Cura de primavera

 

Para aquel que no quiere ver
Que las dictaduras, los vértigos, las doctrinas,
Las drogas,
Las orquestas, las herejías, los horizontes
Están cuestionados.
No habría que confundir
El sistema de alcantarillado y el motocultivo
Con el paraíso.
Algunos han resbalado sobre esta viscosa palabra: lujo
Y se han matado.
Hemos advertido el fallecimiento
De un gran número de comerciantes franceses
Que había querido dejar de pertenecer a
Órdenes contemplativas.
Un ministro negro inaugura el osario:
Con un arrebato cabruno.
Cogió por la cintura a la cantante subvencionada
Que recitaba la oda fúnebre
En un vestido de pana naranja
Con encajes de Irlanda en las mangas,
Y el himno a la producción se le quedó en la garganta.
El combate entre gordos y flacos terminó.
Las masacres entre flacos empiezan.
Un jugador de golf no produce calorías.
Si hay que quitar refinamientos
No se perderá gran cosa.
Muchedumbres cargadas de odio
Paciendo la desconfianza en los pastos de asfalto
Vacilan a la hora de las bebidas heladas,
Sobre un mundo anémico por sangrientas locuras.
Escalas pobres, catálogos de sensualidad,
Ninguna evasión por este lado.
Sin arriesgar encantamientos
Podemos hacer el peritaje de nuestro corazón:
El peso del mundo está mal repartido,
Hay que volver a empezar desde cero,
Hay que volver a empezar desde el nivel de la tierra
Y del mar.
Prestad vuestra ayuda a una obra de caridad:
Hay que volver a hacer el mundo.

Galway

 

Irlanda hace muecas de granito,
se enfrenta con la empalizada de todos sus basaltos,
al espacio atlántico.
Permanece ante el cielo nulo
como la idea ante la página en blanco.
Dando la cara a un viento que no viene de ninguna parte,
afrontando un vacío más nacarado que el de las caracolas,
si la isla permite al sol terminar a solas su curso,
es porque ya no hay esperanza al otro lado del mar occidental.
Fuera de Europa no hay más que espejismos, vapores,
muerte, nubes, humores.
Fuera de Europa, nada se decide, nada se condensa.
Sumisa en la interrogación del agua,
la Irlanda de los ojos de ostra llora
todas las lágrimas de su cuerpo de ahogada;
exportadora de lamentaciones,
llora su vida de náyade proscrita y de gran derrotada profesional.
Ella no es sino un agujero en una túnica de ángel,
Un desgarrón en un vestido de hada mendicante.
En vano dispara a la neblina del oeste guiños de faros,
ondas en círculo,
gotitas de aviones, comas de gaviotas,
gritos miserables,
preguntas húmedas o mensajes mojados.
Y nada responde sino el agua que salpica y que lustra.
Irlanda como su pan color de turba
su centeno color piel de cura,
su pan de poesía, de tumba.
Recula ante un infierno frío,
de verdes condenados, como el buceador, recubierto de burbujas,
un infierno de llamas verdes.
Irlanda lava el umbral desgastado de Europa
hablando a solas, como las locas.

 

Traducción de Marie-Christine del Castillo.

Besos

 

Un beso
abrevia la vida humana en 3 minutos,
afirma el Departamento de Psicología
del Western State Collage,
Gunnison (Col.).
El beso provoca tales palpitaciones
que el corazón trabaja en 4 segundos
más que en 3 minutos.
Las estadísticas demuestran
que 480 besos
acortan la vida en un día,
que 2.360 besos
os privan de una semana
y que 148.071 besos,
son sencillamente un año perdido.

Pieles rojas

 

Dibujaron mapas en pieles de buey,
donde los pies bermellones indican las huellas y la dirección a seguir,
cruzar el desierto de Colorado
y ve a buscar el oro de California.
Dan calor y frio
con su busto desnudo
de piel de zorro blanco.
Escuchan todos los ruidos
y sentir
con sus narices delgadas y duras,
nacionalidad, edad y sexo de los extranjeros.
Viven por encima de iglesias y bancos,
y no sabemos cuándo duermen;
ellos reman, palmas
a lo largo de sus caderas estrechas.
Siglos de privación
los refinó
Van desnudos
sin bolsillos;
los que aceptan regalos
tener sus manos inmovilizadas:
ya no pueden cazar, comer o defenderse,
Y ellos mueren.

Respeto humano

 

Sr. Director, dejo de hincharme,
Renuncio a las actitudes, porque ahora
debemos contentarnos con las posturas.
Renuncio a afirmarme en las tarjetas de visita.
Ademas
todo mi cuerpo protesta contra la estación
vertical
Me piden que caiga.
De repente
la palabra PESANTEUR está ganando aprobación
y me rindo ante él y aquí estoy en el suelo.
Pero que ley tan extraña
me pone de pie a pesar de mí mismo
y me hace solicitar
de su alta benevolencia
¿Una distinción honoraria?

Paul Morand, Francia, 1888-1976

Para que tantas cosas malas

 

Para que tantas cosas malas,
Que aún persisten, fueran destruidas
¿era necesario destrozar
Tantas cosas buenas que ya nunca serán?

Paul Morand, Francia, 1888-1976
Resumen
Paul Morand, Francia, 1888-1976
Título del artículo
Paul Morand, Francia, 1888-1976
Descripción
Poemas de Paul Morand
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Ersilias
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