Insomnio
Por esperar mi sueño desespero
padeciendo la larga madrugada,
con la luz del farol en la fachada
y el corazón herido en el alero.
Ya no espero esta noche que la nada
se reencuentre de nuevo con su dueño.
Si la vida, como dicen, es sueño,
tengo entonces perdida otra jornada.
En mi agenda me apunto las heridas
de las noches que llevo y que me quedan
aguardando las sombras del demonio.
Ya sabes que es inútil que lo pidas
pues los sueños que sueñas que te esperan
son los sueños de amor: este es tu insomnio.
Es ya tarde
Es ya tarde. El sueño que no llega
ha dejado impresas nuestras voces
y casi sobra decirte, ya conoces
ese áspero sabor que nos inquieta las encías
en los rigores finales de la ausencia.
Entre Chinatown y River Side
los ángeles guardianes del subway
colectarán mis sueños esta noche
hasta el borde de la calle 42,
Theater district,
prostitutas iluminadas de neón
o el carro blindado de los turistas
en las húmedas sendas de Harlem,
salamandras de cartón ateridas
en la hoguera eléctrica de la ciudad sin fin,
aquel pequeño bar de Chinatown,
los vientres abiertos de las tiendas chinas
derramando las aceras, Little Italy,
blancas corbatas de las familias
embutidas en extensas limousines,
un vino blanco vendido en español
con impuesto de inmigrante
y la tristeza colgando de los labios…
He rozado su imagen
He rozado su imagen con la misma
dentadura de los sueños antiguos,
he dibujado los perfiles de su piel
con idéntica nostalgia de aquellas tardes
en las playas del sur.
He retocado la suave dejadez de su cabello
construyéndolo al modo que me gusta
y le he ido tomando el pulso
a las doradas venas de su frente
como si pudiera dejar en ella
una especie de rúbrica
definitiva…
Ella duerme
Ella duerme ahora, yo te escribo
al borde de Columbia,
tal vez acaso donde Federico
y procurando apenas un acento de ficción.
Necesito decirte que preciso
aplacar el instinto entre los dedos
y este deseo que me hierve
la rabia de la razón o la conciencia
de que el tiempo arrastra de nuestra casa
los años convividos,
que en esa maleta vieja
persistirán los últimos objetos
doliendo su presencia,
que tras las páginas de estos edificios
nos quedan tal vez ya pocas horas
y que este frío enumera los pasos del reloj
latiéndonos los dientes…
Y sobre su piel
Y sobre su piel
en el horario detenido del amanecer,
la luz recorta las sombras
como un blanco cuchillo de azúcar
untándola de oro
A esas horas,
mi amante transparente
me ronda como un fantasma azul
asustándome los sueños y las cosas.
Al cabo del tiempo
Al cabo del tiempo
volvió de nuevo a visitarme.
Hablamos y bebimos de todas las botellas,
revivimos las huellas
de aquellos amores pasados y presentes,
los sueños y las voces que perdimos
en los ecos sonoros de la memoria.
Revisamos los años con los dedos,
los huecos de las casas y las cosas,
los errores y amigos cometidos,
las frases a destiempo
y las risas rodadas por la alfombra.
La madrugada entonces inundó las sábanas.
Terminé por contarle los últimos relatos que leí
y al fin
se me durmió en los brazos
abrigada tan sólo
por la cálida chaqueta de mi piel…
Carne de manzana
Carne de manzana pequeña,
piel de melocotón,
dulce ciruela en las sienes,
dos almendras en los ojos,
roja sandía en los labios,
y los pechos de melón,
mosto dorado el cabello,
de verdura la cintura,
dunas de arena la espalda
la cadera pulpa de pera
y el corazón de limón.
A los postres de la noche,
sobre la cama deshecha,
ya solitaria y ambigua
me viene a la boca el sabor
de mi frutal novia antigua
y me asusta la sospecha
de haber cubierto la fecha
de consumo y caducidad.
Son…..ido
SON….ido
Son…..oro
Latidos,
Los ecos secos
de las sombras
Luces, voces
Suaves roces
Abra la palabra
Labra el camino
Fluye, huye,
Nombra sombras…
La poesía.
Si mis ávidos labios te remontan
Si mis ávidos labios te remontan
al paso inseguro de los besos,
si araño la corteza de los mástiles
de tu navegante sueño,
si abrazo los hilos de la sombra,
la niebla caliente de tu aliento
y esa dulce acidez de membrillo
que impregna tu cuerpo,
podré verte al fin girar los ojos
abrirlos, azules, por un momento
y con un hueco mínimo de asombro
a tus labios sonreír con ellos,
decirme, no importa, cualquier cosa
para darte la vuelta luego
y volver a soñar, así desnuda,
el eco final de tu desnudo sueño.
Méretrice, écoute moi
Méretrice, écoute moi:
Je dois mourir,
y quisiera doblarte por los pliegues de la vida
romper mi brazo entre tu selva,
arrastrarme y ser la lluvia en tus torrentes.
Méretrice. Dix Francs. Écoute moi:
llegar a ser el negro escarabajo de tu mundo,
clavar mis dedos en el barro duro de tu cuerpo,
ser la antena de un barco hundido en tus ojos,
Méretrice des yeux d’or, te lo ruego,
¡Déjame nacer de nuevo entre tus pechos,
doblarte y retorcerme, Meretrice,
soy un triste caminante de tus pasos,
aún no sé nadar
y quiero ahogarme en tu pantano.
Méretricel écoute moi. Je dois mourir.

