que un golpe de suerte, ya que devinieron la consecuencia lógica no tener nada que decir. Y cuando ese silencio pedante e indiferente no fue suficiente para mantener una mínima conversación, entró de lleno y sin pudor (algo que su ego no concebía, el pudor, digo) en el circo de los «cuñaos» (débiles mentales a los que exponer como si les hiciera un favor cuando en realidad el favor se lo hacían a él) y sentirse así de nuevo el rey de la casa. Después de eso, nada…. claro que mis referentes son Joaquín Soler Serrano, Bernard Pivot, Jeremy Paxman, Inaki Gabilondo…

