Poemas de "Programa de mano"

Poemas del libro «Programa de mano» de David Pérez Pol, publicado por la Editorial Palibrio (238 páginas. España, 2013)

…y si un buen poema es aquel que nos permite ser un poco más descreídos, al tiempo que nos refuerza con las ocultas cadencias del mundo en una complicidad tácitamente inasible; si un buen poema distorsiona la realidad todo lo posible para que el lector pueda reconstruirla con sus propias palabras, entonces estamos, con este poemario, ante el reto de dilucidar nuestros propios avatares y quimeras, porque en este libro el autor se congratula en considerar que las indignidades que socaban el mundo son igual de humanas que los méritos que lo sostienen y por eso sus poemas intentan dignificarlas sin protegerlas, hacerlas visibles, sin rencores, para reconquistarlas.

De madrugada reviso la habitación

De madrugada reviso la habitación del hotel antes de marchar.
Recorro en taxi la distancia que me separa del aeropuerto
como si rasgara un cuerpo de seda con un estilete de frío.
Atrás quedan luces y puentes, el cansancio de las avenidas desiertas,
los hospitales y los suburbios, el humo sucio de las chimeneas
y las torres de alta tensión junto a un puñado de hombres abandonados
en el territorio frágil de las aceras y también barrios dormitorio
feos como mellados cuchillos sin mango: tras el silencio de la ciudad escondida
hay sacrificios humanos difíciles de juzgar.
El cielo oscuro es una curva sin estrellas como de cemento y cueva.
Es así, el aeropuerto espera y hay una línea divisoria
en algún lugar de este amanecer roto que nos define sin piedad
y policías y un hombre con gorra conduce una máquina
que abrillanta el vasto espacio de la confusión organizada
donde hay un horario diferente para Toronto, Río de Janeiro, Casablanca,
Lisboa, Frankfurt, Estambul, Hong Kong y Seúl.
Ningún cuerpo sólido es más ligero que el aire
y hace días que un dolor intenso me perfora el ojo derecho
y a partir de hoy nada será lo mismo.
Paso el control de seguridad donde observan
las interioridades de los recipientes como si fuera la topografía de un tesoro.
En el Travel Shopping me lleno las manos de perfumes
con nombres de territorios imaginarios (Dolce Gavanna, Kalvin Klein).
Hay gente que se despide moviendo la mano
con temor a romper la fugacidad del destino.
Frente a ellos, la mirada de aquella mujer es el portento del dolor
mientras yo desprendo esa seguridad forjada en la soledad
de los avatares y las tristezas
la del enfermo terminal que sonríe…

De madrugada reviso la habitación (1′ 54″)

del libro «Programa de mano»

Los sobrehumanamente inhumanos

Lamento confirmar
que Fritz Stangl
Ivan Demjanjuk
Sandor Kepiro
Josef Mengele
Milivoj Asner
Sigmund Rascher
Otto Adolf Eichmann
y Heinrich Luitpold Himmler
eran esencialmente
seres humanos.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Los sobrehumanamente inhumanos del libro Programa de mano

Nicomedes Expósito

Desde el Café La Moderna hasta el Guadalete llegó su fama y eso le perdió.
En el teatrillo ambulante de Manolita Chen
(la Manuela Fernández, esposa del Chino)
justo después del ballet Hong Kong, su reolina del Ní
entre aplausos de hombres
con americana y camisa blanca sin corbata y desmayos
que mal justificaban las señoras
por la calor y el aire enrarecido del local,
competía con éxito con las obras de Porcela
mientras sonaba el Vals de la Olas o el otro, el Danubio Azul,
y los vendedores y limpiabotas
voceaban tabaco, limonadas, helados y turrones.
La extraña firmeza de su elefantiasis le permitía
girar como trompo sobre su descomunal
ariete y en ofendiendo a su Eminencia el Arzobispo
de la diócesis de Sevilla
ofrecía en la sesión de madrugada gratificación pública
a la domadora de tigres
hasta que las convulsiones epilépticas de la vestal
anunciaban el fin del espectáculo.
Apoteosis en la Feria de Jerez cuando el querido público
a quien la Chen
decía jurando por su santa madre deber tanto
perdió la apuesta de la supuesta prótesis
mediante corte sangriento que se auto infligió
el enano en lo más extremo de su encanto.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Nicomedes Expósito del libro Programa de mano

Jeanne Duval

“La enfermedad y la muerte hacen cenizas de todo cuanto
fuego ardió en nosotros.”
Le portrait. Les fleurs du mal. Charles Baudelaire.

 

Entonces era hemipléjica y Baudelaire, que tanto la necesitó,
hacía mucho le había contagiado la sífilis.
El pintor impúdico de la Olympia cual Reina de Picas saliendo del baño
no se atrevió más que con su decadencia, con la tristeza infinita de su enfermedad,
con la mirada consumida y fría de ciega en ciernes,
con su soledad de orgullosa y herida amante abandonada.
Ni la vaporosa falda de tarlatana con tiras malvas,
ni el angosto corpiño realzando la cintura
de la Venus Negra de acuerdo con la moda parisina,
ni el diván verde, ni las cortinas de transparente encaje,
ni la ociosidad femenina tan digna de la época
dejan vislumbrar esas escandalosas flores haitianas
de todo cuanto para él había de malo y viciosamente bello.
Conoció a la mulata en un vodevil del teatro Parthénon
cuando ya era mentirosa, alcohólica y, porque la estupidez demora las arrugas,
magníficamente ignorante.
Nada en el retrato de su mestizaje sensual de tez tropical y cobriza
nada de la profundidad abismal de sus ojos nocturnos
ni de sus labios carnosos temblando en su reclamo constante de besos
ni del olor del tabaco mezclado con opio y azúcar en su cabellera de cobalto
ni de su porte salvaje de osado animal divino. Nada.
El pintor más bien nos describe casi con indolencia
la inmovilidad del brazo oculto y la otra cara del poeta
la de la nota del suicidio ridículo al amor de su vida
y la del testamento aun más villano como pago por los raros placeres.

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Jeanne Duval del libro Programa de mano

Bougetah Smoky

Su padre, Enoc, sobrino-nieto del Jefe Appiatan,
ayudó a los “Cinco” con el alquiler de una casa en Norman
(Spencer Asah, Auchiah James, Hokeah Jack, Stephen Mopope y Monroe Tsatoke)
donde entonces todos vivían juntos creando el “Ledger Art”.
Ella fue la primera kiowa de todos los tiempos
que pintó la figura humana: niños y mujeres indias
con sus vestidos de piel caminando nómadas
por las planicies del Oeste de Texas.
Así que ahora ya es sabido que los cinco fueron seis
aunque a eso ella nunca le dio mayor importancia.
Se casó con Lois Kaulaity, tuvo hijos y marcharon
a Verden (Oklahoma) donde siguió haciendo preciosos abalorios
pero nunca nunca más pintó. ‘It’s just impossible now with the children’,
dijo una vez cuando le preguntaron.

 

del libro «Programa de mano«

Bougetah Smoky del libro Programa de mano

Algur Hurtle Meadows

Algur nació en Vidalia, Georgia.
En 1936 cofundó en Texas la General American Oil Company.
En dos años, ya siendo presidente de la compañía,
le compró a Elmyr de Hory quince Duffys, siete Modiglianis,
cinco Vlamincks, ocho Durains, tres Matisses, dos Bonnards,
un Chagall, un Degas, un Laurencin, un Gauguin y un Picasso,
obteniendo en tan corto espacio de tiempo
el noble rango del hombre que poseía
la mayor colección de falsificaciones del mundo.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Algur Hurtle Meadows del libro Programa de mano

La belleza

La belleza verdadera reúne toda la tristeza posible
expande su potencia en los calurosos días de agosto
busca nuestra rendición antes de ser derrotados
nos hace pagar un tributo mesiánico
a veces obligándonos a la quietud
otras provocando la acción no deseada.

La belleza suele ser un fracaso inexplicable.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

La belleza del libro Programa de mano

El Catalán

Cuando abrieron en la montaña un casino un hotel y un parque de atracciones
y los viejos tranvías que trajeron para jubilar tartanas y omnibuses
tampoco podían con los siete kilómetros de escalada
fabricaron un nuevo modelo, era 1924, que salía de la esquina
de la Av. República Argentina con la calle Craywinckel.
Luego Primo prohibió el azar, la guerra lo complicó todo
y los autobuses recién inventados tomaron posiciones.
Tan solo uno de esos tranvías sobrevivió y a finales de los años 70
aun circulaba arrastrando trenes de mercancías por la zona de Candas,
entre Gijón y Avilés. Allí era el tractor eléctrico número dos
popularmente conocido como «El Catalán».
Iniciado como ascensor de lujo para llevar millonarios
al Casino de la Rabassada, acabó sus días como tractora de mercancías
en una mina de hierro de Asturias.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

El Catalán del libro Programa de mano
El Catalán del libro Programa de mano
El Catalán del libro Programa de mano
El Catalán del libro Programa de mano

Polifemo

Alguien como Polifemo
que adora el vino
le disgusta el hígado frito
y detesta a Reyes y Héroes
parece buen compañero
para una larga partida de cartas.

 

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Polifemo del libro Programa de mano

Retrato de grupo con dos señoras

Carlomagno respetó la casa de Píndaro y los templos de Tebas
Visconti enseñó a caminar a la Callas
un cigarrillo siempre encendido en la mano derecha del pétreo Gardel
la enfermera de Einstein no era alemana así que no entendió sus últimas palabras
San Jerónimo tradujo Kamelos por camello y lo hizo todo más difícil
sin darme cuenta llego a la edad del suicidio de Lampedusa
el metrónomo de Beethoven no era preciso lo que genera curiosos interrogantes
hace 700 años el número miríada era cantidad suficiente para contarlo todo
en Arkansas su río tiene prohibido crecer más que el puente de Main Street de Little Rock
Dylan Thomas dice “acabo de beberme 18 whiskeys puros, creo que es el record.”
y sin embargo entre el 5 y el 15 de octubre de 1582 no pasó absolutamente nada.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Retrato de grupo con dos señoras del libro Programa de mano

El papiro de Artemidoro

El papiro de Artemidoro del libro Programa de mano

Hay que empezar por el principio
y en el inicio está la mano de un dibujante que trabaja en un taller de Alejandría
a mediados del siglo I antes de Cristo.
El dibujante tiene ante sí un papiro de 32 centímetros de ancho y 240 de largo.
Un escriba ha copiado con atramentum un texto del geógrafo Artemidoro de Éfeso
muerto hace unas décadas.
El dibujante se equivoca y hace lo único que puede hacerse: pedir un nuevo papiro.
El primer papiro, con su texto y su dibujo desafortunado,
queda en un taller y lo utilizan como muestrario.
Llega un momento en que el papiro, ajado y con dibujos anticuados,
es enviado a un servicio de pompas fúnebres donde, empapado en agua,
amasado y transformado en papier maché, se mezcla con cartas
y documentos de la administración romana en Egipto,
para rellenar el interior de la máscara mortuoria de una momia.
El mapa más antiguo que conocemos
pasa los siguientes 20 siglos en una tumba del Nilo Medio
para mayor honor y gloria de Constantine Simonides.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Hudson Lowe

Sir Hudson Lowe, Comandante y Caballero
de la Orden de San Miguel y San Jorge,
siguió las normas al pie de la letra
y, aun con más esmero y precisión,
el espíritu de esas mismas normas,
por lo que obtuvo los honorables títulos británicos
del “estúpido que no sabía nada acerca del mundo”
y también la del “envidioso y desconfiado
cual todos los hombres que desconocen dicho mundo”.

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Hudson Lowe del libro Programa de mano

Ulysses

¡Qué decir de voluntad y destino
si náufrago llegó a la isla de Ogigia, donde Calipso enamorada,
y tuvo tiempo, mientras Penélope, la de la afamada belleza, tejía,
de engendrar a Nausítoo y a Nausínoo
partiendo tan sólo cuando, por encargo de Zeus, Hermes lo dictó!

 

del libro «Programa de mano«
(otros poemas del libro «Programa de mano«)

Ulysses

Tenzing Norgay

El sherpa murió en la montaña
y en contra de lo que todos creyeron
eso no le hizo más feliz.

Era un trabajo
una forma honrada de ganarse la vida
no de morir.

 

de Programa de mano
(otros poemas de Programa de mano)

Tenzing Norgay de Programa de mano

Ángel caído

Soy el centinela de los sueños que calla lo que sabe
calla por ejemplo en qué fuente abreva el infierno que te subyuga.

Los ángeles caídos esgrimimos insatisfecha la mirada
no es curiosidad ni desapego es la impotencia de no abarcar.

Y miramos con dolor al cielo donde estelas de fulgores
que ya no podemos y tocamos el agua y nos quemamos si quema.

Maldigo la sangre del cordero que sin justicia cierra la puerta del retorno
y a Mijaíl con su espada y su balanza sopesando nuestras humillaciones.

Ahora soy pequeño y todas las calles tienen esquinas
ahora los ojos el laberinto de un manicomio.

Ahora vivo desgranando el milímetro que diferencia
fallecer y desfallecer y ya no puedo ingerir veneno y regurgitar manzanas.

Sombra de luz, soy isla en mi isla, en mi muro soledad, en mi escasez lascivia,
en mi destino oráculo, en mi dolor lugarteniente, en mi destierro mazmorra.

Expuesto a morir con ropas y recuerdos ajenos
habiendo olvidado el arte de resolver las adivinanzas.

Solamente los que han sobrevivido a la malignidad de todas las pasiones
pueden acariciarme esta espalda de alas tullidas
sin que les devore la intransigencia de mis vidas arrebatadas.

¡Qué no se acerquen a mí los ilusionados, las mujeres frágiles, los hombres engreídos,
los animales hambrientos, los descreídos crédulos, los instintos morales!

porque desparejados pongo a tender los calcetines
y trato al mundo como el ciego las cortinas.

 

 

Programa de mano

el caído de Programa de mano

El comedor de María Moliner

Hija de médico rural, esposa de catedrático de física,
ama de casa y madre de cuatro hijos,
desde la abnegación de la gente sin historia
desde la intrahistórica soledad de las bibliotecas rurales
desde el comedor de su casa (el despacho vacío era de su marido)
acabó con el “dícese de” y con la “acción o efecto de”
con el burro es asno y el asno es burro
y aunque el Nobel que se vanagloriaba
de absorber litro y medio de agua de un solo golpe por vía anal
le vetó estrenar la academia porque no incorporar insultos era ñoñería
ese día estudiantes gallegas no entraron en clase en señal de protesta.

 

del libro «Programa de mano«

El comedor de María Moliner del libro Programa de mano

La zurda del diestro

​Soy la más torpe y la más lenta,
la que matiza, la que nunca decide ni se queja.
La que no descansa ni cuando contempla.

Asiste, sustenta, acompaña en todo
nunca suplanta y en todo complementa
sin importar si el gesto es fúnebre
o la acción violenta.

Sostengo el papel donde la caligrafía
la aguja que se enhebra
el cigarrillo del que conduce
el cinturón que se ciñe.
Las riendas llevo mientras tú lanceas.

Soy la que nunca señala ni se santigua
la que nunca saluda ni se presenta
la que no brinda ni dispara ni alimenta ni apuñala
la que nunca decide cuando pasar página o mover pieza
la que el navajazo balancea
la que destapa la estilográfica con la que te esmeras
la que cubre de tierra el árbol que plantas
la que apuntala el arco sin saber de flechas
la que sostiene el clavo mientras se arriesga
la que cubre el rostro cuando golpeas
la que fija en el violín las notas para que tú las sometas
la que sostiene los colores mientras tú los celebras
la que abre cajas y cajones y cede la importancia de las puertas
la que espera, equilibra y de nuevo espera
la que guarda lo que tú encuentras.

Y qué digna cuando sobre el pecho el día después del ultimo día.
Cuando rezo, aplaudo, torneo, remo,
cuando abrazamos, cuando amamos, cuando anudamos las corbatas,
cuando ayudo a los niños en sus cuentas.

Nunca suyos peines, cuchillos, cucharas, botellas, sombreros,
dinero, cerillas, tijeras, naipes, destornilladores, dedales, probetas.
Mi única destreza es la lealtad sin falta de quien todo lo acerca
y no olvides nunca nunca que aunque analfabeta
sostengo el mundo mientras tú lo alteras.

 

del libro de poemas «Programa de mano»

 

Audio (2’06»):

Una muestra de la poesía visual de David Pérez Pol en La aventura del saber (TV2, 12 de enero de 2018) – Boek Visual

Cantarías una canción de amor

¿Cantarías una canción de amor
allí donde hay que abandonar toda esperanza?
¿Pondrías tu voz dulce, temblorosos hilos de sol
en el tapiz del dolor, a los pies de los destinos fatales?
¿Celebrarías tu fiesta de cumpleaños
en la habitación donde se firman todas las condenas?
¿Podrías dibujar corazones en las páginas
donde los testimonios supervivientes del horror?
¿Juntar teselas azules en los muros de los fusilamientos?
¿Cuidar delicadas orquídeas níveas
en el baldío de la cólera de los impotentes?
¿Golpear las oxidadas aldabas de las puertas
que susurran “Huye” y “Exterminio”?
¿Eres capaz de recitar aquel soneto en el aula
donde se aprende a torturar lo cotidiano?
¿Confesar debilidades al Juez sanguinario
que las calumnia desde el odio?
¿Mantener encendida la antorcha de tu cuerpo políglota
en la tierra yerma de las alambradas?

¿Harías todo eso por ti, por mí, por nosotros?

¿Cantarías una canción de amor? (1′ 03″)

del libro «Programa de mano»

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Poemas del libro "Programa de mano"
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