La lista de Schindler dirigida por Steven Spielberg (1993)

En La lista de Schindler, Spielberg se atreve a contar una historia y además una historia en sí misma importante, lo que la convierte en una película necesaria. Envuelto en una estética deudora tanto del expresionismo de Fritz Lang como del cine mudo, sospecho que el deseo de Spielberg era levantar el prototipo de un personaje antitético de Hitler, Oskar Schindler, el cual representa para Spielberg lo que él considera el reverso de la moneda, la manera de mostrar que hay dos maneras de que las personas se entreguen a una causa, dos tipologías de liderazgo enfrentadas, antagónicas, una en la que la vida es un medio (el  capitán de las SS,, jefe del Sonderkommando de Austchwitz, interpretado por Ralph Fiennes, como alter ego de Hitler) y otra en la que la vida es la finalidad, y en ese trayecto Oskar Schindler deriva hacia una especie de santidad obsesiva, que recuerda la escena de Jesús en el Monte de los Olivos, en las que el pecado es la imposibilidad de no poder dar lo suficiente. Una especie de anhelo de entrega que imposibilita el miedo en contraposición con el paroxismo de la violencia que acontece cuando la vida carece de sentido, cuando el miedo es casi absoluto y nos otorgamos como remedio la impunidad.

Me reafirmo en que el subrayar lo redundante de Spielberg es edulcorado, pero también me ratifico en su honestidad.

La lista de Schindler dirigida por Steven Spielberg (1993)
La lista de Schindler dirigida por Steven Spielberg (1993)
La lista de Schindler dirigida por Steven Spielberg (1993)