San Juan Crisóstomo y las herencias

«Porque no, no es la virtud o la maldad de nuestros antepasados la que nos hace a nosotros buenos o malos, oscuros o ilustres; más bien, si se me permite la paradoja, más altamente brilla por su virtud el que, sin venir de padres buenos, es, sin embargo, bueno. Nadie, pues, se enorgullezca de estas cosas. Considere los antepasados de Cristo, deshinche todo su orgullo y póngalo sólo en sus buenas obras. O más bien, ni siquiera de sus buenas obras se gloríe, pues por ahí vino el fariseo a ser inferior al publicano. Si quieres hacer alarde de una buena obra, no tengas orgullo, y ésa será tu mejor obra. No pienses que has hecho nada, y lo has hecho todo».

Tercera homilía al Evangelio según Mateo.