Aleluya…

He oído que había un acorde secreto
que tocaba David, y al Señor le gustaba.
¿Pero a ti la música no te importa, verdad?
Era así:
la cuarta, la quinta,
desciende la menor, la mayor asciende,
el rey confuso componía el Aleluya.

Aleluya…

Tu fe era intensa, pero necesitabas pruebas.
La viste bañándose en el tejado
su belleza bajo la luna te derrocó.
Te ató a la silla de la cocina,
destrozó tu trono, cortó tu cabello
y con tus labios dibujó el Aleluya.

Aleluya…

Dices que pronuncié su nombre en vano
pero ni siquiera sé su nombre
y aunque lo supiera, ¿por qué te importa?
Hay una llama de luz en cada palabra.
Qué más da cuál de los dos escucharas,
si el sagrado Aleluya o el que está hecho pedazos.

Aleluya…

Hice lo que pude, no fue mucho,
no sentía nada, traté de alcanzarlo.
Dije la verdad, no vine para engañarte.
Incluso cuando todo se derrumbe
permaneceré frente al Señor de la Música
y no pronunciaré más que el Aleluya.

Aleluya…

Suzanne

Suzanne te lleva abajo hacia su lugar cerca del río.
Puedes oír las barcas pasar, puedes pasar la noche junto a ella
y sabes que está medio loca, pero por eso mismo quieres estar allá.
Y te alimenta con té y naranjas que trajo desde la China.
Y justo cuando tratas de decirle que no tienes amor para darle,
te introduce en su longitud de onda
y deja que el río conteste que siempre has sido su amante.

Y quieres viajar con ella, y quieres viajas a ciegas,
y sabes que confiará en ti
porque has tocado su cuerpo perfecto con tu forma de pensar.

Y Jesus era un navegante cuando caminaba sobre las aguas
y pasó largo tiempo observando desde su solitaria torre de madera.
Y cuando supo al fin con certeza que solo los que se ahogaban podían verle
dijo: «Todos los hombres serán navegantes hasta que el mar los libere».
Pero él mismo estaba roto mucho antes de que el cielo se abriera.
Rendido, casi humano, se hundió entre tu sabiduria como una piedra.

Y quieres viajar con él, y quieres viajar a ciegas,
y sabes que podrás confiar en él
porque ha tocado tu cuerpo perfecto con su forma de pensar.

Ahora Suzanne te toma de la mano y te conduce hacia el río.
Lleva pieles y harapos de los almacenes del Ejercito de Salvación.
Y el sol cae como la miel sobre nuestra dama de la bahía.
Y te muestra dónde has de mirar de entre la basura y las flores.
Hay héroes entre las algas, hay niños en la mañana
que tienden hacia el amor y lo harán así por siempre
mientras Suzanne sostenga su espejo.

Y quieres viajar con ella, y quieres viajar a ciegas,
y sabes que puedes confiar en ella
porque ha tocado tu cuerpo perfecto con su forma de pensar.

Todo el mundo sabe

Todo el mundo sabe que los dados están cargados
Todo el mundo lanza con los dedos cruzados
Todo el mundo sabe que la guerra ha terminado
Todo el mundo sabe que los buenos perdieron
Todo el mundo sabe que la pelea estaba amañada
Los pobres se quedan pobres, los ricos se hacen más ricos
Eso es lo que pasa
Todo el mundo lo sabe

Todo el mundo sabe que el barco hace aguas
Todo el mundo sabe que el capitán mintió
Todo el mundo tiene ese sentimiento desgarrado
Como si su padre o su perro acabase de morir

Todo el mundo habla por lo bajo
Todo el mundo quiere una caja de bombones
Y una rosa de tallo largo
Todo el mundo lo sabe

Todo el mundo sabe que me amas, nena
Todo el mundo sabe que realmente lo haces
Todo el mundo sabe que has sido fiel
más o menos una noche o dos
Todo el mundo sabe que has sido discreto
Pero había mucha gente con la que debías encontrarte
Sin tu ropa
Y todo el mundo lo sabe

Todo el mundo sabe, todo el mundo sabe
Eso es lo que pasa
Todo el mundo sabe

Todo el mundo sabe, todo el mundo sabe
Eso es lo que pasa
Todo el mundo sabe

Y todo el mundo sabe que es ahora o nunca
Todo el mundo sabe que es o tú o yo
Y todo el mundo sabe que es eterno
Ah, cuando te has metido una raya o dos
Todo el mundo sabe que el trato se ha podrido
El viejo negro Joe sigue recogiendo algodón
para tus cintas y lazos
Y todo el mundo lo sabe

Y todo el mundo sabe que la plaga está llegando
Todo el mundo sabe que se está moviendo rápido
Todo el mundo sabe que un hombre y una mujer desnudos
son sólo un artefacto brillante del pasado
Todo el mundo sabe que la escena está muerta
Pero habrá un contador en tu cama que dirá
Lo que todo el mundo sabe

Y todo el mundo sabe que estás en problemas
Todo el mundo sabe por lo que has pasado
Desde la sangrienta cruz en la cima del Calvario
A la playa de Malibú
Todo el mundo sabe que se está desmoronando
echa una última mirada a este Sagrado Corazón
Antes de que estalle
Y todo el mundo sabe

Todo el mundo sabe, todo el mundo sabe
Así es como va
Todo el mundo sabe

Leonard Cohen, cantautor, Montreal, 1934-2016
Famous blues raincoat (1971)

Son las 4 de la mañana, finales de diciembre
te escribo para saber si estás mejor.
Hace frío en Nueva York, pero me gusta donde vivo.
En Clinton Street lleva sonando música toda la tarde.

He oído que estás construyendo tu pequeña casita en lo profundo del desierto.
Ahora no tienes nada por lo que vivir, espero que no pierdas la cuenta de los días.

Sí, y Jane llegó con un mechón de tu pelo.
Dijo que tú se lo diste
la noche en que lo vuestro terminó.
¿Terminó realmente?

Ah, la última vez que te vi parecías mucho más viejo,
tu famoso impermeable azul tenía los hombros rotos.
Has estado yendo a la estación a esperar los trenes
pero volviste a casa sin Lili Marlene.

Y trataste a mi mujer como otra escama más de tu vida.
Y cuando volvió ya no era la mujer de nadie.

Y te imagino con una rosa entre los dientes
como otro débil gitano ladrón
cuando veo a Jane despierta.
Te manda saludos.

¿Qué puedo decirte, mi hermano, mi asesino?
¿Qué quieres que te diga?
Supongo que te echo de menos, y supongo que te perdono.
Me alegro de que te cruzaras en mi camino.

Si alguna vez vuelves, a por Jane o a por mí
tu enemigo está durmiendo y su mujer es libre.

Sí, y gracias por llevarte el dolor de sus ojos
pensé que nunca desaparecería, por eso no intenté llevármelo yo.

Y Jane llegó con un mechón de tu pelo.
Dijo que tú se lo diste
la noche en que lo vuestro terminó.

First we take Manhattan (1988)

Me sentenciaron a veinte años de aburrimiento.
Por intentar cambiar el sistema desde dentro.
Ahora vengo, vengo a recompensarlos.
Primero tomaremos Manhattan. Luego, Berlín.

Camino guiado por una señal del cielo.
Camino guiado por ésta marca de nacimiento en mi piel.
Camino guiado por la belleza de nuestras armas.
Primero tomaremos Manhattan. Luego, Berlín.

Me amaste como a un perdedor.
Pero ahora estás preocupada porque probablemente he ganado.
Sabes como detenerme, pero no tienes la disciplina para hacerlo.
Cuantas noches recé por ésto: dejar que mi trabajo comenzara.
Primero tomaremos Manhattan. Luego, Berlín.

No me gustan sus negocios de moda, señor.
Y no me gustan esas drogas que le mantienen delgado.
No me gusta lo que le sucedió a mi hermana.
Primero tomaremos Manhattan. Luego, Berlín.

Y gracias por esos artículos que me ha enviado.
El mono y el violín de madera contrachapada.
He practicado cada noche, y ya estoy preparado.
Primero tomaremos Manhattan. Luego, Berlín.

Recuérdame, solía vivir para la música.
Recuérdame, le gané a tus tiendas de supermercados.
Es el Día del Padre, y todo el mundo está herido.
Primero tomaremos Manhattan. Luego, Berlín.

Cielo

Los grandes pasan
pasan sin tocarse
pasan sin mirarse
cada uno sumido en el gozo
cada uno en su fuego
No tienen necesidad
el uno del otro
tienen la más profunda de las necesidades
Los grandes pasan

Registrados en algún cielo múltiple
grabados en alguna risa sin fin
pasan
como estrellas de diferentes estaciones
como meteoros de diferentes siglos

Fuego inalterado
por el fuego que pasa
risa inatacada
por el confort
se pasan los unos a los otros
sin tocarse sin mirarse
necesitando saber tan sólo
que los grandes pasan

 

De «Flores para Hitler»

Traducción de Antonio Resines.

Leonard Cohen, cantautor, Montreal, 1934-2016
Destino

Quiero que tu cálido cuerpo desaparezca
educadamente y me deje solo en la bañera
porque quiero considerar mi destino.
¡Destino! ¿por qué me encuentras en esta bañera
ocioso, solo, sin lavar, sin siquiera
la intención de lavarme excepto en el último momento?
¿Por qué no me encuentras en lo alto de un poste de teléfonos,
reparando las líneas que van de ciudad a ciudad?
¿Por qué no me encuentras cabalgando a través de Cuba,
un hombre gigantesco con un machete rojo?
¿Por qué no me encuentras explicando máquinas
a pupilos poco privilegiados, españoles negroides,
contentos de que no sea un cursillo sobre escritura creativa?
Vuelve aquí pequeño y cálido cuerpo,
es la hora de otro día.
El destino ha huido y yo te elijo a ti
que me encontraste mirándote fijamente en un almacén
una tarde hace cuatro años
y has dormido conmigo desde entonces.
¿Qué te parecen mis ojos de pescador después de todo este tiempo?
¿Soy lo que esperabas?
¿Acaso estamos demasiado tiempo juntos?
¿Acaso se avergonzó el destino ante la doble toalla turca,
nuestro conocimiento de nuestras pieles,
nuestro amor que es proverbial en todo el bloque,
nuestro acuerdo de que en cuestiones espirituales
yo debo ser el Hombre del Destino
y tú la Mujer de la Casa?

 

De «Flores para Hitler» 1964.

Traducción de Antonio Resines.

El autobús

Fui el último pasajero del día.
Estaba solo en el autobús.
Me sentía contento de que se estuvieran gastando tanto dinero
sólo para llevarme por la Octava Avenida arriba.
¡Conductor! Grité, estamos usted y yo esta noche.
huyamos de esta gran ciudad
a una ciudad más pequeña más propia para el corazón,
conduzcamos más allá de las piscinas de Miami Beach,
usted en el asiento del conductor, yo varios asientos más atrás,
pero en las ciudades racistas cambiaremos de lugar
para mostrar lo bien que le ha ido arriba en el norte,
y busquemos para nosotros alguna diminuta villa pesquera americana
en la Florida desconocida
y aparquemos justamente al borde de la arena,
un enorme autobús como una señal,
metálico, pintado, solitario,
con matrícula de Nueva York.

 

De «Flores para Hitler» 1964.

Traducción de Antonio Resines.

El estado del cajón

¿Existe algo más vacío
que el cajón donde
uno solía guardar el opio?
¡Cómo se parece a una margarita amarilla
cegada, convertida en una margarita común
mi precioso cajón de la cocina!
Cómo se parece a una nariz sin agujeros
mi desnudo cajón de madera!
¡Cómo se parece a una cesta sin huevos!
¡A un estanque sin su tortuga!
Mi mano ha explorado
mi cajón como una rata
en un experimento de laberintos.
¡Lector, puedo decir con seguridad
que no existe un cajón más vacío
en toda la cristiandad!

 

28 de noviembre de 1961.

De «Flores para Hitler» 1964.

Traducción de Antonio Resines.

El primer asesinato

Supe que no había ocurrido
No había asesinato en la pradera
La hierba no estaba roja
La hierba era verde
Supe que no había ocurrido

He llegado a casa cansado
Mis botas están veteadas de suciedad
Para qué sirve predicar
nunca les pasó nada
a los cuerpos asesinados en la pradera

Decid la verdad he fumado hasta
llegar al amor en esta noche inocente
Jamás ocurrió
Jamás ocurrió
No hubo asesinatos en la pradera

Había una casa en la pradera
La pradera en sí era grande y estaba vacía
Era de noche
Era noche cerrada
Había luces en las diminutas ventanas.

 

De «Flores para Hitler» 1964.

Traducción de Antonio Resines.

Esperando a Marianne

He perdido un teléfono
que olía a ti

Vivo junto a la radio
todas las emisoras a la vez
pero capto una nana polaca
la capto entre la estática
se desvanece yo espero mantengo el ritmo
viene de vuelta casi dormida

Acaso tomaste el teléfono
sabiendo que yo lo olfatearía inmoderadamente
tal vez hasta que calentaría el plástico
para recoger hasta la última migaja de tu respiración

y si no piensas volver
cómo ibas a telefonear para decirme
que no piensas volver
para así por lo menos Poder discutir contigo

 

De «Flores para Hitler» 1964.

Traducción de Antonio Resines.

Leonard Cohen, cantautor, Montreal, 1934-2016
Goebbels abandona su novela y se afilia al partido

Su último poema de amor
se rompió en la bahía
donde rubios personajes blasfemaban
cargando chatarra
en oxidados submarinos.
Al sol
se sintió sorprendido
al sentirse tan carente de deseos
como una rueda.
Más simple que el dinero
se sentó sobre un poco de sal derramada
y se preguntó si volvería a encontrar alguna vez
las cicatrices de las farolas
úlceras de verja de hierro forjado.
Recordaba perfectamente
cómo dispuso
el ataque cardíaco de su padre
y cómo dejó a su madre
en un pozo
con la memoria en blanco por la pérdida de culpabilidad.
Precisión bajo el sol
los elevadores
las piezas de hierro
dispersaron a cualesquiera de vosotros
cuyo dolor hubiera dejado
igual que un silbato dispersa
a un equipo de hombres sudorosos
Preparado a unirse al mundo
sí, sí, dispuesto a casarse
convencido de que el dolor es una cuestión de elección
un Doctor de la Razón
empezó a contar los barcos
a condecorar a los hombres.
¿Amenazarán acaso los sueños
esta disciplina?
¿le llevarán el pelo favorito los muslos favoritos
los ganadores de apuestas de las carreras de caballos de la vida anterior
llevarán a aventureros cafés?
¡Ah, mis queridos pupilos!
¿creéis que existe una mano
tan bestial, tan despiadada con la belleza
que pueda apagar
su religiosa luz eléctrica antidiarreica?

 

De «Flores para Hitler» 1964.

Traducción de Antonio Resines.

La reina Victoria y yo

Reina Victoria
mi padre y todo su tabaco te amaban
Yo te amo también bajo todas tus formas
delgada feucha virgen con la que se acostaría cualquiera
blanca figura flotando entre barbas alemanas
mezquina gobernanta de los enormes mapas rosa
solitaria plañidera de un príncipe
Reina Victoria
Yo soy frío y lluvioso
Estoy sucio como el tejado de cristal de una estación de ferrocarril
Me siento como un modelo vacío de hierro forjado
Quiero que todo esté ornamentado
porque mi amor se ha ido con otros muchachos
Reina Victoria
tienes algún castigo bajo el encaje blanco
serás seca con ella
y la harás leer pequeñas biblias
la azotarás con un corsé mecánico
Yo la deseo pura como el poder
quiero que su piel esté ligeramente rancia de enaguas
¿querrías lavar los fáciles bidets de su cerebro?
Reina Victoria
No me siento demasiado alimentado por el amor moderno
Querrías entrar en mi vida
con tu dolor y tus negros carruajes
y tu perfecta memoria
Reina Victoria
El siglo veinte nos pertenece a ti y a mí
Seamos dos severos gigantes
(no menos solitarios por nuestra mutua compañía)
que decoloran tubos de ensayos en los salones de la ciencia
que aparecen inesperadamente e indeseados en cada Feria Mundial
cargados de proverbios y correcciones
confundiendo a los turistas anonadados por las estrellas
con nuestro incomparable sentido de pérdida

 

De «Flores para Hitler» 1964.

Traducción de Antonio Resines.

Lot

Devuélveme mi casa
Devuélveme a mi joven esposa
Le grité al girasol que había en mi camino
Devolvedme mi escalpelo
Devolvedme mi vista de las montañas
les dije a las semillas que había a lo largo del sendero
Devuélveme mi nombre
Devuélveme mi lista de la infancia
le susurré al polvo cuando se terminó el sendero
Ahora canta
Ahora canta
cantaba mi maestro mientras yo esperaba
azotado por el crudo viento
Acaso he llegado tan lejos para esto
Me preguntaba mientras esperaba
en medio del frío puro
dispuesto al fin a discutir a favor de mi silencio
Dime maestro
se mueven mis labios
o de dónde viene
este suave canto total que incrusta mi alma
como una lanza de sal en la roca
Devuélveme mi casa
Devuélveme mi joven esposa

 

De «Flores para Hitler» 1964.

Traducción de Antonio Resines.

Escuchando en todas las esquinas

A veces recuerdo
que he sido elegido
para perfeccionar a todos los hombres;
me lo recuerdan las luciérnagas,
el arroyo que pasa al lado de mi cabaña.
Si yo hubiera tenido que ser poeta
no podría hacer
los perfectos anillos de humo
por los que soy bien conocido;
me distraería
la posible belleza de mi pluma,
pero no lo soy;
me perdería,
me habría perdido con las mujeres
que tan implacablemente perseguí,
pero no lo hice,
yo estaba llamado a ser
la semilla de vuestra nueva sociedad,
yo estaba llamado a ser
el rey invisible y sin corte.
Yo soy eso:
el más claro ejemplo de realeza
que te sirve esta noche
mientras hace la cama para el perro
y las luciérnagas brillan
a sus distintas alturas.

 

De «La energía de los esclavos», 1972

Traducción de Antonio Resines

Dejé a una mujer esperándome.
Me encontré con ella algún tiempo después;
me dijo: Tus ojos están muertos.
Qué es lo que te ha pasado, mi amante.

Y como me hablaba con la verdad
traté de contestarle de igual forma.
Lo que le haya pasado a mis ojos
le ha pasado a tu belleza.

Vete a dormir, mi fiel esposa,
le dije con cierta crueldad.
Lo que le haya pasado a mis ojos
le ha pasado a tu belleza.

 

De «La energía de los esclavos», 1972

Traducción de Antonio Resines.

Leonard Cohen, cantautor, Montreal, 1934-2016
Los asesinos que dirigen
los demás países
están intentando que nosotros
derribemos a los asesinos
que dirigen el nuestro.
Yo por mi parte
prefiero el yugo
de los asesinos nativos.
Estoy convencido
de que el asesino extranjero
mataría a más de nosotros
que nuestros viejos y conocidos asesinos.
Francamente no creo
que ninguno de esos de fuera
quiera que resolvamos
nuestros problemas sociales.
Para decir esto me baso en lo que
siento
hacia el vecino.
Sólo espero de él que no se vuelva más feo.

Por lo tanto, yo soy un patriota.
No me gusta ver
quemar una bandera,
porque eso excita
a los asesinos de los dos lados,
hasta que llegan a excesos desafortunados
que continúan alegremente,
casi totalmente incontrolados,
hasta que todo el mundo ha muerto.

 

De «La energía de los esclavos», 1972

Traducción de Antonio Resines.

Lentamente me casé con ella…

Lentamente me casé con ella
Lenta y amargamente me casé con su amor
Me casé con su cuerpo
en el aburrimiento y el gozo
Lentamente fui a ella
Lenta y resentidamente llegué a su cama
Fui a su mesa
por hambre y por hábito
fui a que me dieran de comer
Lentamente me casé con ella
sancionado por nadie
con la bendición de nadie
en nombre de nadie
en medio de advertencias generalizadas
en medio de la burla generalizada
Fui a su fragancia
con las narices distendidas
Fui a su codicia
con semilla para un niño
Años para la llegada
y años en retirada
Lentamente me casé con ella
Lentamente me arrodillé
Y ahora estamos heridos
tan profundamente y tan bien
que nadie puede hacernos daño
excepto la propia Muerte
Y a través de la totalidad del sueño de la Muerte
Me muevo con sus labios
El sueño es una noche
pero eterno es el beso
Y lentamente voy a ella
lentamente nos despojamos
de los ropajes de nuestras dudas
y lentamente nos desposamos

LENTAMENTE ME CASÉ CON ELLA

Es un largo trayecto el que hay hasta casa Fairfax abajo hasta la Autopista de Santa Mónica, una siniestra extensión de la Imaginación. El torzal de su fragancia chisporrotea sobre mí como un antiguo cable de tranvía. Polvo de la exhausta primavera de L.A. en la palanca del cambio de luces, alzando su sombra de humo a humo entre los marcadores luminosos de carril. Y qué es esta canción sino un poco de música ambiental para aquellos que salen demasiado, que hablan a sus esposas divorciadas incorporeizadas entre el parabrisas y las estrellas siguientes con voces de secreta intimidad, tales como las que jamás usaron en el sempiterno régimen de separarse.

 

De «Memorias de un mujeriego», 1978
(Death of a lady’s man)

Traducción de Antonio Rasines.

No hay nadie mirando

Acuéstate. No hay nadie mirándote. En hilos innumerables los copos de nieve son retraídos al filo de la noche. Se acabó la nevada. Gratifica con grandes puñados de nalga. La muchacha ha venido.

 

NO HAY NADIE MIRANDO

una noche maravillosa
una mujer maravillosa
se casaron en invierno
se separaron en primavera
ella arrojó su alianza
al Lago de las Decisiones
ella continuó
él continuó
se encontraron de nuevo
en el sur de Francia
ella vivía sola
pero con gran belleza
él apareció ante ella
como un sapo
ella le persiguió hasta echarle
del siglo 18
el piensa en ella todo el tiempo
pero en invierno
enloquece
camina por su habitación arriba y abajo
cantando a Hank Williams
la policía pone multas a su automóvil
el personal de retirada de nieves
lo cubre de nieve
finalmente es remolcado lejos
a una inmensa pradera blanca
de perros congelados

 

 

De «Memorias de un mujeriego», 1978
(Death of a lady’s man)

Traducción de Antonio Rasines.

Leonard Cohen, cantautor, Montreal, 1934-2016
Qué hago aquí

No sé si el mundo ha mentido
Yo he mentido
Yo no sé si el mundo ha conspirado contra el amor
Yo he conspirado contra el amor
El clima de tortura no constituye ningún consuelo
Yo he torturado
Aunque no hubiera existido la nube en forma de hongo
habría odiado
Escuchadme
Yo habría hecho las mismas cosas
aunque no existiera la muerte
Me niego a que se me sujete como a un borracho
bajo el frío grifo de los hechos
Yo rechazo la coartada universal
Como un ninfomaníaco que ata a un millar
en una extraña hermandad
Yo espero
a que cada uno de vosotros confiese

 

De «Memorias de un mujeriego», 1978
(Death of a lady’s man)

Traducción de Antonio Rasines.

Tu chica

Ponla en cualquier parte
apoyada contra una pared
Desnuda sobre tu lecho
vestida de gala para el baile
Métele algunos pensamientos
en la cabeza
Ponle algo de dinero
en las manos
Asegúrate de que puedes hacerla correrse
al menos una segunda vez
Hermano, esa es tu chica

TU CHICA

y hablad juntos de la era que se avecina
en la que vestirás carne de mujer
y dejarás que tu belleza adopte una vez más
el valor de un corazón para empezar de nuevo

informa mi soledad con momentos
de la inminente unidad, confiesa
tu cuerpo a mi absoluta ignorancia
y haz descansar al soñador de su falta de sueños
(misteriosas cuartetas de los Cuadernos de Notas en los que trata de
pleitear por la paz)

 

De «Memorias de un mujeriego», 1978
(Death of a lady’s man)

Traducción de Antonio Rasines.

Un sentido de la mañana

No puedo soportar el sonido de una pizarra al ser arañada. Es esto lo que tú estás haciendo en mi oído medio. Es así como hacen confesar a los espías. Vine hasta aquí para averiguar por qué eres fea. Las campanas de mediodía gobiernan un lado del cielo. Están finalmente poniendo las tejas a ese tejado colina arriba. Estás en el centro de tu mundo. Nosotros estamos intentando circuncidar tu corazón. Pero no podéis evitar que grite. Sí, hemos amortiguado tu voz. Tienes Tienes Tienes. Esto nos deja con un sentido de la mañana.

 

UN SENTIDO DE LA MAÑANA

Ya has dicho lo que tenías que decir. Tu mañana fracturada. Tus frases de aceite y agua. Ya no deseamos quedarnos contigo. Nadie lo desea. No puedes casarte con hormigas y gotas de lluvia. La gente tiene derecho a esquivar tu granja. Estos arneses deformes y estas correas sin objeto -¿para quién son y qué trabajo les obligarás a hacer?-, espíritus deformes cuyo destino era la muerte que tú revives, sedes de curiosidad y venganza. Alguien más te ha declarado la guerra. Lo averiguamos en los Libros de Notas:

 

No me persigáis por no ser hermosa
y no hagas como que soy una niña pequeña
que no ha aprendido aún a utilizar el maquillaje
¿Deseas realmente combatir conmigo a muerte?
Tengo hijos por los que debo seguir viviendo
Tú tan sólo tienes Belleza

 

De «Memorias de un mujeriego», 1978
(Death of a lady’s man)

Traducción de Antonio Rasines.

Leonard Cohen, cantautor, Montreal, 1934-2016