a gisela

sabes que no existen los regalos
sin contrapartidas
y te quedas mirando
esa pulsera de oro macizo
con un dolor terrible
zumbando a lo lejos
ahí mismo
como si de repente se te hubiera encogido la piel cinco centímetros
mientras él sonríe bobalicónamente

 

de El libro de las tentativas
(otros poemas de El libro de las tentativas)

sabes que no existen los regalos de El libro de las tentativas