Desde el Café La Moderna hasta el Guadalete llegó su fama y eso le perdió.
En el teatrillo ambulante de Manolita Chen
(la Manuela Fernández, esposa del Chino)
justo después del ballet Hong Kong, su reolina del Ní
entre aplausos de hombres
con americana y camisa blanca sin corbata y desmayos
que mal justificaban las señoras
por la calor y el aire enrarecido del local,
competía con éxito con las obras de Porcela
mientras sonaba el Vals de la Olas o el otro, el Danubio Azul,
y los vendedores y limpiabotas
voceaban tabaco, limonadas, helados y turrones.
La extraña firmeza de su elefantiasis le permitía
girar como trompo sobre su descomunal
ariete y en ofendiendo a su Eminencia el Arzobispo
de la diócesis de Sevilla
ofrecía en la sesión de madrugada gratificación pública
a la domadora de tigres
hasta que las convulsiones epilépticas de la vestal
anunciaban el fin del espectáculo.
Apoteosis en la Feria de Jerez cuando el querido público
a quien la Chen
decía jurando por su santa madre deber tanto
perdió la apuesta de la supuesta prótesis
mediante corte sangriento que se auto infligió
el enano en lo más extremo de su encanto.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Nicomedes Expósito del libro Programa de mano