El Manuscrito Voynich es un libro ilustrado, de contenidos desconocidos, escrito por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el denominado voynichés. Aunque no se sabe cuándo fue escrito, según pruebas del carbono 14, el pergamino en el cual está escrito fue fabricado entre 1404 y 1438.

El nombre del manuscrito se debe al especialista lituano en libros antiguos Wilfrid M. Voynich (1865-1930), quien lo adquirió en 1912. Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

El manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Hasta febrero de 2014[cita requerida] ninguno había conseguido descifrar una sola palabra. Esta sucesión de fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero a la vez ha alimentado la hipótesis de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.

Sin embargo, el que cumpla la ley de Zipf (que establece que en todas las lenguas humanas la palabra más frecuente en una gran cantidad de texto aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera más frecuente, el cuádruple que la cuarta, etcétera) hace pensar que se trata no solo de un texto redactado en un lenguaje concreto, sino también que ese lenguaje se basa en alguna lengua natural, ya que los lenguajes artificiales, como los élficos de Tolkien o el klingon de Star Trek, no cumplen esta regla. Es prácticamente imposible que el autor del Manuscrito Voynich conociera dicha ley, enunciada varios siglos después, y que por tanto la aplicase a una lengua inventada por él.

Manuscrito Voynich

En 2009, investigaciones de la Universidad de Arizona (en Estados Unidos) demostraron, mediante la prueba del carbono 14, y con una fiabilidad del 95 %, que el pergamino del manuscrito podía datarse entre 1404 y 1438.1 2 Por otra parte, el McCrone Research Institute de Chicago demostró que la tinta fue aplicada no mucho después, confirmando así que el manuscrito es un auténtico documento medieval.1

Sobre el lugar en que pudo haberse escrito, existen pocas pistas. En una de sus ilustraciones aparece una ciudad amurallada, y son sus almenas dibujadas las que aportan una orientación. Su forma es la de las almenas llamadas de cola de golondrina, un estilo estético que, más tarde, en el Renacimiento, se popularizó por toda Europa, pero que en el momento en que se supone que se elaboró el manuscrito, según los últimos estudios de la Universidad de Arizona, solo se podía encontrar en el norte de Italia, quizá en la amplia región entre Milán y Venecia.

Según estudios publicados en 2014, por el botánico Arthur Tucker de la Universidad Estatal de Delaware, el origen del manuscrito podría ser mesoamericano. Esta hipótesis se basa en la similitud de algunas plantas ilustradas en el manuscrito con sus contrapartes americanas y en el hecho de que el estilo con el que están realizadas dichas ilustraciones concuerda con el estilo usado en ilustraciones botánicas del siglo xvi en México.

El códice Voynich es el libro más enigmático del mundo. Se trata de un volumen aparentemente imposible de entender que combina texto, imágenes e ilustraciones. Desde que fuera escrito hace más de 600 años, sabios, reyes e, incluso espías de la CIA han intentado descubrir su contenido sin éxito. Sin embargo, todo está empezando a cambiar gracias a la inteligencia artificial.

Un grupo de científicos computacionales de la University of Alberta están sometiendo este antiguo manuscrito a una inteligencia artificial creada para entender las ambigüedades humanas en el lenguaje.

En primer lugar, los investigadores mostraron a la máquina extractos en 400 idiomas distintos de la Declaración Universal de Derechos Humanos como punto de partida para que la máquina comenzase a identificar los idiomas.

Tras esta primera fase, los investigadores optaron por el códice Voynich para poner a prueba las capacidades de su inteligencia artificial. Aunque en un primer momento se teorizó sobre la posibilidad de que estuviese escrito en árabe, después de que la inteligencia artificial escudriñase el texto con su algoritmo concluyeron que se trataba de un volumen escrito en Hebreo.

«Fue un hallazgo sorprendente», asegura el profesor Greg Kondrak, que dirige la investigación. «Descubrir la lengua en la que está escrito es solo el primer paso, ahora intentaremos descifrar su contenido», añade.

Los investigadores están trabajando bajo el supuesto de que el códice está escrito a partir de alfagramas -un juego de palabras que consiste en definir una frase con otra frase creada a partir de rimar palabras que se escriben de forma similar salvo por las letras del principio- en dicha lengua.

Sin embargo, hasta el momento, los investigadores han sido incapaces de encontrar expertos en hebreo antiguo y tuvieron que optar por su propio software. «El 80% de las palabras del códice aparecen en un diccionario de Hebreo, pero desconocemos si tienen significado en su conjunto», asegura Konrak.

Para solucionar esta incógnita optaron por lo que haría cualquier avispado usuario de internet: utilizar Google Translator. «Contiene frases con coherencia gramatical que puedes interpretar», señala Konrak. Por ejemplo, según sus hallazgos, el manuscrito comienza con una extraña frase: «Hizo recomendaciones para el cura, el hombre de la casa y yo y la gente[SIC]». «Una frase extraña para el comienzo de una obra pero que tiene sentido», asegura.

Hasta la participación de historiadores especializados en hebreo antiguo en el proyecto, será imposible interpretar y conocer en profundidad el contenido del códice Voynich. Sin embargo, la parte más difícil de este misterio de más de 500 años ya se ha resuelto.