To the Wonder dirigida por Terrence Malick, 2012
Veamos, en To the wonder se trata de ¿de qué?… supongamos que lo que se desea es reflejar la vacuidad de las relaciones sentimentales y tan loable propósito se hace, pretenciosamente, desde la vacuidad del propio lenguaje cinematográfico. Terrence Malick se dedica, sin ningún esfuerzo ni miramiento, a hacer un cine carente de estructura emocional, en el mal entender que si narramos sin comunicar estamos trasladando incomunicación al espectador, cuando en realidad lo único que nos traslada es desesperación ante el aburrimiento por la nadería de su cine. Sin duda, no nos hacía falta conocer el detalle de que se trabajó sin guión alguno (que es como reconocer que no había historia alguna que contar), y que los actores tuvieran que leer Madame Bovary, con la finalidad de poder ofrecernos el supuesto estado emocional en que tal lectura les debía haber trasportado, nos indica la pobreza argumental sobre la que se sustenta este armatoste estético. Porque estético es hasta la saciedad, siguiendo la estela flou de un David Hamilton desencadenado. Encuadres cuidadosamente (o no tanto) desajustados, permanentes travellings bajos, planos generales de paisajes bucolizados, planos cortos de actores acariciándose sin motivación alguna… son algunas de las herramientas que se nos desenfundan en fallido afán de compartir con el espectador algo que no existe (en ese sentido la película sí tiene éxito). Hemos dicho, y nos reiteramos, que es una película pretenciosa porque lo que evidencia continuamente es su pretensión de pretender «algo» que, dicho sea de paso, no consigue plasmar en ningún momento. El protagonista (Ben Affleck) es un tipo aburrido que pasea su físico como si le pesaran todos los huesos, pone cara de mueca feliz cuando es feliz y cara de mueca infeliz cuando es infeliz, aunque se ve claramente que en ningún caso sabe por qué lo hace (probablemente porque nadie se lo ha dicho) y trabaja (suponemos) para un laboratorio, recogiendo muestras de posibles vertidos industriales (no olvidemos que Malick se tiene como defensor de la naturaleza, así que probablemente es esta su aportación ecológica al filme). En todo caso, Ben, durante unas vacaciones (¿?) en París conoce (¿cómo?, un misterio que el no guión no desvela ya que equivaldría a tener que pensar en «situaciones») a Olga Kurylenko y a su hija, que no sabemos muy bien de qué viven, suponemos que de la pensión alimenticia del ex marido, y, una vez debidamente enamorados, viajan a la isla francesa de St Michel (se acompaña este periplo con secuencias del patético efecto que les produce tal enamoramiento). Una vez los tres en Estados Unidos no pasa nada especial (excepto que la enamorada sigue sin trabajar) y debemos entender que, por dicho motivo, que no pasa nada, acontece el desenamoramiento y la separación. Digno de mención es el comportamiento de la hija, una niña mimada que se pasa el día bailando con su madre, y que en cuanto se percata de que se acaban los ingresos decide, sin mayores preocupaciones, volver a vivir con su padre. Bueno, acto seguido Ben Aflleck tiene una aventura amorosa igual de incomprensible con Rachel McAdams (no porque no comprendamos que alguien se pueda enamorar de Rachel McAdams sino porque tal estado placentero cae del cielo como un pájaro muerto), tan sorprendentemente enamorada de Ben como anteriormente lo estuvo Olga, acabando la cosa de la misma manera, o sea, Rachel le abandona cuando pasa el tiempo y Ben sigue haciendo exactamente lo mismo, o sea, nada. Si bien Ben no muestra más que una cierta cara de tristeza ante tales situaciones, queda patente su indiferencia general, lo que contrasta con la subordinación infantil y ridícula a la que se ofrecen ambas mujeres (Olga baila para él, llegando a besarle, literalmente, los pies). La voz en off expresa la más absoluta miseria intelectual de todos los personajes. Frases como «el amor me ama» o «necesitas tener fuerza para vencer a tu fuerza» son de una insustancialidad posmoderna elevada al cubo… porque de esto se trata, de mostrarnos no la vida, sino la vida vista por un posmoderno esteticista y pedante que no sabe nada de la vida. Por si no fuera suficiente, hay un segundo intento entre Olga y Ben, pero ahora ya es patente que son dos personajes con serios problemas psicológicos: la absoluta carencia de empatía de él y la bipolaridad de ella.
To the Wonder dirigida por Terrence Malick, 2012
To the Wonder dirigida por Terrence Malick, 2012
To the Wonder dirigida por Terrence Malick, 2012
To the Wonder dirigida por Terrence Malick, 2012
To the Wonder dirigida por Terrence Malick, 2012
Es esta una película descaradamente machista, pero no por el machismo que pueda desprender el protagonista, que ni hace ni deja de hacer, sino que las machistas son las mujeres, enfundadas en un inacabable y sumiso romanticismo de retrasados mentales: machismo posmoderno de similar cuño al que se nos presenta en los anuncios de perfumes (¿tal vez la otra cara de la misma moneda del actual feminismo?).
To the Wonder dirigida por Terrence Malick, 2012
Terrence Malick y sus pastelosas y edulcoradas fotografías de maizales.
To the Wonder dirigida por Terrence Malick, 2012
También aparece un sacerdote (Javier Bardem), entendemos que con la ridícula pretensión de añadir una cuota de espiritualidad existencialista a la película, y cuyo trabajo consiste en posar manos, poner cara de él mismo pero metido en una sotana que le va pequeña, dar sermones que sin duda favorecen que lo envíen aún más al Oeste, y tener pensamientos cuánticos del tipo «Dios está arriba, abajo, delante, detrás, a mi izquierda, a mi derecha… ¿por qué no lo veo ni lo siento?» (¿tal vez porque no existe y nadie en su sano juicio ni lo ha visto ni lo ha sentido?).