a albufera 45

 

Junto al júbilo ido de la casa silenciosa
el bosque fue verde y yo trato de recordarlo
más todo lo cubre la escarcha negra

Rastrea un vencejo bajo el manto de hojas húmedas
el frío se intensifica como una corona
en la cúpula de los hayedos
aguanta un momento la respiración el musgo en la umbría
nunca se lamenta el hurón cuando vuelve
hambriento a su madriguera
y el cauce del río se arremolina en los rápidos
donde las piedras bifurcan sus acometidas

Junto al júbilo ido de la casa silenciosa
el fuego es igual al primer fuego del mundo
y los colores siguen siendo invencibles
más nada será como era antes
fuimos más ya no somos lo que fuimos ni lo que seremos
así que nadie puede volver
porque el que regresa siempre es otro

Junto al júbilo ido de la casa silenciosa
pienso, como dijo el Sombrero, que “ninguno es mío”
y a través de las corrientes subterráneas
me parece oír nítida la voz del que recitó, infalible equipaje,
“La luz es la sombra de Dios”

Junto al júbilo ido de la casa silenciosa (2′ 20″)