«Los hombres, cuando reciben un mal lo escriben sobre un mármol; mas si se trata de un bien, lo hacen en el polvo».

«Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los refunfuños, los suspiros y los lamentos y no permitas que me tome demasiado en serio esa cosa tan invasora que se llama «yo»».

«Si el honor fuera rentable, todo el mundo sería honorable».

«Nada se puede dar a un hombre si no es quitándoselo a otro».

«Es preciso que obréis de manera tal que si no podéis hacer todo el bien que deseáis, logren vuestros esfuerzos por lo menos quitar fuerza al mal».

«No alabéis esa justicia que solamente es hermosa en apariencia. Dejáis que den a los niños una educación abominable que corrompe sus almas desde sus más tiernos años. ¿Es necesario pues que los castiguemos por los crímenes que no son culpa de ellos cuando llegan a ser hombres? Porque ¿Qué otra cosa hacéis de ellos sino ladrones que luego castigáis?».

«Felices los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar, porque no se perturbarán por lo imprevisible».

Tomás Moro, Londres, 1478-1535