Wenceslao Ayguals de Izco nació en Vinaroz el 18 de octubre de 1801 a las 4 de la tarde, en la calle del Angel nº 34, en la casa donde posteriormente, se instalaría el Convento de las Siervas.
Fue bautizado al día siguiente imponiéndole el nombre de Wenceslao, Pedro, Joaquín. Fueron sus padres Antonio, nacido en Reus, que fue Síndico en el Ayuntamiento de Vinaròs en 1.819 y dos veces Alcalde durante el trienio constitucional, y Joaquina, nacida en Vinaròs.
Tuvo ocho hermanos. La mayor, María, nació en 1.799, Joaquín en 1.800, el cual fue Alcalde en 1.824 y murió en el tristemente famoso Ataque de Alcanar por las fuerzas carlistas mandadas por Cabrera en 1.835. Otros hermanos fueron Sergio, Demetrio, Rogelio, Irene, Elodio José y María Lázara.
Su padre regentaba la empresa conocida como «O’Sullivan», dedicada al comercio de vinos y derivados.
Muy joven fue a estudiar a Barcelona, instalándose en casa de su primo hermano Antonio Gironella. Allí frecuenta el círculo de amigos formado por B. Carlos Aribau, Ribot y Fontseré y Ramón López Soler. Y casi inmediatamente ingresa en la Academia de Buenas Letras, de Barcelona..
Con sólo 19 años había compuesto varios poemas («Himnos a la Libertad»), obras de teatro («Un aviso a las coquetas»), comedias, juguetes cómicos («Los dos rivales») y tragedias, etc.
Su facilidad por el aprendizaje de idiomas, viene a colación con la anécdota ocurrida en la visita a Barcelona del Rey Fernando VII con su esposa María Amalia de Sajonia, a cuya recepción acudió Ayguals, hablando, lógicamente, en alemán con la Reina, y como quiera que el Rey no se enteraba de lo que estaban hablando, al final dijo: «Pues, Señor, quedamos enterados».
La relación con Gironella también le facilita el conocimiento de otras personalidades que influirían enormemente en el pensamiento de Ayguals. Así, traba amistad con Abdón Terrades, Beltrán de Peña y con Ramón Xauradó, autor de la Primera Constitución Republicana.
Mientras, la empresa comercial de Gironella desaparece por motivos económicos, y Ayguals se desplaza a Madrid, bajo el manto protector del banquero Gaspar Remisa, y frecuenta la alta sociedad de la Corte.
El 9 de junio de 1.833 estrena la obra teatral «Lisonja a todos», en el Teatro Principal de Madrid.
Los hechos sucedidos en octubre de 1.835, al sufrir Alcanar el ataque de Cabrera y desplazarse el batallón de Vinaròs en su ayuda, capitaneado por su hermano Joaquín, el cual pereció en la batalla, le afectan muchísimo. Recordemos que Rafels García había compuesto un poema: «Muerte, Lauros y Gloria» dedicado a los que lucharon ese triste día. Es en 1.846 cuando escribe «El tigre del Maestrazgo o sea de Grumete a General».
En mayo de 1.836, se casa con su prima Francisca Gironella y decide abandonar Madrid para hacerse cargo del negocio familiar que se había quedado su padre, tras la muerte de Joaquín.
Mientras se trasladaba a Vinaròs ocurren los sucesos dé la Granja (13 de agosto de 1.836) y para celebrarlo compone en tan sólo 8 días el drama trágico «Los Negros», representada en Vinaròs el 26, 27 y 28 de noviembre de 1.841.
A su llegada a Vinaròs es nombrado inmediatamente vocal de la Comisión de Armamentos y Defensa, Primer Teniente de Alcalde interino, y vocal de la Junta de Beneficencia.
Poco después es elegido Comandante de la Milicia Nacional y el 4 de marzo de 1.839 será elegido Alcalde Primero Constitucional, ocupando el cargo hasta el 16 de enero de 1.840 en que fue reelegido. El 13 de septiembre de 1.840 es elegido nuevo alcalde hasta el 3 de enero de 1.842. Al dejar de ser Alcalde se le nombra director del Teatro que estaba en la Plaza de la Alameda en donde hasta hace muy poco se hallaban los Juzgados.
Pero para la personalidad de Ayguals, Vinaròs se le hace pequeño y debe regresar a Madrid, donde enseguida comienza a publicar la revista Guindilla en que aparecen reflejadas sus ideas republicanas y federalistas. Poco después adquiere una imprenta y en febrero de 1.843 funda la editorial La Sociedad Literaria, siendo elegido este mismo año Diputado a Cortes por Castellón. Y una vez disueltas éstas va a dedicarse plenamente al trabajo de editor, publicando un repertorio variado y amplio de temas (revistas-periódicas, obras religiosas, pedagógicas, históricas, teatro, poemas, libros de viajes y, como no, novelas).
Desde 1.842 a 1.850 son años de fértil producción editorial al frente de La Sociedad Literaria, interviniendo en distintas fases: creación, traducción y edición.
Comienza ahora un período fecundo como escritor, olvidándose, un poco, de sus inquietudes políticas, al menos en su aspecto de participación activa, ya que siempre estuvo comprometido con sus ideales, lo cual perjudicó sus labores profesionales al ver censurados muchos de sus escritos (incluso «María … » figuró en el índice de libros prohibidos, así como algunas obras de Eugenio Sué que él mismo tradujo).
Es en 1.855 cuando se edita “Los verdugos de la humanidad. Desde el primer siglo hasta nuestros días» cuya segunda parte, que debía llevar por título «Las víctimas del fanatismo» fue censurada y no se publicó nunca.
El 1 de abril de 1.886, su esposa fallece en Madrid.
Desde 1.857 a 1.859 estuvo desterrado en París.
En 1.860 volvió a casarse con Adela del Moral y Cruzado a la que nombró heredera de sus bienes el 8 de julio del mismo año. Adela o Adelaida, como también aparece, sostuvo un pleito con su cuñado Demetrio por la casa de la calle Angel, obteniendo un fallo favorable. Y en 1.878, ya viuda se casó con Francisco Sanz, Director del Museo de Pinturas.
La última obra escrita por Ayguals es «El Derecho y la Fuerza» que aparece en 1.866.
Nada sabemos de los últimos años de su vida, lo que es cierto es que Ayguals, como muchos, fue evolucionando en su ideología y sus manifiestos o proclamas de este período difieren de los que escribió en su etapa juvenil, ya que fue moderándose y mostrándose menos agresivo y virulento en sus críticas, y éste es, opino yo, uno de los motivos por los que «desaparece de la vida pública».
Falleció en Madrid el 17 de enero de 1873
Era Gilito propenso
a pensar, mas de tal modo,
que, si le hablaban, a todo
contestaba: Pienso… pienso…
Preguntó un quidam al tal:
¿Qué come usted? Pienso… dijo,
y el otro replicó: Es fijo,
que el chico es un animal.
a su amigo Martínez Villergas.
A Don Juan Martínez Villergas
Nada más santo y justo
que despreciar las lides y bravatas
de héroes de ceño adusto;
pero es pésimo gusto
donde judías hay cantar patatas. 5
¡Y alzarlas a la cumbre
de las divinidades, tú que muerdes
a todos por costumbre!…
¿Cuándo has visto legumbre
que en prez exceda a las judías verdes? 10
¿En qué siglo, en qué días
la patata arrancó, pobre poeta,
su palma a las judías,
fritas, calientes, frías,
secas, ya sin disfraz, ya con caseta? 15
Cantas con elocuencia
de la patata vil la baratura,
sin mirar tu inocencia
que yo enlazo la esencia
de lo bueno y barato a la hermosura. 20
La patata remeda
del aguador el traje en lo pardusco,
mas para mí se queda
vestir lustrosa seda,
con que las flores del jardín ofusco. 25
En sociedad con ellas
el rodrigón(61) se huelga en elevarme;
y al ver mis hojas bellas,
racimitos y estrellas,
ni el olmo se desdeña de abrazarme. 30
Llena de poesía,
sonoramente a los oídos grata
suena la voz judía;
pero, ¿qué melodía
encierra el nombre rústico patata? 35
Como a deidad ilesa
a la patata rindes mil lisonjas,
porque dices no cesa
de socorrer la mesa
de empleados, de viudas y de monjas. 40
Y aunque en cuanto al ahorro
esa ventaja concederte quiero,
las judías en corro
damos también socorro
al cesante infeliz y al pobre clero. 45
Si ellas son la delicia,
cual se pregona por Madrid, tan sólo
de la Mancha y Galicia,
nuestra raza milicia,
según dice Buffon(62), de polo a polo. 50
Cuando la sartén chilla
la patata infeliz no vale un bledo;
y si por maravilla
nos pruebas en tortilla
te has de chupar y rechupar el dedo. 55
Con la mujer coteja
tu numen a ese fruto que apechugas.
No hay duda que si es vieja
corren linda pareja
llenas ambas de arrugas y verrugas. 60
¡Que a tan vil fruto alabe,
provoque envidias y promueva jergas
joven que tanto sabe!…
Tal locura no cabe
más que en la mente del atroz Villergas. 65
¿Has visto, alma viviente,
que haya inspirado la patata un día
en corazón valiente
algún amor ardiente?
Pues un rey se prendó de una judía. 70
Al verla hermosa y bella
perdió el estribo don Alfonso octavo
y deliró por ella. [69]
No tendrían tal estrella
la patata ni el rudo nabo. 75
Gloria al cisne canoro
que alzó su dulce voz y con denuedo
ante el castalio coro
pulsó el laúd sonoro
y cantó a la judía de Toledo… 80
Del templo de la fama
el aplaudido autor halló el camino.
Villergas nos difama
y Asquerino nos ama…
¡Muera Villergas, pues! ¡Viva Asquerino!
Más, por santo Tomás, no digas más,
que más es mi intención dar más al mes
que menos, Más ¡oh Más! también tú ves
que el que hace más disgusta a veces más.
Mas si un Villergas te mandé no más
y quieres más, irán, que el interés
no me ciega jamás; si quieres tres
irán también; mas no me insultes más.
Que más quiero tu afecto ¡voto a bríos!
que el otros, mas que vengan de París;
pues siendo más, más vale vive Dios.
Mas, siento que tu afecto está en un tris…
No hablemos más; de hoy Más ¡oh Más! los dos
no comeremos más que en un anís.
Tras tres tragos y otros tres
y otros tres tras los tres tragos,
tragos trago y tras estragos
trepo intrépido al través.
Travesuras de entremés,
trápalas tramo, y tragón
treinta y tres tragos de ron
tras trozos de trucha extremo.
¡Tristes trastos: truene el trueno!
¡Tron… trin… tran… trun… torrotrón!!!
El que tiene algunos lunarcillos blancos en las uñas, es aficionado a todas las mujeres; pero tan enamoradizo como inconstante.
El que tiene las uñas muy arqueadas, es orgulloso.
El que las tiene separadas del dedo en su extremidad y que cortadas se quedan muy reducidas, dejando un sobrante de dedo más que regular, no debe casarse, porque milagrosamente se escapará de ser víctima de la infidelidad de su mujer.
Las uñas reducidas indican paciencia, hombría de bien, y sobre todo resignación en las calamidades.
Las uñas largas a pesar de estar cortadas, que se nivelan con la extremidad del dedo, son el emblema de la generosidad.
Las uñas trasparentes y sonrosadas anuncian genio alegre, dulce, amable. Los enamorados de uñas trasparentes suelen apasionarse hasta el delirio.
El que lleva las uñas largas y puntiagudas es tocador de guitarra, ministro de Hacienda, sastre o escribano.
El que las lleva algo largas, redondeadas y con ribete negro, es poeta romántico o folletinista.
El que tiene en la uña del dedo pulgar de la mano izquierda varias rayas como si hubiesen picado tabaco en ella, es maestro de escuela.
Las uñas gruesas indican terquedad y mal genio.
El que lleva las uñas sucias por todas partes, es enclaustrado, filósofo, cajista o tintorero.
El que tiene las uñas amarillas es hombre abandonado a toda clase de vicios; pero el que más le domina es el de fumar. Cuídese de no confundir a estos con los que mondan naranjas sin cuchillo.
El que lleva las uñas muy redondeadas y lisas, tiene genio pacífico y conciliador.
El que tiene la uña del dedo pulgar de la mano derecha algo mellada, es un gastrónomo voraz, carcoma de sí propio, que por no perder la costumbre de comer se roe las uñas, que es lo que tiene más a mano.
Y por último el que las lleva cortadas sin igualdad es pronto y resuelto. Los hombres que no tienen paciencia para cortarse bien las uñas, suelen tener un fin desastroso: la mayor parte acaban por suicidarse o por casarse que viene a ser lo mismo. En el último caso, si la mujer no se encarga de la operación, se buscan una concubina con este objeto y hacen desgraciada a la consorte. Aconsejamos al bello sexo que no pierda de vista las uñas de los hombres, si quiere vivir con ellos como carne y uña.
El pelo largo y mugriento, que deja pringue en el cuello del frac o de la levita, pertenece al pretendido filósofo y a los aprendices de sastre y de barbero. El ente original con pretensiones de vivaracho suele llevar la cabeza rapada como un chino. Las melenas a la romántica están en boga entre los horteras más elegantes, diputados a Cortes que no hablan, coristas y bailarines italianos, traductores de dramas y escritores de folletines. Su división por partes iguales, formando raya desde el centro de la frente hasta la coronilla, indica afeminación. La raya a un lado denota pedantería. El pelo erizado es el emblema de la torpeza, de la terquedad o del miedo. El pelo muy peinado, lustroso, lisito y pegadito a la frente denota paciencia y resignación. Las grandes entradas significan orgullo. Los que llevan el pelo alto sobre la frente y pegadito a los lados suelen ser galanteadores e injuriosos.
El pelo rubio indica dulzura y sensibilidad, el negro ardimiento, el castaño moderación, el rojo perversidad y el cano vejez. La calva denota inteligencia cuando no se hace ostentación de ella; pues en este caso significa estupidez; pero si por disimularla se adopta el medio de hacer subir hasta la frente el pelo del cogote, esto es ya una prueba infalible de imbecilidad. El uso de peluca está reservado a los hipócritas; por eso son tantos los que la gastan en este mundo engañador. El pelo gris es hijo de la misantropía o de los placeres nocturnos. La abundancia de cabello que jamás encanece ni cae, denota calma, impasibilidad y bienaventuranza.
Para tales cabezas ha dicho la santa escritura: El reino de los cielos os pertenece. Estos santos varones son los mejores maridos: están asegurados de incendios. Sus cabezas son terrenos tan fértiles y productivos, que a falta de uno suelen llevar dos signos de la abundancia. El pelo rizado y lustroso demuestra alegría o empeño de pertenecer a la aristocracia sin haber nacido en ella. El que gasta grandes bigotes sin ser militar, quiere ocultar su mala dentadura, a no ser que pertenezca a la benemérita, que en este caso son indispensables para jugar a los soldados, y es preciso que vayan acompañados de su correspondiente perilla, siempre que el interesado no sea dueño de alguna lonja. El uso de la perilla no se ha introducido aun entre los fabricantes y vendedores de chocolate, jabón y velas de sebo. El bigote retorcido hacia arriba es señal de hambre. La patilla corrida por debajo de la barba está muy en uso entre los que quieren parecer bien al bello sexo y tienen la desgracia de llevar sendas calabazas. La patilla grande es signo de fanfarrón: la corta de fanático, de aguador o de capellán de regimiento.
Las barbas a lo patriarcal, es decir la barba entera, enérgicamente pronunciada contra las navajas y los barberos, es propiedad de músicos y poetas incomprensibles, de cesantes desesperados y de mendigos de lugar.