“La virtud del silencio no está en no hablar, sino en saber callar a su tiempo y en saber hablar a su tiempo”.
“El espíritu de mortificación y de rigor es muy bueno que lo tenga cada uno para sí, mas para su hermano siempre ha de tener un espíritu de amor y suavidad”.
“El conocer uno su flaqueza y miseria no desmaya ni acobarda, antes anima y esfuerza más; porque hace desconfiar de sí y poner toda la confianza en Dios”.
“Esto es a lo que ha de atender el que hace las pláticas y el que hace los sermones; no a decir lo que a él le ha de hacer parecer más docto y erudito, porque eso sería predicarse a si mismo; sin lo que ha de hacer más provecho a los oyentes”.
“De donde se verá cuanto nos importa el hacer mucho caso de cosas pequeñas, si pequeñas se pueden llamar las que nos acarrean tanto bien, y por donde nos puede venir tanto mal”.


