Poemas de David Pérez Pol

cuando nos sentamos en las rocas

cuando nos sentamos en las rocas
frente al mar de los inviernos
dejándonos morir
en la suave somnolencia, mórbida melancolía, del abandono

como animales desenfocados
la suerte acaba y la vida, inconsciente, sigue adelante
siendo así la falta de amor motivo de pasiones desenfrenadas

 

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

cuando nos sentamos en las rocas de El libro de las tentativas

Cuando Noé se dijo

I
Cuando Noé se dijo “voy a echar el ancla”
la mayoría de sus convidados habían muerto
devorados entre sí o colmados de inanición
o sacados de contexto:
parejas desparejadas, animales neuróticos y violentos…
el hedor de la descomposición hacinándose
en el perplejo mundo de los elegidos:
un mosaico divino sellado por sedimentos
de hambruna y devastación:
la locura del mandamiento hecha verbo, graznido, bufido…

II
Y la paloma volvió porque, acostumbrada a su dieta de trigo
hebreo, le compensaba el comer de la mano.

 

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

Cuando Noé se dijo de El libro de las tentativas

Estoy de negligencias previas

Estoy de negligencias previas
y expongo con claridad hechos consumados
¡con qué vulgaridad me pregunta por la verdad
toda la verdad y nada más que todo eso!
eh si yo tuviera la verdad no pediría justicia
ni tan sólo la necesitaría
digo de buenos modos pero de mala gana.

 

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

Estoy de negligencias previas de El libro de las tentativas

Cerca de la orilla donde vive el río

Cerca de la orilla donde vive el río la última apoteosis
busco un sentido en el viento que anochece
una fisura en la noche que me permita saber
lo que entiendo y lo que no. Diferenciarlo.

En medio del río viro el barco en redondo
y ruge la combustión a gas-oil del viejo motor alemán.
Viro el barco en redondo una y otra vez una y otra vez
llenando de ciegos gemidos el cielo.
Estoy loco y él asiente y discrepa, asiente y discrepa.

La noche enciende sus hogueras negras, sus
llamaradas de calor invisible, su ley oscura.

Y ahora que todo es impalpable todo se presiente
ya no hay orillas ni necesidad de orillas
ni riscos, ni agua tal como la entendemos, ni sentido
alguno que dar a nada.

El barco a la deriva
y el timón precisa una orden y yo aun no sé
si sé darla, si puedo darla, si quiero darla.

 

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

Cerca de la orilla donde vive el río de El libro de las tentativas

Las mariposas anticipan la primavera

Las mariposas anticipan la primavera y las amapolas el verano
más hoy es invierno en los aguazales
y resuena el eco de la lluvia en la plaza del Obradoiro
mientras, al fondo, en off, el mugido
de un tren fantasma rasga,
cual inesperado batir de olas, la noche,
la noche largamente condenada a ser.

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

Las mariposas anticipan la primavera de El libro de las tentativas

Era un asunto decente

Era un asunto decente
(esa es la expresión que utilizaron, decente)
y querían decir que nada lograría involucrarlos.

Al devolverles las llaves
anoto un desánimo en sus certezas:
había procedido al pie de la letra
según, pues, lo estipulado
y, evasivos, me dieron las gracias y me pagaron.

Me odiaron por haberlo conseguido
¡Ah, viejo y aburrido mundo
de soldados, funcionarios y empleados aduaneros!

 

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

Era un asunto decente de El libro de las tentativas

En algún lugar

En algún lugar he leído
«si callo desaparezco»
lo he intentado
durante
minutos
horas
días
nada que hacer
no se percatan que ya no soy
siguen ahí fuera apostados
dispuestos a embargarme
el orgullo el piano y el sueldo.

 

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

En algún lugar de El libro de las tentativas

cuando el tiempo es propenso

cuando el tiempo es propenso
junto piedras marinas
cuento cruces
me siento me levanto miro repaso el lomo de los libros
pienso en ti que te fuiste tan temprano
no añoro nada es sólo vacío
abro los cajones todos tan bien ordenados
los cierro y no me permito sentirme culpable de nada
miro la habitación la de mi vida la que llevo conmigo
donde nada hay especialmente importante
tras la ventana un poco de viento
vislumbro los trenes sus estaciones perdidas
pero me fastidia ser fatalista
o, aun peor, tan simple

me dejo llevar por la marea
sin querer pienso en ti
que estás cerca de mí aunque no sepas que existo
y también en ti que existes en mí
por el solo hecho de pensarlo de escribirlo

cuando el tiempo se derrama sin pretensiones
pido morir apacible como un niño que mira las estrellas
pido vivir lo preciso para seguir deseando morir
apacible como un niño que mira las estrellas

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

cuando el tiempo es propenso de El libro de las tentativas 2
Poema nº 13 de El libro de las tentativas de David Pérez Pol

Tenzing Norgay

El sherpa murió en la montaña
y en contra de lo que todos creyeron
eso no le hizo más feliz.

Era un trabajo
una forma honrada de ganarse la vida
no de morir.

 

de Programa de mano
(otros poemas de Programa de mano)

Tenzing Norgay de Programa de mano

El hombre segaba la gran extensión del césped de su jardín

El hombre segaba la gran extensión del césped de su jardín
y la mujer hurgaba en el castaño fumigando un hormiguero
mientras la pálida niña de la cinta roja y el vestido azul celeste
parecía, allí en medio, un gnomo de piedra recién pintado
durante tanto tiempo inmóvil que dudé que tuviera vida
cuando sonrió ¿sonrió? y alzó una mano
para acariciar su cabello negro, lacio, brillante,
escapé aterrorizado

 

 

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

El hombre segaba la gran extensión del césped de su jardín

Ángel caído

Soy el centinela de los sueños que calla lo que sabe
calla por ejemplo en qué fuente abreva el infierno que te subyuga.

Los ángeles caídos esgrimimos insatisfecha la mirada
no es curiosidad ni desapego es la impotencia de no abarcar.

Y miramos con dolor al cielo donde estelas de fulgores
que ya no podemos y tocamos el agua y nos quemamos si quema.

Maldigo la sangre del cordero que sin justicia cierra la puerta del retorno
y a Mijaíl con su espada y su balanza sopesando nuestras humillaciones.

Ahora soy pequeño y todas las calles tienen esquinas
ahora los ojos el laberinto de un manicomio.

Ahora vivo desgranando el milímetro que diferencia
fallecer y desfallecer y ya no puedo ingerir veneno y regurgitar manzanas.

Sombra de luz, soy isla en mi isla, en mi muro soledad, en mi escasez lascivia,
en mi destino oráculo, en mi dolor lugarteniente, en mi destierro mazmorra.

Expuesto a morir con ropas y recuerdos ajenos
habiendo olvidado el arte de resolver las adivinanzas.

Solamente los que han sobrevivido a la malignidad de todas las pasiones
pueden acariciarme esta espalda de alas tullidas
sin que les devore la intransigencia de mis vidas arrebatadas.

¡Qué no se acerquen a mí los ilusionados, las mujeres frágiles, los hombres engreídos,
los animales hambrientos, los descreídos crédulos, los instintos morales!

porque desparejados pongo a tender los calcetines
y trato al mundo como el ciego las cortinas.

 

 

Programa de mano

el caído de Programa de mano

lo bueno y lo peor de quedar hipnotizado

lo bueno y lo peor de quedar hipnotizado
frente al espejo
es que allí no hay nadie
para chascar los dedos
el reflejo del reflejo de la atonía
es entonces
un cariñoso enemigo que nos disuelve
indoloramente

 

El libro de las tentativas

lo bueno y lo peor de quedar hipnotizado de El libro de las tentativas