Diez grandes pensadores españoles que deberías conocer

El Escolasticismo es la corriente filosófica que se extiende por Europa occidental entre el siglo XI y el siglo XV. Su máximo representante es Santo Tomás de Aquino en cuyos escritos se aborda y se pone de relieve una relación armónica entre la razón y la fe. Los autores escolásticos beben en los textos sagrados, pero también en la filosofía aristotélica.

Los escolásticos españoles de los siglos XVI y XVII influyeron de forma decisiva en algunos de los más grandes pensadores de la historia. Olvidados en su propio país, son clave para entender el desarrollo del pensamiento político y económico en Occidente en los últimos cinco siglos.

La Escuela Española de Economía
La Escuela Española de Economía

Luis Saravia de la Calle

“El precio justo surge de la abundancia o escasez de bienes, mercaderes y dinero, como se ha dicho, y no de los costes, trabajo y riesgo”.

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Francisco de Vitoria

«El honor es la deferencia que se debe a la virtud.”

“Si para la defensa bastare empuñar el escudo, no debe esgrimirse la espada».

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Juan de Mariana

“Si baja el dinero del valor legal, suben todas las mercaderías sin remedio, a la misma proporción que abajaron la moneda, y todo se sale a una cuarta». De monetae mutatione.

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Diego de Covarrubias

“Al considerar el precio de un bien no debemos atender a su coste original, ni a su coste en términos de trabajo, sino sólo a su valor corriente en el mercado”.

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Luis de Molina

«Proporciona un completo análisis de la oferta y la demanda, y del modo en que conjuntamente determinan los precios”.

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Juan de Lugo

“Pretium iustum mathematicum licet soli Deo notum”.

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Francisco Suárez

«La unión en la persona del papa de la responsabilidad espiritual y temporal por el Patrimonio de San Pedro, favorece mayor unidad y paz en la Cristiandad, lleva a los gobernantes temporales a estar más cerca del único príncipe espiritual, alienta el respeto a Su Santidad y le otorga los medios que le permiten acabar con los infieles y los herejes. En definitiva, la Cristiandad se ve favorecida y preservada gracias al señorío del papa sobre los Estados de la Iglesia»Tratado de las Leyes y de Dios legislador, 1612

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Domingo de Soto

«..Este tipo de movimiento propiamente sucede en los (graves) naturalmente movidos y en los proyectiles. Donde un peso cae desde lo alto por un medio uniforme, se mueve más veloz en el fin que en el principio. Sin embargo el movimiento de los proyectiles es más lento al final que al principio: el primero aumenta de modo uniformemente disforme, y el segundo en cambio disminuye de modo uniformemente diforme.»

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Martín de Azpilcueta

«El séptimo respecto que hace subir o bajar el dinero, que es de haber gran falta y necesidad o copia de él, vale más donde, o cuando hay gran falta dél (…) como por la experiencia se ve que en Francia, do hay menos dinero que en España, valen mucho menos el pan, vinos, paños, manos y trabajos de los hombres; y aun en España, el tiempo que había menos dinero, por mucho menos se daban las cosas vendibles, las manos y trabajos de los hombres, que después de las Indias descubiertas las cubrieron de oro y plata. La causa de lo cual es que el dinero vale más donde y cuando hay falta de él, que donde y cuando hay abundancia».

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Tomás de Mercado

La dialéctica es el arte de las artes y la ciencia de las ciencias porque tiene el camino para llegar al principio de todos los métodos. En efecto, solamente la dialéctica puede discutir con probabilidad los principios de todas las artes y, por lo tanto, la dialéctica debe estar en primer término en el aprendizaje de las ciencias.

Francisco Suárez

Filósofo, teólogo y jurista del final de la segunda escolástica hispana, con un extraordinario reconocimiento en el mundo intelectual, tanto católico como protestante, del siglo XVII. Ingresó a la Compañía de Jesús en Salamanca el 16 de junio de 1564; en esa ciudad estudió filosofía y teología desde 1565 hasta 1570, siendo ordenado en 1572. Enseñó filosofía en Ávila y Segovia (1571) y, más tarde, teología en Ávila y Segovia (1575), Valladolid (1576), Roma (1580-1585), Alcalá (1585-1592), Salamanca (1592-1597) y Coimbra (1597-1616). Ocupó cátedra en Alcalá (1585), Salamanca (1593) y Coimbra (1597). Fue desde esta ciudad portuguesa (que se había integrado en la Corona española por herencia materna de Felipe II) donde publicará la mayor parte de sus obras.

Las Disputaciones metafísicas (1597) constituyen uno de los más logrados compendios de la sabiduría escolástica medieval y barroca. En dos amplios volúmenes, Suárez expone el estado de las cuestiones, junto a una síntesis personal que suele citarse como el origen de la metafísica como disciplina autónoma, y que se convertirá en manual imprescindible de las universidades en casi toda Europa.

Son también muy importantes los diez libros De legibus ac Deo legislatore (1612), un comentario de la Suma Teológica de Santo Tomás (al estilo de los De iustitia et iure de los anteriores maestros dominicos) que incluye algunos capítulos muy interesantes sobre la legitimidad del gobierno y los límites del poder civil. En este mismo sentido hay que destacar su Defensio fidei (1613), un alegato contra el juramento de fidelidad del rey Jacobo I de Inglaterra. En esta obra aparece una primera formulación del concepto de pacto social, como fundamento de la autoridad de los soberanos, que la reciben de la comunidad por derecho positivo. Por otra parte, el poder está siempre sujeto a una orden natural (explicitado por las leyes justas), que ni el príncipe ni la comunidad pueden transgredir. Esto podría justificar el revocamiento de un soberano. Hemos señalado esa gran influencia suareciana en toda Europa, como teólogo y filósofo. Para lo que ahora nos interesa, añadiremos también la “modernidad” de su pensamiento político en relación con los límites del poder de los gobernantes, siempre sometido a “la voluntad del pueblo” (“omnia potestas a Deo, populum consentientem”). Es particularmente destacable la presencia de Suárez en los orígenes de las Independencias latinoamericanas (ver Stoetezer, Furlong o Giménez Fernández) e incluso en la redacción de las Fundamental Orders de Conneticut (1639), un antecedente de la Constitución Norteamericana. Esto implicaría el reconocimiento de Suárez como inspirador del liberalismo anglosajón, sobre todo a través de John Locke.

Francisco de Vitoria

Francisco de Vitoria nació en Burgos, de padre alavés y madre burgalesa, en una familia acomodada y de buena posición social, al servicio de los Reyes Católicos.

Durante bastante tiempo, Burgos y Vitoria se han disputado el honor de ser su ciudad de origen. También se ha debatido sobre la fecha de su nacimiento: unos sostienen que fue el año 1483 y otros que el año1492. El dominico P. Vicente Beltrán de Heredia defiende que fue este último, apoyándose en un documento judicial. Para fundamentar su postura, hace un importante esfuerzo por ajustar las fechas que se citan: Vitoria profesa en 1506, y esto significaría que entonces tendría catorce años, lo cual resulta excepcional e inadmisible; así las cosas, también resultaría excepcional para la legislación la fecha en que sería ordenado sacerdote.

El primer dato biográfico reseñado es de 1505, año en el que Francisco de Vitoria ingresa en el convento dominicano de San Pablo, en Burgos. En este convento había un Estudio General, famoso por la formación que se impartía en él. Allí habría completado Vitoria los estudios de Humanidades y comenzado los de Arte o Filosofía. Dada su brillantez, los superiores lo mandan al Convento de Santiago de París, a donde eran enviados los alumnos más destacados de los dominicos, para que pueda estudiar en la universidad parisina.

Gran parte del impulso renovador de Francisco de Vitoria, tanto por lo que se refiere a su docencia teológica como a su pensamiento moral, social y jurídico, lo adquiere en el Convento de Santiago. Allí habían vivido y enseñado también, entre otros teólogos dominicos famosos, san Alberto Magno y santo Tomás de Aquino. Resulta asimismo interesante la influencia sobre Vitoria de Juan Mayor (que en el Colegio de Monteagudo fue profesor de Juan de Celaya y de Pedro Crockaert, quien a su vez fue maestro de Vitoria).

En 1509, Vitoria habría recibido la Licencia de Artes. Iniciaría entonces sus estudios de Teología, que terminó en 1512. En 1513 era ya Bachiller en Teología. Esto lo facultaba para enseñar. La enseñanza era necesaria para que el estudiante de Teología obtuviera los grados de licenciatura y doctorado.

La docencia de Vitoria en París pudo ser primero en Artes (1513-15) y después en Teología (1516-21), explicando las Sentencias de Pedro Lombardo, como bachiller sentenciario. Es posible que “leyera” también la Suma teológica de Tomás de Aquino, como hará después en Salamanca.

El P. Beltrán de Heredia señala una breve estancia de Vitoria en la ciudad comercial de Flandes. Según él, “hizo por los menos un viaje a Flandes para saludar allí a sus amigos belgas, y entrevistarse con algunos españoles, hombres de negocios que frecuentaban aquellas plazas, los cuales le consultaron sobre la licitud de ciertos contratos. Quizás con este motivo hubo de sostener allí magnam controversiam cum aliquibus juristis”. Allí tuvo Vitoria un conocimiento muy próximo de la realidad comercial y económica, y llegó a la conclusión de lo importante que era razonar y valorar moralmente las prácticas al uso.

Sobre esto nos brinda él mismo un testimonio de incalculable valor: “Esta duda me ha sido consultada en Flandes, porque allí hay factores o apoderados de los mercaderes que se benefician con dineros ajenos. Los mercaderes dan a los factores lanas que venden, y en tanto que viene el tiempo de la paga tratan con los dineros y ganan. Me preguntan si aquel beneficio sería del dueño de los dineros, o de aquellos factores y procuradores”.

Estando en París, Vitoria entra en contacto con tres ramas del pensamiento: el tomismo, el nominalismo y el humanismo.

1. El tomismo Vitoria descubrió pronto que Tomás de Aquino debería ser su guía y su maestro, tanto para formar sus ideas como para difundirlas mediante la enseñanza. y adoptó la Suma teológica como texto formativo, sustituyendo con ella las Sentencias de Pedro Lombardo.

2. El nominalismo Nos referimos al nominalismo moderado, según el cual hay que buscar la verdad donde ésta se encuentre, y valerse libremente de los autores que puedan servir de apoyo en esa búsqueda.

3. El humanismo El humanismo había generado una renovación en los distintos órdenes sociales, culturales y universitarios; se centraba en el problema del hombre y su dignidad, lo mismo que en su reforma cultural y espiritual.

En 1523, reclamado por fray García de Loaysa, para regentar la cátedra de Teología, Vitoria se traslada al Colegio de San Gregorio de Valladolid, donde impartió tres cursos, de 1523 a 1526. En 1526, a la muerte de Pedro de León, se traslada a Salamanca, para ocupar la cátedra de Prima de Teología en la universidad salmantina. En Salamanca encontró un nutrido grupo de profesores de gran prestigio, entre los cuales podemos contar a Francisco Sánchez y León de Castro, Martín de Frías, Martín Silíceo, Pedro Margallo (en Artes y Humanidades); el Doctor Navarro, Martín de Azpilcueta y Diego de Covarrubias (en Derecho Canónico); y especialmente su compañero en la cátedra de Vísperas, el también dominico Domingo de Soto, cofundador con él de la Escuela de Salamanca.

En la Universidad de Salamanca, Vitoria impartió clases desde el 18 de octubre de 1526 hasta su fallecimiento, ocurrido en 1546. Durante el curso 1538-39, su salud comenzó a debilitarse, afectando a su asistencia habitual de las clases: así, durante el curso 1540-41 sólo pudo leer trece lecciones; durante el curso 1541-1542 éstas se redujeron a cinco; durante el curso 1542-43 pudo seguir con cierta regularidad, porque las autoridades de la universidad le permitieron impartirlas las clases una hora después. Su delicado estado de salud queda reflejado en la contestación a la cédula real que recibió en 1545 para que asistiera al concilio de Trento. En carta del 28 de abril de 1546, que dirige a su amigo Miguel de Arcos, respondiendo algunas consultas, el historiador Juan López resumía la situación de Vitoria en las siguientes líneas: “Dos años antes que muriese le apretaron los dolores de gota, los cuales sufrió con singular paciencia, mostrando agradecimiento a los que servían en su enfermedad.(…) En fin de estos trabajos acabó la vida que fue siempre muy ejemplar, recibiendo primero los santísimos sacramentos. En su sepultura fue honrado como en la vida acudiendo toda la universidad, llevando su cuerpo en hombros los catedráticos de Prima”. Francisco de Vitoria murió en Salamanca el 12 de agosto de 1546, y fue enterrado en el Panteón de Teólogos del Convento de San Esteban.

Juan de Mariana

Juan de Mariana fue uno de los destacados pensadores del Siglo de Oro español. Hijo ilegítimo de Juan Martínez de Mariana, deán de Talavera, nació en Puebla Nueva (Talavera) en 1536 y murió en Toledo en 1624. Desde muy joven destacó por su inteligencia y a los 17 años se inscribió en la Universidad de Alcalá, fundada por el Cardenal Cisneros. El primer día de enero de 1554, inmediatamente después de haber solicitado su ingreso, entró en la Compañía de Jesús, con Luis de Molina. Durante el noviciado estuvo bajo la tutela de Francisco de Borja, con quien se compenetró enseguida. Terminado el noviciado y su periodo de formación en Alcalá, la Compañía lo envíó a enseñar en el Colegio Romano, para donde partió a principios de 1561. Cuatro años más tarde marchó a Loreto y de allí a Sicilia. Pasó ocho años en Italia, desde donde se trasladó a París, en 1569, para enseñar en la Universidad de La Sorbona. Allí se doctoró. Sus enseñanzas teológicas de la Suma de Santo Tomás en la universidad parisina le reportaron merecida fama de orador, y, en vista de su sabiduría, a sus clases asistía siempre una gran cantidad de estudiantes.

En 1572 Mariana vivió en primera persona la Matanza de París y quedó hondamente impresionado por el uso violento que se hizo de la religión con fines políticos. Dos años más tarde, al morir el rey de Francia, que había provocado la masacre de los hugonotes, el P. Mariana obtenía la aceptación de su dimisión de la Cátedra de Teología. Ese mismo año, 1574, regresó a España por Flandes, y se instaló en un convento de jesuitas en Toledo. A partir de entonces, el P. Mariana se dedicó al ministerio sacerdotal y a escribir obras de encargo. Simultáneamente comenzó una silenciosa labor investigadora sobre numerosos temas históricos, políticos y económicos, que no comenzó a publicar hasta una década y media más adelante.

En 1579 se convirtió en censor de la Biblia Políglota o Regia de Arias Montano, y sorprendió a todos con un dictamen favorable. La fundamentación lingüística y teológica de su dictamen hizo que, a partir de entonces y hasta fin de siglo, no cesaran de encargarle la censura de un sinfín de obras. A mediados de la década de los 80, su amigo García Loaysa fue nombrado preceptor del príncipe Felipe, después Felipe III. Desde entonces Mariana y Loaysa mantuvieron una frecuente comunicación, en la que compartían sus ideas sobre los conocimientos que debía adquirir el príncipe.

Pensamiento

De rebus Hispaniae, publicada en 1592, es la primera obra que Mariana publicó por voluntad propia. Es también la primera Historia de España, única durante más de dos siglos y medio. En esa misma década de los 90 comenzó a estudiar cuestiones monetarias. En 1598, su gran amigo García de Loaysa fue nombrado Arzobispo de Toledo y le pidió a Mariana que continuara siendo su mentor. Las esperanzas que Mariana albergaba sobre la evolución positiva de los hechos se esfumaron pronto. Ese mismo año, tras un largo calvario, murió Felipe II; al año siguiente falleció inesperadamente el propio Loaysa. El último año del siglo XVI el talaverano publicó tres libros, en los que llevaba varios años trabajando.

Al que más tiempo le dedicó fue al compendio de las obras de San Isidoro, que, de no haber sido por el tamaño del proyecto, habría sido una más de las muchas obras de encargo que realizó. A su lado está De ponderibus et mensuris, obra en la que trabajó durante los últimos años de su vida. La trilogía se completa con De rege et regis institutione, un libro para la educación del príncipe, elaborado durante los primeros años en los que Loaysa fue el responsable de la educación del futuro rey. Al contrario que Maquiavelo o Bodino, Mariana dedica la mayor parte de esta obra a establecer límites claros al poder político. En ella explica, siguiendo la tradición artistotelicotomista, que la sociedad es anterior al poder político y que, por lo tanto, aquélla puede recuperar sus derechos originales, si el Gobierno no le es de utilidad. Además, desarrolla la doctrina del tiranicidio, extensamente aceptada entre los autores escolásticos, ampliando el derecho de matar al tirano a un individuo cualquiera.

Una década más tarde se publica en Colonia su Septem tractatus, cuya cuarta parte es su famoso De Monetae mutatione, De la alteración de la moneda. Con esta obra el Padre Mariana concluía sus investigaciones monetarias. En ella hace una dura denuncia de robo contra aquellos gobernantes que usaban el recurso que hoy llamaríamos inflación para financiar los gastos del Estado. Mariana no sólo explica la nefasta procedencia de esta política económica, sino que la denuncia como una aberración desde el punto de vista del derecho.

Nada más publicarse la obra, el Padre Mariana es denunciado, encerrado y enjuiciado en un proceso impulsado por el propio rey y su valido, el Duque de Lerma. A los 73 años, después de esperar un final tranquilo, gracias a los servicios prestados a diversas instituciones de España, el jesuita se ve solo y necesitado de defensa frente a los catorce delitos de los que fue acusado por el fiscal Gil de Mota. Debido a su ferviente pasión por lo que consideraba lo verdadero y lo justo, nunca se retractó de lo que escribió en ese libro, a pesar de las graves acusaciones que contra él se vertieron. Después de año y medio de ser llevado cautivo al convento de San Francisco el Grande de Madrid, Mariana salió libre, pero sin que aun se conozca resolución alguna.

A pesar de no haber sido condenado, no le quedaron ganas de volver a escribir sobre asuntos de carácter político o social. Desde entonces se dedicó a la reedición de sus obras y a la publicación de otras nuevas, de carácter erudito y teológico. Vivió hasta los ochenta y ocho años, lo que le permitió ver cómo sus enemigos pagaban en vida las fechorías que habían cometido contra él y contra el pueblo español. En 1624 murió en Toledo. Entonces su vida era ya un ejemplo para jóvenes literatos y científicos españoles, por su valentía y su defensa de la libertad. Entre sus seguidores figuran grandes hombres y escritores, como Francisco de Quevedo y Villegas, Lope de Vega, y Tamayo y Vargas.

Diego de Covarrubias

  • Fue alumno de Martín de Azpilcueta.
  • Profesor de Derecho Canónico en la Universidad de Salamanca.
  • Llegó a formar parte de la Suprema Magistratura de Castilla.
  • Sus principales obras son Veterum Numismatum Collatio (1550), los Variarum (1552 –L. I,II,III-1570 –L. IV) y Opera Omnia (1577).
  • Afirma que el valor de un bien viene determinado por la utilidad y la escasez del mismo.

Domingo de Soto

  • Fue uno de los grandes alumnos de Francisco de Vitoria.
  • Estudió en Alcalá y en París.
  • En 1520 regreso a la Universidad de Alcalá y se encargó de la cátedra de Metafísica.
  • En 1525 ingresó en la Orden de Predicadores y en 1532 ocupó la cátedra de Teología en la Universidad de Salamanca.
  • En 1548 es nombrado confesor del emperador, pero renuncia tras dos años para continuar su trabajo en Salamanca.
  • Su obra más importante es De Iustitia et Iure (1557), del que se publican al menos 27 ediciones en los 50 años siguientes a su primera edición.
  • Fue confesor de Carlos I.
  • Analizó numerosos problemas económicos como la usura, los contratos, la actividad del intercambio, la determinación del precio justo y las fluctuaciones del mismo, etc.
  • Rothbard lo critica porque, en su opinión, de Soto rompe con la tradición escolástica de la defensa del precio de mercado como precio justo.
  • Llegó a recomendar desde su cargo ciertas intervenciones de precios.

Tomás de Mercado

La Suma de tratos y contratos tuvo diversas ediciones ya en el siglo XVI, y una primera traducción al italiano de 1591. De Mercado fue un autor ampliamente citado durante siglo XVII, hasta Juan de Lugo (1642). Ya en el siglo XIX aparece en el catálogo de Colmeiro (Biblioteca de los economistas españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII [1880], Luis Perdices (ed.), Real Academia de CC. Morales y Políticas, Madrid, 2005); y es a partir de 1928 cuando André Sayous recupera su autoridad destacando que, a propósito de los escritos económicos del siglo XVI, “en el primer rango hay que poner el tratado de Tomás de Mercado”. Shumpeter lo cita en varias ocasiones en su Historia del análisis económico(1954), a partir de la información que había leído en Dempsey (Interest and Usury, 1943). Particularmente interesante es la pionera traducción al inglés de un fragmento de su obra por Marjorie Grice Hutchinson (The School of Salamanca, 1952).

Hoy disponemos de dos publicaciones asequibles de sus obras: una incompleta, de Restituto Sierra Bravo (Editora Nacional, 1975), y otra en dos volúmenes, de Nicolás Sánchez Albornoz (Instituto de Estudios Fiscales, 1977).

Como obras de referencia más recientes podemos consultar: L. Perdices: Diccionario del pensamiento económico en España (1500-2000), Madrid, 2004; y E. Fuentes Quintana: Economía y economistas españoles, Madrid, 2000.

Juan de Lugo

Juan de Lugo fue un teólogo, académico y cardenal español del siglo XVII. Nacido en 1583 en Madrid, cursó sus estudios en la Universidad de Salamanca. Allí compartió aulas con la élite de su época. Estudió Leyes y probablemente coincidió con otras personalidades famosas, como Diego Saavedra Fajardo. Finalizada su carrera universitaria, ingresa en la Compañía de Jesús y comienza su vida de profesor en Valladolid, Roma y Medina del Campo. Llegó a ser cardenal y ascendió a las más altas instancias de la jerarquía eclesiástica.

Pensamiento

Se considera a Juan de Lugo como uno de los epígonos de la Escuela de Salamanca, también llamada Escuela Española. En sus trabajos cita a doctores como Luis de Molina o Leonard Lessio, otro de los maestros de la famosa escuela salmantina. Por ello podemos afirmar que el cardenal Juan de Lugo era un escolástico convencido, que compartía los principios básicos defendidos por esta escuela a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. De hecho, el madrileño defiende el corpus teórico desarrollado por los doctores de Salamanca, y se centra, especialmente, en el tema de los precios. Al mismo tiempo señala y comparte las ideas de utilidad, escasez y necesidad, para desarrollar su propia teoría. Murray Newton Rothbard y otros intelectuales de su talla consideran que el cardenal se acercó mucho a la explicación de la utilidad y la paradoja del valor. Una de sus sentencias más famosas es ésta: “Pretium iustum mathematicum licet soli Deo notum]”.

El cardenal Juan de Lugo es uno de los autores que con más pasión defienden la libertad de precios y la no intervención del Gobierno en los mismos. Fue criticado por determinados autores de la Escuela Austríaca por no tener un concepto claro sobre el funcionamiento de la banca. Para muchos hay una confusión en relación con la idea que tenía sobre la reserva fraccionaria.

Randall G. Holcombe reconoce que Lugo hizo aportaciones al conocimiento de la ciencia económica, principalmente en lo referente a la naturaleza dinámica del proceso de mercado, la imposibilidad del modelo de equilibrio, y el hecho de que los depósitos bancarios forman parte de la oferta monetaria.

 Las obras más importantes del cardenal Juan de Lugo son las siguientes: 1) Disputationes scholasticae et morales (1638). 2) De iustitia et iure (1642).

Luis de Molina

  • Trata el tema de los precios y la regulación. Defiende la libertad de precios y la no intervención del poder político en la economía.
  • Critica duramente la fijación de precios, porque, según explica, genera desabastecimiento.
  • Defiende los intereses y los legitima sobre la base del coste de oportunidad.
  • Marcha a Portugal, donde difundiría las ideas de la escolástica tardía.
  • Su obra más importante es De Iustitia et Iure (1593).

Martín de Azpilcueta

Martín de Azpilcueta es uno de los miembros más relevantes de la Escuela de Salamanca. También conocido como el Doctor navarro, este intelectual salmantino se convirtió sin lugar a dudas en uno de los más importantes de su tiempo. Azpilcueta nace en la villa navarra de Barasoáin un 13 de diciembre de 1492. Perteneciente a la nobleza navarra, ingresa en la Universidad de Alcalá para realizar sus estudios de teología en el año 1509. Finalizados los mismos, y siguiendo los pasos de muchos de sus contemporáneos, Martín de Azpilcueta desarrolla sus estudios de doctorado en Cánones en Francia, donde también iniciará su carrera docente en las universidades de Cahors primero, y Toulousse después. El Doctor Navarro fue un hombre productivo en todos los sentidos. Como docente, como consejero y también como ensayista y escritor. Sin duda sus escritos responden a las preocupaciones de la época y se encuadran perfectamente en los temas que tratan a lo largo de su existencia los autores de la denominada Escuela de Salamanca o Escolástica Tardía.

Es en 1524, con 32 años, el Doctor navarro inicia su etapa en la Universidad de Salamanca ocupando la cátedra de Prima en Cánones. Estará en la ciudad del Tormes hasta el año 1537. Durante ese tiempo, Azpilcueta se convertirá en uno de los grandes profesores de la universidad salmantina, influyendo en las ideas de pensadores posteriores como Diego de Covarrubias y Leyva. En 1537, se trasladará a la Universidad de Coimbra para ocupar la misma cátedra que impartía en Salamanca. En 1556 regresa a España pero diez años después viajará a Roma para ocuparse de la defensa del arzobispo de Toledo Bartolomé de Carranza. Allí residirá hasta el día de su muerte en 1586. Además de un gran docente e intelectual, Martín de Azpilcueta fue consejero de personajes ilustres. A lo largo de su vida asesoró a los Papas Pío V, Gregorio III y Sixto V. Fue considerado el canonista más importante de su época.

Pensamiento y obras

El Doctor Navarro fue un hombre productivo en todos los sentidos. Como docente, como consejero y también como ensayista y escritor. Sin duda sus escritos responden a las preocupaciones de la época y se encuadran perfectamente en los temas que tratan a lo largo de su existencia los autores de la denominada Escuela de Salamanca o Escolástica Tardía. Sus obras más importantes son: 1) Manual de Confesores y Penitentes (1553) y sus Adittiones. 2) Comentario Resolutorio de Usuras (1556). 3) De redditibus beneficiorum Ecclesiasticorum (1566). 4) Compendium horum omnium Navarri operum (1598). A lo largo de sus textos, el intelectual salmantino trata diversos temas. Pero sin duda es necesario destacar el enfoque que el Dr. Martín de Azpilcueta desarrolla sobre temas como el precio justo, la teoría cuantitativa del dinero, la teoría del valor-escasez o algunas ideas relativas a la preferencia temporal. El Doctor Navarro es considerado por autores como José Larraz, Murray Newton Rothbard o Jesús Huerta de Soto, como el padre de la teoría cuantitativa del dinero que señala que el valor de la moneda varía en relación inversa con su oferta, o cantidad de moneda disponible. En ese sentido, un texto histórico de Martín de Azpilcueta apuntado por intelectuales de la talla de John Elliot o Joseph Schumpeter indica que “En las tierras do ay gran falta de dinero, todas las otras cosas vendibles, y aun las manos y trabajos de los hombres se dan por menos dinero que do ay abundancia del; como por la experiencia se ve que en Francia, do ay menos dinero que en España, valen mucho menos el pan, vino, paños, manos, y trabajos; y aun en España, el tiempo, que avia menos dinero, por mucho menos se davan las cosas vendibles, las manos y los trabajos de los hombres, que después que las Indias descubiertas la cubrieron de oro y plata. La causa de lo qual es, que el dinero vale mas donde y quando ay falta del, que donde y quando ay abundancia”. Este texto, perteneciente al trabajo Comentario Resolutorio de Usuras demuestra que Martín de Azpilcueta se anticipó doce años al texto que Jean Bodin escribió en 1568 y que reflexionaba sobre las variaciones de precios que se empezaban a sentir en Europa. Además de este magnífico trabajo, Martín de Azpilcueta también elaboró ideas sobre la teoría de valor-escasez, estrechamente relacionada con su teoría sobre el dinero. El profesor salmantino afirmaba que “toda mercancía se hace más cara cuando su demanda es más fuerte y su oferta más escasa”. Como conclusión sería necesario resaltar la importancia que este autor tiene para el desarrollo de las ideas salmantinas. Es, sin lugar a dudas, uno de sus representantes más importantes.

Luis Saravia de la Calle

  • Su obra más importante fue Instrucción de mercaderes (1544).
  • Grice Hutchinson afirma que su trabajo tuvo enorme repercusión cuando fue traducido al italiano, en 1561.
  • El escolástico censura en él cualquier tipo de teoría del valor basada en el coste de producción, insistiendo en que los factores que determinan que el precio varíe son la demanda, la utilidad y la escasez del mismo.
  • Grice Hutchinson afirma: “Saravia niega con gran vehemencia que los costes de producción puedan jugar algún papel en la determinación del precio. Considera al hombre pobre no como productor, sino como consumidor”.
  • Saravia era un especialista en el mundo de la banca.
  • No veía como algo moralmente bueno que el banquero se apropiase del dinero depositado a la vista por el depositario.
  • Defendía que los bancos poseyesen el 100% del coeficiente de caja.